Explorando una ciudad a orillas del lago Shkodra, con un colorido casco antiguo, una cárcel comunista y un castillo con vistas espectaculares
Shkoder está considerada como la capital cultural del norte de Albania, una región conocida con el nombre de Gheg. Durante siglos los indómitos clanes Gheg se mantuvieron al margen de la ocupación Otomana, igual que sus vecinos de Montenegro, y hoy día conservan su propio dialecto y tradiciones que los diferencian de los Toscos del sur. Shkoder cuenta con una ubicación privilegiada, en la confluencia de los ríos Buna, Drin y Kir; y a orillas del lago Shkodra. Su historia se remonta al siglo IV AC, cuando era la capital del Reino Ilirio y plantó cara al poderoso Imperio Romano. Y en la Edad Media albergó la corte del Principado de Zeta, hasta que los Otomanos provocaron su traslado al oeste.
Aunque muchos turistas la ignoran, Shkoder cuenta con varios lugares de interés. Entre ellos destacan el Fuerte Rozafa; una antigua cárcel comunista convertida en museo; y el Centro Histórico, con sus calles peatonales y edificios de vivos colores. Además es posible realizar excursiones por el lago Shkodra, descubriendo pequeñas poblaciones como Shiroke.
ALOJAMIENTO: GUEST HOUSE ZADEJA – 11€/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado con ducha perfecta; mobiliario moderno; limpieza extrema; ubicación genial, a escasos minutos a pie del centro; wifi rápido; nevera; posibilidad de utilizar la lavadora por solo 1,5€; precio.
*Puntos en contra: camas individuales; familia propietaria demasiado ruidosa por las mañanas.
Aunque lo más llamativo de este alojamiento (y su mayor defecto) es el afán de la dueña (Mira) por obtener dinero extra de cualquier forma posible. Por un café cobra 2€ (más que en el centro de Shkoder). Por dejar la mochila grande 3 días hasta mi regreso de las montañas tuve que pagar 3€, a pesar de que me iba a alojar allí otra noche. Y lo más fuerte: si viajas solo y ocupas una de las habitaciones familiares, que valen 16€ y cuentan con una cama doble + 2 individuales, solo te prepara una de las camas individuales, alegando que si quieres la doble debes pagar 24€. A mí me ocurrió cuando volví de Theth porque la habitación pequeña no estaba disponible y fue surrealista. Una pena, porque estas tonterías deslucieron una experiencia bastante correcta.
Tras tomar un par de cafés con leche en un bar del centro caminé hasta la guesthouse y me recibió Mira, a la que tengo que agradecer que me dejara ocupar la habitación 2 horas antes de lo previsto. La mujer no es muy expresiva porque no entiende bien inglés, pero el resto de la familia siempre me dedicó una sonrisa al verme.
DESCUBRIENDO SHKODER
Una vez instalado en mi habitación dediqué un rato a leer información sobre Shkoder y salí a conocer la ciudad. En el exterior lucía un sol radiante, aunque al mismo tiempo hacía frío y me puse el abrigo, imitando al resto de lugareños. Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Mezquita Ebu Beker: el templo original era del siglo XVIII, pero fue arrasado durante la época comunista y sustituido por este moderno edificio en 1995. Se trata de la principal mezquita de Shkoder y su exterior es imponente, con una cúpula plateada y dos minaretes de 40m de altura. Es posible entrar a contemplar la sala de oración cuando no hay actividad.
2. Catedral de San Esteban: data del año 1867 y es el principal templo católico de la ciudad. Tampoco se salvó del régimen comunista, que destruyó el campanario y transformó la catedral en un recinto deportivo. Aunque volvió a celebrar misas en 1990 y hoy día se ha restaurado por completo. La puerta estaba cerrada y me quedé sin ver el interior.
3. Site of Witness & Memory Museum: el edificio fue construido durante el siglo XIX como residencia privada de la familia Rrakacolli, y con el paso del tiempo desempeñó todo tipo de funciones: albergue infantil, hospital, y finalmente seminario de los Franciscanos. Hasta que en 1946 el régimen comunista requisó todas las propiedades de la iglesia, y en el seminario se ubicó una delegación del temible Sigurimi (el Servicio de Inteligencia de Enver Hoxha). Durante décadas miles de presos políticos de Shkoder fueron interrogados y torturados, malviviendo en celdas oscuras. Tras la caída del comunismo el edificio continuó funcionando unos años como Comisaría de Policía. Más tarde, en el año 2005, se convirtió en un convento de monjas Clarisas; y en el 2014 abrió al público el Museo, que incluye la parte de las celdas.
La entrada cuesta 200L y el Museo se divide en 3 partes: un pasillo con carteles en inglés donde se explica el sufrimiento de la población Albanesa durante la época comunista (asesinatos, edificios religiosos destruidos, prohibición de abandonar el país…); un pequeño museo con objetos personales de los reclusos (cartas, libros, cubiertos…); y las celdas, distribuidas en dos plantas. Esta última parte es la más impactante. Se puede entrar en todas, además de los lavabos destrozados y una siniestra sala de torturas. La mayor parte del tiempo estuve solo y la atmósfera es escalofriante. Totalmente recomendable.
4. Calles Kole Idromeno y 28 Nentori: se trata de dos avenidas peatonales unidas entre sí que cruzan el Centro Histórico de Shkoder de norte a sur. Están flanqueadas por docenas de edificios antiguos con sus fachadas pintadas de colores alegres, algunos de ellos realmente lujosos como el palacio donde se ubica el Ayuntamiento de la ciudad. Además hay tiendas curiosas; un par de iglesias de altísimos campanarios; y un montón de bares y cafés con terrazas llenas de gente a todas horas. Es un lugar ideal para pasear sin rumbo, descubriendo rincones llenos de encanto.
A escasos metros está la Calle Gjuhadol, también peatonal, donde todavía hay numerosos edificios abandonados, con muros agrietados, puertas de madera y relieves. Me pareció más auténtico, aunque algunos ya se están restaurando y se encontraban cubiertos por lonas.
5. Mesi Bridge: un puente Otomano que data de 1770 y cruza el río Kir, rodeado de un bonito paisaje. Yo no lo visité porque se encuentra 8km al norte de Shkoder y no me dio tiempo, pero con transporte propio (bicicleta o coche) me hubiera acercado.
Tras recorrer el Centro Histórico elegí al azar una de las terrazas de la Calle Kole Idromeno y me senté a tomar un café con leche (150L). El camarero era muy simpático y estuvimos charlando un rato.
EL FUERTE ROZAFA
*Horario: 9h – 18h (hasta las 16h en invierno)
*Precio: 400L
*Fotografía: ok
Este imponente castillo está ubicado sobre la colina donde nació Shkodra. Por aquí pasaron Ilirios, Romanos y Bizantinos, aunque el aspecto actual del fuerte es obra de sus ocupantes durante la Edad Media. Primero fue la capital del Principado de Zeta; después, en el año 1396, Durad II entregó la ciudad a la República de Venecia para que actuara como barrera ante la amenaza del Imperio Otomano; y en 1479, tras un cerco fallido de casi un año donde el formidable ejército de Mehmed el Conquistador no consiguió vencer a 1.600 venecianos y albaneses atrincherados en el castillo, los Otomanos se hicieron con Shkodra mediante la firma de un acuerdo de paz.
El Fuerte Rozafa se encuentra a 3,5km del centro y yo decidí llegar caminando. En el tramo final hay que subir por una dura pendiente, pero alcancé la entrada sin problema. Allí compré el billete en una taquilla y accedí al recinto, que está dividido en 3 patios separados por muros:
1. Primer Patio: se accede por una puerta monumental y destaca un edificio construido por los Venecianos con una terraza que ofrece unas vistas espectaculares de Shkoder y las montañas de fondo. Mientras estaba allí se escuchó la llamada a la oración desde las diferentes mezquitas de la ciudad y fue un momento único.
2. Segundo Patio: contiene las ruinas de la mezquita Fatih Sultan Mehmet, que antes de la llegada de los Otomanos era la Iglesia de San Esteban, construida durante el siglo XIII. El templo no tiene techo y su enorme minarete ha perdido mucha altura, pero aun así es realmente fotogénico. En el otro extremo del patio es posible contemplar una panorámica genial de las llanuras, con campos de cultivo, la mezquita Mehmet Pasha Bushati (su minarete fue destruido por el régimen comunista), y los ríos Kir y Drin con sus meandros perdiéndose en el horizonte.
3. Tercer Patio: se encuentra en la parte superior del fuerte. Aquí hay un edificio de 3 plantas construido por los Venecianos que alberga un Museo y un Café; y la Ciudadela, con una torre desde la que disfruté de unas vistas épicas del río Buna, el lago Shkodra y las montañas. Eso sí, en un punto una nube de mosquitos no me dejó hacer fotos (tapaban el objetivo de la cámara y se me metían por los oídos).
En total estuve un par de horas recorriendo Rozafa muy entretenido. En el recinto hay varios carteles con información en inglés; y me crucé con varios turistas, pero sin sentirme agobiado.
Tras la visita caminé hasta el Puente Buna (el moderno) para hacer fotos panorámicas del fuerte, que estaba perfectamente iluminado con los últimos rayos de sol y aparecía reflejado en las aguas del río Buna. A mi alrededor había árboles teñidos de color naranja gracias al otoño, un lugareño pescando, patos nadando, y un minarete blanco en la distancia. Una buena forma de acabar el día.
A continuación regresé al centro de Shkoder. La ciudad está llena de perros callejeros que no paran de cruzar la carretera jugándose la vida entre un tráfico intenso. También vi varias mujeres mendigando con sus hijos; un montón de gente en bicicleta (el terreno es llano y pedalear no cuesta dinero); y diferentes comercios con nombres en español (café Me Gusta, hotel Mi Casa Es Tu Casa, bar Real Madrid…).
CENA: VILA BEKTESHI RESTORANT
Un local recomendado por Mira que se encuentra a 5 minutos de la guesthouse. Al llegar subí al primer piso y me senté en una mesa del comedor. Y tras examinar el menú (en inglés) pedí Sopa de Huevo y Limón; un Risotto de la Casa (con trozos de jamón, champiñones y guisantes); y una jarra de cerveza Korça.
La verdad es que el sitio es muy elegante, con camareros atentos, mesas que lucen manteles blancos y música de piano de fondo. Si como yo viajas con presupuesto ajustado puede que al principio te asustes, pero los precios son muy correctos y pagué 850L (unos 7€). En cuanto a la comida, no me acabó de convencer, creo que más por mi elección de platos que por su calidad. Me hubiera gustado repetir para salir de dudas.
Camino de mi guesthouse hice una pequeña compra de comida en un supermercado Spar; y me preparé para una merecida noche de descanso, porque llevaba un montón de horas dando vueltas desde que amanecí en Montenegro.
EXCURSION POR EL LAGO SHKODRA
Al día siguiente me desperté con mi alarma sonando a las 8h tras dormir casi del tirón. Eso sí, utilicé tapones para los oídos porque por la noche la familia de Mira no paraba de hacer ruido (vive en la planta baja) y preferí evitar sorpresas desagradables de madrugada. Una vez en pie desayuné un croissant de chocolate y un yogur; preparé la mochila pequeña; y salí a la calle, donde hacía un tiempo inmejorable.
Mi plan era dar un paseo por el lago Shkodra en busca de lugares interesantes. Con una media de 450km2 de superficie (varía según la época del año) este lago es el más grande de los Balcanes y está dividido casi a partes iguales entre Albania y Montenegro, donde es conocido con el nombre de lago Skadar. La zona de Albania fue designada Reserva Natural en el año 2005 y su territorio está habitado por una fauna muy variada, que incluye una gran cantidad de aves (como el raro Pelícano Dálmata) y varios peces y moluscos endémicos.
De entrada pensé en alquilar una bicicleta para cubrir una mayor distancia, pero Mira no tenía ninguna disponible y me tocaba conseguirla en algún hostel o preguntar en la Oficina de Información Turística. Además para llegar a la orilla del lago tenía que cruzar la ciudad, y el día anterior comprobé que el tráfico era caótico. Así que decidí viajar en taxi hasta el Puente Buna (el antiguo, peatonal) ahorrándome 4km, y una vez allí caminé siguiendo la orilla del río Buna hacia el norte. El conductor utilizó el taxímetro y el trayecto me costó 480L (unos 4€), más caro de lo que había previsto.
Los inicios del recorrido fueron un cúmulo de sensaciones. El puente está fabricado con tablones de madera agujereados y pasé entre un montón de gente pescando. A continuación crucé un barrio de chabolas de ladrillo y cemento que se apiñaban subiendo por la ladera de la montaña. Las calles estaban llenas de basura (tuve que esquivar una cabeza de garza) y había ropa tendida por todas partes. Y en medio de ese escenario de miseria destacaba una mezquita blanca con un elegante minarete.
Menos mal que no tardé en dejar atrás Shkoder y el paisaje mejoró radicalmente, con la orilla del río Buna cubierta de vegetación, grupos de patos nadando y las montañas de fondo. Además el camino consiste en una amplia acera que permite avanzar alejado del tráfico (aunque se trata principalmente de bicicletas). De vez en cuando aparecía algún café con enormes terrazas y lugareños sentados al sol. Al cabo de un rato llegué al nacimiento del río Buna y continué por el lago Shkodra. En un punto encontré un pequeño islote con un edificio abandonado a medio construir. Está vallado pero no me costó nada saltar, acceder mediante un puente y subir a la terraza por unas peligrosas escaleras. Desde aquí las vistas del lago son excelentes. No muy lejos un pescador preparaba sus redes antes de salir a faenar con su barca.
Poco después llegué a la población de Shiroke, situada a 4km del puente peatonal. Tiene un puerto pesquero donde había centenares de gaviotas flotando en el agua. Otras revoloteaban alrededor de las barcas en busca de comida creando imágenes realmente fotogénicas. También vi Garzas Blancas, Gansos y varios Cuervos. En Shiroke abundan los bares y restaurantes situados junto a la orilla del lago. Yo me senté en una terraza elevada y me tomé un café con leche frente a una panorámica inmejorable (150L).
Podría haber continuado caminando unos kilómetros más hasta el siguiente pueblo, Zogaj, a escasa distancia de la frontera con Montenegro. Pero ya eran las 13h y después tendría que regresar a Shkoder, así que opté por dar media vuelta. Gran decisión porque al poco descubrí un autobús que estaba a punto de partir hacia Shkoder. Todo un golpe de suerte teniendo en cuenta que solo hay dos salidas diarias.
Yo ocupé un asiento junto a la ventana, acompañado de un grupo de señoras (una lucía un pañuelo blanco en la cabeza); y a las 13.30h nos pusimos en marcha. El trayecto duró apenas un cuarto de hora y me bajé en el centro de Shkoder, pagando el billete al conductor (100L).
CONCLUSION
Shkoder es una ciudad que hará saltar por los aires todos tus posibles prejuicios relacionados con Albania. Muchos Montenegrinos me habían hablado de un país caótico, con calles llenas de basura, edificios en ruinas y lugareños de oscuras intenciones. En cambio Shkoder me recibió con un Casco Antiguo formado por viviendas pintadas de vivos colores y animadas terrazas, y gente amable y educada. Además constituye una base ideal para lanzarse a explorar los Montes Malditos. Te recomiendo dedicar 2 días a la zona, uno para visitar Shkoder y otro para realizar alguna excursión por el lago Shkodra.
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