Un colorido parque, un barrio habitado por judíos ultra-ortodoxos y una base subterránea de misiles nucleares abierta al público
La ciudad de Uman está ubicada en Podolia, una región de Ucrania central atravesada por los ríos Dniester y Bug Meridional que se caracteriza por sus fértiles tierras y extensos campos de cultivo. Y que en cierta manera representa la esencia del país: la bandera azul y amarilla simboliza el cielo sobre un campo de trigo; y el girasol es la flor nacional (Ucrania es uno de los principales productores a nivel mundial de semillas y aceite). Gracias a Podolia Ucrania era conocida en el pasado como el granero de Europa. Entre los siglos XVI y XVIII los Cosacos de Zaporizhia se movieron con libertad por sus estepas, enfrentándose a las potencias de la época. Y hasta la Segunda Guerra Mundial aquí prosperaron importantes comunidades judías, dando lugar al Hasidismo, una rama del judaísmo ultra-ortodoxo.
Las principales atracciones de Uman son el Parque Sofiyivka, la Tumba de Rabbi Nachman y su popular fuente con espectáculos de luz y sonido. Además, constituye un buen punto de partida para visitar Pervomaisk, donde se encuentra el Museum of Strategic Missile Forces, una antigua base subterránea de misiles nucleares soviéticos que está abierta al público.
VIAJE: KAMYANETS-PODILSKY – UMAN
Este desplazamiento era largo y no sabía los horarios de los autobuses, así que antes de desalojar mi dormitorio del Hostel Svit Hub me acerqué a la Terminal de Kamyanets-Podilsky para informarme. La chica de la taquilla me dijo que el autobús hacia Uman salía en un par de horas, con lo cual compré el billete (302G), volví al hostel a por mis mochilas y me planté en el andén indicado. Demasiado bonito para ser verdad, porque al final el vehículo apareció con 45 minutos de retraso. Y una vez en marcha lo que debía ser un trayecto de 6 o 7 horas se alargó hasta las 9 horas. Principalmente por los numerosos tramos de carretera en obras, que solo dejaban un carril para ambos sentidos y nos obligaban a esperas interminables.
Al menos viajé muy cómodo. Los asientos no estaban numerados y pude ocupar uno junto a la ventana, sin nadie a mi lado; la calefacción funcionaba a toda pastilla (fui en manga corta todo el rato); y hasta eché un par de cabezadas. Eso sí, durante las 9 horas no paró de sonar en bucle un cd de música tecno-pop ucraniana y al final me iba a explotar la cabeza. De camino cruzamos un bonito paisaje, con granjas de madera y llanuras extendiéndose hasta el infinito; una zona de bosques donde había muchos lugareños junto a la calzada vendiendo fruta, verdura y setas; y un lago formado por el río Bug Meridional a la altura de la ciudad de Letichiv.
También paramos en las Terminales de Khmelnitsky y Vinnytsia, dos importantes ciudades de la región de Podolia. En la primera tuve el tiempo justo para comprarme un bocadillo de pollo empanado con salsa y una botella de agua (41G); y subieron al autobús un montón de chavales en uniforme militar (en Uman hay una destacada base aérea). Y en la segunda cayó un café con leche (23G). Más tarde el sol se ocultó y recorrimos carreteras oscuras, llegando a Uman poco antes de las 21h.
La Terminal de Uman se encuentra a más de 2km del lugar donde había decidido alojarme. De día hubiera caminado, pero a esas horas preferí utilizar los servicios de un taxi y me subí en uno. Cuando llegamos a la puerta del hotel el taxista, con toda su cara dura, me pidió 10 dólares (¡280G!). Yo ni me inmuté y le di lo que estimé correcto: 30G. Como el hombre empezó a protestar airadamente subí a 40G, y de ahí ya no me moví. Tras un viaje maratoniano no estaba para aguantar tonterías. Y eso que el sinvergüenza se negaba a abrirme el maletero para recuperar la mochila grande. Vaya tela… Más tarde el recepcionista me dijo que le pagué el importe normal. A partir de este incidente no me compliqué la vida y empecé a utilizar Uber.
ALOJAMIENTO: HOTEL PALACE – 600G/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; lavabo privado con ducha de agua caliente; limpieza impecable; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; personal de la recepción muy amable.
*Puntos en contra: camas individuales; ubicación en un barrio deprimido, con viviendas en ruinas, fábricas abandonadas, y calles oscuras (aunque a no mucha distancia de los principales lugares de interés).
Pero lo que menos me gustó fue el precio. En parte culpa mía, porque visité Uman en fin de semana y realicé la reserva a través de Booking el mismo día de mi llegada, con lo cual las opciones económicas habían desaparecido. Pero es que además, a la hora de realizar el pago, la aplicación me cobró sin previo aviso 80G extra por noche en concepto de impuestos. Me pareció fatal, pero lo descubrí demasiado tarde y no pude hacer nada. En fin… Tampoco entendí mucho que mi habitación, con 6 camas para mí solo, costara menos que una normal.
Una vez instalado me alegré de haber sido previsor, porque antes de coger el taxi entré en una tienda y compré un bocadillo de pollo empanado con salsa (el segundo del día), un Kit Kat y una botella de agua (65G). Así no tuve que salir en busca de un lugar para cenar, y pude dedicarme a leer y descansar.
UN PARQUE DE POSTAL
Al día siguiente me desperté con pocas ganas de salir de la cama y me hubiera quedado un par de horas más. Pero se acercaba el invierno y cada vez había menos horas de luz, con lo cual me obligué a ponerme en marcha. Tras vestirme y preparar la mochila pequeña, me acerqué a una tienda y compré algo para desayunar: un croissant relleno de mermelada, un yogurt y un café con leche. Precio: 51G. Comí de pie junto a la entrada, y a continuación caminé hasta el Parque Sofiyivka.
Este jardín botánico fue creado en el año 1796 por el Conde Stanislaw Szczesny Potocki, un acaudalado magnate y militar que ocupó destacados cargos dentro del ejército del Reino de Polonia. El Parque consistió en un regalo de cumpleaños para Sofia, su futura mujer, de origen griego (de ahí el nombre). Aunque las cosas no acabaron muy bien: durante la relación Sofia le fue infiel con su hijastro; el Conde murió en 1805 considerado un traidor a su patria; y el gobierno de Rusia nacionalizó el Parque en 1832.
*Horario: 9h – 19h
*Precio: 70G
*Fotografía: ok
Una vez en la entrada principal compré el billete y comencé a explorar el Parque. También venden mapas, aunque están en ucraniano, así que me apañé con maps.me. El Parque Sofiyivka es enorme y me tiré casi 5 horas recorriendo sin descanso sus 150 hectáreas, atravesadas por el río Kamianka. Al principio lució un tímido sol y después se ocultó tras las nubes, pero las condiciones para la fotografía eran perfectas. Además el otoño creaba imágenes preciosas, con árboles de diferentes colores (hay más de 500 especies) y zonas cubiertas de hojas secas. Mi cámara echaba humo.
Durante mi visita pude contemplar cascadas artificiales de diferentes tamaños; cuevas; lagos con patos y cisnes; puentes de madera; y esculturas de mármol representando a dioses de la mitología griega, héroes y filósofos. En cuanto a lugares de interés concretos, estos fueron los más interesantes:
1. Ionian Sea: se trata de un lago formado por el río Kamianka donde se encuentra Snake Fountain (una fuente con un potente chorro); el Hall of Flora (un edificio con columnas que durante mi visita estaba en restauración); y varios miradores ubicados sobre enormes pedruscos. Un lugareño organiza paseos para pequeños grupos en su barca de remos.
2. Ciervos: están en un recinto vallado. Yo me asomé un momento y vi dos ejemplares: un macho tumbado en la hierba y una hembra cerca de la verja.
3. Island of Anti-Circe: situada en medio de otro tramo del río Kamianka, al noreste del Parque. Se accede en barca o por un puente de madera. En la isla está el Pabellón Rozevy, un templo circular muy fotogénico. Esta parte del río se puede navegar en todo tipo de embarcaciones, solo (remos o pedales) o formando parte de un grupo (remos o motor). También se alquilan motos eléctricas y segways; hay tiendas de souvenirs; puestos de comida; disfraces de época; etc… Yo aquí me compré un hot dog para llenar el estómago (35G).
4. Anfiteatro: una ladera cubierta de césped con dos tramos de escaleras que suben en zigzag entre jardines de rosas.
5. Universidad de Horticultura: fundada en Odessa y transferida a Uman en 1859. Su campus principal está junto a la entrada norte del Parque, y cuenta con varios edificios de imponentes fachadas.
Yo visité el Parque Sofiyivka un sábado. Como era temporada baja no esperaba mucha gente, pero me equivoqué de pleno, y acabé rodeado de centenares de turistas. Por un lado estuvo bien, porque se trataba básicamente de ucranianos, y me entretuve viendo cómo actuaban. Además pude hacerles fotos camuflado entre la multitud. Aunque en determinados lugares fue una locura, con miradores, esculturas y cascadas donde la gente hacía cola para interminables sesiones de selfies en las posturas más inverosímiles (algunas chicas llevaban en la mano manojos de hojas secas). Y no me quedó otra que armarme de paciencia. A pesar de todo me lo pasé genial, descubriendo rincones llenos de encanto, con el sonido del agua y los pájaros de fondo.
Desde el Parque regresé al centro de Uman caminando a ritmo pausado y decidí buscar un lugar para comer en condiciones, porque ya llevaba casi dos días a base de bocadillos.
COMIDA: PIZZA CELENTANO
Elegí este local por descarte. Mi idea era seguir probando platos típicos ucranianos, pero un sitio recomendado por mi guía de viajes había cerrado; y otro no tenía mesas disponibles. Y como al final el hambre apretaba entré en el primer restaurante que vi, parte de una cadena de pizzerías fundada en Lviv con más de 150 locales por todo el país. Por suerte tenían menú en inglés y las camareras eran muy majas.
Yo pedí una Pizza Bavaria, con salchicha, jamón york, champiñones y extra de queso. No era muy grande y la devoré en cuestión de minutos. Para beber cayeron dos jarras de cerveza (por una confusión con la chica que me atendió). Precio: 196G. En fin, una pizzería del montón para casos de emergencia.
EXPLORANDO UMAN
Tras la comida estuve dando un paseo por Uman. No es ni mucho menos una ciudad bonita, pero encontré varios edificios antiguos decorados con estatuas y relieves; un interesante mosaico soviético; y una escultura dedicada a Zalizniak y Gonta, dos militares Cosacos que en 1768 lideraron una rebelión popular contra el Reino de Polonia, cuyo punto culminante fue la Matanza de Uman, donde perdieron la vida un montón de judíos. Aunque lo que más me sorprendió fue un parque donde había un tanque expuesto en lo alto de un pedestal (una imagen habitual en las principales ciudades de Ucrania).
El recorrido finalizó en la Fuente de Uman (conocida como Pearl of Love), situada al sur de la ciudad, junto a un lago formado por el río Umanka. Fue inaugurada en el año 2018 al calor del éxito de la que hay en la ciudad de Vinnytsya, y funciona entre los meses de abril y octubre, con diferentes modos dependiendo de la hora, día de la semana… Yo presencié un breve espectáculo de luz y sonido y decidí regresar a mi hotel. Podía haber esperado un par horas para ver un show mucho más elaborado que utiliza una pantalla de agua, pero empezaba a hacer frío, y este tipo de atracciones no me seducen especialmente. Esto ya depende de cada uno…
Una vez en mi habitación solventé la cena picando unas galletas y me dediqué a descansar, satisfecho por cómo había transcurrido el día.
EN UN BARRIO JUDIO
La jornada comenzó tras una noche de sueño impecable, y de nuevo fui a la tienda del día anterior para comprar el desayuno (estaba abierta a pesar de ser domingo). Esta vez opté por un croissant de chocolate, acompañado de un yogurt y un café con leche (63G). A continuación me acerqué al último sitio de Uman que me faltaba visitar: la Tumba de Rabbi Nachman.
Este sabio y filósofo, nieto del fundador de la rama Hasídica del judaísmo, creó en la población de Breslov su propia congregación, que contaba con un gran número de seguidores. Cuando falleció en el año 1810 pidió ser enterrado en el cementerio judío de Uman, junto a las víctimas de la matanza llevada a cabo por los Cosacos. Y su tumba se ha convertido en un destacado lugar de peregrinaje al que cada Rosh Hashanah (el Año Nuevo judío) acuden miles de fieles de todo el mundo, entre los que también se incluyen grupos de jóvenes con ganas de fiesta que crean algún que otro altercado.
En la actualidad la Tumba de Rabbi Nachman se encuentra dentro del Breslov World Center, un edificio a escasa distancia de mi hotel. Está permitido el acceso a visitantes, aunque se requiere vestir con decoro y cubrirse la cabeza con una Kipá (el típico gorro judío), que proporciona un guarda en la puerta. Hay zonas separadas para hombres y mujeres.
Una vez en el recinto entré en la sinagoga y de repente me vi en medio de una escena inesperada. Los judíos Hasídicos son ultra-ortodoxos y visten de forma tradicional. Y a mi alrededor caminaban hombres con levita y sombrero negro, barba y dos larguísimos mechones de pelo a los lados de la cabeza. Otros recitaban en voz alta, o leían sus libros de texto mientras se balanceaban rítmicamente adelante y atrás. En las normas de comportamiento que había junto a la entrada no leí que estuviera prohibida la fotografía, pero yo mantuve mi cámara enfundada por si acaso.
Al cabo de un rato un chico me preguntó de dónde era y llamó a un hombre que hablaba español. La verdad es que se portó genial: me acompañó a una sala anexa donde está la Tumba de Rabbi Nachman, llena de fieles rezando (yo solo no hubiera entrado ni de coña); y me regaló un pequeño cuaderno con textos religiosos. Eso sí, también me invitó a aportar un donativo a la sinagoga (puse 20G). En otra sala había gente comiendo bocadillos y uvas, y tengo que reconocer que no recibí ni una sola mala cara, a pesar de ser un bicho raro por allí. Pero cada vez había más gente y al final decidí marcharme.
También merece la pena pasear por los alrededores del Breslov World Center, donde vive una comunidad judía cada vez más numerosa y te sientes transportado al centro de Tel Aviv, con rótulos escritos en hebreo o yidis, restaurantes de comida Kosher, y tiendas de productos típicos. Fue toda una experiencia.
VIAJE: UMAN – PERVOMAISK
Después de la visita regresé a mi hotel, preparé las mochilas, desalojé la habitación y caminé hasta la Terminal de Autobuses. El día anterior consulté los horarios para evitar sorpresas, así que cuando llegué mi vehículo ya estaba esperando en el andén (se dirigía a Mykolaiv, pero el de Kherson también sirve). Yo compré el billete al conductor (120G), ocupé un asiento junto a la ventana, y al poco nos pusimos en marcha.
La distancia a recorrer era de tan solo 110km, aunque a partir de la población de Kryve Ozero el autobús tomó una carretera local en un estado lamentable y avanzamos a paso de tortuga. Con lo cual al final tardé casi 3 horas en llegar a Pervomaisk, atravesando granjas y campos de cultivo. Al menos pude bajarme a pocos metros del hotel donde había decidido pasar la noche.
ALOJAMIENTO: HOSTYNNI DVIR – 700G/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; lavabo privado con ducha de agua caliente; limpieza impecable; mobiliario de época; ubicación inmejorable, en pleno centro de la ciudad; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; nevera.
*Puntos en contra: precio.
En Pervomaisk no abundan las opciones de alojamiento. Mi guía de viajes recomendaba dos hoteles: uno que no me convenció al encontrarse muy alejado del centro (era el único que aparecía en Booking); y el Hostynni Dvir, al que me dirigí sin ningún contacto previo. Por suerte estaba abierto. La chica que me recibió no hablaba ni palabra de inglés, aunque nos entendimos con monosílabos y gestos. Al principio me daba una habitación de 750G situada justo al lado de la recepción, lo cual era garantía de ruido. Así que pedí otra y gané con el cambio (más barata y ubicada en el segundo piso).
Una vez instalado salí a la calle con mi cámara de fotos para aprovechar las últimas horas de sol. Pervomaisk es una ciudad de escaso interés turístico, pero peinando el mapa descubrí un sitio que prometía y la verdad es que me gustó. Se trata del Parque Druzhba Narodiv, situado a 10 minutos de mi hotel, junto a la orilla del enorme río Bug Meridional. Allí pude caminar entre familias de lugareños. Y después subí hasta un puente con unas vistas geniales, justo sobre el punto donde el río Syniukha se une al Bug Meridional, cubierto de árboles y vegetación.
De regreso a mi habitación realicé una compra de comida en un supermercado, y solventé la cena con dos Perepichka (bollos rellenos de salchicha), una cerveza Stella Artois y una chocolatina. Así me pude dedicar a preparar la próxima excursión.
EN UNA ANTIGUA BASE DE MISILES
Al día siguiente me desperté antes de la hora prevista y ya no me pude dormir, con lo cual me tomé las cosas con calma. Desayuné unas galletas, me vestí, preparé las mochilas, y hasta me dio tiempo de salir a tomar un café con leche en un local cercano (20G). A continuación desalojé la habitación y me preparé para una de las visitas más esperadas de mi viaje a Ucrania.
Las Strategic Missile Forces eran un cuerpo del Ejército Soviético creado en el año 1959 para gestionar las bases de misiles nucleares de medio y largo alcance. Cuando Ucrania se independizó en 1991 tenía en su poder alrededor de un tercio de todo el arsenal soviético, con más de 1.500 cabezas nucleares. Pero 3 años más tarde se adhirió al Tratado de No Proliferación Nuclear y desmanteló sus bases (en gran parte por el elevado coste de mantenimiento). Estados Unidos pagó los gastos y Rusia se quedó con los misiles. A muchos ucranianos no les gustó este desarme y el tiempo les ha dado la razón, porque en otro escenario Rusia no se hubiera atrevido a anexionarse Crimea e invadir la región del Donbas con tanta ligereza.
Cerca de la localidad de Pobuzke, 25km al norte de Pervomaisk, había distribuidos 40 silos subterráneos con Misiles Balísticos InterContinentales (ICBM) listos para ser lanzados. La mayoría fueron destruidos, pero alguien decidió conservar 10 de estos silos junto al Puesto de Mando que los controlaba, y se convirtieron en el Museum of Strategic Missile Forces, inaugurado en el 2001. A Estados Unidos no le hizo gracia, porque pensaban que Ucrania no quería renunciar por completo a sus misiles. Y a Rusia todavía menos, porque a partir de entonces cualquiera podía acercarse a examinar unas instalaciones de máxima seguridad que ellos todavía mantenían operativas. Pero el proyecto salió adelante.
Muchos viajeros con poco tiempo deciden visitar el Museo realizando una excursión de un día desde Kiev a través de una agencia local, una opción cara y pesada (son más de 7 horas de desplazamiento entre ida y vuelta). Otros hacen una parada durante el trayecto en autobús entre Kiev y Odessa. Aunque si dispones de tiempo te recomiendo alojarte en Pervomaisk y recorrer el Museo con calma.
Un dato importante es que en el Museo no hay carteles en inglés. Y si apareces por tu cuenta te acompañará uno de los soldados que trabajaban en la base, que solo hablan ruso o ucraniano (no está permitido recorrer el recinto solo). Con lo cual te vas a perder mucha información. Yo investigué en Internet y encontré el número de teléfono de Elena Smerichevskaya, una guía de Pervomaisk que organiza visitas al Museo en inglés (a veces incluso contratada por las propias agencias de Kiev). Nada más llegar a la ciudad la llamé y en unos minutos acordamos todos los detalles y quedamos para el día siguiente. Sus servicios cuestan 300G por hora, un importe más que razonable.
A las 9.30h salí a la puerta del hotel, donde ya me esperaba Elena. Desde Pervomaisk se puede viajar al Museo en un autobús especial gratuito que parte cada día a las 8h; en autobuses ordinarios; o en taxi. La verdad es que cuando hablamos por teléfono Elena me dio a elegir entre las diferentes opciones sin intentar condicionarme, pero teniendo en cuenta los precios tan económicos de Ucrania me decanté por el taxi. La chica se encargó de alquilar uno, y la ida me costó 250G (apenas 8€). El trayecto duró media hora y fuimos charlando animadamente.
*Horario: 9h – 17h
*Precio: 120G (con 250G más si incluyes el descenso al puesto de control de la base)
*Fotografía: ok
Una vez en la entrada del Museo compré el billete de acceso (en total 370G); dejé mi mochila grande en una sala; y comenzamos la visita. Se dividió en 3 partes:
1. Museo: compuesto por varias salas donde se puede ver un mapa con todas las bases de misiles que había en Ucrania; diferentes armas (bombas, minas…); una moto con sidecar de la Segunda Guerra Mundial; fotos de Hiroshima y Nagasaki; banderas de la antigua URSS…
2. Puesto de Control: a continuación nos dirigimos a otro edificio de la base, caminamos por un túnel lleno de tuberías, y bajamos 12 pisos en un minúsculo ascensor. Allí vi la claustrofóbica sala donde hacían vida los soldados que trabajaban en el Puesto de Control, con sus camas, un pequeño lavabo similar al de un avión, un microondas (todo un avance en esa época)… Después subimos por unas estrechas escaleras al piso 11, donde se encuentra el Puesto de Control, con montones de pantallas, luces y dispositivos. En el centro están las dos sillas donde se sentaban los dos soldados encargados de lanzar los misiles. Si la situación lo requería recibían una llamada desde Moscú, introducían unos códigos en un ordenador de forma simultánea, y las cabezas nucleares partían hacia su objetivo (por suerte esto nunca pasó).
Sin duda fue la mejor parte de la visita. Pude sentarme en una de las sillas y junto a Elena activamos un par de veces el lanzamiento de los misiles, rodeados de luces y el sonido de sirenas de alarma. Impresionante. Además me encantó caminar por esos antiguos pasillos, abriendo compuertas metálicas y observando cada detalle.
3. Armamento: de nuevo en el exterior Elena me enseñó el resto de instalaciones de la base: edificios protegidos por redes electrificadas; un puesto de vigilancia donde en el pasado se ubicaba un soldado armado con una ametralladora… También vimos la parte superior de dos silos: el del Puesto de Control, y el de uno de los misiles (con la puerta entreabierta).
El recinto del Museo está lleno de vehículos de combate, y pude contemplar de cerca todo tipo de tanques, aviones, helicópteros, camiones y vagones de tren para transportar los misiles… Los auténticos fans tienen la posibilidad de dar un paseo en un tanque pagando 6milG. También hay misiles de diferentes modelos, incluido el SS-18 Satan (el mayor jamás construido por los rusos), de dimensiones gigantescas.
Contratar los servicios de Elena fue un gran acierto. La chica se portó de maravilla: sin prisas, aportando un montón de anécdotas y datos curiosos, me animaba a subirme en los vehículos de combate, me hizo varias fotos, me recomendó otros lugares interesantes de la zona… Además estuvimos en el Museo 2,5 horas y solo me cobró 600G. Y hasta quería poner 50G para el taxi (por supuesto no se los acepté). Un encanto de guía que considero imprescindible para sacarle todo el partido al Museo.
Cuando acabamos la visita recuperé mi mochila grande y seguimos una pista de tierra durante 2km hasta la carretera principal. Allí no sé muy bien qué tenía previsto Elena para volver a Pervomaisk (¿esperar a que pasara un autobús?). El caso es que un coche con matrícula de Lituania paró y nos llevó hasta el centro (Elena me dijo que tuvimos mucha suerte, porque no era nada habitual). De esta forma finalizó mi recorrido por Uman y Pervomaisk.
CONCLUSION
Cuando me enteré de la existencia del Museum of Strategic Missile Forces no me lo podía creer, y junto a la Zona de Exclusión de Chernobyl se convirtió en el principal objetivo de mi recorrido por Ucrania. Es una experiencia alucinante y eso que no tengo ni idea de ingeniería. Además, siempre les encuentro pegas a los guías y en el caso de Elena acabé realmente satisfecho, así que te aconsejo sus servicios. Y ya que estás en la zona, si dispones de tiempo no dejes de visitar la ciudad de Uman, con el Parque Sofiyivka y la Tumba de Rabbi Nachman. Dos días serán suficientes para ver todo.
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