Alojado en un antiguo caravanserai y visitando aldeas de montaña con viviendas tradicionales, torres de la Edad Media y espesos bosques
Sheki (a veces escrito Shaki) es un asentamiento al pie de las montañas del Cáucaso rodeado de espesos bosques, que ha estado habitado desde tiempos inmemoriales. Entre los siglos III AC y VII DC perteneció al Reino de la Albania Caucásica (no confundir con la actual Albania), que se extendía por gran parte de Azerbaiyán y el Daguestán ruso, hasta que los árabes invadieron la zona e impusieron su cultura. Durante cientos de años Sheki formó parte del Imperio Persa. Pero en el siglo XVIII, en los últimos compases de la dinastía Safávida, varios Kanatos del Cáucaso aprovecharon para independizarse, y el de Sheki se convirtió en uno de los más poderosos. Eso sí, la alegría duró poco, y a principios del siglo XIX el Kanato pasó a formar parte del Imperio Ruso.
La actual Sheki fue fundada en el siglo XVIII, cuando la antigua acabó arrasada por una serie de inundaciones, y hasta 1968 se llamó Nuxa. Es una población tranquila que cuenta con dos lujosos palacios y un caravanserai lleno de encanto donde es posible alojarse. Y constituye una buena base para explorar otras aldeas de montaña de los alrededores, como Kish o Ilisu.
ALOJAMIENTO: KARVANSARAY HOTEL – 50M/Noche
*Puntos a favor: antiguo caravanserai con un bonito patio central; habitación inmensa, con sala de estar y dormitorio; baño privado con ducha perfecta; limpieza impecable; mobiliario antiguo y techos de ladrillo en forma de cúpula; ubicación inmejorable, en pleno casco histórico; tranquilidad total por la noche, con el sonido del río Gurjan a escasos metros de mi ventana.
*Puntos en contra: camas individuales; wifi horrible (ni siquiera tenía cobertura normal en la habitación); personal de la recepción bastante seco; de 11h a 19h cualquiera puede entrar en el hotel, y (aunque está prohibido subir al primer piso) no paraban de pasar turistas frente a mi habitación haciéndose selfies.
Mi llegada a Sheki fue muy improvisada. No tenía acceso a internet y tampoco me había descargado el mapa de Azerbaiyán en la app de maps.me. Así que iba totalmente perdido, como en los viejos tiempos. La marshrutka que cogí en Balakan me dejó en la Terminal de Autobuses del pueblo, bastante alejada del centro, con lo cual necesitaba transporte. En la salida se me abalanzaron varios taxistas, pero me los quité de encima rápido y esperé en una parada de autobús cercana. Al poco apareció un vehículo y me subí sin saber su destino exacto, aunque por suerte pasaba junto a mi alojamiento. Eso sí, le pedí al conductor que me avisara al llegar, y el pobre abuelete se olvidó. Pero bueno, me llevó más tarde, cuando acabó la ruta, y para compensar las molestias no me cobró nada. Todo un detalle…
Dormir en el Karvansaray Hotel es una de las mayores atracciones turísticas de Sheki. La verdad es que no contaba con encontrar habitaciones disponibles, porque era agosto y me planté en la recepción a las 17h pasadas. Pero para mi sorpresa en un par de minutos estaba instalado en mi flamante habitación. Todo un lujazo. En el pasado, Sheki era una importante parada de la Ruta de la Seda, y este caravanserai, construido durante el siglo XVIII, es el más grande de los cinco que había en la población. En la planta baja se ubicaban tiendas y almacenes de productos, y en el primer piso habitaciones para que se alojaran los comerciantes.
Por la noche se respira una atmósfera única, con farolas iluminadas, la música del restaurante, la silueta de las montañas de fondo… Muy recomendable. Una pena que no pudiera conseguir una habitación individual (30M), pero solo hay dos y están muy cotizadas.
CENA: QEDIM NUXA RESTAURANT
Los precios del restaurante del Karvansaray Hotel me parecieron muy caros, así que salí en busca de algún lugar más asequible. Y a un par de calles encontré el Qedim Nuxa. Este lugar reúne todos los requisitos que busco: comida tradicional, precios económicos y clientela local. Allí me senté en una mesa del patio interior, y tras unos minutos descifrando el menú pedí el plato típico de Sheki: el Piti. Se trata de una especie de cocido que se prepara en una tinaja de barro y se come en dos platos. En uno se echa el caldo sobre trozos de pan; y en el otro se vierte el resto (garbanzos, carne, una ciruela…) y se hace una pasta chafándolo con el tenedor. Los dos platos se condimentan con sumac (una especia de color morado). Me recordó mucho al Dizi o Abgoosht de Irán.
También pedí Et Qutab: un crêpe de masa muy fina relleno de carne. Para acompañar, una Coke de 0,5l. Y de remate, un té. Todo por 10M (algo más de 5€). Acabé realmente satisfecho. El regreso a mi hotel fue muy agradable, paseando por calles adoquinadas, junto a críos correteando o lugareñas charlando. Un final perfecto.
EXPLORANDO SHEKI
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable. Como el desayuno no está incluido en el precio del hotel, comí galletas y un zumo de piña que compré la tarde anterior en una tienda cercana. Y para complementar, salí al exterior y decidí probar un dulce típico de Sheki. Se llama Halva, y es muy parecido al Baklava. En la avenida que une el Karvansaray con la plaza principal hay un montón de comercios turísticos que venden Halva en cajitas, a precios más elevados. Pero yo entré en una tienda local y compré un buen trozo por tan solo 2M. El Halva es una auténtica bomba y al tercer bocado ya estaba lleno, así que me duró varios días.
A continuación ya estaba listo para visitar las principales atracciones de Sheki. Esto fue lo más destacado:
1. Xan Sarayi: el Palacio de Verano donde residían los monarcas del Kanato de Sheki. Fue construido a finales del siglo XVIII y está considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La verdad es que tuve una suerte tremenda, porque el Palacio reabría sus puertas ese mismo día, tras casi 2 meses cerrado al público. El motivo: en el patio del Palacio hay dos árboles gigantescos plantados hace más de 500 años, y varias ramas de uno de ellos se desprendieron a causa del viento, matando a un turista y dejando a otros 19 heridos de diversa gravedad. Pero ya acabaron los trabajos, y en los alrededores vi cámaras de TV con un reportero entrevistando a los visitantes.
La fachada exterior del Palacio es imponente, decorada con motivos geométricos y figuras de animales. Tras comprar mi billete (5M) esperé un par de minutos en el patio y entré junto a un numeroso grupo de turistas (un encargado regulaba el acceso de la gente, para no masificar el lugar). El Xan Sarayi cuenta con varias salas espectaculares. Están decoradas con pinturas (flores, animales…), vidrieras de colores (llamadas Shebeke), puertas y ventanas de madera tallada… Me encantaron las pinturas de una de las salas con escenas de batallas. Mi cámara hubiera echado humo, pero… ¡está prohibido hacer fotos! Una práctica cada vez más habitual, no para proteger las obras de arte, sino para que la gente no colapse el lugar con sus interminables sesiones de selfies. En fin…
En el Xan Sarayi no hay ni un solo cartel con explicaciones. Pero me acoplé a un pequeño grupo con una guía que hablaba inglés y me enteré de muchos datos curiosos. El Palacio se encuentra dentro de un enorme espacio amurallado donde hay otros edificios que no visité: un centro de artesanía, dos museos (uno en una iglesia de forma circular muy fotogénica), un café… Y desde allí se pueden contemplar buenas vistas de Sheki, con las montañas de fondo.
2. Palacio de Invierno: a no mucha distancia del Xan Sarayi, es otra de las antiguas residencias de los Kanes de Sheki. La entrada también me costó 5M, y antes de acceder al edificio tuve que descalzarme y utilizar unas zapatillas que había junto a la puerta. En este Palacio solo hay una sala destacable, pero me encantó. La decoración es espectacular, y no tiene nada que envidiar al más famoso Xan Sarayi, con vidrieras de colores; pinturas (con personajes de la época, animales, motivos geométricos…) y una lujosa lámpara colgando del techo.
Además ofrece dos ventajas:
*Está permitido hacer fotos, y me pude quitar la espina clavada de la anterior visita.
*Los turistas brillan por su ausencia. De hecho, pasé unos 20 minutos en el interior de la sala completamente solo, disfrutando de una gran atmósfera.
En el Palacio había dos encargadas. Una que me sonrió todo el rato y fue muy amable; y otra de rostro enfadado, que me cobró la entrada sin darme algún tipo de recibo.
3. Mezquitas antiguas: hay varias esparcidas por el casco antiguo de Sheki. Yo vi alguna, como la Mezquita Cuma, junto a la plaza principal, con un enorme minarete; la Omar Efendi, en la avenida donde compré el Halva, con su fachada y minarete de ladrillo; o el Minarete Godek, en una de las calles interiores.
4. Fábrica de seda: en el pasado Sheki fue un importante centro de producción de seda, y hoy día todavía hay actividad, aunque a menor escala. La fábrica cuenta con dos grandes torres de ladrillo que se elevan por encima de las casas del pueblo. En teoría no se puede visitar, pero como no me interesaba mucho tampoco lo intenté. Junto al recinto hay una tienda con una gran variedad de productos a la venta.
Entre visita y visita dediqué bastante tiempo a recorrer las calles de Sheki, pasando junto a viviendas tradicionales, con balcones de madera y tejados de color rojo; antiguas naves de la época soviética cayéndose a pedazos; fuentes con las imágenes de soldados fallecidos en la Guerra de Nagorno Karabagh con Armenia (son considerados mártires, al igual que ocurre en Irán con los que murieron durante la guerra contra Irak); ancianas con coloridos pañuelos en la cabeza (charlé con una y no tuvo problema en posar para mi cámara); puestos de sandías y melones (a veces utilizando el maletero de un coche)… La gente me saludaba al pasar, y me sorprendió no ver casi ningún perro callejero.
También me hizo gracia observar los vehículos que circulaban por la carretera. Abundaban los viejos Lada de la época soviética, con sus motores rugiendo y expulsando humo negro. Pero también señoriales Mercedes importados de Alemania (el sueño de cualquier azerí).
COMIDA: BABA DÖNER
Tras unas horas caminando por Sheki ya tenía hambre, así que decidí entrar en este local donde había bastantes lugareños. Me senté en una mesa del comedor y pedí un Döner de pollo servido en un pan riquísimo, con salsas y verduras; y una Fanta. Precio: 2,5M. Más tarde me enteré que este lugar sirve los mejores Döner del pueblo, así que fue todo un acierto.
Una vez con el estómago lleno me tocó cambiar de alojamiento. Por la mañana hice un último intento para conseguir una de las habitaciones individuales del Karvansaray Hotel, pero continuaban ocupadas. Y 50M al día eran una losa para mi presupuesto. Con lo cual me despedí del lujo en busca de un lugar más modesto.
ALOJAMIENTO: SHAKI HOST HOUSE – 25M/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; limpieza impecable; ubicación muy céntrica, a escasa distancia de la Terminal de Autobuses y las principales atracciones turísticas; tranquilidad total por la noche; familia propietaria encantadora, tanto los padres (Efqan y Nezaket) como sus simpáticos hijos (Nicat y Fidan); té de cortesía a cualquier hora; wifi rápido; lavadora gratuita (me vino genial); precio; desayuno incluido.
*Puntos en contra: camas individuales; lavabo exterior compartido (aunque tan solo lo encontré ocupado un par de veces, pues solo hay 4 habitaciones); guesthouse difícil de encontrar, señalizada con un minúsculo cartel.
Aquí utilicé la táctica Booking: busqué un hotel con buenas valoraciones, precio ajustado y habitaciones disponibles; y me acerqué el día anterior para negociar directamente con los dueños, ahorrándome 5M por noche. Me pareció un lugar sencillamente genial, y sin estar todavía alojado acabé tomando té y charlando con la familia durante un buen rato (con Nicat haciendo de intérprete). Así pasé el resto de la tarde. Como curiosidad:
*Las habitaciones no tienen llave, y las puertas y ventanas están abiertas la mayor parte del día. Toda una muestra de confianza…
*En Azerbaiyán gusta el té bien dulce, y los lugareños se meten en la boca un caramelo o un terrón de azúcar, y van bebiendo sorbos. Yo no tardé en copiar la costumbre, aunque esto explica el estado lamentable de las dentaduras de muchos azerís.
CENA: QURCANA RESTAURANT
Un local recomendado por Nicat, situado a apenas 5 minutos de la guesthouse. Allí ocupé una mesa de la terraza, rodeado de lugareños. Y volví a pedir Piti, aunque esta vez acompañado de 2 jarras de cerveza NZS (12M). Los camareros eran muy agradables y charlamos unos minutos. Además, el restaurante tiene buen wifi. Todo perfecto.
Tras la cena caminé por calles oscuras y solitarias, con una temperatura muy agradable y el sonido de docenas de grillos. Un ambiente genial. La calle de la guesthouse estaba completamente a oscuras y tuve que utilizar la linterna del móvil (los adoquines eran peligrosos). Ya en mi habitación una familia de rusos armó bastante escándalo durante un rato. Pero por suerte se fueron a dormir a una hora prudente y reinó la calma.
UNA EXCURSIÓN POR LA MONTAÑA
Al día siguiente comencé la jornada con un desayuno casero. Me senté en la mesa del comedor, y a la hora prevista llegó el menú. Estuvo muy bien, teniendo en cuenta el precio de la habitación: tortilla francesa con verduras, ensalada de tomate y pepino, queso, y abundante pan con mermelada y mantequilla. Justo lo que necesitaba. Además, estuve hablando con una pareja muy interesante de Nueva Zelanda.
El plan del día era visitar la población de Kish, situada unos 7km al norte de Sheki. Lo más sencillo hubiera sido viajar en marshrutka o taxi, y habría llegado en un momento. Pero yo casi siempre elijo la opción más aventurera. Así que encontré en maps.me un sendero alternativo que conectaba ambos pueblos atravesando las montañas, y me dispuse a recorrerlo. Para llegar al inicio caminé hasta el Xan Sarayi, y continué hacia las afueras. Esto fue lo más destacado de la ruta:
*Al principio avancé por una pista de tierra llena de pedruscos. A mi alrededor había plantas llenas de frutos de vivos colores. Y en varias ocasiones me tuve que apartar para que pasaran burros y mulos cargados con enormes troncos (casi no podían ni caminar). Junto a cada animal, un lugareño con las manos en los bolsillos dirigiéndole a gritos. La pista subió sin parar, y por suerte el cielo estaba cubierto de nubes y no hacía mucho calor. Además encontré un par de fuentes durante el recorrido que me salvaron la vida, porque no llevaba agua encima.
*Más tarde el camino se estrechó y se adentró en un espeso bosque por el que caminé completamente solo, rodeando la cima de una montaña. Se escuchaban bastantes sonidos misteriosos, pero solo vi pájaros revoloteando. Aquí me empecé a dar cuenta que a lo mejor la ruta iba a ser más larga de lo previsto. Pero continué a buen ritmo.
*Tras unos minutos de tregua caminando en horizontal, el sendero se enfiló hacia la cima de una segunda montaña. Hubo un momento en el que emergí del bosque y atravesé una zona de prados cubiertos de flores, conocida como Xan Yailagi. Y alcancé el punto más alto, desde donde disfruté de unas vistas geniales, con diferentes cordilleras forradas de bosque, plantas exóticas, y Sheki en la distancia. Mereció la pena el esfuerzo. Cuando estaba a punto de marcharme apareció un 4×4 del que bajó una familia de Arabia Saudí.
*El tramo final de la ruta discurrió por una pista de tierra por la que pasó algún que otro vehículo. Fue un descenso continuo, cruzando bosques realmente atmosféricos. Curiosamente aquí la fauna sí que hizo acto de presencia: primero vi un conejo escabulléndose entre los matorrales; y más tarde dos ciervos alejándose a la carrera. Aunque también escuché movimiento de otros animales a los que no pude ver. Y descubrí algo inquietante: huellas de oso… Más tarde me enteré que tanto mi guía como la Oficina de Turismo de Sheki desaconsejan hacer esta ruta por la presencia de osos en la zona. Y yo por allí más solo que la una… Vaya tela…
La pista acabó en las afueras de Kish, en una zona ocupada por el Marxal Resort, un hotelazo de lujo con lago artificial, piscina, restaurantes, coches caros y música a todo volumen. Al final la ruta duró más de 5 horas, para recorrer unos 17km, pero acabé encantado.
VISITANDO KISH
Cuando consulté el mapa me di cuenta que aun me faltaban al menos 2km para llegar al centro de Kish. Y todo porque el puente más cercano para cruzar el río (también llamado Kish) estaba en el quinto pino. Unos taxistas me ofrecieron llevarme, pero ya no me iba de caminar un poco más, así que llegué por mi cuenta. Al final crucé el puente; pasé junto a un par de zonas de picnic desiertas; y comencé a recorrer Kish. Esto fue lo más destacado:
*Pueblo: Kish es una aldea de calles adoquinadas y casas tradicionales con tejados de color rojo rodeado de montañas. Durante el tiempo que estuve me crucé con un rebaño de cabras, grupos de abueletes charlando, y ancianas con pañuelos de colores. Los turistas occidentales se podían contar con los dedos de una mano, y los niños me saludaban al pasar con un “hello”. Una atmósfera muy agradable.
*Iglesia: la principal atracción turística de Kish es una iglesia que tuvo gran importancia durante la época del Reino de la Albania Caucásica. Para acceder al recinto pagué 4M. Se trata de un bonito edificio rematado por una torre cilíndrica con tejado cónico. Al pie de la iglesia hay un par de paneles de vidrio a través de los cuales se pueden ver antiguas criptas con huesos humanos. Y en el interior un pequeño museo con objetos antiguos e interesantes carteles explicativos en inglés.
*Cementerio: en busca de un lugar con vistas de Kish descubrí al otro lado del valle un cementerio que subía por la ladera. Y hacia allí que me dirigí. El lugar era realmente siniestro. En Azerbaiyán las lápidas tienen un grabado con la cara del difunto y un texto. Y en la parte trasera a veces aparece la persona de cuerpo entero, con un grado de realismo inquietante. Yo atravesé el cementerio para llegar al punto más alto, y tenía frente a mí la parte trasera de las lápidas. Así que aquello parecía “La Noche de los Muertos Vivientes”, con un montón de cuerpos subiendo por la ladera hacia mí (incluida una mujer vestida de novia). Ni se cómo aguanté allí, porque una vez más estaba solo…
Dicho esto, desde el cementerio pude disfrutar de una panorámica espectacular de Kish, con sus viviendas tradicionales, el valle y las montañas de fondo. Me encantó. De regreso en el centro del pueblo, mi idea era sentarme a comer algo consistente. Pero lo intenté en un par de cafés y las cocinas estaban cerradas. Con lo cual me compré en una tienda una bolsa de Cheetos y un zumo de naranja (1,3M); comí en la puerta; y emprendí el regreso a Sheki.
CONTINÚA LA CAMINATA
Una vez más la opción lógica hubiera sido utilizar una marshrutka o taxi, o incluso hacer autoestop. Pero como Sheki y Kish están casi tocándose, pensé que si caminaba vería lugares interesantes sobre la marcha (viviendas, comercios, paisajes…). Así que recorrí a pie los 6km de distancia, al principio siguiendo la carretera principal; y después por diferentes calles de Sheki. Y la realidad fue que no encontré nada que me llamara la atención, y avancé a buen ritmo con los pies ya echando humo. Así que te recomiendo utilizar algún medio de transporte y ahorrarte este trayecto, porque no tiene ninguna gracia.
Como curiosidad, el mes de agosto es época de bodas en Azerbaiyán, y durante mi estancia en Sheki se notaba: escuché caravanas de coches que pasaban por las calles tocando el claxon; música en directo procedente de los banquetes (uno muy cerca de mi guesthouse); y vi puertas o vehículos engalanados con cintas de colores.
Cuando por fin alcancé el centro de Sheki, hice un alto para comer de nuevo en Baba Döner. Esta vez cayó un döner de ternera con una Fanta (2,5M). Y en la guesthouse estuve hablando un rato con Fidan, la simpática hija de los dueños, que había estado visitando una cascada y me ayudó a poner una lavadora.
CENA: QURCANA RESTAURANT
Como me gustó el lugar, y el Qedim Nuxa ahora me pillaba un tanto lejos, decidí regresar. Esta vez pedí ensalada de tomate y pepino; kebab de cordero con patatas fritas; y una jarra de cerveza NZS. Al final el kebab era una chuleta a la brasa algo escasa de carne, pero acabé satisfecho. Precio: 13M.
De vuelta en la guesthouse conocí a una pareja de italianos y acabamos charlando durante más de una hora. Ella se fue a la cama aburrida (porque no hablaba inglés o no le interesaba el tema). En cambio él (Salvatore) me cayó genial y alucinaba con las historias de Mi Gran Viaje. Al final nos despedimos a las 23h pasadas, y me fui a dormir, con la sensación de haber vivido una gran jornada.
RUMBO A ILISU
Al día siguiente me desperté tras una noche movidita. Las cenas pesadas comenzaban a pasar factura (Piti, cordero…), y mi estómago era una olla a presión. Así que dormí bastante mal. Pero bueno, me vestí y salí a desayunar, sin cambios en el menú. A continuación preparé la mochila pequeña y caminé hasta la Terminal de Autobuses.
Mi idea era visitar Ilisu, un pueblo a 50km de Sheki en dirección oeste. Como no estaba muy lejos, preferí realizar una excursión desde Sheki en lugar de hacer un alto específico allí, con todo lo que eso conlleva (buscar alojamiento, moverme con mis mochilas…). En mi guesthouse consulté una lista con todos los horarios de las diferentes marshrutkas, y ya sabía que la mía partía a las 10h. Una vez en la Terminal localicé el vehículo, ocupé un asiento, y nos pusimos en marcha con puntualidad británica. El trayecto duró 45 minutos, atravesando un paisaje formado por arbustos y campos de cultivo. Por segundo día consecutivo el cielo estuvo cubierto de nubes, creando una atmósfera casi otoñal. A mi alrededor solo había lugareños. Precio: 1M.
La marshrutka me dejó en la Terminal de Qax (pronunciado Gaj), una población que aparecía en mi guía de viajes, pero que en mi opinión carece de interés turístico. Alguna casa tradicional, un par de iglesias antiguas… Pero nada realmente destacable. Así que en el exterior de la terminal paré un taxi, y por 6M me llevó hasta Ilisu, a 15km de distancia. Hay una masrhrutka que realiza el recorrido, pero con horarios muy erráticos, y decidí no complicarme la vida. De camino pasamos por un tramo donde había bastantes zonas de picnic y restaurantes (uno de ellos con forma de castillo medieval). Y seguimos el valle del río Kurmuk, con vistas de montañas y espesos bosques. El cauce era inmenso, y en temporada tiene que ser una imagen impresionante. Pero en pleno mes de agosto apenas bajaba un hilo de agua.
UNA CASCADA LLENA DE SORPRESAS
Ilisu es una aldea de montaña que no llega a los 2mil habitantes. Por tanto cuesta entender que en el pasado fuera la capital del Sultanato de Ilisu, uno de los Kanatos que prosperaron en la zona del Cáucaso entre los siglos XVIII y XIX. Se encuentra al pie de las montañas, en un bonito valle, y a no mucha distancia de la frontera con Rusia. Estos fueron los lugares que visité:
1. Ilisu Waterfall (o Ram Rama Waterfall): está en las afueras de Ilisu, e hice que el taxista (un ruso llamado Misha) me llevara hasta allí. Porque pagué un trayecto privado y el listo recogió de camino a dos personas más que me acompañaron durante un tramo (y también pagaron). Así que como no me quiso rebajar el precio, alargué el viaje. Bajé del taxi en una zona de aparcamiento, y por fin pude estirar las piernas. Para llegar a la cascada tuve que avanzar cuesta arriba 1,5km siguiendo una pista en bastante mal estado por la que no paraban de pasar vehículos 4×4 con grupos de turistas hasta la base de la cascada. Es increíble lo poco que le gusta caminar a la gente…
Nada más alcanzar la cascada me encontré con 4 lugareños tomando té en una mesa, y me invitaron a unirme a ellos. Por supuesto dije que sí, y me senté unos minutos. Eran de Baku y estaban visitando la zona. No hablaban ni palabra de inglés y la conversación fue complicada, pero algo nos pudimos explicar. A continuación nos despedimos y visité la cascada.
La verdad es que el lugar merece la pena. Ilisu Waterfall cae desde una altura de 70m por un enorme acantilado, creando una imagen muy fotogénica. Y eso que era agosto y faltaba mucha agua. En temporada de lluvias tiene que ser un espectáculo. No paraban de llegar turistas, pero en pequeñas cantidades y sin molestar mucho. Y tras media hora decidí marcharme. No me esperaba lo que estaba a punto de ocurrirme…
Mientras bajaba por la pista vi un 4×4 que se acercaba de frente. Había espacio de sobras para que pasáramos los dos, pero el vehículo vino directo hacia mí, y si no me aparto me golpea con el retrovisor. Casi me caigo por la cuneta. Al principio le pegué cuatro gritos y continué mi camino. Pero esto no podía quedar así. Di media vuelta, fui hasta el punto donde aparcaban los 4×4, y a través de la ventana le pegué dos golpes en el hombro al conductor y le puse de vuelta y media (en español, que es como se discute mejor). Y el tío encima decía que me había avisado para que me apartara… Menudo sinvergüenza…
Rumbo a Ilisu se me acoplaron dos chavales de Baku, y fuimos charlando un rato en un inglés decente. Uno de ellos tenía un diente de oro, algo muy común entre los azeríes, tanto hombres como mujeres (tanto terrón de azúcar…). En la zona de aparcamiento nos despedimos, y seguí con mi recorrido.
A continuación caminé en suave descenso siguiendo la carretera en dirección a Qax, atravesando el centro de Ilisu. Pasé junto a pequeños comercios y lugareños que me miraban con ojos como platos. De vez en cuando me desviaba por alguna calle lateral para ver alguna vivienda tradicional, con balcones de madera y tejados rojos. A mi derecha estaba el cauce del río Kurmuk, con verdes montañas de fondo.
2. Mezquita Cuma: construida durante el siglo XVIII, se ubica en la plaza principal de Ilisu. Estaba cerrada, pero al menos pude acceder al patio y contemplar su fachada, con arcos de ladrillo y una puerta de madera tallada.
ANTIGUAS TORRES DEFENSIVAS
El Sultanato de Ilisu dejó varias torres defensivas esparcidas por la zona y me propuse visitar alguna de ellas, a pesar de que no había indicaciones claras para encontrarlas.
3. Sumug Tower: está situada en la salida de Ilisu, en dirección a Qax, y por suerte es visible desde la carretera. El exterior impresiona: una torre de 4 pisos de altura construida con ladrillo rojo, situada al pie de las montañas. Para acceder tuve que pagar 1M. Y pude subir hasta el último piso, pasando por modestas exposiciones de objetos antiguos: vasijas, utensilios varios… Las vistas prometían, pero al final son a través de una ventana, y no me volvieron loco.
4. Galaja Tower: conocí su existencia en la Sumug Tower y pregunté a un par de lugareños cómo llegar, hasta que divisé la parte superior asomando entre los árboles, en lo alto de la montaña. A continuación subí a buen ritmo por un sendero bastante exigente, y pude adelantar a una numerosa familia que también se dirigía al lugar. Al menos lo pude disfrutar en soledad unos minutos. La torre está en ruinas, pero las vistas de los alrededores son magníficas, con la población de Ilisu; y los valles de los ríos Kurmuk y Hamamchay rodeados de montañas. Allí me senté en una piedra a comer un Snickers y un zumo de melocotón que compré en una tienda del pueblo.
VUELTA A SHEKI
A todo esto ya eran las 16h y el cielo estaba cada vez más oscuro. Y encima no tenía ni idea de los horarios de las marshrutkas para volver a Sheki. Así que decidí no apurar hasta el último minuto y dar por finalizada mi visita a Ilisu. Además, ya había visitado los lugares más importantes. Para empezar paré un destartalado taxi cuyo precio me convenció: 5M por llevarme hasta la Terminal de Qax. El conductor no hablaba nada de inglés, así que hubo pocas palabras durante el trayecto.
Una vez en la Terminal localicé mi marshrutka y comprobé que mi decisión había sido todo un éxito. Tenía prevista su salida a las 16.30h, y la siguiente era a las 18.30h. Menos mal… Solo tuve que esperar unos minutos y nos pusimos en marcha. Esta vez fui sentado en un asiento de la fila individual, contemplando el paisaje, muy satisfecho por la jornada. Unos minutos antes de llegar a la Terminal de Sheki comenzó a llover con bastante fuerza. Y regresé a mi guesthouse mojándome y saltando entre charcos de agua.
REENCUENTRO CON MIGUEL
Durante el día Miguel (el genial cántabro con el que coincidí en Ushguli y Tbilisi) me comentó que estaba en Sheki. Así que quedamos para vernos por última vez, ya que sus vacaciones finalizaban. El lugar: Qedim Nuxa Restaurant. Allí estuvimos charlando un rato mientras me tomaba una cerveza. Y después pedí un Piti que me supo a gloria tras mi escasa comida. Los dueños son muy simpáticos y de vez en cuando venían a estrechar manos o hacer algún comentario.
Pasadas las 22h me despedí de Miguel y regresé a mi guesthouse, disfrutando de nuevo el ambiente nocturno del pueblo. Una forma inmejorable de acabar mi visita.
CONCLUSIÓN
Reconozco que Sheki está bastante alejado de Bakú y, a no ser que te dirijas a Georgia, el viaje puede dar algo de pereza. Aunque Azerbaiyán no cuenta con demasiadas atracciones turísticas, y esta población es un lugar imprescindible. Por sus antiguos palacios, la posibilidad de alojarte en un histórico caravanserai, los paisajes y la gastronomía (no dejes de probar el Piti y el Halva). Además, puedes hacer el recorrido más llevadero parando a conocer Lahic. Te recomiendo una estancia de 3 días para visitar también las cercanas poblaciones de Ilisu y Kish. Y como alternativa al Karvansaray Hotel, la Shaki Host House y su encantadora familia te harán sentir como en casa.
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