Explorando en 4×4 el Cerrado brasileño, con curiosas criaturas y enormes termiteros que se iluminan por la noche
El Parque Nacional das Emas fue inaugurado en el año 1985 y ocupa una extensión de 1.320km2 en la parte central de Brasil, entre los estados de Goiás y Mato Grosso do Sul. El paisaje está compuesto por extensas sabanas tropicales conocidas como Cerrado, donde es posible ver la fauna típica de este ecosistema: ciervos, lobos, guacamayos, pecarís, armadillos y ñandús (o Emas en portugués, el animal que da nombre al Parque). Los principales puntos de acceso son las poblaciones de Mineiros y Chapadao do Céu.
La mejor época para visitar el Parque das Emas es durante la temporada seca, entre los meses de mayo y octubre, aunque las precipitaciones pueden hacer acto de presencia en cualquier momento. Yo recorrí el parque en octubre y la lluvia fue una amenaza constante, aunque al final cayó lo justo para poder disfrutar del fenómeno de la Bioluminiscencia, en el que cientos de termiteros aparecen iluminados, creando una atmósfera única.
VIAJE: GOIANIA – MINEIROS
Tras devolver mi coche de alquiler en la agencia de la compañía Budget de Goiania, la chica encargada llamó a un taxi para que me llevara a la Terminal de Autobuses. Tardó media hora en aparecer, aunque al menos me cobró un precio razonable (20R). La Rodoviaria de Goiania está inmersa en un gigantesco centro comercial con todo tipo de tiendas y locales de restauración. Yo ya había comprado mi billete de autobús antes de abandonar Brasilia, así que solo tuve que encontrar el andén correcto y me senté a esperar en una sala anexa.
A las 15h apareció el autobús de la compañía Expresso Sao Luiz con destino Mineiros, una ciudad ubicada 425km al oeste de Goiania. Precio: 97R. Como es habitual en Brasil, dejé mi mochila grande en el maletero del vehículo; enseñé mi pasaporte al conductor; y ocupé mi asiento, realmente cómodo. Eso sí, el aire acondicionado estaba a una temperatura polar, y a pesar de ponerme la chaqueta viajé congelado. La verdad es que al principio las pérdidas de tiempo fueron constantes y avanzamos muy lentos. Pero como no hubo parada larga para cenar llegamos a Mineiros puntuales.
El trayecto duró 7,5 horas, atravesando campos de cultivo y praderas con ganado pastando. Hacia las 18h el cielo se empezó a cubrir de nubes negras, y los rayos y truenos eran constantes, aunque cayó muy poca lluvia. Me impresionó la ciudad de Río Verde, el núcleo agrícola y ganadero del Estado de Goiás, con edificios futuristas luciendo enormes pantallas publicitarias; centros comerciales; y una rotonda presidida por una estatua de Cristo Redentor, parecida a la de Río de Janeiro. En Jataí paramos unos minutos y aproveché para comprar en un área de servicio un Salgado de jamón york y queso y una botella de agua (6R), porque me moría de hambre.
Ya en la Rodoviaria de Mineiros me dirigí al único taxi que había disponible y me llevó al lugar que había elegido para pasar la noche. No utilizó taxímetro y me cobró 20R, pero no tenía elección.
ALOJAMIENTO: ROTA HOTEL – 110R/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado con ducha perfecta; limpieza extrema; mobiliario moderno; tranquilidad total por la noche; aire acondicionado; wifi impecable; abundante desayuno incluido.
*Puntos en contra: camas individuales.
Como sabía que iba a llegar tarde a Mineiros, reservé una noche en este hotel a través de Booking. Una vez instalado en mi habitación me dediqué a atar cabos de cara al día siguiente y me estiré en la cama a dormir. Estaba agotado y por delante tenía jornadas muy intensas…
PREPARANDO LA EXCURSION
Mi plan de cara a los próximos días era explorar el Parque Nacional das Emas. Para ello es obligatorio ir acompañado de un guía oficial, con dos opciones:
*Elegir entre las diferentes actividades que organiza el Parque, y contratarlas con antelación a través de las Oficinas de Información Turística de Mineiros, Chapadao do Céu o Costa Rica. Hay safaris en un vehículo descubierto con capacidad para 20 personas (precio en función del grupo); rutas en mountain bike (20R/hora); y descensos por el río Formoso, en barca hinchable (2 horas, 70R) o boia cross (flotadores individuales) (45 minutos, 40R).
En mi caso esta opción tenía varias pegas: no quería perder un día realizando gestiones previas; no contaba con transporte propio para llegar a la entrada del Parque; y no me hacía gracia acabar realizando la visita con un grupo demasiado grande, que a lo mejor tenía intereses muy distintos a los míos.
*Contratar un guía privado: esta opción es cara, pero resolvía todas las pegas de la anterior. El guía se encarga de las gestiones; aporta un vehículo para llegar al Parque y moverse por él; y la visita se adaptaría por completo a mis objetivos. Así que fue la que elegí.
A continuación tenía que encontrar al guía, y no fue nada fácil. Antes de aterrizar en Brasil dediqué muchísimas horas a investigar por Internet, pero el Parque Nacional das Emas en un lugar realmente remoto y poco visitado, y la infraestructura turística es mínima. Así que no hay agencias de viajes con páginas web, ni abundancia de reseñas de otros viajeros. Solo encontré un listado con el nombre y correo electrónico de todos los guías oficiales de Mineiros, pero no era cuestión de ponerme en manos de un desconocido. Hasta que rastreando en Tripadvisor vi una opinión favorable de un guía del listado (Nélio Carrijo) que me llevó hasta su página de Facebook. Lo que vi me inspiró confianza y le envié un email. Pero para mi sorpresa me contestó que en las fechas que le había dicho estaba ocupado con un grupo de turistas. ¡Vaya casualidad!
Por suerte Nélio me recomendó otro guía del listado, Nébias Silva, con el que junto a más gente había creado la agencia turística Trilhas do Cerrado. Y Nébias sí que estaba disponible. El hombre contestó mis correos con agilidad, resolvió todas mis dudas y acabé contratando sus servicios.
Yo realicé una visita al Parque de 3 días junto a mi amigo Jose y nos costó 855R por persona (unos 245€), desglosados de la siguiente forma:
–Entrada al Parque: 15R x 3 = 45R (hay que comprarlas con antelación).
–Guía: 90R x 3 = 270R
–Vehículo 4×4: 540R (con combustible, asumiendo una distancia total recorrida de 600km, incluido el transporte entre Mineiros y la puerta de acceso al Parque).
Como ya he comentado, una opción cara, teniendo en cuenta que el alojamiento y las comidas corrían de mi cuenta. En principio debía pagar a Nébias el 100% del importe en el momento de la reserva mediante transferencia bancaria. Pero el proceso era muy complicado y quedamos en que le pagaría al final de la visita (una gran muestra de confianza por su parte).
RUMBO A CHAPADAO DO CEU
Al día siguiente mi alarma me despertó nada menos que a las 5.30h, y en unos minutos ya estaba preparado con mis mochilas en la recepción del hotel. La suerte fue que este alojamiento (a diferencia de muchos otros en Brasil) ofrecía el desayuno a partir de las 6h, y el buffet libre ya estaba casi a punto. Así que me pude sentar a disfrutar del delicioso menú. Comí pan con jamón york y queso; una macedonia de sandía y melón; un par de bollos de chocolate; tres zumos de naranja (estaba riquísimo); y un café con leche. Inmejorable.
El exterior del hotel estaba lleno de insectos que revoloteaban atraídos por la luz. Y la anécdota se produjo cuando me estaba sirviendo el café y una polilla se me posó en la mano de la taza. El acto reflejo me hizo moverla bruscamente y acabé manchando todo de café (el suelo, el mostrador, el resto de tazas…). La cara de la camarera encargada del buffet era un poema… Y yo sin poder parar de reír ante la situación…
Después de desayunar apareció Nébias, con el que había quedado la noche anterior vía Whatsapp. Tras una breve presentación subimos al 4×4 y nos dirigimos hacia Chapadao do Céu, una minúscula población situada 115km al sur de Mineiros. De camino atravesamos extensas plantaciones de soja y caña de azúcar. Unos cultivos que han convertido a Goiás en uno de los estados más ricos de Brasil, a costa de la desaparición de sus sabanas tropicales conocidas como Cerrado. Todos los esfuerzos de la comunidad internacional están focalizados en la protección de la Amazonia, pero lo que está ocurriendo en el centro del país con el Cerrado es un auténtico crimen ecológico y nadie hace nada al respecto.
Yo viajé en el asiento del copiloto y fui charlando con Nébias. El hombre me cayó muy bien: sonriente y bromista, aficionado a la fotografía (llevaba encima dos cámaras réflex), y con ganas de aprender español (sobre todo nombres de animales). Cuando examiné el mapa de la zona pensé que entraríamos al Parque Nacional por el Portao do Jacuba (situado al norte) y lo cruzaríamos rumbo a mi alojamiento. Pero Nébias prefirió avanzar por la carretera principal y acceder por el Portao de Bandeira (en el sur, cerca de Chapadao do Céu). Allí mostró la documentación (entradas del Parque, permisos…) y comenzamos la visita.
PRIMER DÍA EXPLORANDO EL PARQUE DAS EMAS
Para empezar estuvimos 4,5 horas recorriendo el Parque, avanzando por pistas de tierra rodeados de un paisaje espectacular, con arbustos de formas únicas; flores exóticas; y un terreno de color rojizo que contrastaba con el verde intenso de la vegetación. El ecosistema del Cerrado en todo su esplendor. Una pena que el día había amanecido muy nublado, y la falta de luz dificultaba bastante la fotografía.
En cuanto a fauna, vimos bastantes Veados Campeiros (venado de las Pampas). Los primeros jóvenes y huidizos, aunque más tarde encontramos algún ejemplar adulto (con cuernos), y a uno de ellos me pude acercar caminando hasta una distancia aceptable para obtener buenas fotos. También descubrimos una pareja de preciosos Araras Canindé (guacamayo azul y amarillo) en el tronco hueco de una palmera, donde tenían su nido. Algunas Corujas Buraqueiras (una especie de lechuza) posadas sobre las ramas de los arbustos o en el suelo (a una le faltaba un ojo). Y un Papagaio (loro) de verde plumaje.
Nébias nos llevó a dos lugares donde pudimos bajar del vehículo y estirar las piernas. El primero un mirador con una panorámica genial del Parque. Y el segundo un sendero que acabó junto a la orilla del río Vermelho, donde había un árbol lleno de ruidosos Curicacas (ibis) que no paraban de gritar. Eso sí, como por lo visto la zona está llena de serpientes, Nébias nos hacía ponernos unas espinilleras rígidas para evitar posibles mordeduras.
Tras el paseo por el río abandonamos el Parque y seguimos la carretera que lo bordea por el sur hasta llegar al lugar donde había decidido pasar las próximas dos noches. Mientras el cielo se oscureció y comenzaron a caer gotas de lluvia, con el sonido de algún trueno en la distancia.
ALOJAMIENTO: POUSADA DO GLORIA – 390R/Noche (para 2 personas)
*Puntos a favor: bungalow espacioso; baño privado con ducha perfecta; limpieza extrema; ubicación espectacular, rodeado de naturaleza y pegado al Parque Nacional das Emas; tranquilidad total por la noche; wifi correcto; ventilador; piscina; propietaria realmente amable.
*Puntos en contra: precio (aunque incluye 3 abundantes comidas al día); cortes de luz durante mi visita (a causa de la lluvia).
Reservé este alojamiento contactando directamente con su propietaria, Ana Luzia, vía correo electrónico. En principio tenía que pagar el 50% del importe en el momento de la reserva mediante transferencia bancaria. Pero cuando lo intenté hacer desde España la operación fue rechazada un par de veces y acabé pagando en efectivo una vez en la pousada.
Ana Luzia me pareció una mujer encantadora, apasionada de la naturaleza y la fotografía de fauna, y casada con el director del Parque Nacional. A las primeras de cambio me regaló un Cd con un interesante documental sobre el Parque rodado por unos australianos. También ofrece servicios de guía (180R al día) y estuve barajando esta opción. Pero Ana Luzia no tiene 4×4 propio, y me hubiera tocado viajar en transporte público o taxi hasta Chapadao de Céu, y alquilar uno allí. Demasiado lío…
Una vez instalados en el bungalow volví al comedor, donde ya estaba listo un buffet libre con diferentes productos. Yo me serví un par de platos generosos con ensalada de tomate, zanahoria y lechuga; arroz; frijoles; muslos de pollo; estofado de carne con patatas… Todo delicioso. Bueno, menos la bebida, que era zumo de Cajú (una fruta típica de Brasil que no me hace mucha gracia).
Después de comer me estiré en la cama y me quedé dormido un rato, ayudado por el madrugón de la mañana y el sonido de la lluvia, que caía con fuerza en el exterior, poniendo en peligro el resto de la jornada.
TARDE EN EL PARQUE
A las 15h me reuní con Nébias en el comedor y subí al 4×4 con ganas de nuevas aventuras en el Parque das Emas. Por suerte había dejado de llover, aunque el cielo seguía nublado.
La segunda parte del día estuvo muy entretenida y los avistamientos de fauna fueron constantes. Antes de cruzar el Portao de Bandeira vimos un enorme grupo de Queixadas (pecarí, una especie de jabalí de pelaje oscuro) corriendo a toda velocidad frente al 4×4. Estos grupos pueden alcanzar hasta los 300 ejemplares, y a veces su comportamiento es muy agresivo (en las selvas de Perú tuve un encuentro más que desagradable). También descubrimos Cachorros do Mato (una especie de lobo): primero uno que corría con una pata herida; y más tarde dos crías que jugaban entre la maleza. Un imponente Cervo do Pantanal (ciervo) que desapareció al momento y no pude fotografiar. Y diferentes aves rapaces, entre ellas un par de Caracaras (con su característico pico naranja); un Águila (empapado por la lluvia); y un Urubu (buitre negro).
En un punto bajamos del 4×4 y caminamos hasta la Lagoa da Capivara, una laguna creada por el río Formoso donde a veces es posible ver Capibaras o Sucuris (anacondas). El lugar es muy bonito, con las aguas del río rodeadas de vegetación exuberante, aunque no había ni rastro de fauna. Al menos sobre una valla cercana encontramos una familia de Pavones Muitú (en inglés bare-faced curassow), un ave preciosa con una elegante cresta de plumas.
LA BIOLUMINISCENCIA
Hacia el atardecer Nébias condujo hasta una llanura impresionante, cubierta de plantas gramíneas que parecían crear olas cuando soplaba el viento. Y con centenares de Cupinzeiros (termiteros) de tierra compactada de color naranja, algunos con alturas superiores a los 2m. Este es el escenario de uno de los fenómenos naturales más asombrosos que se pueden contemplar en el mundo: la Bioluminiscencia.
En la zona habita el Cocuyo, un escarabajo luminiscente que los lugareños llaman Vaga Lumi (luciérnaga), aunque es una especie distinta. Las hembras de Cocuyo depositan sus huevos en la base de los termiteros y cuando eclosionan, las larvas trepan por la pared hasta que encuentran un lugar propicio y excavan un pequeño túnel para esconderse. El timing es perfecto, ya que coincide con la época de reproducción de las termitas (Cupins), que envían a miles de zánganos voladores (conocidos a nivel local como Aleluias) para establecer nuevas colonias. Al caer la noche las larvas de Cocuyo empiezan a brillar, emitiendo una luz de color verde que atrae a los Aleluias. Y cuando están cerca los atrapan con sus enormes mandíbulas y desaparecen en el túnel. La naturaleza en estado puro…
Presenciar la Bioluminiscencia en el Parque das Emas es una lotería. El mejor mes es octubre, entre el final de la época seca y la caída de las primeras lluvias. Eso sí, tiene que coincidir que sea una noche cálida y haya llovido hace poco (de lo contrario no hay Aleluias). La verdad es que hasta el momento no había tenido mucha suerte con la meteorología en Brasil y me mostré bastante cauto. Nébias, Jose y yo esperamos junto al 4×4 mientras se ponía el sol. Y de repente, cuando se hizo de noche, los termiteros comenzaron a iluminarse. Al principio tan solo un par, pero poco a poco acabamos rodeados por docenas de termiteros cubiertos de diminutas luces verdes. Un paisaje extraterrestre que pudimos disfrutar sin otros turistas, bajo un cielo estrellado. Solo por este momento ya mereció la pena la visita al Parque.
De cerca los termiteros son un espectáculo. Las larvas de Cocuyo tienen un aspecto horrible, y al acercarles una brizna de hierba la mordían y tiraban con fuerza. Además, por todas partes había alas de Aleluia (lo único que no se comen las larvas). Y un montón de seres merodeando: arañas, ciempiés, hormigas, grillos… Un ecosistema alucinante.
Allí nos tiramos un buen rato contemplando la escena, hasta que tocó regresar al alojamiento. De camino me quedaba dormido, y es que llevábamos más de 7 horas en el Parque. Ya en la pousada Ana Luzia nos recibió con cara de resignación porque llegamos más tarde de lo previsto. Pero la mujer entendió el motivo y al poco estábamos cenando todos juntos. El menú consistió de nuevo en un buffet libre similar al de la comida; y de postre un Mousse de Maracuyá muy rico. Me dejó como nuevo.
Después de cenar Nébias se fue a las Oficinas del Parque, cerca del Portao de Bandeira, donde pasaría la noche. Y yo no tardé en marcharme a descansar al bungalow.
SEGUNDO DÍA EXPLORANDO EL PARQUE DAS EMAS
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable. Y a las 7h ya estaba en el comedor listo para desayunar, junto a Ana Luzia y su ayudante (una simpática cocinera de padres alemanes). En la mesa había una serie de productos caseros deliciosos. Yo comí un trozo de bizcocho de chocolate; un bollo de pan con mermelada; melón; zumo de mora; y un café con leche. Ana Luzia (igual que Nébias) solo habla portugués, pero me desenvolví con soltura (hablando español despacito, intercalando las palabras en portugués que conocía, e improvisando mucho).
Tras el desayuno aproveché para curiosear por los alrededores de la pousada. Hacía un tiempo genial, con cielo despejado y un sol agradable; y los árboles estaban llenos de pájaros. A las 7.30h apareció Nébias, subimos al 4×4, y nos pusimos en marcha.
Para empezar Nébias nos llevó hasta el inicio de la Trilha do Brigadista, un sendero de 2km que acaba a orillas del río Formoso. Me encantó pasear rodeado de vegetación exótica, y aproveché para hacer bastantes fotos de plantas y flores curiosas. Además había una gran cantidad de aves. Sobre todo Araras Canindé (guacamayo azul y amarillo), descansando en las ramas de los árboles o surcando el cielo. Pero también pude ver un par de Tucanes (demasiado lejos); un Caracara caminando por la pista de tierra; y un Pica Pau do Campo (una especie de pájaro carpintero). La anécdota se produjo cuando al cruzar una pasarela de madera que estaba mojada resbalé y me caí de espaldas. Por suerte no me hice daño y conseguí proteger la cámara de fotos, pero me llevé un buen susto.
A continuación estuvimos mucho tiempo recorriendo una zona del Parque con un paisaje precioso, pero sin fauna a la vista. Lo único destacable fueron unas gigantescas colonias de arañas que tejían sus enormes telas junto a la pista, atrapando todo tipo de insectos.
UN ALTO PARA COMER
Cuando ya eran las 12h fuimos hasta las Oficinas del Parque y nos sentamos a comer en una mesa de picnic. Nébias estuvo hábil y el día anterior pidió a Ana Luzia que nos preparara algo para llevar. Así podíamos pasar todo el día en el interior del Parque sin tener que regresar a la pousada. El menú consistió en una ensalada de lechuga y tomate; estofado de carne con patatas y arroz; crackers con mermelada de mora; frutos secos; y para beber una naranjada que estaba de muerte (Nébias la mantuvo fría gracias a su nevera portátil).
Mientras comíamos Nébias nos explicó la precaria situación del Parque das Emas. Es una isla en medio de un mar de plantaciones de soja y caña de azúcar, lo cual a veces provoca que los productos químicos utilizados contaminen el Parque a través de los ríos y aguas subterráneas. Después están los cazadores furtivos, principalmente inmigrantes sin recursos llegados del norte del país, que han hecho disminuir drásticamente la presencia de algunas especies. Y por si fuera poco la dirección del Parque apenas recibe fondos del gobierno, algo que se nota en el lamentable estado de sus instalaciones (una torre de observación en ruinas, puentes destruidos…). Una lástima…
Una vez con el estómago lleno estuve un rato explorando los alrededores. Había un mapa del Parque; y una serie de estatuas de los animales más espectaculares (y difíciles de ver), como el Lobo Guara (de largas patas y figura estilizada) o el Tamanduá Bandeira (oso hormiguero gigante). También vi un par de Curicacas (ibis) junto a una charca con sus alas desplegadas.
MAS LUGARES DE INTERES
A las 15h regresamos al 4×4 y fuimos hasta el comienzo de una trilha que se adentra en la Mata da Glória, un tramo de selva muy atmosférico. La excursión estuvo genial. De camino vimos árboles gigantescos con sus ramas cubiertas de musgo, ficus estranguladores, un nido de hormigas voladoras enormes en un tronco hueco, todo tipo de setas y hongos…
Aunque el objetivo principal era ver Macacos Prego (monos capuchinos) y no había ni rastro de ellos. Menos mal que Nébias localizó a un grupo en la distancia por el ruido que hacían, nos salimos del sendero atravesando la espesa vegetación, y los encontramos. Fotografiarlos fue complicado, porque los monos se movían por las copas de los árboles, a bastante distancia, envueltos en las sombras; y encima tienen la cara negra (costaba enfocarla bien). Pero bueno, el encuentro estuvo muy bien, con algunos adultos que nos observaban desde las ramas y varias hembras con crías. Eso sí, la selva estaba llena de mosquitos, que en pocos minutos me llenaron los brazos de picaduras; y minúsculas garrapatas que me saltaban al cuerpo.
De vuelta en el 4×4 seguimos recorriendo el Parque das Emas. Vimos una Coruja Buraqueira; un par de Caracaras (uno con los restos de un cadáver en el pico)… Hasta que por fin encontramos Emas (ñandú), el ave que da nombre al Parque Nacional, parecida al avestruz. Las primeras salieron corriendo a toda velocidad, asustadas por el ruido del motor. Así que cuando dimos con un segundo grupo decidí bajar del vehículo y acercarme a ellas poco a poco. De esta forma pude hacer buenas fotos y disfrutar en soledad de fantástico paisaje del Cerrado. Sin duda uno de los grandes momentos del día.
A continuación Nébias nos llevó hasta la llanura de los Cupinzeiros, porque queríamos intentar contemplar de nuevo el fenómeno de la Bioluminiscencia. La verdad es que las condiciones no eran ideales: una parte del cielo estaba cubierta de nubes negras, con rayos y relámpagos; y comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia. Si nos alcanzaba la tormenta sería imposible ver los termiteros iluminados, así que estuvimos a punto de regresar a la pousada. Pero decidimos aguantar allí, charlando y picando un trozo de queso, frutos secos y naranjada. El ambiente era único, con la puesta de sol a un lado y la amenazante tormenta al otro; el sonido de miles de insectos y ranas; y ningún otro turista.
Menos mal que tuvimos paciencia, porque al final no llovió y las condiciones eran inmejorables para la Bioluminiscencia, con montones de Aleluias revoloteando. Así que a eso de las 20h los termiteros comenzaron a emitir luces verdes, y poco a poco se iluminaron por completo. Cuesta encontrar palabras para describir la sensación que viví, rodeado de docenas de termiteros que parecían árboles de Navidad, en medio de la noche. Hasta Nébias estaba impresionado por la intensidad de la luz. Gracias a él pude hacer alguna foto decente, porque tenía un trípode y me dejó una lente adecuada para la fotografía nocturna. Y disfruté de otro momento para el recuerdo.
De vuelta en la pousada ya eran las 22h, pero esta vez habíamos quedado con Ana Luzia en que nos dejara la cena preparada sin necesidad de esperarnos. Nébias se fue a las Oficinas del Parque; y Jose y yo nos quedamos cenando solos. En el buffet había carne en salsa, arroz, frijoles, acelgas y ensalada de tomate y lechuga. Yo me serví un plato generoso, y para acompañar dos vasos de naranjada.
Al llegar al bungalow nos encontramos con la última sorpresa del día: uno de los muros (donde había una bombilla) estaba completamente cubierto de escarabajos voladores. Y muchos se habían colado dentro de la habitación. Tuvimos que bloquear todas las rendijas, sacar a los intrusos. Y aun así de vez en cuando aparecía alguno, rebotando contra las paredes.
TERCER DÍA EXPLORANDO EL PARQUE DAS EMAS
La jornada comenzó de forma idéntica a la anterior: a las 7h nos reunimos en el comedor para desayunar con Ana Luzia y su ayudante; y a las 7.45h Nébias pasó a buscarnos en su 4×4. El día había amanecido despejado, con un sol impecable, y nos dirigimos a la puerta de acceso al Parque.
De entrada Nébias nos llevó hasta una zona donde, según él, había más probabilidades de encontrar Tamanduás Bandeira (oso hormiguero gigante), una criatura que tenía muchísimas ganas de ver. Aunque a pesar de dar un montón de vueltas no hubo suerte. Más tarde Nébias me explicó que hace unos años los avistamientos de Tamanduás eran habituales. Pero en el 2010 el Parque das Emas quedó arrasado por un devastador incendio que lo mantuvo cerrado al público durante casi un año. Y desde entonces es muy complicado ver algunas especies. Ana Luzia me enseñó varias fotos de Tamanduás y Lobos Guará que había tomado durante sus paseos. Pero claro, ella vive junto al Parque y sale cada día a caminar o en bici en busca de fauna (nada que ver con mi estancia de 3 días).
A cambio vimos muchas aves: un Gaviao (gavilán); un Pica Pao (pájaro carpintero); un Urubú (buitre negro); un Ema que iba acompañado por un grupo de varias crías (le seguí unos minutos a pie); un nido de Seriemas con una hembra dentro (un ave zancuda con una especie de cresta de plumas en la base del pico); y un Galito (un pequeño pájaro endémico del Parque, muy buscado por los aficionados a la ornitología). No estuvo mal…
La ruta acabó en las Oficinas del Parque das Emas, donde bajamos del 4×4 para caminar por la orilla del río Formoso. Justo en ese momento llegaba un numeroso grupo de chavales brasileños que iban a realizar boia cross por el río, acompañados de música a todo volumen. Pero mereció la pena porque en un rincón encontramos un Teiú: un lagarto gigantesco de aspecto imponente, con la piel de color blanco y negro. Estaba buscando comida entre las hojas secas, así que no le importó que le hiciera un montón de fotos.
A las 13h regresamos a la pousada para comer. Esto ya no estaba incluido en el precio que acordé con Ana Luzia, pero tan solo nos cobró 25R por persona. A cambio disfruté de un excelente buffet compuesto de Pollo Strogonoff (con una salsa deliciosa), ensalada, arroz, frijoles… Y de postre dos Mousse caseros de fresa y limón que estaban increíbles. Mientras, charlamos animadamente intercambiando anécdotas.
DESPEDIDA DEL PARQUE
Tras la comida estuve haciendo fotos por los alrededores, incluida alguna con Ana Luzia y su ayudante. Y de repente apareció un grupo de Queixadas (pecarí), que acuden a la pousada de forma regular en busca de alimento. Las pude ver muy de cerca, aunque desprendían un olor horrible. También hacían un ruido característico con sus colmillos (como un chasquido), que me transportó de nuevo a ese peligroso encuentro con estos jabalíes en las selvas de Perú.
Cuando las Queixadas se marcharon tocó desalojar el bungalow y decir adiós a Ana Luzia y su ayudante. Y subimos al 4×4 con Nébias. El hombre no se dio por vencido e hizo un último intento para ver Tamanduás Bandeira, pero con idénticos resultados. Durante la búsqueda vimos una pareja de Guacamayos nada tímidos; un Caracara; y cuando ya estábamos a punto de salir del Parque das Emas, un Tatú (armadillo) cruzando la pista a toda velocidad. Nébias me contó que cada vez hay menos, porque es un animal muy fácil de cazar y los lugareños se los comen.
Poco después comenzó a llover, y ya no paró hasta que llegamos al centro de Mineiros. Allí pagamos a Nébias el precio acordado, más 50R de propina; y nos despedimos. En general acabé muy contento con sus servicios, y me enseñó un montón de expresiones populares en Brasil, como “Beleza” (genial o todo bien), “Otimo” (perfecto) o “Legal” (genial). Es verdad que en algunos tramos de los safaris tendía a conducir demasiado rápido, por sus ganas de cubrir grandes distancias (una estrategia que Ana Luzia criticó, y que dificultaba algo la observación de fauna). Pero aparte de este detalle se portó genial, y no le importó explorra el Parque durante jornadas maratonianas (la segunda de 7h a 22h).
CONCLUSION
El Parque Nacional das Emas es uno de los más desconocidos de Brasil. Y eso que se trata de un muy buen lugar para observar la fauna típica del Cerrado; y, en la época del año correcta, disfrutar de un fenómeno único en el mundo: la Bioluminiscencia. Para contar con margen de maniobra te aconsejo dedicarle un mínimo de 3 días, por si llueve o los animales se muestran esquivos. Mi experiencia alojado en la Pousada do Gloria y recorriendo el Parque con Nébias fue muy buena, así que recomiendo esta opción.
Si el tiempo no es un problema, en los alrededores del Parque das Emas hay muchos otros rincones de interés natural, como el Salto do Sucuriú (una cascada espectacular), el Templo dos Pilares (con formaciones de roca, grabados y petroglifos), la Serra do Bom Jardim, o los Nascentes del Río Taquari. Me hubiera encantado visitarlos todos, pero tuve que continuar mi ruta rumbo hacia el oeste del país.
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