Recorriendo un parque con montañas de formas surrealistas y fotogénicas cascadas en compañía de un guía local pasado de copas
El Parque Nacional da Chapada dos Guimaraes fue creado en el año 1989 y ocupa una extensión de 325km2 en el estado de Mato Grosso. El paisaje está dominado por las Chapadas: montañas de cimas planas con forma de mesa, cubiertas de una vegetación exuberante, y rodeadas de cascadas, cuevas y piscinas naturales. Todo un paraíso para los amantes de la naturaleza. La mejor época para visitar la Chapada dos Guimaraes es durante la temporada seca, entre los meses de abril y octubre.
Este Parque se suele visitar desde Cuiabá, la capital de Mato Grosso. Aunque también es posible utilizar como base la pequeña población de Chapada dos Guimaraes, a escasos kilómetros de las principales atracciones, como la Cachoeira Véu de Noiva, la Cidade da Pedra o el Mirante de Geodésia.
VIAJE: MINEIROS – CUIABA
Este desplazamiento comenzó en el centro de Mineiros, tras mi visita al Parque Nacional das Emas, y constó de las siguientes etapas:
1. Taxi a la Rodoviaria de Mineiros: paré el primero que vi y me llevó por 10R.
2. Autobús hasta Cuiabá: ya había comprado el billete con antelación al poco de llegar a Mineiros, antes de la visita al Parque (110R). Así que solo tuve que localizar el andén correcto y me senté a esperar, rodeado de un ambiente bastante sórdido, con mendigos pidiendo limosna y perros callejeros. El autobús apareció a las 22.30h, con media hora de retraso (compañía Expresso Sao Luiz); y ocupé mi asiento.
La verdad es que no viajé muy cómodo, porque la abuela que me tocó delante reclinó su asiento al máximo y me dejó poquísimo espacio para las piernas. Pero por suerte estaba agotado y no tardé en quedarme dormido. El trayecto duró 9 horas para recorrer 510km de distancia hacia el noroeste, adentrándome en el estado de Mato Grosso. Y cuando me desperté faltaba poco para llegar a la Rodoviaria de Cuiabá (en esta zona de Brasil es una hora menos, así que tuve que atrasar el reloj). Tras recuperar mi mochila grande me senté en la terraza del bar de la Rodoviaria y me tomé un café con leche (4R) para despejarme.
3. Taxi al centro: aquí no me compliqué la vida y opté por uno oficial. En una taquilla de la Rodoviaria indiqué el lugar donde quería ir; me dieron un ticket con el importe a pagar (18R); y me asignaron un taxista, que me llevó al lugar donde había previsto pasar la noche (aunque al hombre le costó encontrar la calle correcta).
ALOJAMIENTO: CUIABA HOSTEL POUSADA SAFARI – 100R/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; limpieza extrema; ubicación céntrica; tranquilidad total por la noche; aire acondicionado; nevera; wifi rápido; propietaria muy amable; desayuno incluido.
*Puntos en contra: baño compartido.
Cuando llegué a la pousada eran las 8h, pero mi habitación estaba disponible y me pude instalar sin problema. Como me moría de hambre y al día siguiente tenía previsto marcharme temprano, acordé con la propietaria adelantar el desayuno, y bajé a la cocina, donde había un par de chavales brasileños. El menú fue bastante pobre: un bollo de pan con jamón y queso; un trozo de bizcocho casero; y dos tazas de café con leche. Y además me tocó fregar.
ORGANIZANDO LA EXCURSION
Cuiabá fue fundada en el año 1719 por un grupo de Bandeirantes (exploradores y soldados de fortuna amparados por el Imperio de Portugal), que llegó a la zona en busca de oro y esclavos. La ciudad se encuentra junto al río Cuiabá, un nombre indígena que significa “pesca con flecha”, en referencia a la abundancia de peces en sus aguas. El oro se acabó pronto, y durante muchos años Cuiabá permaneció en el olvido, hasta que la creación de Brasilia y el boom de las plantaciones de soja reactivaron la economía de la región.
En la actualidad Cuiabá es una moderna ciudad de 600mil habitantes con muy pocos lugares de interés turístico. Tan solo merecen la pena el Museu Histórico de Mato Grosso y el Museu Rondon (dedicado a la cultura indígena), aunque yo no los visité por falta de tiempo. Mi idea era dedicar la jornada a explorar el Parque Nacional da Chapada dos Guimaraes. Y tenía 3 opciones:
*Realizar la excursión por mi cuenta: una alternativa complicada, ya que el transporte público escasea. Tenía que viajar hasta la zona en el autobús que conecta Cuiabá y la población de Chapada dos Guimaraes (compañía Expresso Rubi, alrededor de 1h de trayecto). Y una vez allí desplazarme entre los diferentes lugares de interés haciendo autoestop o utilizando taxis locales. Si hubiera contado con un par de días disponibles me habría lanzado, pasando la noche en algún alojamiento de la zona. Pero no era el caso…
*Apuntarme a una visita organizada por alguna agencia local: una opción cómoda y relativamente económica, siempre y cuando haya una salida prevista con más gente. Aunque era demasiado tarde (casi las 9h) y tendría que haber reservado la excursión con la agencia el día anterior.
*Utilizar los servicios de un guía privado: fue la alternativa que elegí debido a mi falta de tiempo. Esto me permitió visitar las principales atracciones turísticas del Parque y alrededores en un día, pero mi bolsillo lo notó.
Para encontrar un guía de confianza pregunté a la propietaria de la pousada, y esta llamó por teléfono a Joel Souza, dueño de Ecoverde Tours, una de las primeras agencias de viaje de la zona, con más de 25 años de experiencia y recomendada por Lonely Planet. Joao llegó al cabo de unos minutos y me pareció un tipo muy simpático, que chapurreaba palabras en castellano y catalán. Yo realicé la excursión con mi amigo Jose y nos pidió 350R a cada uno (unos 100€). Un precio carísimo y sin opción al regateo, pero a esas horas la alternativa era quedarnos en Cuiabá y no me apetecía nada, así que aceptamos a regañadientes.
LA CHAPADA DOS GUIMARAES
A las 9.30h apareció Joel en su coche, con una sorpresa: venía acompañado de su mujer, que además era quien conducía. Pero bueno, Jose y yo nos ubicamos en los asientos traseros y nos pusimos en marcha. Más tarde comprendí el motivo… El tiempo era perfecto, con un cielo azul completamente despejado y un sol de justicia.
El primer lugar de interés estaba situado a 58km de Cuiabá y tardamos algo más de una hora en llegar. Al poco de abandonar la ciudad atravesamos interminables plantaciones de soja y caña de azúcar. Joel se lamentaba de la situación, porque se había arrasado la flora y fauna autóctona de la zona para el enriquecimiento de unos pocos terratenientes. Más tarde nos acercamos al perímetro del Parque da Chapada dos Guimaraes y pude contemplar sus enormes acantilados de color naranja. De camino Joel no paró de explicar historias y demostró unos increíbles conocimientos de la geografía y cultura de Cataluña. Y me contó que había alojado en su pousada a personajes famosos como Javier Nart (periodista y político). También nos detuvimos en un área de servicio para llenar el depósito y aproveché para comprarme un zumo de naranja que estaba delicioso (4R).
1. Cachoeira Véu de Noiva: es sin duda la atracción más popular del Parque. Se trata de una espectacular cascada de 86m de altura, rodeada de paredes de roca y espesos bosques que se extienden hacia el infinito. Para llegar al mirador hay que recorrer un sencillo sendero de 0,5km, que me permitió ver de cerca todo tipo de plantas y flores exóticas. Joel avanzaba con dificultad, por una ligera cojera y por su enorme barriga. Y su mujer se protegía del sol con un paraguas. Como era domingo nos cruzamos con un montón de gente, que saludaba y comentaba con Joel. En la entrada había carteles que avisaban de la presencia de Marimbondos, una avispa gigante que se alimenta de tarántulas y cuya picadura es muy dolorosa. Aunque por suerte no vi ninguna.
El mirador me encantó y disfruté de una panorámica inmejorable. En el pasado se podía bajar hasta la piscina natural que forma la cascada, pero ahora está prohibido (al igual que la utilización de drones para hacer fotos). De regreso en el coche continuamos hasta el pueblo de Chapada dos Guimaraes y nos sentamos en la terraza de un bar a tomar una cerveza Skol de 0,6l, cortesía de Joel. Sentó genial porque el calor era agobiante. Y seguimos conduciendo hacia el este.
2. Mirante de Geodésia: un mirador situado en el centro geográfico de Sudamérica. Aquí aparcamos el coche y caminamos hasta el borde de un cañón con muy buenas vistas de los alrededores, y apenas un puñado de lugareños. Aunque había una ligera bruma que dificultaba la fotografía.
3. Cidade da Pedra: es una zona ubicada en lo alto de la Chapada, donde hay numerosos pináculos de arenisca de formas surrealistas. Una pena que durante mi visita el lugar llevaba años cerrado al público, y no pude contemplarlo.
COMIDA: FELIPE
Después del Mirante de Geodésia regresamos al pueblo de Chapada dos Guimaraes y Joel nos llevó a este restaurante de la plaza principal. Se trata de un local de “comida a quilo”, donde hay un buffet con diferentes productos y pagas en función del peso del plato. Yo tenía mucha hambre y me serví uno enorme, con lasaña, bacalao, carne de ternera, arroz, feijao tropeiro, ensalada… (36R). Nos sentamos en una mesa de la terraza, y para beber Joel fue pidiendo cervezas para compartir, que corrieron de su cuenta.
Durante la comida estuvimos charlando animadamente, intercambiando anécdotas de viajes. Me gustó mucho el ambiente, rodeados de lugareños. Aunque las cervezas hicieron mella en el bueno de Joel (al final le costaba hablar y se le caía la comida).
LOS ALREDEDORES DE CHAPADA
A continuación subimos al coche y nos dirigimos a la siguiente atracción turística, situada 40km al este del pueblo. Aquí quedó justificada la presencia de la mujer de Joel, que condujo mientras él dormía como un tronco a su lado. Seguro que no es la primera vez que esto ocurre…
4. Cachoeira da Martinha: un tramo del río Casca donde hay 5 saltos de agua con piscinas naturales. Nosotros caminamos por la orilla atravesando una zona boscosa, y parando a hacer fotos. Al ser un domingo caluroso la zona estaba llena de gente, con familias asando carne en parrillas portátiles, chavales cargando neveras con bebidas envueltas en hielo, alguna que otra hamaca con padres echándose una siesta, música… Fue divertido.
Dos de los saltos caían desde bastante altura, y en uno de ellos me quité la ropa y me lancé al agua a nadar. Una gran experiencia, rodeado de naturaleza. Después me senté a secarme, y emprendimos el regreso a Cuiabá.
5. Cachoeira Salgadeira: de camino paramos en otra cascada que caía con una fuerza tremenda, formando una poza de agua. Aquí de nuevo me quité la ropa y me pegué un baño. Aunque el lugar estaba invadido por hordas de chavales que apenas dejaban espacio y no duré mucho. En un par de ocasiones me situé justo bajo el chorro de agua, pero era imposible aguantar más de unos segundos (parecía que me iba a romper el cuello). Tras el baño me sequé y volvimos al coche.
Joel y su mujer nos dejaron en la puerta de la pousada a las 18h. La verdad es que fue una jornada muy completa y acabé satisfecho. Aunque no recomendaría los servicios de Joel, que nos cobró un precio excesivo; acabó borracho a media jornada; y me propuso que cancelara a última hora mi tour por el Pantanal para hacerlo con su agencia (muy poco ético). Más tarde me enteré que hace unos años Joel era toda una institución en Cuiabá. Pero con el tiempo se había dejado llevar (doy fe de ello), y sus mejores guías le abandonaron para montar sus propios negocios. Así que la calidad de las excursiones había caído en picado.
CONCLUSION
Si has llegado a Cuiabá para recorrer el Pantanal, merece la pena pasar un día explorando las atracciones del cercano Parque Nacional da Chapada dos Guimaraes, que cuenta con paisajes de postal y un buen número de fotogénicas cascadas, como la Cachoeira Véu de Noiva. Eso sí, siempre y cuando puedas dedicarle tiempo suficiente al Pantanal (no acortes el tour a este maravilloso ecosistema repleto de fauna por intentar verlo todo).
Al norte del Parque hay dos lugares que me hubiera encantado visitar: las atracciones acuáticas de Nobres, como el Recanto Ecológico Lagoa Azul, donde se puede hacer snorkel en ríos y lagunas llenas de peces tropicales; y el Cristalino Jungle Lodge, una reserva privada junto a la selva amazónica, en la zona de Alta Floresta. Como siempre, en Brasil las posibilidades de disfrutar de la naturaleza son infinitas.
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