Una tranquila población de la República Srpska con un puente otomano, edificios históricos y un fuerte abandonado en las montañas
Trebinje es una población atravesada por el río Trebisnjica y situada en el extremo suroriental de Bosnia, dentro de la República Srpska, donde vive la comunidad Serbia del país. Durante la Edad Media fue la capital del Principado de Travunija, que perteneció a los Reinos de Serbia y Bosnia. Más tarde, en el año 1482, el Imperio Otomano conquistó la zona y permaneció más de 4 siglos, con lo cual buena parte de los edificios históricos de Trebinje son de esta época. Durante la Guerra de Bosnia el lugar albergó la principal base militar Serbia de la región de Herzegovina. Los Bosnios musulmanes huyeron o fueron asesinados, y la mayoría de sus mezquitas acabaron destruidas.
A pesar de encontrarse a escasa distancia de sitios muy turísticos como Dubrovnik (Croacia) o Kotor (Montenegro), Trebinje apenas recibe visitantes y conserva una atmósfera realmente auténtica. Entre sus lugares de interés destacan el Puente Arslanagic; el Monasterio Hercegovacka Gracanica; o el Fuerte Strac, perdido en las montañas.
VIAJE: MOSTAR – TREBINJE
Este desplazamiento me hizo perder 2 días: el primero porque tenía previsto viajar un domingo y a última hora descubrí que los fines de semana no hay autobús desde Mostar; y el segundo porque la única salida diaria es a las 17.30h. Por suerte el dueño de Pansion Villa Anja me dejó alojarme una noche más pagando solo 20M; y el día del viaje estuve descansando en el estudio hasta cerca de las 12h; y escribiendo con un capuchino en el agradable café de la Terminal.
Tras comprar el billete en la taquilla (18M) esperé en el andén indicado y el autobús apareció con un cuarto de hora de retraso procedente de Banja Luka. A continuación guardé la mochila grande en el maletero (2M) y ocupé un asiento junto a la ventana. Yo cogí el autobús en la Terminal Este de Mostar, pero también paró en la Oeste (igual te pilla mejor). Una vez en marcha pasamos cerca del Fuerte de Blagaj, iluminado con los últimos rayos de sol; avanzamos por una zona de espesos bosques y aldeas solitarias; cruzamos la frontera de la República Srpska; y nos detuvimos un par de veces en poblaciones de escasa importancia. La última parte del viaje ya era noche cerrada, así que no pude entretenerme con el paisaje.
El trayecto duró algo más de 3 horas y fue de todo menos tranquilo. El conductor pisó el acelerador a fondo por estrechas carreteras locales, y nos ofreció un festival de frenazos al límite y sacudidas. Eso sin contar el riesgo de sufrir un accidente, tanto por salirse de la calzada como por chocar con un vehículo en sentido contrario. Fue una locura. Y encima de fondo no paró de sonar una música techno repetitiva que no venía a cuento. Al final tenía la cabeza a punto de explotar. La única ventaja (por buscarle algo positivo a la situación) es que llegamos a la Terminal de Trebinje media hora antes de lo previsto.
Desde allí caminé 1km hasta el lugar elegido para pasar la noche. Durante unos minutos charlé con una pareja de turistas (ella chilena, él checo) que viajaron en el mismo autobús y parecían un tanto perdidos; y nos despedimos.
ALOJAMIENTO: GUESTHOUSE VRELO OKO – 24M/Noche
*Puntos a favor: habitación muy espaciosa; baño privado con ducha perfecta; limpieza impecable; buena ubicación, a 10 minutos a pie del casco antiguo; tranquilidad total por la noche; nevera; aire acondicionado; propietario (Djordje) muy amable; precio.
*Puntos en contra: camas individuales; mobiliario destartalado; wifi solo en el patio (no llega a la habitación); lavabo con un espejo diminuto, techo muy bajo y un agujero en la pared que tuve que tapar con un trapo para que no entraran mosquitos.
En Trebinje hay una amplia oferta de alojamiento, principalmente apartamentos y habitaciones en casas privadas. Así que reservé 2 noches a través de Booking en un sitio económico, con valoraciones positivas de los usuarios, y relativamente cerca de la Terminal (no quería deambular por las calles de noche con mis mochilas). Eso sí, me costó bastante encontrar la guesthouse, porque el barrio estaba completamente a oscuras y en el exterior de la casa no hay ningún tipo de cartel. Por suerte me orienté bien y tras llamar por teléfono la dueña se asomó al balcón y bajó a recibirme.
A ver, la habitación era un desastre (sin duda la peor de mi viaje por Bosnia), pero el precio estaba en consonancia. Además la familia propietaria me cayó genial: Djordje se mostraba encantado de charlar conmigo y me invitó a Rakija; y su madre no hablaba inglés, pero siempre me dedicaba una sonrisa y me ofrecía una taza de café Bosnio (muy espeso). Con lo cual Vrelo Oko me parece una opción a tener en cuenta para presupuestos ajustados.
Nada más instalarme salí a toda prisa para hacer una compra de comida en un supermercado cercano que estaba a punto de cerrar. La cena consistió en salchichón con pan tostado, una cerveza Jelen (originaria de Serbia) y un plátano. Y me preparé para un descanso más que merecido.
EXPLORANDO TREBINJE
Al día siguiente me levanté tras una noche de sueño impecable. No se escuchaba absolutamente nada. Una vez en pie desayuné un plátano, un croissant de chocolate y un yogurt; preparé la mochila pequeña; y salí al exterior, donde lucía un sol radiante. Esto fue lo más destacado de mi recorrido por Trebinje:
1. Monasterio Hercegovacka Gracanica: se encuentra en la cima del Monte Crkvina, a 2,5km del centro de Trebinje, y es Ortodoxo. Yo llegué a pie siguiendo una carretera en constante subida que me dejó sin respiración. Aunque una vez arriba disfruté de una panorámica espectacular del pueblo, con el río Trebisnjica, varios puentes, un mar de tejados de color rojo y las montañas de fondo (mejor luz para la fotografía por la mañana).
El Monasterio data del año 2000 y es una copia casi idéntica del famoso Monasterio de Gracanica, del siglo XIV, situado a unos kilómetros de Pristina (Kosovo). Por lo visto el origen de Hercegovacka Gracanica se debe al deseo de Jovan Ducic, un importante poeta nacido en Trebinje, que falleció en 1943 y quería ser enterrado en una iglesia de estas características. El templo es de estilo Bizantino y tiene un elegante exterior. Dentro las paredes y techos están cubiertas de frescos con todo tipo de escenas de la Biblia, santos y personajes destacados de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Aunque me sorprendió que en varias zonas había manchas de humedad y la pintura se estaba cayendo a trozos (a saber qué materiales utilizaron). Desconozco si está permitida la fotografía, pero yo hice unas cuantas con discreción.
Durante mi visita compartí el lugar con un puñado de turistas locales que obviamente subían al Monte Crkvina en coche. De regreso al centro de Trebinje pasé junto a viviendas de frondosos jardines, con parras, higueras y coloridas flores.
2. Puente Arslanagic: fue construido en el año 1574 por Mehmed-Pasha Skolovic en homenaje a su hijo, fallecido durante una batalla. Su nombre se debe a Arslan-aga, un tipo que en el siglo XVII se encargaba de cobrar el peaje por cruzar el puente, aunque el oficial es Puente Perovic. Al principio estaba situado 5km más al este, pero en 1965 la construcción de la Planta Hidroeléctrica Trebinje I y su embalse correspondiente inundó la zona. Por suerte el gobierno Yugoslavo decidió conservarlo y lo trasladó a su ubicación actual.
El Puente es una maravilla y lo contemplé desde todos los ángulos posibles. Después continué paseando por el río Trebisnjica rodeado de escenas de postal, con edificios reflejados en las aguas; grupos de patos nadando; dos molinos de agua; y algún lugareño pescando. Me encantó.
3. Plaza Slobode: es el centro neurálgico de Trebinje, siempre a la sombra gracias a los enormes plátanos que rodean la plaza. Cuenta con varios cafés de animadas terrazas donde la gente se sienta a charlar. Y cada mañana tiene lugar un mercado al aire libre en el que varias señoras venden todo tipo de productos tradicionales de la zona: fruta, verdura, vino, miel, aceite, ajvar, queso, rakija… Además cuando pasé se estaba celebrando un acto de un partido político, con sus miembros repartiendo banderas de la República Srpska y música épica de fondo.
COMIDA: HOTEL PLATANI
Este hotel se encuentra en un extremo de la Plaza Slobode y tiene más de 50 años de antigüedad. Su restaurante está considerado como uno de los mejores de Trebinje, así que me acerqué a comprobarlo. Tras sentarme en una mesa de la terraza examiné el menú (en inglés) y descubrí que los precios eran bastante caros (un plato de carne o pescado costaba entre 10 y 20€). Así que pedí una Ensalada Shopska, Arroz con verduras (las opciones vegetarianas eran más económicas), y 2 cervezas Nektar (pequeñas). Precio: 22M.
Al menos el camarero que me atendió fue muy atento; la comida estaba rica; y me gustó la atmósfera, rodeado de lugareños. En definitiva un lugar recomendable, aunque no apto para todos los bolsillos. Una vez con el estómago lleno regresé a mi habitación para descansar un rato y evitar la parte central del día, porque el sol pegaba con fuerza.
MAS LUGARES DE INTERES
Pasadas las 16h caminé hasta el centro de Trebinje y continué con mi recorrido:
4. Casco Antiguo: no es ni mucho menos tan grande como los de Sarajevo o Mostar, pero cuenta con infinidad de rincones llenos de encanto. Durante mi paseo descubrí tramos de muralla, puertas medievales, dos mezquitas, una torre del reloj, gatos deambulando, y cafés con terrazas llenas de gente a cualquier hora. También me llamó la atención el Museo de Herzegovina, ubicado en un antiguo cuartel austro-húngaro, aunque no lo visité.
Las mejores vistas del Casco Antiguo se obtienen desde la orilla opuesta del río Trebisnjica (por la mañana la luz es perfecta para la fotografía).
5. Gradski Park: está al lado de la Plaza Slobode y es un lugar ideal para pasear o sentarse a observar a la gente. El centro está presidido por la Catedral de la Santa Transfiguración, un templo ortodoxo construido en 1908 con un interior lleno de frescos donde aparecen escenas de la Biblia y personajes más modernos, como Jovan Ducic o Nikola Tesla. En el parque hay varias estatuas, incluido un Memorial dedicado a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.
6. Iglesia Arhangel Mihailo: para acabar el día decidí visitar este lugar situado en lo alto de una colina, a 1,2km del centro. La subida fue más dura de lo previsto y llegué empapado en sudor, cruzando una zona residencial. Aunque una vez arriba pude contemplar unas vistas épicas de Trebinje, con el Monasterio Herzegovacka Gracanica en la distancia y las montañas teñidas de color naranja. Los gritos de un borracho sentado a escasos metros rompían un poco la magia, pero por su edad deduje que vivió muy de cerca la Guerra de Bosnia y a saber qué horrores le habían llevado a su situación actual. En cuanto a la iglesia, tiene un diseño curioso aunque es de construcción reciente y apenas le dediqué un par de minutos.
Tras la puesta de sol volví a mi alojamiento. Allí me encontré con Djordje y nos sentamos en el patio a tomar un chupito de Rakija, acompañados de su espectacular perro Samoyedo de pelaje blanco. Al rato se tuvo que marchar porque trabaja de taxista, y yo me fui a mi habitación. Para cenar repetí el menú del día anterior y me acosté rodeado de un silencio sepulcral.
UN FUERTE ABANDONADO
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 8h y me puse en marcha sin perder tiempo. A continuación desayuné; metí las cámaras de fotos en mi mochila; y me dirigí al último lugar que quería visitar en Trebinje: el Fuerte Strac. Se trata de una Fortaleza Austro-Húngara construida en el año 1916 que en su época era una de las más grandes de los Balcanes. Pero las bombas de la Segunda Guerra Mundial la dejaron inservible y hoy día permanece abandonada a su suerte.
El Fuerte Strac se encuentra en las montañas al sur de Trebinje y la ruta consiste en 14km (ida y vuelta) con un desnivel positivo de +400m. Primero caminé hacia las afueras del pueblo siguiendo la orilla izquierda del río Trebisnjica, atravesando un bonito paisaje, con granjas aisladas y un molino de agua. Después alcancé la base de las montañas y comencé a subir por un sendero muy bien señalizado con marcas de pintura roja y blanca. Y tras cruzar un tramo de bosque con una fuerte pendiente donde me encontré a un pastor con su rebaño de cabras llegué a una pista menos exigente que ganó altura poco a poco haciendo eses. A medio camino disfruté de una panorámica genial de Trebinje, y continué sin cruzarme con absolutamente nadie. No me extraña porque hacía un sol de justicia que no invitaba a caminar.
La mayoría de colinas que rodean Trebinje están coronadas por las ruinas de algún fuerte Austro-Húngaro, al igual que ocurre en Sarajevo. Pero lo que hace especial a Strac (a parte de sus dimensiones) es que está excavado en la roca y no es visible hasta que no te encuentras a escasos metros. Su imagen es realmente lúgubre, con una fachada oscura llena de ventanas entre montones de escombros y arbustos. A pesar de todo accedí al interior y estuve unos minutos investigando, aunque la estructura no me inspiraba confianza y no pasé del primer piso. Después continué por el sendero hasta el techo del fuerte, rematado por varias cúpulas metálicas donde imagino que se ubicaban soldados con ametralladoras. Las vistas de las montañas son magníficas y aproveché para sentarme un rato a picar unas galletas y beber un litro de zumo de naranja que me devolvió la vida.
A continuación regresé al centro de Trebinje por el mismo camino. Esta vez era cuesta abajo y avancé a buen ritmo a pesar de las afiladas piedras de la pista. A esas horas ya hacía bastante calor y sudé a mares, pero finalicé el recorrido sin incidentes. En total tardé algo menos de 3 horas. Si te gusta el Urbex la visita a Fort Strac es imprescindible.
COMIDA: SESTO SENSO RESTAURANT
Antes de marcharme de Trebinje necesitaba llenar el estómago y decidí probar otro de los mejores restaurantes del pueblo: el Sesto Senso. Está situado cerca del río Trebisnjica y es un lugar muy elegante, con mantelería de un blanco inmaculado, camareros atentos y música agradable.
Yo me senté en la terraza y pedí Ensalada Shopska; Karadordeva Snicla (un rollito de pollo rebozado relleno de queso) acompañado de patatas fritas y arroz; y una cerveza Jelen (pequeña). Suerte que estaba hambriento, porque las raciones son gigantescas y acabé a reventar. Además la comida estaba muy rica y los precios asequibles (22,5M). En general este sitio me gustó más que el restaurante del Hotel Platani.
Así acabó mi estancia en Trebinje y me preparé para mis próximas aventuras en las montañas de Sutjeska.
CONCLUSION
Durante mi recorrido por Bosnia decidí incluir una visita a la República Srpska, habitada por la comunidad Serbia del país, para no quedarme únicamente con una cara de la historia. Hay quien opta por viajar a Banja Luka, la capital de la República Srpska, pero se trata de una ciudad moderna sin lugares de interés turístico. Así que preferí conocer Trebinje, una población tradicional de ambiente relajado con varios monumentos antiguos; ubicada no muy lejos del Parque Nacional Sutjeska; y que además me pillaba de camino a Dubrovnik. Te recomiendo pasar un día completo, aunque si te gusta el Urbex deberás incluir también la excursión al Fuerte Strac.
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