Una ruta de montaña para visitar un lago en territorio de Montenegro, y un impresionante memorial de la época comunista
Sutjeska está situado al este de Bosnia, pegado a la frontera con Montenegro, y es uno de los parques nacionales más espectaculares del país. Fue creado en el año 1962 y ocupa una superficie de 175km2 que incluye lagos de aguas cristalinas, como Donje y Gornje Bare o el Orlovacko; ríos que forman profundos cañones cubiertos de vegetación; el Monte Maglic, que con sus 2.386m es la cumbre más alta de Bosnia; y el bosque primigenio de Perucica, uno de los más extensos de Europa. Si cuentas con vehículo propio hay diferentes puntos que permiten acceder a Sutjeska, como Foca o incluso Sarajevo. Al no ser mi caso opté por la población de Tjentiste, ubicada en el corazón del parque, desde donde es posible acceder a pie a algunos de los principales senderos.
La mejor época para visitar Sutjeska es entre los meses de junio y septiembre, cuando la nieve desaparece de los senderos y la infraestructura turística funciona a pleno rendimiento (el resto del año los hoteles y restaurantes cierran). Yo recorrí el parque a mediados de septiembre y por desgracia la lluvia me impidió realizar una de las rutas que había previsto, pero aun así fue una gran experiencia.
VIAJE: TREBINJE – TJENTISTE
Entre estas poblaciones hay 105km de distancia y fue un desplazamiento muy sencillo. Tras desalojar mi habitación de la Guesthouse Vrelo Oko caminé hasta la Terminal de Autobús de Trebinje. El día anterior me había informado de los horarios así que de entrada no hubo sorpresas: compré el billete en la taquilla (14M); esperé en el café de la Terminal tomándome una cerveza Jelen (2M); y accedí a la zona de andenes.
Todo parecía controlado… pero casi pierdo el autobús. Los motivos: se trataba de un minibús; estaba aparcado en un andén distinto al indicado en mi billete; y en el cartel del destino ponía “Sarajevo”. Suerte que cuando estaba a punto de arrancar pregunté al conductor por si acaso y descubrí que pasaba por Tjentiste. ¡Menos mal! Como suele ser habitual en Bosnia el tipo no tuvo la más mínima consideración conmigo por el hecho de ser extranjero y me regañó por mi error mientras guardaba la mochila grande en el maletero (1M). Encima en el interior del minibús algunos pasajeros habían ocupado varios asientos con sus cosas y no me dejaron sentarme, relegándome a la fila trasera. Una nueva muestra de la nula hospitalidad de los Bosnios. En fin…
El trayecto duró 2,5 horas, atravesando un paisaje que me mantuvo entretenido. Primero bordeamos el Lago Bileca, formado por la presa que alimenta la Planta Hidroeléctrica Trebinje I; después cruzamos una zona montañosa con aldeas aisladas; más tarde apareció el imponente Monte Maglic, rodeado de afiladas cumbres; y nos adentramos en el Valle de Sutjeska, entre paredes de roca y espesos bosques. Por cierto, en el primer pueblo se bajó bastante gente y pude cambiarme a un asiento de la fila individual.
Cuando estábamos a punto de llegar a Tjentiste fui controlando mi ubicación en el mapa, y tuve que pedir al conductor que parara porque se pasaba de largo el pueblo (no me extrañó nada). Además tras darme la mochila grande el tipo regresó al minibús sin despedirse. Vaya tela… A continuación caminé unos metros hasta el lugar donde había previsto alojarme mientras caía la noche.
ALOJAMIENTO: APARTMANI SAROVIC – 50M/Noche
*Puntos a favor: estudio de grandes dimensiones equipado con cocina y nevera; cama doble muy cómoda; ducha perfecta; limpieza extrema; mobiliario moderno; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; 2 cervezas y una botella de vino de cortesía; encargada (Isidora, hija de la dueña) muy simpática.
*Puntos en contra: ubicación a pocos metros de la carretera.
La oferta hotelera en Tjentiste es escasa y en Booking las opciones más económicas no tenían muy buenas valoraciones de los usuarios. Así que preferí ir a lo seguro y rascarme el bolsillo, reservando con antelación 3 noches en Apartmani Sarovic. Una gran decisión porque al estudio no le faltaba ni un detalle y disfruté de una estancia realmente agradable. Además el último día recibí una inesperada sorpresa: Isidora me llamó por teléfono y me dijo que podía quedarme una noche más gratis. ¡Increíble! De esta forma pagué una media de 37,5M por noche.
Una vez instalado me moví sin perder tiempo. Primero caminé hasta la única tienda de Tjentiste, propiedad de Apartmani Kosuta (está en la planta baja). Allí me atendió la propietaria (una señora que me cayó genial) y realicé una pequeña compra de comida. Y después busqué un lugar para cenar.
CENA: KOMLEN RESTAURANT
La dueña de la tienda me recomendó visitar el Makadam’58 Restaurant, aunque la idea no me convencía mucho porque está a casi 2km de mi apartamento. Por suerte conocí a una pareja de alemanes y me dijeron que el Komlen se encontraba a solo 1km y estaba abierto. Ellos se alojaban en una zona de acampada cercana y recorrí junto a ellos buena parte del camino. No era gente muy habladora. Eso sí, agradecieron mi linterna porque había zonas donde no se veía absolutamente nada.
El Komlen Restaurant es enorme y da servicio al anexo Hotel Mladost. No tenía nada claro que la cocina estuviera abierta, así que respiré aliviado cuando un camarero me confirmó que era posible cenar. Yo ocupé una mesa de la terraza, y tras examinar el menú (en inglés) pedí Ensalada Shopska, Goulash de Ternera, y 2 cervezas Niksicko (originaria de Montenegro). La comida me gustó, con porciones abundantes y servida en cuestión de minutos. Y disfruté de una atmósfera muy relajada, con la única compañía de un perro de escasas semanas que se puso a dormir sobre mis pies. Precio: 20M.
De regreso a mi apartamento caminé rodeado de oscuridad, contemplando la silueta de las montañas y la luna llena. Y me dediqué a buscar información en Internet sobre las rutas de trekking disponibles en Sutjeska.
UN PASEO POR TJENTISTE
La jornada comenzó tras una noche de sueño impecable. Mientras leía antes de acostarme se escuchaban vehículos circulando por la carretera, incluido algún ruidoso camión, pero de madrugada el silencio fue absoluto. Una vez en pie desayuné un plátano, un croissant de chocolate, zumo de naranja, y un café con leche; preparé la mochila pequeña; y salí a explorar los alrededores.
1. Battle of Sutjeska Memorial Monument: en mayo de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas del Eje pusieron en marcha una operación para acabar con los rebeldes Partisanos, liderados por Josip Tito. Y al cabo de unos días 22mil Partisanos (Tito incluido) estaban atrapados en el Valle de Sutjeska, rodeados por un ejército muy superior. Las cosas pintaban fatal para los rebeldes, pero de forma milagrosa consiguieron romper el cerco y escapar.
En los enfrentamientos sufrieron más de 7mil bajas, aunque la Batalla de Sutjeska se convirtió en un símbolo de heroicidad y resistencia. Hasta el punto que en 1971 el gobierno de Yugoslavia financió la producción del film “La Batalla de Sutjeska”, con Richard Burton interpretando el papel de Tito. Además el lugar se rebautizó como Valle de los Héroes, y se llenó de memoriales (spomeniks) en homenaje a los caídos.
Sin duda el memorial más espectacular es el que hay en las afueras de la población de Sutjeska. Fue inaugurado en 1971 y consiste en dos enormes bloques de cemento de 19m de altura con forma de alas que parecen desafiar la gravedad. El monumento está ubicado sobre una pequeña colina y se accede por una serie de escaleras. Yo llegué caminando 1,5km desde mi apartamento y pasé un rato genial, haciendo fotos desde diferentes ángulos, con las montañas de fondo. Durante mi visita aparecía gente de forma regular, pero se marchaban al momento.
2. Memorial House: fue construida más tarde, en 1975, a unos metros del Memorial. Es un edificio formado por varias estructuras piramidales interconectadas. Los muros interiores están cubiertos con los nombres de los Partisanos fallecidos en la Batalla de Sutjeska, además de varios frescos que representan escenas de dolor y sufrimiento. En el pasado albergaba un Museo, pero durante la Guerra de Bosnia la zona estuvo ocupada por el ejército Serbio y fue arrasado por completo. Los frescos sufrieron daños, aunque han sido restaurados y se conservan en un estado aceptable.
Actualmente el Museo se ha trasladado a un edificio moderno y se trata de una sala minúscula con un puñado de objetos antiguos (armas, banderas, medallas…). La entrada cuesta 5M y en teoría también incluye una visita a la Memorial House, pero yo tuve mala suerte. En el Museo me recibió un tipo malencarado que me hablaba en Serbio a pesar de decirle un par de veces que no le entendía. Además me dijo que la Memorial House estaba cerrada; y cuando rechacé comprar el billete para ver solo el ridículo Museo me envió a paseo con malas formas. De nuevo la “hospitalidad” Bosnia en acción.
3. Hotel Sutjeska: por suerte encontré a escasa distancia un lugar mucho más entretenido (y gratis). Este hotel se construyó en los años 70 para alojar a los visitantes del parque nacional y del memorial, pero en la Guerra de Bosnia fue ocupado por soldados Serbios y tras el conflicto quedó abandonado. Yo accedí al interior y estuve un rato investigando, aunque el edificio se está cayendo a pedazos: la mayoría de letras del rótulo exterior han desaparecido; y no subí más allá del segundo piso porque el techo no me pareció seguro.
En los alrededores del Memorial hay un complejo de ocio que incluye un estanque de grandes dimensiones, pero durante mi visita no tenía agua.
COMIDA: MAKADAM’58 RESTAURANT
No quería marcharme de Tjentiste sin probar este sitio recomendado por la dueña de la tienda del pueblo, con lo cual hice el esfuerzo y caminé 3,5km hacia el norte siguiendo la carretera principal. Durante el trayecto crucé el río Sutjeska por un puente; pasé junto a una anciana que vendía productos locales; y aproveché que lucía el sol para hacer fotos de los bosques y montañas que me rodeaban. Aunque sin despistarme, porque la carretera no tiene arcén y cuando aparecía algún camión tocaba apartarse.
Una vez en el Makadam’58 Restaurant ocupé una mesa de la terraza. Allí me atendió una chica de rostro serio y tras examinar el menú pedí Ensalada Serbia (como la Shopska, pero sin queso); Goulash; y 2 cervezas Nektar (pequeñas). El Goulash estaba delicioso y dejé el plato limpio. Además me gustó el ambiente, con música tradicional, vistas de las montañas y un gracioso pájaro que me pedía migas de pan. Una pena que el local se encuentre tan alejado del centro de Tjentiste. Precio: 16M.
Tras pagar comprobé que el cielo se había cubierto de amenazantes nubes oscuras y se escuchaban truenos, así que regresé a mi apartamento a toda pastilla. Con ese panorama descarté hacer alguna caminata corta por el parque y pasé la tarde leyendo y descansando. Para cenar me conformé con picar unas galletas y zumo de naranja.
PRIMERA JORNADA VISITANDO SUTJESKA
Al día siguiente me desperté como nuevo y me puse en marcha sin perder tiempo porque iba a necesitar cada minuto disponible. A continuación desayuné; preparé la mochila, incluyendo 3 litros de agua y algo para picar; y salí al exterior, donde me esperaba un día gris y nublado.
Como para la próxima jornada había previsión de lluvias decidí intentar la ruta más complicada de las dos que había planeado en Sutjeska, principalmente porque la distancia era insalvable sin vehículo (propio o ajeno). Aunque yo empecé a caminar sin agobiarme y al final conseguí mi objetivo. Estas fueron las etapas:
1. Kragujevac Battalion Memorial Monument: para empezar seguí la carretera principal hacia el sur y en un punto indicado con un cartel me desvié a la izquierda adentrándome en el bosque. Las primeras rampas fueron duras y al momento estaba sudando. Aunque el sendero se encontraba bien señalizado con marcas de pintura roja y blanca y no tuve que consultar mucho el mapa.
Tras casi 2km alternando zonas arboladas con algún claro llegué al prado de Borovno, donde hay un spomenik de la Segunda Guerra Mundial dedicado a los 19 Partisanos que fallecieron aquí en un enfrentamiento con el ejército Nazi durante la Batalla de Sutjeska. El memorial es una estructura de cemento de aspecto extraterrestre, con sus formas puntiagudas apuntando en todas direcciones. Mientras contemplaba el monumento apareció el sol unos minutos y pude hacer buenas fotos.
2. Prijevor: desde el memorial caminé unos minutos y llegué a una carretera local que al poco se convirtió en una pista pedregosa. Después de 2km avanzando recibí el primer golpe de suerte del día: pasó un 4×4 y sus ocupantes (dos lugareños) me ofrecieron subir al vehículo. Todavía no me había planteado la necesidad de hacer autoestop, pero me vino genial y acepté sin dudarlo.
Los tipos se dirigían a Montenegro y durante el trayecto no pararon de beber cerveza y rakija. Yo di un par de sorbos de rakija por cortesía que me abrasaron la garganta. Al final me dejaron en un cruce ahorrándome 6,5km y nos despedimos amigablemente. A continuación seguí recorriendo la pista durante 3,5km más hasta llegar a Prijevor, una zona a 1.670m de altura que ofrece panorámicas geniales de Sutjeska, con bosques y montañas extendiéndose hasta el infinito.
Allí había al menos una docena de vehículos aparcados (incluida alguna auto caravana) con sus dueños comiendo, descansando o paseando por los alrededores. Prijevor es el punto de partida de una de las rutas que conducen a la cima del monte Maglic, el más alto de Bosnia. Solo son 4km ida y vuelta, pero con pasos complicados y un tramo donde hay que escalar por las rocas. Ni me lo planteé.
3. Lago Trnovacko: este lugar técnicamente no pertenece a Sutjeska, pero es una de las excursiones más populares del parque. En total se trata de 10km ida y vuelta. Yo esperaba una ruta sencilla pero se complicó por dos motivos: tuve que perder bastante altura bajando hasta el fondo del Valle de Suva Jezerina (después me tocó recuperarla); y en un tramo caminé siguiendo la falda del monte Maglic por un estrecho sendero bloqueado por avalanchas de piedras, a escasos centímetros de un vertiginoso barranco. Hay dos pasos delicados y si tienes miedo a las alturas lo pasarás fatal. Eso sí, las vistas del valle son épicas, con imponentes cumbres y frondosos bosques de coníferas.
Durante la ruta crucé la frontera de Montenegro, aunque no hay ningún puesto de control. Tan solo un cartel donde leí que ahora estaba en el Parque Regional Piva. Una vez en el fondo del valle avancé en horizontal entre un manto de coloridas flores; y me tocó encarar una interminable subida que me dejó sin respiración. Hasta que por fin alcancé el Lago Trnovacko, situado a 1.520m de altura, y comprobé que el esfuerzo había merecido la pena. La escena era idílica, con el lago rodeado de afiladas cumbres, y un grupo de caballos bebiendo junto a la orilla. Además solo había dos personas: la pareja de alemanes que conocí el día anterior. Como no me parecieron muy sociables me limité a saludarles de lejos.
Al momento me llamó un abuelete desde una cabaña de madera y me acerqué. Era un guarda del Parque Piva que me pidió el Pasaporte, escribió mis datos en un libro de registro y me cobró 1€ por el acceso. Yo al principio pensé que me estaba timando, pero el hombre me dio un billete de aspecto oficial. Y a las malas el importe era de risa.
La gracia del Lago Trnovacko es que tiene forma de corazón y sus aguas son de color verde. Aunque para apreciar ambas cosas no queda otra que continuar subiendo, así que rodeé la cabaña del guarda, seguí las marcas de pintura roja y blanca, y me desvié a la izquierda en un cartel donde se lee “Vidikovac” (mirador). Al cabo de unos minutos alcancé un punto desde el que disfruté de una panorámica espectacular del lago y las montañas. Incluso apareció el sol un momento y me permitió hacer fotos geniales. El mirador oficial debe estar más lejos porque casi todas las imágenes que hay en Google son desde un ángulo distinto, pero a mí me gustó más el mío. Aquí aproveché para sentarme a comer un plátano, y comencé el regreso a Tjentiste.
Por cierto, desde Trnovacko arranca otra ruta hacia el monte Maglic. Es más larga (20km ida y vuelta), aunque mucha gente la utiliza solo de bajada. La otra opción es acampar junto al lago (está permitido) y comenzar el ascenso temprano. En cualquier caso esta ruta no es ningún paseo y tiene zonas de duras pendientes no aptas para todo el mundo.
4. Mirador Skakavac: para llegar a Tjentiste tenía que recorrer nada menos que 20km y ya eran las 14h pasadas, así que o me volvía a sonreír la fortuna o parte de la caminata sería nocturna (por si acaso había metido mi linterna frontal en la mochila). El tramo más delicado era el sendero hasta Prijevor y decidí quitármelo de encima cuanto antes, avanzando a buen ritmo. Al principio empezó a llover y me equipé con ropa impermeable, pero fue una falsa alarma y me tuve que quitar el chubasquero porque no transpira y daba un calor tremendo. Durante el trayecto vi dos serpientes, una de ellas justo en medio del sendero. Menos mal que me di cuenta y frené en seco, aunque no tenía pinta de ser venenosa.
La zona de avalanchas me volvió a poner el corazón en un puño, pero al final llegué a Prijevor sin incidentes. En este punto me detuve un momento a picar unas galletas y comencé a bajar por la pista. Cuando llevaba 1km caminando me encontré un coche que subía. Era mi segundo golpe de suerte de la jornada… Al volante iba un holandés muy despistado que pensaba que iba rumbo a Tjentiste… ¡cuesta arriba! Yo le indiqué el camino correcto, le ayudé a dar media vuelta y como recompensa subí al vehículo y me ahorré 6km. De hecho podría haber continuado con él hasta Tjentiste, pero antes quería visitar un último lugar de interés y nos despedimos en Dragos Sedlo.
A continuación recorrí un estrecho sendero por el bosque y llegué al Mirador Skakavac, que fue una decepción mayúscula porque los árboles tapan las vistas. Totalmente prescindible.
5. Mirador Beskita: por suerte a 1km hay otro mirador infinitamente mejor. El camino primero cruza un tramo de bosque y después sube por la ladera de una montaña, con varios puntos que ofrecen unas vistas magníficas. Ante mí se extendía el bosque primigenio de Perucica, un auténtico mar de árboles, algunos con cientos de años de antigüedad. Y al fondo la Cascada de Skakavac, con 75m de altura, precipitándose al fondo del cañón. Un pena que cuando llegué había muy poca luz y soplaba un viento huracanado que no me permitió quedarme más tiempo, pero aun así fue uno de los grandes momentos de la jornada.
Hay una ruta de 8km que conecta Dragos Sedlo con Perucica, aunque este bosque es una zona de acceso restringido y solo se puede recorrer en compañía de un guarda de Sutjeska. Y según me comentó Isidora el nuevo director del parque había establecido unas tarifas de locos. ¡Nada menos que 500€! Tiene que ser un lugar increíble, pero con ese precio…
6. Tjentiste: desde el Mirador Beskita recorrí los últimos 6,5km del día a paso ligero. Primero por la pista sin asfaltar, donde no pasó ningún vehículo que me pudiera echar una mano. Y después a través del bosque, con tramos muy oscuros donde tuve que utilizar mi linterna y silbar para evitar encuentros desagradables (un oso era improbable, pero un jabalí…). Fue un auténtico subidón de adrenalina y llegué a la carretera principal pasadas las 18h. En total había recorrido 40km (de ellos 27,5km a pie) invirtiendo casi 10 horas. No estuvo mal.
Como estaba agotado decidí no cenar en un restaurante. En su lugar caminé hasta la tienda de Tjentiste, hice una pequeña compra (tras ayudar a la dueña a mover unas cajas) y regresé a mi apartamento. Allí cayó una Pita de queso, una cerveza Jelen helada y una chocolatina. Y me acosté con una sonrisa de oreja a oreja por todas las experiencias vividas.
UN DIA DE LLUVIA
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 7h y me encontré con un panorama desolador. Por la noche había caído una tormenta tremenda que cortó el suministro eléctrico, con lo cual mi móvil no tenía mucha batería y mi power bank estaba casi descargada. Además en el exterior llovía bastante y las montañas amanecieron cubiertas de nubes grises. En estas condiciones no podía embarcarme en otra excursión por el parque.
Mi plan era conocer dos lagos situados en el sector occidental de Sutjeska a más de 1.500m de altura: Donje y Gornje Bare. Aunque la ruta implicaba recorrer un total de 26km, en su mayor parte atravesando el bosque por senderos con un fuerte desnivel sin posibilidad de hacer autoestop. Así que me vi obligado a renunciar y dediqué la jornada a leer y descansar.
Al día siguiente el tiempo continuaba inestable y regresé a Trebinje en autobús. Como era domingo solo había 2 salidas. Además Tjentiste no tiene Terminal, por lo que hay que parar el vehículo en la carretera; y leí comentarios de algunos turistas que se quejaban de que los conductores les habían ignorado. En mi caso Isidora tuvo el detalle de llamar a la Terminal de Foca para confirmarme los horarios; y me envió una foto del lugar exacto donde paran los autobuses, a pocos metros del apartamento. Reconozco que hubo momentos de tensión cuando pasó la hora prevista y no había ni rastro del vehículo, pero al final apareció, pagué el billete al conductor (13M + 1M por la mochila grande) y viajé a Trebinje sin problema.
CONCLUSION
Bosnia cuenta con 4 Parques Nacionales y no me podía marchar sin visitar uno de ellos, así que elegí Sutjeska porque es el más antiguo y el que menos me obligaba a desviarme de mi ruta. Sus bosques y montañas ofrecen numerosas rutas de trekking; y además en la población de Tjentiste hay un impresionante memorial de la Segunda Guerra Mundial y un hotel abandonado. Aunque no deja de ser curioso que su principal atracción sea un lago situado en territorio de Montenegro. Te aconsejo dedicarle a Sutjeska al menos 3 días, alojado en Apartmani Sarovic. Aunque el parque cuenta con otras zonas que no visité, como las montañas de Zelengora, situadas en su extremo oriental. El límite lo pones tú…
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