Una tranquila población junto a un bonito río, con un curioso templo budista para relajarse y disfrutar de las vistas
Tha Ton es un pequeño pueblo ubicado a orillas del río Kok (este nombre seguro que provoca carcajadas entre los turistas ingleses). Su único atractivo es un monasterio budista desde el que se puede contemplar una buena panorámica. Aunque también es una buena base para organizar interesantes excursiones por los alrededores. Con posibilidades de explorar las montañas para conocer a las Hill Tribes; o navegar el río en barca hasta Chiang Rai.
VIAJE CHIANG DAO – THA TON
Tras mi último desayuno continental en el Malee’s Nature Lovers Bungalows, con unas vistas espectaculares de montañas y selva, tocó despedirme de la encantadora mujer de Malee, y continué mi ruta hacia el norte del país. Para llegar a mi destino final del día tuve que utilizar 3 medios de transporte:
1. Autostop: hasta Chiang Dao. Me situé al lado de la carretera, cerca de la entrada del hotel. Y al poco paró un simpático lugareño al volante de una pick up, que me trató con una amabilidad extrema. El hombre me llevó hasta la estación de autobuses; me indicó dónde paraba el que tenía que coger; y encima se despidió de mí con una sonrisa, sin esperar nada a cambio. Pero como soy agradecido, le detuve y le di una propina en agradecimiento.
2. Ya en la estación, no tuve que esperar mucho, y al rato ya estaba sentado en mi autobús camino de Fang, población ubicada unos 52km al norte de Chiang Dao. Al principio el paisaje era precioso, con una jungla espesa flanqueando la carretera, y vistas de escarpadas montañas. Pero después la cosa cambió, y la naturaleza dio paso a un entorno mucho más urbanizado, con puestos callejeros, tiendas de alimentos, perros jugándose el tipo al cruzar la carretera, algún monje budista vestido con su túnica naranja y caminando descalzo… El trayecto duró hora y media, y fui relajado, escuchando música con mi Ipod. ¡Se me pasó volando!
Fang fue durante el Imperio Lanna un importante centro comercial. Pero a principios del siglo XIX los invasores birmanos destruyeron la ciudad, y quedó desierta hasta 1880. Así que actualmente no hay mucho que ver: alguna casa tradicional de madera, un wat… Es un lugar bastante moderno. Y al igual que ocurre con Chiang Dao, su interés radica en la posibilidad de realizar excursiones a varias aldeas tradicionales ubicadas a no mucha distancia, donde habitan las Hill Tribes. Con lo cual, como ya había visto unas cuantas, decidí continuar hacia el noreste y buscar otra población con algo más de gracia para dormir.
3. El último transporte fue un sawngthaew, en el que viajé hasta Tha Ton, última parada del día. Una vez más aluciné con el trato recibido por parte de los lugareños. En la estación de autobús de Fang pregunté dónde se cogía el vehículo, y rápidamente un hombre me señaló el vehículo; una chica me acompañó y pidió el billete por mí… Y todo sin segundas intenciones. El trayecto no fue muy largo (tan solo 55km), y al cabo de una hora ya estaba en Tha Ton.
ALOJAMIENTO: CHAN KASEM – 150 Baths/Noche
*Puntos a favor: ubicación muy céntrica, junto al río; ventilador; personal encargado de la recepción amable y sonriente; precio (¡tan solo 3 euros!).
*Puntos en contra: habitación gris, con mobiliario destartalado; lavabo sucio por donde campaba a sus anchas una cucaracha enorme (cerré la puerta y no volví a entrar en él para nada); vecinos ruidosos, que no pararon hasta altas horas de la noche.
Lo cierto es que acabé en este desagradable hotel de la forma más ridícula. Mi opción inicial era la Apple Guest House, ubicada en un bonito edificio frente al embarcadero. Pero cuando me pidieron 600 Baths por una habitación, me entró un ataque de tacañería (siempre me ocurre en algún momento de mis viajes) y preferí buscar un lugar más económico. Cuando estábamos hablando de 12 euros… En fin, mejor no darle muchas vueltas…
DESCUBRIENDO THA TON
Al poco de instalarme, salí a la calle y me puse a explorar el pueblo. Tha Ton tiene una clara ventaja respecto a Fang: su ubicación, junto a un bonito recodo del Mae Nam Kok (Mae Nam significa «río» en tai). Porque el pueblo en sí tampoco tiene nada de especial. Así que mi primera opción fue subir hasta el Wat Tha Ton, situado en lo alto de una colina. Desde allí pude disfrutar de unas vistas espectaculares del pueblo, con el río ondulante, bosques y montañas extendiéndose hasta la frontera con Myanmar, casitas con tejados de color rojo… Un lugar precioso… Tanto que me quedé allí casi una hora, admirando el paisaje; o sentado relajadamente leyendo mi guía, sumido en mis pensamientos.
Del wat, destacar una gigantesca escultura de Buda sentado, de color blanco, con el moño dorado. Era enorme, y se ve desde cualquier punto del pueblo. Como por allí me encontré a algún visitante ocasional, aproveché para que me sacaran fotos, pues el sitio lo merecía. En los alrededores del wat también había un santuario chino, con esculturas de graciosos personajes esparcidas por la ladera (un mono, ancianos de largas barbas…), que quedaban genial en primer plano, con el paisaje de fondo.
Tras la visita, estuve un rato paseando por el Mae Nam Kok, sacando fotos desde diferentes puntos: el puente que lo cruzaba (gris y moderno), su bonita orilla (con pequeñas embarcaciones tradicionales y vegetación)… Y poco más… Eso sí, desde Tha Ton se pueden realizar numerosas actividades:
1. Alquilar una mountain bike, y salir a explorar las Hill Tribes de los alrededores. Aunque ya lo había hecho el día anterior. Y además me explicaron que el camino no era ni mucho menos sencillo, porque la excursión implicaba subir a las montañas,y negociar fuertes pendientes.
2. Rafting por el río Mae Nam Kok, organizado a través del alojamiento, o cualquier agencia local.
3. Recorrido en barca por el río hasta Chiang Rai. Incluso esta opción ofrecía diferentes posibilidades. Podía realizar todo el trayecto seguido (medio día); o parar tras realizar dos tercios de la ruta, en Mae Salak, y desde esta población realizar un trekking para visitar las Hill Tribes de la zona, mucho más apartadas de los circuitos turísticos habituales.
El caso es que durante el resto del día estuve dándole vueltas a todas las posibilidades, sin tener claro cómo quería continuar mi ruta a partir de Tha Ton.
COMIDA: APPLE GUEST HOUSE
Pero bueno, a esas alturas del día el hambre apretaba. Así que decidí volver al alojamiento donde rechacé pasar la noche, y utilizar los servicios de su restaurante. Se estaba de maravilla, sentado en una terraza exterior junto al río, con un solecito agradable, y tomándome las cosas con calma, disfrutando de la atmósfera. Menos mal, porque con el menú no estuve tan acertado. Como siempre elegía alguna variedad de fried rice, esta vez decidí probar algo distinto. Y opté por un plato de gambas a la plancha, acompañadas de arroz y pistachos, y una Pepsi. Qué decepción… Las gambas eran microscópicas. Y el arroz blanco, sin ningún tipo de salsa. Por suerte pude rematar la comida con un Batido de Plátano, que si no…
TARDE DE RELAX
Tras un rato leyendo, decidí dar un paseo por las calles del pueblo, y relacionarme con sus habitantes. Primero entré en una guest house que alquilaba mountain bikes, donde su dueña me facilitó un montón de información. Y a continuación, me acerqué al embarcadero y me senté a charlar un rato con los empleados, para confirmar los horarios de las barcas a Chiang Rai. Mientras estaba allí, me invitaron a un chupito de whiskey tailandés; y a un trozo de picantísimo pollo al curry. Acabé echando fuego por la boca. Y es que en estas situaciones siempre me paso de educado, y no me gusta rechazar nada de lo que me ofrecen.
Así pasé la tarde, hasta que comenzó a oscurecer, y volví a mi hotel. Una vez en la habitación, apuré bastante para salir cenar. Y cuando fui a los diferentes restaurantes que recomendaba mi guía de viajes, ubicados en la misma orilla del río que mi hotel, me encontré que todos estaban cerrados, a pesar de ser tan solo las 20.30h. Solución: cruzar el puente y buscar en la orilla menos turística. Al final acabé entrando en un sitio nada glamuroso, donde engullí un buen plato de Chicken Fried Rice acompañado de una Pepsi. Estaba bueno y me dejó como nuevo (es una apuesta segura). Pero el local estaba casi vacío, con una atmósfera gris y deprimente que me hizo salir corriendo nada más acabar de cenar.
Y con todo el pesar del mundo, regresé a mi poco apetecible habitación, con ganas de que se hiciera de día lo antes posible.
CONCLUSIÓN
En mi caso, Tha Ton representó una simple parada durante mi ruta hacia el lejano norte de Tailandia. Pero si dispones de tiempo, este pueblo ofrece suficientes actividades para mantenerte entretenido un par de jornadas. Y es mucho más agradable para pasar la noche que la cercana Fang (si eliges un hotel decente, ¡no como yo!).
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