Explorando una ciudad monumental llena de edificios históricos, entre palacios, mezquitas, mansiones y un animado caravanserai
Qazvin fue fundada en el siglo III por el Rey de Persia Shapur II. Y durante mucho tiempo fue un importante centro comercial, gracias a que era un lugar de paso en la ruta que conectaba el Golfo Pérsico y el Mar Caspio. Aunque su momento de gloria llegó en el año 1555, cuando el Shah Tahmasp I trasladó aquí la capital del Imperio Safávida. Todo porque Tabriz había caído en manos del poderoso Imperio Otomano de Suleiman el Magnífico, que durante años lanzó ataques contra los persas para expandir sus territorios. En esta época Qazvin se llenó de monumentos ostentosos, hasta que el siguiente monarca Safávida (el Shah Abbas el Grande) se llevó la corte a Isfahan en 1598.
Actualmente Qazvin es capital de la provincia del mismo nombre, y muchos turistas pasan de largo rumbo al Valle de Alamut. Pero se trata de una bonita ciudad con numerosos lugares de interés, como Chehel Sotun; el Imamzadeh Hossein; o la Mezquita Masjed Jameh.
VIAJE: RASHT – QAZVIN
La jornada comenzó en el Kenareh Hotel de Rasht, después de una noche bastante ruidosa, tanto en el exterior (tráfico y gente gritando) como en el interior (huéspedes dando portazos a cualquier hora). Pero bueno, por lo menos el precio de la habitación era ridículo y me importó menos que en el Ordibehesht. Una vez en pie, sin tiempo para desayunar, preparé las mochilas y bajé a la recepción. Allí pedí al encargado que llamara a un taxi, y mientras esperaba me invitó a tomar un té.
Al cabo de unos minutos apareció el vehículo y me llevó a la Terminal de Autobús de Rasht. Solo hay 6km de distancia desde el centro y salí con tiempo de sobras, pero el tráfico era horrible, con varias rotondas colapsadas y avenidas donde avanzamos a ritmo de tortuga, y al final me empecé a poner nervioso. Por suerte logramos llegar a la Terminal un cuarto de hora antes de la salida de mi autobús. Precio: 12milT.
Mi idea inicial era presentarme en la Terminal sin billete y preguntar en las diferentes compañías. Pero la noche anterior, mientras caminaba por Rasht, pasé junto a las oficinas de Royal Safar Iranian, que cuenta con vehículos de clase VIP, y decidí comprar el billete para evitarme problemas (25milT). El encargado fue muy amable, y gracias a que hablaba algo de inglés el proceso apenas duró unos minutos. En la Terminal compré galletas y una botella de agua para desayunar (4milT); guardé mi mochila grande en el maletero inferior del autobús; ocupé un asiento junto a la ventana; y a las 8.30h pusimos rumbo a Qazvin.
El trayecto duró 3 horas y como el día estaba bastante nublado no pude disfrutar mucho del paisaje. Los asientos eran espectaculares, totalmente reclinables. Además al poco de arrancar repartieron unas cajas con diferentes snacks y un zumo. Yo fui escuchando música con mi Ipod y eché un par de cabezadas, recuperando horas de sueño.
Una vez en en la Terminal de Qazvin, empecé a caminar hacia el centro de la ciudad. Pero estaba a casi 2km, así que cuando un taxi paró junto a mí y me ofreció llevarme, acepté sin dudarlo. De esta forma me ahorré ir cargado con mis mochilas. El hombre me dejó en la puerta del hotel por tan solo 7milT.
ALOJAMIENTO: TALEGHANI INN – 100milT/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado con ducha perfecta; limpieza impecable; ubicación céntrica, a escasos minutos a pie de las principales atracciones; tranquilidad total por la noche; calefacción a toda pastilla (en el exterior hacía frío); encargados de la recepción muy amables; precio.
*Puntos en contra: camas individuales (aunque muy cómodas); mobiliario destartalado; sin wifi; lavabo sin toalla ni papel higiénico (insistiendo pude conseguir la toalla, y en cuanto al papel… acabé comprándome un par de rollos en una tienda por 7milT).
Este hotel estaba recomendado en mi guía de viajes y de nuevo fue un acierto. Incluso pude negociar con la señora que me recibió y bajé el precio 20milT por noche. Es verdad que a la habitación le faltaban detalles, pero la relación calidad-precio era imbatible. Una vez instalado salí a la calle con ganas de explorar la ciudad.
DESCUBRIENDO QAZVIN
Antes de ponerme en marcha entré en un local de fast food y me comí una pizza con una Fanta. Me hubiera gustado algo más elaborado, pero era viernes y casi todos los sitios estaban cerrados. Precio: 12milT. A continuación empecé a visitar lugares de interés. Esto fue lo más destacado:
1. Chehel Sotun: es la única construcción que ha sobrevivido del complejo de palacios donde residía el Shah Tahmasp I, aunque con importantes modificaciones durante la época Qajar. Se trata de un pabellón cuadrado de dos pisos con una terraza cubierta, decorado con azulejos de colores que representan leones y escenas de la época.
Está en el parque central de Qazvin, junto a la Plaza Azadi, y para acceder hay que pagar entrada (8milT). Tras contemplar Chehel Sotun desde fuera visité el interior, que alberga el Museo de la Caligrafía, una serie de expositores con ejemplos de escritura persa que ignoré por completo. Me gustó mucho la planta baja, con restos de pinturas murales y un techo cubierto de estalactitas de yeso. Y el piso superior, con vidrieras de vivos colores que crean bonitos reflejos en el suelo.
2. Sa’d-al Saltaneh Caravanserai: un enorme edificio que data de la época Qajar, donde se alojaban los comerciantes que paraban en la ciudad. Ahora se ha restaurado y cuenta con numerosas tiendas de artesanía, cafeterías y galerías de pintura. La atmósfera es genial, con escaparates llenos de artesanía (telas, joyas, cojines bordados, cajitas de madera lacada…), música clásica, pasadizos con luz tenue, techos abovedados, y mujeres en chador paseando. Me encantó, y estuve un buen rato recorriendo el edificio.
3. Mezquita Nabi: situada junto al Caravanserai. Tiene un patio interior de grandes dimensiones, dos portales gigantescos (llamados Iwanes) y una cúpula cubierta de ladrillos de colores. Durante mi visita la mezquita estaba cerrada, así que no pude ver el interior.
4. Peyghambariyeh (o Mausoleo de los Cuatro Profetas): esta visita no estaba prevista, pero su cúpula azul me llamó la atención (se ve desde Chehel Sotun). Destaca su imponente fachada y la sala interior, cubierta de brillantes espejos.
Al salir del Mausoleo ya comenzaba a oscurecer, así que decidí regresar al hotel. Me encontraba bastante cansado, tanto que me estiré en la cama a leer y me quedé dormido una hora. Aunque no podía acabar la jornada sin al menos una comida decente.
CENA: NEMOONEH RESTAURANT
Un restaurante recomendado por mi guía de viajes, ubicado a unas calles de mi alojamiento. El local no es muy acogedor, con un comedor enorme, largas filas de mesas y demasiada luz. Me sentía en un hospital o un área de servicio. Por suerte la comida compensó la falta de ambiente. Yo decidí probar la especialidad de Qazvin: Qimeh Nasar. Se trata de trozos de cordero en salsa con arroz, granadas y trozos de pistacho. Un plato abundante y delicioso. Para acompañar pedí una sopa y una bebida sin alcohol que no me gustó nada. Precio: 48milT.
MAS LUGARES DE INTERES
Al día siguiente me desperté tras más de 8 horas durmiendo casi del tirón. Se estaba genial en la cama, con la calefacción a tope, y me hubiera quedado más tiempo. Pero todavía tenía mucho que ver en Qazvin y me obligué a levantarme. A continuación desayuné galletas y un zumo de piña; me vestí; y salí a la calle. Estos fueron los lugares que visité:
5. Aminiha Hosseiniyeh: una casa de la época Qajar que pertenecía a un rico mercader. Desde fuera no parece gran cosa, pero tiene salas espectaculares, con techos lujosamente decorados, puertas con vidrieras de colores, y elaboradas alfombras. Muy recomendable. Precio: 10milT.
6. Masjed Jameh: la mezquita más grande de Qazvin. Su estructura es similar a la Mezquita Nabi, con un patio interior, enormes portales, y una colorida cúpula. Pero además tiene dos altísimos minaretes. Para ver mejor la cúpula rodeé la mezquita y entré en un recinto que ofrecía una buena panorámica. Al rato apareció un vigilante de seguridad que me dijo que no podía estar allí y me marché. De camino un abuelete me dio un puñado de pasas y me invitó a su casa a comer, pero no lo vi muy claro y rechacé la oferta.
7. Imamzadeh Hossein: el Mausoleo de Hossein, hijo del Iman Reza, fue construido durante el reinado del Shah Tahmasp I y es un monumento impresionante. La puerta de acceso al patio está coronada por 6 minaretes; el Mausoleo tiene una bonita cúpula; y sus dos entradas (para hombres y mujeres, como es habitual) son un festival de azulejos, espejos, y columnas.
8. Cisternas antiguas: en Qazvin hay varias, utilizadas para almacenar agua. Yo vi una llamada Kuchak, rodeada de un muro lleno de basura, con 4 pequeñas torres de ventilación (no me impresionó nada); y la Bozorg, con una cúpula de adobe gigantesca que me gustó mucho más.
9. Puertas: en el pasado la ciudad de Qazvin estaba rodeada por una imponente muralla, pero ahora solo se conserva alguna de las puertas de acceso, de estilo Qajar. Yo vi la Tehran Gate, cerca de la Terminal de Autobús, decorada con minaretes y azulejos, y me encantó.
En general Qazvin me pareció una ciudad ideal para pasear, con un animado Bazar y amplias avenidas llenas de comercios. Algunos tienen jaulas de pájaros cantores junto a la entrada, para crear un ambiente más agradable (una práctica que por supuesto me parece fatal). Me crucé con muchas mujeres que vestían chador negro combinado con pañuelos de flores. De vez en cuando veía pasar volando grupos de palomas. Y en varias ocasiones se me acercaron lugareños a preguntar direcciones, confundiéndome con un Iraní (bueno, excepto uno que tenía ganas de charlar con un turista y se hizo el despistado).
Tras varias horas caminando sin parar y un desayuno muy ligero, decidí comer en condiciones y evitar los locales de fast food.
COMIDA: YAS RESTAURANT
Otro restaurante recomendado, situado a escasos metros de mi hotel, que me gustó más que el Nemooneh: las mesas son más pequeñas; los camareros muy simpáticos; y la comida igual de rica. Para empezar pedí una ensalada y Zeitun Parvardeh (olivas con pasta de nueces); de segundo repetí Qimeh Nasar (aunque en el menú aparecía como Cheymeh Nesar); y para beber una Fanta de limón. Todo riquísimo. Precio: 54milT (menos de 6€).
De esta forma me despedí de las comodidades de Qazvin y me preparé para unas jornadas de aventura recorriendo el Valle de Alamut.
CONCLUSIÓN
Qazvin fue una de las grandes sorpresas de mi recorrido por el norte de Irán. Mi plan era partir cuanto antes hacia el Valle de Alamut y al final pasé dos días geniales descubriendo esta ciudad monumental llena de edificios históricos. Si a esto le añadimos un hotel con una relación calidad-precio excelente, y buenos restaurantes para probar la deliciosa gastronomía local (no te pierdas el Qimeh Nasar), el resultado es un lugar totalmente recomendable.
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