En la capital cultural de Rumanía, con una peculiar arquitectura, un interesante museo de arte y visitas a las aldeas tradicionales de los alrededores
Siguiendo mi recorrido por Transilvania llegué a Sibiu, una ciudad donde a lo largo del año tienen lugar infinidad de eventos. Sin ir más lejos durante el fin de semana que la visité se celebró una maratón; y estaba en curso el TIFF (Transilvanian International Film Festival), con la proyección de películas al aire libre. Sibiu se encuentra en la zona que durante la Edad Media habitaron los Sajones procedentes de Europa Central, conocida como Siebenbürgen (las Siete Ciudades), en referencia a Brasov, Sighisoara, Cluj-Napoca o la propia Sibiu. Entre 1692 y 1865, cuando el Reino de Hungría se encontraba bajo el dominio de la dinastía de los Habsburgo, Sibiu fue la capital de Transilvania, y sus calles se llenaron de elegantes edificios.
En Sibiu son típicas las casas con ojos, unas pequeñas ventanas ubicadas en los tejados de las viviendas para ventilar las buhardillas realmente fotogénicas. Cuenta con numerosos lugares de interés, como la Piata Mare, el Palacio Brukenthal o la Catedral Evangélica. Y en los alrededores abundan las poblaciones tradicionales, con iglesias fortificadas y paisajes de postal. Yo visité Cisnadie y Cisnadioara, al pie de los Montes Cindrel.
VIAJE: SIGHISOARA – SIBIU
Entre estas dos ciudades solo hay 95km de distancia y el viaje no tuvo complicaciones. Para empezar desalojé mi habitación en Casa Dalia Transilvania y caminé hasta la Estación de Sighisoara. Allí compré el billete en la taquilla (20L), me planté en el andén indicado, y al cabo de un rato apareció el tren.
El trayecto constó de 2 etapas:
1. Tren a Medias: por error acabé en el vagón de 1ª clase, con asientos cómodos y espaciosos (no entiendo por qué nunca me ofrecían esta opción en la taquilla). Por suerte el revisor no comprobó mi billete y solo se trataba de un viaje de media hora, ya que tenía que hacer transbordo.
2. Tren hasta Sibiu: en Medias tuve el tiempo justo para encontrar el andén correcto y subir al tren, que ya estaba esperando. Esta vez mi billete no era numerado, así que elegí un sitio junto a la ventana. El viaje duró hora y media, y de camino me entretuve contemplando un bonito paisaje, con colinas cubiertas de vegetación, plantaciones de maíz, y pequeñas aldeas (algunas con iglesias fortificadas). La verdad es que viajar en tren sin prisas es una gozada… A la hora prevista llegamos a Sibiu, y desde la Estación caminé un cuarto de hora hasta el lugar elegido para alojarme.
ALOJAMIENTO: B13 HOSTEL – 45L/Noche
*Puntos a favor: dormitorio de 6 camas, aunque por la crisis del coronavirus la ocupación estaba restringida al 50%, y las dos primeras noches no tuve compañía; limpieza impecable; ubicación céntrica, a escasos metros de Piata Mare; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; precio.
*Puntos en contra: encargado de la recepción muy seco (en los alojamientos no espero que me hagan la ola, pero se agradece alguna que otra sonrisa).
Reservé este alojamiento a través de Booking. No me hacen gracia los hostels, pero este tenía muy buenas críticas y necesitaba ahorrar unos días, así que decidí probar suerte. Y fue todo un acierto, porque mi estancia resultó de lo más agradable. Se estaba genial por la noche, con las ventanas abiertas y la música procedente del bar de abajo.
Una vez instalado en el dormitorio preparé la cama; guardé mis objetos de valor en una taquilla exterior (siempre llevo un candado para estas situaciones); y salí a la calle. Mi primera misión era llenar el estómago porque me moría de hambre. Me hubiera gustado encontrar un Autoservire, pero me tuve que conformar con dos Rulou (rollos de hojaldre rellenos de salchicha y queso) que compré en la panadería Scufita Rosie (7L); y un delicioso helado de 3 bolas que me comí sentado en un banco (12L). No fue la opción más saludable pero por 4€ acabé como nuevo.
EN PIATA MARE
El primer lugar de Sibiu al que me dirigí fue Piata Mare, la principal plaza de la ciudad (Mare significa “grande”). Es preciosa, rodeada de edificios lujosamente decorados y restaurantes con animadas terrazas. Además, mi estancia coincidió con el TIFF (Transilvanian International Film Festival), y en la plaza había docenas de sillas y una pantalla de cine donde cada noche se proyectaba una película.
En Piata Mare se encuentran algunas de las atracciones turísticas más destacadas de Sibiu:
*Banca Agrícola: un espectacular edificio que ahora alberga el Ayuntamiento.
*Catedral Católica: de estilo barroco, está justo al lado y tiene un campanario muy fotogénico. Aunque durante mi visita la puerta estaba cerrada y no pude acceder al interior.
*Council Tower: se trata de una torre con un reloj que data del siglo XIII, aunque ha sido reconstruida en numerosas ocasiones. Al principio se utilizaba como torre defensiva y de observación, pero con el tiempo cumplió diferentes funciones (como almacén o prisión). Por tan solo 2L es posible subir hasta el séptimo piso por unas estrechas escaleras y contemplar unas vistas magníficas de la ciudad, con sus diferentes plazas, los tejados del Casco Antiguo y los campanarios de las iglesias. Eso sí, a través de unos cristales que creaban molestos reflejos y estaban bastante sucios. En los pisos inferiores hay pequeñas exposiciones y se puede ver de cerca el mecanismo del reloj.
*Palacio Brukenthal: situado frente al Ayuntamiento, la construcción de este imponente edificio comenzó en 1778, un año después de que el Barón Samuel von Brukenthal fuera elegido Gobernador de Transilvania por la dinastía de los Habsburgo. Su inmensa fortuna le permitió adquirir a lo largo de los años numerosas obras de arte. Y en su testamento dejó escrito que la colección se mantuviera en el palacio para que la gente la pudiera contemplar, convirtiéndose en el primer museo de Rumanía, inaugurado en el año 1817.
La entrada cuesta 20L y permite recorrer numerosas salas del palacio, con muebles antiguos y paredes cubiertas de cuadros de famosos pintores europeos. Yo no me quise perder esta visita y la verdad es que me gustó mucho. Fue un auténtico festival de arte, con infinidad de cuadros interesantes, de temática mitológica, religiosa, escenas populares, retratos… Por encima de todos me encantó “La Matanza de los Inocentes”, de Pieter Bruegel el Joven, uno de mis pintores favoritos. Además hay una sala de objetos curiosos, desde el craneo de un elefante al pene de una ballena. Y tuve suerte, porque mi visita coincidió con la exposición temporal “Great Artists of the World”, donde pude contemplar una colección de litografías de Picasso, Dalí, Magritte, Toulouse-Lautrec… Incluso había una de “El Grito” de Munch. En cambio no me hizo tanta gracia la sección de pintura Rumana, por la que pagué 12L extra.
Por cierto, la fotografía está prohibida y en casi todas las salas hay personal vigilando. Aun así a la que se daban la vuelta hacía alguna con el móvil (me pillaron dos veces), porque me parece una norma ridícula. Si no se utiliza el flash no se dañan las obras de arte; y tampoco había tanta gente en el palacio como para argumentar que provoca aglomeraciones. En fin… Si te gusta la pintura clásica es una visita totalmente recomendable.
CENA: RABBIT HOLE
Después de disfrutar del Palacio Brukenthal continué paseando por Piata Mare. Y a eso de las 19h decidí cenar algo. Todavía era pronto, pero al ser sábado si apuraba demasiado me arriesgaba a no encontrar mesa libre. Así que no me compliqué la vida y me senté en la enorme terraza del Rabbit Hole, un restaurante italiano situado en la misma Piata Mare. Siempre suelo evitar los locales ubicados en zonas turísticas, pero los precios de este local no me parecieron muy caros. Cené un plato generoso de tallarines con salsa carbonara, acompañado de 2 cervezas Ciuc, todo por 45L (unos 9€). La pasta estaba rica y el ambiente muy animado, con los últimos rayos de sol y gente caminando en todas direcciones.
Al final mi decisión fue la correcta, porque cuando estaba a punto de marcharme había una cola importante esperando mesa. Eso sí, no me gustó nada la actitud del encargado de la terraza, que no dejó de presionarme para que me marchara, cuando no era mi culpa que la camarera no me trajera la cuenta. Así que no dejé ni un Leu de propina.
Tras la cena me compré otro helado en el mismo puesto de la tarde (3 bolas, 12L). A continuación hice una compra en un Carrefour cercano; y me fui al dormitorio. Allí me puse cómodo y me senté en una mesa a leer y escribir. Desde el exterior se escuchaba música blues y el murmullo de la gente paseando. Hasta la 1.30h hubo bastante jaleo en la calle, pero yo estuve entretenido con mi portátil y después caí rendido, disfrutando de una noche muy tranquila, con todo el dormitorio para mí solo.
EXPLORANDO SIBIU
Al día siguiente me desperté completamente descansado y me puse en marcha sin perder tiempo, con ganas de continuar conociendo Sibiu. Así que me vestí; desayuné galletas y zumo de naranja; preparé mi mochila pequeña y salí al exterior. El tiempo era impecable, con un sol que ya pegaba duro a las 9h de la mañana y cielo despejado. El Centro Histórico de Sibiu se divide en dos zonas: Upper Town, ubicada sobre una colina, donde vivían la nobleza y los comerciantes más adinerados; y Lower Town, distribuida alrededor de la base de la colina, y habitada por artesanos y trabajadores.
Estos fueron los lugares de interés de mi recorrido:
1. Calle Nicolae Balcescu: se trata de la principal avenida peatonal de la ciudad, flanqueada por numerosos edificios históricos, tiendas, heladerías y restaurantes con terrazas muy concurridas. La calle desemboca en Piata Mare, y es un lugar inmejorable para pasear y observar a la gente.
2. Piata Mica: una plaza anexa a Piata Mare (Mica significa “pequeña”) donde hay una serie de viviendas muy fotogénicas, con ojos en sus tejados que crean un efecto sorprendente (parece que te estén mirando). Por supuesto, también abundan los cafés y restaurantes, y las tiendas de souvenirs. Cerca de Piata Mica se encuentra el Puente de las Mentiras, llamado así por diversas leyendas. Se supone que cruje bajo tus pies si dices una mentira mientras lo cruzas. Data de 1859 y fue el primer puente de hierro forjado construido en Rumanía. Todo el mundo acaba haciéndose un selfie aquí.
3. Catedral Protestante: situada en Piata Huet, la tercera plaza del centro de Sibiu. Esta iglesia gótica fue construida en el siglo XIV, y su afilado campanario de 73m de altura es una imagen icónica de la ciudad. Contiene el órgano más grande de toda Rumanía y la tumba del Barón Samuel von Brukenthal. Una pena que durante mi visita se estaban realizando obras de restauración y la catedral se encontraba cubierta de lonas y andamios. Ni siquiera pude acceder al interior, por lo que me quedé sin subir al mirador del campanario, que ofrece la mejor panorámica de Sibiu. Me dio mucha rabia.
4. Catedral Ortodoxa: ubicada a un par de calles del centro, data de 1904 y es de estilo bizantino, con dos torres junto a la entrada y una enorme cúpula. En el interior sus muros están completamente cubiertos de frescos, y tuve la suerte de coincidir con la celebración de una boda. El ritual me llamó la atención, con los sacerdotes cantando y más tarde bailando junto a los novios y testigos, creando una atmósfera genial. En los alrededores de la Catedral Ortodoxa hay dos sitios que merece la pena ver:
*Casa de las Cariátides: una vivienda con su entrada flanqueada por dos imponentes esculturas.
*Pasaje Mitropoliei-Xenopol: se trata de una calle muy estrecha, similar a la que hay en Brasov, con arcos, farolas y edificios antiguos.
A continuación busqué un sitio para comer, pero durante mi visita a Sibiu me encontré con un problema: la crisis del coronavirus había provocado que en toda Rumanía solo se podía comer en locales con terraza. Esta normativa obligó a cerrar a los pequeños cafés y restaurantes de Sibiu, y los únicos lugares disponibles eran los más lujosos, con músicos tocando el piano o el violín; camareros uniformados; y platos caros. Así que como durante mi paseo no encontré ningún restaurante que me convenciera, acabé haciendo lo mismo del día anterior: 2 Rulou en la panadería Scufita Rosie (7L); y un helado de 3 bolas (12L).
Tras la comida decidí regresar a mi dormitorio y estirarme en la cama a descansar para evitar las horas más calurosas, porque el sol era implacable. Allí me dediqué a leer y hasta pude dormir una pequeña siesta. Durante ese rato apareció un tipo que ocupó una de las camas. No me hizo gracia que al marcharme cerrara las ventanas y cortinas, con el calor que hacía. Si pensaba que íbamos a dormir así lo tenía claro…
MAS LUGARES DE INTERES
De nuevo en marcha acabé de visitar las principales atracciones turísticas de Sibiu. Fueron las siguientes:
5. Muralla Medieval: construida durante el siglo XVI, convirtió a Sibiu en una de las ciudades fortificadas más importantes de Transilvania, con diferentes anillos que rodeaban el Casco Antiguo. La parte mejor conservada se encuentra al sur, a lo largo de la calle Cetatii, donde hay dos torres defensivas: Potter’s Tower y Carpenter’s Tower. Al igual que en Sighisoara, cada gremio de comerciantes se encargaba de la gestión de una de las torres. Se pueden visitar (pagando) y recorrer un pasadizo de madera que las conecta, caminando por la parte superior de la muralla. Pero el conjunto me pareció excesivamente restaurado y me limité a contemplarlo desde fuera.
6. Lower Town: durante la Edad Media era la zona de Sibiu donde vivían las familias más humildes y constituye un lugar fascinante para deambular sin rumbo, con imágenes fotogénicas en cada rincón. Desde Upper Town se puede bajar por varias calles estrechas con escalones, entre las que destaca el Pasaje Scarilor, que discurre bajo arcos de piedra. Durante mi paseo pude ver viviendas decoradas con esculturas y relieves; enormes puertas que permiten acceder a patios interiores llenos de ambiente; tejados con ojos; pequeñas plazas con fuentes; cafés con encanto…
La verdad es que el Casco Antiguo de Sibiu me gustó mucho y me tiré horas caminando, descubriendo infinidad de detalles. Todo tiene un aire cuidado. Incluso los rótulos de muchas tiendas son de estilo medieval. Al igual que en Sighisoara, también me sorprendió la ausencia de perros y gatos por las calles.
Cuando ya atardecía y había finalizado mi circuito por Sibiu, recibí un mensaje de Yasir, el chaval de Paquistán con el que había coincidido en Sulina y Busteni, que estaba de visita en la ciudad. Así que quedamos y estuvimos paseando un rato.
CENA: KON TIKI
Mi encuentro con Yasir me vino bien, porque la dueña de su alojamiento le había recomendado este restaurante económico. Se encuentra a un cuarto de hora del centro, pero no me importó caminar. Una vez allí comprobamos con horror que el camarero estaba cerrando la puerta (eran las 21h); y en esa zona no había más opciones. Por suerte al hombre no le importó que nos quedáramos, y nos dejó ocupar una mesa de la pequeña terraza. Yo pedí Ciorba de Burta; Sarmale con Mamaliga; y una cerveza Timisoreana. Todo muy rico, con raciones abundantes. Y encima el camarero nos trató de maravilla. Precio: 41L.
Durante la cena charlé con Yasir, aunque una vez más constaté lo que ya había sentido en nuestros anteriores encuentros. Su actitud prepotente era insoportable: lo que él visitaba era lo mejor, se alojaba en los lugares más baratos y no paraba de conocer gente interesante. En cambio ignoraba mis historias y cuestionaba todo lo que hacía. Una de estas personas tóxicas que buscan tu compañía para quedar por encima de ti y sentirse mejor (me enviaba mensajes y fotos continuamente mostrándome sus “logros”).
Lo peor era que tras Sibiu se dirigía a la misma zona que yo. Y para evitar nuevas coincidencias y perder el tiempo con alguien así, decidí cortar de raíz el problema y le bloqueé en mi móvil. Los viajes son una experiencia irrepetible, y no merece la pena malgastarla con gente que no aporta nada. Así que al llegar a Piata Mare nos despedimos y no volví a saber más de él.
De regreso en el dormitorio me encontré con una agradable sorpresa: mi compañero había desaparecido. No sé si cambió de habitación o si únicamente se alojó unas horas antes de coger un tren o autobús. El caso es que volví a dormir solo. Además el ruido en la calle acabó antes de la 1h, dando paso a una noche perfecta.
EXCURSION A CISNADIE
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 8h. El plan del día era visitar algunos pueblos en los alrededores de Sibiu. Pero todavía no tenía claro cuáles, y antes de ponerme en pie estuve un rato investigando en internet hasta decidirme. A continuación me vestí; desayuné galletas y zumo de naranja; preparé mi mochila pequeña; y salí a la calle, donde ya lucía un sol de justicia. Al final opté por viajar a Cisnadie, un pueblo situado 13km al sur de Sibiu. Según mi guía de viajes, desde la Terminal de Autobuses salían maxi taxis con bastante frecuencia. Pero cuando llegué descubrí que el siguiente vehículo no tenía previsto partir hasta las 12h (me tocaba esperar casi 2 horas).
Mientras pensaba qué hacer me compré un Gogosi de crema (3,5L) y complementé el desayuno. La verdad es que la situación me daba mucha pereza, y valoré seriamente la posibilidad de quedarme en Sibiu y tomarme las cosas con calma. Pero entonces un lugareño me preguntó si necesitaba transporte, negociamos el precio, y me dejó en manos de un abuelete que me llevó a Cisnadie en su coche por 30L (de entrada me pedía 40L). El viaje duró apenas 20 minutos y me bajé cerca del centro. Para pagar solo contaba con billetes de 100L y el abuelete no tenía cambio. Así que entré en un supermercado; realicé una pequeña compra (agua, galletas y Mentos); y le di el importe exacto.
Tras despedirnos caminé hasta el centro de Cisnadie y aparecí en medio de una plaza preciosa, con una fuente; una estatua ecuestre de Mihai the Brave (considerado uno de los grandes héroes de Rumanía); casas con ojos similares a las de Sibiu; y cafés y restaurantes con animadas terrazas. El viaje mereció la pena. Aunque me llevé una decepción: la principal atracción turística de Cisnadie es su iglesia fortificada, pero durante mi visita se estaban realizando obras de restauración y el campanario se encontraba rodeado de andamios. Ni siquiera pude acceder al interior de la muralla para contemplar la iglesia de cerca. Así que me limité a dar un paseo alrededor, donde había un mercado con puestos de frutas y verduras, y continué con mi recorrido.
LA IGLESIA DE CISNADIOARA
Desde la plaza continué por la calle Lunga, que avanza en paralelo al río Cisnadie hasta las afueras del pueblo; y caminé por un sendero de 2km bien marcado que me llevó a la población de Cisnadioara. Fue una ruta muy agradable, pasando junto a un pequeño lago; atravesando plantaciones de manzanos; y descubriendo un par de granjas desiertas. Todo con unas vistas inmejorables de los Montes Cindrel cubiertos de bosques. El calor era importante y no me crucé con nadie. Solo un par de perros que se limitaron a ladrarme, sin que la cosa fuera a más.
A medida que me acercaba a Cisnadioara pude ver en la distancia su iglesia fortificada, ubicada sobre una frondosa colina. En la base hay una taquilla, y una chica muy simpática me vendió el billete de acceso (8L). A continuación recorrí un camino que me llevó hasta la cima cruzando un tramo de bosque. El exterior de la iglesia está muy bien restaurado, con una muralla que ofrece una buena panorámica de los alrededores, incluido el pueblo de Cisnadie. En cambio en el interior las paredes están peladas y no hay nada que ver. Allí me quedé un rato descansando y haciendo fotos, completamente solo, hasta que aparecieron dos chavales y decidí marcharme.
De bajada hice un alto en un bar con una terraza desde la que pude contemplar unas vistas geniales de Cisnadioara, con montones de casas apiñadas, dos iglesias y las montañas de fondo. Como tenía tiempo de sobras me senté en una mesa y me tomé una cerveza Ciuc, atendido por dos camareros muy majos (6L). Una pena que no sirvieran comidas, porque la atmósfera era perfecta y me hubiera quedado.
COMIDA: LA CETATE GRILL
En el centro de Cisnadioara vi este sencillo bar, y ante la escasez de alternativas ocupé una mesa de su terraza. Pedí un Snitel de Pui (pollo empanado) acompañado de patatas fritas; y 3 Mici (rollitos de carne picada a la brasa) con mostaza y pan. Para beber cayeron 2 cervezas Ursus. La verdad es que me pasé con la comida y acabé a reventar. Tanto que me guardé un Mici en una servilleta y más tarde se lo di a un perro. Precio: 37L.
CAMINATA HASTA RASINARI
Tras llenar el estómago continué hasta las afueras de Cisnadioara; crucé una zona de casas unifamiliares, con coches de alta gama aparcados junto a la entrada; y enlacé con un sendero de 4km que atravesaba el campo rumbo a la población de Rasinari. De camino pude ver prados llenos de coloridas flores; granjas; pastores con rebaños de ovejas… Un paisaje precioso, con mariposas revoloteando y el olor a hierba recién cortada. Al principio el sendero subió sin parar, y luego descendió directo a Rasinari. El sol no dio tregua y llegué empapado en sudor y bastante cansado. Aunque el litro y medio de cerveza que me había tomado previamente ayudó a hacer la ruta más llevadera…
En Rasinari me encontré un ambiente muy tradicional. Vi pequeños altares decorados con pinturas de vivos colores; carretas tiradas por caballos; y abueletes sentados en los portales de sus casas mirándome con ojos de curiosidad. En este pueblo hay dos atracciones turísticas, pero no pude visitar ninguna:
*Museo Etnográfico: ubicado en un edificio enorme. Al ser lunes estaba cerrado.
*Iglesia Veche: fue construida en el siglo XVIII y sus dimensiones son considerables, con un porche cubierto de pinturas murales. Pero no pude acercarme ni entrar en el templo porque la verja de acceso se encontraba cerrada.
REGRESO A SIBIU
A esas alturas ya eran las 17h pasadas y no tenía ni idea de cómo iba a volver a Sibiu, pero de nuevo recibí un golpe de suerte. Mientras caminaba vi un maxi taxi con un letrero que indicaba “Sibiu” y me acerqué. No era el vehículo correcto, pero el conductor me dijo que esperara media hora. En fin, con esa seguridad me pude relajar, dar un paseo por los alrededores, y beber en una fuente de agua deliciosa. Y a la hora prevista apareció un autobús (4L) que me dejó a 2,5km de Sibiu. Como ya había caminado suficiente me subí a otro autobús que se dirigía al centro. Funcionaba con tarjeta magnética y yo no tenía, con lo cual el trayecto me salió gratis, y llegué al hostel sin problema.
En mi dormitorio comprobé que esa noche tenía compañía: una simpática chica rumana que hablaba un catalán perfecto porque había vivido 7 años en Barcelona (como Adriana, la montañera que conocí en los Montes Bucegi). Así que puse punto y final a mi estancia en Sibiu con una interesante charla que se extendió hasta muy tarde.
CONCLUSION
Si en Brasov destaca su plaza medieval y en Sighisoara su ciudadela, en Sibiu llaman la atención sus edificios, con fachadas cubiertas de relieves y graciosos tejados con ojos. Además tuve la suerte de encontrar un hostel impecable tras mis negativas experiencias en Sofia y Sulina. Eso sí, reconozco que a esas alturas ya empezaba a estar un poco saturado de monumentos. Menos mal que cerca de Sibiu pude visitar bonitas poblaciones como Cisnadie o Cisnadioara, rodeadas de paisajes idílicos, y cambié de aires. Hay muchas más, pero sin vehículo propio es realmente complicado moverse por la zona.
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