Una isla situada en medio del río Senegal con interesantes mansiones de la época colonial y un espectacular puerto pesquero
Durante el siglo XV era habitual ver barcos Portugueses comerciando en la desembocadura del río Senegal desde su colonia de Cabo Verde. Hasta que en 1659 los Franceses firmaron un acuerdo con el Reino Waalo y construyeron un fuerte en una isla deshabitada llamada Ndar, que pronto sería rebautizada como Saint-Louis-du-Fort, en honor al rey de la época, Louis XIV. Los Franceses no tardaron en controlar todo el comercio a lo largo del río Senegal, adquiriendo pieles, goma arábiga y esclavos; y Saint Louis creció hasta convertirse en la capital del África Occidental Francesa. Pero poco a poco Dakar fue ganando importancia gracias a su puerto, y en 1902 se trasladó aquí la sede de gobierno (aunque la colonia de Mauritania se continuó administrando desde Saint Louis hasta su independencia).
En la actualidad el casco antiguo de Saint Louis tiene una atmósfera aletargada que recuerda mucho a Gorée, con espectaculares mansiones coloniales; el Pont Faidherbe, una proeza de la ingeniería de la época; y un animado Puerto pesquero ideal para los amantes de la fotografía.
VIAJE: DAKAR – SAINT LOUIS
Entre estas dos poblaciones hay 285km y llegar no fue tarea sencilla. En total necesité de 3 etapas:
1. Taxi hasta la Gare Routière Baux Maraîchers: paré un vehículo en la calle y por 5milF me llevó hasta la principal Terminal de Dakar, ubicada 12km al este. El taxista me pedía 7milF y creo que podría haber ajustado más el precio, pero estaba cansado y con pocas ganas de discutir.
2. Sept-place a Saint Louis: una vez en la Terminal logré esquivar a los pesados en busca de propina y gracias a un chaval encontré el andén donde paran los sept-place que van a Saint Louis. Allí había un taxi al que todavía le faltaban 4 pasajeros para arrancar. La verdad es que era muy tarde, pero yo confiaba en que una ciudad como Dakar generaría un tráfico constante de pasajeros a cualquier hora del día. Pues me equivoqué, porque me tocó esperar 3,5 horas hasta que reunimos a la gente necesaria para completar el vehículo. Fue un agobio. Yo me moría de sueño y al final ya no sabía si estar de pie o sentado.
Además no fue ni mucho menos un viaje tranquilo. Primero me tocó sentarme en medio de la fila central del sept-place, sin asiento (estaba durísimo) ni espacio para las piernas. Lo pasé realmente mal, y al final me ardía el culo y tenía calambres en una pierna. Y segundo, aquel vehículo era un auténtico peligro: no le funcionaban los faros (y el primer tramo era nocturno); y no tenía cinturones de seguridad (un choque me hubiera hecho salir disparado a través de la luna delantera). Todo acompañado de frenazos continuos para sortear badenes de velocidad o esquivar otros coches. Vaya tela…
Por lo menos conseguí dormir un par de veces; y las paradas fueron mínimas (solo para poner gasolina), con lo cual el trayecto duró 4,5 horas (menos de lo que me esperaba). Precio: 5milF + 1.000F por guardar la mochila grande en el maletero trasero. El taxista optó por la carretera más alejada de la costa, y desde la ventana contemplé impresionantes baobabs; poblaciones con coloridas lugareñas paseando; puestos callejeros; carretas tiradas por caballos; rebaños de cabras; y cebús de enormes cuernos. Durante la última parte el paisaje era desértico, con acacias y pequeños arbustos. Incluso pude ver el cadáver de una vaca rodeado de buitres.
El tramo de costa entre Dakar y Saint Louis se conoce como la Grande Côte, y su único lugar de interés turístico es el Desierto de Lompoul, que ofrece enormes dunas y paseos en dromedario. Yo no lo visité, pero es una opción interesante si quieres dividir el viaje en dos jornadas.
3. Taxi hasta el Casco Antiguo: la Terminal de Saint Louis se encuentra en Sor, el Casco Moderno de la ciudad, así que me tocó conseguir un taxi, que por 1.500F me llevó hasta la puerta del hotel elegido para alojarme, a 5km de distancia. El viaje estuvo entretenido y accedí a la isla de Saint Louis cruzando el Pont Faidherbe, un magnífico puente de hierro de 500m de longitud inaugurado en 1897.
ALOJAMIENTO: HOTEL SUNU KEUR – 28milF/Noche
*Puntos a favor: baño privado con ducha perfecta; limpieza impecable; ubicación inmejorable, a escasos metros de la orilla del río Senegal; tranquilidad total por la noche; aire acondicionado; terraza con vistas geniales de los alrededores; encargados de la recepción muy amables; desayuno incluido.
*Puntos en contra: habitación algo pequeña; camas individuales; precio (aunque alojarse en la isla es caro y no había muchas alternativas económicas).
El Hotel Sunu Keur ocupa un edificio de la época colonial. Yo decidí realizar una reserva directamente a través de su página web y pasé un par de días muy agradables. Cuando llegué la habitación todavía no estaba preparada, así que dejé la mochila grande en la recepción y salí a la calle con ganas de comer, porque me moría de hambre.
COMIDA: LA CRÊPE SAINT-LOUISIENNE
Una pequeña crepería recomendada por mi guía de viajes. Se encuentra al lado de la Catedral y tiene un comedor espacioso, con camareras simpáticas y un extenso menú de crêpes salados y dulces. Yo pedí uno de patata y queso, y otro de Nutella con plátano, que me dejaron como nuevo, acompañados de una botella de agua grande (marca Kirène). Precio: 4milF. Tras la comida ya estaba listo para comenzar a explorar Saint-Louis.
EL IMPERIO JOLOF
Desde mediados del siglo XIV buena parte de Senegal estaba dominada por el Imperio Jolof. Su capital era Linguère, una próspera población ubicada en el interior del país, beneficiada por las caravanas de camellos que cruzaban el Sáhara. Desde aquí gobernaba su Bourba (rey), al que rendían pleitesía 5 reinos que gozaban de una cierta autonomía y se extendían a lo largo de la costa. El que estaba situado más al norte e incluía la actual Saint Louis era el Reino de Waalo.
Durante más de 200 años esta fue la estructura del imperio. Pero los reinos de la costa se hicieron cada vez más ricos y poderosos gracias al comercio con Europa, hasta que uno de ellos (el Reino de Kayor) se rebeló contra el gobierno central y en 1549 derrotó a las tropas del Bourba, provocando la desintegración del Imperio Jolof. Y los 6 reinos continuaron su existencia de forma independiente. Actualmente los Jolof son el grupo étnico más importante de Senegal, representando un 40% de la población. Son de religión islámica, y su cultura y tradiciones se suelen identificar con el conjunto del país.
DESCUBRIENDO SAINT LOUIS
El epicentro de Saint Louis es la Plaza Faidherbe, donde se encuentran la antigua Mansión del Gobernador y la Catedral, de estilo neoclásico, construida en el año 1828. A partir de aquí la isla se divide en dos partes. La mitad norte, donde está el antiguo barrio musulmán, conocido como Lodo. Y la mitad sur, que alberga el antiguo barrio cristiano, llamado Sindoné. La isla solo mide 2km de punta a punta y no hay atracciones turísticas concretas, así que se trata de un lugar ideal para pasear sin rumbo, descubriendo detalles interesantes en cada rincón.
Yo empecé por la mitad norte y fue una pequeña decepción. Solo vi alguna construcción antigua y un grupo de barcas junto a la orilla con niños jugando entre ellas. El extremo de la isla está ocupado por un cuartel del ejército y un descampado de aspecto desolador.
En cambio el sur fue una historia completamente distinta. Aquí pude contemplar muchas mansiones del siglo XIX, con paredes pintadas en tonos ocre (sobretodo rojo y amarillo). Algunas restauradas, con sus muros cubiertos de buganvillas, albergando galerías de arte y pensiones con encanto; y otras cayéndose a pedazos. Además en las calles disfruté de un gran ambiente. El aspecto de las mujeres era muy variado, desde señoras luciendo vestidos de vivos colores y pañuelos hasta jóvenes con hijab (la prenda islámica que cubre cabeza y cuello) o en tejanos y camiseta. Los hombres en cambio eran más uniformes, con túnica y kifi (el gorro típico de esta parte de África). Por todas partes había ovejas campando a sus anchas en busca de comida.
Al oeste de Saint Louis se extiende una finísima península de arena conocida como la Langue de Barbarie, donde se encuentra la población pesquera de Guet Ndar. Y su puerto es un auténtico espectáculo, con una actividad frenética. Reconozco que al llegar me quedé sin palabras.
Frente a mí había docenas de enormes barcas a motor pintadas de colores chillones. La mayoría estaban amarradas junto a la orilla, pero otras navegaban por el río con sus tripulaciones a bordo. Cuando una barca llegaba al puerto con la captura del día una multitud de gente se abalanzaba sobre ella, creando escenas impresionantes. El ambiente era hipnótico, con un fortísimo olor a pescado, música de fondo, gritos… Mientras a mi alrededor vi grupos de pescadores reparando sus redes; garzas blancas revoloteando; cabras y gatos husmeando entre la basura; milanos en el cielo… Y no muy lejos una larguísima fila de camiones frigoríficos esperando listos para transportar a Europa el pescado adquirido.
Yo me quedé allí un buen rato haciendo fotos hasta que comenzó a anochecer y decidí regresar a la zona de mi hotel. En general el Casco Antiguo de Saint Louis me gustó, aunque me encontré con dos problemas:
*Los lugareños no soportan que les hagan fotos y me vi envuelto en algún episodio desagradable. Como un estudiante de una escuela coránica que me tiró una piedra; o el propietario de un puesto callejero con el que acabé discutiendo. Cada vez que apuntaba con mi cámara alguien se tapaba la cara, o gritaba ¡no! Y eso que solo buscaba planos generales apurando el zoom del objetivo al máximo.
*Paradójicamente, en Saint Louis abundan los pesados en busca de turistas ofreciendo todo tipo de servicios: una excursión; visitar un taller de artesanía; comprar un souvenir… Te detienen por la calle dando la mano y te hacen varias preguntas antes de ir al grano, haciendo que pierdas el tiempo hasta que te los quitas de encima. Aunque al final aprendí a escapar de ellos (por supuesto siempre con educación y mano izquierda).
Durante la jornada pude ver alguna pareja o pequeño grupo de turistas. Pero la crisis del Ébola había borrado Senegal de los circuitos internacionales y se estaba realmente tranquilo.
CENA: LA LINGUERE
Un restaurante tradicional ubicado cerca de mi hotel, en la parte sur de la isla. Yo ocupé una mesa del solitario comedor, donde un televisor emitía noticias en bucle. Y pedí por primera vez Yassa Poulet, un plato típico de Senegal que consiste en un trozo de pollo acompañado de salsa de limón con cebolla caramelizada y arroz blanco. Para beber cayó una Coke. Todo muy rico, atendido por un camarero eficiente, y por solo 3milF (¡4,5 euros!). Repetiría sin dudarlo.
De regreso al hotel ya era de noche y caminé por calles oscuras, entre mansiones antiguas y lugareños paseando. Mientras, se escuchaba la llamada a la oración desde diferentes mezquitas; y tambores y cánticos lejanos.
CONCLUSION
Saint Louis es una parada obligada en cualquier recorrido por el norte de Senegal. Implica un trayecto de varias horas pero merece la pena. Un día completo será más que suficiente para explorar a fondo la isla, pasando la noche en un hotel del Casco Antiguo. Al sur de Sant Louis hay un par de atracciones naturales: el Parc National de la Langue Barbarie y la Reserve Speciale de Faune de Guembeul. Yo tenía previsto visitar dos parques nacionales más famosos y decidí continuar mi ruta, pero me parecen buenas opciones si dispones de tiempo.
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