Un espeluznante viaje nocturno en taxi para ver amanecer desde la cima de una montaña a más de dos mil metros de altura entre antiguas estatuas
Nemrut Dagi es una montaña situada en el centro de Anatolia donde hace muchos siglos el Rey de Comagene decidió erigir un fastuoso monumento funerario para ser recordado eternamente. Está compuesto por un enorme túmulo y dos terrazas con estatuas deterioradas por el paso del tiempo y los terremotos. Y una visita a este lugar para ver amanecer o la puesta de sol constituye una experiencia sobrecogedora. La montaña forma parte del Parque Nacional Nemrut Dagi, que también incluye las ruinas de Arsameia, antigua capital del reino.
De forma inesperada mi viaje a Nemrut Dagi me hizo pasar por Sivas. Así que aproveché para dedicar unas horas a esta ciudad, que cuenta con algunos edificios interesantes de la época Selyúcida como sus madrazas y mezquitas.
VIAJE: NEVSEHIR – SIVAS
Mi desplazamiento hasta el siguiente lugar de interés de Turquía fue una odisea. Y todo porque coincidió con el Eid, que aquí se conoce como Seker Bayram. Se trata de 3 días de fiesta nacional que celebran los países musulmanes y comienzan justo cuando acaba el Ramadán. En ellos la gente se dedica a viajar y hacer turismo interno, así que me quedé de piedra cuando busqué un asiento en todas las rutas de autobús que salían de Nevsehir y no había ni una sola plaza libre. La única fórmula que se me ocurrió para poder continuar mi ruta hacia el este fue quedarme un día más en Nevsehir; y dar un importante rodeo.
La primera etapa del viaje fue llegar en autobús a Sivas, una ciudad 280km al noreste de Nevsehir. El encargado de la recepción del Viva Hotel reservó un asiento mediante Biletall, una web turca (pagó con su tarjeta y yo le di el efectivo). Aunque con una pega importante: el autobús partía a las 3h de la madrugada. Vaya tela… Además esto provocó que pagara una noche de hotel sin dormir; y que perdiera el desayuno incluido en el precio.
Y esos no fueron los únicos inconvenientes. La Terminal de Autobús de Nevsehir se encuentra a 8km del centro. Yo pregunté en la recepción cómo podía llegar y otro encargado me dijo que cogiera un dolmus en una parada cercana. Me extrañó bastante que hubiera servicio a esas horas y en pleno Ramadán, pero no le quise contradecir. Así que a las 2h desalojé mi habitación y caminé hasta la parada. Y al cabo de unos minutos un lugareño confirmó mis sospechas: por allí no pasaría ningún dolmus.
A continuación el chaval se ofreció a llamar un taxi y yo me puse en guardia, porque en algunos países se trata de una forma de engaño muy habitual. Pero la verdad es que me sacó de un apuro: el taxi apareció al momento (no sé como hubiera encontrado uno); al despedirnos me dio un enorme puñado de pipas de girasol para el viaje; y durante el trayecto el taxista utilizó el taxímetro (pagué 50L, pero era la tarifa oficial). Una vez más la amabilidad extrema de los habitantes de Nevsehir…
Al final llegué a la Terminal de Autobús a las 2.30h, obtuve mi billete en las oficinas de la compañía Tokat Yildizi (70L), y tras un rato esperando apareció el vehículo con puntualidad. Una vez en mi asiento (en la fila individual) pensé que no podría dormir porque había bastante gente de charla o con el móvil. Pero estaba tan cansado que acabé enlazando varias cabezadas; y llegué a Sivas poco antes de las 7h.
En la terminal encontré una cafetería muy espaciosa donde me senté a desayunar un Simit y un par de tés (6L). A continuación dejé mi mochila grande en una consigna gestionada por un abuelete (7L); y estuve leyendo hasta las 8h.
UN PASEO POR SIVAS
Sivas es una ciudad muy antigua ubicada en el centro de la península de Anatolia. En tiempos del Imperio Bizantino se llamaba Sebasteia y era la capital de la provincia de Armenia Minor, gracias a su ubicación estratégica. Sebasteia tuvo otro momento de gloria en el siglo XII (ya rebautizada como Sivas), cuando pasó a formar parte del Sultanato de Rum. Los selyúcidas llenaron la ciudad de lujosas construcciones, entre las que destacan una serie de Madrazas (escuelas religiosas). Hasta que las hordas de Timur saquearon Sivas en el año 1400 y nunca volvió a recuperar su esplendor. Ya que estaba aquí y tenía unas horas disponibles, no me podía marchar sin hacer una visita.
En la salida de la terminal encontré una parada de autobuses urbanos y me subí al primer vehículo que pasó en dirección al centro. Me costó 3,25L, y recorrí en un momento los 2km de trayecto. Esto fue lo más destacado:
1. Çifte Minare Medrese: una madraza cubierta de relieves con motivos geométricos y versículos del Corán. Es un monumento espectacular, y eso que solo se conserva la portada y sus dos afilados minaretes.
2. Sifaiye Medrese: ubicada justo delante de Çifte Minare, tiene otra portada de grandes dimensiones con una elaborada decoración.
3. Bürüciye Medrese: de estilo similar a Sifaiye Medrese.
Como todavía era muy temprano, al principio me encontré las dos últimas madrazas cerradas, pero a las 10h ya estaban abiertas y pude entrar a ver sus patios con mesas para sentarse a tomar té.
4. Kale Camii: una mezquita muy fotogénica, con varias cúpulas y un minarete de ladrillo.
Estas 4 construcciones están en la plaza Hükümet Meydan, a escasos metros entre sí, lo cual facilita mucho la visita.
5. Ulu Cami: la mezquita más antigua de la ciudad. Llama la atención su enorme minarete, que desde la distancia se ve ligeramente inclinado.
6. Gök Medrese: dicen que es el monumento más bonito de Sivas, pero cuando llegué estaba cerrado por obras de restauración, con parte de la fachada y sus dos minaretes cubiertos de andamios, así que no puedo opinar.
Tras la visita mi idea era quedarme más tiempo paseando por Sivas, curioseando tiendas, o tomando té en una terraza. Pero al ser festivo casi todos los comercios estaban cerrados. Y encima era Ramadán, así que las opciones para comer eran escasas. Con lo cual, tras un rato caminando sin ver nada de interés paré un autobús y regresé a la terminal antes de lo previsto. Por lo menos allí había aire acondicionado y tiendas con bebidas y snacks a la venta. Eso sí, estaba muerto de sueño y la espera se me hizo eterna.
VIAJE: SIVAS – MALATYA
Durante mi odisea buscando autobuses solo encontré uno que cubría el trayecto y partía a las 19h. Esto implicaba llegar a Malatya de noche; y un día entero atrapado en Sivas. Pero por suerte al llegar a Sivas pregunté en las oficinas de Tokat Yildizi y me dijeron que había plazas en un autobús que salía a las 14h (¡5 horas menos!). Así que compré el billete sin dudarlo (50L) y cancelé el que había reservado a través de Busbud.
El autobús apareció con media hora de retraso, y no debían quedar muchas plazas libres porque me tocó un asiento muy atípico: en la fila trasera, justo en el pasillo. La única parte positiva fue que había muchísimo espacio para estirar las piernas. Pero a cambio no tenía salidas de aire (el calor era importante); ni vistas para entretenerme. Y por si fuera poco, a mi izquierda viajaba un chaval entrado en carnes al que le apestaba la boca. Era insoportable (y no me quejo habitualmente de estas cosas). Así que cuando vi un asiento que quedaba libre en la fila individual me lancé como un resorte y al menos viajé el último tramo con tranquilidad.
A parte del retraso, nada más salir de Sivas el autobús se detuvo en un área de servicio para comer, con lo cual llegué a Malatya a las 18h (una hora más tarde de lo previsto). Yo fui escuchando música todo el viaje, mientras cruzábamos un paisaje compuesto principalmente por llanuras de color verde y campos de cultivo.
La Terminal de Malatya está a 5km del centro y de nuevo tuve que buscar transporte. De forma intuitiva crucé la carretera principal por un puente para situarme en la dirección correcta de los vehículos. Y antes de bajar un conductor de dolmus me preguntó con gestos si iba al centro y me esperó. Por regla general esto es un claro indicio de que te van a timar. Pero no en Turquía, porque el hombre me cobró el precio exacto (solo 2L). Eso sí, el viaje fue una sucesión de acelerones y frenazos, rodeado de pasajeros. Yo fui controlando mi ubicación en el mapa y al cabo de unos minutos me bajé en las inmediaciones de mi hotel.
ALOJAMIENTO: AVSAR HOTEL – 100L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; limpieza extrema; baño privado; tranquilidad total por la noche; aire acondicionado (menos mal, porque el calor era horrible); nevera con agua de cortesía (que reponían cada día); wifi rápido; personal realmente amable; desayuno incluido.
*Puntos en contra: ducha con agua fría y escasa potencia; hotel para fumadores (en mi habitación había un fuerte olor a tabaco).
Malatya no aparecía en mi guía de viajes ya que se trata de una ciudad moderna de nulo interés turístico (solo destaca por ser la capital del albaricoque), así que basé mi estrategia en la táctica Expedia. En la app descubrí que me lo jugaba todo a una carta, porque el resto de opciones eran bastante caras. Así que me dirigí al Avsar Hotel, que contaba con valoraciones mediocres, y conseguí una habitación muy completa ahorrándome 20L respecto el precio de Expedia. Es un hotel orientado a gente de negocios, y la verdad es que no entiendo las críticas.
Una vez instalado, tras unos minutos de descanso, salí al exterior a cenar, porque ya eran las 19h y me moría de hambre.
UNA CENA DIFERENTE
Nada más poner un pie en la calle noté que la gente me miraba con caras de curiosidad al ser el único turista occidental. Toda una novedad después de pasar una temporada en la Capadocia. Al principio caminé por la carretera principal en busca de algún restaurante, pero no encontré nada. Así que me desvié por una calle cercana a mi hotel y pasé junto a una panadería donde estaban preparando Lahmacun (pizza turca). Allí un simpático chaval contactó conmigo y me explicó lo que tenía que hacer.
Para empezar entré en la tienda de al lado y compré los ingredientes necesarios para el Lahmacun: una bolsa de plástico donde el encargado metió queso, dos huevos, verduras, pimiento… y lo mezcló todo creando una salsa espesa. La bolsa y una Fanta de litro me costaron 12,5L. A continuación regresé a la panadería y en cuestión de minutos me cocinaron dos Lahmacun enormes con masa recién hecha. Mientras esperaba estuve hablando con el chaval, me presentó a su padre, hice fotos de los empleados… Y al final… ¡no me dejaron pagar! Qué encanto de gente. Todo un detalle…
De regreso en el hotel cené en una mesa de la recepción. El Lahmacun estaba rico, aunque cuando el encargado de la tienda me preguntó si quería pimienta tenía que haber dicho que no, porque picaba bastante. Había pizza para aburrir, y con lo que sobró tuve para comer y cenar al día siguiente. Tras llenar el estómago estuve charlando un rato con el dueño del hotel, un abuelete amable y sonriente. Y me fui a la cama, porque estaba agotado tras un día intenso.
LA HISTORIA DE NEMRUT DAGI
Como muchas de las grandes construcciones de la antigüedad, Nemrut Dagi es obra de un gobernante con enormes dosis de megalomanía. Comagene fue una antigua región de Asia Menor que siempre estuvo dominada por las potencias de la época. Hasta que en el año 80 AC Mithridates aprovechó la debilidad del Imperio Seléucida (heredero de parte de los territorios conquistados por Alejandro Magno) y proclamó el Reino de Comagene, estableciendo su capital en Arsameia. Aunque su independencia siempre pendió de un hilo. Comagene se encontraba entre un Imperio Romano en plena expansión por el oeste, y el poderoso Imperio Parto al este. Y durante apenas 40 años funcionó como una especie de zona neutral, con el pobre Mithridates haciendo equilibrismos para contentar a ambas partes.
La época dorada de Comagene tuvo lugar durante el reinado de Antíoco I, hijo de Mithridates. Tan seguro estaba de su poder que ordenó construir un gigantesco templo funerario en su honor en la cima de Nemrut Dagi, a más de 2.100m de altura. Hasta que en el año 38 AC los romanos se cansaron de jugar y conquistaron el Reino de Comagene.
PREPARANDO LA VISITA
El Parque Nacional Nemrut Dagi se encuentra en una zona bastante remota de Turquía, y encima no se puede llegar en transporte público. Así que visitar el lugar requiere de una planificación específica. En general se accede desde dos lugares:
*Malatya: ciudad situada unos 100km al norte. La carretera acaba en una cafetería donde se compra el billete (20L) y se sube a una furgoneta shuttle (5L) para recorrer una empinada pista de tierra que deja a 300m de la cima de la montaña.
*Kahta: una población 50km al sur. El sistema es el mismo, pero el camino a pie hasta la cima es más largo (unos 600m). También es la ruta de acceso más popular, porque permite visitar otros lugares de interés de camino.
Yo siempre me complico la vida, así que decidí hacer un mix de ambas opciones. Accedería por el norte, visitaría las ruinas, y bajaría por el sur. Aunque esto implicara hacer la excursión con todo mi equipaje encima.
Para viajar desde Malatya o Kahta tienes dos opciones: alquilar los servicios de un taxi o apuntarte a un tour organizado. Yo pregunté en la recepción del Avsar Hotel de Malatya, y me consiguieron un taxi por 220L (unos 34€). Un precio que me pareció barato, teniendo en cuenta que eran 200km de recorrido (ida y vuelta), y el taxi a la Terminal de Autobús de Nevsehir ya me cobró 50L por menos de 10km. De hecho, el primer taxi me pedía 200L, pero me lo pensé demasiado, y cuando le volvieron a llamar ya no estaba disponible. En cuanto a los tours, no tengo ni idea de los precios, porque los intento evitar al máximo y no me informé.
Otra decisión importante es el timing de la visita. Lo recomendable es hacerla coincidir con el amanecer o la puesta de sol. Como odio madrugar y durante mi estancia en Turquía amanecía a las 5h, yo había elegido la puesta de sol. Pero el chaval encargado de la recepción del hotel me recomendó mucho el amanecer y decidí hacerle caso, así que quedé con el taxista a las 2h. Si viajas desde Kahta el madrugón será menor.
Un último consejo: independientemente de la época del año en que visites Nemrut Dagi… ¡abrígate! Más aun si vas a ver el amanecer. Porque estarás a más de 2mil metros de altura en una zona montañosa azotada por vientos gélidos.
AMANECER EN NEMRUT DAGI
Había quedado tan temprano con el taxista que ya ni me molesté en dormir, y estuve en mi habitación organizando asuntos del viaje. Llegada la hora preparé mis mochilas y bajé a la recepción, donde ya me esperaba el conductor. Yo, iluso de mí, había previsto dormir un rato durante el trayecto, que en teoría era de 2 horas… Sí sí… El viaje fue como vivir un rally desde dentro, con sacudidas constantes, aceleraciones, frenazos bruscos, volantazos para esquivar cosas (animales, rocas desprendidas, curvas cerradas…). Atravesando carreteras oscuras sin cinturón de seguridad (el coche no tenía en el asiento trasero). Y menos mal que la mayoría del camino fue cuesta arriba y el vehículo no tiraba mucho, si no… Como digo siempre, éste es el mayor peligro al que me expongo en mis viajes, no las fieras salvajes o los grupos terroristas.
El caso es que al final llegamos a la cafetería a las 3.45h, más que sobrados. El taxista despertó al encargado de las instalaciones; cobró; y se marchó de regreso a Malatya (imagino que todavía más rápido, ahora que iba solo). Al ser tan pronto el shuttle a la cima todavía no estaba en funcionamiento, y me senté a esperar en un sofá (mejor allí que en la montaña pasando frío).
A las 4.15h apareció el conductor del shuttle con cara de dormido, me dijo que le siguiera, subí a la furgoneta, y nos pusimos en marcha. Yo pensaba que durante la espera aparecerían más visitantes, pero no fue así, y me ilusioné con la idea de tener las ruinas para mí solo. Hasta que me di cuenta de mi error: faltaba la gente que subía desde el lado de Kahta, mucho más concurrido.
La furgoneta avanzó por la empinada pista con las primeras luces del día; me dejó al pie de la rampa final, que tuve que recorrer cargado con mis mochilas; y antes de llegar comprobé que en la cima ya había docenas de turistas esperando. Por suerte pasé junto a la caseta de los vigilantes de seguridad del recinto y no me costó nada conseguir su permiso para dejar la mochila grande dentro. Así pude realizar la visita ligero.
En cuanto a la gente, casi todo el mundo se concentraba en una plataforma de piedra para ver salir el sol. Así que yo busqué un rincón apartado y me senté en una roca, dejando a la gente a mis espaldas. Y al rato disfruté de un amanecer mágico, con el cielo despejado y el sol perfectamente definido en el horizonte. Además la gran sorpresa fue que no hacía nada de frío. Iba en manga corta y chaqueta y estaba comodísimo (no es lo habitual).
A continuación tocaba visitar las ruinas y la primera imagen me dejó sin palabras: un gigantesco montículo artificial de forma cónica, de unos 50m de altura, hecho con roca triturada, en cuyo interior cuentan que todavía está intacta la tumba del Rey Antíoco I. Y al pie del montículo una terraza con una serie de enormes estatuas que representan al propio rey y sus amiguetes (los dioses Zeus, Apolo, Herakles…). A causa de los terremotos que han azotado la zona, hace tiempo que las cabezas de las estatuas se desprendieron, y se encuentran esparcidas frente a los cuerpos, llenas de grietas y con una mirada triste que me hizo pensar mucho en el paso implacable del tiempo.
La terraza donde se ve amanecer es la Este, y hay más espacio para hacer fotos panorámicas. Además los cuerpos de las estatuas están en buen estado. Desde aquí se puede caminar hasta el otro lado del montículo, donde se encuentra la terraza Oeste, con una composición idéntica. Aquí es más complicado hacer fotos porque hay poco espacio, y los cuerpos están destruidos, pero las cabezas se conservan mejor. Además hay estelas de color oscuro con relieves. Los primeros momentos tras el amanecer fueron un caos de gente en busca del selfie de turno ante las estatuas (ningún turista occidental, todos eran turcos). Pero poco a poco se fueron marchando y al final me quedé totalmente solo, con el único sonido del viento y los pájaros. Sin duda un lugar memorable, y otro de los platos fuertes de mi viaje por Turquía.
VIAJE A KARADUT
Tras la visita recuperé mi mochila grande y bajé los 600m en dirección sur. De camino pude ver docenas de arañas (algunas bastante grandes) que correteaban por la pista; escarabajos; y una mantis religiosa. Aquello parecía el paraíso de los insectos. Llegué al final justo cuando aparecía un shuttle, y me subí junto a otra pareja con la que charlé brevemente (el trayecto fue mucho más corto que el del acceso norte).
Una vez en la entrada sur del recinto decidí desayunar en la cafetería porque todavía no eran ni las 7h (muy temprano para buscar alojamiento) y necesitaba reponer fuerzas. Allí me senté en una mesa de la terraza, con vistas geniales de los alrededores; y pedí un desayuno, compuesto por los productos habituales: pepino, tomate, olivas, quesos, huevo frito, pan con mermelada y té. A mi alrededor había un par de mesas con una familia y un grupo de amigos. El chaval que me atendió iba de gracioso y el precio no fue económico (25L), pero por lo menos llené el estómago.
Poco antes de las 8h me puse en marcha con un destino bastante incierto. Según el mapa tenía 9km hasta el primer hotel de la zona; no sabía si habría habitaciones disponibles (aunque a las malas siempre podía plantar la tienda de campaña); y a esas horas era muy difícil hacer autoestop (la gente ya se había marchado). Aunque no me vine abajo y empecé a caminar cargado con mis mochilas, bajo un sol que ya pegaba duro. Reconozco que tras recorrer unos kilómetros hubo un momento en que me enfadé conmigo mismo, por ese don que tengo de embarcarme en aventuras imposibles. Pero al cabo de unos minutos paró un coche, y resultó ser la pareja del shuttle, que me ofreció llevarme a mi destino. ¡Menos mal!
Él era turco y no hablaba inglés; ella rumana, muy extrovertida y con un inglés más que aceptable (incluso algo de español). La conversación fue muy agradable, y me hubiera quedado con ellos durante horas. Incluso me salté un par de alojamientos. Pero al final les dije que me bajaba en la población de Karadut; me despedí de ellos con abrazos, porque me habían salvado la vida (entre Nemrut Dagi y Karadut hay 12 km de distancia); y me puse a buscar un lugar para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: KARADUT PANSIYON – 60L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; buena limpieza; tranquilidad total por la noche; servicio de comidas; precio.
*Puntos en contra: habitación sin luz eléctrica (hacía mucho calor); camas individuales; baño compartido, sin luz ni espejo; propietarios (2 hermanos) bastante secos (aunque atendieron todas mis necesidades).
Esta pensión fue mi primera opción y como era de esperar estaba completa (de nuevo el Seker Bayram). Pero uno de los dueños (un chaval joven) me propuso quedarme en una habitación muy básica a un precio bastante inferior (en Expedia las habitaciones normales costaban 110L) y acepté sin dudarlo. Según me contó más tarde su hermano tuve una suerte tremenda, porque durante el día aparecieron hasta 7 parejas en busca de habitación y no las pudieron alojar.
Una vez instalado quería aprovechar el tiempo, pero estaba muerto después de una mañana tan intensa, así que me estiré en la cama y me quedé dormido durante unas horas. El calor era horrible y no paré de sudar, pero la siesta me dejó como nuevo. A continuación solventé la comida con unas galletas y un zumo que había comprado en una tienda de Malatya (4,5L); y salí en busca de nuevas aventuras.
REGRESO A NEMRUT DAGI
Para redondear la jornada había pensado en volver a Nemrut Dagi para ver la puesta de sol, porque me servía el mismo billete y podría contemplar el lugar con una luz diferente. En principio contaba con poder unirme a alguna excursión organizada por mi pensión, pero a las 17h los hermanos me confirmaron que ese día no tenían a nadie interesado, porque todos los huéspedes viajaban con vehículo propio. La alternativa era un taxi privado por 100L y no me apetecía mucho.
Ante esta situación, cualquier persona normal se hubiera quedado el resto de la tarde en la pensión en plan relax. ¿Y qué hice yo? Plantarme en la carretera con mi cámara de fotos y hacer autoestop, con todas las incógnitas del mundo (cómo volvería de noche, etc…). Pero por lo visto era mi día de suerte, porque el primer coche que pasó se detuvo: un flamante BMW rojo con Eren y Semiha, una pareja de jóvenes de Ankara. Y no solo me llevaron hasta Nemrut Dagi, sino que hicimos la visita juntos y regresé con ellos a la pensión. Un lujazo… La verdad es que fueron majísimos: ella con mejor nivel de inglés; él con más dificultades, aunque sonriente y atento. Charlamos, nos hicimos fotos… En fin, una tarde genial.
En cuanto a mi segunda visita a Nemrut Dagi, encontré dos diferencias importantes respecto a la mañana:
*Gentío: al ser festivo los turcos habían invadido la montaña. En el parking (que era enorme) no cabía ni un vehículo más, y la gente aparcaba en triple fila (dejando atrapado durante un buen rato el BMW de Eren y Semiha). Los shuttles viajaban llenos de gente. Y en Nemrut Dagi costaba fotografiar las cabezas, porque siempre había alguien delante haciéndose un selfie. Y yo que me quejaba por la mañana…
*Cielo nublado: con lo cual no había posibilidad de ver la puesta de sol y nos marchamos un rato antes.
Así que tengo que agradecerle al chaval del Avsar Hotel haber disfrutado Nemrut Dagi en solitario y con un bonito amanecer, porque lo de la tarde fue un despropósito.
CENA EN LA PENSIÓN
De nuevo en la pensión me senté a cenar en la terraza. La propuesta era un menú cerrado por 30L que consistió en sopa, Tavuk Shis con sémola y tomate, ensalada, salsa de yogur y pepino, una botella de agua grande y té. La comida estaba fría, pero no me desagradó. Me atendieron unos chavales muy majos. Y a mi alrededor había una atmósfera agradable, con familias turcas y niños jugando.
Tras la cena me fui a la habitación y al poco ya estaba durmiendo, a pesar de la siesta de varias horas. Todavía estaba cansado pero tremendamente satisfecho, porque había solventado con nota una jornada muy compleja.
MAS VISITAS EN NEMRUT DAGI
Al día siguiente mi idea inicial era explorar los alrededores de Kocahisar, una población situada dentro del Parque Nacional. Aquí se pueden visitar lugares como las ruinas de Arsameia, la antigua capital del Reino de Comagene, con algunos relieves espectaculares; un Puente Selyúcida; y Yeni Kale (un antiguo castillo). Pero (para variar) esta idea tenía alguna pegas:
*Entre Karadut y Kocahisar hay más de 20km de distancia. Sin opción de transporte público y sin una ruta directa (si hacía autoestop necesitaría al menos un par de vehículos).
*Esta parte del Parque Nacional no es muy visitada, con lo que no encontraría muchos coches de camino.
*Por la noche tenía que coger un autobús en Siverek y llegar no era sencillo, así que no iba muy sobrado de tiempo.
A esta situación se añadió que uno de los hermanos de la pensión me ofreció llevarme en coche hasta donde comenzaba el transporte público hacia Siverek por un precio razonable. Es verdad que le podía haber dicho que en su lugar me llevara a Kocahisar, pagando lo que fuera, y ya me buscaría la vida para volver. Pero no me la quise jugar y decidí despedirme de Karadut.
CONCLUSIÓN
A pesar de su acceso complicado, considero que una visita a la cima de Nemrut Dagi es una experiencia memorable, por sus enormes estatuas de aspecto melancólico y la belleza del paisaje. Un día será más que suficiente para subir a la montaña (preferiblemente al amanecer o antes de la puesta de sol) y ver otros lugares del Parque Nacional, como las ruinas de Arsameia. En cuanto a Sivas, yo no me desviaría excesivamente de la ruta para conocer la ciudad, pero si pasas por allí te recomiendo dedicarle un par de horas y ver sus principales monumentos.
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