Explorando en 4×4 un tranquilo parque nacional en busca de una criatura espectacular que siempre había soñado ver: el huidizo leopardo
Wilpattu National Park fue inaugurado en 1938, y es uno de los parques nacionales más antiguos de Sri Lanka. Comprende una zona de lagos naturales y bosque seco que ocupa 1.317km2, lo que le convierte también en el parque más grande de la isla. Con algo de suerte, Wilpattu (literalmente «Tierra de Lagos») ofrece muchas posibilidades de ver dos criaturas imponentes: el Leopardo, y el Oso Perezoso (en inglés Sloth Bear). Además de elefantes y una fauna muy variada.
La mejor época para visitar Wilpattu es la temporada seca (de mayo a septiembre). Si quieres ver osos, se recomiendan los meses de junio y julio, cuando maduran unos frutos que les encantan. Los leopardos se dejan ver más fácilmente entre julio y septiembre. Yo visité Wilpattu en septiembre, y pude ver varios leopardos, pero de osos ni rastro.
VIAJE HABARANA – WILPATTU
Mi jornada comenzó en el Hotel Eagle’s Wings de Habarana. Hacía tiempo que no me despedía de un alojamiento tan feliz. Qué pesadilla de lugar… Llegar hasta las inmediaciones de Wilpattu no fue un trayecto rápido. Pero ya estaba preparado, así que me armé de paciencia, y todo acabó saliendo perfecto.
Tras desalojar la cabaña, sin desayunar, me planté junto a la carretera con mis mochilas. Y la amable encargada del hotel me ayudó a parar un autobús que iba en dirección a Anuradhapura (los carteles están en cingalés, y los conductores no hablan apenas inglés). Por suerte el vehículo no iba lleno, y pude sentarme junto a la ventana. El trayecto duró algo menos de 2 horas, y no tuvo mucha historia. Tan solo destacar que la TV no paró de emitir un concierto, con el volumen tan alto que vibraban los cristales de las ventanas. Pero bueno, avanzamos a un ritmo pausado, y recorrimos los 60km de distancia, de nuevo conmigo como único turista. Precio: 120 R.
Una vez en Anuradhapura, el ayudante del conductor me indicó donde bajarme para continuar mi viaje, en una parada cerca de la Old Bus Station. Allí un abuelete se lanzó sobre mí en busca de negocio, pero lo convertí en algo positivo, y me fue de gran ayuda:
1. Me indicó un local cercano para desayunar, ahorrándome la caminata. Cayeron dos bollos azucarados, una soda de naranja, y un té. Sentado en una mesa del comedor, junto a una familia que se estaba poniendo las botas. Nadie hablaba inglés, pero con gestos salí adelante. Precio: 210 R.
2. Me enseñó donde había un cajero automático para sacar dinero.
3. Esperó conmigo en la parada, detuvo el bus que necesitaba para llegar a Wilpattu (yo solo no lo hubiera adivinado nunca), y le dijo al conductor donde me tenía que bajar, para evitar confusiones.
El interés del hombre: que a mi regreso de Wilpattu me alojara en su hotel (bueno, el suyo o el que le pagaba comisión). En ese momento no lo descartaba, pero al final opté por otro recomendado por mis guías de viaje.
En el autobús conseguí sentarme en el asiento delantero, más espacioso, y viajé muy cómodo. Eso sí, para recorrer un trayecto de 30km tardamos una hora. Porque las paradas fueron continuas, y hubo tramos en los que el autobús iba a paso de tortuga. Además, el calor era importante. Pero bueno, no tenía prisa. Y acabé llegando a mi destino final del día: un cruce a 8km de Wilpattu National Park, en la pequeña población de Maragahawewa, también conocida como Wilpattu Junction. Precio: 60 R.
COMIDA: LEOPARD DEN RESTAURANT
A pesar de no ser ni las 12h, y haber desayunado hacía poco, estaba que me moría de hambre. Así que entré en el restaurante de este hotel (que ya valoraba como una posible opción para pasar la noche) y me senté en una mesa de su terraza cubierta. Decidí probar una especialidad de Sri Lanka: el Deviled Chicken. Consistió en un plato de arroz blanco acompañado de deliciosos trozos de pollo con una especie de salsa agridulce. Estuvo muy rico, y nada picante, tal y como pedí. Para beber, una botella de agua. Eso sí, me cobraron 1.630 R, un precio que me pareció un auténtico despropósito. De locos.
Mi duda en el bus de camino a Wilpattu era si alojarme justo al lado de la entrada al parque, en hoteles más caros. O quedarme en Wilpattu Junction, y buscar sitios más baratos. Al final opté por lo segundo, aunque la sorpresa fue encontrarme que solo había un hotel disponible en el cruce: el Leopard Den.
Mientras comía, un encargado pesadísimo (me llamó «sir» cuarenta veces) me empezó a ofrecer cosas. Y tras charlar un rato haciéndome el desinteresado, negocié un pack Alojamiento + Desayuno + Safaris, obteniendo un descuento que consideré correcto, aunque tampoco para tirar cohetes. Más tarde me lamenté de no haber apretado más al encargado.
ALOJAMIENTO: LEOPARD DEN HOTEL – 2.500 R/Noche
* Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; limpieza correcta; lavabo privado con ducha perfecta; ventilador; ubicación a escasa distancia del Wilpattu National Park; tranquilidad total, a pesar de estar muy cerca de la carretera; vehículos propios para realizar safaris; personal extra amable (tanto, que casi lo pongo como punto en contra).
*Puntos en contra: habitación vieja con mobiliario destartalado; restaurante con precios prohibitivos; wifi no llega a las habitaciones; cama sin mosquitera (y había mosquitos).
El Leopard Den es un lugar peculiar. Con una flamante entrada que promete clase y modernidad; y personal al que solo le faltaba hacerme reverencias. Y una vez en la habitación parecía de motel de carretera. Pero lo peor estaba por llegar. Para acceder a mi habitación, tenía que cruzar una valla y caminar unos metros. Y al otro lado de la valla campaba a sus anchas un perro. Un enorme ejemplar propiedad del dueño del hotel, que se escuchaba ladrar de fondo. Y que en un par de ocasiones corrió hacia mi sin hacer caso a las llamadas del dueño. Así que cada vez que tenía que cruzar la valla, me tocaba pedir ayuda a algún empleado del hotel para que se encargara del perro (un hecho ya de por sí surrealista).
Aunque la segunda noche, ni con esas. El empleado me dijo que podía cruzar; apareció el perro de la nada; se encaró conmigo ladrando; y me pegó un mordisco en la mano, dejándome con dos dolorosas heridas que sangraban. Vamos, que al cabo de unos minutos estaba en la oficina del hotel, con cara de póker, mientras me desinfectaban. Realmente increíble.
Y lo más sorprendente era que el dueño del hotel no le daba importancia al asunto. Me explicaba que el perro no era así, que llevaba unos días excitado… Y sabiendo eso, y que por lo visto ya había mordido a otras personas, ¿lo dejan suelto por el lugar? ¿No lo podían tener atado de forma temporal? En fin, de juzgado de guardia…
AFTERNOON SAFARI
Tras la comida apenas tuve un cuarto de hora para prepararme, porque mi primer safari comenzaba a las 13h. El precio del 4×4 con conductor fue de 4.500 R (igual que en Minneriya), que tuve que pagar yo solo, al no haber más gente disponible para compartir el vehículo. Mientras negociábamos, el encargado me dijo que buscaría otros turistas. Pero una vez acepté, la verdad es que no tuvo margen de tiempo ni incentivo para hacerlo (¿para qué iba a perder la ocasión de alquilar dos vehículos en vez de uno?). Aunque la parte positiva era que yo tendría el total control del vehículo, decidiendo cuando parar.
El 4×4 me gustó mucho más que el de Minneriya: en los dos viajé en la parte trasera descubierta; pero en este vehículo estaba más elevada, y sentado la visibilidad era perfecta. Sin necesidad de ir de pie dando bandazos. Además, el 4×4 tenía techo que protegía del sol. Una vez en la entrada de Wilpattu, me tocó pagar nada menos que 4.650 R. Por todo tipo de conceptos: tasa por persona (incluido el conductor), tasa por vehículo, servicio (¿?), IVA… Otro motivo más para intentar compartir vehículo.
Mi conductor se llamaba Saman, y la verdad es que en este primer safari se portó genial. Parando un montón de veces, por su cuenta o a petición mía. Y demostrando en repetidas ocasiones una vista de lince, ya que distinguía animales que yo solo no hubiera encontrado en la vida. Aunque a veces eché de menos un guía que aportara explicaciones sobre lo que veíamos. Porque el nivel de inglés de Saman era subterráneo, y a duras penas podíamos intercambiar un par de frases.
Me encantó que en este parque los guías todavía trabajan a la antigua usanza, y no se comunican entre ellos por móvil para avisarse cuando descubren algún animal destacado. Lo cual acaba convirtiendo los parques en circuitos de carreras y masifica los avistamientos. Solo comentaban entre ellos cuando se encontraban. De hecho, otra de las grandes diferencias con Minneriya (y según cuentan, con Yala) fue el número de vehículos que había circulando por el parque. Aquí hay muchísimos menos. Y puedes conducir durante kilómetros sin cruzarte con otro. Así, la sensación de aventura es mucho mayor.
POR FIN UN LEOPARDO
En total estuvimos 4,5 horas recorriendo casi sin parar el interior de Wilpattu. Y los avistamientos de fauna fueron continuos. Esto fue lo más destacado:
1. Sin duda el momento estrella de la tarde fue ver por primera vez en mi vida un leopardo. Durante el recorrido nos encontramos un 4×4 parado (señal de que había algo interesante). Y al poco distinguí el inconfundible pelaje de este animal, caminando entre el bosque, en paralelo a la pista. Las condiciones eran malísimas (oscuridad, ramas en primer plano, leopardo en movimiento…). Pero pude sacar alguna foto decente. Se trataba de una hembra joven, de complexión todavía muy delgada.
La escena duró poco, pues al cabo de unos segundos el leopardo desapareció entre los árboles. Pero mi cara de alegría era total. Habían sido muchos safaris de búsqueda infructuosa por tierras africanas; y demasiada mala suerte acumulada. Pero al final tuve mi premio. Más tarde, hablamos con otros viajeros, y no habían visto leopardos, así que no es algo que esté ni mucho menos garantizado en Wilpattu. Según Saman, en todo el parque hay unos 100 leopardos. Y solo se puede recorrer una cuarta parte del mismo (el resto es zona protegida).
2. Vimos elefantes. Primero una hembra comiendo entre los arbustos. Y más tarde, un macho solitario muy peligroso, plantado en medio de la pista, y mirándonos con gestos amenazantes. El conductor no lo tenía claro, y al final lo dejó atrás a toda pastilla, aprovechando un momento en que el elefante se adentró en el bosque. Además, también pude ver en la distancia algún Búfalo de Agua. Así que si hubiera visto un Oso Perezoso habría podido completar el Big Four de Sri Lanka. Pero no tuve tanta suerte…
3. En cuanto al resto de mamíferos, nos encontramos con numerosos Chitales (o Ciervos Moteados), incluido algún macho de enorme cornamenta; y una pareja de Muntjac (también conocidos como Barking Deer). Y grupos de Langures Grises; o de Toque Macaques.
4. Los amantes de las aves tienen en Wilpattu un pequeño paraíso. Porque vimos de todo: Malabar Hornbill (de pico espectacular); Green Bee-Eater; White-Throated Kingfisher; Serpent Eagle; Crested Hawk Eagle; Emerald Dove (una paloma de alas verdes y pico rojo); Pavos Reales por todas partes (me encantó un macho de larguísima cola subido a un árbol); Ibis de Cabeza Negra; Garzas…
5. Por último, vimos bastantes Lagartos de diferentes tamaños y colores, tomando el sol sobre los troncos de los árboles (entre ellos un enorme Lagarto Monitor). Era increíble que Saman fuera capaz de distinguirlos. Porque él tenía que conducir por tramos de pista a veces complicados, y yo prestando toda la atención del mundo no veía nada. También apareció una graciosa Mangosta, cruzando la carretera. Y vimos Cocodrilos en la distancia, cerca de la orilla de los lagos…
Hubo momentos en los que mi cámara de fotos echaba humo, y en un mismo plano había dos animales distintos, a cual más interesante. Un gran safari, que me dejó más que satisfecho.
UNA CENA AL ESTILO LOCAL
De regreso en el hotel, ya oscureciendo, me puse en marcha en busca de un lugar para cenar. Porque una cosa tenía clara: no iba a volver a poner un pie en el carísimo restaurante del hotel. Pero para mi sorpresa, todos los comercios de la zona estaban cerrados, pues sólo funcionaban durante el día. Eso sí, lejos de venirme abajo, empecé a caminar por la carretera en busca de algún núcleo urbano. Y al cabo de un rato, cuando pensaba que tendría que dar media vuelta, acabé en el pequeño local de un simpático lugareño.
La verdad es que no me esperaba gran cosa, y me hubiera conformado con unas galletas. Así que cuando el hombre me enseñó una bandeja llena de Rotti recién hechos, se me abrió el cielo. El Rotti es otro producto muy típico de Sri Lanka, que consiste en un crêpe de masa muy fina relleno de cualquier cosa (hay dulces y salados). En mi caso, eran de huevo y verduras. Me comí uno allí, y me llevé dos más a la habitación. Estaban buenísimos, con un punto de picante aceptable. Y cené rodeado de gente que me miraba con cara de curiosidad, o intentaba charlar conmigo. Justo el ambiente que me gusta. Precio: 200 R, con una botella grande de agua.
Mientras volvía al hotel, ya de noche, caminando por un lateral de la carretera, no pude evitar sonreír de felicidad, tras lo bien que me habían salido las cosas durante el día. Incluida la improvisada cena entre rostros amigables.
FULL DAY SAFARI
Al día siguiente, la jornada comenzó con un buen madrugón. Y es que a las 6h había quedado con Saman para pasar el día entero explorando Wilpattu. Aunque la noche fue realmente plácida, y las pocas horas que dormí fueron de calidad, sin interrupciones. Una vez en el exterior, el encargado del hotel ya me esperaba con un almuerzo para llevar. Y Saman estaba listo para partir. Así que un diez para la organización. Precio del safari: 9.000 R.
Rápidamente nos dirigimos a la entrada del parque, con las primeras luces del día. Por una carretera llena de perros callejeros que me tuvieron todo el trayecto con el corazón en un puño. Algunos incluso dormían en el asfalto y había que esquivarlos…
En la entrada, pagué otras 4.650 R, y nos lanzamos a recorrer el interior de Wilpattu. La verdad es que fue una jornada intensa, y estuvimos en el parque nada menos que 11 horas. Al tener todo el día, esperaba que nos adentráramos mucho más (según el encargado con el que negocié, llegaríamos a la costa y pasaríamos un rato en la playa). Pero al final nos centramos en la misma zona de bosque y lagunas del día anterior, donde hay mayores posibilidades de ver leopardos. Además, en mi opinión desperdiciamos bastante la tarde, iniciando muy pronto el camino de regreso a la salida del parque, justo en las horas de mayor actividad.
Por la mañana hicimos un breve descanso en una zona con lavabos y asientos, donde piqué unas galletas y un par de plátanos diminutos que compré el día anterior en la tienda de los Rottis. Y durante la parte central del día, paramos hora y media para comer, junto a la orilla de un bonito lago. Donde Saman se echó una siesta, mientras yo fotografiaba el paisaje, y los diferentes pájaros que aparecían: pavos reales, garzas, íbises… El almuerzo del hotel: un par de sándwiches de tortilla francesa y un plátano. Y no sentaron mal, aunque el precio… Nada menos que 550 R.
En cuanto a Saman, al final del día tenía sentimientos encontrados. Por un lado paró siempre que se lo pedí, y su vista prodigiosa me permitió descubrir muchísima fauna. Pero por otro su pésimo nivel de inglés hacía imposible intercambiar más de tres palabras, y daba pie a múltiples confusiones (como cuando me tenía que indicar donde estaba un animal concreto que yo no veía). Además, él también quería hacer fotos y vídeos de fauna, y a veces me molestaba moviendo el coche, buscando un buen ángulo en beneficio propio. Pero bueno, al final acabé satisfecho, y le di 600 R de propina por el día y medio que pasamos juntos.
MÁS ENCUENTROS CON LEOPARDOS
Mi segundo día en Wilpattu me permitió ver leopardos en condiciones mucho mejores que la jornada anterior. Para empezar, muy temprano, pasamos junto a una pequeña charca, y nos encontramos con un leopardo bebiendo agua frente a nosotros. Una imagen imponente, que me permitió sacar fotos geniales. Se trataba de una hembra joven, que estuvo un par de minutos a su aire, ajena a las cámaras, y se marchó adentrándose en el bosque.
A media mañana alguien descubrió un enorme macho tumbado a la sombra a bastante distancia. Hubo un ir y venir constante de vehículos, y esperamos un buen rato. Pero no se movió, y nos acabamos marchando.
El tercer avistamiento del día se produjo poco antes de cruzar la salida del parque. Alguien divisó entre la maleza una hembra joven; Saman imitó el sonido de un Ciervo Moteado (una acción bastante reprobable), y el animal comenzó a caminar hacia mi 4×4 (conmigo sentado en la parte trasera, totalmente abierta). Por suerte la cosa no fue a más, y pude sacar fotos buenísimas del leopardo: dirigiéndose hacia mi, tumbado a escasos metros, bostezando, cruzando la carretera… Alucinante.
Así que un nuevo sueño cumplido. Ahora me faltaría ver en condiciones a un macho adulto, pues los ejemplares que vi en Wilpattu eran de tamaño moderado. Pero eso será en un futuro, espero que no muy lejano.
OTRA FAUNA DE INTERÉS
1. Hacia el final del recorrido pude ver un grupo de Elefantes que se metieron dentro de una charca y estuvieron un buen rato bebiendo.
2. Además de grupos de Ciervos Moteados vimos una hembra de Sambar Deer, y un par de grupos de Jabalíes en la orilla de un lago, acompañados de un montón de crías.
3. También pudimos ver todas las aves del día anterior, aunque con mención especial a los espectaculares Malabar Hornbill; un par de coloridos machos de Jungle Fowl, el ave nacional de Sri Lanka; y un Sea Eagle (reconocible por su cuerpo de color blanco).
4. En cuanto a animales varios, tan solo destacar un par de Mangostas; un Lagarto de color pálido sobre un tronco; y un nido de larvas que según Samán eran muy peligrosas.
La verdad es que cuando nos dirigíamos hacia la salida tenía un ligero sabor amargo. Pero justo entonces aparecieron el último leopardo y los elefantes bebiendo, y la jornada acabó en todo lo alto. Eso sí, con la batería de mi cámara a punto de acabarse, y la de repuesto en el hotel. Me fue de un pelo, y hubiera sido un fiasco tremendo…
NUEVA CENA LOCAL
De regreso en el hotel, caminé por la carretera hasta el local de la noche anterior. Allí estaba el simpático dueño, que de nuevo me trató a cuerpo de rey. Me comí dos Rottis, y me llevé un tercero. Y compré una botella de agua grande y unas gominolas. Precio: 250 R. La mujer me ofreció salsas para mojar, pero probé un par y eché fuego por la boca, así que las obvié. Ya con el estómago lleno, me despedí del dueño de forma animada. Gran tipo.
Al pasar frente a un pub anexo a mi hotel (de los mismos dueños), entré con ganas de tomarme algo fresquito, y pedí una botella de cerveza Lion. No sin antes preguntar el precio, por si acaso (450 R, correcto). La cerveza no estaba nada fría, a pesar de insistir en este punto. Y me la tomé en una terraza oscura y desangelada, con mesas de madera, y la barra protegida por una reja metálica. Como se las deben gastar por aquí…
Ya en el hotel, mientras caminaba hacia mi habitación, no me imaginaba que estaba a punto de sufrir uno de los percances más surrealistas que recuerdo en los muchos viajes que he realizado. Atacado por el perro del dueño…
CONCLUSIÓN
Wilpattu me pareció un parque nacional muy recomendable. No solo por la posibilidad de ver leopardos (que muchas veces es cuestión de suerte). Si no por la variedad de fauna que ofrece; y la tranquilidad que se respira. Nada que ver con otros parques más famosos, donde circulan docenas de vehículos a toda pastilla en busca de animales. Tras mi experiencia, te recomiendo visitar el parque desde Anuradhapura. Allí encontrarás más oferta de precios, y mayores posibilidades de compartir vehículo (si quieres reducir costes). Lo ideal sería pasar un día completo en el parque, dejando abierta la posibilidad de una segunda visita por si acaso los leopardos se muestran esquivos.
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