Navegando en lancha motora por un entramado de ríos con una de las mayores poblaciones de jaguares salvajes del mundo
Con sus más de 200mil km2 el Pantanal es el humedal más grande del mundo. La mitad está repartido entre los estados brasileños de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul; y el resto entre Bolivia y Paraguay. Muchos turistas viajan al Amazonas en busca de fauna, pero olvidan que el Pantanal es un lugar inmejorable, con una alta probabilidad de contemplar jaguares, tapires, osos hormigueros y todo tipo de aves tropicales. Yo decidí recorrer la Transpantaneira y explorar el Parque Estadual Encontro das Aguas, cerca de Porto Jofre, contratando un tour con una agencia de Cuiabá. Aunque las posibilidades son infinitas.
La época adecuada para visitar el Pantanal es durante la temporada seca, entre los meses de mayo y octubre. El resto del año la zona está inundada y las carreteras se vuelven intransitables. Yo me la jugué demasiado y visité el Pantanal a finales de octubre, cuando las lluvias ya eran una seria amenaza (se trataba del último tour que mi agencia organizaba ese año). Aunque por suerte pude cumplir mi sueño y observar jaguares en libertad.
PREPARANDO LA VISITA
El Pantanal brasileño es una región inmensa, y para empezar tuve que elegir qué zona explorar. Básicamente hay 2 opciones:
*Pantanal Sur, desde la ciudad de Campo Grande: una pista sin asfaltar llamada Estrada Parque atraviesa la región de Nhecolandia durante 117km, entre Buraco das Piranhas y Corumbá. La pista pasa por Passo do Lontra, una localidad a orillas del río Miranda donde hay bastantes alojamientos; continúa en paralelo al río Negro; y en Porto da Manga se cruza en barca el enorme río Paraguay.
La ventaja de esta zona es que la visitan muchos mochileros y es relativamente sencillo unirse a un grupo y realizar un tour económico con alguna de las muchas agencias de viaje que hay en Campo Grande. A cambio las posibilidades de ver Jaguares son muy escasas, y en los tours abundan los paseos a caballo o la pesca de pirañas (me interesaba bien poco). Además entre Corumbá y Buraco das Piranhas hay nada menos que 325km de distancia.
*Pantanal Norte, desde Cuiabá: aquí se recorre la mítica Transpantaneira, una pista sin asfaltar de 145km que une las poblaciones de Poconé y Porto Jofre. De camino hay diferentes alojamientos de reconocido prestigio, como la Pousada Piuval o el Araras Eco Lodge.
La ventaja de esta zona es que Porto Jofre se encuentra a poca distancia del Parque Estadual Encontro das Aguas, unos de los mejores lugares del mundo para la observación de Jaguares en libertad. Además entre Cuiabá y el comienzo de la Transpantaneira tan solo hay 120km. A cambio los precios de los alojamientos y excursiones son mucho más caros; y cuesta encontrar un grupo para repartir los gastos. Como mi gran objetivo era ver Jaguares elegí esta opción.
A continuación me tocó decidir cómo visitar el Norte del Pantanal, y de nuevo tenía 2 alternativas:
*Recorrer por mi cuenta la Transpantaneira en un vehículo de alquiler, alojándome en diferentes fazendas y pousadas durante la ruta. De esta forma es posible ver una mayor variedad de fauna, ya que a lo largo de la pista abundan los Osos Hormigueros, Tapires y Guacamayos. Aunque no tenía mucho tiempo, y la logística era complicada (alquilar el coche, hacer las reservas en los alojamientos…).
*Viajar directamente a Porto Jofre en taxi, alojándome en un único lugar. Así centraría todos mis esfuerzos en la búsqueda de Jaguares; y solo tendría que hacer una gestión con el alojamiento elegido.
Tras darle muchas vueltas, al final fui práctico y elegí la segunda alternativa. Pero esto me llevó a un nuevo dilema… Para explorar los alrededores de Porto Jofre es necesaria una lancha motora (preferiblemente con guía), y había 2 formas de conseguirla:
*Apuntarme a las excursiones organizadas por mi alojamiento. Esta fue mi idea inicial, pero cuando contacté por internet con algunas pousadas y fazendas de Porto Jofre comprobé que los precios eran carísimos.
*Contratar un paquete turístico con una agencia de viajes de Cuiabá. La opción más cómoda, ya que me solucionaba el transporte hasta Porto Jofre; el alojamiento; las comidas; y la lancha motora con guía. Y no me salía mucho más cara que organizar la visita por mi cuenta. Así que me acabé decantando por esta modalidad.
Por último me faltaba encontrar la agencia de viajes. Antes de aterrizar en Brasil dediqué muchísimas horas a investigar por Internet, y al final elegí Wild Pantanal. Es una agencia con muchos años de experiencia (su dueño es un italiano llamado Ric que trabajó para Joel); cuenta con una página web muy completa donde encontré un montón de información; las valoraciones de otros viajeros son excelentes; y me ofrecieron una ruta que se adaptaba a mis necesidades. La única pega: que tardaron bastante en confirmarme la reserva y me empecé a poner algo nervioso, porque se acercaba el día del vuelo.
Yo realicé un Jaguar Tour de 5 días en Porto Jofre junto a mi amigo Jose. Según la tarifa estándar el tour nos salía a 7.100R por persona, con alojamiento en un barco-hotel y guía de habla inglesa (para grupos de 4 eran 6.300R). Pero al final conseguí rebajarlo a 4.600R por persona (1.340€), con alojamiento en una pousada y guía local (a esas alturas el portugués ya no era un problema para mí). Aun así se trataba de una suma realmente elevada. Nunca había pagado tanto dinero por una excursión.
En teoría debía abonar el 100% del importe en el momento de la reserva mediante transferencia bancaria. Pero el proceso era muy complicado y quedamos en que le daría el dinero en efectivo a mi guía al inicio del tour. En principio el pago tenía que ser en reales, pero el día anterior todos los bancos estaban cerrados (era domingo) y no pude cambiar dinero, así que Ric me dejó pagar en euros aplicando un tipo de cambio correcto.
LA TRANSPANTANEIRA
La jornada comenzó a buena hora en el Cuiabá Hostel Pousada Safari, después de una noche en la que cayó una fuerte tormenta, con truenos y mucha agua. Ya en pie me vestí; preparé las mochilas; desalojé la habitación; y poco antes de las 7h apareció Jon, el guía enviado por la agencia Wild Pantanal que me iba a acompañar durante los próximos días. Tras una breve presentación subimos a una furgoneta conducida por él, y nos pusimos en marcha (yo viajé en el asiento del copiloto).
Por fin iba a conocer el Pantanal. Aunque había un problema: el cielo estaba completamente cubierto de nubes grises, y al poco de arrancar empezó a llover. Una vez más el mal tiempo estropeando mis planes en Brasil. En hora y media llegamos a Poconé, un pueblo situado 104km al sur de Cuiabá, y la cosa no mejoraba. Así que Jon entró en un supermercado y compró algo de comida por si el trayecto se alargaba más de la cuenta. Con el dineral que me había costado el tour…
Al cabo de 17km alcanzamos el Portal Transpantaneira, la puerta de acceso al Pantanal. Allí hicimos alguna foto y comenzamos a recorrer la Transpantaneira, una pista sin asfaltar que nos llevó hasta Porto Jofre. La ruta atraviesa una zona de humedales con más de un centenar de puentes de madera. Muchos de ellos se encontraban en un estado lamentable, debido a las inundaciones que se producen durante la época de lluvias; y los tablones crujían bajo el peso de la furgoneta. Durante mi visita el gobierno los había comenzado a sustituir por puentes de cemento. Al poco de cruzar el Portal pude ver los primeros, pero todavía no estaban operativos.
Otro obstáculo eran los barrizales que había formado la tormenta de la noche anterior. Esta era la principal preocupación de Jon, ya que el riesgo de quedar atrapado era muy alto, sin nadie a quien poder pedir ayuda. De hecho estuvo a punto de cancelar la salida, igual que hicieron varios de sus colegas a cargo de grupos de turistas de otras agencias. Por suerte la furgoneta estaba nueva, con un motor potente; y Jon era un guía con mucha experiencia. Gracias a esto pudimos sortear algunos puntos realmente complicados, donde las ruedas patinaban de forma peligrosa.
Al menos dejó de llover, y poco a poco comenzaron a desaparecer las nubes hasta que lució un sol muy agradable. Esto nos permitió realizar varias paradas de camino a Porto Jofre para observar y fotografiar la fauna que encontramos. La verdad es que fue un auténtico festival. Vimos montones de Caimanes (yacarés): flotando en el agua; tomando el sol junto a la orilla; caminando entre los matorrales; y uno emitiendo rugidos que ponían los pelos de punta. También había muchas Capibaras (o carpincho), el roedor más grande del mundo, cuyas hembras llegan a alcanzar los 60kg de peso. No eran nada tímidas y pude hacer fotos bastante cerca. Incluso divisamos en el horizonte un Tapir (anta) cruzando la pista.
En cuanto a aves pude ver diferentes tipos de garza: Blanca, Real, y la rarísima Garza Peinada, con el cuerpo amarillo, pico azul, corona negra y penacho de largas plumas (una criatura preciosa). También un espectacular Jabirú, una enorme cigüeña con la cabeza negra y una mancha roja en el cuello. Una pareja de Halcones observando desde las ramas de un árbol. Otra de Pirinchos (o cuco guira). Varios Martines Pescadores, que utilizaban los puentes como plataforma para lanzarse al agua (uno tenía un pez en el pico y lo golpeaba contra la madera). La lista es infinita: pequeños Cardenales con su cabeza de color rojo intenso; Patos; un par de Chajás (una especie de pavo)…
El lugar donde encontramos más fauna fue una zona llamada Campo do Jofre, con centenares de Caimanes, y grupos de Capibaras tomando el sol junto a ellos sin miedo; y pájaros por todas partes. Jon se detuvo un momento junto a unas casas abandonadas y nos llevó a ver un Búho que ya tenía localizado (aunque envuelto en sombras). Mientras estábamos allí pasó un guía y nos comentó que había visto una Anaconda (sucuri) junto a la pista. Pero a pesar de conducir a toda pastilla, cuando llegamos al punto indicado ya no había ni rastro. Una lástima… De camino también nos cruzamos con unos ganaderos a caballo que conducían un enorme rebaño de vacas.
Entre las diferentes paradas y los barrizales se nos paró la hora de la comida en nuestro alojamiento. Por eso Jon había hecho una compra en el supermercado de Poconé. Yo comí un sándwich de jamón york y queso; dos plátanos; y una botella de agua. Y llegamos al hotel a eso de las 15h.
ALOJAMIENTO: HOTEL PANTANAL NORTE PORTO JOFRE
*Puntos a favor: bungalow muy espacioso; lavabo privado con ducha perfecta; buena limpieza; ubicación genial, a escasos metros del río Cuiabá, rodeado de jardines; tranquilidad total por la noche; aire acondicionado; nevera; encargada muy simpática.
*Puntos en contra: wifi errático.
El tour contratado con Wild Pantanal incluía 4 noches en este alojamiento con pensión completa (desayuno, comida y cena). Al ser un paquete turístico desconozco el precio que pagué, aunque más tarde investigué en internet y un bungalow para un máximo de 4 personas con desayuno incluido salía por 150€ la noche. Una vez instalado en el bungalow me estiré en la cama a descansar y me quedé dormido hasta las 16.30h, rodeado de una atmósfera de paz absoluta.
TARDE DE RELAX
La verdad es que me hubiera gustado que el tour incluyera una excursión en lancha por la tarde (había tiempo de sobras). Pero no estaba prevista en el programa, con lo cual me dediqué a pasear por los alrededores del hotel. Primero me acerqué hasta la orilla del enorme río Cuiabá, rodeado de espesa vegetación. Y después me adentré en el bosque, donde descubrí varios pájaros tropicales (entre ellos un Benteveo con su característico canto chillón); algún Pavón Muitú (en inglés bare-faced curassow), un ave preciosa con una elegante cresta de plumas; y dos grupos de Capibaras (uno con tres crías; y otro con pequeños pájaros amarillos sobre su lomo).
Cuando comenzó a oscurecer se encendió el generador del hotel y decidí regresar a mi bungalow. A las 19.30h fui a cenar al comedor, donde había un grupo de ornitólogos estadounidenses que repasaban los avistamientos del día. El menú consistió en un buffet libre muy rico. Yo estaba hambriento y me serví un buen plato con carne de ternera, pollo, espagueti, arroz, frijoles, farofa y ensalada. Para beber cayeron un par de cervezas Skol (14R, no incluidas en el precio del tour). Y de postre un delicioso flan de coco casero. Acabé a reventar… Jon cenó en nuestra mesa, pero apenas abrió la boca, comió en cuestión de minutos y se marchó.
De vuelta en el bungalow no tardé mucho en prepararme para dormir, porque me esperaban jornadas intensas y tenía que estar descansado.
PRIMER DIA EXPLORANDO EL PANTANAL
Al día siguiente mi alarma sonó a las 5.30h tras una noche de sueño impecable. Me vestí, preparé la mochila pequeña y a las 6h ya estaba en el comedor del hotel listo para desayunar, junto al grupo de ornitólogos. De nuevo había un buffet libre muy completo y comí un sándwich de jamón york y queso, macedonia de fruta (piña y sandía), un trozo de bizcocho, pan con mermelada, y dos tazas de café con leche. Justo lo que necesitaba.
Después caminamos con Jon hasta la orilla del río Cuiabá, donde nos esperaba una lancha a motor con un chaval encargado de conducirla. El vehículo era perfecto para la observación de fauna: sin techo y con asientos giratorios. El chaval manejaba el timón desde la parte trasera y Jon viajaba delante rastreando el paisaje en busca de animales (aunque si era necesario me cedía el sitio). Por suerte hacía un tiempo espectacular, con un cielo azul completamente despejado y sol radiante. Así que las condiciones eran óptimas para la excursión. Y surcamos el río hacia el este, rumbo al Parque Estadual Encontro das Águas. En total estuvimos 5 horas explorando el río Tres Irmaos, una mañana que por sí sola ya justificó el elevado precio pagado por el tour.
Para empezar encontramos una familia de Nutrias Gigantes (lontras). Estaban pescando en una zona tranquila del río y nos detuvimos a observarlas. Son criaturas enormes, cuyos machos alcanzan 1,5m de longitud y 30kg de peso, con unos afiladísimos colmillos. Algunas Nutrias nadaban con un pescado en la boca; y otras flotaban en el agua devorando a toda velocidad peces, a los que aferraban con sus patas delanteras (el sonido se escuchaba perfectamente). Según nos contó Jon, es el único animal del Pantanal capaz de plantar cara al Jaguar con éxito. Fue un gran momento.
A continuación seguimos navegando, y al poco vimos un Jaguar (onça pintada) recorriendo la orilla del río. El felino más grande del continente americano, con unos 100kg de peso. A veces nadaba medio sumergido en el agua y otras caminaba entre la vegetación. Jon nos dijo que era un macho adulto y estaba buscando una presa; y durante un buen rato le seguimos a cierta distancia. Me lo pasé muy bien, haciéndole fotos desde todos los ángulos posibles. Y aguantamos la respiración cuando se acercó a dos Capibaras (lástima que le descubrieran en el último momento y se marcharan emitiendo sonidos de alarma para avisar al resto). Hasta que en un punto del río el animal se alejó de la orilla y desapareció. ¡Qué suerte habíamos tenido! Llevábamos apenas un par de horas en el Pantanal y ya habíamos podido contemplar un Jaguar en todo su esplendor.
Eso sí, al principio disfrutamos del avistamiento en soledad. Pero en Porto Jofre los barqueros están conectados por radio, y se avisan entre ellos cuando encuentran un Jaguar, para que los turistas tengan más probabilidades de verlos. Así que poco a poco fueron apareciendo otras lanchas que deslucieron bastante la atmósfera. Algunas se metían en medio tapándonos las vistas sin ningún tipo de respeto. Y otras se encontraban en un estado lamentable, con ruidosos motores que expulsaban nubes de humo negro. Yo pensaba que el Jaguar se marcharía, pero por lo visto en esta zona están acostumbrados a la presencia humana. En fin, es lo que suele ocurrir en muchos safaris de África, y es un peaje que hay que pagar. Además, poco después este sistema me iba a beneficiar…
Tras el momentazo estuvimos navegando por los alrededores, y mi barquero recibió un aviso: una lancha había encontrado al mismo Jaguar en otro punto del río. El chaval condujo a toda pastilla y llegamos de los primeros. Y allí estaba el animal recorriendo la orilla. Hasta que al cabo de unos minutos presencié una escena que no olvidaré en mi vida. De repente el Jaguar se sumergió por completo en el agua y comenzó a forcejear con algo. Yo no sabía qué estaba ocurriendo y solo veía imágenes fugaces. Pero al final me quedó claro: el Jaguar estaba cazando un Caimán, su principal fuente de alimento junto a las Capibaras.
Además la casualidad quiso que todo sucediera a escasos metros de mi lancha, con buena iluminación; y pude hacer fotos geniales. Entre ellas una en la que el Jaguar emergió mirando hacia mí, con el cuello del Caimán ya muerto entre sus fauces (sin duda la mejor fotografía de fauna que he conseguido en toda mi vida). Su rostro daba miedo, con las orejas hacia atrás y unos ojos diabólicos. Nada que ver con el aspecto de gato bonachón que ofrecía poco antes. El Caimán era muy grande, pero aquel Jaguar era puro músculo, así que lo sacó del agua y lo arrastró hasta el bosque, donde ambos desaparecieron. Yo había venido al Pantanal con el sueño de ver un Jaguar, pero esto había desbordado todas mis expectativas. No me lo podía creer…
Una vez recuperados de la impresión, seguimos explorando el río. Vimos otra familia de Nutrias Gigantes (un par estaban fuera del agua, con sus extraños cuerpos alargados, y nos miraban amenazantes moviendo su cabeza arriba y abajo); un grupo de Monos Aulladores, incluida una hembra de pelaje naranja con una cría a la espalda; y otro de graciosos Monos Capuchinos (macaco prego), saltando entre las ramas de los árboles. Pero ya se hacía tarde y regresamos al hotel llenos de satisfacción tras haber vivido momentos únicos.
REENCUENTRO CON EL JAGUAR
En el comedor me estaba esperando un buffet que supo a gloria. Yo me serví un plato generoso con carne de ternera y cerdo, arroz, frijoles, farofa y ensalada; acompañado de una Coke bien fría (4R). De postre pastel de flan con galletas muy rico. Y para rematar, un café con leche. Tras llenar el estómago me fui al bungalow, donde me estiré en la cama a ver las fotos que había hecho.
A las 14h nos reunimos de nuevo con Jon en la orilla del río, y regresamos en la lancha a la zona que habíamos recorrido por la mañana. En total estuvimos algo más de 4 horas navegando. Al principio el sol era abrasador, y yo iba equipado con gorra, gafas de sol, protección solar y una cantimplora de agua (el día anterior Jon nos dio una garrafa de 20 litros para la estancia en Porto Jofre). Cuando nos movíamos no se notaba, pero a la que se detenía la lancha me asfixiaba.
Además el río estaba lleno de moscas enormes con rayas amarillas y negras que pegaban unos picotazos muy dolorosos. Y no había forma de ahuyentarlas: o las matabas o seguían insistiendo hasta que conseguían su objetivo. En una ocasión chafé a una que estaba llena de sangre. Y hacer fotos era una odisea, porque tenía que estar quieto y las moscas se aprovechaban de la situación. Aunque reconozco que también fue culpa mía por ir en manga corta…
De entrada nos dirigimos al punto donde el Jaguar desapareció con el Caimán, y esperamos un rato totalmente solos. Allí tuvo lugar otro momento para el recuerdo. Mientras charlaba con Jon detecté algo que se movía detrás de él en la orilla opuesta. Y resultó ser el Jaguar, que volvía de beber agua avanzando tranquilamente. ¡Casi no me salían las palabras para decirle lo que estaba viendo! Por desgracia al poco el Jaguar se adentró en la maleza y se tumbó a descansar. Entre la vegetación pudimos ver cómo se lamía y se tumbaba patas arriba, con el estómago lleno. Y a nuestro alrededor no dejaban de aparecer lanchas de turistas. Pero el felino acabó alejándose.
Con tantas emociones fuertes, el resto de la tarde fue muy tranquilo. Vimos un par de Capibaras; una Garza Real sobre una rama; una familia de Nutrias Gigantes nadando; y un último Jaguar que desapareció entre las plantas. Y regresamos al hotel a las 18h pasadas. Allí me quedé unos momentos junto al embarcadero para contemplar la puesta de sol. Me encantó, con el cielo teñido de color naranja. Digno colofón para una jornada memorable en el Pantanal. Aunque las moscas no me dejaban en paz y acabé desesperado, gritando y agitando los brazos.
A continuación me acerqué al comedor del hotel para cenar. Los ornitólogos ya no estaban y en su lugar solo había una pareja. Charlamos unos minutos y resultó que ella era española (de Murcia) y él italiano. Yo me serví un plato con un crepe relleno de carne picada, arroz, frijoles, farofa y ensalada; acompañado de una Coke; con dulce de leche de postre, y un café.
Ya en mi bungalow me conecté un rato a un internet; me duché; y a eso de las 23h ya estaba listo para dormir.
CONCLUSION
El Pantanal es una visita imprescindible en cualquier itinerario por Brasil. Es cierto que la Amazonia constituye una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta y recibe muchos más turistas. Pero sus espesas selvas tropicales complican bastante los avistamientos de animales. Mientras que en la época del año correcta las llanuras del Pantanal se convierten en un auténtico hervidero de fauna exótica bastante fácil de contemplar. Ojalá hubiera tenido más tiempo para recorrer la zona, porque hay montones de lugares interesantes. Como Cáceres, a orillas del río Paraguay; las pousadas de la Transpantaneira (Jon me recomendó la Río Claro), con osos hormigueros y tapires; o los alrededores de Bonito, con ríos cristalinos llenos de peces, cuevas y cascadas.
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