Soy Andreu, y desde muy pequeño ya me quedaba embobado mirando mapas y trazando rutas imaginarias hacia lugares remotos. Así que cuando tuve la oportunidad me lancé a recorrer el mundo.

Al principio llenaba mi mochila con todo lo necesario, subía a un autobús, y me perdía una semana por las montañas del Pirineo. Acampando cerca de lagos y cascadas, o durmiendo en refugios solitarios con vistas épicas. Más tarde, tras comprar mi primer coche, recorrí buena parte de la geografía española. A continuación tocó conocer Europa, y en diferentes viajes visité algunas de sus ciudades con más historia: Roma, Florencia, París, Amsterdam, Praga…

Durante mis estudios universitarios conseguí un trabajo en un banco que me aseguraba una vida acomodada. Pero nada más acabar la carrera hice las maletas y me fui a vivir a Londres, atravesando Francia en mi Seat Ibiza. Con un inglés de pena pero unas ganas locas de nuevas experiencias y ponerme a prueba en un entorno diferente. Y allí encontré lo que buscaba: momentos inolvidables; gente interesante de todos los rincones del mundo; y retos enormes que superar. Esta etapa tuvo un gran impacto en mi forma de ver la vida. Tanto que al regresar a Barcelona, después de 3 años en la capital británica, decidí que Europa se me había quedado pequeña. Necesitaba conocer culturas y paisajes radicalmente distintos. Y comencé a visitar lugares cada vez más lejanos.

Durante muchos años recopilé todos mis relatos de viajes en infinidad de cuadernos. Y el grueso de mis fotos se fueron quedando almacenadas en el disco duro de mi ordenador o formando parte de álbumes personales. Solo compartí alguna imagen de forma ocasional en Facebook o Instagram. Hasta que finalmente me animé a hacer públicas mis aventuras y creé este blog.

Ahora, pasados los 40, continúo viajando con la misma ilusión de los primeros días. Con las mismas ganas de mundo. Disfruto saltándome la norma no escrita según la cual a estas alturas ya debería estar casado y con un par de hijos, llevando una vida tranquila. Y recorro países con mi mochila a la espalda cuando se supone que esta forma de viajar es cosa de veinteañeros. Porque la vida no es una linea recta y a veces desviarse del camino más transitado tiene su recompensa.

Desde el 1 de abril del 2019 estoy cumpliendo uno de mis mayores sueños: Mi Gran Viaje. Ese día dejé mi trabajo, compré un vuelo de ida a Estambul y comencé a viajar en solitario sin tener que mirar el reloj ni estar pendiente del calendario. No me esperaba verme inmerso en una pandemia mundial, con cierres de fronteras y todo tipo de restricciones al turismo. Pero de momento continúo en ruta conociendo lugares fascinantes como Irán, Arabia Saudí, el Kurdistán Iraquí, Bielorrusia, Liberia, Transnistria o Kirguistán.

Viajo de forma independiente, con un grado máximo de improvisación y total flexibilidad. Intento explorar los lugares sin prisa; utilizando transporte público; y relacionándome con la población local. No compito por llenar mi pasaporte de visados. Me gusta dedicarle el tiempo necesario a cada país; y si no lo tengo centrarme en una zona concreta. Tampoco aspiro a ser el que gasta menos. A veces la diferencia entre una habitación llena de cucarachas y una decente es de tan solo un par de euros. Y no dudo en destinar dinero extra a actividades especiales que merezcan la pena.

Me encanta la naturaleza en todas sus vertientes: montañas nevadas, junglas impenetrables, fauna curiosa o fondos marinos. También la arqueología, los edificios abandonados, el arte comunista y los grupos étnicos tradicionales.  Soy un apasionado de la fotografía (actualmente utilizo una Nikon D7100 con una lente 18-200mm). Y mi paciencia es ilimitada si a cambio consigo buenas imágenes de una criatura escurridiza o una puesta de sol mágica.

Con este blog no pretendo dar lecciones a nadie sobre cómo viajar. Porque un viaje es algo muy personal y cada uno debe disfrutarlo a su manera. Mi objetivo es transmitir experiencias. Mostrar países y regiones al margen de los circuitos turísticos que en algunos casos (de forma injustificada) no tienen muy buena fama en occidente. Y, por encima de todo, despertar las ganas de agarrar la mochila y poner rumbo a lo desconocido.