Una excursión en pirogue atravesando espesos manglares y un viaje en moto hasta una ceiba gigantesca venerada por los Serer
El Parc National du Delta du Saloum fue creado en el año 1976 y ocupa una superficie de 1.800km2. Está ubicado en la costa de Senegal, justo donde el río Saloum desemboca en el Océano Atlántico, creando durante su tramo final un paisaje de manglares infinitos salpicado de islas desiertas, enormes baobabs, y aldeas de pescadores habitadas por la etnia Serer donde el tiempo parece haberse detenido. El Delta es un paraíso para los amantes de las aves, con garzas, espátulas, pelícanos, loros, martines pescadores y bee-eaters. Y cuenta con espectaculares montículos de conchas, algunos de ellos utilizados con fines funerarios. Por este motivo en el 2011 la reserva fue catalogada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Para explorar el sur del Delta du Saloum me alojé en la población de Toubacouta, que me permitió realizar excursiones en barca descubriendo lugares asombrosos como el Reposoir des Oiseaux o la Île aux Coquillages. Y visitar la cercana aldea de Missirah, donde hay una descomunal ceiba.
VIAJE DAR SALAM – KAOLACK
Tras visitar el Parc National du Niokolo-Koba mi idea era viajar en transporte público hasta Toubacouta, un trayecto de 420km que a priori ya parecía complicado. En ese momento no me imaginaba la odisea que estaba a punto de vivir. Estas fueron las etapas:
1. Pick-up hasta Tambacounda: negocié con el conductor de la pick-up que utilicé para recorrer la reserva y me llevó a la primera población de cierta relevancia, situada a 70km, por 15milF. Mi intención era evitar pérdidas de tiempo, pero las cosas no salieron según lo previsto: la pick-up se encontraba en un estado lamentable y avanzaba a paso de tortuga. Fue desesperante y al final tardé hora y media en cubrir el trayecto. Me hubiera ido mejor haciendo autoestop.
2. Sept-Place a Kaolack: menos mal que en la estación de Tamba (como llaman los lugareños a esta ciudad) la suerte me sonrió. Nada más encontrar el sept place que partía hacia Kaolack, me informaron que yo completaba el pasaje, y en una media hora nos pondríamos en marcha. Tiempo suficiente para comer algo (plátanos y un par de Fantas, por 950F); y visitar el lavabo público (con una cola considerable y un recipiente de plástico que circulaba de mano en mano para limpiar el váter).
Incluso un pasajero se apiadó de mí, al verme sentado en la fila trasera del vehículo, con la cabeza torcida tocándo el techo. Y me cedió su asiento en la fila central, muchísimo más cómodo. Pagué el billete (6.500F + 500F por la mochila grande). Y dejamos atrás Tamba, avanzando a buen ritmo. Por fin pude relajarme, pasando la primera hora y media de viaje durmiendo a pierna suelta. Lo más difícil ya estaba hecho. O eso pensaba…
De repente, el conductor detuvo el sept place y bajó a inspeccionar el motor. Y al levantar el capó salió una humareda tremenda. Por lo visto, el radiador se había averiado, y hacía que se recalentara el motor. Así que el conductor, con poca pinta de mecánico, estuvo unos minutos vaciando botellas de agua sobre el motor para enfriarlo y evitar que se gripara. Pudimos continuar. Pero a partir de aquí, las paradas se sucedieron. Una de ellas considerable, en un área de servicio, para hacer acopio de botellas de agua. Al final el motor se paraba, y los pasajeros tuvimos que bajar a empujar el vehículo en más de una ocasión, para que pudiera arrancar.
Hasta que el motor dijo basta, y nos quedamos tirados en la carretera. Eso sí, coincidiendo con una preciosa puesta de sol, con el cielo de color naranja, las llanuras desiertas, y un grupo de fotogénicos baobabs en primer plano. Por supuesto, no dudé en sacar mi cámara y aprovechar el momento, ante las miradas de incredulidad del resto de pasajeros, que continuaban empujando el sept place. De nuevo África ofreciendo su mejor y peor cara en cuestión de minutos.
3. Ndiaga Ndiaye hasta Kaolack: ya rodeados de oscuridad, un pasajero detuvo un ndiaga ndiaye que pasaba por allí. Y unos cuantos subimos al vehículo, para continuar nuestro viaje hasta Kaolack, a cambio de 2milF. Solo faltaban 100km escasos. Pero las paradas para dejar y recoger pasajeros fueron constantes. Y nos encontramos con un par de controles policiales que tampoco ayudaron. Así que acabé llegando al centro de Kaolack a las 22.30h, completamente agotado. Tardamos 8 horas en recorrer una distancia de 275km. De locos…
A esas horas era impensable intentar continuar hasta Toubacouta, con lo cual decidí pasar la noche en Kaolack. Y puse en práctica mi plan de choque habitual tras una jornada de penurias en que las cosas no salen como uno quiere: un buen hotel y una buena cena. Cogí un taxi en la calle, y por 1.000f me planté en el hotel elegido.
ALOJAMIENTO: HÔTEL DE PARIS – 25milF/Noche
*Puntos a favor: hotel moderno, orientado a gente de negocios, en perfecto estado; habitación enorme; limpieza extrema; lavabo individual, de dimensiones gigantescas; ducha con chorro de agua perfecto; aire acondicionado; wifi gratis; desayuno incluido; encargado de la recepción simpático y eficiente; precio.
*Puntos en contra: cama individual; ubicación en el centro de la ciudad, con mucho ruido exterior (tráfico, motores…) e interior (TV de la recepción, huéspedes…); habitación llena de mosquitos y sin mosquitera (no me dejaban dormir, así que me tocó bajar a la recepción y pedir prestado un bote de insecticida, con el que gaseé la habitación, y después me costaba respirar).
Lo más curioso de todo es que mi idea inicial era alojarme en el Relais de Kaolack, alejado del centro y rodeado de jardines. Pero el taxista me llevó a este hotel, no se si por error, por ahorrarse kilómetros, o por llevarse una comisión. El caso es que me dí cuenta cuando ya estaba instalado en la habitación. Y ya no tenía ganas de más problemas.
CENA: KBRUNCH
Un restaurante a escasa distancia del hotel que me recomendó el chico de la recepción. El comedor era moderno y reluciente, decorado con gusto, con mesas elegantes y buena música. Y el camarero, realmente atento. Aunque con lo tarde que era, aquello estaba desierto. Yo pedí un bistec de ternera, acompañado de patatas fritas y ensalada, y dos latas de Coke. Precio: 5milF. Mientras, el aire acondicionado funcionaba a toda pastilla. Y en la TV se sucedían las imágenes de animales salvajes descuartizándose entre ellos… Curiosa elección…
Kaolack es una ciudad gris y caótica, ubicada a orillas del río Saloum, en la que no hay absolutamente nada de interés para el turista. Aunque tiene gran importancia histórica. En sus afueras se encuentra Kahone, un pueblecito que en el pasado fue la capital del Reino de Saloum. Uno de los 6 reinos independientes que continuaron existiendo tras la fractura del Imperio Wolof. Con el fin del comercio de esclavos los Franceses construyeron en Kaolack un centro de procesado y exportación de cacahuetes que actualmente es el más importante del país.
VIAJE KAOLACK – TOUBACOUTA
Al día siguiente, lo primero fue bajar al comedor del hotel y disfrutar de un delicioso desayuno, estilo buffet libre. Me comí media barra de pan con mermelada y mantequilla; un pain au chocolat; un café con leche; y dos zumos. En un ambiente tranquilo y relajado. Justo lo que necesitaba.
Más tarde, desalojé mi habitación, y me tocó caminar hasta la gare routière de la ciudad, para conseguir un sept place y llegar hasta Toubacouta. Por suerte la estación estaba relativamente cerca del hotel, porque el panorama era infernal… Gente por todas partes, con varios listos ofreciéndome cosas, o intentando sacarme dinero por cruzar cuatro palabras conmigo; tráfico ruidoso; calor agobiante; calles embarradas…
Cuando encontré el sept place que tenía previsto partir hacia Toubacouta, me encontré una noticia buena y una mala. La buena es que al poco el vehículo ya estaba completo, y nos pusimos en marcha. Precio: 3milF. La mala, que una vez más me tocó un asiento de la fila trasera, y viajé realmente incómodo, con la cabeza tocando el techo; y las piernas atrapadas por culpa del asiento delantero, que no estaba bien fijado (algo de fácil solución, si el pasajero que iba sentado en él no se hubiera empeñado en viajar recostado en el asiento, con las piernas bien estiradas). Senegal es conocido como el país de la Teranga («hospitalidad» en Wolof). Pero viajando en transporte público cuesta encontrar gente que haga honor a este lema…
El sept place tardó hora y media en cubrir los 65km de recorrido. En gran parte porque la carretera principal estaba en obras, y tuvimos que avanzar por pistas de tierra paralelas, entre nubes de polvo. Hasta que por fin llegué a Toubacouta. Nada más bajar del vehículo, pregunté a un chaval cómo llegar al hotel que había elegido, y éste me acompañó amablemente, pues estaba cerca de su escuela.
ALOJAMIENTO: KEUR YOUSSOU – 15milF/Noche
*Puntos a favor: bungalow limpio y espacioso; lavabo privado en perfectas condiciones; ubicación céntrica, pero sin ruidos; cama con mosquitera; precio (con desayuno incluido); dueño (Youssou) realmente amable y servicial (aunque cuando llegué me recibió una encargada bastante apática con la que costaba comunicarse).
*Puntos en contra: ventilador con poca fuerza.
Mientras preparaban mi habitación, me tomé una Coke sentado en la terraza exterior del alojamiento. Y una vez instalado, salí a dar un paseo por el pueblo. Pero como no había nada interesante, y el calor apretaba, tras recorrer la calle principal acabé ocupando una mesa en un restaurante del centro, dispuesto a llenar el estómago.
COMIDA: CHEZ ASS SENGHOR
Ubicado en una construcción pintada de color amarillo, su propietario me recibió con una hospitalidad extrema (aquí sí que encontré Teranga). Se estaba genial, sentado a la sombra, con una tranquilidad absoluta. Para comer pedí un Yassa Poulet, acompañado de arroz abundante, y una salsa deliciosa (cuando estaba acabando, el propietario me ofreció repetir salsa y no lo dudé un instante). Para beber, una botella de agua fresquita y una Coke. Precio: 3.750F.
Tras la comida, volví a mi bungalow a descansar. Mientras esperaba a que el sol perdiera fuerza y poder realizar alguna actividad por el Delta du Saloum.
EXCURSION EN PIROGUE
Toubacouta es una muy buena base para explorar el sector sur del Parc National du Delta du Saloum. Yo pregunté a la encargada de mi hotel acerca de la posibilidad de alquilar una barca para esa misma tarde. Y me dijo que podía unirme a unos turistas franceses alojados allí, que iban a visitar algunos de los principales lugares de interés de los alrededores. Así podía reducir considerablemente el precio. No lo dudé, y la excursión de 2,5 horas me salió por solo 7.500F.
Un chaval del hotel me acompañó caminando hasta el embarcadero (a unos 15 minutos). Y a eso de las 17h apareció la pirogue. En ella viajaban un barquero, un guía, y tres abueletes franceses (dos hombres y una mujer). Venían de pasar la mañana visitando otros sitios, e imagino que les llamaron por teléfono para pasarse por el embarcadero a recogerme y sacarle más partido al viaje.
Esto fue lo más destacado de la excursión por el Delta du Saloum:
1. Los Bolongs: son estrechos brazos de agua, donde se mezcla la dulce del río Saloum con la salada del océano Atlántico. Están cubiertos de manglares, que dan cobijo a infinidad de aves, además de otros animales. La pirogue estuvo un rato recorriendo un par de estos Bolongs, y vi un Verbet Monkey que se había acercado a la orilla a beber agua; un par de Garzas; algún Cormorán; un pequeño Halcón volando… El paisaje era muy fotogénico, con los manglares reflejados en las aguas cristalinas, y sus finas raíces expuestas.
2. La Île aux Coquillages (llamada Ndiorom Boumak): una de las antiguas costumbres de los Serer era enterrar a sus muertos en túmulos funerarios, ubicados en islas apartadas por todo Saloum. Y en lugar de tierra o piedras utilizaban las conchas de los moluscos que consumían (una de sus principales fuentes de alimentación). Así que con el paso del tiempo esas islas fueron ganando altura, hasta contar con capas de varios metros de espesor. El barquero nos llevó a una de ellas, y estuvimos un rato caminando.
Fue un paseo genial. Era muy curioso sentir como el suelo crujía bajo mis pies, formado por millones de conchas de color blanco. La isla estaba completamente cubierta de baobabs, de ramas retorcidas y aspecto lúgubre. Nos acercamos al más grande, en cuyo interior los Serer enterraban a sus personalidades más importantes, a modo de homenaje. También subimos a un mirador ubicado en el punto más alto de la isla, desde donde las vistas eran espectaculares, con espesos manglares, alguna pirogue tradicional, y Bolongs hasta el infinito. El guía, muy bien, explicando historias interesantes, y atendiendo todas nuestras dudas.
Aunque no me gustó nada ser testigo de lo poco que se protege la naturaleza en Saloum. Mientras caminábamos entre baobabs, sorprendimos a un chaval que estaba capturando crías de loro, y metiéndolas en un saco, para venderlas como animal de compañía. Y cerca de la isla, un grupo de pescadores faenaba utilizando una enorme red, cuando está prohibido pescar dentro del Parque Nacional. Incluso nuestro barquero amenizaba la espera con su caña… Lo peor es que el guía no le dio mayor importancia. Pero la abuela francesa y yo protestamos airadamente. Una pena…
3. El Reposoir des Oiseaux: se trata de un lugar protegido, rodeado de manglares, donde varias especies de aves acuden a pasar la noche. Así que detuvimos la barca en las inmediaciones, y estuvimos una media hora contemplando la escena. Poco a poco fueron apareciendo pájaros, principalmente Garzas blancas y negras; y Cormoranes. Y ocupaban su sitio en los arbustos entre sonoros graznidos (a veces peleándose con sus compañeros). La única pega fue que también aparecieron unas cuantas pirogues con grupos de turistas. Que no paraban de gritar, reír, y hacer fotos con flash, mostrando un nulo respeto por las aves y el resto de personas.
Pero bueno, al final el sol se ocultó. Y el regreso a Toubacouta lo realizamos casi a oscuras. Conmigo sentado en la parte delantera de la barca, charlando con la encantadora abuelita francesa, y refrescado por la agradable brisa nocturna. Ya en el hotel, nada mejor que tomarme una cerveza La Gazelle (de 0,63l) sentado en la terraza exterior.
VELADA EN UN HOTEL DE LUJO
Para acabar la jornada, decidí acercarme a tomar algo al mejor hotel del pueblo: Les Palétuviers. Ya era de noche, y para llegar caminé por calles oscuras y solitarias. Cuando aparecí en la puerta, me pareció que el lugar estaba cerrado. Pero un vigilante de seguridad (que no había visto) me animó a entrar y me indicó dónde estaba el bar. Allí me senté en la barra, frente a una TV de dimensiones considerables. Y estuve viendo un partido de fútbol, mientras caía otra cerveza La Gazelle bien fría (2milF), acompañada de unos cacahuetes cortesía de la casa. La verdad es que las instalaciones eran señoriales: jardines iluminados con velas, gran piscina… Estuve charlando con la camarera, y con un simpático lugareño. Y cuando acabó el partido regresé a mi hotel.
A modo de cena, compré unas galletas y agua en Chez Ass (650F). Y a dormir, rodeado de una tranquilidad absoluta, y con una ligera brisa entrando por mi ventana.
VISITA A MISSIRAH
Al día siguiente, la jornada comenzó como a mi me gusta. Con un buen desayuno sentado en la terraza exterior del hotel (incluido en el precio del bungalow). Me comí una barra de pan entera, con mermelada y mantequilla; un quesito; y un café con leche.
Después salí en busca de transporte para llegar hasta Missirah, un pueblecito pesquero ubicado 12km al sur de Toubacouta. Como iba algo justo de tiempo, me acerqué a un chaval sentado en su moto, que charlaba con unos amigos. Le propuse que me llevara. Y acordamos un precio realmente ventajoso: 5milF por el trayecto de ida y vuelta, más hora y media de espera en Missirah. Así que nos pusimos en marcha.
Para llegar al pueblo tuvimos que recorrer una pista de tierra en no muy buen estado. Además, cuando pasaba algún camión levantaba nubes de polvo que me cegaban durante unos instantes. Pero alcanzamos Missirah sin problemas. Nada más cruzar la entrada del pueblo, apareció un lugareño que me ofreció sus servicios de guía para enseñarme la principal atracción del lugar. Y acepté con un punto de resignación. Aunque estuvo muy bien.
Se trataba de una gigantesca Ceiba, un árbol que aquí es conocido como Fromager. Por mucho que lo intente, es difícil explicar con palabras las dimensiones de aquel monstruo de la naturaleza (el más grande de Senegal). Realmente impresionante… Estaba ubicado a escasa distancia de la calle principal de Missirah. Su tronco era descomunal, con unos 30m de diámetro; sus ramas, retorcidas y pesadas, extendiéndose por toda la zona… Es un árbol sagrado venerado por los lugareños, alrededor del cual tienen lugar de forma frecuente oscuras ceremonias animistas.
El guía me explicó historias relacionadas con el Fromager; me enseñó algunas de las formas curiosas que creaba su corteza (una cara gritando, una vulva…); y pude observar varios Lagartos Agama trepando (uno de cabeza naranja). Precio: 500F.
Después caminé hasta el puerto del pueblo. Allí tuve que pagar 100F para poder pasear por el muelle. Pero me negué en redondo a contratar los servicios de otro guía. Había alguna colorida embarcación tradicional. Y en los alrededores, puestos de madera donde se secaba el pescado; y grupos de gaviotas con pico y patas rojas. Los lugareños eran muy fotogénicos, y vi niños de facciones exóticas saliendo del colegio; mujeres con vestidos de vivos colores… Pero al ver mi cámara se indignaban, así que no insistí. Ya en moto, paré un momento en la entrada del pueblo para contemplar su imponente mezquita. Y continuamos.
De regreso a Toubacouta hubo momentos de tensión, cuando el chaval se dio cuenta de que la rueda trasera de la moto estaba pinchada. Imagino que mi peso y los baches habían pasado factura. Así que allí nos quedamos, en medio de la nada, sin saber qué hacer. Por suerte, pasó un lugareño en moto, que recibió el encargo de avisar a un amigo del chaval que vivía en un pueblo cercano. Y éste apareció al cabo de unos minutos, para llevarme hasta el hotel. El hombre hablaba algo de español, y fuimos charlando amigablemente. Menos mal…
CONCLUSION
Hay varias poblaciones que permiten explorar con facilidad el Parc National du Delta du Saloum. Y si regresas de visitar el este o el sur del país, Toubacouta es una de las opciones más conveniente. Se pueden pasar un par de días muy entretenidos, conociendo lugares de interés en Saloum. En mi caso, por falta de tiempo, tuve que limitar mi estancia a un día. Y no pude visitar la Île aux Oiseaux (llena de aves); la Île Sipo (donde hay una aldea tradicional de pescadores); o el colorido mercado local (que atrae gente de los pueblos vecinos). Otra vez será…
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