Aventuras junto a dos simpáticas suizas descubriendo otra isla con más formaciones extrañas, cuevas de sal y un espeso manglar
Tras visitar Hormuz, el segundo motivo de mi presencia en Bandar Abbas era explorar Qeshm. Se trata de la isla más grande del Golfo Pérsico, donde todavía es posible conocer de primera mano el modo de vida tradicional de los Bandaris. Y que cuenta con numerosas atracciones naturales incluidas en el Qeshm Island Geopark, como Stars Valley, Namakdan Cave o Hengam Island.
A pesar de estos atractivos, hay muy pocos turistas en la isla. Los extranjeros se concentran en el circuito de ciudades históricas que recorre el interior del país. Y los iraníes prefieren la Isla de Kish, una especie de Benidorm con playas abarrotadas de gente y modernos centros comerciales. Por eso fue toda una sorpresa encontrarme con dos chicas suizas dispuestas a explorar Qeshm durante un par de días. Con ellas viví todo tipo de situaciones; me ahorré bastante dinero; y, lo más importante, me hicieron levantar el pie del acelerador y saborear los pequeños momentos.
VIAJE BANDAR ABBAS – QESHM
La jornada comenzó con un desayuno en el Hotel Amin de Bandar Abbas. El menú fue el habitual: dos huevos fritos; ensalada de tomate, pepino y queso de cabra; pan Lavash con mermelada; y chai. Más tarde preparé mis mochilas, desalojé la habitación, y caminé hasta la Terminal de Ferries. Allí compré un billete para viajar a la Isla de Qeshm (15milT). La verdad es que me extrañó el precio: más del doble que el trayecto a Hormuz, teniendo en cuenta que Qeshm se trata de un destino más popular y la distancia es similar. Pero bueno, aun así era una cantidad ridícula.
Una vez con el billete me dijeron que ya se podía subir al Ferry. Esta vez me obligaron a viajar en la planta inferior (cubierta), así que no pude entretenerme con las vistas. Y a las 8.45h nos pusimos en marcha. Yo fui escuchando música con mi Ipod, y al cabo de 45 minutos desembarqué en el muelle de Qeshm. Se me hizo cortísimo.
El día anterior había conocido en Hormuz a dos chicas suizas, y me cayeron bastante bien. Soleille, extrovertida, con familia repartida por todo el mundo; y Lucie, más reservada y con un nivel de inglés justito, pero muy simpática. Eran amigas y estaban recorriendo Asia durante unos meses. Tras un rato de charla, me propusieron visitar juntos la isla de Qeshm, y acepté sin dudarlo. Ellas pasaron la noche en la isla, y quedamos en que las avisaría por teléfono cuando yo llegara. De entrada pensé que no nos veríamos, porque Soleille no contestaba mis mensajes. Pero más tarde me llamó.
PRIMEROS PASOS EN QESHM
El principal pueblo de Qeshm se llama igual y está ubicado en el extremo oriental de la isla, a escasa distancia del embarcadero. Su única atracción turística es un antiguo castillo portugués. Así que quedé con las chicas en la puerta, fui en taxi (5milT), y mientras llegaban aproveché para visitarlo. La entrada me costó 6milT, y estuve un rato paseando por el recinto. No hay mucho que ver, con muros bastante deteriorados y un grupo de obreros trabajando entre maquinaria y montañas de escombros. Solo me gustó algún detalle curioso, como una lápida con el relieve de una calavera, o un cañón de la época. Un castillo a años luz del que visité en Hormuz.
Tras la visita me encontré con Soleille y Lucie, que tenían caras de sueño. La anécdota se produjo cuando el encargado de la taquilla vio que me unía a las chicas, y de repente sus rostro serio se convirtió en una sonrisa cómplice de oreja a oreja. No sería la única vez que me ocurrió esto durante el tiempo que pasé con ellas…
A continuación teníamos que conseguir un vehículo para explorar la isla. Así que nos plantamos junto a una carretera bastante transitada, e intentamos parar algún taxi o coche privado. El plan no nos pudo salir mejor. En cuestión de segundos se detuvo un chaval; acordamos un buen precio; y nos pusimos en marcha. La verdad es que el precio me extrañó bastante: 60milT por una excursión de 6 horas, cuando el taxista que me llevó al castillo no bajaba de 80milT (tras un duro regateo); y en Yazd había pagado nada menos que 200milT por 7 horas. Pero bueno, al ser un servicio privado quizás era más barato. Ya ya… Al final de la jornada entendí todo…
El chaval hablaba un inglés muy básico, pero lo compensaba con su simpatía. Estaba encantado con el giro que había dado su jornada, acompañado de tres turistas occidentales, y no paraba de sonreír. Yo viajé en el asiento del copiloto, y las chicas detrás, aprovechando cualquier momento para dormir.
EXPLORANDO LA ISLA EN COCHE
Durante la jornada visitamos 3 lugares de interés que fuimos decidiendo sobre la marcha. Todos están incluidos en el Qeshm Island Geopark, un parque perteneciente a la Global Geopark Network de la Unesco, que protege áreas de todo el mundo que ayudan a explicar los orígenes y evolución de la Tierra. Fueron los siguientes:
1. Stars Valley: para llegar recorrimos 23km hacia el oeste, siguiendo una carretera que bordea la costa, hasta las afueras de Borka Khalaf. Stars Valley es un valle cubierto de espectaculares formaciones rocosas, con enormes pilares de arenisca y afiladas cumbres. El conductor se unió a nosotros, y paseamos por los alrededores durante media hora. El calor era asfixiante, y encima yo me vi obligado a vestir camiseta negra, porque era la única que me quedaba limpia. ¡Y aun gracias que no era verano! Precio de la entrada: 4milT por vehículo. La única pega fue que, tras el festival del día anterior en Hormuz, ya no había mucho lugar para la sorpresa. Pero aun así mereció la pena.
Después nos acercamos al Centro de Visitantes, donde hay numerosas fotografías de los paisajes de la zona; paneles en inglés con explicaciones sobre la peculiar geología de Qeshm; y un aire acondicionado que nos dio la vida. No nos queríamos marchar de allí…
2. Chahkooh Canyon: el siguiente desplazamiento fue más complejo. Hubo que cubrir 75km hacia el oeste, atravesando buena parte de la isla. Con una pista final llena de bancos de arena que amenazaban con atraparnos en cualquier momento. De camino paramos a comprar agua en una tienda; vimos varias rocas de formas curiosas (sin detenernos); e ignoramos las quejas del conductor, que tenía hambre y quería que paráramos a comer (no había tiempo que perder).
Una vez en Chahkooh Canyon, el conductor se quedó esperando en el coche; y las chicas y yo caminamos hacia el inicio del cañón, atravesando un paisaje árido y solitario, con arbustos y colinas onduladas. Poco a poco, las paredes se fueron estrechando y haciéndose más verticales. Hasta que llegamos a un punto donde era imposible continuar por el fondo, y tuvimos que trepar por una de las paredes. Avanzando a una altura considerable por un terreno muy resbaladizo. Fue todo un subidón de adrenalina, rodeados de enormes rocas erosionadas fruto de la acción del agua y el viento. Y descubrimos un puente de madera muy inestable; un pozo que utilizan los habitantes del lugar desde tiempos inmemoriales; y pájaros exóticos.
Cuando el cañón se ensanchó, decidimos dar media vuelta y regresar al vehículo. Allí el conductor nos intentó convencer para finalizar la excursión, alegando que ya era tarde. Pero aun se podía exprimir más el día, y le insistimos en que nos llevara a un último lugar.
3. Namakdan Cave: el trayecto hasta esta cueva fue una pequeña odisea. Primero, porque el conductor iba totalmente perdido, no vio el desvío correcto, y acabamos en la otra punta de Qeshm. Así que tuvo que retroceder un montón de kilómetros y volver a empezar. Y segundo, porque durante un buen rato avanzamos por una pista con peligrosos bancos de arena. El caso es que tardamos más de hora y media, atravesando un paisaje montañoso de formas increíbles. Y eso que entre Chahkooh y Namakdan, en linea recta, tan solo hay 15km de distancia.
Cuando estábamos a punto de llegar a la cueva, nos encontramos con un grupo de dromedarios pastando en la llanura. Y como Lucie nunca había visto uno de cerca, paramos un rato. La verdad es que la imagen era muy fotogénica, con el mar de fondo y las últimas luces del atardecer. Eso sí, la cara del conductor era un poema, y ya no sonreía como al principio de la excursión.
Ya en Namakdan Cave, el conductor se quedó charlando con un guarda de seguridad; y las chicas y yo nos adentramos en la cueva, con la ayuda de mi linterna frontal y sus móviles. Namakdan es la cueva de sal más larga del mundo, con 6km de longitud. Estos fenómenos geológicos se producen cuando los movimientos de las placas tectónicas hacen emerger a la superficie depósitos de sal, que en función de la presión recibida y la erosión del agua adoptan formas muy distintas.
La entrada de la cueva es enorme. En el interior sus paredes están cubiertas de bandas multicolores, donde se mezclan varios minerales; y acumulaciones de sal que parecen copos de nieve. Fue un gran momento, caminando solos envueltos en una oscuridad total, sin saber muy bien qué nos esperaba a escasos metros. Hasta que llegamos a un punto donde para continuar había que arrastrarse por un estrecho pasadizo. Y decidimos volver al exterior, donde ya comenzaba a caer la noche.
Si te interesan estas cuevas de sal, en Namakdan hay otra más, situada a no mucha distancia: Cave #3. Para visitarla se necesita un permiso especial de la administración del Geopark (aunque si hubiéramos querido, el guarda no nos ponía muchas pegas). Las fotos que vi son espectaculares, con retorcidas estalactitas de sal colgando del techo, como si fueran las raíces de un árbol o tentáculos. Una pena que era tarde y teníamos que volver al pueblo, porque Cave #3 pintaba genial.
UN REGRESO ACCIDENTADO
De nuevo en el coche, nos pusimos en marcha rumbo al pueblo de Qeshm. Pero una vez más el conductor se saltó el desvío correcto, por su desconocimiento de la zona y la oscuridad. Resultado: avanzó durante kilómetros siguiendo una pista llena de piedras y agujeros, que al final estaba cortada; y después tuvo que dar media vuelta. Aquí ya se cortaba el ambiente. El chaval no paraba de maldecir, y paró varias veces para preguntar a la gente. Actuaba como si aquello fuera culpa nuestra, cuando en la negociación ya le avisamos de lo que queríamos hacer. A todo esto, Soleille y Lucie dormían a pierna suelta en los asientos traseros, así que no se enteraron mucho de lo que ocurría. Al final llegamos al pueblo, pero tardando más de 2,5 horas para cubrir un trayecto que normalmente se hace en 1,5h. Y lo peor estaba por llegar…
Primero fuimos a la vivienda dónde se alojaban las chicas, y una vez allí tocó pagar los servicios del conductor. Habíamos estado 10 horas en ruta en lugar de las 6 acordadas. Fue claramente por su culpa, pero aun así nos sorprendió que no intentara pedirnos más dinero, y se ciñera a los 60milT iniciales. Aunque cuando le dimos el importe le cambió la cara y nos repitió el número: quería… ¡600milT! Según él, los 60milT eran por su trabajo y el resto por el combustible consumido. Menuda locura…
A continuación se vivieron escenas caóticas, que me recordaron situaciones similares en otros viajes (sobre todo por África). Las chicas enfadadas (curiosamente Lucie era la más guerrera); yo intentando razonar con el conductor (su inglés no ayudaba mucho)… Al final, tras discutir un buen rato, aceptamos pagar 100milT, asumiendo el coste de las 10 horas transcurridas. El chaval estaba indignadísimo, aunque el precio que nos pedía era tan abusivo que no me dio ninguna pena. A continuación me llevó al hotel donde había previsto pasar la noche. No abrió la boca en todo el trayecto, y se marchó casi sin despedirse.
Nota: al día siguiente Lucie se dio cuenta que había olvidado sus gafas de sol en el coche. No hubo forma de contactar con el conductor, porque no teníamos su número de teléfono. Y él tampoco se las fue a devolver (imagino que las consideró un complemento en especie).
ALOJAMIENTO: DIPLOMAT HOTEL – 60milT/Noche
*Puntos a favor: habitación enorme; lavabo privado con ducha perfecta; limpieza extrema; ubicación bastante céntrica; aire acondicionado; nevera con botella de agua grande incluida; encargado de la recepción muy amable; precio; desayuno incluido.
*Puntos en contra: camas individuales; baño estilo turco; wifi muy errático; habitación ubicada cerca de la recepción (por la noche tuve que llamar la atención a un vigilante, que estaba viendo la TV a todo volumen).
Este hotel estaba recomendado por mi guía de viajes, y la verdad es que fue todo un acierto. Una vez instalado, pregunté en la recepción por un lugar para cenar, y el chaval me dijo que podía llamar por teléfono a un local de fast food cercano y pedirme lo que quisiera. La propuesta me convenció, y en cuestión de minutos tenía en mi habitación un muslo de pollo acompañado de arroz blanco y salsa, y una lata de Coke. Estaba hambriento y acabé como nuevo. Precio: 10milT. Después, caí rendido en mi cama, tras un día agotador.
SEGUNDA JORNADA EXPLORANDO QESHM
Al día siguiente mi alarma sonó muy temprano. Había quedado de nuevo con Soleille y Lucie para continuar visitando Qeshm. Y para el primer lugar de interés teníamos que estar a buena hora en un punto concreto de la isla. Así que desalojé la habitación; dejé mi mochila grande en la recepción del hotel, junto a una bolsa de ropa para lavar; y me marché sin desayunar, porque el buffet comenzaba a las 7.30h. Para compensar, me comí un par de kolompeh. A continuación cogí un taxi, y por 5milT me dejó en el barrio donde se alojaban las chicas.
Entonces se produjo una situación surrealista, de esas que solo me ocurren a mí. Intenté enviar un mensaje a Soleille para decirle que ya había llegado, pero no tenía datos disponibles y el móvil no funcionaba. Y desconocía la dirección exacta de las chicas para llamar a la puerta. Al principio me desesperé. Incluso paré a un lugareño y le pedí que me dejara su móvil, pero no me entendió y el tiempo pasaba. Hasta que se me ocurrió una idea brillante: caminar hasta un hotel cercano, explicar el problema al encargado de la recepción; y utilizar su red wifi. Y pude contactar con Soleille. Eso sí, ya íbamos media hora tarde. Aunque no las vi nada molestas con el retraso.
Sin perder tiempo detuvimos un coche para ir hasta Shib Deraz, una población en la costa sur de Qeshm, a unos 55km. Mientras negociábamos apareció un coche de policía, y el conductor recibió una buena bronca por parte del agente, porque no tenía licencia de taxi. Pero bueno, la cosa no fue a más y nos pusimos en marcha. El trayecto duró una hora, y el vehículo nos dejó en el puerto de Shib Deraz. Precio: 30milT (algo caro, pero no era momento de ponerse a regatear).
El motivo de las prisas era que queríamos visitar Hengam Island, una pequeña isla situada a escasa distancia de Qeshm. Varios lugareños nos habían dicho que para conseguir una barca teníamos que llegar temprano al puerto, y ya eran casi las 10h. Además soplaba un fuerte viento, y el mar estaba bastante agitado. Pensé que no podríamos viajar, pero al momento aparecieron varios lugareños ofreciéndonos transporte en sus barcas por 30milT. Yo hubiera aceptado de inmediato, aunque las chicas vieron el precio muy caro y buscaron otras opciones. Hasta que al final nos acoplamos en la barca de una familia de turistas iraníes, y pagamos solo 18milT entre los tres. Reconozco que me sorprendieron.
RELAX EN HENGAM ISLAND
Tardamos apenas un cuarto de hora en llegar a Hengam Island. Esta visita fue idea de las chicas, y mi guía de viajes solo indicaba dos actividades para realizar en la isla:
*Excursiones para ver delfines: son a primera hora.
*Buceo: la isla está rodeada de arrecifes de coral, aunque para poder disfrutarlos hay que organizar todo con antelación (visitar un centro de buceo, alquilar el equipo, etc…).
Con este panorama nos pusimos a caminar por la carretera, sin saber muy bien en qué dirección. Al ver una colina decidimos subir a la cima para ver el paisaje. A nuestro alrededor se extendía una llanura polvorienta, y en la distancia vimos una gacela. Una chica nos dijo que buscáramos una playa tranquila para pasar el rato. Pero sin transporte propio era muy difícil, así que regresamos a la zona del embarcadero.
Allí estuve curioseando entre puestos de souvenirs, algunos de dudoso gusto, como peces globo disecados o trozos de coral. También hay una playa de arena dorada y aguas transparentes. En teoría podía bañarme, pero ni siquiera me había traído bañador, porque las chicas lo tienen prohibido (o los tres o ninguno); y no me apetecía continuar la jornada con el cuerpo lleno de salitre (no había duchas).
Los iraníes que viven en la zona del Golfo Pérsico son conocidos como Bandaris (bandar significa «puerto» en farsi). Son árabes y siguen la rama sunita del Islam. Las mujeres visten monos de tela y chadores estampados. Y algunas conservan la tradición de tapar su cara con un antifaz lujosamente decorado, de color rojo o azul, llamado Boregheh o Bandari Burqa. Durante mi estancia en las islas del Golfo vi a alguna mujer con antifaz de forma esporádica, pero en Hengam había varias y las pude fotografiar, aprovechando la atmósfera relajada. Según me comentaron más tarde, 100km al este de Bandar Abbas hay una población llamada Minab, donde cada jueves tiene lugar un mercado y acude mucha gente vestida con ropa tradicional.
Tras un rato paseando por la playa, acabamos sentados en el interior de un chiringuito. Y allí nos quedamos hora y media evitando la parte central del día, porque hacía un sol de justicia. Yo pedí una Samosa de gambas (una especie de empanadilla de forma triangular) y una Pepsi. El ambiente era genial, con lugareños sonrientes interesándose por nosotros y explicándonos historias; una chica cosiendo un Shalvar (un bordado que se añade a los pantalones que visten las mujeres); un grupo de amigos entretenidos con un extraño juego de mesa; el sonido de las olas de fondo… También aproveché para hacerme unas fotos de recuerdo con Soleille y Lucie. Fueron momentos inolvidables.
No me hubiera marchado nunca, pero teníamos que continuar la ruta. Así que el encargado del local llamó por teléfono al dueño de una barca para que pasara a recogernos; nos despedimos de la gente; y regresamos a Qeshm. De nuevo compartimos la embarcación con un grupo de turistas iraníes. Al enterarse que yo era de Barcelona no paraban de hacerse selfies conmigo. En cambio Suiza no les despertaba la misma euforia. El poder del fútbol es sorprendente…
VISITA A HARRA SEA FOREST
Desde el puerto de Qeshm caminamos hasta una gasolinera cercana para conseguir un vehículo hacia nuestro siguiente destino. Soleille y Lucie fueron de nuevo unas negociadoras implacables. Rechazaron dos ofertas por ser demasiado caras, y al final acabamos viajando en la parte trasera de una pick up… ¡completamente gratis! De esta forma recorrimos unos 30km, rodeados de bidones de gasolina y con el viento en la cara, hasta llegar a la población de Tabl. La sensación de aventura fue total.
En Tabl entramos en una frutería para picar algo (yo compré uvas y un plátano). De entrada nos pusimos a caminar los 2km de distancia hasta el embarcadero. Pero Lucie empezó a encontrarse mal, y decidimos parar una pick up, en la que viajamos gratis, cortesía de un simpático abuelete.
El segundo lugar de interés del día era Harra Sea Forest, el manglar más extenso del Golfo Pérsico. Forma parte del Qeshm Island Geopark, y para visitarlo es necesario alquilar una barca. En el Centro de Visitantes un encargado nos informó que el precio de un recorrido de 45 minutos para 6 pasajeros era de 70milT. Las chicas volvieron a apretar las tuercas y consiguieron bajar el precio a 55milT. Y aun así decidieron esperar a que llegaran otros turistas para intentar compartir gastos. Pero tras media hora en la cafetería (donde me refresqué con una Pepsi y un polo de mango) aceptamos el precio, porque no aparecía nadie.
A esas alturas Lucie tenía un dolor de estómago terrible (problemas menstruales) y prefirió quedarse descansando. Así que acabamos en la barca Soleille y yo, como si fuéramos una pareja (una situación un tanto incómoda para ambos), acompañados del conductor de la barca.
Durante la excursión atravesamos una zona de manglares con sus raíces a la vista; y vimos un Lenge (embarcación de carga típica de la zona). En cuanto a fauna, tan solo encontramos algunas Garzas blancas y negras; un grupo de gaviotas; un Ibis… y un extraño anfibio de ojos saltones que se movía por el barro de la orilla con ayuda de sus aletas delanteras (sin ser un experto, creo que era un renacuajo a punto de convertirse en rana). No fue ni mucho menos el festival de vida que me esperaba, por varios motivos:
*Todavía hacía mucho calor, y los animales se refugian a la sombra.
*No era la mejor época del año (las aves migratorias llegan en Primavera).
*El barquero era un chaval con ganas de finalizar el recorrido cuanto antes, y se movió por la zona a toda pastilla, sin esforzarse mucho en buscar animales.
Pero bueno, me conformé con lo que vi, y por 6 euros cada uno estuvo entretenido.
A continuación, mi idea era acabar la jornada visitando Bandar-e Laft, una aldea pesquera situada a media hora en coche con numerosos ejemplos de arquitectura tradicional, como badgirs (torres de ventilación) o ab anbars (cisternas de agua). Y un mirador que ofrece vistas espectaculares del pueblo. Pero tras la excursión en barca Lucie seguía fatal, con lo cual cancelamos la visita y decidimos no movernos.
Yo primero estuve paseando solo por la zona del embarcadero, entretenido con mil detalles: el manglar; una Garza pescando; un grupo de lugareños que jugaban al dominó… Después el encargado nos dejó subir al primer piso del Centro de Visitantes, y nos sentamos en el suelo, rodeados de cojines. Allí estuve charlando un buen rato con Soleille y Lucie, compartiendo anécdotas de nuestras vidas, mientras el sol perdía fuerza.
OTRO REGRESO CON SORPRESA
Cuando empezó a oscurecer, propuse que buscáramos la forma de regresar a Qeshm para evitar problemas. Y Soleille y Lucie no tardaron en contactar con unas señoras iraníes que estaban de visita. Habían viajado en autobús y esperaban al resto del grupo, que recorría el manglar en barca. Según ellas había espacio de sobras en el vehículo, y el conductor aceptó acogernos, así que nos sentamos con ellas. Yo mientras me tomé un zumo de naranja y otro polo, porque estaba deshidratado. En la distancia se podía ver una torre petrolífera coronada por una brillante llama. A las 18h pasadas subimos al autobús y viajamos separados: yo en el asiento delantero, junto al conductor; y las chicas rodeadas de mujeres, en la parte trasera. El trayecto duró algo más de una hora, y llegamos al centro de Qeshm sin incidentes.
Entonces nos despedimos del grupo y bajamos del autobús, contentos por haber conseguido otro viaje gratuito. Pero el conductor nos llamó y nos dijo que le teníamos que pagar 10milT cada uno por el trayecto. ¡Menudo golpe de realidad! Y es que la amabilidad iraní no es universal, y hay personas que aprovechan cualquier ocasión para ganarse un dinero extra. La verdad es que el precio me pareció excesivo (por la mañana pagamos lo mismo, pero era un vehículo privado). Así que negocié con el conductor y lo dejamos en 20milT por los tres.
A continuación tocó decir adiós a Soleille y Lucie, y nos dimos un fuerte abrazo. La verdad es que estuvo genial compartir dos días con estas suizas todoterreno. Es verdad que en solitario quizás hubiera aprovechado más el tiempo, incluyendo otras visitas; pero a cambio me hubiera perdido momentos como el de Hengam. Fue una gran suerte y me dio pena despedirme de ellas. Después cogí un taxi para llegar hasta el Hotel Diplomat. Allí recuperé mi mochila grande y una bolsa de ropa recién lavada; me bebí una botella de agua fría cortesía de la casa; y fui en el mismo taxi a la Terminal de Ferries (todo 10milT). Allí, sin tiempo para respirar, compré un billete para Bandar Abbas (15milT), subí al barco, y en una hora ya estaba en la ciudad, listo para nuevas aventuras.
CONCLUSIÓN
Qeshm es otra isla muy recomendable para los amantes de explorar lugares poco turísticos. Aquí podrás descubrir el Irán más auténtico y desconocido, como las mujeres Bandaris, con sus elaborados antifaces. Te recomiendo dedicar a la isla un par de jornadas, pasando al menos una noche en ella. Mi experiencia en el Hotel Diplomat fue muy buena y lo considero una excelente opción. Por último, si quieres aprovechar el tiempo, contrata los servicios de un conductor que conozca Qeshm, a través de tu alojamiento o de una agencia local. Porque mi forma de viajar por la isla fue un tanto caótica y provocó que no pudiera visitar alguna atracción interesante. Eso sí, a cambio vivi aventuras inolvidables con mis dos amigas suizas.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales
Comentarios
2 ComentariosDaniel
Oct 3, 2018Qué interesante!! Esta noche viajo a la isla desde Shiraz dn un largo trayecto de bus, para 3 noches hasta el domingo que me voy a Teheran desde el aeropuerto, un saludo
Ganas De Mundo
Oct 3, 2018Te lo vas a pasar genial! Además 3 noches me parece perfecto, porque yo estuve dos días y hubo lugares que merecían la pena y no tuve tiempo de visitar (he visto fotos de Bandar-e Laft y son espectaculares, no te lo pierdas!). Un saludo!