Explorando el remoto sur de Burkina Faso, entre áridas llanuras y poblados de adobe decorados con enigmáticos símbolos
Los Kassena son un grupo étnico distribuido entre el sur de Burkina Faso y el norte de Ghana. Fueron los primeros habitantes de la región junto a una serie de tribus conocidas globalmente con el nombre de Gourounsi. Aunque poco a poco acabaron desplazados por otros estados más desarrollados, como el Imperio Mossi, que se estableció en la meseta central; o los Djerma, que lanzaban ataques desde la vecina Níger para capturar esclavos, arrasando todo a su paso. A finales del siglo XIX la presión era insoportable y los Kassena se vieron obligados a aliarse con los Franceses, que acababan de llegar a la zona y derrotaron sin problema a los Djerma en 1897, culminando su conquista de Burkina Faso. De esta forma Francia consiguió conectar sus colonias de Costa de Marfil y Mali, y los Kassena mantuvieron una cierta independencia.
Sin duda el elemento más característico de la cultura Kassena son sus viviendas tradicionales, que forman auténticos museos al aire libre. Yo utilicé como base la población de Tiebelé, donde se ubica el palacio del rey Kassena; y desde allí visité la aldea de Tangassoko.
VIAJE PO – TIEBELE
Este desplazamiento consta de tan solo 30km pero no hay transporte público. Por suerte el abuelete que me ayudó a cruzar la frontera desde Paga (Ghana) había hablado con el conductor del taxi compartido que me llevó hasta Po y me facilitó las cosas. Al llegar a la parada de Po el chaval aparcó el taxi y se fue a casa a buscar su moto para trasladarme a Tiebelé a cambio de 7milF.
Una vez en la moto todo apuntaba a un trayecto plácido, avanzando a buen ritmo por una pista decente. Pero al cabo de unos minutos el chaval se detuvo, examinó la rueda trasera, y me dijo que habíamos pinchado y tenía que llevar la moto a un taller para repararla. Menos mal que todavía estábamos en las afueras de Po. El caso es que me dejó sentado a la sombra junto a una familia de lugareños y desapareció.
La espera duró algo más de media hora y me entretuve con los críos de la familia. A uno le pregunté donde podía comprar agua y él mismo se encargó de traerme una botella grande helada. En agradecimiento le dí todas las monedas de Cedi que me habían sobrado de mis aventuras por Ghana. No era ni mucho menos una fortuna pero compensaba el coste del agua y la amabilidad. Como era de esperar me convertí en el centro de todas las miradas. La gente se portó genial conmigo, saludando con una sonrisa e interesándose por mi situación. Hasta que regresó el conductor con el pinchazo arreglado y pudimos continuar el viaje.
Nada más abandonar Po continuaron las complicaciones. Atravesamos una zona desértica y el viento era abrasador. Lo más parecido a estar frente a un lanzallamas. Casi podía notar como mi piel se iba chamuscando. Además, cuando pasaba un vehículo en dirección contraria levantaba nubes de polvo naranja que no dejaban ver nada. Y yo con mi mochila grande a la espalda. Encima el conductor no paraba de gritarme cosas que no entendía, entre su francés rudimentario y el ruido de la moto. El trayecto se me hizo eterno.
Al final llegamos al lugar elegido para pasar la noche y me despedí del chaval con una pequeña discusión típica de África. Él me quería cobrar 2milF más por los gastos de reparar el pinchazo, y por considerar que mi alojamiento estaba bastante alejado del centro de Po. Yo de entrada me negué en redondo, aunque tras unos minutos decidí no complicarme la vida y lo dejamos en 1.000F adicionales.
ALOJAMIENTO: VILLAGE D’ACCUEIL JEAN VIARS – 7.500F/Noche
*Puntos a favor: cabaña tradicional espaciosa; cama doble; ducha de agua caliente; ubicación justo enfrente de la Cour Royale; tranquilidad total por la noche; ventilador; personal muy amable.
*Puntos en contra: colchón incómodo; baño compartido bastante sucio y sin espejo (aunque para afeitarme el encargado me permitió utilizar el baño privado de una de las cabañas de gama alta); falta de señalización (me costó encontrar el lugar); precio.
Un campamento recomendado por mi guía de viajes que me pareció correcto. En función de la época del año también es posible dormir al raso en el tejado de una de las casas tradicionales de Tiebelé. La temperatura es agradable, permite disfrutar de un cielo lleno de estrellas, y se trata de una opción mucho más económica.
Tras instalarme en la cabaña caminé hasta un maquis cercano, ocupé una mesa de la terraza, y pedí una Coke bien fría (500F). Por fin podía descansar un rato y olvidarme de todas las dificultades de la jornada, que empezó en Paga. A mi alrededor había grupos de niños que salían del colegio; animales de granja (sobretodo cerdos campando a sus anchas); y árboles enormes, incluidos muchos mangos (por todas partes me encontraba lugareños comiendo sus frutos).
LA COUR ROYALE DE TIEBELE
Tiebelé es el asentamiento Kassena más importante de Burkina Faso. Aquí vive su rey, en un conjunto de viviendas conocido como la Cour Royale. Se trata del mejor lugar para contemplar la arquitectura tradicional Kassena. Y como mi alojamiento se encontraba justo al lado, decidí aprovechar las últimas horas de sol para visitarlo. Así que tras apurar mi Coke caminé hasta la puerta del campamento; y contraté los servicios de un guía oficial. Era un chaval llamado Nassara que ya había hablado conmigo nada más bajar de la moto. Eso sí, antes de dirigirnos a la Cour Royale me tocó cambiarme de camiseta, porque vestía una roja y ese color está reservado para el monarca.
El precio de la visita fue de 2milF por la entrada más 5milF para Nassara. Un poco desproporcionado pero acepté sin rechistar. El exterior era similar al Pia’s Palace de Paga, con un altar de sacrificios (que estaba prohibido fotografiar); y un enorme montículo de tierra llamado Pourrou desde el que se comunican a la población las noticias importantes… ¡y donde se entierran las placentas de los bebés recién nacidos! Nassara me permitió subir al Pourrou y conseguí buenas fotos panorámicas de la Cour Royale. El recinto es redondo, con casas de adobe de diferentes formas; pasadizos estrechos; y vecinos dedicados a sus tareas diarias.
A continuación nos adentramos en la Cour Royale, un lugar sencillamente espectacular. Durante un buen rato paseé entre muros ondulantes cubiertos de símbolos geométricos, con una mezcla de colores negro, blanco y naranja elaborados con pigmentos naturales. Nassara hizo gala de sus conocimientos y me explicó con todo lujo de detalles el significado de cada símbolo: calabazas, huellas de gallina, lagartos, puntas de flecha, tortugas, alas de halcón… Incluso hay relieves de serpientes o cocodrilos.
La decoración de las viviendas Kassena es tarea de la mujer, y tuve mucha suerte porque mi visita a Tiebelé coincidió con la época en que se suelen retocar las fachadas (febrero/marzo, tras la cosecha). Así que en alguna casa todavía había señoras trabajando frente a paredes de vivos colores. Además no había ni rastro de otros turistas. Pude acceder al interior de una casa tradicional; y subir al tejado de otra para hacer más fotos panorámicas. Una visita muy completa. Aunque apuré demasiado las horas de sol y en el último tramo el recinto se llenó de molestas sombras.
En cambio no me gustó nada la atmósfera de mendicidad que flotaba en el ambiente: vendedores de artesanía muy insistentes; mendigos pidiendo limosna… Incluso Nassara me forzó a darle 500F a una abuela que en teoría se encargaba de «ayudar al mantenimiento de la Cour Royale (¿y entonces el precio de la entrada a qué se destina?). Una situación bastante incómoda, aunque por suerte la belleza de las viviendas Kassena compensa con creces.
Tras salir de la Cour Royale empezó a caer la noche y Nassara me llevó a un bar del centro donde probé mi primera cerveza local, marca Brakina, de 0,675l. Estaba helada y sentó genial (1.200F, incluida la del chaval). Allí charlamos sobre la situación del país y los problemas causados por el terrorismo islámico en el norte. De regreso en mi alojamiento cené un plato de espagueti con tomate que había encargado previamente; y una botella de agua. Precio: 2milF. Me senté en una mesa de la terraza y estuve acompañado de un gracioso gato. Bueno, y de una empleada entrada en carnes que tras intercambiar un par de frases me pedía que me la llevara conmigo a mi país.
EXCURSION A TANGASSOKO
Al día siguiente me desperté a buena hora tras una noche de sueño impecable. Solo se escuchaba el sonido de centenares de insectos y dormí del tirón. A continuación me vestí, preparé la mochila pequeña, y a las 7.30h (según lo acordado) apareció Nassara. La visita a la Cour Royale de Tiebelé me gustó y antes de despedirnos le propuse que me llevara en su moto a conocer Tangassoko, otro pueblo Kassena situado a 15km de distancia. Pero Nassara no debía confiar demasiado en su vehículo y vino acompañado de un amigo con otra moto mucho más potente. Así que yo fui con el amigo y Nassara solo. No entendí por qué no le pidió la moto prestada, aunque yo tenía claro que no iba a pagar de más a pesar de que vinieran dos personas.
Durante el trayecto recorrimos pistas de tierra atravesando un ondulante paisaje semi desértico salpicado de arbustos. Antes de llegar a Tangassoko el guía hizo un alto para enseñarme un lugar. Se trataba de un campamento de precarias cabañas de paja habitadas por los trabajadores de unas minas de oro cercanas y sus familias. Según me contó Nassara aquello era un lugar sin ley, donde la Policía se negaba a intervenir en caso de conflicto; sin ningún tipo de servicio básico (suministro eléctrico, agua corriente…); y con niños que habían abandonado el colegio para buscarse la vida en las minas. Yo pude pasear por el poblado y hacer fotos, pero no vi a Nassara y su amigo con muchas ganas de pasar allí más tiempo del necesario, así que no alargué la visita.
Tras la visita sorpresa llegamos a Tangassoko y nos dirigimos a visitar la Cour Royale del jefe local. La entrada me costó 2milF (igual que en Tiebelé). Pero a continuación tuve una pequeña discusión con Nassara. Resulta que me quería hacer pagar 5milF más por los servicios de un guía del pueblo, que ni siquiera hizo acto de presencia. Y me enfadé porque si era obligatorio y Nassara lo sabía, ¿para qué narices había venido con él desde Tiebelé? No tenía sentido pagar dos guías y me mantuve firme. Al final solo acepté abonar 1000F adicionales para los «ancianos de Tangassoko». En fin, un viaje por África está lleno de momentos como este.
La Cour Royale de Tangassoko es más pequeña que la de Tiebelé y su decoración menos espectacular, con muros de adobe pintados utilizando solo el color negro. Pero el ambiente es muy auténtico, con lugareños que no persiguen a los visitantes; y gallinas por todas partes. En el interior de la Cour Royale hay buenos ejemplos de viviendas tradicionales Kassena. De nuevo accedí a una de ellas, arrastrándome para poder cruzar su minúscula entrada, y en su interior descubrí todo tipo de objetos de propiedades desconocidas.
También subí al tejado de una casa para hacer fotos desde las alturas, contemplando un laberinto de callejuelas, alimentos secándose al sol, y árboles frondosos (principalmente mangos) rodeando el recinto. Antes de volver a la moto me quedé unos minutos paseando por el exterior de la Cour Royale. Por allí correteaban grupos de Pintades (o Guinea Fowl); y niños jugando. El regreso a Tiebelé fue realmente plácido y llegamos a las 9.30h. El día anterior no acordé con Nassara el precio de la excursión (un gran error por mi parte), pero le pagué 15milF por sus servicios de guía más el transporte y pareció quedar contento.
DESCUBRIENDO TIEBELE
Ya sin Nassara decidí dar un paseo por el pueblo. Según me habían dicho era día de mercado, así que me dirigí al lugar donde se ubica. Al llegar me sorprendió encontrarme con muy poca gente. Nada que ver con el bullicio y colorido habitual. Aún así caminé un rato entre los puestos de productos (principalmente frutas y verduras); y me entretuve haciendo fotos: jóvenes madres con sus bebés a la espalda; un anciano sentado en una esquina con su máquina de coser; chavales recién salidos del colegio… Al final me enteré que el mercado semanal había sido el día anterior. Desconozco si la persona que me lo dijo no tenía ni idea o entendí mal a causa de mi Francés oxidado.
Más tarde me senté en un maquis porque no comía nada sólido desde el plato de espagueti de la noche anterior. Allí decidí probar una especialidad de Burkina Faso: el Porc au Four. Se trata de trocitos de carne de cerdo cocinados en un horno de barro. Los elegí yo mismo y un plato generoso me costó solo 500F. Para acompañar me compré en el bar de al lado una cerveza Brakina. Justo lo que necesitaba.
Después regresé al campamento a pie, relacionándome con los vecinos de Tiebelé. De entrada eran muy majos y al verme pasar recibía saludos y sonrisas de oreja a oreja. Pero si me detenía un momento a hablar no tardaban en pedirme algo: mi número de teléfono, dinero para alguna asociación local… Parecía que mi presencia allí era más bien una oportunidad para su propio beneficio.
VISITA FALLIDA A NAZINGA GAME RANCH
Antes de marcharme de Tiebelé intenté alquilar un 4×4 a través de Nassara para visitar Nazinga Game Ranch, la segunda atracción turística de la zona. Está ubicada 55km al oeste de Po y el chaval hizo diversas gestiones desde la noche anterior. Pero al final, tras esperar una respuesta hasta las 13h pasadas, decidí tachar el lugar de mi itinerario por dos motivos:
*Un par de safaris costaban 150milF (alrededor de 230€). Un precio desorbitado que encima no incluía el alojamiento o la comida en Nazinga. Inviable.
*El principal reclamo de Nazinga son los elefantes salvajes. Pero hacía tan solo unos días que había visitado Mole National Park (Ghana), donde realicé varias excursiones y disfruté de encuentros muy cercanos con estas criaturas.
Así que puse rumbo a Ouagadougou. Primero pedí a Nassara que me llevara en su moto hasta Po (7milF). Y una vez en la Terminal compré un billete de autobús de la compañía Rakieta (2.500F). La siguiente salida estaba prevista para dentro de 3 horas, con lo cual me senté junto a Nassara en la terraza de un maquis, a la sombra de un enorme mango, y cayeron 2 cervezas Brakina (2.400F, también pagué las del chaval). Allí charlamos de nuevo sobre la delicada situación de Burkina Faso, y Nassara me indicó en un mapa las zonas del país a evitar. Un rato antes de la salida nos despedimos; guardé la mochila grande en el maletero inferior del autobús; compré plátanos y una botella de agua en un puesto callejero; y ocupé mi sitio junto a la ventana.
El trayecto hasta Ouagadougou duró 3 horas. El autobús se encontraba en un estado impecable, con aire acondicionado y asientos cómodos (encima el de al lado iba vacío). Al principio me entretuve contemplando el paisaje, con tramos de bosque y alguna aldea tradicional, hasta que cayó la noche. Después viendo la tele, que emitía a todo volumen series de humor con personajes y situaciones hilarantes que provocaban las carcajadas de los pasajeros. Eso sí, no me hizo gracia descubrir que los asientos delanteros situados junto al conductor estaban reservados para dos agentes de seguridad armados…
CONCLUSION
Los poblados Kassena constituyen una de las principales atracciones de Burkina Faso y deberían figurar en cualquier circuito por el país. Pasear entre sus viviendas tradicionales de adobe cubiertas de extraños símbolos es una experiencia única. El poblado más importante es Tiebelé pero te recomiendo una estancia de 2 días completos para explorar la zona con calma. De esta forma podrás incluir otras aldeas que yo no pude visitar.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales