Un fuerte medieval donde vivían los monarcas del Segundo Imperio Búlgaro y un casco antiguo situado al borde de un profundo cañón
Veliko Tarnovo (inicialmente llamada Tarnovgrad) es una ciudad distribuida entre varias colinas, y su ubicación estratégica pronto atrajo a diferentes pobladores, como los Tracios y Romanos, que construyeron ciudadelas fortificadas. Pero la edad de oro de Tarnovgrad comenzó en el año 1185, cuando se convirtió en la capital del Segundo Imperio Búlgaro, gobernado por el Zar Ivan Asen, que lideró con éxito un levantamiento popular para independizarse de los Bizantinos. Durante más de dos siglos Tarnovgrad fue el epicentro del estado más poderoso de los Balcanes, que ocupó territorios de Turquía, Grecia y Rumanía, a costa de guerras interminables. Hasta que en 1393 las imparables tropas de Murad I conquistaron la ciudad y 3 años más tarde, tras la Batalla de Nicopolis, Bulgaria pasó a formar parte del Imperio Otomano.
Hoy día el Casco Antiguo de Veliko Tarnovo es una de las mayores atracciones turísticas de Bulgaria, con montones de viviendas tradicionales apiñadas al borde del cañón del río Yantra; y el imponente Fuerte de Tsarevets, donde estaban el Palacio de los Zares y la sede de la Iglesia Ortodoxa Búlgara. Además, a escasa distancia se encuentra el pueblo de Arbanasi, que tiene dos iglesias con espectaculares frescos medievales.
VIAJE: KAZANLAK – VELIKO TARNOVO
Tras desalojar con mucha pena mi habitación del Hotel Magnolia en Kazanlak, caminé 20 minutos hasta la Estación de Tren del pueblo. El sol ya pegaba duro, pero por lo menos el terreno era cuesta abajo y facilitó las cosas. En la Estación compré el billete (6,2L) y me senté a esperar. Veliko Tarnovo se encuentra tan solo 90km al norte de Kazanlak, pero llegar en tren requiere su tiempo, porque hay que hacer transbordo, y porque se viaja a paso de tortuga.
Estas fueron las etapas:
1. Tren a Tulovo: un trayecto de apenas un cuarto de hora que pasó volando.
2. Tren hasta Veliko Tarnovo: solo tuve que esperar en la Estación 10 minutos y apareció el tren con puntualidad británica. Yo ocupé un asiento en un compartimento con capacidad para 8 personas que, como de costumbre, estaba vacío. Este tramo duró 2,5 horas y buena parte de la ruta consistió en atravesar los montes Balcanes. Así que pude disfrutar de unos paisajes espectaculares, con bosques infinitos y profundos valles. Aunque el tren también cruzó un montón de túneles. A veces nos deteníamos en Estaciones situadas en medio de la nada que se estaban cayendo a pedazos. Y pasamos por Tryavna, una bonita aldea similar a Koprivshtitsa. La única pega fue que la ventana de mi compartimento no se podía bajar y hacía un calor agobiante.
Cuando faltaba poco para alcanzar Veliko Tarnovo me despisté con el móvil, y una de las veces que paró el tren miré por la ventana y comprobé que ya habíamos llegado. Sin perder tiempo me puse la mochila grande a la espalda y me dirigí a la puerta del vagón. Pero cuando estaba bajando los escalones el tren se puso en marcha y casi acabo en el suelo. Me fue de un segundo. Y encima la Jefa de Estación se enfadó conmigo. Aunque yo juraría que no escuché el silbato que normalmente indica que el tren va a arrancar. En fin…
Nota: como ya comenté en mi anterior post, decidí moverme por Bulgaria en tren porque es mi medio de transporte preferido, pero reconozco que tiene sus defectos. Seguro que podría haber viajado a Veliko Tarnovo en autobús con aire acondicionado, sin necesidad de hacer transbordo, y tardando un par de horas en total. Esto ya depende de los gustos de cada uno.
Entre la Estación de Tren y mi hostel había algo más de 2km, y si hubiera visto un taxi lo habría parado. Pero como no fue así tuve que caminar. La primera parte fue sencilla, pero al final las calles se empinaron y llegué al Casco Antiguo empapado en sudor.
ALOJAMIENTO: ROOSTER HOSTEL – 23L/Noche
*Puntos a favor: habitación muy espaciosa, en la planta superior de una vivienda tradicional con vigas de madera; limpieza impecable; decoración llena de detalles (cuadros, un teléfono antiguo, un viejo transistor…); ubicación perfecta, en pleno Casco Antiguo; aire acondicionado; wifi rápido; encargada de la recepción muy amable; cocina comunitaria con nevera; precio; 20% de descuento en el Restaurante Malkia Inter.
*Puntos en contra: camas individuales (aunque pagando tan solo 2L más por noche podría haber tenido una doble); colchón muy incómodo; lavabo compartido; suelos de madera muy ruidosos y paredes finísimas (si no tienes suerte con tus vecinos es un coñazo).
Reservé este hostel a través de Booking por sus buenas críticas y la verdad es que pronto constaté que son más que merecidas. Teniendo en cuenta los servicios que ofrece, el precio es una auténtica ganga. Después de un rato charlando con la chica encargada ocupé mi habitación, y al poco ya estaba en la calle en busca de un lugar para llenar el estómago.
CENA: SHTASTLIVECA RESTAURANT
Un restaurante muy recomendado que está a tan solo 5 minutos del Rooster Hostel, así que decidí acercarme. Elegí una pequeña mesa de la terraza, situada en el borde del cañón que forma el río Yantra. Y me entretuve contemplando una panorámica memorable, con las viviendas del Casco Antiguo rodeadas de una espesa vegetación. Si lo sé no dejo mi cámara de fotos en el hostel…
En cuanto a la comida, la carta tiene un montón de platos, pero una parte importante son pizzas y pasta, y el resto no me sedujeron mucho. Al final pedí una Ensalada Shopska; dos Kyufte (mini hamburguesas) acompañadas de patatas cocidas y salsa Lyutenitsa (elaborada con tomate y pimiento rojo); y para beber una cerveza Zagorka. Todo bastante mejorable (por ejemplo las hamburguesas estaban frías); y el precio en la banda alta (25L). Con lo cual no regresé. Durante mi recorrido por Bulgaria visité restaurantes mucho mejores; y en los alrededores hay heladerías con terrazas que ofrecen las mismas vistas.
Después de cenar fui a un supermercado CBA a comprar comida. Y me volví a la habitación con ganas de descansar, porque últimamente no había dormido mucho.
EL FUERTE DE TSAREVETS
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable, sin necesidad de madrugar mucho. Una vez en pie me vestí, preparé la mochila pequeña y bajé a la cocina del hostel. Allí desayuné un yogurt, galletas y zumo de manzana; y salí a explorar Veliko Tarnovo. El Casco Antiguo está atravesado por la calle Stefan Ambolov, que cuenta con un montón de tiendas, hoteles y restaurantes (lástima que no sea peatonal). Paseando pude ver algunas fachadas decoradas con escenas de temática medieval; relieves soviéticos; y balcones con vistas al cañón del río Yantra. Y comprobé que hacía un tiempo perfecto, con el cielo completamente despejado y un sol de justicia.
Para empezar me dirigí a la atracción turística más famosa de la ciudad: el Fuerte de Tsarevets, donde estaba el centro de poder del Segundo Imperio Búlgaro. Solo tuve que seguir la avenida principal y llegué a la entrada en apenas 15 minutos. Allí me encontré frente a una panorámica genial, con las murallas extendiéndose por el Monte Tsarevets, y la Catedral de la Ascensión coronando la cima. En su época de máximo esplendor este fuerte tuvo que ser un lugar impresionante.
*Horario: 8h – 19h
*Precio: 6L
*Fotografía: ok
Una vez comprado el billete accedí al recinto pasando junto a la estatua de un león y cruzando dos puertas de piedra. Y comencé la visita avanzando en el sentido contrario a las agujas del reloj.
Esto fue lo más destacado:
1. Execution Rock (también llamada Skull Rock): situada en el extremo occidental de las murallas, es un peñasco desde el que se lanzaba al fondo del barranco a los condenados a muerte (así se las gastaban en la Edad Media). Las vistas son espectaculares, con el río Yantra rodeado de viviendas tradicionales; alguna iglesia; la colina de Trapezitsa, con los restos de un fuerte; y al fondo montañas cubiertas de bosques.
2. Catedral de la Ascensión: el templo original fue destruido por los Otomanos, y el que se ve ahora data de 1985. Los muros interiores están cubiertos de modernos frescos que representan escenas de la historia de Bulgaria. Está permitido hacer fotos sin flash. Junto a la Catedral hay una torre a la que en teoría se puede subir en un ascensor, pero durante mi visita estaba cerrada.
3. Palacio Real: no muy lejos de la Catedral. Se ha reconstruido una pequeña parte, pero durante mi visita el lugar era un caos, con cintas de plástico impidiendo el acceso a diferentes zonas, y un montón de sillas. Entre los cimientos pude ver un par de columnas romanas.
4. Baldwin Tower: está en el extremo oriental del Fuerte y se trata de una torre reconstruida que ofrece muy buenas vistas de la muralla y del Casco Antiguo de Veliko Tarnovo, con las cúpulas de color verde de la Iglesia Sveta Bogorodica en la distancia. La torre se llama así porque se dice que aquí estuvo prisionero Baldwin I, primer monarca del Imperio Latino, creado tras la conquista de Constantinopla por parte de la Cuarta Cruzada. La ambición de Baldwin le llevó a intentar expandir sus territorios, pero en el año 1205 fue derrotado por las tropas del Zar Kaloyan en la Batalla de Hadrianopolis y murió en cautividad.
El recinto del Fuerte es enorme y tardé en recorrerlo unas 3 horas. Aunque se nota que los Otomanos arrasaron el lugar: en el pasado Tsarevets tenía varias iglesias, monasterios y centenares de viviendas, y hoy día solo quedan sus cimientos. Lo que está en pie fue reconstruido en los años 80 por las autoridades soviéticas. Durante el tramo final el calor era horrible, pero hay bancos para sentarse a la sombra y una cafetería. Apenas hay carteles con explicaciones, y los pocos que vi estaban en búlgaro y alemán (en la época comunista muchos turistas eran de la antigua RDA). Eso sí, en dos o tres puntos hay altavoces que se activan de forma regular aportando información sobre el Fuerte en inglés. Al principio no había mucha gente, pero después aparecieron bastantes turistas (principalmente familias búlgaras).
De cara a la fotografía es mejor visitar el interior del Fuerte por la mañana, cuando las panorámicas del Casco Antiguo de Veliko Tarnovo tienen mejor luz; y regresar por la tarde para contemplar Tsarevets desde fuera, perfectamente iluminado. Por la noche hay un espectáculo de luz y sonido muy recomendado, pero a mí no me entusiasman este tipo de atracciones así que no puedo opinar sobre él.
COMIDA: MALKIA INTER
Tras la visita al Fuerte de Tsarevets me moría de hambre y sed, así que caminé directo hacia este restaurante propiedad de los mismo dueños del Rooster Hostel. Cuando llegué, a eso de las 13h, estaba lleno de gente comiendo, y ocupé una mesa del comedor (las terrazas en Bulgaria suelen ser una pesadilla, porque los búlgaros fuman sin parar y las moscas no te dejan en paz).
El menú no es muy variado y acabé pidiendo Shkembe Chorba (sopa con trozos de tripa, muy típica de Bulgaria); y Terrina de Verduras acompañada de una ensalada de rúcula y tomate. Para beber, una cerveza Shumensko que me supo a gloria. Los precios de este local ya son de por sí económicos, pero con el 20% de descuento por alojarme en el Hostel solo tuve que pagar 13L (poco más de 6€). Así que acabé encantado.
EXPLORANDO VELIKO TARNOVO
Con el estómago lleno pude continuar visitando el resto de lugares de interés de la ciudad, a los que se llega fácilmente a pie. Fueron los siguientes:
1. Museo Arqueológico: a las 14.30h el sol era implacable y decidí refugiarme en este edificio. Cuando llegué la puerta se encontraba cerrada y tuve que esperar unos minutos hasta que apareció una señora y me abrió. El Museo estaba desierto, con lo cual imagino que la mujer aprovechó para comer algo.
La entrada cuesta 6L y el Museo se compone de 3 salas: Prehistoria; época del Imperio Romano, con hallazgos procedentes de Nikopolis ad Istrum, una antigua ciudad situada 20km al norte de Veliko Tarnovo; y Edad Media, con objetos encontrados en el Fuerte de Tsarevets y alrededores. No vi nada que me llamara especialmente la atención, pero pasé media hora entretenido entre relieves, piezas de cerámica decorada y figuritas del Neolítico.
2. Samovodska Charshiya: a finales del siglo XIX en esta plaza se ubicaba el principal mercado de Veliko Tarnovo. Actualmente los puestos de alimentos han sido sustituidos por tiendas de artesanía, pero es un lugar agradable para dar un paseo y curiosear un rato. Una pena que la plaza no está cerrada al tráfico y haya vehículos aparcados por todas partes, estropeando las fotos.
3. Monkey House: la casa de un rico mercader, construida a mediados del siglo XIX. Se llama así por el relieve de un mono sentado que decora su fachada.
4. Monumento a la Madre Bulgaria: es un memorial inaugurado en 1935 en homenaje a los soldados búlgaros fallecidos en diferentes guerras. Consiste en un pedestal con la estatua de una mujer arrodillada sosteniendo la bandera del país; y a su alrededor soldados de diferentes épocas. Cerca está el Ayuntamiento y durante mi visita había una manifestación en contra del gobierno.
5. Calle Ulitsa Gurko: se llama así en homenaje al General Iosif Gurko, que lideró las tropas rusas durante la Guerra Ruso-Turca y en el año 1877 expulsó a los Otomanos de Veliko Tarnovo. Es un buen lugar para contemplar viviendas tradicionales, algunas con fachadas que se aguantan sobre postes de madera.
6. Asenevtsi Monument: situado en una plataforma junto al río Yantra, este monumento fue inaugurado en 1985 y representa a los hermanos Asenevtsi (Asen, Peter y Kaloyan) y el hijo de Asen (Ivan) montados a caballo alrededor de una enorme espada. Todos ellos fueron Zares durante los primeros años del Segundo Imperio Búlgaro, pero Asen y Peter son especialmente queridos porque en el año 1185 lideraron la revolución contra el Imperio Bizantino y consiguieron la independencia de Bulgaria. La verdad es que el monumento impresiona.
Desde este lugar las vistas del Casco Antiguo de Veliko Tarnovo son espectaculares, con centenares de viviendas antiguas de mil formas y colores, dispuestas en diferentes niveles al borde del cañón. Sin duda es el mejor mirador de la ciudad. Mi cámara echaba humo (mejor luz para la fotografía por la tarde). Al lado está el State Art Museum, ubicado en un edificio de estilo Neoclásico con columnas. Me hubiera quedado más rato en este sitio, pero el sol no daba tregua y decidí continuar la ruta.
Para acabar el día regresé al Fuerte de Tsarevets para fotografiarlo con la mejor luz. Tuve suerte porque cuando acabé el cielo se cubrió de nubes y ya no era lo mismo. A esas alturas estaba agotado tras caminar sin parar por las calles del Casco Antiguo, con continuas subidas y bajadas, así que volví al hostel. Eso sí, antes hice una parada en la terraza de un bar cercano y me tomé dos jarras de Heineken que me dejaron como nuevo (inexplicablemente no tenían cerveza búlgara).
Una vez en el hostel, me pegué una ducha y me dediqué a leer y descansar. Y solventé la cena con un yogurt, dos plátanos y un Kit Kat que compré en un supermercado (3,9L). Antes de irme a dormir me crucé con un huésped irlandés y estuvimos hablando un rato. Trabajaba a distancia y había decidido pasar una temporada en Bulgaria para aprovechar sus precios económicos.
UN PASEO POR ARBANASI
La jornada comenzó con un buen desayuno: galletas, yogurt, un plátano y zumo de manzana. Y poco después ya estaba en la calle preparado para nuevas aventuras. El plan era visitar Arbanasi, un pequeño pueblo situado en las montañas, a 4km de Veliko Tarnovo. Así que caminé hasta la parada de taxis más cercana, y un conductor me llevó por 5L. El día amaneció de nuevo despejado: tan solo eran las 10.30h y el sol ya pegaba con fuerza.
Arbanasi floreció entre los siglos XVII y XVIII, cuando se convirtió en hogar de ricos mercaderes y miembros de la nobleza procedentes de Valaquia (sur de Rumanía). En esa época se construyeron opulentas mansiones, alguna de las cuales es posible visitar, como Konstantsalieva House, que alberga un museo de objetos antiguos. Aunque recorrer Arbanasi es una experiencia frustrante, porque más que un pueblo parece una urbanización, con casas protegidas por altos muros, restaurantes, alojamientos y poco espacio para el peatón (no se parece en nada a Koprivshtitsa).
Estos fueron los dos lugares de interés que visité:
1. Iglesia de la Natividad: construida durante el siglo XV, es la más antigua de Arbanasi. Desde fuera parece una casa rústica normal, pero cuando pagué la entrada (6L) y accedí al interior me quedé sin palabras. Sus muros están completamente cubiertos de frescos del siglo XVII representando cientos de escenas: historias de la Biblia, el árbol genealógico de Cristo, una Rueda de la Vida, imágenes de santos, mártires, profetas… Impresionante. Hasta las vigas de madera del techo están decoradas. Junto al Monasterio de Rila y la Iglesia de Boyana son las mejores pinturas murales que vi en Bulgaria.
La iglesia tiene 5 salas, pero durante mi visita las dos más pequeñas se encontraban cerradas al público. Está prohibida la fotografía, aunque como la señora encargada me dejó solo no pude resistir la tentación e hice unas cuantas. Totalmente recomendable.
2. Iglesia Sveti Arhangeli Mikhail & Gavril: data del siglo XVII y es parecida a la Iglesia de la Natividad, aunque a menor escala. Un exterior discreto, y dentro dos salas atiborradas de frescos de temática religiosa. Si vas justo de tiempo o no te apasiona este arte puedes prescindir de ella. A mí me encanta la pintura medieval, con lo cual pagué la entrada (6L) y me quedé un buen rato examinando cada detalle. Aquí la fotografía sí está permitida (sin flash).
En ambas iglesias estuve la mayor parte del tiempo solo. Aunque cuando apareció alguna familia local me sorprendió que apenas se quedaban unos minutos. Y en teoría habían pagado lo mismo que yo (no hay tarifas distintas para búlgaros y turistas). En fin, mejor para mí… Tras la segunda iglesia ya no tenía más visitas previstas, así que a continuación busqué un restaurante para reponer fuerzas.
COMIDA: SEVASTOKRATOR HOTEL & RESTAURANT
Es el más recomendado de Arbanasi y decidí acercarme a comprobar su fama. Todo empezó muy bien: ocupé una mesa de la terraza, con una piscina de aguas cristalinas en primer plano y una gran panorámica de las montañas; la atmósfera era relajada, con música suave y familias búlgaras charlando animadamente; y encontré los precios de la carta bastante asequibles, teniendo en cuenta el sitio. Pero la pega fue que había pocos platos, y muchos eran totalmente prescindibles, como filetes de pollo o pizzas. Lo suyo hubiera sido carnes a la brasa, guisos tradicionales… Una decepción. Al final pedí Tarator; Drob Sarma (trocitos de hígado de cordero con arroz y verduras); y una cerveza Shumensko. Por lo menos la comida estuvo rica y solo pagué 15L.
EL FUERTE DE TRAPEZITSA
Después de comer tocaba volver a Veliko Tarnovo y la cosa no era sencilla. No había ningún taxi a la vista; y al ser fin de semana el autobús local que parte de Arbanasi apenas estaba operativo (solo había uno por la mañana y otro por la tarde). Así que no tuve más remedio que ponerme a caminar. Al principio crucé parte del pueblo, entre viviendas lujosas y otras medio en ruinas. Pero después me vi obligado a continuar por la carretera principal y fue un agobio, porque no tiene arcén y los coches pasaban a escasos centímetros. Además a esas horas el sol apretaba y acabé abrasado. Eso sí, el paisaje era muy bonito, rodeado de bosques y montañas, con el sonido de las cigarras.
Al cabo de 2km llegué al inicio del sendero que sube al Monte Trapezitsa, y ya que estaba allí decidí explorar el lugar. Al poco pasé por una taquilla donde pagué la entrada (6L), y continué cuesta arriba hasta la cima. En la época del Segundo Imperio Búlgaro esta colina era parte de Tarnovgrad (la antigua capital). Así que también estaba rodeada de enormes murallas; y tenía nada menos que 19 iglesias, entre ellas una construida expresamente para albergar las reliquias de San Ivan de Rila, trasladadas desde Sofía.
Esto fue lo más destacado de mi visita:
1. Iglesias: de la mayoría solo quedan sus cimientos, pero hay algunas protegidas bajo cubiertas de madera donde se conservan muros con restos de frescos.
2. Torre Sureste: en el año 2009 se reconstruyó una de las torres de la ciudadela y un pequeño segmento de la muralla. Ahora es posible subir y disfrutar de unas vistas sensacionales del Fuerte de Tsarevets (mejor luz para la fotografía por la tarde), el río Yantra y el Casco Antiguo de Veliko Tarnovo. Me encantó.
3. Museo: alberga objetos de escaso atractivo, pero también una serie de paneles explicativos en inglés con un montón de información sobre Tarnovgrad y el Segundo Imperio Búlgaro. Además en el exterior hacía un calor horrible, y durante unos minutos pude refrescarme.
En todo el rato que estuve en el Monte Trapezitsa solo vi a un par de parejas de chavales. Está claro que la gente prefiere visitar el Fuerte de Tsarevets.
REGRESO A VELIKO TARNOVO
A continuación decidí regresar al Casco Antiguo, pero cometí un error. En la cara oeste del Monte Trapezitsa hay un funicular que sube hasta la cima. Yo pensé que bajando en él me ahorraría parte del camino. Pero tras pagar el billete (5L) y llegar a la base en apenas 3 minutos descubrí que no podía seguir, porque las vías del tren y la carretera general me cortaban el paso, así que tuve que rodear la colina. Si lo llego a saber bajo por el mismo sendero que utilicé para subir…
El resto de la ruta estuvo muy entretenida. Pasé junto a una fábrica abandonada con sus paredes llenas de coloridos grafitis; me interné en el barrio de Asenov (antiguamente llamado Nov Grad y también parte de la capital), con calles desiertas y viviendas tradicionales; crucé Bishop’s Bridge, un puente de madera con vistas preciosas del río Yantra (incluida una familia bañándose), el Fuerte de Tsarevets y los bosques de los alrededores; y vi desde fuera varias iglesias antiguas. Para acabar superé a buen ritmo una fuerte subida, comprobando que tras 3 semanas de viaje ya estaba en una forma física más que aceptable.
Antes de entrar en el hostel, hice un alto en la terraza de un bar de Samovodska Charshiya y me tomé una cerveza Shumensko porque estaba deshidratado (3L). Y me dirigí a mi habitación, donde me esperaba una ducha reparadora, una cerveza Kamenitza y una pequeña siesta rodeado de tranquilidad. Así acabó mi recorrido por Veliko Tarnovo.
CONCLUSION
Veliko Tarnovo es en mi opinión la ciudad más bonita de Bulgaria. A nivel arquitectónico es comparable a Plovdiv, con viviendas antiguas y monumentos cargados de historia. Pero Veliko está rodeada de un paisaje épico, con el cañón del río Yantra y diferentes miradores que ofrecen panorámicas memorables. Una jornada será suficiente para recorrer el Casco Antiguo, aunque si dispones de tiempo en las zona hay numerosos lugares de interés. Yo visité las iglesias de Arbanasi, pero también tenían muy buena pinta el Cañón de Emen, las poblaciones de Tryavna y Etar, o el Monasterio de Dryanovo. Con mi propio vehículo habría intentado incluir algún sitio más en mi recorrido, pero en transporte público no era viable.
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