Descubriendo por libre la capital de una república soviética independiente sin reconocimiento internacional, rodeado de símbolos comunistas
Transnistria es una autoproclamada república independiente con capital en Tiraspol que ocupa una estrecha franja de terreno entre el río Dniester (o Nistru en rumano) y la frontera de Ucrania. Oficialmente se llama República Moldava de Pridnestrovia, aunque es más conocida por el nombre coloquial que le otorgaron los rumanos, que significa “más allá del Nistru”. Ningún país de las Naciones Unidas reconoce a Transnistria y muchos gobiernos desaconsejan visitarla porque en caso de problemas estás en tierra de nadie, con un acceso limitado a asistencia consular. Además durante mi visita el país llevaba más de un año cerrado al turismo para reducir el número de contagios por coronavirus.
Junto a su particular situación geopolítica, el principal motivo por el que algunos viajeros deciden entrar en Transnistria es su aspecto soviético. Pasear por las calles de Tiraspol es como dar un salto en el tiempo, descubriendo bloques de pisos de formas curiosas, estatuas de Lenin y memoriales sorprendentes. Un colofón perfecto para mis viajes a Bielorrusia y Moldavia.
BREVE HISTORIA DE TRANSNISTRIA
Los orígenes de Transnistria se remontan al año 1924 cuando Rusia creó la República Autónoma Socialista Soviética de Moldavia, que incluía la actual Transnistria, para desestabilizar y hacerse con el control de la vecina Bessarabia (actualmente Moldavia), que en esa época pertenecía a Rumanía. Al final lo consiguieron en 1940 tras el pacto firmado con la Alemania Nazi y crearon la República Socialista Soviética de Moldavia, formada por Transnistria (industrializada y de población principalmente rusa/ucraniana) y Bessarabia (agrícola y más afín a Rumanía).
En 1989, durante la desintegración de la Unión Soviética, en la República de Moldavia se autorizaron varias leyes favorables a la mayoría moldava, como el establecimiento del Rumano como única lengua oficial, una nueva bandera, o el retorno al alfabeto latino. Y ante la posibilidad de una unión entre Moldavia y Rumanía, temiendo convertirse en una minoría desfavorecida, en 1990 los transnistrios proclamaron su independencia con la intención de seguir formando parte de la URSS.
A partir de aquí la tensión fue en aumento y desembocó en un conflicto armado que enfrentó a Moldavia por un lado, con el apoyo de Rumanía; y a Transnistria por otro, con la ayuda de tropas rusas y grupos de Cosacos. En la guerra murieron alrededor de mil personas, y finalizó en 1992 con la firma de un tratado de paz entre Rusia y Moldavia. Desde entonces han tenido lugar numerosas reuniones e intentos de negociación, pero a fecha de hoy Transnistria continúa en un limbo legal, sin avances significativos.
Como dato curioso, Rusia apoyó de forma decisiva a la nueva república, y en su territorio tiene un consulado y varios cuarteles militares que garantizan su seguridad. Pero no reconocen a Transnistria como país, a diferencia de otras repúblicas soviéticas en una situación similar, como Ossetia del Sur o Abkhazia, de mayor importancia estratégica para Putin.
PREPARATIVOS
Aunque no tenga reconocimiento internacional Transnistria es un país independiente a todos los efectos, y conviene saber sus particularidades:
Visado
Para entrar en Transnistria no es necesario visado. En su lugar los agentes de aduanas entregan una Tarjeta de Inmigración donde aparece la Duración de la estancia (oficialmente el máximo permitido son 45 días) y la Dirección del alojamiento, sin sellar el pasaporte. Esta Tarjeta es gratuita y hay que devolverla al abandonar el país (si la pierdes te enfrentas a una multa).
Idioma
En Transnistria las lenguas oficiales son el Ruso; el Moldavo o Rumano (que aquí se escribe utilizando los caracteres del alfabeto Cirílico); y el Ucraniano. Aunque obviamente el Ruso es el idioma más extendido, empleado por la administración y los medios de comunicación.
Moneda
El Rublo Transnistrio, que a su vez se divide en 100 Copecks. Cuando visité Transnistria el tipo de cambio era de 1 eur = 19,2R (marzo/2021). Esta moneda tiene 3 características:
-Fruto de la situación del país no es posible utilizar tarjetas de débito o crédito emitidas fuera de Transnistria. Hubo un tiempo en el que un cajero automático de Tiraspol permitía obtener Rublos Rusos (a un tipo de cambio horrible); y algunos comercios turísticos aceptaban tarjetas extranjeras (aplicando fuertes comisiones). Pero durante mi visita ya no había alternativas, así que deberás entrar en Transnistria con suficiente dinero en efectivo para toda tu estancia (preferiblemente euros o dólares).
-Los Rublos Transnistrios no se aceptan fuera del país al no ser una moneda reconocida, con lo cual intenta gastarlos o cambiarlos antes de cruzar la frontera.
-En el año 2014 el banco central emitió una serie de monedas de plástico realmente curiosas (parecen de mentira), con valores de 1, 3, 5 y 10 Rublos Transnistrios. Y pronto se convirtieron en un souvenir cotizado entre los turistas que visitan el país. La verdad es que hay muy pocas en circulación y no se dejan ver en el día a día. Si estás interesado en hacerte con ellas lo más fácil es acudir a un banco y pedirlas. Yo visité una sucursal de Agroprom Bank; enseñé una foto de las monedas; y las conseguí sin problema.
En Transnistria hay un montón de casas de cambio y todas ofrecen tipos similares. Puedes consultar el cambio oficial en la página web del Banco Central de Transnistria para tener una referencia.
Teléfono
La mayoría de viajeros que visitan Transnistria eligen una de estas alternativas:
-Utilizar las redes wifi disponibles en la mayoría de alojamientos, cafés y restaurantes de Tiraspol y Bendery. Conviene complementar esta opción con alguna app de mapas con GPS como maps.me para orientarte durante los paseos.
-Continuar utilizando una tarjeta SIM adquirida en Ucrania o Moldavia, ya que el territorio de Transnistria es muy estrecho y en teoría llega la señal. Yo tenía una tarjeta de Orange comprada en Chisinau y la verdad es que la cobertura era bastante errática, desconozco si por problemas de la compañía o por la propia situación del país.
Si tienes previsto pasar bastante tiempo en Transnistria una tercera opción es contratar un plan con la única operadora nacional, llamada InterDnestrCom (IDC). El problema es que muchos móviles extranjeros no son compatibles. Para saberlo visita una tienda de la compañía con tu móvil y un empleado te informará.
VIAJE: CHISINAU – TIRASPOL
Cuando me desperté por la mañana en el Hostel City Centre de Chisinau sabía que tenía por delante una jornada complicada. Pero decidí tomarme las cosas con calma e ir paso a paso, así que preparé las mochilas; dejé la grande en la habitación de los empleados; salí a la calle con lo imprescindible para unos días; y caminé hasta la Terminal Central de Autobuses. Estas fueron las etapas de mi viaje a Tiraspol:
1. Marshrutka a la frontera: el primer reto consistió en encontrar transporte. Las marshrutkas que van a Transnistria aparcan en la parte trasera de la Terminal y en circunstancias normales hay salidas regulares, pero alguien me dijo que quizás el servicio estaba suspendido de forma temporal a causa del coronavirus. Por suerte había una marshrutka y me dirigí al conductor. De entrada el hombre no lo vio nada claro y me repetía “¡quarantine!”, pero al insistir me condujo hasta la taquilla, situada a unos metros, y pude comprar un billete a Tiraspol (46L). A continuación ocupé un asiento de la fila individual; me tomé un café con leche mientras esperaba; y a la hora prevista nos pusimos en marcha.
La frontera de Transnistria se encuentra 3km antes de llegar a la población de Bendery. El trayecto duró algo más de una hora y el paisaje estuvo entretenido, con enormes bloques de pisos de aspecto soviético, edificios abandonados, carteles curiosos y paradas de autobús cubiertas de mosaicos. Junto a mí viajaban 5 lugareños. Yo reconozco que iba intranquilo, porque estaba seguro de que en la frontera surgirían problemas.
En Chisinau varios moldavos me habían dicho que los extranjeros tenían prohibido el acceso a Transnistria por la crisis del coronavirus. Yo busqué en internet información oficial (sin éxito); e incluso envié un correo al Ministerio de Interior solicitando permiso (no me contestaron). Así que al final decidí someterme a un test PCR en un centro médico un par de días antes y confié en que el documento con resultado negativo más mi condición de turista occidental me abrieran las puertas.
Al llegar a la frontera subió a la marshrutka un agente de aduanas; me preguntó el motivo de mi visita a Transnistria, cuánto tiempo quería estar y dónde me iba a alojar; y se marchó con mi pasaporte y el resultado del test PCR. Durante unos segundos pensé que mi estrategia había funcionado, pero poco después me hizo bajar con mi mochila mientras la furgoneta continuaba rumbo a Tiraspol. El chaval me explicó que para entrar en el país tenía que enviar un correo electrónico al Ministerio de Sanidad explicando mi situación y adjuntando copias de mi pasaporte y el test PCR. Y en 2 días me responderían (¡?).
La verdad es que fue una gran decepción, pero en vez de enfadarme busqué la complicidad del agente (Nicholas): le dije que estaba visitando las antiguas repúblicas de la Unión Soviética y tenía muchas ganas de conocer Transnistria; le enseñé fotos de mi blog… Al final, cuando ya estaba resignado a esperar una marshrutka de regreso a Chisinau, le pregunté si había otra forma de acceder al país. No se muy bien qué respuesta esperaba, pero el caso es que Nicholas me planteó una alternativa y acepté sin dudarlo.
2. Taxi hasta Bendery: el chaval habló con su compañero del lado moldavo; llamaron a un taxi; y le dio instrucciones para que me llevara al otro lado de la frontera por una serie de caminos de tierra que atravesaban una llanura desierta. Antes de despedirnos pensé que Nicholas me exigiría dinero por su ayuda, pero se limitó a darme la mano y subí al coche. Y eso que había leído historias para no dormir sobre la corrupción de los agentes de aduanas transnistrios. En mi caso nada más lejos de la realidad.
La sensación de aventura mientras me adentraba de forma ilegal en el territorio de Transnistria fue única. Y el taxista se portó genial: durante el trayecto me indicó qué autobuses necesitaba para llegar a Tiraspol; me cambió 50L por 50 Rublos Transnistrios (R), cuando 1R = 0,9L; y me cobró solo 40L por el trayecto (teniendo en cuenta la situación me podía haber pedido lo que le hubiera dado la gana). Por lo visto era mi día de suerte.
3. Taxi a la Terminal de Autobuses: el taxista me dejó en una zona residencial de Bendery, a unos metros de una parada de autobús, y caminé hasta ella mientras empezaba a nevar. Aunque al ver un taxi aparcado preferí alejarme de la frontera lo antes posible para evitar problemas, y en unos minutos llegué a la Terminal de Bendery (24R).
4. Marshrutka hasta Tiraspol: frente a la Terminal había una hilera de vehículos aparcados. Yo seguí las indicaciones del taxista, encontré la marshrutka nº 20, pagué el billete al conductor (4R) y nos pusimos en marcha. El viaje duró apenas un cuarto de hora. De camino cruzamos el río Dniester por un puente; y pude ver los primeros ejemplos de arquitectura soviética, con edificios, carteles de entrada y algún memorial. Yo fui controlando mi ubicación en el mapa y me bajé de la furgoneta a unas calles del lugar que había elegido para pasar la noche. Prueba superada. No me lo podía creer.
ALOJAMIENTO: LIKE HOME HOSTEL – 160R/noche
*Puntos fuertes: dormitorio de 6 plazas para mí solo; cama completamente autónoma, con luz, enchufe y una cortina que proporciona bastante privacidad; buena limpieza; ubicación inmejorable, a escasos minutos del centro; tranquilidad total por la noche; cocina con nevera compartida; wifi rápido; familia propietaria muy acogedora; precio.
*Puntos débiles: no se me ocurre ninguno.
El último reto del día era conseguir alojamiento. En Booking aparecían varios lugares, incluidos un par de hostels con muy buenas críticas, pero a lo mejor estaban cerrados por la crisis del coronavirus y la ausencia de turistas extranjeros. Yo no hice ninguna reserva porque no tenía claro que pudiera cruzar la frontera, y caminé hasta el Like Home Hostel. En la puerta me encontré al padre de la propietaria; habló con su hija; y por suerte me pude instalar, a pesar de que el alojamiento llevaba un año sin apenas huéspedes.
A continuación el cuerpo me pedía descanso, pero me obligué a salir a la calle para realizar varias gestiones. Y eso que en el exterior hacía un tiempo horrible y cada vez nevaba con más fuerza.
COMIDA: LA TOCANA
En Google Maps este sitio aparecía como La Placinte y se encuentra a menos de 1km del hostel, así que fui directo con ganas de llenar el estómago. Una vez allí comprobé que el restaurante se llama en realidad La Tocana (quizás ha cambiado de propietarios), pero el estilo es muy similar y ocupé una mesa de su amplio comedor.
El menú es realmente variado, con un montón de platos típicos. Está en ruso pero con la ayuda de Google Translator y las fotos de los platos me conseguí aclarar. Yo pedí Zeama, Draniki con pollo y champiñones, y una jarra de cerveza Chisinau. La actitud de la camarera no pudo ser más apática y la comida no me acabó de convencer (la sopa poco consistente y las tortitas de patata demasiado hechas), aunque lo cierto es que a mi alrededor había bastantes mesas con lugareños. Precio: 122R.
Después realicé una compra de alimentos en una tienda y regresé al hostel. Allí estuve un buen rato charlando con el padre de la dueña, que no tenía mucho que hacer. El hombre era noruego, llevaba 15 años viviendo en Tiraspol y me aportó gran cantidad de información útil. Ya en la habitación, solventé la cena con un par de bollos y me estiré en la cama, quedándome dormido al momento. Había sido un día lleno de retos y estaba realmente satisfecho.
DESCUBRIENDO TIRASPOL
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable. Cuando me instalé en el dormitorio elegí la cama pegada al radiador y se estaba genial (ni siquiera necesité taparme). Como no llovía me puse en marcha sin perder tiempo. Desayuné un plátano, galletas y un yogurt; cogí mi cámara de fotos; y salí a conocer Tiraspol.
El nombre de la capital de Transnistria consiste en la unión de dos palabras de origen griego: Tiras (así llamaban en la antigüedad al río Dniester) y Polis (ciudad). La mayoría de lugares de interés turístico están distribuidos a lo largo de la calle 25 de Octubre (el día que comenzó la Revolución Bolchevique en Rusia).
Yo realicé un recorrido a pie de unos 6,5km, de este a oeste, visitando los siguientes sitios:
1. Victory Park: en el centro hay una estatua de Grigory Kotovsky, un comandante del Ejército Rojo y miembro del Partido Bolchevique que en 1924 colaboró activamente en la creación de la República Autónoma de Moldavia. Y en un lateral visité un siniestro parque infantil con todo de atracciones, incluida una noria que me recordó a la de Pripyat, rodeada de árboles pelados.
2. Drama & Comedy Theatre: un elegante edificio con columnas y los carteles de las funciones en curso.
3. Monumentos/Memoriales: en los alrededores del Teatro hay varias esculturas. Están dedicadas a Taras Shevchenko (el famoso poeta ucraniano); a los Estudiantes que murieron durante la Gran Guerra Patriótica; y a Yuri Gagarin (el primer astronauta que viajó al espacio).
4. Ayuntamiento: uno de los platos fuertes de Tiraspol. El edificio es imponente, pintado de color blanco, con columnas y una aguja rematada por una estrella de Stalin. Además frente a él hay un busto de Lenin.
5. Palacio de la República: su fachada está decorada con elaborados relieves que representan escenas de temática soviética.
6. Embajadas de Abkhazia y Ossetia del Sur: estas dos repúblicas (junto a Artsakh) son las únicas que reconocen oficialmente a Transnistria y ocupan un local en la calle 25 de Octubre, con sus curiosas banderas ondeando sobre la entrada.
7. Murales: en la esquina con la calle Shevchenko hay dos edificios cuyas fachadas lucen bonitos murales.
8. Cine Tiras: todavía está operativo, a pesar de su aspecto anticuado.
9. Iglesia de la Natividad: es el principal templo de la capital, aunque fue construido en el año 1999. Es blanco con cúpulas doradas y me costó hacerle fotos, evitando árboles, cables y vehículos aparcados. El interior está cubierto de iconos y frescos.
10. Plaza Suvorov: la más importante de Tiraspol, presidida por una estatua ecuestre de Alexander Suvorov, un general ruso al servicio de la emperatriz Catalina la Grande que fundó la ciudad en el año 1792. Tiene una avenida con puestos de comida y artesanía; un lago con patos y cisnes; y un conjunto de banderas y escudos.
11. De Wollant Park: el nombre se debe a François Sainte de Wollant, un ingeniero belga que trabajó para el Imperio Ruso en la construcción de numerosas fortificaciones. En el parque hay varios Monumentos/Memoriales. Están dedicados a Catalina la Grande; a las Víctimas de las Guerras (Gran Guerra Patriótica, Afganistán y Transnistria); y a los Liquidadores que trabajaron en la limpieza de Chernobyl.
12. Palace of Children: un interesante edificio de estilo soviético.
13. Tanque T-34: es posible subirse y hacer fotos. A escasos metros está la Capilla de San Jorge, decorada con coloridos mosaicos.
14. Parlamento de Transnistria: se trata de la imagen más icónica del país. El edificio no es tan espectacular como el de Minsk, pero frente a él hay una magnífica estatua de Lenin de color rosado, con su capa ondeando. La mayor parte del día el cielo estuvo nublado, pero justo en ese momento apareció el sol y conseguí buenas fotos (está permitido).
15. Museo de Historia: situado enfrente del Parlamento. Tras pagar la entrada (30R) visité las diferentes salas. Unas están dedicadas a la Gran Guerra Patriótica, con uniformes, armas y medallas. Aquí me gustaron mucho una serie de carteles de propaganda soviética. Otras se centran en la Guerra de Transnistria, con fotos del conflicto, banderas y objetos personales de los soldados. Un museo interesante, aunque no hay información en inglés. Fui el único visitante y la señora encargada iba encendiendo y apagando luces a mi paso.
De nuevo en la calle busqué un lugar para sentarme un rato a descansar y comer algo.
COMIDA: SMAK CAFE
Este local se encuentra en un primer piso y fue todo un acierto. Ocupé una mesa junto a la ventana, con vistas a la calle; me atendió un camarero muy simpático; y pedí un Kebab de carne que estaba delicioso. Para acompañar cayó una jarra de cerveza Chisinau. Y todo me costó solo 63R (poco más de 3€). Totalmente recomendable.
MAS LUGARES DE INTERES
A continuación seguí caminando hacia el oeste y en un punto conecté con la calle Karl Liebknecht. Estos fueron los sitios destacados:
16. Monumentos/Memoriales: dedicados a la Primera Central Eléctrica de Moldavia (inaugurada en 1922); a los Judíos fallecidos durante la Gran Guerra Patriótica (con una estrella de David); y a los Liberadores de la Ciudad (una estela de metal con una estrella roja).
17. Tienda de souvenirs: al pasar por delante la propietaria me invitó a pasar y accedí. El pequeño local estaba lleno de todo tipo de objetos relacionados con la Unión Soviética y Transnistria: pins, medallas, gorras, uniformes, banderas… Me hubiera encantado comprar algo, pero no tenía previsto volver a casa a corto plazo y tendría que cargar con el objeto durante meses, así que me contuve. La señora no paraba de ofrecerme cosas y al final me acabó regalando un banderín de Transnistria.
Por cierto, me llamaron la atención unos vestidos que parecían de criada (negros y con bordados blancos). Yo pensaba que eran disfraces y más tarde me enteré que se trata del uniforme escolar que utilizan las chicas en los colegios de Rusia y Transnistria (de hecho había una probándoselo). Vaya tela…
18. State Farm M. V. Frunze: el muro exterior está cubierto por un espectacular mosaico que ocupa una esquina entera, donde aparece gente trabajando o bailando.
19. Monumento al 40 aniversario de la Victoria sobre la Alemania Nazi: está en la entrada de la ciudad. Se compone de un panel con las 3 medallas que Rusia ha concedido a Tiraspol; y un edificio con columnas. Aquí finalicé el recorrido.
Además de todos los lugares que he mencionado, durante mi paseo pude ver bloques de pisos de estilo soviético e infinidad de tiendas de rótulos llamativos. También pasé junto a un cuartel del ejército ruso con un relieve en la entrada (que obviamente no fotografié). En maps.me Tiraspol aparece llena de zonas militares, algunas enormes; y me crucé con bastantes soldados.
Otra imagen habitual de la ciudad son los supermercados Sheriff. Esta cadena pertenece a la familia más rica de Transnistria, que a parte es propietaria de la operadora InterDnestrCom (IDC), el banco Agroprom o el equipo de fútbol de la ciudad. Un auténtico imperio. Bueno, y no me puedo olvidar de los comercios que venden el producto más famoso de Transnistria: el coñac Kvint. Una botella de 8 años costaba apenas un par de euros. ¡Ojalá me gustaran este tipo de bebidas!
En la entrada de Tiraspol hacía bastante frío y empezó a oscurecer, así que regresé al hostel en taxi (29R). Allí estuve charlando un rato con la dueña y su padre, y me tomé a regañadientes una copa de coñac. De hecho me habían invitado a comer Borsch junto al resto de la familia, pero yo sabía que la visita a la ciudad me iba a ocupar toda la jornada y rechacé la oferta con mano izquierda.
Ya en mi habitación, dediqué el resto de la tarde a leer y descansar. Y solventé la cena con unos palitos de pan, un plátano y un yogurt. No estuvo mal para ser mi primer día en Transnistria.
CONCLUSION
En circunstancias normales visitar la República de Transnistria constituye una pequeña aventura, pero en mi caso fue una auténtica odisea, cruzando la frontera de forma ilegal y convirtiéndome durante unos días en el único turista que recorría este territorio al margen de la comunidad internacional. El lugar más evidente para comenzar a explorar Transnistria es su capital, Tiraspol. Un día será más que suficiente para conocer las principales atracciones, y si decides pasar la noche aquí te recomiendo el Like Home Hostel, propiedad de una familia realmente acogedora.
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