Visita a una antigua ciudad colonial con calles adoquinadas, lujosas mansiones, tiendas de cachaça y una lluvia persistente
Paraty es una ciudad colonial ubicada en el extremo occidental de la Costa Verde, entre los ríos Pereque-Açu y Patitiba. Fue fundada por los portugueses en el año 1597, pero no destacó hasta finales del siglo XVII, cuando se descubrieron yacimientos de oro y diamantes en el vecino estado de Minas Gerais. Esto convirtió a Paraty en el puerto de la Estrada Real, la ruta comercial que conectaba las minas de Ouro Preto con el Océano Atlántico. Hasta que en 1730 se construyó una carretera alternativa que iba directa a Río de Janeiro atravesando las montañas, y Paraty perdió toda su importancia.
En la actualidad el centro histórico de Paraty es precioso, con calles adoquinadas, iglesias barrocas y antiguas mansiones en perfecto estado. Además en los alrededores es posible realizar excursiones para visitar playas paradisíacas y zonas cubiertas de selva virgen con cascadas y pozas de agua. Aunque una molesta lluvia me impidió disfrutar de estas atracciones naturales.
VIAJE: ANGRA DOS REIS – PARATY
Nada más bajar del Ferry con el que había llegado desde Ilha Grande, abandoné a toda prisa el puerto de Angra dos Reis, pregunté a un par de lugareños, y caminé hasta una parada de autobús cercana. Allí encontré el vehículo que tenía previsto partir hacia Paraty; hice cola mientras charlaba con un hombre; pagué el billete (12,5R) al ayudante del conductor; y ocupé el último asiento disponible. Mientras, en el exterior, muchos turistas que viajaron conmigo en el Ferry tuvieron que esperar una hora en la parada hasta el siguiente autobús, porque en el mío ya no cabía ni un alfiler. La verdad es que estuve bastante hábil.
El trayecto duró poco más de 2 horas para recorrer los 100km de distancia entre Angra dos Reis y Paraty, siguiendo la costa hacia el oeste. De camino atravesamos algún tramo de Mata Atlántica; y pequeños pueblos con playas de arena dorada. A mi lado viajó un abuelete que olía a orín, y que al quedarse dormido me pinchaba con una radiografía que llevaba en la mano. Pero bueno… En el exterior el cielo se fue cubriendo de nubes grises, y cuando llegué a la Rodoviaria de Paraty llovía con fuerza.
A continuación me dirigí a pie al lugar donde había previsto pasar la noche. Por suerte me pude orientar a la perfección, porque no paraba de llover y mis chanclas resbalaban bastante.
ALOJAMIENTO: HOSTEL CASA DO RIO – 50R/Noche
*Puntos a favor: ubicación genial, junto al río y a 5 minutos a pie del casco histórico; terraza con hamacas y vistas geniales; piscina; buena limpieza; personal muy amable; wifi rápido; toallas; desayuno incluido.
*Puntos en contra: dormitorio de 8 plazas casi lleno; demasiado ruido por la noche.
Este hostel estaba recomendado por mi guía de viajes y antes de llegar realicé una reserva a través de Booking. Una vez instalado en el dormitorio salí a dar un paseo por el centro. Pero seguía lloviendo y en esas condiciones no tenía sentido caminar por Paraty, así que compré en un supermercado dos latas de cerveza Itaipava y dos bolsas de Doritos (12R), y regresé al hostel, donde estuve descansando el resto de la tarde.
CENA: RESTAURANTE NETTO
Más tarde, ya oscureciendo, salí de nuevo con ganas de llenar el estómago. Primero entré en el Restaurante Paraty, donde pedí una Caipirinha. El camarero aseguró que me iba a encantar, pero me dejó indiferente, y encima me costó 17,6R. Como el menú no me convenció, cuando acabé la Caipirinha me fui en busca de otro sitio para cenar.
No pude investigar demasiado, porque llovía con fuerza y me estaba empapando, así que acabé en el Restaurante Netto un poco de rebote. Allí opté por la Moqueca de Peixe, el plato más popular del Estado de Bahía. Está elaborado con tacos de pescado blanco (de carne compacta, como bacalao, merluza, mero…), verduras y leche de coco. Para acompañar, arroz, salsas y una cerveza Skol de 0,6l. La ración era abundante, pero el pescado me pareció un tanto insípido. Esta impresión se acabó de confirmar cuando días más tarde probé otra Moqueca en Salvador, y esa sí estaba deliciosa. Precio: 55R. El camarero era muy amable y en el comedor solo había otra mesa con lugareños. Mientras, de fondo se escuchaba música en directo procedente de un bar cercano.
De vuelta al hostel la lluvia aflojó algo y pude pasear con tranquilidad por las calles del pueblo. Aunque las previsiones del tiempo de cara a los próximos días no eran muy optimistas.
UN PASEO POR PARATY
Al día siguiente me desperté a las 8h tras una noche muy movida. Primero un tío que apareció en el dormitorio a la 1.30h tosiendo y haciendo ruido (le pegué un grito y paró); después me tuve que levantar pasadas las 2h a apagar la TV del comedor, que estaba a todo volumen, sin que al encargado de la recepción le importara lo más mínimo; y por último alguien roncando como un búfalo durante un buen rato. En fin, este es el peligro de los hostels…
Ya en pie me dirigí al comedor para desayunar. El menú fue realmente básico y comí dos bollos de pan con jamón york y queso; un trozo de bizcocho (Bolo) de chocolate; y dos tazas de café con leche. A continuación preparé mi mochila pequeña y salí a conocer Paraty. En el exterior el tiempo era desapacible, con el cielo nublado y una fina lluvia que apenas daba tregua. Pero tampoco me iba a quedar todo el día encerrado en el hostel.
A pesar de las condiciones adversas me encantó pasear por el centro histórico de Paraty. En sus calles adoquinadas está prohibida la circulación de vehículos a motor y pude moverme con total libertad, entre grupos de turistas, vendedores ambulantes de dulces y bebidas, y alguna que otra calesa de caballos. Hay montones de viviendas coloniales, con sus fachadas pintadas de blanco, y puertas y ventanas adornadas con ribetes de vivos colores, donde ahora se ubican restaurantes, pousadas y tiendas de artesanía. Y descubrí infinidad de detalles fotogénicos en cada rincón: farolas antiguas, muros cubiertos de buganvillas, lugareños en bicicleta… Paraty es un sitio ideal para deambular sin rumbo fijo.
En cuanto a lugares de interés concretos, estos fueron los más destacados:
1. Capela de Santa Rita: construida en el año 1722, es la iglesia más antigua de Paraty. Contiene un Museo de Arte Sacro.
2. Igreja N. S. das Dores: es una de las imágenes clásicas de Paraty, situada en la desembocadura del río Pereque-Açu, rodeada de palmeras y con las montañas de fondo.
3. Igreja Matriz N. S. dos Remédios: la iglesia más grande del pueblo, es un edificio imponente que data del año 1873.
4. Igreja N. S. do Rosário: construida por los esclavos de Paraty, tiene un estilo mucho más sencillo que el resto de templos.
Durante mi visita todas las iglesias estaban cerradas y no pude acceder al interior, aunque tampoco me importó mucho.
5. Río Pereque-Açu: entre el Ponte do Pontal y su desembocadura hay montones de coloridas embarcaciones que ofrecen excursiones por los alrededores de Paraty.
6. Cachaçarias: cuando Paraty dejó de formar parte de la Estrada Real su población tuvo que buscar otras fuentes de ingresos. Primero fue el cultivo de café; y después la producción de Cachaça, el licor más conocido de Brasil, imprescindible para la elaboración de la Caipirinha. A finales del siglo XIX Paraty contaba con más de 200 destilerías y, aunque en la actualidad la producción es muy inferior, todavía es posible visitar alguna, o entrar en una Cachaçaria del centro (tienda donde se vende Cachaça) y elegir entre infinidad de variedades.
COMIDA: RESTAURANTE SABOR DA TERRA
Durante el paseo este restaurante me hizo gracia, y a la hora de comer decidí entrar. Se trata de un local de “comida a quilo”, muy habituales en Brasil. El funcionamiento es sencillo: hay un buffet con diferentes productos; te sirves lo que quieres en un plato; te lo pesan en la caja; y pagas. Yo me comí dos platos más que generosos con carne a la plancha, ensalada, espagueti, patatas fritas, calamares y salchicha. Para beber pedí una cerveza Skol. Precio: 30R. Me gustó el ambiente, rodeado de lugareños que devoraban sus platos a toda prisa. Y acabé a reventar.
Tras la comida, me acerqué a visitar la última atracción turística de Paraty.
UN FUERTE MUY ATMOSFÉRICO
7. Forte Defensor Perpétuo: fue construido en el año 1703 para proteger el puerto de Paraty de los ataques piratas que intentaban hacerse con el oro que llegaba por la Estrada Real. Pero cuando la ruta comercial se desvió a Río de Janeiro el fuerte quedó en ruinas, hasta que se decidió reconstruir en 1822, en homenaje a Dom Pedro I, emperador de Brasil. Está situado al norte de la ciudad, sobre el Morro da Vila Velha, y llegué tras un agradable paseo de 20 minutos, siguiendo una pista que atraviesa un tramo de selva.
En el fuerte hay un antiguo polvorín donde ahora se ubica un pequeño museo. La entrada solo cuesta 2R pero no lo visité. En su lugar preferí explorar los alrededores, con restos de antiguos muros, algunos cañones, buenas vistas de la Bahía de Paraty, y graciosas ardillas saltando entre los árboles. Incluso bajé hasta la Praia do Forte. Todo esto completamente solo, rodeado de una atmósfera genial.
Mientras volvía al centro de Paraty comenzó a llover con fuerza así que tuve que regresar al hostel. Allí estuve el resto de la tarde descansando en la terraza. A la hora de cenar me conformé con un Subway cercano, donde compré un bocadillo grande de Pollo Teriyaki y una Fanta (28,5R). El local era realmente sórdido, con una anciana en la caja; un enorme charco de bebida en el suelo del comedor; las papeleras a rebosar de basura… Pero no tardé mucho en comerme el bocadillo, que estaba muy rico (es mi favorito de esta cadena de fast food).
De nuevo en el hostel me preparé para una noche de tranquilidad, ya que en principio solo tenía que compartir el dormitorio con un chaval.
OTRO DIA LLUVIOSO
La jornada comenzó tras una noche de sueño impecable. De hecho, ni siquiera apareció el chaval con el que me tocaba compartir la habitación (a pesar de que tenía todas sus cosas esparcidas en la cama). A eso de las 8h ya estaba en el comedor, donde desayuné un bollo de pan con mermelada, un trozo de bizcocho de crema y dos tazas de café con leche. Y a continuación preparé las mochilas y desalojé el dormitorio.
El plan inicial era dedicar la mañana a visitar los alrededores de Paraty, donde hay rincones naturales muy recomendables. Pero una vez más amaneció un día gris y lluvioso, y no merecía la pena embarcarme en alguna excursión. Así que como no se me ocurría nada más que ver en el pueblo, decidí regresar a Río de Janeiro. Para ello tenía dos opciones:
*Dos autobuses: uno hasta Conceiçao de Jacareí y otro hasta Río.
*Dos furgonetas privadas: gestionadas por la compañía Easy Transfer. Fue la alternativa que elegí, porque me facilitaba mucho las cosas. Contraté el servicio en la recepción de mi hostel; la furgoneta me vino a buscar a la puerta; viajé en un asiento muy cómodo; y el precio (95R) era solo 15R más caro que los dos billetes de autobús.
De esta forma acabó mi visita a Paraty. Con muy mal sabor de boca por no haber podido disfrutar de la zona como se merece.
CONCLUSION
Si has decidido visitar Ilha Grande, te recomiendo acercarte a explorar la ciudad colonial de Paraty, situada a un par de horas en autobús. Un día completo será suficiente para que disfrutes de sus calles y edificios históricos. Aunque dos jornadas más te permitirán descubrir parajes naturales preciosos, situados entre el Parque Nacional da Serra da Bocaina y el Area de Proteçao Ambiental de Cairuçu. Entre ellos destacan la Cachoeira Toboga, tramos de Mata Atlántica prácticamente virgen, o las Praias da Trindade, Sono, Paraty-Mirim, Vermelha, Saco da Velha… La lista es infinita. Una pena que mi estancia en Paraty coincidiera con un temporal de lluvia que a duras penas me dejó conocer el casco antiguo de la ciudad. Otra vez será…
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