Cocodrilos sagrados, un antiguo palacio, y otras sorpresas a escasos kilómetros de la frontera con Burkina Faso
Paga es una pequeña población ubicada a tan solo 1,5km de la frontera con Burkina Faso. Este lugar es conocido por sus estanques de cocodrilos sagrados. Porque en Paga es taboo matar a un cocodrilo, y hay una serie de estanques donde se les cuida y alimenta. Aunque la barrera entre adoración y negocio turístico a veces es muy fina…
La zona está habitada por la etnia Kassena, famosa por sus viviendas, de aspecto similar a las que visité en Sirigu. Unas gentes que, fruto de la arbitrariedad de las potencias coloniales, vieron sus territorios partidos en dos por una frontera ficticia. Y ahora se distribuyen entre el norte de Ghana y el sur de Burkina.
VIAJE BOLGATANGA – PAGA
Tras los épicos desplazamientos del día anterior, llegar hasta Paga fue un juego de niños. Caminé desde mi hotel hasta la estación de Bolga, y allí encontré un taxi compartido al que le faltaban dos personas para completar el pasaje. De nuevo no me lo pensé, y pagué los dos billetes para que arrancáramos cuanto antes (14 cedis por todo), viajando sentado cómodamente en el asiento delantero. Mi guía de viajes hablaba de un trayecto de hora y media. Y la sorpresa fue que llegamos en tan solo media (creo que el taxista atajó por pistas de tierra en lugar de seguir la carretera principal). En autobús hubiera sido diferente… Así que eran las 7h de la mañana, y ya estaba en Paga.
EN MANOS DE UN SIMPÁTICO GUÍA
Una vez en el pueblo, sabía lo que quería visitar. Pero necesitaba un guía local para que me acompañara a los sitios y aportara explicaciones. Había leído que en la calle principal de Paga había una especie de Centro de Visitantes. Y le pedí al taxista que me llevara hasta allí. Aunque, no se si por equivocación o por interés, en lugar del centro «oficial» acabé en la casa de un abuelete local que también organizaba visitas por los alrededores: Achala Village Tours.
Al principio me puse en guardia, pues el hombre no paraba de sonreír y dedicarme atenciones. Aquello parecía una trampa para turistas total. Pero cuando vi que se marchaba en su moto, con la intención de comprar productos en el mercado y prepararme un desayuno, opté por dejarme querer. ¡Estaba hambriento! Además, hasta la fecha fiarme de la gente durante mi viaje por Ghana solo me había reportado alegrías. Aquel abuelete no me podía fallar…
El guía volvió con un enorme bollo de pan recién hecho, ligeramente azucarado. Y me preparó una taza gigante de café con leche. El desayuno me supo a gloria, sentado en una mesa exterior, rodeado de construcciones curiosas, y con un solecito agradable. Además, para colmo de atenciones, el abuelete me dio una bolsita de plástico con el café molido que había sobrado, para que me lo llevara.
Tras el desayuno, estuvimos un rato explorando el Achala Village. Se trataba un recinto rodeado por un muro, en cuyo interior había diferentes edificaciones tradicionales. Eran de adobe, con las fachadas cubiertas de pinturas geométricas (de color negro); escalones tallados en troncos de árbol para acceder a los tejados, donde había alimentos secándose al sol (pude subir); graneros puntiagudos… Aunque, a diferencia de Sirigu, el lugar tenía un cierto de aire de museo, como falto de vida.
En cambio, me encantó visitar una especie de museo en cuyo interior había esparcidos todo tipo de objetos antiguos pertenecientes a la etnia Kassena: flautas de madera para avisar a la gente de cualquier peligro; pesadísimas pulseras de piedra; figuritas; relieves representando guerreros vistiendo su atuendo típico; armas; sombreros tradicionales; cascos rematados con cuernos…
Después, llegó la hora de visitar las principales atracciones de Paga.
JUNTO A UN COCODRILO SAGRADO
Al igual que sucedía en Boabeng-Fiema con los monos, en Paga los cocodrilos son animales sagrados, y hacerles daño se considera un delito gravísimo (es taboo). Hay varias leyendas que explican el origen de esta tradición. En una de ellas, un cocodrilo ayudó a cruzar un río a un jefe local que huía de sus perseguidores, haciendo que se abrieran las aguas a golpe de cola (en plan Moisés). En otra, un jefe local quedó atrapado en una cueva, y un cocodrilo le ayudó a salir de allí, llevándole a un lago para que pudiera calmar su sed. El caso es que, gracias a estas acciones, el cocodrilo es el totem de los gobernantes de Paga desde su fundación, en 1670.
Para ver a estos animales en Paga, hay dos lagos sagrados que se pueden visitar. Y como uno de ellos estaba justo enfrente del Achala Village, pues hacia allí que me dirigí. El abuelete prefirió esperarme sentado a la sombra. El lago es conocido como Chief’s Pool, y la experiencia tuvo luces y sombras:
1. Al lado de la puerta de acceso hay un recinto cubierto donde se paga la entrada. La verdad es que, a toro pasado, el precio me pareció excesivo, teniendo en cuenta que la visita duró apenas un cuarto de hora. Fueron 15 cedis de entrada + 15 cedis por el «guía» (un chaval que se limitó a caminar a mi lado sin abrir la boca) + 5 cedis por hacer fotos.
2. Nada más cruzar la puerta, nos dirigimos hacia un enorme cocodrilo que descansaba fuera del agua, con los ojos cerrados y la boca abierta. Era impresionante… Allí había un pequeño grupo de turistas locales sacándose fotos junto al animal. Y cuando me ofrecieron hacerme unas fotos con mi cámara, no me pude negar: una de pie, sosteniendo el rabo del cocodrilo; y otra en cuclillas tocándole el lomo.
Por una parte, me sentí algo mal, porque siempre intento evitar este tipo de atracciones. Pero por otra… Estar tan cerca de un cocodrilo fue increíble. Sobretodo al verle parpadear y comprobar que no era de mentira… El secreto: que estos animales están muy bien alimentados, y totalmente acostumbrados al contacto con los humanos, tras siglos de tradición. Así que (en principio) el riesgo es mínimo.
3. Existía la posibilidad de comprar un pollo vivo y ofrecérselo al cocodrilo como sacrificio. Pero como buen amante de los animales, desestimé rápidamente la opción.
4. Tras las fotos con el cocodrilo, me acerqué a la orilla del lago, donde había otros ejemplares dentro del agua; y algunas aves refrescándose.
DESCUBRIENDO EL INTERIOR DEL PIA’S PALACE
A continuación, regresé a la casa del abuelete, nos subimos en su moto, y me llevó a la siguiente atracción turística del pueblo: el Pia’s Palace. Se trata de la residencia del Paga Pia, o principal jefe de la zona, descendiente directo de Naveh Kampala (el fundador de Paga). El guía se quedó charlando en casa de unos familiares. Y me dejó en manos de un chaval, que me acompañó durante mi visita al palacio.
El exterior del conjunto era espectacular. Al lado del palacio había un enorme montículo de tierra desde el que se comunican noticias importantes a la población (y donde según marca la tradición… ¡se entierran las placentas de los recién nacidos!). La fachada principal estaba pintada con triángulos rojos y negros, y lucía el relieve de un cocodrilo sobre la puerta (el totem del Paga Pia). Y frente a ella, el altar de sacrificios, cubierto de sangre fresca y plumas de pollo.
En cambio el interior fue más normalito. Había edificaciones de adobe similares a las de Sirigu o Achala Village (casas, graneros…). Aunque con una decoración casi inexistente, a parte de algún muro pintado con triángulos como los de la entrada. En el palacio viven varias familias, distribuidas según su importancia. Muchas todavía conservan una casa tradicional, cuya entrada es bajísima y obliga a entrar agachado. Con este sencillo sistema, en el pasado, en momentos de peligro la familia se refugiaba allí. Y los atacantes eran fácilmente reducidos con un golpe en la cabeza.
También pude subir a una de las casas, y sacar alguna foto desde la terraza. En general, la visita fue bastante rápida, y pagué 20 cedis + 5 equivalentes al regalo que debería haber traído para agasajar a los ancianos del palacio, que estaban sentados junto a la entrada. De regreso con el abuelete, subimos a su moto, y continuamos la excursión. En teoría ya había visitado los dos lugares que me interesaban de Paga. Pero el hombre insistía en llevarme a otros sitios, y le vi tan emocionado que acepté sin protestar.
EN MOTO POR LOS ALREDEDORES DE PAGA
He de reconocer que al principio no me esperaba mucho de las supuestas sorpresas que el guía me tenía preparadas. Pero al final resultó que aquel hombrecillo conocía mis gustos a la perfección. Y los tres lugares que visitamos fueron sencillamente increíbles. Me quedé sin palabras.
1. Para empezar, avanzamos siguiendo pistas de tierra y cruzamos a Burkina Faso sin pasar por ningún tipo de control (tan solo unos mojones de piedra de la época colonial). Y tras un breve trayecto llegamos a un lago precioso, que no tenía nada que ver con el Chief’s Pool. Este era mucho más natural, con un grupo de niños jugando en la orilla; una manada de cebús bebiendo; numerosas aves acuáticas (entre ellas algún pintoresco Hamerkop)… Todo muy fotogénico. Y por supuesto, había cocodrilos sagrados: alguno tomando el sol con medio cuerpo fuera del agua; otro incluso había cazado una cabra y se la estaba llevando al centro del lago para comérsela. Gran imagen.
2. Pasado el lago, continuamos por más pistas de tierra. Hasta que apareció en medio de la nada un precario asentamiento, con un par de cabañas de paja rodeadas de arbustos y terreno árido. Allí vivía una familia de la etnia Fulani (también llamados Peul en francés), muy común por todo el Sahel. El guía ya les conocía, y entre su presentación y mis sonrisas, pronto se creó un clima de buen rollo.
Allí estaba el padre, vestido con atuendo árabe. Cerca de él su mujer, sentada a la sombra, con un bebé de corta edad en brazos. Y por los alrededores, observándome con caras de curiosidad, un total de siete chicas, vestidas con ropa de vivos colores, todas hijas de aquel hombre enjuto. Menuda máquina… Se lo hice saber, y el tío sonreía con cara de orgullo. La visita estuvo genial, porque pude sacar fotos de la familia sin los problemas habituales en estos casos. Y curiosear a mis anchas. Resultaba difícil de creer que hubiera gente viviendo de forma permanente en aquel secarral…
3. Por último, regresamos a Ghana y el guía me llevó a ver de cerca dos enormes ejemplares de baobab, situados en las afueras de Paga. La verdad es que estar junto a aquellos árboles gigantescos era espectacular. Uno de ellos tenía el tronco hueco, porque allí había vivido gente hacía mucho tiempo. Y frente al otro había una roca con hendiduras ovaladas, que en el pasado se utilizaban a modo de boles para comer.
Mi satisfacción de vuelta al Achala Village era total. Gracias a aquel hombre había visto cosas que de otra forma hubiera obviado por completo. Además, por si fuera poco, se ofreció a acompañarme para cruzar la frontera hasta Burkina Faso. Y acabó desempeñando un papel clave en alguna situación, quitándome problemas de encima. Así que tenía que recompensarle como se merecía, y me despedí de él dándole 130 cedis, que incluían todo (desayuno, moto, servicios en la frontera, etc…). Me pasé algo de la ralla, pero estaba contentísimo.
De esta forma acababan mis andanzas por tierras de Ghana, y me adentraba en otro país totalmente desconocido y misterioso. Pero eso lo cuento en otro post…
CONCLUSIÓN
Paga se trata de otro lugar donde es recomendable hacer un alto de camino a Burkina Faso. Medio día será más que suficiente para visitar sus principales atracciones, entre las que destacan los estanques de cocodrilos sagrados, o el Pia’s Palace. Así que según a qué hora llegues al pueblo, no es imprescindible que pases la noche aquí.
Tras mi positiva experiencia, es lógico que recomiende efusivamente los servicios del abuelete del Achala Village. El hombre no parará de ofrecerte todo tipo de actividades. Pero se trata de que elijas las que más te apetezcan. En cuanto al precio, no hay una tarifa establecida. Pero la puedes negociar con antelación para mayor tranquilidad.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales