Paseando entre las ruinas de una antigua civilización, con imponentes monolitos, una pirámide y la famosa Puerta del Sol
Tiahuanaco (también conocida como Tiwanaku) era la capital y principal centro religioso de una importante civilización precolombina que se desarrolló al sur del Lago Titicaca entre los siglos VI AC y X DC. En su época de máximo esplendor, alrededor del siglo VIII, el imperio ocupaba parte de Perú y Chile, y Tiahuanaco tenía una población de 20mil habitantes. Pero sin un motivo claro la ciudad fue abandonada y desapareció sin dejar rastro.
La base más práctica para visitar Tiahuanaco es La Paz, realizando una excursión de un día. Se trata del principal recinto arqueológico de Bolivia, con espectaculares monolitos y templos en ruinas, donde destaca la Puerta del Sol.
PREPARANDO LA EXCURSION
Hay dos formas económicas de visitar Tiahuanaco:
*Independiente: para ello es necesario tomar un taxi hasta la Terminal Cementerio (20B), situada en la parte baja de La Paz; y allí coger un autobús hacia Tiahuanaco (salen cada hora y cuestan alrededor de 11B). Es la opción más barata, pero hay que invertir más tiempo.
*Agencia de Viajes: yo elegí esta forma. El día anterior visité las oficinas de Maya Tours, a escasa distancia de mi hotel, y me apunté a una excursión. Me costó 75B, donde estaba incluido el transporte en autobús y los servicios de un guía. Una alternativa más cara, pero que ahorra problemas logísticos.
Mi idea inicial era conocer Tiahuanaco por libre. Aunque al final decidí unirme a un grupo, con la condición de que si no tenía tiempo suficiente para explorar las ruinas regresaría a La Paz por mi cuenta.
VIAJE: LA PAZ – TIAHUANACO
La jornada comenzó a las 7.15h tras una noche complicada en el Hotel Nuevo Sol de La Paz. Dormí bastante, pero me desperté varias veces y por la mañana me encontraba mal, con un ligero dolor de cabeza. Mi cuerpo todavía se estaba adaptando a la altura, y reconozco que no tenía ganas de salir a la calle. En el comedor del hotel desayuné un huevo frito, pan con mermelada y un zumo de naranja. Y a las 8.15h me vino a buscar el guía (Pablo).
El chaval me acompañó hasta un autobús aparcado a dos calles donde ya había algún turista. Otro de los motivos por los que viajé con Maya Tours fue llegar pronto a Tiahuanaco. Pero para mi sorpresa estuvimos hasta las 9h dando vueltas por la capital para recoger al resto de turistas. Hubiera tardado menos por mi cuenta. Además en el barrio de El Alto tuvimos que atravesar un gigantesco mercado callejero, entre una maraña de vehículos, gente y puestos de madera.
A continuación pusimos rumbo a Tiahuanaco. Yo iba sentado junto a la ventana, contemplando un paisaje muy bonito, con praderas ondulantes donde de vez en cuando aparecían vacas pastando, ovejas y cerdos; viviendas tradicionales con el techo de paja; y las montañas nevadas de la Cordillera Real de fondo. A mi alrededor el grupo estaba formado por turistas sudamericanos (principalmente de Bolivia y México), además de un australiano.
El trayecto duró hora y media, aunque antes de comenzar Pablo afirmó que tardaríamos dos horas y media. Incluso cuando llegamos al pueblo de Tiahuanaco, alguien le preguntó e insistió en que faltaba una hora. Pero al cabo de unos minutos ya estábamos en la entrada de las ruinas. Fue realmente cómico… ¿Era la primera vez que visitaba Tiahuanaco? No entendí nada.
HISTORIA DE TIAHUANACO
Como ocurre con otras civilizaciones precolombinas, la falta de registros escritos hace muy difícil seguir la evolución del Imperio Tiahuanaco. Los arqueólogos coinciden en que comenzó su andadura en el siglo VI, cuando diferentes comunidades se establecieron en la cuenca sur del Lago Titicaca. Su economía se basaba en dos pilares fundamentales: la agricultura, utilizando campos de cultivo elevados para protegerlos de las crecidas del lago; y la ganadería, principalmente llamas y alpacas.
Con el paso del tiempo el Imperio Tiahuanaco se convirtió en la principal potencia de la zona, rivalizando con la cultura Wari, que se extendía por la mitad occidental de Perú. Pronto comenzaron a producir elaborados objetos de cerámica. Y la construcción de Tiahuanaco atrajo a miles de personas, que alucinaban ante los enormes monolitos de basalto que adornaban la ciudad; o sus templos cubiertos de relieves. Cómo consiguieron transportar esos bloques de piedra desde muchos kilómetros de distancia es todo un misterio.
Pero de repente la actividad cesó y Tiahuanaco fue abandonada. Hay varias teorías al respecto. La más extendida es un cambio climático en la zona que provocó una tremenda sequía y arruinó los campos de cultivo.
EXPLORANDO LAS RUINAS
*Horario: 9h – 18h
*Precio: 100B
*Fotografía: ok (excepto en el Museo Lítico Monumental)
Las ruinas de Tiahuanaco se encuentran en un remoto altiplano, a más de 3.800m de altura. No muy lejos está la aldea del mismo nombre, con un conjunto de casas apiñadas alrededor de una antigua iglesia. Junto a la entrada hay una Estación de Tren, varios puestos de recuerdos, y una taquilla (en Bolivia las llaman “boleterías”), donde compré el billete de acceso.
Realizamos la visita en grupo, siguiendo a Pablo. Y después nos dejó pasear a nuestro aire por el recinto. Sus explicaciones eran bastante pobres y dubitativas (por suerte para el australiano, porque Pablo no hablaba inglés). Esto fue lo más destacado:
1. Museo de Cerámica: tiene varias salas con piezas de cerámica que representan animales y figuras humanas. Merece la pena dedicarle unos minutos.
2. Museo Lítico Monumental: la estrella es el gigantesco Monolito Bennett Pachamama, con más de 7m de altura y 20 toneladas de peso. Representa a una figura antropomorfa de rostro enigmática. La gracia es que ahora no está permitido hacerle fotos (ni siquiera sin flash), cuando hasta el año 2002 estuvo expuesto al aire libre, en pleno centro de La Paz. El monolito se llama así en honor al arqueólogo estadounidense Wendell Bennet, que lo descubrió en 1932. También hay otros monolitos más pequeños.
3. Pirámide Akapana: es la estructura más grande de Tiahuanaco, aunque solo se ha excavado parcialmente y está muy deteriorada. La anécdota se produjo cuando Pablo explicó los daños ocasionados por los conquistadores españoles en busca de oro. Y una turista del grupo exclamó indignada: “lo que no robaban lo destruían”. Yo no sabía dónde esconderme… Pudimos subir a la pirámide y hacer fotos panorámicas del recinto.
4. Templete Semisubterráneo: un foso cuyas paredes están cubiertas de esculturas que representan rostros humanos. La erosión del viento y la lluvia los ha deformado, pero es otro de los sitios imprescindibles de Tiahuanaco.
5. Kalasasaya: se trata de una plataforma de 3m de altura hecha con bloques de piedra que encajan perfectamente, sobre la que se levantaban varios templos. Aquí está el monumento más famoso de Tiahuanaco: la Puerta del Sol. Pesa 10 toneladas y fue construida a partir de un único bloque de andesita. Está cubierta de relieves con figuras y símbolos extraños; y los expertos creen que consistía en algún tipo de calendario astronómico. La pena fue que me encontré la Puerta del Sol a contraluz, y no pude hacer buenas fotos (es mejor por la tarde).
Paseando por el Kalasasaya también vi dos imponentes monolitos con forma humana: el Monolito Ponce (de nuevo con el sol de cara), y el Monolito El Fraile. A cierta distancia, siguiendo un sendero, está la Puerta de la Luna, mucho más sencilla.
Durante la visita lució un sol de justicia, así que no hay que olvidarse de utilizar protección, porque a esa altura los rayos ultravioletas son un peligro. Caminé bajo un cielo azul salpicado de nubes blancas. Y a mi alrededor había familias de lugareños que quedaban genial en las fotos. La verdad es que me lo pasé genial. Incluso apareció un tren que estuvo un rato parado en la estación, creando bonitas imágenes.
REGRESO A LA PAZ
Tras la visita regresé a la entrada del recinto. La mayoría del grupo se había ido a comer a un restaurante (no incluido en el precio). Yo preferí dedicar más tiempo a explorar Tiahuanaco, y me compré un bocadillo de carne en un pequeño local (10B). Estaba riquísimo. Al final 3,5 horas me parecieron suficientes, con lo cual decidí volver a La Paz en el autobús de la agencia. El vehículo apareció puntual a las 14h, ocupé mi asiento y nos marchamos.
6. Puma Punku: de camino paramos en este templo donde solo quedan una serie de enormes bloques de piedra esparcidos. En algunos se pueden ver marcas de las grapas metálicas que se utilizaban para unirlos entre sí.
El resto del trayecto no tuvo mucha historia. Quizás porque estuve entretenido intentando solucionar un problema. Al revisar mis fotos comprobé que en casi todas aparecía una mancha negra, porque una mota de polvo había entrado en el sensor de la cámara. Me quería morir… Menos mal que conseguí limpiarlo utilizando una pera de aire (que por suerte compré justo antes de este viaje); y pude corregir las manchas con Lightroom.
CONCLUSION
Si te gusta la arqueología Tiahuanaco es un lugar muy recomendable. Media jornada será suficiente, realizando una excursión desde La Paz. Te recomiendo hacer la visita por tu cuenta, ya que mi experiencia con una agencia de viajes local dejó mucho que desear. Aunque si dispones de tiempo, una buena opción consiste en alojarte en la aldea de Tiahuanaco, para explorar las ruinas a primera y última hora del día, cuando la luz es mejor para la fotografía. Y después continuar hacia Copacabana y la Isla del Sol.
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