En la mítica capital del Imperio Timúrida y eje principal de la Ruta de la Seda, compartiendo sus impresionantes monumentos con centenares de turistas locales
Samarkand es uno de los asentamientos más antiguos de Asia Central. Fue fundada en el siglo VII AC y con el paso del tiempo se convirtió en la capital de Sogdiana y epicentro de la famosa Ruta de la Seda gracias a sus habilidosos comerciantes. En el año 892 Ismail Samani ubicó la corte del Imperio Samánida en la vecina Bukhara. Pero Samarkand continuó creciendo hasta alcanzar su punto culminante a finales del siglo XIV como capital del Imperio Timúrida, llenándose de espectaculares monumentos. A partir de aquí el declive de la Ruta de la Seda y su rol secundario dentro del Kanato/Emirato de Bukhara provocaron la caída de Samarkand, hasta el punto de permanecer deshabitada durante varias décadas.
Por suerte los rusos le devolvieron su importancia designándola capital de la región, y más tarde de la recién creada República Soviética de Uzbekistán hasta su traslado a Tashkent en 1930. Hoy día el centro de Samarkand cuenta con numerosos lugares de interés, como el magnífico Registan, la Mezquita de Bibi Khanim o los Mausoleos de Shahi Zinda.
VIAJE: BUKHARA – SAMARKAND
Entre estas dos ciudades hay 270km y una vez más utilicé el tren, comprando el billete a través de la página web de la compañía. El día que elegí había dos salidas con horarios normales: la primera era un tren Sharq que tardaba 2,5 horas; y la segunda un tren de alta velocidad llamado Afrosiyob que tardaba solo 1,5 horas. Como la diferencia de precio no era excesiva opté por el segundo. Y ya que estaba decidí viajar en clase Business. Por suerte los lujos en Uzbekistán son muy accesibles y el billete me costó 99milS (apenas 8€).
Por cierto, como curiosidad, el tren Afrosiyob es de fabricación española (obra de la empresa Talgo) y alcanza una velocidad punta de 250km/hora. No lo había utilizado antes porque durante mi visita a Uzbekistán solo estaba operativo el tramo entre Tashkent y Bukhara. Aunque según me comentaron la previsión era que el Afrosiyob llegara hasta Khiva en el año 2022, reduciendo drásticamente la duración del trayecto.
Tras desalojar mi habitación del Minorai Xurd, el dueño me llevó hasta la Estación de Bukhara en su coche, cobrándome el mismo precio que el día que llegué a la ciudad (40milS). Yo estaba algo preocupado porque no había podido imprimir el billete, pero el hombre me acompañó a la taquilla y enseñando la captura de pantalla en mi móvil la encargada me dio una copia. A continuación nos despedimos; pasé los 3 controles rutinarios para acceder a la Estación; me dirigí al andén indicado, donde ya esperaba el tren Afrosiyob, con su característico morro afilado; y ocupé mi asiento, situado en la fila individual.
El viaje no tuvo mucha historia. El vagón iba lleno de gente, principalmente turistas extranjeros y gente de negocios. Y mi asiento no me acabó de convencer, porque viajé con otro pasajero justo enfrente y no había suficiente espacio para estirar las piernas (el resto de asientos eran mejores). Un empleado pasó ofreciendo bebidas, snacks y pequeñas macedonias de fruta, pero eran de pago y preferí comerme unas galletas que compré antes de subir al tren. De camino atravesamos una extensa llanura, al principio árida y después con campos de cultivo, granjas y montañas de fondo. Solo realizamos una parada en la ciudad de Navoi y llegamos puntuales a Samarkand.
En la puerta de la Estación de Tren se agolpaban los taxistas en busca de clientes. Yo preferí pasar de largo y un poco más lejos negocié con un abuelete que no tenía pinta de mala persona. Me pedía 25milS por llevarme al centro de Samarkand pero lo bajé a 20milS (un precio aceptable por 7km). Tenía muchas ganas de llegar a mi alojamiento, aunque el viaje se alargó más de lo previsto porque el taxista se equivocó y me llevó al Mausoleo de Islam Karimov en lugar de al Parque Islam Karimov. A continuación hubo momentos de confusión hasta que logré hacerle entender dónde quería ir. Lástima que durante mi visita a Samarkand no estaba operativa la app de Yandex…
ALOJAMIENTO: HOSTEL TIMUR THE GREAT – 210milS/Noche
*Puntos a favor: habitación enorme; cama doble muy cómoda; baño privado con ducha perfecta; limpieza impecable; mobiliario moderno; ubicación céntrica, a 5 minutos a pie del Registan; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; propietario (Murat) realmente acogedor; abundante desayuno incluido.
*Puntos en contra: no se me ocurre ninguno.
A pesar de su nombre, el Timur the Great es una guesthouse familiar con una atmósfera muy agradable. Yo realicé una reserva a través de Booking y al llegar a la casa me recibió un matrimonio que no paró de dedicarme sonrisas y atenciones. Mi habitación estaba ubicada en un edificio prácticamente nuevo y no le faltaba ni un detalle, así que acabé muy satisfecho.
Una vez instalado salí a la calle en busca de un sitio para llenar el estómago mientras empezaba a caer la noche. La mayoría de restaurantes recomendados en Samarkand se encuentran alejados del centro, así que no me compliqué la vida y entré en un pequeño local de Fast Food donde compré un pollo a l’ast (solo los vendían enteros) y me senté en una mesa. Allí me comí medio, acompañado de una Fanta de litro y pan; y el resto me lo guardé para otra ocasión. El pollo estaba pasable, pero el encargado del local era muy simpático y todo me costó 44milS (menos de 4€).
Tras la cena regresé a mi habitación y dediqué el resto de la noche a leer y escribir. Por delante tenía varias jornadas intensas y tocaba descansar para estar en plena forma.
PRIMER DIA EXPLORANDO SAMARKAND
Al día siguiente me desperté después de una noche un tanto movida. A partir de la 1h se empezaron a escuchar voces en el piso inferior y tuve que bajar a poner orden. Resulta que acababa de llegar una chica al hotel y Murat estaba hablando con ella a voces como si nada. El hombre me pidió perdón y a partir de entonces reinó la calma. En fin, una vez en pie me vestí y bajé a desayunar. En principio había quedado con Murat a las 8h, pero tras un cuarto de hora esperando allí no aparecía nadie y salí a ver qué pasaba. Entonces me encontré al hombre, que llevaba un rato sentado en el comedor anexo (¡no me acordaba que se desayunaba allí!). Menos mal, porque el hotel estaba perdiendo puntos a pasos agigantados.
El menú consistió en dos Somsas (una de carne y otra de verduras); queso; un huevo frito; pan con mermelada y mantequilla; dos pasteles; y té. No tan abundante como los de Bukhara y Khiva, pero más que suficiente. A continuación preparé la mochila pequeña y empecé a conocer la zona.
Samarkand es una ciudad milenaria, aunque gran parte de las maravillas arquitectónicas que se pueden visitar actualmente se deben a un personaje legendario: Amir Timur, también conocido como Tamerlán. Nació en 1336 en Transoxiana cuando esta región pertenecía al Kanato de Chagatai, liderado por los sucesores de Genghis Khan. Más tarde, tras una serie de maniobras, se hizo con el control del Kanato. Y en apenas 30 años sus ejércitos cosecharon triunfos de forma imparable, conquistando Asia Central, Persia, el Imperio Otomano, el Caucaso, Baghdad o el Sultanato de Delhi. Este vasto territorio dio pie al Imperio Timúrida, cuya capital se estableció en Samarkand.
La figura de Timur tiene muchas aristas. Por un lado fue un gran amante de las artes y la cultura; y un magnífico estratega en el campo de batalla. Aunque por otro destacó como un tirano cruel y sanguinario que redujo ciudades enteras a escombros acabando con la vida de millones de personas. Al no ser descendiente directo de Genghis Khan, Timur adoptó el título de Amir (comandante), pero su objetivo siempre fue restablecer el imperio del gran jefe mongol. Al final no lo consiguió y en el año 1405, cuando se dirigía a China para enfrentarse a la Dinastía Ming, falleció de una enfermedad. Unas décadas más tarde el Imperio Timúrida comenzó a desmembrarse, y en 1505 Samarkand cayó en manos del Kanato de Bukhara.
Timur era de origen turco-mongol, pero los líderes de la Unión Soviética crearon en Asia Central una serie de repúblicas trazando fronteras artificiales más que discutibles. Así que cuando Uzbekistán obtuvo la independencia era necesario un héroe nacional que cohesionara el país. El elegido fue Timur, por el hecho de ubicar la capital de su imperio en Samarkand. Y en la actualidad hay estatuas y museos en las principales ciudades donde se glorifica su figura. Por las reacciones que veía a mi alrededor parece que la estrategia funcionó.
EN EL REGISTAN
Esta plaza monumental era el epicentro de Samarkand en tiempos del Imperio Timúrida, y aquí tenían lugar los principales actos públicos. Es sin duda una de las más bonitas del mundo islámico, solo comparable a la de Maidan-e Imam (Isfahan). La mejor panorámica se obtiene desde una plataforma elevada muy popular entre las parejas de novios; y para acceder a la plaza hay que pagar entrada (40milS). En la actualidad el Registan está rodeado por 3 espectaculares Madrasas (escuelas islámicas):
1. Ulugbek: se trata de la Madrasa más antigua del Registan. Fue construida durante el siglo XV por encargo de Ulugbek, nieto de Timur y monarca del Imperio Timúrida entre 1411 y 1449. Y llegó a ser un importante centro de conocimiento donde impartieron clases algunos de los científicos más prestigiosos de la época.
El edificio es enorme, con una portada cubierta de azulejos y flanqueada por dos minaretes de 33m de altura. En el interior hay un patio con las habitaciones de los estudiantes distribuidas en dos niveles que hoy día albergan tiendas de souvenirs. Y la antigua mezquita está ocupada por un Museo dedicado a Ulugbek, con grabados de la época, objetos antiguos y numerosos carteles en inglés llenos de información.
2. Sher Dor: esta Madrasa data de 1636, cuando Samarkand pertenecía al Kanato de Bukhara, y sustituyó a un khanaka en ruinas (un edificio que utilizaban los miembros de la orden Sufí para sus reuniones y ceremonias). Está situada frente a la Madrasa de Ulugbek y sus dimensiones son casi idénticas. En la magnífica fachada destacan las imágenes de dos soles con rostros humanos, y dos tigres que persiguen a un par de ciervos. Un hecho realmente inusual ya que el Islam prohibe la representación de seres vivos. A ambos lados de la entrada hay dos minaretes y dos cúpulas de color turquesa. Esta Madrasa no tiene mezquita, con lo cual en el interior solo hay un patio rodeado de tiendas de souvenirs con vendedores especialmente insistentes.
3. Tilla-Kari: construida en el año 1660, ocupa la parte frontal del Registan y sustituyó a un viejo caravanserai. Su diseño es diferente, con una portada más pequeña y minaretes de otro estilo. En el interior destaca la mezquita, que en su día era la principal de la ciudad, coronada por una cúpula turquesa. La sala de oración es una maravilla, cubierta de azulejos con tonos dorados y motivos geométricos; y con un elaborado mihrab. No me quería marchar de allí. En los laterales de la sala hay una exposición con fotografías antiguas del Registan donde se puede comprobar el lamentable estado en que se encontraban las Madrasas a principios del siglo XX y el alcance de los trabajos de restauración.
Aunque en el Registan, al igual que en el resto de Samarkand, me encontré con un gran problema: mi visita coincidió con el último fin de semana antes del Ramadán y la ciudad estaba llena de grupos de turistas uzbekos. Incluidos montones de niños gritando, corriendo o haciendo ruido con los silbatos que venden muchos puestos de souvenirs (gran idea). No paraba de llegar gente a la plaza, y conseguir buenas fotos fue un ejercicio de paciencia infinita.
Otros detalles a tener en cuenta:
*Había leído que el billete de acceso al Registan era válido durante 24h. Yo intenté salir y regresar más tarde para hacer fotos con una luz diferente, pero los guardas me dijeron que no podría volver a entrar (el billete tiene un código QR de un solo uso).
*Mientras deambulaba por la plaza un guarda me ofreció la posibilidad de subir a uno de los minaretes de las madrasas. Yo dije que no, aunque más tarde me enteré que el precio suele rondar los 100milS y se utiliza la Madrasa Tilla-Kari, con minaretes mucho más bajos y peores vistas. Imagino que es cuestión de negociar.
Tras varias horas paseando por el Registan salí en busca de otros monumentos. Eso sí, estaba agotado y de camino hice un alto en un sencillo local de comidas donde cayeron dos Somsas riquísimas y un té; y me quedé un rato descansando a la sombra. Precio: 8milS.
MAS LUGARES DE INTERÉS
Por la tarde estuve visitando una serie de edificios históricos situados al oeste del Registan. Fueron los siguientes:
*Mausoleo Gur-e Amir: Timur quería ser enterrado en una sencilla tumba ubicada en Shahrisabz, su ciudad natal. Pero al fallecer en invierno los accesos estaban bloqueados por la nieve y se optó por este imponente mausoleo que Timur había comenzado a construir en el año 1403 para su hijo. El edificio fue completado durante el reinado de Ulugbek, que lo convirtió en el panteón de la Dinastía Timúrida. Inicialmente Gur-e Amir estaba acompañado de una madrasa y un khanaka. Aunque tras la caída en desgracia de Samarkand el complejo acabó en ruinas y los rusos solo restauraron el mausoleo (hoy día aun se pueden ver los cimientos).
El edificio es espectacular, con una elaborada portada, una elegante cúpula de color turquesa y dos minaretes. Tras comprar el billete de entrada (25milS) accedí a un patio que ofrece nuevas vistas del conjunto. Y desde allí entré en la sala donde están las tumbas, con sus muros cubiertos de azulejos con tonos dorados (recuerda mucho a la mezquita de Tilla-Kari). Como era de esperar se trata de un lugar muy frecuentado por los turistas uzbekos y me tocó nadar entre una auténtica marea humana.
Hay dos anécdotas relacionadas con la tumba de Timur:
1. El conquistador persa Nader Shah idolatraba a Timur y decidió llevarse su tumba a Isfahan. Pero por el camino se partió en dos y sus consejeros le recomendaron devolverla a Samarkand al considerarlo una señal de mala suerte.
2. El 20 de junio de 1941 un equipo de arqueólogos rusos abrió la tumba para examinar el cuerpo de Timur. Cuenta la leyenda que dentro encontraron una inscripción donde se leía: “Quien perturbe mi tumba liberará un invasor más terrible que yo”. Dos días más tarde el ejército Nazi invadió la Unión Soviética.
*Mausoleo de Ak Saray: es de la época Timúrida y se encuentra a escasos metros de Gur-e Amir. El edificio está restaurado de forma impecable, con una sala lujosamente decorada. También se puede bajar por unas estrechas escaleras a una cripta donde hay 3 tumbas. En el mausoleo estuve charlando unos minutos con una pareja y el encargado del lugar. Como no había que pagar entrada me pareció correcto dejar un donativo de 5milS.
*Mausoleo Rukhobod: construido en el año 1380 para albergar la tumba de un teólogo y místico muy apreciado por Timur y casado con una princesa china. Está coronado por una cúpula y es uno de los monumentos más antiguos de Samarkand.
*Estatua de Timur: preside una rotonda en medio de un tráfico infernal. No muy lejos estaba Kuk Saray, el palacio donde vivía el conquistador, del que actualmente solo quedan unas ruinas sin interés.
CENA: SAMARKAND RESTAURANT
A continuación caminé 3km para cenar en este restaurante con buenas críticas. Se trata de un local gigantesco que tiene una planta baja con mesas enormes, gente celebrando fiestas y música a todo volumen. Yo opté por el primer piso, cuyas paredes están decoradas con pieles de animales. Tras examinar el menú (en inglés) pedí una Ensalada de berenjena; Boso Laghman; y una cerveza Tuborg.
La comida me gustó, pero si viajas solo quizás no sea tu lugar ideal. Poco a poco el comedor se fue llenando de grupos de lugareños que me miraban como un bicho raro y al final me sentí un poco incómodo. Además cuando acabé de cenar pedí la cuenta varias veces sin éxito y tuve que bajar a pagar directamente a la caja. Por cierto, en la carta no aparecen los precios y me temía lo peor, pero me costó 53milS.
En la calle paré un taxi al azar y me dejó junto a Registan (10milS), donde estuve unos minutos contemplando las madrasas iluminadas. Y desde allí regresé a pie a mi habitación. Había sido un día realmente intenso y caí en la cama agotado.
SEGUNDO DIA EXPLORANDO SAMARKAND
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 7.30h y me puse en pie sin perder tiempo porque tenía mucho que hacer. En el comedor de la guesthouse coincidí desayunando con la chica a la que llamé la atención por hacer ruido hacía dos noches, y me disculpé porque en realidad estaba con Murat y no tenía culpa. Era de origen kazajo aunque vivía en Estambul. En teoría estaba acompañada de su marido, pero no apareció por allí y ella apenas tocó la comida. Yo en cambio no paré de engullir mientras hablábamos y acabé a reventar (esta vez el menú era más consistente).
Después de desayunar salí a conocer más atracciones turísticas de Samarkand. Mi plan era visitar una serie de monumentos ubicados al noreste de la ciudad, bastante separados entre sí. Y en el exterior me esperaba un sol radiante, con oleadas de turistas que a esas horas de la mañana ya invadían las calles y vehículos eléctricos trasladando grupos a toda pastilla. Para empezar me dirigí a dos mezquitas:
*Mezquita Bibi Khanym: Timur ordenó su construcción en 1404 y era una de las más grandes y espléndidas del mundo islámico, pero desde el principio sufrió problemas estructurales que provocaron su deterioro. Además los gobernantes del Kanato de Bukhara se desentendieron de su mantenimiento; los lugareños se dedicaron a robar materiales durante siglos; y un terremoto en el año 1897 provocó graves daños. Cuando los rusos invadieron Samarkand la mezquita se encontraba en un estado lamentable. Aunque durante los años 70 se llevaron a cabo importantes trabajos de restauración y el edificio se salvó de un futuro oscuro.
Bibi Khanym se disfruta más desde el exterior, contemplando su descomunal portada cubierta de azulejos, rodeada de minaretes y cúpulas de color turquesa (una de ellas con 40m de altura). La entrada me costó 25milS y aparecí en un patio con 3 magníficos iwanes. Uno de ellos da acceso al edificio principal, que todavía no está restaurado, con paredes agrietadas y el suelo de tierra (la puerta está cerrada). Los otros dos tienen sus paredes y techos decorados con flores y dibujos geométricos.
*Mezquita Hazrat Hizr: está situada sobre una colina. El templo original era del siglo VIII pero fue destruido por los Mongoles. El de ahora data de 1854 y durante los años 90 un acaudalado vecino de Bukhara financió una restauración con todo lujo de detalles. Tiene un pórtico con techos de madera llenos de colorido; un patio donde la gente se sentaba a rezar unos minutos; y un balcón que ofrece una buena panorámica de la mezquita Bibi Khanym (mejor luz para la fotografía por la mañana).
Justo al lado de la mezquita se levanta el Mausoleo de Islam Karimov, el primer presidente de Uzbekistán, fallecido en el año 2016. Una obra bastante modesta teniendo en cuenta la importancia del personaje en la historia del país.
LAS RUINAS DE AFROSIYOB
Sogdiana fue un conjunto de ciudades-estado que aparecieron en la región de Transoxiana a partir del siglo VII AC. La capital era Samarkand, que en aquella época se llamaba Maracanda, aunque también destacaron otras urbes como Bukhara, Shahrisabz o Khujand (Tayikistán). Sogdiana casi siempre perteneció oficialmente a alguno de los poderosos imperios que dominaron la zona, como los Aqueménidas, Seléucidas o Sasánidas, pero al mismo tiempo sus ciudades mantuvieron una gran autonomía.
Los Sogdianos crearon una extensa red comercial con el Imperio Chino y esto les permitió jugar un papel fundamental en la Ruta de la Seda, actuando como intermediarios entre Oriente y Occidente. Hasta el punto que el Sogdiano se convirtió en la lengua franca utilizada por los diferentes mercaderes para comunicarse. Pero tras la conquista de Transoxiana por los Árabes la cultura Sogdiana comenzó a diluirse y acabó desapareciendo alrededor del siglo X, sustituida por la religión islámica y la lengua persa.
A unos kilómetros del centro de la ciudad, esparcidas por una zona de colinas desiertas, se encuentran las ruinas de Afrosiyob, que pertenecían a la antigua Maracanda. En el pasado el lugar estaba rodeado de murallas y torres defensivas; y contenía palacios y lujosas viviendas. Pero en el siglo XIII los ejércitos Mongoles arrasaron con todo y los habitantes que sobrevivieron se trasladaron a la ubicación actual de Samarkand. En Afrosiyob se han realizado varias excavaciones, aunque apenas hay construcciones visibles y me conformé con ver el sitio desde la distancia, junto a grupos de vacas y caballos pastando.
Pegado al recinto arqueológico se encuentra el Museo Afrosiyob. La entrada cuesta 25milS y se trata de un edificio de dos plantas donde se exponen los principales hallazgos. Sin duda la estrella del lugar son los frescos que adornaban las paredes del Palacio del rey Varkhuman, que gobernó Sogdiana durante el siglo VII. En ellos aparece recibiendo a los embajadores de diferentes nacionalidades, incluida China, y me encantaron. En cuanto al resto de objetos hay vasijas de cerámica; estatuillas; y varios osarios zoroastrianos decorados con relieves. Durante mi visita no me crucé con mucha gente, a parte de un grupo de soldados en uniforme que se marcharon pronto.
MAS LUGARES DE INTERES
Continuando hacia el noroeste encontré otros dos edificios históricos que quería conocer:
*Tumba de Daniel: según la leyenda, cuando Jerusalén fue conquistada por el Imperio Babilonio en el siglo VI AC, un grupo de nobles judíos fueron llevados a la corte del rey Nabucodonosor II para trabajar como asesores. Uno de ellos era Daniel, que con el tiempo se convirtió en un profeta reconocido por cristianos, musulmanes y judíos. Sus visiones (algunas de ellas apocalípticas) están recogidas en el Libro de Daniel, que forma parte del Antiguo Testamento. Y aunque no está documentado cómo y dónde murió, varias ciudades se disputan la verdadera ubicación de su tumba (Kirkuk, Mosul…).
La más aceptada entre las diferentes comunidades religiosas es Shush (Irán), que recibe un flujo constante de peregrinos. Aunque otros afirman que en el siglo XIV Timur ordenó trasladar a Samarkand los restos de Daniel. Hoy día ocupa una moderna construcción de ladrillo que contiene una tumba de 18m de longitud, ya que por lo visto el cuerpo de Daniel no para de crecer y ha habido que ampliar el sarcófago en varias ocasiones (¡?). Alrededor del edificio hay bancos donde la gente se sienta a rezar. Y no muy lejos una fuente con poderes curativos donde los lugareños bebían y llenaban botellas de agua. Por acceder al recinto tuve que pagar 20milS y la verdad es que me los podía haber ahorrado. No me pareció interesante.
En la salida de la tumba me compré un helado en una tienda. Se trataba de un bloque de vainilla envuelto en un plástico, sin palo ni nada, pero me sentó genial porque hacía un calor horrible. Precio: 5milS.
*Observatorio de Ulugbek: el nieto de Timur era un reputado astrónomo y durante su reinado se rodeó de científicos de talla mundial, construyendo uno de los observatorios más avanzados de su tiempo. Estaba sobre una colina en las afueras de Samarkand y el edificio tenía forma cilíndrica, con diferentes instrumentos de precisión, incluido un enorme sextante de 40m de radio para medir la posición de las estrellas. Tras la muerte de Ulugbek el observatorio fue destruido, hasta que en el año 1908 un arqueólogo ruso descubrió los restos.
La entrada cuesta 25milS y en el recinto hay dos edificios. Uno protege la zanja donde estaba parcialmente enterrado el gigantesco sextante. Y en el otro hay un Museo dedicado a la figura de Ulugbek, con objetos antiguos, grabados, y numerosos paneles con información en inglés. A escasos metros se puede contemplar una estatua del monarca Timúrida.
A estas alturas me encontraba bastante cansado, y aun así recorrí a pie los 4km hasta el centro de la ciudad bajo un sol de justicia. Un taxi me hubiera costado un par de euros como mucho, pero preferí hacer ejercicio. También estaba algo molesto con una situación: en Uzbekistán los turistas pagan 5 o 6 veces más que los lugareños por acceder a los museos y edificios históricos. Ocurre en otros países y aunque me parece fatal ya lo tenía asumido. Pero este día tuve que comprar 4 entradas y me tocó las narices ser el único tonto entre tantos visitantes. Al menos si tengo que soportar un precio muy superior que me den un servicio adicional: un folleto, una pequeña visita guiada… Pero pagar más porque sí…
CENA: BESH CHINOR
Desde el centro caminé 3km más hasta un café recomendado por mi guía de viajes. Al principio la cosa pintaba fatal: la camarera no hablaba ni una palabra de inglés, Google Translator se volvía loco con el menú en uzbeko, y no había fotos. Por suerte unos chavales que estaban cenando en una mesa cercana me aconsejaron la Kuza Shurpa (una sopa típica de Uzbekistán elaborada con cordero, patatas y verduras) y les hice caso. Estaba deliciosa y la chica me trajo una olla de la que salieron 3 platos. Para acompañar pedí una Ensalada de tomate, pepino y cebolla; pan; una cerveza Sarbast; y té. Precio: 45milS. Volvería sin dudarlo.
Cuando salí del café ya era de noche y volví andando a mi habitación. La temperatura era agradable, con una ligera brisa; y de esta forma ayudaba a mi estómago a hacer la digestión, porque lo de cenar cordero a esas horas…
TERCER DIA EXPLORANDO SAMARKAND
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable y en cuestión de minutos ya estaba desayunando en el comedor de la guesthouse. Antes de que acabara apareció la chica de Kazajistán con su marido turco y charlamos un rato. Después preparé la mochila pequeña y salí en busca de nuevos lugares de interés.
Para esta jornada había previsto recorrer un par de barrios tradicionales de Samarkand en busca de un ambiente más auténtico. Y menos mal, porque al ser domingo la zona turística era un auténtico hervidero, superando incluso los niveles de días anteriores (y eso que parecía imposible). Un detalle que llama la atención en Samarkand es que el gobierno local ha construido muros que separan los monumentos de algunos barrios residenciales. A mí al principio me sentó fatal, porque me parecía que marginaba a sus vecinos, como si las autoridades se avergonzaran de ellos. Pero viendo las multitudes que llenaban las calles de la ciudad, igual agradecen estas barreras para no perder su tranquilidad.
Yo elegí el Barrio Judío, al que accedí por una puerta metálica situada cerca de la mezquita Bibi Khanym. Y al momento estaba inmerso en un mundo completamente distinto, con callejuelas estrechas; viviendas con relieves; muros de adobe; y lugareños que me miraban con ojos llenos de curiosidad. Durante mi paseo también pude conocer un montón de edificios históricos.
Estos fueron los más destacados:
1. Mezquita Qoraboy Oqsoqol: tiene un pórtico con columnas de maderas y el techo pintado de vivos colores. El vigilante me recibió muy eufórico y aprovechó para hacerse fotos y un vídeo conmigo.
2. Mezquita Mubarak: cuenta con un pórtico más austero, así que le dediqué un par de minutos.
3. Sinagoga Gumbaz: su fachada tiene estrellas de David. Yo no tenía pensado entrar pero una vecina me insistió varias veces y al final acepté. Y la verdad es que me gustó mucho. El encargado me dejó acceder a la sala de oración, muy atmósférica, con una cúpula llena de dibujos y relieves; estanterías cargadas de libros antiguos; y un púlpito de madera tallada. Eso sí, el hombre me señaló amablemente la caja de donativos para contribuir, donde se podía ver un solitario billete de 10milS (por si no lo tenía claro). En fin…
4. Mausoleo Imam Al-Maturidi: dedicado a este famoso teólogo y pensador del siglo X nacido en Samarkand. El Mausoleo original fue destruido en los años 30 y el que se puede ver actualmente data del 2000. Está situado en medio de un parque y ofrece una bonita imagen.
A continuación dejé atrás el Barrio Judío y me adentré en un vecindario realmente deprimido. Pasé junto a un canal de agua lleno de bolsas de basura; enormes montañas de envases de plástico; calles sin asfaltar; dos mujeres peleándose a gritos bajo la atenta mirada de la gente; grupos de niños por todas partes que me miraban asombrados (un par me dedicaron un “hello”)… Por suerte me pude orientar con maps.me y salí de allí sin problema.
5. Mausoleo Ishratkhana: así eran la mayoría de monumentos de Samarkand antes del agresivo programa de restauraciones que afectó a la ciudad. El edificio data del siglo XV y los expertos no se ponen de acuerdo sobre su función. Hay quien dice que era un Palacio, y otros que se trataba de un Mausoleo para las mujeres y niños de la familia de Timur. Tiene un imponente portal y un interior en ruinas, con andamios y un tejado metálico.
El Mausoleo está rodeado por una verja, pero vi la puerta abierta y decidí entrar. El momento estrella fue bajar por unas escaleras y acceder a una cripta ayudándome con la linterna del móvil. El lugar pone los pelos de punta, envuelto en sombras, con piedras sueltas, sonidos misteriosos y basura por todas partes. Suerte que había 3 lugareños visitando el lugar y no estaba solo, si no igual me lo pienso dos veces… También había muros con restos de decoración.
Desde aquí seguí recorriendo barrios al margen del circuito turístico habitual, con tiendas, pequeños mercados al aire libre, y mucha gente por la calle. El calor era horrible, y tuve que quitarme la chaqueta y comprarme un helado en una tienda (3milS) porque ya me costaba caminar.
6. Mezquita Hoja Nisbatdor: durante mi visita estaba cerrada pero puede ver el interior a través de un cristal, con muros de vivos colores y todo tipo de detalles.
Este último monumento está a unos minutos del Registan, y aproveché para regresar a mi habitación y descansar un rato, evitando la parte central del día. Más tarde, a eso de las 16.30h, me dirigí al último lugar de interés de la jornada.
LOS MAUSOLEOS DE SHAH-I-ZINDA
Cerca de la Mezquita Hazrat Hizr se encuentra una de las principales atracciones turísticas de Samarkand: el complejo de Shah-i-Zinda. Cuenta la leyenda que Kusam bin Abbas, un primo de Mahoma, llegó a Uzbekistán en el siglo VII para expandir el Islam y fue decapitado en este lugar. Pero en vez de morir se ocultó en una especie de Paraíso subterráneo, donde todavía habita. Pronto se convirtió en un sitio muy venerado que atraía a montones de peregrinos. Y en el siglo XI se empezaron a construir los primeros mausoleos de importantes personalidades que querían ser enterradas junto al santo.
Mi idea inicial era visitar Shah-i-Zinda por la mañana, pero al llegar me encontré a unas 200 personas (no exagero) agolpadas en la entrada, más las que habría dentro. Así que di media vuelta y lo dejé para la tarde. Por suerte cuando regresé apenas quedaban visitantes y pude recorrer el recinto con calma. La entrada cuesta 20milS y permite el acceso a una avenida que sube por la ladera de una colina flanqueada por diferentes mausoleos. Los primeros datan del siglo XI; los más lujosos pertenecen a la época de Timur y Ulugbek, donde hay enterrados familiares y amigos; y los más recientes son del siglo XIX.
Cada mausoleo es una auténtica maravilla, con portadas cubiertas de azulejos y muqarnas; y lujosos interiores. Entre ellos destacan el de Shadi Mulk Aga, donde está la tumba de una hermana de Timur; y el de Kazi Zade Rumi, con una doble cúpula de color turquesa. La verdad es que los monumentos se habían conservado relativamente bien, pero en el año 2005 el gobierno decidió restaurarlos y ahora su aspecto es un tanto artificial para mi gusto.
Yo estuve un par de horas paseando por la avenida y mi cámara de fotos echaba humo. Algunos blogs recomiendan visitar Shah-i-Zinda durante el atardecer, pero la mayoría de mausoleos están orientados hacia el este y me encontré el sol de cara en demasiadas ocasiones. En cambio a primera hora de la mañana la luz es mejor para la fotografía y no hay mucha gente. Shah-i-Zinda es un lugar sagrado y los lugareños suelen dejar billetes sobre las tumbas. Se recomienda vestir con decoro, aunque vi a un par de turistas rusos en pantalones cortos y ropa de colores estridentes y nadie les dijo nada.
Tras la visita caminé hasta la entrada de un enorme cementerio anexo al complejo; avancé entre centenares de lápidas; y alcancé un mirador que ofrece unas vistas geniales del conjunto, con las diferentes cúpulas de los mausoleos iluminadas por los últimos rayos de sol. Una forma inmejorable para poner punto y final a mi visita a Samarkand.
CONCLUSION
Samarkand es la principal atracción turística de Uzbekistán y solo poder contemplar de cerca las inmensas madrasas del Registan ya justifica de sobras la visita. Aunque las polémicas decisiones de los diferentes gobernantes (empezando por los rusos) deslucen un poco la experiencia. En el pasado se arrasaron las viviendas del Casco Antiguo y los monumentos están rodeados de amplias avenidas, muy aislados entre sí. Además los diferentes programas de restauración les han dado un aspecto demasiado impecable. Si a esto le añadimos miles de turistas por las vacaciones escolares, no me extraña que en ningún momento tuviera la sensación de estar explorando una ciudad milenaria. Para visitar los diferentes lugares de interés te recomiendo 3 jornadas.
Es posible realizar excursiones de medio día desde Samarkand para conocer el Bazar Urgut, un importante mercado de artesanía; y Shahrisabz, la ciudad natal de Timur, donde destacan las ruinas del Palacio Ak-Saray. Pero a estas alturas estaba completamente saturado de arte y necesitaba cambiar de registro.
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