Una antigua ciudadela amurallada y una isla situada en medio de un lago con una iglesia armenia cubierta de relieves
Con una superficie de casi 4mil km2, el Lago Van es el más grande de Turquía. En su orilla sur se encuentra Van, que antiguamente fue la capital del Reino de Urartu y hoy día es una de las ciudades más importantes del Kurdistán Turco. Aunque parece que durante el último siglo su nombre solo ha estado asociado a desgracias. Como el genocidio armenio de 1915, en el que la población de este grupo étnico, que era mayoritaria, desapareció por arte de magia. O la violenta represión del gobierno contra los independentistas kurdos, que respondieron creando el grupo terrorista PKK. O el fuerte terremoto que tuvo lugar en el año 2011, de magnitud 7.2, que dejó 600 muertos y miles de viviendas destruidas.
Entre las principales atracciones de Van destaca Van Kalesi, un imponente castillo. Y la ciudad constituye una base ideal para visitar la isla de Akdamar, situada en el Lago Van, con una espectacular iglesia armenia; o el Cementerio de Gevas.
VIAJE: KARADUT – VAN
Llegar hasta Van desde la zona de Nemrut Dagi fue un proceso laborioso y necesité 3 etapas:
1. Taxi hasta Narince: para empezar tenía que alcanzar la carretera principal, situada al sur de Karadut, y Narince es la primera población de ciertas dimensiones. No hay transporte público pero uno de los hermanos dueños de la Karadut Pansiyon se ofreció a llevarme en su coche, cobrándome 20L por el trayecto de 12km. De camino cruzamos un paisaje de postal, con enormes montañas y un cielo azul despejado.
Yo intenté charlar con el chaval, pero o no estaba para historias o tenía problemas con el inglés (me inclino por lo primero). Así que continuamos en silencio y me dejó en el comercio de un amigo, junto a la carretera, pidiéndole que me echara una mano. Y esperé sentado 20 minutos hasta que apareció el siguiente vehículo.
2. Dolmus a Siverek: mi viaje a Van coincidió con la celebración del Eid, que en Turquía se conoce como Seker Bayram. Como ya comenté en mi anterior post, se trata de 3 días de fiesta nacional en todos los países musulmanes que comienzan justo cuando acaba el Ramadán. Así que la gente se dedica a hacer turismo interno. Resultado: cuesta mucho encontrar transporte público y alojamiento. Con este panorama, la única opción que conseguí para llegar a Van fue viajar desde Siverek, una ciudad alejada de los circuitos turísticos, situada unos 60km al este de Narince.
Una vez en el dolmus ocupé un asiento y pronto me convertí en la principal atracción. Todo el mundo me miraba con cara de asombro y quería intercambiar unas palabras conmigo (por supuesto en turco). De camino atravesamos llanuras desiertas de color amarillo; y cruzamos el enorme Pantano de Ataturk. Hasta no hace mucho era necesario un servicio de ferries pero ahora hay un moderno puente. El dolmus me dejó en la Terminal de Autobús Antigua, en el centro de Siverek. Precio: 12L.
Por suerte la Terminal Nueva, desde la que salía mi autobús, se encontraba a tan solo 1,5km, así que llegué caminando. Durante el trayecto avancé por calles sin asfaltar, pasando junto a jardines con gallinas, o locales cerrados donde se escuchaban mugidos. El momento cómico se produjo cuando de repente me empezó a caer agua desde la terraza de una vivienda y acabé mojado sin saber por qué (creo que mi grito de sorpresa se escuchó en toda la ciudad). Vaya tela…
En la Terminal Nueva localicé mi compañía de autobús; comprobé que todo estaba en orden; dejé la mochila grande; y me senté en un banco, con nada menos que 9 horas de espera por delante. Los motivos: quería un autobús nocturno porque el viaje era largo y así me ahorraba una noche de hotel; y en teoría durante el día había pensado visitar más ruinas en la zona de Nemrut Dagi (al final cambié de planes).
Por suerte el tiempo pasó volando. Estuve escribiendo o conectado a internet, mientras tomaba vasos de té. Y a la hora de comer regresé al centro de Siverek, porque el restaurante de la terminal estaba cerrado. Allí encontré un pequeño local donde comí sentado en la terraza un Tavuk Döner Dürüm acompañado de ensalada; y Coke fresquita que me dieron unos abueletes al marcharse. Para rematar, un té de cortesía, y una breve charla con el propietario del local. Precio: 10L.
A eso de las 22h volví al mostrador de mi compañía. El encargado era realmente simpático, y cuando llegó la hora me acompañó hasta la carretera al encuentro de mi autobús. Porque solo subía yo en Siberek y para eso el vehículo no se molestaba en entrar en la terminal.
3. Autobús hasta Van: utilicé la compañía Star Diyarbakir y el billete me costó 100L a través de la web de Busbud (muy conveniente para momentos de apuro). Al principio viajé bastante enfadado: pedí un asiento junto a la ventana, pero no pudo ser hasta llegar a la siguiente ciudad, porque había una chica en el asiento de al lado, y en Turquía (al igual que en Irán) no está permitido que dos desconocidos de sexos opuestos viajen juntos. Esta norma ya me había perjudicado cuando buscaba billete hacia Nemrut Dagi, porque a veces quedaba un asiento libre y no lo podía reservar al haber al lado una pasajera. Así que estaba un poco hasta las narices, pero acepté con resignación.
Un vez en mi asiento el resto del trayecto transcurrió sin incidentes. En total fueron 8 horas de viaje, con un par de paradas. Yo cené galletas y un zumo que compré en Siverek; y fui escuchando música casi todo el tiempo (hasta que la batería de mi iPod dijo basta). También pude echar alguna cabezada, pero muy breve. Por la mañana amaneció realmente temprano (a las 4.40h), con el sol perfectamente definido en el horizonte. Y buena parte del tramo final bordeó la orilla oriental del Lago Van, realmente bonito.
Al final llegué a la Terminal de Autobús de Van a las 6.30h, y antes de continuar decidí desayunar algo en la cafetería: té y un Simit (3L). Para llegar al hotel que había reservado tuve que caminar durante casi media hora; cargado con mis mochilas; y bastante cansado, porque en las últimas jornadas había dormido fatal, con duros madrugones y viajes nocturnos. Me moría por llegar a mi habitación, pegarme una ducha y dormir un par de horas. Pero a veces las cosas no suceden como uno desea…
ALOJAMIENTO: ATATURK LISESI – gratis
*Puntos a favor: habitación privada con tan solo dos camas (la mayoría de huéspedes se alojaba en dormitorios con literas para 4 personas); encargados realmente amables; PRECIO.
*Puntos en contra: lavabo compartido; bastante suciedad; camas individuales; luces centralizadas (me tuve que dormir sin poder apagarla); puerta sin llave (tenía una taquilla para guardar las cosas); ubicación alejada de los principales lugares de interés.
Lo que me sucedió al llegar a Van fue surrealista. Como sabía que aparecería en la ciudad muy temprano y que era el tercer día del Seker Bayram, decidí reservar alojamiento a través de Expedia. Y elegí el Side Hotel, donde conseguí una habitación doble por tan solo 60L. Me llamó la atención que el resto de hoteles estuvieran completos y éste que era muy barato tuviera disponibilidad. Pero bueno, pensé que quizás era por sus críticas negativas.
En la recepción del Side Hotel me encontré con un tipo seco y desganado; y con toda la parsimonia del mundo me dijo que era un error y no tenía habitación privada. Según él mi reserva correspondía a una cama en un dormitorio compartido de 3 plazas, aunque el correo de confirmación indicaba claramente habitación con cama doble. Increíble… Con este panorama decidí salir en busca de alternativas, pero fue imposible. Según Expedia no había ni una cama disponible en Van. En un par de hoteles me explicaron que era por una oleada de turistas iraníes que había invadido Van, ya que la frontera se encuentra a tan solo 100 km y ellos también estaban de vacaciones. Así que me resigné a pasar una noche en el dormitorio compartido y reservé habitación para el día siguiente en otro hotel.
Pero aun faltaba otra sorpresa. Cuando volví al Side Hotel para aceptar la cama, el tipo de la recepción me dijo que no tenía, porque una pareja se alojaba en esa habitación. Vamos, que desde el principio estaba en la calle, y yo haciendo el tonto. El hombre consiguió enfadarme, porque me ignoraba por completo sin ofrecerme alguna solución (llamar a otros hoteles, buscarme una casa particular…). Y cuando intentaba razonar con él encima se enfadaba diciendo que la situación no era culpa suya. Pero aun aceptando que el error fuera de Expedia (algo que no está claro), él recibió un correo con mis datos, y si el hotel estaba lleno me podía haber avisado, dándome margen de maniobra.
Por suerte fui bastante pesado, y al final el hombre se apiadó de mí y a regañadientes me envió al Ataturk Lisesi, ubicado a un par de calles. Yo fui con muy pocas esperanzas de arreglar mi situación, pero me salvó la vida.
El Ataturk Lisesi es un centro público de enseñanza secundaria con habitaciones donde los estudiantes se quedan a dormir. Y como durante la semana del Seker Bayram no había clases, el ayuntamiento de Van optó por acoger allí a la gente que no encontraba alojamiento en la ciudad. La verdad es que, al ser el único turista occidental, los empleados me trataron genial. Resultado: conseguí una habitación para mí solo; y sin tener que pagar ni una lira por ella. Eso sí, entre gestos y palabras sueltas, porque el nivel de inglés era nulo. Qué momentos de estrés…
Una vez instalado guardé mis cosas en una taquilla (utilizando mi candado); y salí para comenzar a explorar la ciudad.
EL PASADO DE VAN
La historia de Van se remonta al siglo IX AC cuando, tras la caída del Imperio Hitita, la ciudad (conocida como Tushpa) se convirtió en la capital del Reino de Urartu. Durante más de 300 años los urartianos dominaron el este de Anatolia, en constante pugna con los Asirios. Hasta que en el 585 AC fueron conquistados por los Escitas, una tribu de feroces guerreros procedente del interior. Otra cultura que dejó su huella en la zona fueron los Armenios, ya que en el siglo X Van fue una de las ciudades más importantes del Reino de Vaspurakan, considerado como la cuna de Armenia.
La Primera Guerra Mundial tuvo unos efectos terribles en Van. Por una parte, los Otomanos aprovecharon para deportar y masacrar a toda la población Armenia, que quería independizarse del imperio. Y por otra los mismos Otomanos arrasaron la ciudad antigua en 1915, cuando estaba a punto de ser capturada por las tropas Rusas. La actual Van fue construida más tarde a 5km de distancia, alejada de la orilla del lago.
Actualmente la historia parece repetirse. La población de Van es mayoritariamente Kurda, con aspiraciones independentistas, y de forma esporádica se producen choques con las fuerzas de seguridad turcas (en algún caso bastante violentos).
EXPLORANDO VAN KALESI
La visita estrella del lugar es Van Kalesi, una enorme ciudadela situada sobre una montaña cuya parte más antigua fue construida en tiempos del Reino de Urartu. Allí estaba el palacio donde vivían sus monarcas y las tumbas donde eran enterrados. Van Kalesi se encuentra en las afueras y para llegar lo mejor es utilizar transporte público. Yo esperé en una parada del centro y al pasar un autobús vacío el conductor me dijo que subiera y recorrí parte del camino. Según me dijo, al ser festivo pasaban muy pocos vehículos, y no me cobró nada. Desde la rotonda donde bajé faltaban 3km hasta Van Kalesi, y decidí cubrirlos a pie.
*Horario: 9h – 19h
*Precio: 6L
*Fotografía: ok
Yo accedí al castillo por una entrada secundaria donde no había taquilla, y al salir por la puerta principal observé que allí la gente compraba un billete. Pero yo ya había acabado la visita, así que me largué a paso ligero. Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Torre de Sardur: situada en un extremo del castillo. Forma parte de la estructura antigua y en la base se pueden ver inscripciones cuneiformes que alaban los logros del rey urartiano Sardur I. También hay unas desgastadas escaleras talladas en la roca que en el pasado servían para subir al fuerte.
2. Murallas: son de las épocas Selyúcida y Otomana, y se extienden por toda la montaña. Aunque en alguna zona a los restauradores se les ha ido algo la mano y ofrecen un aspecto demasiado impecable.
3. Cima: permite contemplar una impresionante panorámica de los alrededores, con la ciudad moderna, el lago, y las ruinas de la antigua Van, donde estaba Tushpa. También hay una mezquita (construida por Suleyman el Grande); y una gran bandera de Turquía.
El problema es que en todo el recinto no hay ni un solo cartel que indique los principales puntos de interés y es muy fácil pasarlos de largo, a no ser que tengas un máster en arqueología. Además por la ciudadela deambulan grupos de chavales de aspecto sospechoso. Los más pequeños se dedican a vender botellas de agua (a veces de forma muy insistente); pero los mayores… Por si acaso lo mejor es no quedarse solo en el recinto.
Durante mi visita estuve rodeado de familias turcas. Las mujeres lucían coloridos pañuelos en la cabeza, y varias veces complementaron mis fotos del castillo. Incluso en alguna ocasión la gente me pidió que les hiciera fotos, como un grupo de chicas, o dos parejas de Estambul. Al principio no lo entendía, pero no desaproveché la oportunidad.
Tras bajar de la ciudadela caminé hacia el otro lado de la montaña, donde están las ruinas de la antigua Van, pero no fue nada sencillo. Tuve que cruzar un pequeño riachuelo, caminar por el barro, y arrastrarme para sortear una alambrada. Todo en chanclas. Mientras, grupos de ruidosos cuervos creaban una atmósfera realmente lúgubre. Por suerte mereció la pena. Durante un buen rato paseé por un prado donde hay varias mezquitas: dos operativas; y dos en ruinas, con sus minaretes en pie. Uno de ellos conserva las escaleras que permiten acceder a la parte superior, pero no lo vi muy claro y me ahorré la aventura.
De regreso en la puerta por la que entré al castillo, pasé junto a un parque que estaba lleno de familias locales, con las mujeres sentadas en el césped, los hombres preparando barbacoas para asar carne, y los niños jugando. Allí mismo subí a un dolmus, y por 2L me dejó en las inmediaciones del Ataturk Lisesi.
Justo enfrente de Van Kalesi está el Museo de Van, un moderno edificio que prometía mucho y no pude visitar, porque al ser la semana del Seker Bayram estaba cerrado. Una situación muy lógica: cuando es festivo y la gente tiene tiempo para conocer el museo, deciden cerrarlo. En fin…
COMIDA: HACIOGLU ÇORBA PAÇA
De regreso en el centro de Van, busqué un local para comer. Casi todos estaban cerrados, pero por suerte encontré uno donde pude llenar el estómago. Allí me senté en el comedor y pedí sopa de lentejas, Mumbar Dolmasi (salchichas rellenas de arroz, carne picada y una mezcla de verduras y especias), arroz, Fanta, agua y té. El Mumbar no estuvo mal, pero la piel de las salchichas era demasiado gruesa y daba bastante asco… Me dejé la mitad del plato y lo taché de mi lista de cara a futuro. Precio: 32L.
LOS GATOS DE VAN
En Van existe una raza de gato realmente peculiar y tenía ganas de verla. Y no sabía dónde, hasta que me enteré de una residencia situada en las afueras donde se crían y exhiben estos animales: Van Cat House. Al principio la distancia me pareció excesiva: nada menos que 14km desde el centro. Pero decidí probar suerte y esperé en una parada de autobús del centro. Yo sabía que Van Cat House estaba cerca de la Universidad y el primer bus que pasó indicaba “Kampus”, así que utilizando la lógica subí, pagué 2L, y me acabó dejando a poco más de 1km de la residencia. Todo un éxito. Desde allí caminé atravesando campos solitarios que formaban parte de la Universidad; y pasé junto a algún control de seguridad, hasta llegar a Van Cat House.
En la casa me recibió una chica que me cobró la entrada (2L) y me ofreció la posibilidad de comprar comida para alimentar a los gatos por 6L más. Yo acepté sin saber muy bien en qué consistía, y en cuestión de segundos me vi encerrado en una habitación, con un sobre de comida, rodeado de 20 Gatas de Van. Esta raza tiene tres características principales:
*Son de color blanco y largo pelaje.
*Tienen ojos de colores distintos: uno azul y otro amarillo-verdoso (el efecto es impresionante).
*Se dice que cuando vivían en libertad acostumbraban a nadar en las aguas del Lago Van (un dato más que cuestionable).
La verdad es que es un animal muy bonito. Mi idea era hacer algunas fotos, pero la cosa estuvo difícil porque había un par de gatas que no paraban de gruñir y arañar al resto, provocando un caos tremendo. Además, no sabía que el tiempo estaba limitado y a los pocos minutos ya tenía a la mujer pidiéndome que saliera. Pero bueno, pude alargarlo algo más y conseguí alguna foto decente, además de disfrutar de la compañía de estos seres (les acariciaba, se me subían encima…).
Después visité el resto de las instalaciones, que me parecieron bastante correctas. Había salas para machos y hembras (comedor y dormitorio, con casetas individuales); un recinto central para crías; y dos patios, también para machos y hembras, con agua y comida abundante. Aunque aquí hay una malla de alambre que anula cualquier posibilidad de foto. En total estuve alrededor de una hora, y durante ese tiempo vi llegar bastantes visitantes. Incluso había una tienda de recuerdos junto a la salida, con llaveros, imanes y camisetas. En general, si te gustan los gatos, es un lugar recomendable.
Hablando de especies endémicas de la zona, en el Lago Van habita el Darekh, una variedad de pez que durante su periodo de reproducción emigra río arriba nadando contra corriente. De hecho, en el centro de la ciudad hay una rotonda con una escultura representando tres de estos peces. Van es una caja de sorpresas…
El regreso al centro de Van fue igual de sencillo que la ida. En mi habitación del Ataturk Lisesi (que por suerte seguía ocupando yo solo) estuve un rato escribiendo; y no me fui muy tarde a dormir, porque se me cerraban los ojos.
MAÑANA DE TRASLADO
Al día siguiente me desperté tras una noche muy movida. Hasta en tres ocasiones abrieron la puerta de mi habitación diferentes tontos que buscaban a sus amigos. Al último le pegué un par de gritos y salió disparado. Pero por suerte estaba tan cansado que me volvía a quedar dormido. Una vez en pie, preparé las mochilas, desalojé la habitación y me despedí del encargado. A continuación caminé hasta el hotel que reservé el día anterior, a unos 10 minutos del Ataturk Lisesi, y como la habitación no estaba lista dejé la mochila grande en la recepción.
Para desayunar la idea era acercarme a algún café cercano. Pero antes pregunté en la recepción del hotel (con intención de pagar) y me enviaron al restaurante, donde disfruté gratis de un buffet libre excelente. La pena fue que solo faltaban 15 minutos para que finalizara la hora del desayuno, y encima unas iraníes me entretuvieron haciéndome preguntas. Aun así me pude preparar un buen plato con tomate, pepino, queso, huevo duro y sandía; un bol con yogurt y miel; y un té. Justo lo que necesitaba.
UN VIEJO CEMENTERIO
El plan del día era visitar dos lugares ubicados en los alrededores de Van. El primero está en la población de Gevas, 35km al oeste de la ciudad, siguiendo la orilla del lago. Para llegar, primero cogí un dolmus cerca de mi hotel que por 2L me dejó en una rotonda de las afueras. Allí esperé unos minutos y apareció un autobús que iba a Gevas. Me costó 6L, aunque tuve un ligero problema: en Van se utiliza tarjeta de transporte, igual que en Estambul o Konya. Por suerte el conductor me echó una mano y pidió a un pasajero que utilizara la suya a cambio del importe en efectivo. Eso sí, durante el trayecto vi a varios lugareños sin saldo en sus tarjetas, y el conductor tuvo que parar unos minutos junto a una tienda para que unas chicas las recargaran. Así que no fui el único.
El día amaneció cubierto de nubes, aunque hacía bastante calor. Tardamos unos 40 minutos en llegar a Gevas y de camino pasamos por Edremit, una población junto al Lago Van con una pequeña playa, zona de picnic con barbacoas, y hasta un pequeño parque acuático. En el pasado Gevas era una destacada ciudad del Reino de Vaspurakan y cuenta con dos lugares de interés:
1. Antiguo cementerio: está pegado a la carretera principal y data del siglo XIV, cuando los selyúcidas dominaban Anatolia. Allí me encontré con una imagen espectacular: un prado con montones de lápidas apuntando en todas direcciones cubiertas de musgo y relieves; y de fondo las montañas nevadas. Me tiré un buen rato paseando por el lugar completamente solo. Una parte del cementerio estaba llena de flores y a mi paso levantaban el vuelo docenas de mariposas y libélulas, creando una atmósfera única.
2. Mausoleo de Halime Hatun: en un extremo del cementerio se encuentra esta enorme tumba de forma poligonal y tejado cónico, decorada con relieves.
LA ISLA DE AKDAMAR
Tras hacer docenas de fotos regresé a la carretera y seguí las indicaciones para llegar al cercano Grand Deniz Tour & Restaurant, situado a orillas del Lago Van. Porque este local cuenta con un servicio de ferries que viajan a la Isla de Akdamar. Allí compré el billete (20L ida y vuelta) y esperé unos minutos hasta la hora de salida.
Pronto comprobé que a pesar de haber acabado los 3 días festivos posteriores al Ramadán la gente seguía de vacaciones, tanto turcos como iraníes; y cuando el barco zarpó iba lleno de pasajeros. Yo me senté en la cubierta superior para hacer fotos panorámicas, pero ese fue también el sitio elegido por un grupo de iraníes que montaron una fiesta a lo grande. Como en su país los tienen a raya, cuando salen de viaje se desmadran. Así que los chicos no paraban de beber alcohol y fumar; y las chicas bailaban como locas (unas me llamaban para que me sentara con ellas y me preguntaban si estaba soltero). Vaya tela… Por suerte el trayecto solo duró 20 minutos y desembarcamos en la isla.
Como ya me imaginaba, en Akdamar había un gentío tremendo. Aunque no me molestó tanto como en Éfeso o Pamukkale, porque en vez de grupos de chinos había familias de lugareños, mujeres con vistosos pañuelos y niños jugando que llenaban de ambiente el lugar y a veces incorporaba a mis fotos.
La principal atracción de Akdamar es la Iglesia de la Santa Cruz, construida durante el siglo X por los monarcas del Reino de Vaspurakan. La entrada cuesta 15L, pero hubiera pagado el triple sin dudarlo. Esto fue lo más destacado de la visita:
1. Exterior: las paredes de la iglesia están completamente cubiertas de relieves medievales que representan todo tipo de escenas: la Biblia (David contra Goliath, Adan y Eva…); cacerías de animales; el rey armenio Gagik I ofreciendo una maqueta del templo a Jesús… A mí este tipo de arte me encanta y me lo pasé genial caminando alrededor del edificio, examinando cada detalle.
2. Cementerio: en un lateral de la iglesia hay una zona con Khachkars. Se trata de estelas de piedra conmemorativas con una cruz grabada, muy típicas del arte medieval armenio.
3. Interior: se accede al templo por una pequeña puerta. Los muros están decorados con frescos, aunque muy difuminados. Aquí el exceso de gente sí fue un incordio, porque casi no se podía caminar.
4. Miradores: en los alrededores de la iglesia hay diferentes puntos que permiten disfrutar de unas vistas increíbles, con las aguas del Lago Van de un color azul intenso; montones de gaviotas; y las montañas nevadas de fondo. En el norte de la isla hay una colina rocosa donde en teoría está prohibido el acceso, pero la gente aprovechaba un agujero para cruzar la valla metálica y subir en busca de nuevas panorámicas. Yo estuve a punto, aunque al final lo dejé correr.
En total estuve unas 4 horas recorriendo la isla. Hizo un tiempo genial, con bastantes ratos de sol y nubes muy fotogénicas. En la isla hay lavabos gratis, a escasa distancia del muelle donde atraca el ferry. Y una cafetería, donde solventé la comida comprándome un Cornetto (me costó nada menos que 7,5L). A las 17h pasadas decidí regresar a Gevas, evitando apurar hasta última hora. Esta vez me senté en la cubierta inferior del barco para evitar nuevas fiestas. Allí coincidí con Sarah, una chica de Gales que viajaba con una amiga de Estambul, y estuvimos charlando un rato, rodeados de un paisaje espectacular.
Una vez en Gevas las chicas regresaban a Van en un dolmus que pasaba por el Grand Deniz, así que me quedé con ellas. No tardó mucho en aparecer y tras pagar 10L nos pusimos en marcha. El dolmus me vino genial, porque me ahorré el problema de la tarjeta de transporte y encima me dejó en el centro de la ciudad, sin necesidad de otro vehículo adicional. El trayecto no tuvo mucha historia, rodeado de lugareños. En el centro de Van caminé un rato más con las chicas y nos despedimos.
ALOJAMIENTO: DIMET PARK HOTEL – 80L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; lavabo privado; personal de la recepción muy amable; precio; abundante desayuno incluido.
*Puntos en contra: limpieza mejorable; demasiado ruido por la noche (habitación al lado del ascensor y paredes muy finas); ducha errática; wifi muy lento; ubicación alejada de los principales lugares de interés.
En este hotel la táctica Expedia volvió a funcionar a la perfección. Sabiendo que había habitaciones disponibles me acerqué a reservar una y obtuve un precio muy favorable (en Expedia era de 110L y el oficial del hotel de 100L). El gerente era un iraní un tanto pesado, porque no paraba de decirme que quería visitar Barcelona y con mi ayuda le darían un visado.
Una vez instalado en mi habitación estuve un rato descansando; y a las 20h salí a la calle con ganas de cenar. Por suerte ya había acabado el Ramadán y la oferta de restaurantes volvía a ser la habitual.
CENA: PASSA DÖNER
Entré en este restaurante porque me llamó la atención su local amplio y moderno, así que me senté en una mesa del solitario comedor y pedí Shis Tavuk (brochetas de pollo) acompañadas de una pequeña ensalada, pan pide, Fanta y té. El pollo estaba muy rico y devoré el plato. Precio:20L (apenas 3€).
De regreso a mi hotel había un ambiente festivo en las calles, con gente caminando en todas direcciones, música de fondo, la mezquita iluminada y animados comercios.
UNAS CASCADAS LLENAS DE GENTE
Al día siguiente me desperté con mi alarma sonando a las 7.30h y poco después subí al restaurante del hotel para disfrutar del desayuno. Esta vez me serví un plato con tomate, pepino, queso, huevo duro, olivas y sandía; un bol de yogurt con miel; y un té. A continuación preparé las mochilas; desalojé la habitación; y caminé hasta la parada de autobús más cercana.
El último lugar de interés que quería visitar en los alrededores de Van estaba 90km al norte: las Cascadas de Muradiye. Así que decidí hacer un alto durante mi desplazamiento a Dogubayazit para ahorrarme un viaje de ida y vuelta excesivo. De entrada cogí un autobús que por 2L me llevó a la Terminal. Y una vez allí no me costó encontrar el dolmus que tenía previsto salir hacia Muradiye. A continuación ocupé un asiento y listo para partir. Pero era demasiado bonito para ser verdad, y al final me tiré casi 2 horas esperando a que el vehículo arrancara. Fue desesperante… Y todo porque no aparecían clientes.
Por suerte, una vez en marcha el dolmus avanzó a buen ritmo sin hacer muchas paradas, y tardamos una hora en llegar a las cascadas. De camino contemplé bonitas vistas del Lago Van a la izquierda; y llanuras de hierba amarillenta a la derecha. Precio: 12L.
Cuando vi el parking de las Cascadas de Muradiye, donde no cabía ni un solo vehículo, comprendí lo que me esperaba: había centenares de visitantes. Y es que era domingo, semana de puente tras los días festivos del Seker Bayram, y las 13.15h de la tarde. Una combinación mortal. La gente se amontonaba en los miradores; hacía hogueras en el bosque para asar carne; y los gritos creaban una atmósfera insoportable (casi no se escuchaban las cascadas). Nada que ver con el ambiente de Akdamar.
El momento más agobiante se produjo cuando tuve que cruzar un puente de madera para pasar al otro lado del río y contemplar las cascadas. Se tambaleaba muchísimo, los laterales me llegaban a la altura de la cadera, e iba cargado con mis mochilas, así que el riesgo de caída era importante. Y mientras no paraban de pasar familias con bolsas de comida y críos corriendo que me bloqueaban y hacían balancearse aun más el puente. Reconozco que me enfadé bastante.
Con esta situación aguanté menos de una hora en las cascadas. El tiempo justo para hacer fotos panorámicas desde los diferentes miradores. En otra situación habría metido los pies en el río; o me hubiera sentado en la terraza de algún restaurante a tomar un té. Pero no era el momento. Mejor salir de allí cuanto antes. Dicho esto, las Cascadas de Muradiye son espectaculares. Además tenían mucha agua y la luz era perfecta para la fotografía. Una visita muy recomendable, aunque a evitar por completo en fin de semana. A continuación regresé a la carretera principal para continuar mi recorrido por el este de Turquía.
CONCLUSIÓN
Van es una ciudad muy alejada de los circuitos turísticos, pero si estás visitando el este de Turquía o vas de camino hacia Irán o Georgia considero que se trata de una parada imprescindible. Te recomiendo dedicarle al menos un par de días: uno para Van y otro para Gevas y Akdamar. La ciudad cuenta con una amplia oferta de hoteles y restaurantes, y a no ser que aparezcas en medio de alguna importante festividad (como fue mi caso) no es necesario reservar con antelación.
En los alrededores de Van hay otros lugares turísticos que el gobierno local se esfuerza en promocionar. Como Vanadocia (con chimeneas similares a las de la Capadocia) cerca de la población de Yavuzlar. O los Travertinos de Van (parecidos a los de Pamukkale), en Dereiçi. Pero habiendo explorado a fondo los lugares originales no me pareció lógico invertir más tiempo en la zona. La única atracción que me faltó visitar fue el Castillo de Hosap, situado 60km al sur de Van.