Visita al punto más al sur de África, y a una reserva natural paradisíaca, con fauna exótica, dunas de arena blanca, y más ballenas
El Overberg es una región ubicada al este de Cape Town, cuyo nombre holandés significa literalmente «más allá de la montaña» (over berg), en referencia a los montes Hottentots-Holland. En el interior predominan los campos de trigo. Y siguiendo la costa hay poblaciones interesantes, entre las que destaca Hermanus (tratada en una entrada a parte). El Overberg finaliza en el este a la altura del río Breede, justo donde comienza la Garden Route.
La verdad es que no esperaba gran cosa de esta zona, pero lugares como Cape Agulhas, con su atmósfera misteriosa; o la De Hoop Nature Reserve, me dejaron asombrado.
VIAJE HERMANUS – L’AGULHAS
Tras mi visita a Hermanus, conduje hacia el este hasta la población de Stanford. Y desde allí continué por el interior, pasando por Napier y Bredasdorp, hasta llegar a L’Agulhas. En total, 127km que tardé en recorrer hora y media, atravesando viñedos, campos de cultivo y granjas aisladas. Un paisaje muy poco africano.
Inicialmente, mi idea era seguir el contorno de la costa, y pasar un día en Gansbaai, uno de los principales lugares de Sudáfrica donde apuntarte a una excursión para ver tiburones blancos (bajo el agua desde una jaula, o saltando a la caza de leones marinos). Pero pasé de largo por dos motivos:
1. La mejor época para esta actividad es en invierno (de junio a septiembre). Porque la visibilidad del agua es mayor; y los tiburones acuden a Geyser Rock (cerca de Dyer Island) a cazar leones marinos, en el conocido como Shark Alley.
2. Iba algo retrasado respecto mi itinerario previsto, y no tenía mucho margen de maniobra, ya que tenía reservas hechas para pasar el tramo final del viaje en el Kruger National Park.
EN EL EXTREMO SUR DE AFRICA
Una vez en la población de L’Agulhas, aparqué el coche, y recopilé datos en el Punto de Información, regentado por una simpática abuela. Después, caminé por una pasarela de madera que conducía a la costa. Lo primero que me sorprendió fue encontrarme con una espesa niebla, que por un lado limitaba mucho las vistas. Pero por otro añadía al lugar una atmósfera misteriosa.
Siguiendo la costa durante algo menos de 1km, llegué hasta una placa que indicaba la ubicación del Cape Agulhas, que forma parte del Agulhas National Park. El punto más al sur del continente africano, donde las aguas del Océano Índico se encuentran con las del Atlántico. Fue bautizado por los marineros portugueses con el nombre de Cabo das Agulhas, ya que en esta zona coincidían el norte magnético (el señalado por la aguja de la brújula) y el real (o geográfico).
En la placa, me saqué las fotos de rigor, sentado justo entre los dos océanos. A mi alrededor, el paisaje estaba formado por rocas afiladas envueltas en la bruma. Nada que ver con los imponentes acantilados de Cape Point, que a pesar de no ser el lugar más al sur de África, a nivel de espectacularidad gana por goleada.
De regreso al pueblo, me encontré en la pasarela de madera con un Cape Girdled Lizard (con el vientre naranja); y algunos enormes escarabajos. A continuación, visité el Faro local. Los tremendos vientos que azotan el lugar, y las violentas corrientes submarinas, provocaron el hundimiento de decenas de barcos cerca de estas costas. Así que en 1848 se decidió construir un faro para intentar evitar nuevos desastres. Tras pagar la entrada (17R), subí por una estrecha escalinata hasta la parte superior del faro. Una maniobra un tanto inútil, porque la espesa niebla reinante bloqueó cualquier posible vista panorámica. Y bajé al momento. Si lo se no pago…
ALOJAMIENTO: CAPE AGULHAS GUESTHOUSE – 450R/Noche
*Puntos a favor: habitación nueva y muy espaciosa; cama doble comodísima; limpieza extrema; vistas al mar; ubicación céntrica; silencio total (era el único huésped ese día); espectacular desayuno incluido.
*Puntos en contra: ninguno evidente.
En un principio, mi plan era conducir y pasar la noche en el siguiente punto de interés. Pero la encantadora abuela del Punto de Información se ofreció a llamar por teléfono, para asegurarme que había habitaciones disponibles, y me dijo que la única que quedaba era carísima. Así que reservé una más económica para el día siguiente, y me quedé en L’Agulhas.
La verdad es que la guesthouse era un tanto peculiar. La propietaria era una señora que hablaba por los codos, y no paraba de enrollarse explicándome historias que no acababan nunca. Y en la habitación había una Biblia en la mesita de noche; y un cartel amenazando de forma muy explícita con echar del lugar a los huéspedes que no cumplieran las normas (horarios, ruido, etc…).
CENA: ZUIDSTE KAAP PUB & RESTAURANT
Al poco de instalarme, cayó la noche. Y para cenar me apetecía pegarme un homenaje. Así que pregunté a la señora de la guesthouse, y me indicó este lugar, ubicado a un par de calles, muy cerca de la costa. El local era realmente auténtico, con música Country, una enorme chimenea de leña, mesas de madera oscura…
Me pedí una bandeja de marisco y una botella de vino blanco de la zona, y acabé satisfecho. Aunque aquí el concepto de marisco es muy flexible, pues la bandeja incluía patatas fritas o palitos de surimi. Pero bueno, también había enormes mejillones con una salsa deliciosa, gampas, pulpitos y tiras de calamar, que compensaron. Precio: 269R. Un día es un día…
De regreso a la guesthouse, me daba la sensación de estar en un pueblecito de la costa inglesa, en lugar del continente africano. Las casas, el clima frío y brumoso, el sonido del mar en la distancia… Muy desconcertante…
VIAJE L’AGULHAS – DE HOOP
Al día siguiente, pude comprobar que la dueña de la guesthouse no mentía al decir que su desayuno era más que recomendable. Me comí un plato de huevos revueltos con bacon y patatas fritas; una macedonia de frutas con copos de avena y yogurt; una especie de magdalena local; un zumo de naranja natural; y un café con leche. Impecable.
Poco después, preparé mis cosas y me puse en marcha. Aunque me costó una barbaridad escapar de la señora, que seguía hablando sin parar, y no me dejaba. ¡De risa! Primero conduje hacia el norte, y me detuve un momento en la población de Bredasdorp, para sacar dinero y llenar el depósito. Parecía un lugar sacado de la américa profunda, con arquitectura peculiar y amplias avenidas desiertas.
Más tarde, continué hacia el noreste por una pista sin asfaltar, atravesando más granjas y campos de cultivo, típicos del Overberg. De este recorrido, destacar mi encuentro con una granja de avestruces, situada en medio de la nada. Sin dudarlo un momento, aparqué el coche, y estuve unos minutos sacando fotos. Había decenas de avestruces, en un terreno enorme delimitado por una alambrada. Y lo bueno era que al verme muchos se acercaban, amontonándose junto a la valla (imagino que esperando comida). Unos animales realmente simpáticos. Por lo visto estas granjas abundan en Sudáfrica, para obtener carne, huevos, plumas, y cuero para fabricar bolsos o zapatos (de esto último no tenía ni idea).
El tramo final de pista fue horrible, y temí por la integridad del coche (cualquier desperfecto saldría de mi bolsillo al devolverlo). Nubes de polvo, pequeñas piedras que saltaban, subidas pronunciadas… Pero por suerte llegué sin problemas a mi destino.
UNA RESERVA EXCLUSIVA
La De Hoop Nature Reserve es un parque natural orientado principalmente a turistas de un cierto poder adquisitivo. Solo hay que ver su elegante página web, los eventos que organizan (bodas, sesiones de spa…), y el precio del alojamiento. Pero una vez allí, es de estos sitios que no decepcionan. Porque sus 340km2 ofrecen infinidad de sorpresas. Tras pagar la entrada (30R) aun tuve que conducir unos kilómetros, disfrutando de unas vistas imponentes, con un paisaje cubierto de fynbos y otras plantas curiosas; y unas enormes dunas de arena blanca al fondo.
Esta reserva, al igual que el Table Mountain National Park y otros 6 lugares protegidos de Sudáfrica, pertenece a la conocida como Cape Floristic Region, que en el 2004 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Por su diversidad de flora, con miles de especies, muchas de las cuales son endémicas.
ALOJAMIENTO: CAMPSITE RONDAWELS – 650R/Noche
*Puntos a favor: bungalow circular con techo de paja (aquí llamado Rondawel) amplio y espacioso; limpieza extrema; pequeña nevera.
Sin duda, mención especial a la espectacular ubicación del bungalow. Situado junto a la De Hoop Vlei (una palabra Afrikaans que significa laguna). Solo tenía que sentarme junto a la entrada, y disfrutar del paisaje, o de continuos encuentros con seres curiosos.
*Puntos en contra: camas individuales; lavabo y duchas compartidas; precio (y eso que este bungalow era el más barato de toda la gama disponible).
Cuando llegué, el bungalow aun no estaba listo, ya que el check out era a las 14h. Así que dejé mi mochila grande en la recepción, subí al coche, y me puse a explorar la reserva sin perder el tiempo.
UN FESTIVAL DE FAUNA
Para empezar, recorrí la zona de la reserva conocida como Opstal Area, donde al cabo de muy poco ya estaba encontrándome con diferentes animales. Sin duda, el más espectacular fue el Bontebok, un antílope de aspecto majestuoso, con cuerpo de color marrón y blanco, y cuernos ondulados. Estuvo al borde de la extinción, pero desde entonces la especie se ha recuperado, aunque no es muy habitual verlo. También vi un grupo de Cebras de Montaña del Cabo; y algunos avestruces. Durante el recorrido había bastantes carteles avisando de la presencia de serpientes y tortugas (para no atropellarlas), pero no vi ninguna.
A continuación, tomé una pista de tierra, que tras 17km de conducción me llevó hasta Koppie Alleen, un lugar mágico ubicado en la costa que por sí solo ya justificó el viaje a Sudáfrica. Aparqué el coche, subí a lo alto de una enorme duna cubierta de vegetación, y me encontré con una escena que me dejó sin respiración: un inmenso océano de aguas color verde esmeralda; y nadando en él, a no mucha distancia, varias Ballenas Francas (pude contar 7 o 8). Así que me senté a contemplar aquella imagen de postal, completamente solo, mientras las ballenas me ofrecían todo tipo de acrobacias: saltaban y caían de lado; sacaban la cola y palmeaban contra el agua… Un momento único.
Más tarde decidí dar un paseo por la estrecha playa. Pude ver una pareja de raros African Black Oystercatcher, un ave preciosa, de cuerpo negro azabache, y patas, pico y ojos de color rojo brillante. La orilla estaba llena de conchas y trozos de coral de mil formas y colores. Y el contraste de las dunas de arena blanca con el azul turquesa del océano creaba un efecto irreal. De vez en cuando aparecía algún turista ocasional, pero no molestaba (al contrario, hicieron posible que pudiera aparecer en alguna foto).
Antes de despedirme de Koppie Allen, me senté otro rato a contemplar ballenas. Y casi quemo la cámara de tantas fotos que saqué. Si la experiencia de Hermanus ya me pareció increíble, esto no sabría cómo definirlo. Por el paisaje, por la sensación de soledad… De regreso a mi rondawel, me invadía una sensación de felicidad total. Eso sí, había apurado bastante y ya comenzaba a atardecer. Solo destacar un encuentro con un grupo de Babuinos, que aparecieron corriendo; y más Bonteboks.
Pero aun faltaba el colofón a un día genial: una maravillosa puesta de sol frente a la De Hoop Vlei. La silueta del sol se veía perfecta, contra un cielo de colores rojizos. Y de vez en cuando aparecían diferentes aves: un grupo de Flamencos volando; una Garza Real en el agua… Sin palabras.
CENA: THE FIG TREE
Para celebrar lo vivido, nada mejor que acudir al elegante restaurante de la reserva, y saborear una buena cena. El local respiraba clase por los cuatro costados: luz tenue con velas; música suave; servicio exquisito; platos elaborados… Opté por un menú que incluía carpaccio de Springbok (una especie de pequeño antílope); carne de cordero, acompañada de spaguetti y verduras; y Pannacotta con salsa de frutos rojos. Para beber, 2 Cokes bien frías. Precio: 203R.
El restaurante estaba a un par de kilómetros de mi rondawel, así que me tocó conducir de regreso completamente de noche, bajo la luna llena, y atento a la aparición de cualquier animal.
EXCURSIÓN EN MOUNTAIN BIKE
Al día siguiente, me desperté al amanecer con el ruido ensordecedor de montones de pájaros. Así que me vestí y estuve explorando los alrededores. Pude ver algunos Dassies entre las rocas; un Ibis; y una Jacana. Después, me acerqué a desayunar al The Fig Tree. Cayó un Full English Breakfast realmente completo, con huevos revueltos, bacon, salchicha, tomate, champiñones y dos tostadas. Para acompañar, un zumo de naranja natural, y café con leche. Se estaba genial sentado en una mesa exterior, con el frescor de la mañana. Precio: 75R.
Para continuar explorando la reserva, decidí alquilar una mountain bike (120R) y realizar una ruta de 12km. Ya desde el primer momento se sucedieron los encuentros con fauna. Primero, un avestruz; después unas Cebras de Montaña del Cabo; y más tarde un grupo de Bonteboks. Llegué a una zona de enormes dunas. Y después a la orilla de la De Hoop Vlei, donde había unos gansos de pico y patas rojas, que al acercarme salieron volando; y tres enormes Elands bebiendo (una especie de antílope con papada y cuernos retorcidos), además de un cuarto que inexplicablemente yacía muerto junto a la orilla (más tarde informé a los guardas de la reserva). Al cabo de un rato aluciné con una enorme manada de estos antílopes, que caminaba por el interior de la reserva con bastantes crías.
Lástima que el tramo final se complicara, porque el sendero desaparecía; y porque tuve que afrontar unas fuertes pendientes llenas de piedras que me obligaban a bajar de la bici. Por suerte el día estaba algo nublado, y soplaba una suave brisa, porque sino me da algo.
Ya de regreso en el The Fig Tree, devolví la mountain bike y me senté a recuperar el aliento, ayudado por un delicioso batido de vainilla (20R). Pero sin entretenerme mucho, porque ya eran casi las 13.30h y me tenía que poner en marcha. Eso sí, con toda la pena del mundo de tener que abandonar este fantástico lugar.
Los que dispongan de bastante tiempo quizás quieran plantearse la posibilidad de realizar el Whale Trail. Se trata de una ruta de 53km que recorre la reserva durante 5 días, comenzando en Potsberg, un lugar hacia el interior. Y finalizando en Koppie Alleen. Los paisajes de fynbos y los avistamientos de ballenas están garantizados. No era mi caso, así que… ¡otra vez será!
DESPEDIDA DEL OVERBERG
Tras el descanso, me tocó hacer frente de nuevo a las polvorientas pistas de tierra, que me dejaron el coche hecho un cristo. Primero hasta la entrada de la reserva; y después hacia el norte hasta el pueblo de Swellendam, a orillas del río Breede. De camino, vi otra granja de avestruces, y me detuve un rato a sacar más fotos. La sorpresa fue encontrarme entre los avestruces con un grupo de estilizadas Grullas Azules, que picoteaban el suelo en busca de comida.
En Swellendam no paré ni un minuto, porque ya iba justo de tiempo. El pueblo cuenta con varios edificios de la época colonial; y está junto al Bontebok National Park (ya había visto suficientes en la reserva). Así que continué hacia el este, ya por una carretera asfaltada.
CONCLUSIÓN
A pesar de no tener fama internacional, considero casi imprescindible una visita a la De Hoop Nature Reserve. Sobretodo si es época de ballenas. Lugares como Koppie Alleen se te quedarán grabados para siempre en la memoria. Recomiendo pasar al menos una noche en la reserva. En cuanto al Cape Agulhas, si pasas por la zona tiene gracia fotografiarse en el punto más al sur de África. Pero no hay mucho más que ver.
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