Castillos otomanos construidos para proteger a los peregrinos y un recorrido en 4×4 por un espectacular cañón acompañado de un guía local
La ciudad de Tabuk está muy relacionada con Mahoma, que en el año 630 llegó al frente de un ejército de 30mil soldados para luchar contra el Imperio Bizantino en la conocida como Batalla de Tabuk. Aunque en realidad no hubo ningún enfrentamiento armado, porque los soldados bizantinos habían desaparecido. Más tarde la existencia de varios manantiales convirtió a Tabuk en una parada esencial de los peregrinos que viajaban a pie hacia las ciudades santas de Medina y la Meca. Y aquí se abastecían de agua antes de afrontar el árido desierto que hay entre Tabuk y Al Ula.
Actualmente Tabuk es capital de la región del mismo nombre y cuenta con algún lugar de interés, como su Castillo Otomano o la Mezquita del Profeta. Además, en sus alrededores hay varias atracciones turísticas que se pueden visitar en una excursión de un día, entre las que destaca el fantástico cañón de Wadi Dissah.
VIAJE: AL ULA – TABUK
La verdad es que no empecé este trayecto en las mejores condiciones. Amanecí por cuarto día consecutivo en mi coche, en las afueras de Al Ula, en medio del desierto, después de otra noche para olvidar. Hizo un frío horrible y a las 6h me desperté y ya no pude volver a dormir. Estaba agotado. Además, tras desayunar unas galletas puse en marcha el coche y descubrí que se encontraba atrapado en la arena. Menos mal que un lugareño me vio, se acercó con su 4×4 y sin tener que pedirle nada me sacó de allí remolcando el coche. Una vez más la hospitalidad saudí en acción…
Ya en la carretera tenía ante mí un viaje de 280km para llegar a la ciudad de Tabuk. Google Maps se empeñaba en enviarme por un camino muy largo, pero seguí la ruta más directa, con el riesgo de encontrarme el paso cortado por algún motivo. De hecho me costó bastante dar con el desvío. Primero avancé hasta la entrada de Madain Saleh, entre montañas de formas sorprendentes que me obligaron a parar un par de veces a hacer fotos. Y después seguí hacia el norte por una carretera secundaria. Como no tenía ganas de sustos, cuando vi una gasolinera llené el depósito y aproveché para complementar el desayuno con un bollo de chocolate.
El resto del viaje transcurrió sin incidentes. Lucía el sol, con un cielo azul despejado, pero cuando salía del coche hacía un frío importante. La carretera discurrió por una llanura sin apenas desniveles o curvas, pasando junto a montañas de roca volcánica de color negro y alguna duna de arena. De camino vi varios rebaños de camellos, entre los que había pastores cabalgando. En una ocasión me acerqué a hacer fotos y el hombre se mostró encantado.
También pude ver las ruinas del Castillo de Al Ukhaydir, construido por los otomanos durante el siglo XVI para proteger las caravanas de peregrinos que se dirigían a la Meca. Se encuentra en muy buen estado y decidí acercarme a visitarlo siguiendo una pista sin asfaltar. El castillo está rodeado por una doble valla metálica: una antigua, que había sido agujereada; y otra más reciente. Todo apuntaba a que no podría acceder al recinto.
Hasta que recorriendo el perímetro vi que alguien también había hecho un agujero en la valla moderna, con el espacio justo para una persona. Así que esperé a que no pasaran coches y me colé. Solo estuve unos minutos porque en el exterior un cartel indicaba que invadir recintos arqueológicos es delito y no tenía ganas de verme las caras con la justicia saudí. Lo justo para hacer algunas fotos junto a la orilla de un estanque. A 1km del Castillo también se pueden ver las ruinas de la antigua Estación de Tren de la Hejaz Railway, una vía férrea de 1.300km de longitud construida a principios del siglo XX que conectaba Damasco con Medina. No llegó hasta la Meca por el estallido de la Primera Guerra Mundial, que dejó la obra inacabada.
Mi principal problema durante el trayecto fue el sueño. Se me cerraban los ojos, y la situación era bastante peligrosa. Eso sí, cuando entré en la ciudad de Tabuk me despejé al momento. El tráfico era caótico, con vehículos apareciendo desde cualquier rincón, invadiendo mi carril, haciendo sonar el claxon… Y además de conducir tenía que ir consultando el mapa para ubicar el hotel donde tenía previsto dormir. Pero bueno, parando de vez en cuando para asegurarme de que iba en la dirección correcta conseguí encontrar el alojamiento sin sufrir un accidente.
ALOJAMIENTO: FOUR SEASONS – 79R/Noche
*Puntos a favor: apartamento muy espacioso, equipado con cocina, nevera y microondas; cama doble enorme; limpieza extrema; mobiliario nuevo; ubicación céntrica; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; agua, té y pastas de cortesía; precio.
*Puntos en contra: encargado de la recepción.
El encargado era un tipo con un inglés muy justo, pero que en vez de admitirlo me decía que sí a todo y luego llegaban las confusiones. Como cuando le pedí una toalla dos veces, y al final solo la pude conseguir gracias al encargado de la noche. O cuando me dijo que el servicio de lavandería del hotel era gratuito, y después se limitó a enviar mi bolsa de ropa a la tintorería más cercana y pasarme la factura (20R). Un desastre…
Tras dormir 4 noches en mi vehículo no quería sorpresas, así que reservé este alojamiento a través de Booking. Más tarde me dijeron que el precio de los apartamentos es el mismo con o sin Booking, con lo cual no perdí dinero. Una vez instalado salí a la calle en busca de un lugar para llenar el estómago.
COMIDA: FAKHR DAMASCUS
Se trata de un restaurante sirio justo al lado del Four Seasons y me gustó mucho. Encargué y pagué la comida en la entrada; me senté en un diván tradicional; y disfruté de un auténtico festín. Una bandeja enorme de arroz con medio pollo a la parrilla, acompañado de pan y Toum (una especie de alioli riquísimo); ensalada de pepino y tomate; y una Fanta. Acabé a reventar. Precio: 21R.
El resto de la tarde me dediqué a descansar y recuperarme de las aventuras de los últimos días. Además de realizar una puesta a punto más que necesaria. Solo salí una vez del apartamento para hacer una compra en un supermercado y solventar las cenas y desayunos de las próximas jornadas (galletas, yogures, fruta…).
CONOCIENDO TABUK
Al día siguiente me desperté tras dormir como un tronco. Todavía me quedaban secuelas de las últimas 4 noches, como una ligera congestión nasal por el frío, pero ya estaba preparado para seguir explorando la zona. A continuación desayuné galletas, un yogurt griego con un plátano, y zumo de naranja; preparé la mochila pequeña; y fui en coche hasta el centro de Tabuk, situado a 6km de mi apartamento.
A pesar de su tamaño y rico pasado, Tabuk es una ciudad moderna que no cuenta con muchos lugares de interés. Por suerte todos se encuentran en el centro histórico, que es muy compacto y se puede recorrer a pie perfectamente. Esto fue lo más destacado:
1. Castillo de Tabuk: construido por los otomanos en el siglo XVI para controlar la zona y proteger a los numerosos peregrinos que paraban en Tabuk durante su ruta hacia la Meca. Se puede acceder al interior (la entrada es gratuita). Tiene dos niveles donde hay diferentes salas con objetos antiguos y paneles en inglés que incluyen información sobre Tabuk y comentarios de famosos viajeros que visitaron la ciudad. Pasé media hora entretenido, completamente solo.
Junto al Castillo se encontraba Ayn Al-Sikr, el manantial que abasteció de agua a las tropas de Mahoma cuando llegaron a Tabuk para enfrentarse a los bizantinos. Pero se secó hace 150 años y actualmente solo quedan dos cisternas donde se almacenaba el agua, alguna tumba y varias palmeras en muy mal estado.
2. Mezquita At Tawba (o del Profeta): llamada así porque en este lugar rezaba Mahoma durante su estancia en Tabuk. Poco después se construyó una pequeña mezquita de adobe que con el tiempo sufrió numerosas renovaciones. El templo actual data de los años 70, pero merece la mena acercarse a ver sus muros de color blanco y el estilizado minarete.
3. Souq: entre el Castillo y la Mezquita hay una amplia avenida peatonal llena de tiendas que venden de todo: teteras, quemadores de incienso, ropa… Incluso material para montar jaimas de Beduinos (lonas, cojines, alfombras…). Un buen lugar para dar un paseo y curiosear.
4. Estación de la Hejaz Railway: Tabuk era una importante parada de esta línea de ferrocarril, y se pueden visitar los edificios de la antigua estación, en un estado de conservación admirable. Dentro de uno se ubica el pequeño Hejaz Railway Museum, con una locomotora, un vagón de pasajeros y diferentes carteles en inglés que explican su historia.
5. Museo de Tabuk: está pegado a la estación y es un edificio gigantesco inaugurado a principios del 2020. La entrada es gratuita y consta de varias salas llenas de fotografías, carteles en inglés, hallazgos arqueológicos y pantallas que hacen un recorrido por el pasado de la región, desde la Prehistoria hasta la época Saudí. Me gustaron mucho unas esculturas de piedra con 4mil años de antigüedad que representan figuras humanas. A la salida me dieron un montón de folletos con información sobre las diferentes atracciones turísticas de Tabuk.
Tras visitar el Museo ya eran las 14h pasadas y tenía hambre. Así que regresé en coche al hotel y y volví al restaurante sirio del día anterior.
COMIDA: FAKHR DAMASCUS
Un vez más elegí medio pollo a la parrilla con arroz, acompañado de pan y Toum (16R), aunque esta vez lo pedí para llevar. De esta forma, como las raciones son tan abundantes, me guardé la mitad y tuve para comer dos días. Ya que estaba, aproveché para comprar la cena: una bandeja con porciones de ensalada y diferentes salsas (entre ellas Humus). Precio: 10R.
El resto de la jornada me quedé en el apartamento escribiendo, preparando la ruta de los próximos días y acabando de recuperarme. Se avecinaban grandes aventuras y tenía que estar en plena forma.
EXCURSION A WADI DISSAH
Wadi Dissah es un espectacular cañón de 15km de longitud situado en Jebel Qaraqir, un macizo compuesto por rocas de arenisca de formas surrealistas. La entrada se encuentra a 90km de Tabuk, y es una de las excursiones de un día más populares de la zona. Aunque yo visité el cañón desde Duba, desviándome de mi ruta por la costa del Mar Rojo.
Como tenía que resolver unos temas por la mañana, aproveché para comer en Duba y desalojé mi hotel a eso de las 15h. Por delante tenía un trayecto de 110km hasta la población de Al Dissah, para el que invertí algo menos de 2 horas. Estuvo entretenido, avanzando por una estrecha carretera llena de curvas, con bastantes camiones; y atravesando un paisaje montañoso salpicado de árboles que parecían acacias.
Cuando llegué al pueblo de Al Dissah me encontré ante una panorámica memorable, con gigantescos pináculos de roca de color naranja iluminados con los últimos rayos de sol. Este lugar era mucho mejor de lo que me había imaginado, y me detuve en varias ocasiones para hacer fotos y disfrutar del espectáculo. Desde el pueblo continué recorriendo Wadi Dissah hasta que se acabó el asfalto. A partir de ese punto el camino se transforma en una pista arenosa solo transitable por vehículos 4×4 que conecta con la carretera que llega desde Tabuk. Mi idea era acampar en esa zona, y me puse a buscar un lugar adecuado.
UN IMPROVISADO COUCHSURFING
Al final vi un palmeral y aparqué para comenzar a montar la tienda. Pero al pasar junto a mí un lugareño en coche decidí asegurarme de que no había ningún problema por acampar allí. El hombre no hablaba inglés, pero cuando conseguí hacerle entender lo que pretendía le cambió la cara y me dijo que tenía que regresar a Al Dissah. No entendí el motivo pero bueno, le hice caso. En las afueras del pueblo vi un parque que parecía perfecto para pasar la noche, con césped, pérgolas y unas vistas geniales de las montañas. De nuevo me quise asegurar y entré en una tienda a preguntar, pero dos vecinos me dijeron que tampoco era posible (solo entendía Mafi, que significa “no”).
El caso es que uno de ellos me planteó que le siguiera en coche para llevarme a un lugar adecuado donde dormir. Yo acepté, aunque reconozco que durante el trayecto hubo un momento en el que me preocupé un poco. Porque el hombre se alejó unos kilómetros de Al Dissah y después continuó por una pista sin asfaltar, mientras la oscuridad de la noche lo envolvía todo. Aquello no era ni mucho menos una situación ideal. Estaba en manos de un individuo al que no conocía de nada…
Por suerte el lugareño tenía buenas intenciones y me llevó hasta una especie de campamento con varias jaimas que estaba vacío. Allí llamó por teléfono y me pasó al dueño (Faisal). Su inglés era mínimo, pero me pareció entender que podía pasar la noche en una de las jaimas y acepté. Así que me despedí del hombre y me senté a esperar.
Al poco apareció un chaval, conectó un generador, y se encendieron todas las luces del campamento, con docenas de bombillas. Entonces me di cuenta de que aquello era un alojamiento turístico. Además el chaval me dio una tarjeta de visita donde Faisal se anunciaba como guía. Ya me habían liado… Cuando llegó Faisal nos sentamos a charlar, y me dijo que al día siguiente me llevaría de excursión por la zona en su 4×4. Yo fui de cara y contesté que no tenía dinero para pagar sus servicios. Pero Faisal se puso serio y me dejó de piedra: era su invitado y tanto el alojamiento como la excursión eran gratuitos. De nuevo la hospitalidad saudí en acción. Y todo gracias al lugareño del que había llegado a sospechar. En fin…
Para facilitar las cosas Faisal me propuso dormir en su granja, más cerca de Al Dissah. Yo acepté encantado y le seguí con mi coche. El lugar estaba bastante descuidado, con trastos por todas partes, aunque rodeado de un extenso terreno con palmeras y árboles frutales. Yo pasé todo el rato sentado en una sala de visitas, tomando té y consultando mi móvil. Faisal me presentó a dos chavales, uno de Egipto y otro de Bangladesh. Se encargaban de las tareas de la granja, pero Faisal los definió como “amigos” y pasaron todo el tiempo con nosotros. Eso sí, nadie hablaba inglés y la conversación fue muy complicada. La idea de Faisal era invitarme a cenar, pero no tenía hambre y me conformé con picar unas galletas y tomar té.
Cuando ya se hizo tarde Faisal me preparó un colchón con un cojín y mantas, y dormí en la misma sala, junto a él y su amigo egipcio. Tras tantas emociones estaba bastante cansado, así que me quedé dormido al momento. Y yo que solo buscaba un lugar para acampar. ¡Menudo giro!
EXPLORANDO EL CAÑON
Al día siguiente mi alarma sonó a las 7h, tal y como había quedado con Faisal. Pero hacía frío y se estaba genial bajo las mantas. Además me di cuenta de que era demasiado temprano y Wadi Dissah todavía no contaría con una iluminación adecuada para la fotografía. Con lo cual cerré los ojos de nuevo y dormí una hora más (creo que fue la mejor noticia del día para Faisal). A las 8h ya me levanté y preparé la mochila pequeña con mis cámaras.
Faisal desapareció y volvió al rato con un desayuno. Según me contó vivía con su esposa y sus 4 hijos en una vivienda a cierta distancia. Pero como no me estaba permitido coincidir con la mujer y la granja no contaba con cocina, el hombre tenía que dar viajes a por comida. Vaya tela… Para desayunar nos sentamos al sol junto a la entrada de la sala de visitas. El menú consistió en queso, olivas, salsas, pan y té. Se nos unieron sus dos amigos, además de un tercero al que no podía dejar de mirar, porque… ¡tenía 6 dedos en los pies! Nunca había visto algo igual.
A continuación subimos al 4×4 y nos dirigimos a Wadi Dissah. Faisal estaba contentísimo, y a esas horas de la mañana ya iba vapeando, bebiendo alcohol casero de un botellín (la noche anterior me ofreció pero no quise), y me pasó su móvil para que buscara música española en Youtube. Así que avanzamos escuchando canciones de Rosalía, Enrique Iglesias y Maluma. Tuvo su gracia. Antes paramos en una tienda y Faisal me compró galletas, agua y una Mirinda para pasar la mañana. Yo intenté pagar pero no hubo manera. Me sentía como en Jubbah o Hail.
Cuando acabó el asfalto nos internamos en Wadi Dissah, recorriendo una pista de arena de 8km que conecta con la carretera que va a Tabuk. El sol ya estaba bien alto, iluminando el cañón. Y es que el mejor momento para esta excursión es la parte central del día, entre las 10h y las 14h. El paisaje es impresionante, con paredes de roca de color rojo, pilares de mil formas distintas y piedras en equilibrio. Por el fondo de Wadi Dissah discurre un riachuelo gracias al cual el cañón está cubierto de una vegetación exuberante, con bosques de palmeras y juncos muy altos. El contraste entre el verde de las plantas y el rojo de la roca es genial.
El lugar más icónico de la zona es Dissah Tower, una afilada torre de roca plantada en medio del cañón. En sus alrededores el río forma charcos y es posible obtener fotos alucinantes, con Dissah Tower reflejada en el agua. Durante el trayecto nos cruzamos con algún grupo de camellos y rebaños de cabras. Mi cámara echaba humo, y Faisal paró todas las veces que le pedí. Por lo visto unos meses antes se produjo una riada que arrasó la zona y encontramos varios coches sepultados bajo la arena. No murió nadie, pero los efectos fueron devastadores.
Faisal se detuvo en un lugar donde hay una pared de roca llena de grabados talmúdicos, con camellos, figuras humanas y símbolos extraños. Y mientras hacía fotos vi un pequeño pájaro de color rojo que no paraba de cantar.
De regreso a Al Dissah paramos junto a una fuente. Faisal me dijo que la zona se llena de lugareños los fines de semana y. me sorprendió comprobar que no había basura, pero esto es debido a que un equipo de operarios se encarga de recogerla de forma regular. Ya me extrañaba…
Mientras estábamos por allí aparecieron unos 4×4 y sus ocupantes montaron una zona de picnic, con alfombras, cojines, un fuego… Al vernos nos invitaron a sentarnos, y tomamos café con dátiles y té. Según nos explicaron, estaban esperando a un grupo de turistas. Allí me tocó descalzarme y me moría de vergüenza, porque uno de mis calcetines tenía un agujero importante. En los alrededores había una familia de graciosos gatos en busca de comida, que no dudaban en cruzar el riachuelo para acercarse a nosotros. Como no, aparecí en algún que otro video para Snapchat y nos hicimos varias fotos.
Tras despedirnos pasamos por el pueblo, donde estuve charlando unos minutos con un grupo de turistas de Bahrein. Entre ellos había algunos fotógrafos que me enseñaron imágenes de gran calidad. Está claro que con un buen 4×4 y tiempo disponible la zona de Wadi Dissah permite descubrir rincones espectaculares.
TARDE DE RELAX
De regreso en la granja me senté a descansar en la sala de visitas. Y al cabo de un rato apareció el hijo de Faisal con varios platos de comida cocinada por su mujer: Kabsa y una ensalada de tomate y pepino. La verdad es que todo estaba delicioso y me dejó como nuevo. Yo a esas alturas ya me había acostumbrado a comer al estilo saudí, y devoré mi plato en cuestión de minutos. Faisal debía tener el estómago revuelto tras empinar el codo de buena mañana y apenas comió.
Después de comer tocó hacer sobremesa. Faisal cumplió su palabra y no tuve que pagar nada por sus servicios, pero sí me pidió ayuda para promocionar su negocio. Así que me grabó un vídeo que colgó en su Instagram donde hablé sobre él y la belleza de la zona; dejé una crítica positiva de su campamento en Google; y publiqué un story en mi Instagram con sus datos de contacto… Según pude ver, sus excursiones por Wadi Dissah cuestan a partir de 450R, aunque desconozco qué incluyen o hasta dónde se puede negociar el precio.
Mi idea era marcharme de Al Dissah, pero Faisal insistió en que me quedara porque estaba a punto de llegar un amigo suyo acompañado de un turista suizo, y acabé aceptando. El suizo se llamaba Roger y era un personaje curioso. Había visitado más de 150 países, y con los locales a veces actuaba con una simpatía extrema y otras con un tono autoritario un tanto desagradable. Su conductor (que le estaba transportando gratis a todas partes) era muy amable y hablaba mejor inglés que Faisal.
Tras un rato de charla en la granja se hizo de noche y nos fuimos todos al campamento del día anterior. La nota negativa se produjo cuando al mover el coche rasqué el parachoques delantero con un bloque de hormigón. Y yo sin Full Insurance. En fin… Una vez en el campamento, Faisal y su amigo encendieron un fuego y nos sentamos alrededor. Allí estuvimos varias horas charlando y bebiendo zumo de manzana. Para cenar prepararon pollo a la brasa acompañado de pan y yogurt. A esas alturas ya tenía hambre y me supo a gloria. Después continuamos hablando hasta pasada la medianoche, bajo un cielo lleno de estrellas y con la silueta de las montañas en la distancia.
Roger y yo dormimos en el suelo de una de las enormes jaimas, con mantas y cojines. En el exterior Faisal estaba eufórico tras todo el día bebiendo y no paraba de reír y cantar con su amigo, ante la indignación del suizo, que en un par de ocasiones pidió silencio y que apagaran las luces porque le molestaban. Teniendo en cuenta que estábamos allí de gratis me pareció excesivo, pero bueno. El caso es que yo me quedé dormido al momento y pasé una noche impecable.
Durante la cena Faisal me ofreció quedarme un día más para enseñarme nuevos lugares de Wadi Dissah. Fue tentador, pero ya me pareció abusar de su amabilidad. Además todavía me quedaba mucho que ver en Arabia Saudí. Así que al día siguiente me levanté a buena hora (Roger y su conductor ya se habían marchado), llevé a Faisal al pueblo, y nos despedimos amigablemente.
CONCLUSION
Tabuk no es una ciudad imprescindible en un itinerario por Arabia Saudí, y en media jornada se pueden visitar sus principales lugares de interés. Pero constituye una buena base desde la que realizar excursiones a las montañas de la provincia, entre las que destacan Al Shaq (conocido como el Gran Cañón de Arabia), el desierto de Mahajah, o el monte Jebel Al Lawz. Para las dos primeras se necesita un 4×4; y en el último caso no tenía claro si se podía alcanzar la cima (por lo visto hay una base militar). Así que yo opté por visitar Wadi Dissah, un espectacular cañón que te recomiendo muchísimo. Además tuve la suerte de conocer a Faisal, un peculiar saudí que me proporcionó alojamiento, comida y una visita guiada en su 4×4 sin pedirme dinero a cambio.
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Comentarios
2 ComentariosJuan Ramon Castaño Torres
Abr 2, 2023Muy interesante, y más después de volver de allí
Ganas De Mundo
Abr 4, 2023Gracias por el comentario! Seguro que te ha encantado el país!