Un viaje imposible para llegar a la capital del País Lobi, atravesando pistas polvorientas en un vehículo que se caía a trozos
Los Lobi son un grupo étnico que se estableció en el suroeste de Burkina Faso a finales del siglo XVIII procedente de Ghana, aunque también habitan zonas del norte de Costa de Marfil. Su nombre significa «hijos del bosque» y, al igual que ocurre con los Gourounsi, el término engloba a varias etnias con ligeras diferencias entre sí. Los Lobi tienen fama de feroces guerreros, una cualidad necesaria para sobrevivir teniendo en cuenta que sufrían constantes ataques de los reinos Gwiriko y Kenedougou en el norte, y de bandas de traficantes de esclavos en el sur. Así que se aplicaron en el uso del arco (su arma favorita) y se convirtieron en auténticos maestros, causando estragos entre sus rivales. Excepto los Gan, la forma de gobierno de los Lobi es totalmente descentralizada.
La capital del País Lobi es Gaoua, una población moderna que ejerce como capital de la región Sud-Oest. Su principal atracción turística es el Musée du Poni, inaugurado en 1990 por Madeleine Père y dedicado a la cultura Lobi.
CAMBIO DE RUTA INESPERADO
Cuando llegué a Burkina Faso había previsto pasar los últimos días del viaje visitando el norte del país. Yo era plenamente consciente del peligro que entrañaba esta decisión y sabía que los gobiernos occidentales desaconsejaban recorrer la zona. Porque son habituales las incursiones de grupos radicales islámicos procedentes de la vecina Mali y en el pasado se habían producido secuestros de turistas.
Aunque por otra parte no quería quedarme sin conocer una de las zonas más exóticas del país, con sus coloridos mercados, grupos étnicos sorprendentes, y paisajes de dunas y palmeras. Así que decidí pedir información sobre la marcha y estudiar hasta dónde podía llegar. De hecho acababa de explorar Sindou, a escasos kilómetros de Mali, y no había tenido ninguna sensación de peligro. Quizás la cosa no era para tanto…
Durante mi estancia en Tiebelé hablé bastante con mi guía, que parecía un chaval muy al corriente de la situación del país. Y me explicó que todavía era seguro visitar la zona más alejada de la frontera, donde había atracciones turísticas como las poblaciones de Bani o Dori. Así que, tras explorar el suroeste de Burkina Faso, compré un billete en la Terminal de la compañía de autobús Rakieta para viajar de Banfora a Ouagadougou. Con la intención de adquirir otro billete hacia Bani una vez en la capital.
Hasta que comenté mis intenciones con mis conocidos de Banfora. El dueño del Hotel Comoé se enfadó bastante y me dijo que me olvidara del norte, tachándome de loco. Y el propietario del maquis de las cervezas heladas no lo vio claro, aconsejándome con cara de preocupación que buscara una alternativa. Según ellos la situación en el norte de Burkina Faso había empeorado bastante durante los últimos días y correría un riesgo innecesario. De todas formas dudé mucho, porque no sabía si aquella gente tenía información actualizada o hablaba de oídas. Pero al final, tras darle muchas vueltas, decidí cambiar de planes y dedicar las siguientes jornadas a explorar el País Lobi, otro rincón remoto de Burkina Faso ubicado en el suroeste. Más tarde concluí que fue una gran decisión.
VIAJE BANFORA – GAOUA
Para llegar hasta la capital del País Lobi tenía dos opciones:
*Utilizar el billete de autobús que había comprado hasta Ouagadougou pero bajándome a medio camino, en Pa; y allí conseguir otro vehículo a Gaoua. Este trayecto de dos etapas sigue una carretera asfaltada cubriendo un total de 390km.
*Perder el billete (no era posible cancelarlo) y coger un Taxi Brousse que cubre del tirón el trayecto hasta Gaoua. La ruta es más directa, pero utiliza una pista de tierra en mal estado durante buena parte de los 197km de recorrido.
Como era de esperar elegí la segunda opción, mucho más aventurera. Eso sí, la noche anterior me acerqué a la Terminal de Banfora para reservar el billete de Taxi Brousse y evitar sorpresas; y lo dejé pagado (5milF). Por la mañana desalojé la habitación de mi alojamiento y caminé hasta el punto donde ya esperaba el vehículo. Me habían dicho que nos pondríamos en marcha a las 7h, pero al final salimos con una hora de retraso. Yo esperé de pie mientras unos operarios cargaban todo tipo de bultos en la parte superior del Taxi Brousse; y aparecían el resto de pasajeros.
Nada más ocupar mi asiento me di cuenta de que aquel trayecto iba a ser duro. En el Taxi Brousse viajábamos unos 25 pasajeros apretujados en filas de 5 personas. Yo iba junto a la ventana, en una posición muy incómoda. Además para arrancar tuvimos que bajar y empujar el vehículo; y fueron necesarios varios intentos (un dato premonitorio).
La atmósfera del Taxi Brousse era deprimente. A mi lado viajaba un abuelete con un abrigo grueso mugriento que desprendía un olor nauseabundo. Y no muy lejos había mujeres con vestidos llenos de agujeros; niños sucios y descalzos; y bebés que se tiraron todo el trayecto llorando (quizás por hambre o enfermedad). Estoy seguro de que la gente me miraba sin entender qué hacía allí con ellos un turista blanco con dinero de sobras para viajar cómodamente a Gaoua. Y probablemente no les faltaba razón. Pero bueno, todavía era temprano y ya estábamos rumbo a Gaoua. Al comprar el billete me dijeron que llegaría a mi destino a las 15h y me pareció exagerado (8 horas para una distancia normalita). No contaba con que aquellas previsiones eran incluso optimistas y al final tardamos 11 horas por diferentes motivos:
*El principal problema era el lamentable estado del Taxi Brousse. Aquel vehículo se encontraba para el desguace. Al poco de partir ya se le había caído el tubo de escape. Más tarde el motor empezó a calentarse y tuvimos que parar a desmontar todo el frontal para intentar reparar la avería. Resultado: perdimos 45 minutos; el parachoques nunca regresó a su posición; y el conductor tuvo que realizar nuevas paradas de forma regular para levantar el capó y revisar la temperatura. Por si fuera poco en varias ocasiones el motor se caló y de nuevo nos tocó bajar a empujar el Taxi Brousse para arrancar; las puertas no cerraban bien; las marchas no entraban… Todo un despropósito.
*Había tramos de pista llenos de baches y socavones que obligaban al Taxi Brousse a circular despacio. Con otro Taxi Brousse en mejor estado no hubiera habido problema, pero en esa carcasa… Otra consecuencia de la pista eran las nubes de polvo que levantaban los vehículos al pasar. Se colaba por todas partes y yo acabé cubierto, con la cara y el pelo naranja. Incluso había lugareños que viajaban con mascarilla (mucho antes de que estallara la crisis del coronavirus).
*Tampoco ayudaron los continuos controles policiales. Durante el primer tramo del viaje hubo tres casi seguidos, y en todos tuvimos que salir del vehículo y enseñar a los agentes el carnet de identidad. Además siempre encontraban alguna irregularidad que alargaba los trámites, a veces por culpa de los pasajeros (uno viajaba con un carnet de Costa de Marfil); y otras inventadas por los policías en busca de un dinero extra.
Con este panorama avanzamos lentamente cruzando un paisaje boscoso salpicado de sencillas aldeas. Desde mi ventana contemplé viviendas tradicionales; y mujeres de rostros exóticos con coloridos ropajes y trenzados espectaculares. Era una buena oportunidad para hacer fotos, pero entre que estaba muy nervioso viendo cómo transcurría el viaje y que a los lugareños no les gusta nada, preferí mantener mi cámara enfundada.
La única parte positiva de este viaje fue la solidaridad que surgió con mis compañeros de viaje. Durante una parada compré una botella de agua grande en una tienda y le dí parte al abuelete del abrigo, que la compartió con otros pasajeros. Y más tarde, en la siguiente parada, el hombre me compró un bollo de masa frita mientras una señora me ofrecía una silla para descansar. Realmente entrañable.
Cuando se acabó la pista de tierra encaramos el tramo final del trayecto por una carretera en buen estado. Ya solo faltaban 40km para llegar a Gaoua y me empecé a relajar. Pero a veces me olvido de que en África nunca puedes bajar la guardia. Poco después el Taxi Brousse giró en sentido contrario y tras un par de kilómetros se detuvo en la población de Kampti, donde finalizó el viaje. Yo me enfadé porque no era lo acordado, pero la decisión estaba tomada debido a que muchos pasajeros ya se habían bajado del vehículo y no salía a cuenta. Así que tuve que esperar un rato junto a varias personas hasta que el conductor localizó otro Taxi Brousse para llevarnos a Gaoua.
El nuevo conductor iba a toda velocidad sin importarle los numerosos animales de granja que cruzaban continuamente la carretera, hasta que al final acabó atropellando a un cerdo que apareció corriendo desde unas casas cercanas. El tipo no hizo ningún intento de frenar o esquivarlo y me pareció fatal, ya no solo por el pobre animal sino por dejar a una familia sin parte de su patrimonio.
Una vez en la Terminal de Gaoua recuperé mi mochila grande y me empecé a alejar. Pero entonces me tocaron la espalda y al girarme descubrí que era el conductor, que me reclamaba 1000F por el trayecto desde Kampti. Esta fue la gota que colmaba el vaso porque me habían dicho que ya estaba incluido en mi billete (algo habitual en estos casos) y acabé encarándome a gritos con el conductor. Ya no podía más y casi le tiro los 1000F a la cara, aunque al final me contuve, pagué a regañadientes y me largué de allí. No es la actitud más recomendable pero mi paciencia tiene un límite.
A todo esto ya era de noche y estaba rodeado de un tráfico intenso. Y todos los alojamientos que me interesaban se encontraban algo alejados de la Terminal. Así que cuando pregunté a un lugareño para orientarme y me ofreció llevarme en su moto, acepté sin dudarlo y me dejó en la puerta del hotel elegido por 400F.
ALOJAMIENTO: AUBERGE PRESTIGE – 10milF/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; tranquilidad total por la noche; buena limpieza; ventilador; precio.
*Puntos en contra: ubicación alejada del centro; baño compartido.
Mi primera opción para alojarme fue el Auberge Teega-Wende pero al llegar solo quedaban las habitaciones más caras (a 30milF/Noche). Menos mal que un amigo del encargado de la recepción me acompañó hasta el Auberge Prestige, situado a escasos metros de distancia, y conseguí una sin problema. Estoy seguro de que el chaval se embolsó una comisión a mi costa, pero estaba tan cansado que no me importó.
CENA: TEEGA-WENDE
Mi alojamiento no tenía restaurante y tras instalarme en la habitación regresé al Auberge Teega-Wende. Allí ocupé una mesa de su comedor y pedí Pollo Asado con Riz Gras y una botella de agua grande. El servicio no estuvo ni mucho menos a la altura de los precios del hotel: hubo un corte de luz y me quedé completamente a oscuras, con un calor horrible (se paró el ventilador); el plato tardó una eternidad en llegar; y el pollo no me gustó nada (era minúsculo y estaba duro). Eso sí, a la hora de pagar la cuenta subió a 5.500F (incluida una segunda botella de agua). No me extraña que el local estuviera desierto, con una atmósfera desangelada. A continuación volví a mi hotel caminando entre sombras por la carretera principal.
VISITA AL MUSEE DU PONI
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable. Una vez en pie me vestí; preparé la mochila pequeña; y me dirigí al restaurante del Auberge Teega-Wende para desayunar. Por suerte fue una experiencia muy distinta a la cena y el menú me encantó: tortilla francesa con pimiento y cebolla; una baguette recién hecha; y 2 tazas de café con leche. Todo por solo 1.000F, con acceso a la red wifi. No se puede pedir más. A continuación caminé hasta el principal lugar de interés de Gaoua: el Musée des Civilisations du Sud-Ouest, también conocido como Musée du Poni por el río del mismo nombre que cruza estas tierras.
*Horario: 8h – 12.30h y 15h – 18h (domingo cerrado)
*Precio: 2milF
*Fotografía: ok
El Musée du Poni fue inaugurado en 1990 y ocupa una elegante casa colonial. Es el resultado del trabajo de una antropóloga francesa, Madeleine Père, que dedicó toda su vida a estudiar la cultura y tradiciones de la etnia Lobi, y vivió en la zona entre 1961 y 2002 (año en que falleció). Yo pagué la entrada en la taquilla y me unieron a una pareja de abueletes (él local y ella francesa) para realizar una visita guiada de una hora. El guía era un chaval muy simpático que nos enseñó las diferentes salas del museo, aportando una gran cantidad de información sobre los Lobi.
Durante el recorrido vimos todo tipo de objetos antiguos (armas, instrumentos musicales, adornos…). Y las paredes están llenas de fotos de principios de siglo donde aparecen los Lobi en todo su esplendor: musculosos guerreros con rastas y taparrabos, armados con arcos y flechas; y mujeres semidesnudas con pelo corto, collares y labios perforados con objetos de madera para dilatarlos (el efecto era horrible y parecían patos). Hoy día los Lobi visten ropa moderna y las fotos son la memoria de un mundo que ya ha desaparecido por completo.
Antes de marcharme estuve charlando un rato con la simpática anciana que gestiona el museo. Había trabajado como asistenta personal de Madeleine Père y le acabé comprando un cuaderno con fotos e información sobre el museo y los Lobi (2milF). De regreso en mi hotel decidí que había llegado la hora de explorar los alrededores.
CONCLUSION
Si estás interesado en explorar el País Lobi no te quedará más remedio que pasar algún tiempo en Gaoua. Un día será más que suficiente para visitar su museo y poder realizar los preparativos necesarios. Aunque si no te gustan las emociones fuertes ni pasar penurias para conseguir material y escribir un buen relato de aventuras, te recomiendo evitar el Taxi Brousse de Banfora, y viajar a Gaoua desde Ouagadougou o Bobo-Dioulasso utilizando la carretera asfaltada.
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