Una región conservadora con modernas ciudades que todavía esconden animados bazares y una fábrica donde es posible contemplar el proceso de elaboración de la seda
El Valle de Fergana ocupa el extremo oriental de Uzbekistán, delimitado por los Montes Tian Shan y la cordillera del Pamir Alay. En el pasado pertenecía a Sogdiana, hasta que durante el siglo II AC se transformó en el estado de Dayuan, integrado por los descendientes de los griegos que llegaron a la zona exiliados por los persas o enviados en tiempos de Alejandro Magno. Su capital estaba ubicada en Khujand (Tayikistán) y destacaba por sus fértiles tierras, regadas por el río Sir Daria. Aunque en Dayuan también se criaba una raza de poderosos caballos que pronto llamaron la atención del Imperio Chino, dando pie a la creación de la Ruta de la Seda. Los líderes de la Unión Soviética dividieron el Valle de Fergana entre las repúblicas de Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán, plantando la semilla de numerosos conflictos fronterizos y étnicos que todavía no se han resuelto.
En la actualidad el Valle de Fergana es la región más próspera e industrializada de Uzbekistán, gracias principalmente al cultivo del algodón, que fue potenciado por los rusos. Yo visité las ciudades de Kokand y Margilon, donde destacan atracciones turísticas como el Palacio de Khudayar Khan, la fábrica de seda de Yodgorlik o el Kumtepa Bazar.
VIAJE: SAMARKAND – KOKAND
Entre estas dos ciudades hay 480km de distancia y fue un desplazamiento laborioso que ocupó toda la jornada. Menos mal que comencé el día con otro espectacular desayuno en el Hotel Timur the Great. A continuación preparé las mochilas, desalojé la habitación y me puse en marcha. El viaje constó de 4 etapas:
1. Taxi hasta la Parada de Samarkand: se encuentra a 3,5km del hotel, cerca del Observatorio de Ulugbek. Para evitar problemas pedí al dueño del hotel (Murat) que llamara a un taxi y vino a buscarme a la puerta, aunque el conductor me cobró algo más de lo previsto (13milS).
2. Taxi compartido a Tashkent: mi idea inicial era viajar a la capital en tren, pero unos días antes consulté la página web de la compañía y me llevé una sorpresa. No quedaban asientos disponibles en los trenes de alta velocidad; y el único normal salía a las 8h (demasiado temprano). Así que opté por utilizar un taxi compartido. Al llegar a la Parada de Samarkand los conductores me rodearon y viví momentos de caos: uno me quería coger la mochila, otros me gritaban cosas… Vaya tela… Yo mantuve la calma y negocié el precio con firmeza. Por suerte Murat me había dado una referencia, y aunque varios taxistas se negaron, al final uno aceptó los 70S que ofrecía.
En el interior del taxi había un chaval esperando. Era estudiante de Derecho y tenía un nivel de inglés aceptable, así que charlamos un rato. Al cabo de media hora apareció un matrimonio de ancianos y arrancamos. Yo viajé en uno de los asientos traseros, junto a la ventana. El trayecto duró 4 horas. Primero cruzamos un paisaje desértico de llanuras polvorientas; y antes de llegar a Tashkent praderas con vacas pastando y alguna población de escaso interés. De camino nos detuvimos 3 veces: una para llenar el depósito de combustible; y dos para ir al lavabo (el abuelete tenía algún problema y bebía agua sin parar). Yo me quedé dormido en un par de ocasiones, aunque el molesto pitido del detector de radares (casi todos los taxistas utilizan uno) y los constantes frenazos me despertaron al momento.
3. Taxi hasta la Estación Norte: el taxi compartido me dejó en una Terminal de Autobuses en el suroeste de Tashkent, a 9km de la Estación Norte. De entrada pensé en viajar en Metro, porque estaba al lado de una parada. Pero esto implicaba cruzar toda la ciudad con un montón de paradas por delante; y encima los vigilantes de seguridad querrían registrar mis mochilas. Así que pedí un taxi a través de la app de Yandex y me dejó en la puerta de la Estación Norte por 16milS. Eso sí, antes me senté en un sencillo local de comidas y cayeron 4 Somsas de pollo y ternera y 2 tazas de té (10milS).
4. Tren a Kokand: en esta linea la demanda es escasa, porque compré un billete el día anterior en la página web y todavía quedaban la mitad de asientos libres. Precio: 70milS. Primero fui a una de las taquillas para que me imprimieran el billete; y después me senté en el comedor de un café anexo a la Estación a tomar un café con leche. Como tenía previsto llegar tarde a Kokand aproveché para comprar la cena: un tupper de Plov. La simpática propietaria me explicó que tenía 3 restaurantes en Vietnam, pero la crisis del coronavirus la obligó a cerrar todo y volverse a Uzbekistán. Una pena… Precio: 23milS.
Un rato antes de la hora prevista pasé los 3 controles habituales para acceder a la zona de andenes, donde ya estaba mi tren esperando; y subí al vagón correcto. Yo había elegido un cómodo asiento en la fila individual, aunque la página web indicaba mal el sentido del tren y me tocó viajar de espaldas.
El trayecto duró 4 horas y la verdad es que estuvo entretenido. En los alrededores de Tashkent contemplé prados y campos de cultivo. Y poco a poco nos acercamos a los Montes Qurama, situados entre Uzbekistán y Tayikistán, con sus cumbres nevadas. Hasta el año 2016 el tren circulaba por una vía construida en tiempos de la Unión Soviética que cruzaba una parte de Tayikistán (con el consiguiente pago de tasas). Pero entonces se construyó el Túnel Kamchiq, que atraviesa las montañas y comunica directamente Tashkent con el Valle de Fergana. Con sus más de 19km este túnel es el más largo de Asia Central. El resto de vehículos (coches, camiones…) circulan por una carretera que cruza el Paso de Kamchiq, a casi 2.300m de altura, utilizado durante siglos por las caravanas de la Ruta de la Seda.
Al salir del túnel disfruté de un paisaje magnífico, con el Valle de Fergana, montañas de color rojizo y poblaciones tradicionales con casas de adobe. Después el valle se ensanchó y cayó la noche, así que me dediqué a leer.
5. Taxi hasta mi hotel: como de costumbre en la salida de la Estación se agolpaban los taxistas. Yo negocié con el primero que vi un precio razonable (o eso pensé) y me llevó hasta mi alojamiento, situado a 3,5km (10milS). Eran las 22h de la noche y estaba realmente agotado, pero había conseguido llegar a Kokand.
ALOJAMIENTO: ROHAT HOSTEL – 184milS/Noche
*Puntos a favor: cama doble; baño privado con ducha perfecta; buena limpieza; ubicación inmejorable, en pleno centro de Kokand; desayuno incluido (aunque escaso).
*Puntos en contra: ruidos constantes por la noche; encargados de la recepción muy secos; wifi errático; lavabo con el asiento del inodoro roto y una fuga de agua (el suelo siempre estaba mojado).
Cuando busqué alojamiento en Kokand solo había dos opciones disponibles en Booking: un hotel demasiado caro y alejado del centro; y el Rohat, con algunas críticas negativas por parte de los viajeros. En Google Maps comprobé que hay más hoteles, pero sabiendo que iba a llegar tarde decidí no jugármela y reservé una noche en el Rohat. Además las críticas tenían un par de años de antigüedad y pensé que el dueño habría hecho algo por corregir los defectos. Pues no…
Al llegar me recibió un tipo de gesto serio que ni siquiera sabía que tenía una reserva y me trató con indiferencia. Además me dio una habitación pegada a la recepción, y cuando le pedí que me la cambiara porque sabía positivamente que habría ruido se negó y me dijo que no me preocupara. Resultado: me desperté varias veces durante la noche con el sonido de teléfonos móviles, gritos y golpes. Vaya tela…
EL PALACIO DE KHUDAYAR KHAN
Al día siguiente amanecí muy cansado tras una noche horrible. Y encima cuando salí a desayunar comprobé que el encargado de la recepción estaba durmiendo a pierna suelta, a pesar de que habíamos quedado a las 9h. Le tuvo que despertar la señora de la limpieza y al cabo de media hora me trajo un plato con dos huevos fritos, dos salchichas, dos trozos de salami, pan y té. Comparado con mis desayunos en otras partes del país el menú era de risa.
La verdad es que había pensado quedarme en el Rohat un día más porque me daba mucha pereza buscar otro alojamiento, pero lo del desayuno fue la gota que colmó el vaso, así que decidí salir volando de allí. Sin duda el peor hotel de mi viaje por Uzbekistán. Tanto que escribí en Booking una crítica negativa, algo que no hago casi nunca. Antes de marcharme salí a la calle para visitar la principal atracción turística de Kokand: el Palacio de Khudayar Khan.
*Horario: 9h – 17h
*Precio: 15milS
*Fotografía: ok
Kokand es la puerta de entrada al tramo del Valle de Fergana situado en Uzbekistán. Sus orígenes se remontan al siglo X, cuando la ciudad se llamaba Khavakend y era una importante parada de la Ruta de la Seda. Durante dos siglos la región perteneció al Kanato de Bukhara, hasta que en el año 1709 Shahrukh Khan consiguió independizarse y ubicó la capital del nuevo estado en la pequeña población de Kokand, donde ordenó construir un fuerte.
Con el tiempo el Kanato de Kokand fue expandiendo sus territorios, haciéndose con el control de Tashkent y Khujand. Y se convirtió en uno de los principales centros religiosos de Uzbekistán, con más de 500 mezquitas solo en la capital. Pero una serie de conflictos internos y los constantes enfrentamientos con el vecino Kanato de Bukhara fueron debilitando su capacidad militar. Y en 1868 Khudayar Khan se vio obligado a firmar un tratado de paz con Rusia, mediante el cual pasaba a rendir pleitesía al emperador Alejandro II.
Khudayar Khan fue un auténtico déspota que a pesar de la delicada situación del Kanato cobró a sus ciudadanos unos impuestos desproporcionados mientras se construía un lujoso palacio sobre las ruinas del antiguo fuerte. Las obras acabaron en 1873 pero solo lo pudo disfrutar 2 años, porque un levantamiento popular le obligó a abandonar la ciudad. Mientras, los rusos aprovecharon el caos para anexionar definitivamente el Kanato de Kokand al imperio, y la capital creció hasta alcanzar su aspecto actual, con amplias avenidas y edificios modernos.
La fachada del Palacio de Khudayar Khan es imponente, cubierta de azulejos de vivos colores con motivos geométricos. Una vez en la taquilla me sorprendió que solo me cobraran 3milS (precio local) a pesar de que era obvio que soy extranjero (pedí el billete en inglés). En su día el Palacio tenía unas dimensiones gigantescas, con más de 100 habitaciones, pero los rusos destruyeron la mayor parte del edificio, incluida la sección del harén. De todas formas merece la pena y durante mi recorrido pude ver lujosas salas con elaborados techos de madera tallada; paredes decoradas con relieves; muebles de época; y viejas puertas.
El Palacio alberga varios museos. Yo visité el de Historia, con objetos y fotos antiguas; el Etnológico; y el de Ciencias Naturales, con una colección de animales disecados realmente siniestra. También hay uno de Arte, con cuadros y esculturas, pero estaba cerrado al público. A parte de los museos destacan la sala del trono, un patio con carretas y una mezquita. Durante mi visita apenas me crucé con gente y pasé un rato agradable, aunque cuando me marchaba aparecieron dos grupos de niños y el lugar se convirtió en un circo. De regreso en el Rohat Hostel desalojé mi habitación y caminé en busca de un lugar para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: HOTEL KHAN – 200milS/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; baño privado con ducha perfecta; mobiliario de época; buena limpieza; ubicación inmejorable, a escasos metros del Palacio Khudavar Khan; tranquilidad total por la noche; encargado de la recepción (Rashid) muy simpático; desayuno incluido (aunque escaso).
*Puntos en contra: wifi errático.
Este hotel estaba recomendado por mi guía de viajes y pagando un precio similar al del Rohat disfruté de una estancia muy distinta, con un par de chavales sonrientes en la recepción y una habitación impecable situada en el tercer piso, alejada del ruido.
Una pena que todo quedara empañado por un desagradable suceso. Como no tenía efectivo no pude pagar al momento, y por la noche había otro encargado en la recepción que me pedía 450milS porque me habían dado una habitación doble. Yo me negué en redondo y me dijo que entonces tendría que cambiarme a una individual. Era surrealista, porque ya había usado la cama y el hotel estaba prácticamente vacío. La verdad es que me enfadé, pero al final el hombre entró en razón (creo que habló con Rashid, uno de los chavales) y me dejó quedarme en la habitación doble. Está claro que no era mi día con los alojamientos de Kokand…
MAS LUGARES DE INTERES
Una vez instalado salí a recorrer las calles de Kokand en busca de nuevas atracciones. Esto fue lo más destacado:
*Mezquita Juma: fue construida en 1812 durante el reinado de Umar Khan, un gobernante muy respetado por sus ciudadanos que promovió el desarrollo de las artes y las ciencias en el Kanato de Kokand. Actualmente la Mezquita no está activa y la entrada cuesta 15milS. Tiene un patio con un minarete de 22m de altura en el centro; y un pórtico con enormes columnas de madera tallada importadas de la India. En un lateral hay un modesto Museo Etnológico donde se expone ropa tradicional, joyas y artesanía local.
Desde la Mezquita caminé hacia el norte y descubrí una serie de edificios históricos:
*Teatro de Arte Dramático: está situado en una plaza de grandes dimensiones y tiene una fachada de estilo soviético decorada con relieves donde aparecen diferentes personajes.
*Madrasa Narbutabey: una escuela coránica construida a finales del siglo XVIII que todavía imparte clases. La portada es espectacular, rematada por dos cúpulas de color azul. Es posible acceder al patio, donde los chavales rezan y leen el Corán frente a sus habitaciones; y a la sala de oración, con sencillos muros blancos. Eso sí, la fotografía esta prohibida.
*Mausoleo Modari Khan: ubicada a escasos metros de la madraza, data de 1825 y alberga el cuerpo de la madre de Umar Khan. Está cubierta de azulejos y rematada por una cúpula azul. A su alrededor hay centenares de tumbas antiguas.
*Dakhma-i-Shokhon: el recinto se compone de un mausoleo lujosamente decorado, con una cúpula azul; una mezquita con un colorido techo de madera tallada; y un pequeño cementerio donde están las tumbas de Umar Khan y varios miembros de la familia real. Su mujer (Nodira) era poetisa y se encuentra enterrada no muy lejos. La entrada a Dakhma-i-Shokhon es gratuita pero yo dejé un donativo de 2milS.
A continuación caminé hacia el sur de la Mezquita Juma, donde está el Casco Antiguo de Kokand. Aquí la principal atracción es deambular sin rumbo por sus estrechas callejuelas, entre grupos de niños jugando, pequeños comercios, abueletes charlando, y viviendas con fachadas de vivos colores y enormes portones de madera. Un lugar ideal para escapar del ruidoso tráfico de Kokand. También destacan 2 monumentos:
*Mezquita Zimbardor: con un elegante minarete.
*Mezquita y Madrasa Hojibek: tiene una vistosa fachada cubierta de azulejos, pero me encontré la puerta cerrada y no pude acceder al interior.
Cuando empezó a oscurecer decidí regresar a mi hotel. El Valle de Fergana es la región más conservadora del país y en el año 1998 surgió un grupo radical llamado Movimiento Islámico de Uzbekistán que se enfrentó al gobierno y mantuvo alianzas con Al-Qaeda y el ISIS. Entre 1999 y 2004 tuvieron lugar varios ataques con coches bomba y terroristas suicidas en Tashkent y Bukhara que provocaron decenas de víctimas. Pero el presidente Karimov actuó con contundencia y en la actualidad el grupo solo opera en el norte de Afganistán.
Mi visita a Kokand coincidió con el primer día del Ramadán y temí encontrarme una ciudad sin vida. Pero por suerte las tiendas estaban abiertas, con numerosos locales de comida y gente paseando por las calles. Solo me llamó la atención que muchas mujeres vestían hijab o abaya.
CENA CON RASHID
Después de un rato descansando en la habitación me moría de hambre, y al pasar por la recepción rumbo a algún lugar para cenar Rashid me vio y decidió acompañarme. La situación fue algo incómoda porque su nivel de inglés era nulo y no paraba de hablarme a gritos en uzbeko, como si así le fuera a entender. Además al ser Ramadán me esperaba un ambiente similar al de Konya (Turquía) hacía 2 años, con los restaurantes llenos de gente devorando platos. Pero en Uzbekistán las familias prefieren cenar en sus casas y los locales ofrecían un aspecto desangelado.
Yo tenía ubicados un par de restaurantes con buenas críticas, aunque aproveché que estaba con Rashid para que eligiera él, dejándole claro que buscaba comida local a buen precio. El chaval dudó, y al final me llevó a un sitio a escasos metros del hotel. Allí ocupamos una mesa y pedí Mastava (una sopa con arroz y carne); y 3 Somsas de ternera (estaban deliciosas). Y compartimos una Ensalada de tomate y pepino, y una Fanta de litro. Justo lo que necesitaba. A nuestro alrededor había varios lugareños que me miraban con cara de sorpresa y preguntaban a Rashid. Precio: 45milS (el chaval pagó su parte).
Tras llenar el estómago volví a mi habitación, donde dediqué el resto de la noche a leer y escribir.
VIAJE: KOKAND – FERGANA
La jornada comenzó con mi alarma sonando a buena hora tras una noche de sueño impecable. Una vez en pie preparé las mochilas y bajé al comedor del hotel. Después de mi nefasta experiencia en el Rohat Hostel pensé que volvería a disfrutar de un abundante desayuno uzbeko, pero lo que me encontré fue aun peor: unas lonchas de salami y queso, un par de croissants rellenos de mermelada, y una taza de té. Encima unos huéspedes habían estado fumando y la sala apestaba a tabaco, así que no duré ni 5 minutos.
Después desalojé la habitación, me despedí de Rashid y continué mi ruta por el Valle de Fergana. La siguiente parada era la ciudad de Fergana y el desplazamiento en transporte público constó de 2 etapas:
1. Taxi hasta la Terminal de Autobuses Uchkuprik: está a 6km del centro y como en Kokand no operaba Yandex pedí a Rashid que llamara por teléfono a un taxi de confianza para evitar problemas. Solo me costó 8milS, menos de lo que pagué cuando llegué a Kokand por un trayecto muy inferior, con lo cual ese día no negocié tan bien como me había parecido.
2. Taxi compartido a Fergana: antes de bajar del vehículo se me abalanzaron varios taxistas. Por suerte a estas alturas ya estaba acostumbrado así que mantuve la calma, acordé con un conductor un precio correcto (35milS) y nos pusimos en marcha al momento. El trayecto duró poco más de 1 hora porque el tipo iba a toda pastilla. Yo viajé en el asiento del copiloto con dos señoras detrás (me extrañó que no fuéramos 4 pasajeros); y el taxi nos dejó en el centro de Fergana, desde donde caminé hasta mi alojamiento.
ALOJAMIENTO: SAKURA INN – 100milS/Noche
*Puntos a favor: baño privado con ducha perfecta; buena limpieza; ubicación inmejorable, en pleno centro de Fergana; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; cocina con nevera compartida; lavadora gratuita; propietario (Elsevar) muy atento.
*Puntos en contra: cama individual.
Este hotel tiene muy buenas valoraciones en Booking pero no hice ninguna reserva porque el precio de la app me pareció exagerado: 140milS + 100milS de impuestos (normalmente son 20milS). Así que me planté en la recepción y el precio cayó en picado. Eso sí, casi me sale mal la jugada, porque Elsevar estaba a punto de coger un tren rumbo a Tashkent para pasar un par de días y me habría encontrado la puerta cerrada. El hombre me cayó genial y aunque tenía prisa me explicó el funcionamiento del hotel y hasta me invitó a un vaso de vino tinto de Fergana (muy rico).
Fergana es una ciudad moderna sin lugares de especial interés, pero constituye una base excelente para explorar el Valle de Fergana, con un montón de hoteles y locales de comida, y una buena red de transporte público. Fue fundada por los rusos en el año 1876 para ubicar un cuartel del ejército dependiente de la vecina Margilon (de ahí que al principio se llamara Novi Margilon). En 1907 se rebautizó como Skobelev en homenaje al general ruso Mikhail Skobelev, decisivo en la conquista de Asia Central. Y finalmente en 1924 se convirtió en Fergana, capital de la provincia del mismo nombre.
Yo cuando Elsevar se marchó salí a dar una vuelta por el Parque Central, donde hay una zona con atracciones infantiles, un pequeño estanque y una estatua de Al-Farghani (un famoso astrónomo del siglo IX que nació aquí). Me hubiera gustado sentarme un rato al sol, pero todos los bancos estaban ocupados y me acabé marchando.
COMIDA: KANTIN CAFE
De regreso al hotel pasé junto a un local con terraza donde estaban cocinando shashlik y había varios lugareños comiendo a pesar de ser Ramadan, así que me uní a ellos. Allí me atendió un camarero muy simpático que hablaba algo de inglés y pedí dos shashlik de cordero (estaban deliciosos), pan y un té con limón. Precio: 27milS. Al momento apareció una señora y se sentó a hablar conmigo. Yo pensaba que cuando llegara la comida se marcharía, pero la mujer aguantó hasta que acabé. Era profesora de inglés en un colegio cercano y no paraba de hacerme preguntas. El camarero también se apuntó y fue algo estresante, pero mi presencia allí era algo excepcional y entendí la situación.
Tras la comida volví a mi habitación y me estiré en la cama a leer y descansar. Por la noche salí a cenar y me crucé con Sharof, un chaval de Tayikistán que también se alojaba en el hotel. Vivía en Moscú y estaba trabajando en un proyecto para el Departamento de Educación de Uzbekistán. Aunque para complementar sus ingresos cada día organizaba una especie de lotería en YouTube y viajaba cargando con un enorme foco y una cesta con las bolas del sorteo. Curioso… Al final él también tenía hambre y decidimos cenar juntos.
CENA: LAGMON MARKAZI
Sharof no conocía ningún lugar en Fergana y elegimos al azar este restaurante situado a 5 minutos del hotel. Al igual que me ocurrió en Kokand el comedor estaba vacío y encima no tenían sopas ni té con limón. Por suerte Sharof hablaba Uzbeko y se encargó de todo. Yo pedí Laghman frito, un shashlik de ternera y un té. Durante la charla pronto quedó claro que teníamos intereses muy distintos en la vida: Sharof no entendía por qué quería visitar Kamchatka, y en cambio estaba intentando quedar con chicas en Fergana (sin éxito) a través de la app Badoo, teniendo mujer y un bebé de escasos meses. Eso sí, a la hora de pagar me invitó.
A continuación dimos un paseo recorriendo avenidas desiertas; hice una compra de comida en una tienda anexa al hotel; y nos despedimos. El resto de la noche me dediqué a leer, aunque también salí unos minutos a jugar con el gato de Elsevar y me asomé a ver cómo Sharof captaba clientes para su lotería.
VIAJE A MARGILON
Al día siguiente me desperté tras dormir como un tronco, y eso que Sharof estuvo hasta tarde liado con su lotería. Después desayuné un plátano, galletas y un yogur; preparé la mochila pequeña; y salí a la calle con la intención de visitar Margilon, una ciudad situada al norte de Fergana. Podría haber utilizado el transporte público, pero en Fergana sí opera Yandex, los precios son de risa, y solo tenía que recorrer 14km. Así que pedí un taxi y llegué a Margilon en 20 minutos por 18milS.
Antiguamente Margilon formaba parte del estado de Dayuan, donde en el siglo II AC se produjo un hecho histórico: la primera transacción comercial entre Occidente y el Imperio de China, gobernado por la Dinastía Han. Los chinos tenían un especial interés en una raza de caballos que se criaba en el Valle de Fergana para incrementar su poderío militar; y a cambio ofrecían seda, cuya elaboración era un misterio para el resto del mundo. Pero el rey de Dayuan no era partidario de consolidar la relación y en el año 104 AC los Han acabaron invadiendo Dayuan en la “Guerra de los Caballos Celestiales” (así eran conocidos en China). De esta forma Dayuan perdió su independencia y con el tiempo empezó a albergar telares para producir seda y abastecer la demanda de Occidente en los mercados de Samarkand y Bukhara.
Hoy día Uzbekistán es el tercer productor mundial de seda (muy lejos de China y la India) y el epicentro de la industria se encuentra en Margilon. A pesar de su dilatada historia se trata de una ciudad moderna de aspecto similar a Fergana o Kokand, aunque cuenta con varios lugares de interés.
EN UNA FABRICA DE SEDA
El taxi me dejó justo en la puerta de la fábrica de seda Yodgorlik, creada en el año 1983, donde todavía se elaboran tejidos de forma artesanal. Allí me recibió un abuelete que hablaba algo de inglés y me enseñó las diferentes salas del proceso productivo. En la primera una señora hierve capullos de seda en un enorme caldero de agua y los deshila cuidadosamente; y otra crea bobinas de hilo con una rueda. En la segunda se da color a la seda utilizando pigmentos naturales (me encantó el color índigo). Y para acabar visitamos los telares, donde varias chicas elaboran diversos tejidos (de seda, algodón o mezcla de ambos) accionando pedales de madera. En una sala anexa se fabrican alfombras. Y en el centro del recinto hay una nave con telares modernos que fabrican en serie tejidos de menor calidad.
Las salas están llenas de objetos y máquinas antiguas, con una gran atmósfera. Además los empleados saludaban amablemente y el abuelete me animaba a que hiciera fotos, dejándome el tiempo necesario. Una visita muy interesante. Durante el recorrido nos cruzamos con un pequeño grupo de turistas rusos y conocí al dueño de la fábrica, con el que intercambié unas palabras.
El tour acaba en la tienda de la fábrica, donde se exponen todo tipo de prendas: bufandas, pañuelos, manteles, túnicas… El abuelete me animaba a comprar una bufanda de seda virgen que costaba 25Usd y seguro que se trataba una gran oportunidad, pero su volumen era excesivo (la tendría que llevar meses en mi mochila) y me acabé quedando una pequeña de algodón para tener un recuerdo (5Usd). A continuación le di al guía 10milS por sus servicios (no hay un precio estipulado) y nos despedimos.
Yodgorlik es la fábrica de Margilon más preparada para recibir turistas y donde predominan los procesos manuales. En otras es necesario solicitar un permiso de visita con días de antelación y solo hay máquinas modernas.
EL KUMTEPA BAZAR
Este mercado es uno de los mejores de Uzbekistán y está situado a 5km de Margilon. Para llegar hay marshrutkas que realizan el recorrido por tan solo 2milS. Yo pregunté al abuelete de la fábrica y parece que quedó satisfecho con los 10milS porque salió conmigo, cruzamos la calle y detuvo la marshrutka que necesitaba.
Kumtepa Bazar ocupa una extensión enorme, con docenas de puestos que venden todo tipo de productos: fruta, verdura, pan, arroz, carne, huevos, cunas de madera, juegos de té, recambios de maquinaria, telas, escobas… El Bazar está más animado los jueves y domingos, y por eso lo visité el jueves. Había mucha gente, con mujeres que lucían coloridos vestidos adornados con lentejuelas y dientes de oro; hombres que me miraban con rostros llenos de curiosidad; y una fuerte presencia policial. Yo durante mi paseo me dediqué a hacer fotos con discreción y en un par de ocasiones pedí permiso.
A pesar de ser Ramadan vi varios locales de comida asando carne al aire libre así que decidí entrar en uno. Allí me senté en una mesa y pedí dos shashlik de ternera, dos somsas con salsa picante y un té. Y todo me costó solo 11milS (¡menos de 1€!).
PASEANDO POR MARGILON
Tras la comida regresé al centro de Margilon en marshrutka y caminé hasta la Madrasa Sayid Ahmad Hoja. Hace años que esta escuela coránica dejó de impartir clases y las celdas de los alumnos se encuentran ocupadas por talleres de artesanía. Al ser la parte central del día y Ramadan muchos estaban cerrados, pero aun así entré en uno donde varias señoras trabajaban con telares tradicionales como los que había visto en Yodgorlik; y en otro con diferentes tejidos expuestos. A parte de esto en el recinto hay un pórtico con un elaborado techo de madera y objetos antiguos (puertas, una carreta…); y me entretuve jugando con una graciosa cría de gato que me seguía a todas partes.
En Margilon hay más mezquitas y madrasas, pero no son visitas imprescindibles, así que me dediqué a deambular sin rumbo por las calles de los alrededores, disfrutando de un ambiente muy auténtico. A mi lado pasaban señoras de exóticos ropajes, chicas en niqab, y grupos de niños que me saludaban con educación. Al verme un lugareño insistió en que entrara en su casa y acepté. Dentro había varias habitaciones con máquinas de coser modernas, y su mujer estaba trabajando con una en el patio. El hombre no hablaba inglés y se lamentó de no poder invitarme a comer o tomar té porque era Ramadan, así que al cabo de unos minutos me despedí.
A continuación pedí un taxi a través de Yandex y volví a Fergana por 17milS. Al llegar a mi habitación estaba agotado y me estiré en la cama hasta la hora de cenar.
CENA: 2 DOST CHOYHONASI
Cuando estaba preparándome para salir llamaron a mi puerta y era Sharof con una auténtica sorpresa. El chaval había quedado para cenar con dos compañeros de trabajo y su jefe, y contaban con mi asistencia (¡?). Yo por supuesto acepté y salimos a la calle, donde ya nos esperaba uno de los compañeros con su coche y nos llevó al restaurante. El 2 Dost Choyhonasi está compuesto por una serie de comedores privados distribuidos alrededor de un patio. Nosotros entramos en uno y al momento apareció el jefe, un tipo de gesto serio y tono solemne. Tras las presentaciones nos sentamos, un camarero trajo la comida y como era Ramadan hubo unos segundos de oración antes de empezar.
El menú consistió en una enorme bandeja de Plov con carne, verduras y huevo. Todos comimos de la bandeja con una cuchara y estaba delicioso. Para acompañar había pan, ensalada, y nos fuimos pasando un bol de sopa picante del que bebíamos directamente. Además té, agua y kompot de limón. Al ser el invitado principal la gente me animaba a comer y acabé a reventar.
A parte de Sharof nadie más hablaba inglés y el chaval me hizo de traductor, aunque hubo momentos en los que me tocó escuchar con cara de póker sin entender ni una palabra. Después de un rato de charla el jefe pagó la cuenta (segunda cena consecutiva que me salía gratis), le di las gracias, y nos llevó en su flamante coche de regreso al hotel. Allí Sharof y yo nos compramos un helado en una tienda (10milS), dimos un paseo para bajar la cena, y volví a mi habitación. Una forma inmejorable de finalizar mi ruta por el Valle de Fergana.
Al día siguiente viajé a Tashkent en tren y acabé mi recorrido por Uzbekistán, preparándome para nuevas aventuras por Asia Central.
CONCLUSION
La historia del Valle de Fergana hace pensar en poblaciones tradicionales con estrechas callejuelas y viejas mezquitas, pero nada más lejos de la realidad. Sus ciudades son urbes modernas de amplias avenidas y tráfico intenso, y solo recomiendo la visita a viajeros con mucho tiempo disponible que ya hayan recorrido el resto de Uzbekistán. Dicho esto, el Valle de Fergana está totalmente apartado de los circuitos turísticos y las oportunidades de interactuar con los lugareños se incrementan. Además Margilon cuenta con la fábrica de seda Yodgorlik y el Kumtepa Bazar.
Me hubiera gustado realizar una ruta a pie por el inicio del valle, con aldeas de viviendas de adobe y un paisaje excepcional (la imagen desde el tren me encantó). También podría haber visitado otras ciudades como Andijon o Namangan, pero no tienen lugares de especial interés y preferí centrarme en una parte del valle.
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Comentarios
2 ComentariosGabriela Acosta
Ago 27, 2023Hola Andreu. Soy Gaby, la mujer de Carloselviajero. Gracias por toda esta información de Fergana y compartirla. Saludos y nos vemos en la siguiente 🍺
Ganas De Mundo
Sep 9, 2023Hola Gaby! Gracias a ti por el comentario! Un placer compartir información y charlas viajeras. Saludos!