En el principal destino de vacaciones de Ucrania, con numerosos bares y restaurantes, una ópera muy asequible y una extensa red de oscuros túneles
Ubicada a orillas del Mar Negro, Odessa es la tercera ciudad más grande de Ucrania. Fue fundada por Catalina la Grande en el año 1794, cuando tras derrotar a los otomanos la zona pasó a formar parte del Imperio Ruso. Su nombre hace referencia a Odessos, un asentamiento griego sobre cuyas ruinas se creía (erróneamente) que se asentaba la nueva urbe. Durante el siglo XIX Odessa creció sin parar gracias a su importante puerto comercial, atrayendo inmigrantes de orígenes muy diversos. En la actualidad es el principal destino turístico nacional y los ucranianos acuden en masa a disfrutar de sus playas, bares y restaurantes (más aun desde la anexión de la Península de Crimea por parte de Rusia en 2014).
A pesar de la imagen que proyecta, Odessa no es solo un lugar de fiesta y cuenta con numerosos lugares de interés, como la galería Passaz; sus extensas Catacumbas (con un refugio nuclear de los años 50); o la Ópera, donde es posible asistir a una función por un módico precio. Además, a un par de horas se encuentra el imponente Castillo de Akkerman, situado junto a la desembocadura del río Dniester.
VIAJE: PERVOMAISK – ODESSA
Este desplazamiento resultó muy sencillo gracias a las gestiones de Elena (mi guía en el Museum of Strategic Missile Forces), que sin pedirle nada llamó por teléfono a una compañía de autobuses privada, reservó un asiento, me acompañó a la Terminal de Pervomaisk, y esperó hasta que llegó la marshrutka a Odessa. Una chica realmente encantadora. El viaje duró casi 4 horas y me costó 260G. La furgoneta estaba en perfecto estado y avanzamos a buen ritmo, recorriendo 225km hacia el sur. De camino atravesamos campos de cultivo infinitos por una carretera sin apenas curvas; y pude contemplar un atardecer precioso, con el sol de un color rojo intenso ocultándose en el horizonte.
Una vez en Odessa la marshrutka me dejó en la Terminal de Privoz, cerca del centro. Y desde allí caminé 2km hasta mi hotel.
ALOJAMIENTO: HOTEL LYON D’OPERA – 324G/Noche
*Puntos a favor: apartamento espacioso equipado con cocina; cama doble muy cómoda; lavabo privado con ducha de agua caliente; limpieza extrema; mobiliario moderno; ubicación inmejorable, en pleno corazón de la ciudad; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; precio.
*Puntos en contra: no se me ocurre ninguno.
Reservé este lugar a través de Booking y la verdad es que fue un acierto mayúsculo. Parecía que estaba en un hotel de lujo, con todos los detalles imaginables, y se convirtió en uno de los mejores alojamientos de mi recorrido por Ucrania. Además creo que llegué en el momento exacto, porque justo se marchaba un grupo de 40 chavales armando un follón tremendo. Los apartamentos no tienen ventanas al estar bajo tierra y leí alguna crítica negativa en este sentido, pero a mí me dio exactamente igual.
Una vez instalado me acerqué a un supermercado a comprar comida y regresé al hotel. Había sido una jornada muy intensa, así que solventé la cena con pan, queso y unas galletas, y me dediqué a descansar.
DESCUBRIENDO ODESSA
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable y me puse en marcha sin perder tiempo. Desayuné galletas, un plátano y un yogurt; preparé la mochila pequeña; y salí a la calle para explorar las principales atracciones del centro de Odessa. El cielo estaba cubierto de nubes, aunque al menos no llovía y la temperatura era muy agradable. Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Istanbul Park: el primero de los dos parques que se extienden a lo largo del popular Boulevard Prymosky. Aquí se puede ver el espectacular Ayuntamiento, con una fachada de color blanco llena de columnas y estatuas, y grupos de chavales jugando con sus patinetes. También hay un busto de Pushkin, el famoso poeta ruso, que vivió algo más de un año en Odessa. Istanbul Park acaba en la Escalera Potemkin, que conecta el centro histórico con la zona del Puerto. Fue inmortalizada en la película “El Acorazado Potemkin” (1925), pero si no la has visto (como era mi caso) este lugar te dejará indiferente. Cerca hay una plaza con una estatua del Duque de Richelieu, un oficial francés exiliado que fue el primer Gobernador de Odessa.
2. Greek Park: continúa donde acaba Istanbul Park y pasa junto a imponentes edificios, como el Londonskaya Hotel; el Palacio Vorontsov, rodeado de una valla metálica y con signos evidentes de deterioro (era la antigua residencia del tercer Gobernador de Odessa); o el Palacio del Shah, de estilo gótico, con forma de castillo, habitado durante un tiempo por el depuesto Shah de Persia (durante mi visita había soldados de rostro amenazante patrullando por el patio). Ambos palacios están comunicados mediante el Puente Tioschin; y frente a Vorontsov hay un conjunto de columnas de estilo griego que ofrece buenas vistas del Puerto.
En Greek Park hay numerosas cafeterías, desde locales y chiringuitos hasta vehículos particulares o remolques con una cafetera instalada. Yo durante la mañana hice un alto y me tomé un café con leche para recuperar fuerzas (35G).
3. Plaza Katerynynska: presidida por una estatua dedicada a Catalina la Grande y rodeada de bonitos edificios con sus fachadas cubiertas de relieves y esculturas.
4. Falz-Fein House: se trata de un bloque de pisos en cuya base destacan las estatuas de dos Atlantes sosteniendo una esfera con estrellas que simboliza el Universo. Mientras hacía fotos se me acercó un abuelete hablando en ruso. Como no le entendía, el hombre me enseñó un pin en la solapa de su americana donde aparecían los dos Atlantes; y después un carnet que le acreditaba como miembro del cuerpo de diplomáticos. Yo sonreí, nos dimos la mano, y se marchó en un lujoso Mercedes. En fin…
5. Flat House (o Witch House): otro edificio curioso que, visto desde un determinado ángulo, parece que sea plano y solo tenga la fachada, sin nada más detrás. El motivo: su forma triangular (según la versión más extendida por falta de presupuesto).
Tras hacer un montón de fotos tocaba llenar el estómago, y caminé hasta el Boulevard Deribasivska.
COMIDA: KOMPOT
Este restaurante tiene buenas críticas así que me acerqué a probarlo. Ocupé una mesa de su enorme comedor, me atendió una camarera muy amable, y examiné el menú en inglés. Al final decidí probar por primera vez Pollo a la Kiev (una pechuga rebozada, rellena de mantequilla, ajo y perejil), acompañado de puré de patatas. Para beber cayó una jarra de cerveza y Kompot de fresa (se obtiene cociendo la fruta en agua con azúcar). La verdad es que el lugar no me acabó de convencer. La comida tardó casi media hora en llegar; la porción era algo escasa; y todo me costó 275G. Con lo cual no repetí.
MAS LUGARES DE INTERES
Después de comer continué explorando el centro de Odessa en busca de nuevas atracciones:
6. Calle Sofiivska: una amplia avenida que comunica Greek Park con la Plaza Soborna y cuenta con numerosos edificios de fachadas tremendamente fotogénicas.
7. City Garden: se trata de un bonito parque ideal para ver a la gente pasar. Tiene un kiosko de metal en el centro y varias estatuas curiosas. Y a escasos metros destaca el espectacular Velyka Moskovska, un hotel que data 1905 decorado con esculturas y un majestuoso tejado (actualmente está cerrado).
8. Passazh: en mi opinión es la construcción más impresionante de la ciudad. En la planta baja hay una galería comercial con el techo de cristal y las paredes cubiertas de esculturas llenas de dinamismo representando dioses, ninfas y otros seres mitológicos. Un auténtico festival… Aunque allí me esperaba locales más elegantes, no un pub irlandés o tiendas de souvenirs. El resto de plantas están ocupadas por un hotel, y el exterior también cuenta con una elaborada decoración.
9. Plaza Soborna: presidida por la Catedral Preobrazhensky, el templo ortodoxo más importante de Odessa. Data del año 2003 porque el anterior fue demolido por las tropas soviéticas en 1936. En los alrededores hay mesas con lugareños jugando al ajedrez y edificios históricos.
10. Boulevard Deribasivska: es la principal avenida peatonal de la ciudad, y está dedicada a Josep de Ribas, un oficial de origen catalán al servicio de Catalina la Grande que fue el ideólogo y director de la construcción del Puerto de Odessa (no conocía para nada a este personaje). Deribasivska es un lugar lleno de ambiente, con infinidad de restaurantes, bares y cafeterías de animadas terrazas. Me sorprendió ver a tanta gente teniendo en cuenta que no era fin de semana. Mi visita a Odessa se produjo durante los días previos a Halloween y muchos sitios estaban decorados con calabazas, espantapájaros y centenares de luces. Aunque también encontré locales de fast food, música a todo volumen y grupos de chavales con ganas de fiesta.
11. Mercado de Privoz: situado cerca de la Terminal de Autobuses, con montones de puestos que venden todo tipo de alimentos. También me gustaron las tiendas de flores, que llenaban el aire de fragancia. Una pena que llegué cuando oscurecía y el mercado ya estaba cerrando.
La verdad es que Odessa me sorprendió gratamente. Tiene un Centro Histórico muy compacto, con sus principales lugares de interés a escasa distancia. Y se nota que hay dinero, con tiendas de lujo por todas partes, coches caros y gente arreglada paseando. Eso sí, durante mi recorrido también me crucé con bastantes mendigos. De vuelta en el hotel estuve leyendo y escribiendo. Y para cenar repetí pan, queso y galletas.
EN LAS PLAYAS DE ODESSA
La jornada comenzó de forma idéntica a la anterior: me desperté a las 8h, desayuné, y al poco ya estaba en el exterior con ganas de seguir descubriendo Odessa. Esta vez quería visitar la costa. Para ello decidí viajar en taxi hasta el barrio de Arcadia, situado a 8km del centro, y regresé a pie bordeando la costa del Mar Negro. Por primera vez en Ucrania pedí un taxi a través de la app de Uber y funcionó a la perfección: al momento apareció un vehículo, y en menos de media hora me dejó en Arcadia (105G).
Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Arcadia City: una avenida peatonal con montones de tiendas, bares y restaurantes. Comienza en un arco rectangular y acaba en la playa.
2. Arcadia Beach: aquí está la principal zona de fiesta de Odessa, con enormes discotecas junto al mar como Ibiza Beach Club o Itaka Beach Club. Evidentemente a esas horas de la mañana estaban cerradas y reinaba la calma. La playa en sí es minúscula y no tiene gracia, así que me compré un café con leche (35G) y seguí caminando.
3. Route of Health: se trata de un paseo marítimo rodeado de árboles y vegetación que conecta las playas de Arcadia y Lanzheron. Yo opté por caminar, pero también tiene carriles para bicis o segways. Durante la ruta me crucé con lugareños andando, corriendo o paseando a sus perros (por regla general pequeños, de razas exclusivas y en muchos casos vestidos); zonas con grupos de gatos muy bien cuidados, con casetas para dormir y comida abundante; un cuartel militar de enormes antenas que tuve que rodear (con la cámara de fotos enfundada por si acaso); y grandes piedras de un mineral de color amarillo (la más famosa está en Santa Barbara Beach, en medio de la arena, y los chavales se suben a ella).
Desde el paseo arrancan senderos que conducen a las diferentes playas y yo visité todas. La verdad es que me gustaron bastante, con arena blanca, aguas transparentes y un sol agradable. De vez en cuando pasaba al lado de niños jugando con sus cometas; espigones artificiales llenos de pescadores; abueletes alimentando a las gaviotas (les tiraban trozos de pan y ellas los cogían al vuelo); y algún que otro bañista saliendo del agua. Aunque en general, al ser jueves y finales de octubre no había mucha gente.
Me sorprendió comprobar que en la zona entre el paseo y las playas había tramos muy descuidados, con construcciones abandonadas llenas de grafitis, ruinas y basura (daba un poco de miedo). La anécdota se produjo cuando pasé cerca de una playa que en maps.me aparecía indicada como nudista. Pensé que era un error porque no estaba muy resguardada, hasta que vi a los primeros usuarios…
Al pasar por un chiringuito decidí hacer un alto y comprarme una hamburguesa de pollo. La calidad era pésima, pero al menos llené el estómago y me senté un cuarto de hora. Precio: 65G.
4. Lanzheron Beach: en esta playa encontré más ambiente, con familias y grupos de amigos, restaurantes y cafeterías abiertas, música… A esas alturas el sol se había ocultado tras las nubes, pero ya había hecho un montón de fotos y no me importó mucho.
5. Nemo Hotel Resort & Spa: un lujoso hotel de 5 estrellas ubicado en un edificio espectacular, con una piscina en forma de delfín pegada al paseo marítimo. En Booking la habitación más económica costaba 2.700G (poco más de 80€), un precio muy asequible teniendo en cuenta el nivel de las instalaciones. El paseo acabó frente a una sección del hotel aun en construcción donde había bastantes pescadores. Desde allí me alejé del mar ganando altura.
6. Parque Shevchenko: aquí se pueden ver los restos (muy restaurados) del Fuerte de Odessa, construido a finales del siglo XVIII en el lugar donde se levantaba el castillo otomano de Hadzhibey. Sus arcos de piedra son un mirador inmejorable para contemplar la actividad del puerto, con grúas en constante movimiento, contenedores, naves, silos… En el parque también hay alguna estatua curiosa, como una dedicada a los marineros fallecidos.
A continuación ya eran las 16h y comenzaba a hacerse de noche, así que regresé a mi habitación y estuve descansando un rato hasta la siguiente actividad del día.
UNA NOCHE EN LA OPERA
La Ópera de Odessa es un monumento majestuoso, con una fachada cubierta de columnas y esculturas. Fue diseñada a finales del siglo XIX por los mismos arquitectos encargados de la Ópera de Viena, y para ver el interior hay dos opciones: apuntarse a una visita turística con guía; o asistir como espectador a alguna de sus funciones. Yo nunca había presenciado una Ópera y comprobé que los precios eran de risa, con lo cual decidí acudir a la siguiente función.
Para comprar la entrada primero visité la página web, donde reservé un asiento; y al día siguiente recogí el billete (y pagué) en la taquilla de la Ópera, enseñando el correo recibido. La entrada me costó 250G (unos 7,5€), y eso que era un asiento “caro”, porque había a partir de 40G. Mi mayor preocupación fue otra: en la página web se indicaba que había que vestir bien o se denegaría la entrada al recinto, y yo solo tenía ropa deportiva. Vaya chasco si al final me quedaba en la calle por esa tontería. El día de la función aparecí en la entrada bastante nervioso, pero no tardé en ver a más gente como yo, en tejanos y zapatillas, y me pude relajar. Creo que como Odessa es un lugar de playa, el comentario se refiere a no presentarse allí en pantalón corto y chanclas.
Como ya preveía, el auditorio de la Ópera me encantó. Tiene varios pisos donde hay palcos de color dorado con relieves y esculturas; y en el techo hay un enorme fresco. Mi asiento estaba en la planta baja, a unos metros del escenario, aunque si regresara elegiría un palco privado (no costaban mucho más y seguro que las vistas son mejores).
La función se llamaba Opera Gala, y consistió en una serie de fragmentos de óperas de famosos compositores como Mozart, Verdi, Tchaikovsky o Bizet. Hubo actuaciones de tenores en solitario, parejas, grupos, y al final un coro con toda la compañía. En teoría la Ópera duraba una hora pero se alargó media más. Como era mi primera vez y no entiendo mucho desconozco si la función tuvo calidad. La acústica me pareció perfecta y las voces impresionantes, pero no puedo comparar con nada.
Eso sí, durante las actuaciones me dio la sensación de que mucha gente estaba allí más por hacerse un selfie y colgarlo en sus redes sociales que por la Ópera en sí. Los móviles están prohibidos, pero a mi alrededor varias personas los usaron para grabar, hacer fotos o consultar mensajes. A mi me daría igual, pero es que la luz de la pantalla molesta bastante y desvía el foco de atención.
En los alrededores de la Ópera hay varios edificios interesantes. A mí me gustó especialmente el Museo Arqueológico, que está junto a una escultura del Laocoonte.
CENA: CITY FOOD MARKET
Tras la función tenía el estómago vacío, y me dirigí a este lugar situado a 10 minutos de la Ópera. Se trata de un recinto de dos plantas donde hay diferentes locales de comida: china, italiana, japonesa, kosher (para los judíos), además de una cervecería. Yo elegí Chin Chin, un restaurante chino, en gran parte porque tenían un menú en inglés y me facilitó las cosas. Pedí berenjena rebozada con salsa agridulce, Noodles de pollo, y una jarra de cerveza. Y me senté en una pequeña mesa del comedor central. La comida estaba rica, con porciones generosas, y acabé muy contento. Precio: 250G. Después de cenar volví al hotel y no tardé en quedarme dormido.
VISITA A LAS CATACUMBAS
Al día siguiente mi alarma sonó a las 8h tras otra noche en la que dormí rodeado de un silencio total. Ya en pie desayuné el menú habitual (galletas, yogurt y un plátano), preparé la mochila pequeña y salí a la calle con la idea de visitar las famosas Catacumbas de Odessa.
En tiempos remotos la zona de Odessa se encontraba cubierta por un mar, y el terreno sobre el que se asienta la ciudad está compuesto de piedra caliza mezclada con fragmentos de organismos marinos. Durante el siglo XIX Odessa experimentó un boom demográfico, y con el fin de atender la gran demanda de vivienda se crearon los primeros túneles para extraer la piedra caliza, un material barato que se cortaba utilizando sierras. Pero no se hizo de forma unificada, y cada propietario de terreno excavaba sus túneles como creía conveniente. El resultado fue un auténtico laberinto de cientos de kilómetros distribuido en 3 niveles, con una profundidad máxima de 60m. Y cuando acabó la minería, ese mundo subterráneo se convirtió en el escenario de todo tipo de actividades.
Tanto mi guía de viajes como otras fuentes de información coincidían en que el único punto para acceder a las Catacumbas de forma oficial, acompañado de un guía, estaba en el barrio de Nerubayske, 13km al noroeste de la ciudad. Así que me dirigí al lugar: pedí un taxi a través de la app de Uber, apareció al cabo de unos minutos, y me llevó por 150G. También podría haber viajado en autobús, mucho más barato, pero preferí ir a lo fácil.
Una vez allí bajé por unas escaleras y me encontré frente a una pared de roca sedimentaria de color naranja, con varias puertas metálicas cerradas con candados. También había una pequeña oficina con una abuela. No hablaba ni una palabra de inglés, pero entendió que quería visitar las Catacumbas y llamó por teléfono a la guía. Aunque también me informó de un detalle: aquello me iba a costar 400G. La verdad es que me pareció caro teniendo en cuenta los precios de Ucrania. Al principio pensé que era porque no había más gente, pero al poco apareció un matrimonio local con sus 5 hijos (¡?) y el precio se mantuvo invariable. Además la guía resultó ser otra abuela que solo hablaba ruso. En fin… La mujer abrió una de las puertas y nos adentramos en las Catacumbas.
La visita duró alrededor de media hora, y por suerte el marido (Viktor) hablaba algo de inglés y me tradujo una pequeña parte de las explicaciones de la guía. El recorrido se centró en una de las utilidades que tuvieron las Catacumbas durante la Segunda Guerra Mundial: fueron el escondite de varias guerrillas de Partisanos que se enfrentaron a las tropas Nazis. Así que vimos diferentes cuevas con una despensa, una escuela (con la pizarra en la pared), dormitorios (para hombres y mujeres), armas y objetos personales de los Partisanos, etc…
En otras hay expuestas obras de artistas locales de dudosa calidad, como un conjunto de flores de plástico que brillaban en la oscuridad (¡?). Y en las paredes pude ver dibujados varios eslóganes y hasta alguna caricatura del enemigo. Salimos por un sitio diferente, cruzando un pequeño Museo dedicado a los Partisanos (con carteles de propaganda y más objetos personales), y nos despedimos de la abuela. Por el precio que pagué me esperaba mucho más…
Entonces Viktor me comentó que conocía otro lugar en el centro de Odessa para acceder a las Catacumbas. El plan no me seducía mucho, pero insistió en llevarme en coche junto a su familia y no me pude negar. A las malas me ahorraría el taxi de regreso. Por cierto, junto al Museo de los Partisanos hay un interesante memorial de estilo soviético y un par de tanques.
MAS CATACUMBAS
El lugar del que hablaba Viktor se llama Museum “Secrets of Underground Odessa” y se encuentra en el barrio de Moldavanka. El hombre habló con uno de los encargados, me uní a un grupo de ucranianos que estaba a punto de comenzar la visita, y nos despedimos. De nuevo fue en ruso y me perdí muchas anécdotas. Aunque por lo menos una chica (que era la guía de otro grupo y ya se marchaba) me hizo una introducción muy completa; y durante el recorrido encontré varios carteles con explicaciones en inglés. A continuación pagué la entrada (250G), me dieron un casco y una pequeña linterna, y entramos en las Catacumbas.
Esta visita fue un auténtico festival y todo gracias a Viktor. Nada menos que 2 horas enteras caminando por diferentes túneles rodeados de oscuridad, con la única luz de nuestras linternas. Y descubriendo las numerosas utilidades de las Catacumbas a lo largo del tiempo:
*Minería: vi exposiciones con fotografías de la época, herramientas, ropa, dibujos y grafitis de los mineros en las paredes…
*Partisanos: hay varias cuevas con objetos personales, fotografías, armas, extractos de diarios, etc… Similar a lo que vi en Nerubayske.
*Refugio Nuclear: visitamos uno construido durante los años 50, en plena Guerra Fría, para albergar a las reclusas de una cárcel de mujeres cercana. El lugar es realmente siniestro, con barrotes oxidados, salas oscuras, antiguos trajes de protección y máscaras antigás, carteles con dibujos sobre cómo actuar en caso de un ataque nuclear… Solo por esto ya mereció la pena el recorrido.
*Guarida de Ladrones: en las Catacumbas los delincuentes escondían sus botines, montaban estancias lujosamente decoradas, y creaban escuelas para formar a nuevos ladrones.
*Esclavitud: las mujeres de Odessa destacaban por su belleza, y muchas eran secuestradas para ser vendidas como prostitutas en Turquía, Egipto o Arabia, donde se pagaban importantes sumas de dinero. Las Catacumbas constituían un lugar ideal para ser ocultadas antes de embarcar hacia su destino.
Además vimos huesos de animales con millones de años de antigüedad, descubiertos en 1929; un lago subterráneo de aguas cristalinas; una serie de paredes con dibujos de barcos (la “ship gallery”)… Y por si fuera poco, nos llevaron a un bar iluminado con velas donde nos invitaron a tomar un par de chupitos de licor y pastas. En comparación la primera visita fue un atraco a mano armada… Como yo no entendía los relatos del guía siempre me quedaba en la cola del grupo, explorando otros rincones por mi cuenta. La única pega es que al haber tan poca luz es complicado hacer fotos, pero así me centré en disfrutar de la atmósfera.
Esta es la página web del Museum “Secrets of Underground Odessa”, donde se puede reservar plaza en alguno de los tours (hay 3 al día). Incluso tienen dos puntos de acceso más a las Catacumbas. Con este buen sabor de boca caminé hasta el centro mientras oscurecía, y decidí cenar algo.
CENA: CITY FOOD MARKET
Como la noche anterior me gustó, regresé al mismo lugar y volví a cenar en Chin Chin. El único cambio en el menú fue Arroz con Pollo en lugar de Noodles, el resto igual, así que de nuevo pagué 250G. Al ser viernes había un grupo de música tocando en directo en la planta superior que creaba un gran ambiente. Sin duda un sitio muy recomendable, y eso que no exploré el resto de opciones disponibles…
EXCURSION A BILHOROD-DNISTROVSKY
La jornada comenzó con mi rutina de los últimos días: alarma a las 8h, desayuno, y a la calle para intentar aprovechar el tiempo al máximo. El plan del día era visitar el Castillo de Akkerman, situado en Bilhorod-Dnistrovsky, una ciudad situada 80km al suroeste de Odessa. En principio me dirigí a la Terminal de Privoz, pero la encargada de la taquilla me dijo que las marshrutkas hacia ese destino partían desde una parada junto a la Estación de Tren. Por suerte solo tuve que caminar un poco más. Allí unos lugareños me dijeron dónde estaba la marshrutka, compré el billete al conductor (70G), ocupé un asiento de la fila individual, y al cabo de media hora arrancamos.
El trayecto duró casi 2 horas y seguimos una ruta totalmente inesperada, adentrándonos durante varios kilómetros en territorio de la República de Moldavia, cerca de la población de Palanca. Cuando me di cuenta de la situación me empecé a poner nervioso, porque desconocía si implicaba algún trámite aduanero que pudiera afectar a mi visado de Ucrania. Pero fue muy sencillo: en la frontera un soldado subió a la marshrutka para echar un vistazo y continuamos sin más interrupciones.
A parte de esta anécdota, atravesamos un paisaje formado por extensas llanuras envueltas en la niebla; cruzamos el río Dniester, con sus orillas cubiertas de vegetación y pequeñas barcas de pescadores; y dormí unos minutos. Cuando llegamos al centro de Bilhorod-Dnistrovsky me bajé de la marshrutka y caminé 1,5km hasta la principal atracción de la ciudad.
EL CASTILLO DE AKKERMAN
*Horario: 8h – 20h
*Precio: 80G
*Fotografía: ok
En la antigüedad Bilhorod-Dnistrovsky fue un activo centro comercial gracias a contar con una ubicación estratégica, en el estuario que forma el río Dniester antes de desembocar en el Mar Negro. Los Griegos fundaron la ciudad de Tyras, y los Bizantinos la rebautizaron como Asprokastron. La primera fortaleza de piedra fue construida por los Genoveses durante el siglo XIII. Más tarde, en el año 1359, la zona pasó a formar parte del Principado de Moldavia, y la ciudadela experimentó sucesivas ampliaciones para proteger una urbe cada vez más importante. Hasta que en 1484 el Imperio Otomano conquistó la región con un poderoso ejército, y durante casi 300 años continuaron renovando el castillo, que llamaron Akkerman (“Castillo Blanco”), repeliendo con éxito los constantes ataques de los Cosacos.
A medida que me acercaba a la entrada me sorprendieron las enormes dimensiones de la fortaleza, con una muralla exterior protegida por un foso, y diferentes torres defensivas. Tras comprar el billete accedí por la puerta principal a un extensa parcela donde hay diferentes establecimientos para entretener a los visitantes. Durante mi visita la mayoría estaban cerrados, pero aun así pude ver alguna cafetería, tiendas de souvenirs, disfraces de época para fotos, y un centro de tiro con arco. También hay un lavabo, que consiste en un agujero pestilente rodeado de 3 paredes y debe ser de la misma época que el castillo. Mi llegada coincidió con la de un autobús de críos. Al principio pensé que me vendrían bien para hacer fotos, pero en realidad se convirtieron en un agobio, llenando el lugar de gritos. Por suerte se marcharon relativamente pronto.
La parte más interesante del Castillo de Akkerman es su Ciudadela, a la que se entra cruzando una segunda muralla realmente fotogénica. La Ciudadela tiene tres imponentes torres defensivas, y hay varios puntos donde se puede subir a las murallas y disfrutar de muy buenas vistas del estuario del río Dniester. Era la segunda vez que paseaba junto a este río tras mi visita al Castillo de Khotin, cerca de Kamyanets-Podilsky. Cuando llegué a la fortaleza el cielo estaba bastante nublado, pero poco después salió el sol. A parte del grupo de críos había bastantes turistas locales. En total estuve recorriendo el lugar un par de horas y la verdad es que mereció la pena el viaje.
A continuación me acerqué un momento hasta la orilla del Dniester. El estuario es gigantesco y casi no se ve la otra orilla. Por allí había dos chicas echando pan a las gaviotas, que se arremolinaban a su alrededor formando un gran escándalo. Y poco después decidí poner punto y final a la visita.
REGRESO A ODESSA
Una vez en el centro de Bilhorod-Dnistrovsky decidí comer algo antes de volver a Odessa. Las calles eran un hervidero de gente, con numerosos puestos de frutas y verduras, o quioscos que vendían café y pastas. Yo estuve unos minutos deambulando sin saber qué hacer, hasta que al final encontré mi sitio: un bar donde compré dos bollos rellenos de queso y una jarra de cerveza, todo por 32G (¡menos de 1€!). Me atendió una señora de rostro serio y me senté en una mesa del comedor.
Tras llenar el estómago me dirigí a la Estación de Tren, porque sabía que las marshrutkas hacia Odessa parten desde allí. Cuando llegué ya había un vehículo esperando, ocupé un asiento de la fila individual, me tomé un café con leche (25G) y en menos de media hora nos pusimos en marcha. Por cierto, el conductor me cobró 65G (5G menos que a la ida). Imagino que el primero redondeó por falta de cambio.
Esta vez seguimos una ruta diferente, sin tener que adentrarnos en Moldavia. Lo más destacado fue pasar sobre una lengua de arena que cruza la desembocadura del río Dniester, conectando las poblaciones de Zatoka y Karolino-Buhaz. Esta zona tiene alguna bonita playa y en verano es un popular centro de veraneo, con docenas de hoteles. Aunque desde la carretera solo se veían construcciones destartaladas y perros callejeros. Con más tiempo hubiera parado a dar un paseo, pero ya comenzaba a oscurecer y el cielo se volvió a llenar de nubes. Es el problema de viajar en temporada baja. A partir de aquí se hizo de noche y eché otra cabezada (cuando me dejaron los frenazos bruscos del conductor, que iba a toda pastilla). Y llegamos a la Estación de Tren de Odessa, tras casi 2 horas de viaje.
CONCLUSION
En un principio no tenía intención de visitar Odessa porque se trata del principal destino de vacaciones de los ucranianos y me imaginaba la típica ciudad de costa llena de ruidosos bares y discotecas. Además me obligaba a desviarme bastante de la ruta; y las playas no me atraen especialmente. Por suerte acabé incluyendo Odessa en mi itinerario y descubrí un lugar con suficientes atractivos para pasar un par de días muy entretenido (o tres si añades la excursión al Castillo de Akkerman). Como ya he comentado en el post, te recomiendo alojarte en el Hotel Lyon d’Opera, visitar las Catacumbas “Secrets of Underground Odessa” y acudir a la Ópera.
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