Recorriendo una pequeña isla del Mar Negro de pasado esplendoroso, entre curiosas iglesias medievales y grupos de ruidosas gaviotas
La isla de Nesebar está en el Mar Negro, a escasa distancia de la costa, y los Tracios construyeron aquí un asentamiento fortificado. Más tarde, en el siglo VI AC, los Griegos transformaron el lugar en Mesambria, una ciudad-estado que perteneció a la Liga Delia, liderada por Atenas, para defenderse del Imperio Persa. Los Romanos incorporaron la isla a la Provincia de Tracia. Y entre los siglos V y XV cambió de manos en varias ocasiones entre el Imperio Bizantino y los dos Imperios Búlgaros. Durante ese tiempo Nesebar prosperó gracias al comercio. Pero la invasión Otomana provocó su declive y a principios del siglo XX la antigua Mesambria era una sencilla aldea pesquera de población mayoritariamente griega.
Todo cambió cuando en 1959 se construyó a un par de kilómetros Sunny Beach, el mayor resort de veraneo de Bulgaria, que cada año atrae hordas de turistas en busca de sol, playa y fiesta nocturna. Como resultado Nesebar se llenó de cafés, restaurantes y tiendas de souvenirs de dudoso gusto. Pero aun es una isla muy agradable donde se pueden visitar varias iglesias medievales y pasear entre viviendas tradicionales y miradores con vistas al mar.
VIAJE: SHUMEN – NESEBAR
Nesebar está situada a 140km de Shumen, pero una vez más el transporte público de Bulgaria complicó lo que debería haber sido un sencillo desplazamiento.
Estas fueron las etapas:
1. Marshrutka hasta Burgas: tras desalojar mi habitación del Río Rooms sin despedirme de nadie (en linea con el trato recibido durante mi estancia) caminé hasta la Terminal de Autobuses. Por suerte el día anterior me había informado de los horarios, porque solo hay 3 vehículos al día hacia Burgas… ¡y el último es a las 10h! Vaya tela… Media hora antes me dirigí al andén indicado, y a la hora prevista apareció la marshrutka, que venía de otro sitio con un puñado de pasajeros. Acostumbrado a mis económicos trayectos en tren, el precio del billete fue una sorpresa: 18L. Pero bueno, ocupé un asiento de la fila individual y nos pusimos en marcha.
El trayecto duró algo menos de 2,5h. Durante la mayor parte del tiempo recorrimos una estrecha carretera de un carril por sentido, con camiones a toda velocidad y algún adelantamiento peligroso (otro motivo por el que eché de menos el tren). De camino atravesamos campos de cultivo y un par de poblaciones. Y llegué a la Terminal de Autobuses de Burgas, una bonita ciudad a orillas del Mar Negro.
A continuación di una vuelta por los andenes, pero no encontré ningún cartel con “Nesebar” escrito. Así que entré en las oficinas a preguntar y una señora me explicó lo que pasaba: estaba en la Terminal Oeste y los autobuses a Nesebar parten de la Terminal Sur, situada a 2km de distancia. Mi primera intención fue coger un taxi, porque iba cargado con mis mochilas y hacía un calor terrible. Pero me costó encontrarlos, y cuando por fin subí a uno me tocó un taxista impresentable que me quería cobrar nada menos que 10L por el trayecto. Más del doble del precio habitual… Por supuesto me negué en redondo y me bajé del taxi. Y como no tenía ganas de más historias eché a andar y llegué a la Terminal Sur siguiendo una calle paralela al puerto. Eso sí, acabé empapado en sudor.
2. Autobús a Nesebar: aquí la fortuna me sonrió. Pregunté en el Punto de Información y una vez en el andén correcto llegó el autobús. Y en cuestión de minutos arrancó, con un aire acondicionado que me devolvió la vida. Precio: 7L. El viaje duró alrededor de una hora, y el autobús me dejó en la parte nueva de Nesebar, a 2km de mi alojamiento. Podría haber utilizado un taxi, pero todavía me duraba el mal sabor de boca de Burgas y decidí caminar.
Aunque al cabo de unos minutos hice un alto en un local de bocadillos (Mr. Sandwich) y me comí una hamburguesa con bacon y queso, acompañada de una Fanta. Precio: 6,5L. El dueño era un abuelete muy simpático con un inglés realmente bueno, y estuvimos charlando un rato sobre la situación de Bulgaria. Según el hombre, a pesar de estar en plena temporada estival, muchos hoteles y restaurantes de Sunny Beach se encontraban cerrados por falta de turistas, fruto de la crisis del coronavirus.
Tras llenar el estómago seguí caminando, crucé el puente que une la isla de Nesebar con la parte nueva y encontré sin problema el lugar que había elegido para alojarme. En total habían pasado casi 5,5h desde que salí de Shumen…
ALOJAMIENTO: GUEST HOUSE LILLY – 33L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; buena limpieza; mobiliario moderno; ubicación inmejorable, en pleno Casco Antiguo; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; nevera compartida; familia propietaria muy amable; precio (teniendo en cuenta el lugar).
*Puntos en contra: lavabo compartido; ventilador en vez de aire acondicionado (durante mi visita el calor era asfixiante).
Como de costumbre encontré esta guesthouse a través de Booking e hice una reserva. Mi llegada fue diametralmente opuesta a la de Shumen. Aquí la familia me estaba esperando, una chica me recibió sonriente y su madre me condujo a la habitación. Así da gusto… Una vez instalado me estiré un rato en la cama a descansar, y a eso de las 17.30h salí a explorar Nesebar.
UNA RUTA ALREDEDOR DE LA ISLA
Para empezar decidí recorrer a pie el paseo marítimo que da la vuelta a Nesebar. Es una isla pequeña, con lo cual solo tardé hora y media, y eso que me detuve en infinidad de ocasiones a hacer fotos y contemplar el paisaje. Al principio pasé junto a la torre en ruinas de un antiguo molino de viento; después un par de pequeñas playas con bastante gente y un espigón con bancos para sentarse; y a continuación un montón de restaurantes de madera con bonitas terrazas, flores y música relajada. Aunque apenas tenían clientes, y había empleados intentando atraer a los escasos turistas que pasaban. Aquí también se notaba la crisis del coronavirus…
La verdad es que fue un bonito paseo, con buenas panorámicas del Mar Negro (de nuevo me reencontraba con él tras mi estancia en Batumi); brisa agradable; montones de ruidosas gaviotas revoloteando; y alguna que otra embarcación de recreo en la distancia.
Después busqué un supermercado para comprar algo de comida y regresar a mi habitación, pero me fue imposible. No recordaba haber visto ninguno en la isla; los que indicaba Google Maps no existían; y ya se hacía tarde. Así que al final decidí cenar en un restaurante.
CENA: MEHANA PRI SHOPITE
Un local recomendado por mi guía de viajes, y además el propietario lo anuncia en la puerta. Esto me puso a la defensiva, pero mientras revisaba la carta apareció el hombre, se puso a charlar conmigo y me cayó bien, con lo cual decidí darle una oportunidad. Me senté en una mesa de la terraza y pedí Kavarma de Cerdo, Parlenka (pan) de ajo y dos jarras de cerveza. La primera no estaba fría porque acababan de cambiar el barril, pero solo costaban 1,5L y no fue un problema.
El Kavarma me gustó mucho y el dueño me invitó a un canapé con queso y salsa picante. Además había una oferta del 10% de descuento, así que al final todo me salió por 20L (un precio muy razonable para ser Nesebar). Y durante la cena pude utilizar el wifi del restaurante, rodeado de alguna familia de lugareños, con un ambiente muy relajado.
Cuando acabé ya se había puesto el sol y volví a mi habitación. Como no pude comprar ni siquiera agua, al cabo de un rato me moría de sed y tuve que beber del grifo del lavabo. En teoría me dijeron que no había problema, pero prefiero evitar esta opción siempre que puedo (por si acaso).
LAS IGLESIAS DE NESEBAR
Al día siguiente me levanté no muy temprano tras una noche un tanto desapacible. A pesar del ventilador, en la habitación hacía mucho calor. Y no pude abrir las ventanas porque los mosquitos me devoran y es todavía peor. Por cierto, en una ocasión me desperté y bajé al lavabo a beber agua, y en el exterior se escuchaba un gran escándalo: eran montones de gaviotas que campaban a sus anchas por los tejados. Por suerte la habitación estaba bien insonorizada.
Para desayunar solo tenía sobras de compras anteriores: un plátano y una chocolatina. Después me vestí, preparé la mochila pequeña y me puse en marcha. En el pasado la isla contaba con docenas de iglesias y actualmente se pueden ver más de 20, esparcidas por el Casco Antiguo, en diferentes estados de conservación. A nivel arquitectónico las iglesias de Nesebar tienen dos características: sus muros intercalan bandas de ladrillo rojo y piedra blanca; y están decoradas con pequeños discos de cerámica de color verde. Estas fueron las más interesantes:
1. Sveta Sofia: reconstruida en el siglo IX, era la catedral de la isla y está situada en el centro del Casco Antiguo. Fue abandonada en el siglo XVIII y con el tiempo el tejado y una de sus paredes se derrumbaron. Aun así es un lugar muy atmosférico, rodeado de cafés y tiendas de artesanía.
2. Iglesia Cristo Pantokrator: data del siglo XIV y es uno de los templos más espectaculares, rematado por un campanario. Sus muros exteriores están llenos de elementos decorativos: discos de cerámica, arcos… Incluso esvásticas de ladrillo (antiguamente era el símbolo del sol, nada que ver con la Alemania Nazi). La fachada norte cuenta con muy buena luz durante gran parte del día y es realmente fotogénica. Durante mi visita la puerta estaba cerrada, pero el interior no tiene nada de especial.
Además contemplé otras iglesias medio en ruinas, aunque con un montón de detalles interesantes, como la de San Juan Aliturgetos o la dedicada a los arcángeles Miguel y Gabriel. A continuación decidí visitar el interior de algunas iglesias que todavía conservan sus frescos originales. Se puede pagar la entrada individual en cada una o comprar billetes combinados. De entre todas las opciones disponibles yo elegí una que da derecho a visitar 3 iglesias y el Museo Arqueológico. Precio: 15L.
3. Sveti Stefan: sin duda la mejor de Nesebar. Fue construida en el siglo XIII, aunque ampliada posteriormente. El exterior sigue las pautas de las iglesias de la isla y ofrece un aspecto imponente. Pero es el interior lo que marca la diferencia con el resto. Sus paredes están cubiertas de coloridos frescos que representan escenas de la vida de la Virgen y los milagros de Jesús, además de santos y otros personajes destacados de la Iglesia Ortodoxa. Me encantaron. La fotografía está permitida, y durante mi visita solo coincidí con dos turistas que se marcharon al momento.
4. Sveti Spas: data del siglo XVII, durante la ocupación Otomana, y por eso se encuentra bajo el nivel del suelo y tiene un exterior muy sencillo (no parece una iglesia). Aunque el interior merece mucho la pena, con elaborados frescos donde aparecen escenas de la vida de Jesús y la Virgen. También pude hacer fotos sin problema.
5. Iglesia de San Juan Bautista: fue construida en el siglo XI y el exterior es una maravilla, pero una vez dentro me llevé una decepción, ya que apenas se conservan un par de frescos y un puñado de iconos (algunos procedentes de otros lugares). Eso sí, el encargado estaba muy motivado y no paraba de aportarme información sobre las diferentes obras (no debía recibir muchos turistas). Y de fondo sonaba música religiosa.
VISITA AL MUSEO ARQUEOLOGICO
Tras la última iglesia el sol ya apretaba, así que nada mejor que resguardarme durante una hora en el Museo Arqueológico de Nesebar, incluido en el billete combinado que compré. Está cerca de la entrada al Casco Antiguo y la verdad es que me gustó bastante. Se compone de 3 salas: una dedicada a los Tracios; otra a los Griegos; y la última para Romanos, Bizantinos y Edad Media. Entre los objetos más destacados hay estelas de piedra con relieves, figuras de terracota, montones de ánforas, monedas antiguas (muchas acuñadas en la propia Nesebar) y joyas de oro. El Museo cuenta con varios paneles con explicaciones en inglés y pude aprender bastantes datos curiosos sobre la historia de la isla.
Después regresé a mi habitación para descansar un rato y refrescarme. De camino me compré un helado de yogurt y frutos del bosque (2L); y más tarde piqué unos cacahuetes. Así engañé al estómago y no me tuve que preocupar de buscar un sitio para comer.
MAS LUGARES DE INTERES
A las 17h ya estaba listo para seguir conociendo Nesebar. Esta vez me dediqué a pasear sin rumbo por el Casco Antiguo de la isla, una experiencia con luces y sombras. Por un lado me encantó recorrer sus callejuelas adoquinadas, junto a iglesias medievales, viviendas del siglo XVIII (con dos pisos, el superior de madera) y construcciones antiguas (una fuente de piedra, una torre con un reloj…). Pero por otro la cantidad de tiendas de souvenirs y locales de comida es exagerada, cubriendo cada rincón de carteles y expositores, y acabando con buena parte de la magia del Casco Antiguo. Algunos productos tienen gracia, como pinturas o artesanía. Pero en general abundan los objetos ridículos. A modo de ejemplo durante mi paseo vi machetes, máscaras africanas, bolsos de imitación o juguetes de plástico.
Mientras caminaba me crucé con bastantes gatos, a los que la gente trata genial, dándoles comida y bebida. De vez en cuando aparecía algún molesto vehículo, pero en general el tráfico en el Casco Antiguo está muy restringido. Había bastantes turistas, aunque muchísimos menos que otros años. Todo «gracias» a la crisis del coronavirus, de lo contrario hubiera tenido que soportar una auténtica marea humana.
En cuanto a atracciones turísticas concretas esto fue lo más destacado:
1. Puerto de Nesebar: es una de las imágenes clásicas de la isla, con sus barcas de madera flotando en el agua y viviendas tradicionales de fondo. Mejor luz para la fotografía por la tarde.
2. Muralla defensiva: el tramo más interesante está junto a la puerta de entrada al Casco Antiguo, con dos torres circulares que datan de la época Bizantina (aunque reconstruidas varias veces). La zona está llena de taxis de color amarillo, autobuses y turistas en busca de su selfie, pero merece la pena.
3. Estatua de San Nicolás: es el patrón de los navegantes, y aparece sobre un barco sosteniendo una paloma en sus manos. Durante mi visita había varios Cormoranes descansando encima.
A continuación decidí caminar por el puente que conecta con la parte moderna de Nesebar. Desde allí contemplé unas vistas preciosas de la isla, con las casas del Casco Antiguo, el campanario blanco de la única iglesia activa, un espigón con una enorme cruz blanca, y una zona de aguas poco profundas de color turquesa (con el calor que hacía daban ganas de lanzarse). A mitad del puente hay un molino de viento de madera. Fueron construidos durante el siglo XIX para aprovechar el fuerte viento que sopla durante gran parte del año, y actualmente solo se conservan tres.
De regreso en la isla por fin conseguí encontrar un supermercado (hay un par cerca de la puerta de entrada). No tenía una gran variedad de productos, pero al menos pude comprar bebidas. Después pasé por un local de fast food, pedí un Döner de Pollo grande por 6L y me lo llevé a la guesthouse. Allí me senté en la terraza, rodeado de tejados y chimeneas antiguas, y me lo comí acompañado de una cerveza Kamenitza, con las últimas luces del día.
Cuando anocheció decidí callejear un rato para disfrutar de un ambiente mucho más tranquilo. La mayoría de tiendas de souvenirs ya habían cerrado, había muy pocos turistas, y en su lugar pude ver lugareños charlando y algún que otro gato. Todo con una iluminación tenue y el graznido de las omnipresentes gaviotas. Fue un gran momento, y la mejor forma de acabar mi visita a la isla de Nesebar.
CONCLUSION
Reconozco que estuve a punto de no visitar la costa del Mar Negro porque se trata del principal destino de veraneo de los búlgaros y las fechas (mediados de agosto) no podían ser peores. Además me obligaba a desviarme mucho de la ruta, alejándome de la frontera con Rumanía; y las playas no me atraen especialmente. Al final decidí acercarme, aunque opté por la pequeña isla de Nesebar en vez de la ciudad de Varna, mucho más concurrida. Y comprobé que la crisis del coronavirus había reducido drásticamente el número de turistas, permitiéndome disfrutar de la atmósfera de la isla sin grandes multitudes. Un día es más que suficiente para explorar los principales lugares de interés.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales