Explorando la capital de Herzegovina, con edificios en ruinas a causa de la guerra, un hangar abandonado y un fotogénico monasterio sufí
Mostar es la capital de Herzegovina, una región histórica que durante el siglo XIII fue anexada al Reino de Bosnia, aunque en la práctica mantuvo un elevado grado de independencia hasta la conquista de la zona por parte del Imperio Otomano en 1482. Con los turcos Mostar prosperó llenándose de lujosos edificios, una dinámica que continuó tras la ocupación del Imperio Austro-Húngaro. Pero la Guerra de Bosnia dejó la ciudad completamente arrasada. Gracias a la ayuda internacional se pudo reconstruir el casco antiguo y Mostar es uno de los principales destinos turísticos del país, aunque no hay que caminar muy lejos para encontrar secuelas del conflicto.
Además un lugar alabado como ejemplo de convivencia entre culturas acabó con los Serbios expulsados (o huidos) a la vecina República Srpska; los Croatas ocupando el oeste de la ciudad; y los Bosnios musulmanes en el este, haciendo vidas separadas. Entre las atracciones de Mostar destacan el famoso Stari Most o la Mezquita Koski Mehmed-Pasha. Y a escasos kilómetros se encuentran la población de Blagaj y el hangar abandonado de Buna.
VIAJE: JAJCE – MOSTAR
Entre estas dos ciudades hay 165km y el trayecto tarda 3,5 horas, pero la escasa frecuencia de autobuses en Bosnia provocó que perdiera todo el día. Una vez desalojado mi estudio me dirigí a la Terminal de Jajce y allí la encargada de la taquilla me dijo que el siguiente autobús hacia Mostar salía dentro de 3 horas. Con lo cual compré el billete (20,5M), busqué un café y me senté a leer y escribir mientras tomaba un capuchino (2M). Vaya tela… Aunque también fallo mío por no informarme con antelación de los horarios.
De nuevo en la Terminal el autobús apareció con un cuarto de hora de retraso. A continuación guardé mi mochila grande en el maletero (2M); y como el vehículo ya venía casi lleno acabé sentado en la fila trasera. Un coñazo porque la ruta estaba llena de curvas y detrás se notan más las sacudidas. Además había una placa del techo rota por donde salía un chorro de aire helado que me pegaba de lleno y no hubo forma de contener. Yo pensé que durante el viaje alguien bajaría y me podría cambiar de sitio, pero para mi sorpresa todo el mundo aguantó hasta Mostar.
Al menos viajé junto a la ventana y pude disfrutar de un paisaje magnífico. Primero atravesamos una zona de campos de cultivo; después bordeamos el Lago Rama, con sus aguas turquesa, creado por la presa que alimenta una planta hidroeléctrica cercana; y para acabar seguimos el curso del río Neretva, entre enormes montañas, pináculos de roca y bosques de un color verde intenso. Espectacular. Ojalá hubiera tenido mi propio vehículo porque habría parado a hacer fotos en infinidad de ocasiones.
El autobús finalizó su recorrido en la Terminal Este de Mostar, situada en la parte Bosnia. Desde allí caminé tranquilamente 2,5km hasta el lugar donde había previsto pasar la noche, mientras comenzaba a oscurecer.
ALOJAMIENTO: PANSION VILLA ANJA – 34M/Noche
*Puntos a favor: estudio equipado con cocina y nevera; cama doble muy cómoda; ducha perfecta; limpieza extrema; buena ubicación, a 10 minutos a pie del casco antiguo; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; aire acondicionado; propietario (Sanel) muy simpático; precio.
*Puntos en contra: toalla minúscula.
En Mostar hay montones de alojamientos y no me costó encontrar una habitación a un precio razonable. De entrada reservé 3 noches a través de Booking, pero al final me quedé una más para explorar con calma la ciudad y el dueño me hizo un descuento de 4M (algo es algo). Por culpa de Google Maps tardé más de la cuenta en dar con la pensión. Una vez en la puerta llamé al interfono y al cabo de unos minutos apareció Sanel, que me dio un estudio en el piso superior para estar más tranquilo. La verdad es que acabé muy satisfecho y volvería a alojarme aquí sin dudarlo.
Nada más instalarme salí en busca de un sitio para cenar, porque no había comido nada desde el desayuno y me moría de hambre.
CENA: TIMA-IRMA
Este local situado en pleno corazón del casco antiguo tiene fama de servir el mejor Cevapi de Mostar, con lo cual fue mi primera elección. Allí ocupé una mesa junto a la barra porque la terraza estaba llena, aunque más tarde descubrí que hay un comedor en el primer piso. El menú no es muy variado y obviamente pedí una ración de Cevapi (10 trozos) acompañada de Ajvar y cebolla; y una cerveza Mostarsko de 0,5l. A ver, la carne estaba rica pero me gustó más en Sarajevo, donde no tenía nada de grasa. Eso sí, las camareras me trataron muy bien y el precio fue realmente económico (12M).
Después de cenar hice una compra de comida en un supermercado; y regresé a la pensión, donde charlé un rato con una chica belga. Estaba participando en un torneo juvenil de tenis y se alojaba en un estudio de la planta baja junto a su madre y un perro blanco de largo pelaje.
El resto de la noche me dediqué a leer y preparar las próximas jornadas. Durante bastante tiempo escuché en la distancia música techno a todo volumen (no se si era un bar o un concierto al aire libre). Además unos vecinos se sentaron en una mesa junto a mi ventana y hacían bastante ruido. Por suerte a eso de la 1h reinó la calma y me quedé dormido al momento.
DESCUBRIENDO STARI MOST
Al día siguiente me desperté como nuevo tras una noche realmente tranquila. Una vez en pie desayuné un plátano, un croissant de chocolate y un yogur; preparé la mochila pequeña; y salí al exterior, donde a pesar de ser temprano ya lucía un sol de justicia.
Mi visita a Mostar comenzó por su monumento más importante: Stari Most (o Puente Viejo). Este puente Otomano fue construido en el año 1567 por orden de Suleiman el Magnífico para cruzar el río Neretva. Y es una auténtica maravilla arquitectónica, con un único arco que se eleva más de 20m sobre las aguas del río y una torre defensiva en cada extremo. Pronto se convirtió en el símbolo de la ciudad, cuyo nombre se debe a los Mostari, personas encargadas de cobrar el peaje para acceder al puente. Durante más de 400 años Stari Most sobrevivió a todo tipo de conflictos, incluida la Segunda Guerra Mundial. Pero en 1993 el ejército Croata lo destruyó durante su enfrentamiento armado con los Bosnios musulmanes, provocando la indignación de la comunidad internacional.
Tras el fin de la guerra Stari Most se reconstruyó con las mismas técnicas que utilizaron los arquitectos Otomanos. Los trabajos finalizaron en el año 2004 y hoy día luce en todo su esplendor. Cruzarlo es una experiencia y las vistas son excelentes, con el río Neretva surcado por lanchas turísticas y diferentes edificios históricos. Había leído que era resbaladizo y es verdad que las losas están desgastadas, pero hay unas piedras que actúan como topes y facilitan mucho el recorrido. Sobra decir que Stari Most es el lugar de Mostar donde se concentran más turistas.
Para obtener las mejores panorámicas de Stari Most te recomiendo 3 miradores:
1. Plataforma de madera: está ubicada junto a la orilla del río y permite ver Stari Most desde abajo. Es un lugar ideal para aparecer en las fotos con el puente de fondo, aunque los turistas acuden en masa y probablemente te tocará hacer cola.
2. Lucki Bridge: un puente situado al sur de Stari Most que ofrece unas vistas memorables donde también aparecen lugareños pescando sobre las rocas. La luz para la fotografía es mejor a mediodía o tras la puesta de sol, cuando el puente se ilumina. Es mi mirador favorito y casi nunca hay turistas porque está un tanto apartado del casco antiguo.
3. Mezquita Koski Mehmed-Pasha: está al norte de Stari Most y el precio de la entrada incluye el acceso a un pequeño parque con otra panorámica épica del puente. Durante buena parte del día el sol está de cara y dificulta la fotografía, así que lo mejor es visitar el parque tras la puesta de sol, con el puente iluminado (eso fue lo que hice). Aquí también hay pescadores, patos volando y una vegetación exuberante. Yo esperaba compartir el lugar con una horda de turistas y para mi sorpresa pude disfrutar de un momento mágico completamente solo, mientras se escuchaba la llamada a la oración. Y es que a esta hora ya se ha marchado la gente que visita Mostar en excursiones de un día desde Dubrovnik o Sarajevo. Eso sí, los mosquitos se cebaron con mis piernas.
Las torres defensivas del puente albergan 2 museos. Yo visité el Stari Most Museum, situado en la Torre Halebija, y fue una auténtica decepción. Primero se accede a la Torre, con 5 pisos que contienen algún objeto antiguo sin gracia y paneles en inglés que explican la historia del puente y la ciudad. Al principio no me importó, porque en la última planta esperaba disfrutar de unas vistas geniales de los alrededores. Pero la mayoría de ventanas están cubiertas con rejillas oxidadas; y las que no lo están hacía meses que no se limpiaban, con lo cual apenas pude obtener fotos decentes.
Tras visitar la Torre entré en un túnel subterráneo donde hay cimientos de antiguas estructuras (no me interesaron nada); y una sala con fotos que ilustran la reconstrucción de Stari Most. Encima el billete cuesta 10M, así que no recomiendo este museo (por muy simpático que fuera el chaval encargado de la taquilla). No me extraña que no me cruzara con nadie.
En la Torre Tara está la War Photo Exhibition, con fotos antiguas de la Guerra de Bosnia, pero yo ya no me la quise volver a jugar y no la visité.
COMIDA: GRILL CENTAR
Un pequeño local ubicado no muy lejos del casco antiguo, pero lo suficiente para que no haya turistas. Lo descubrí gracias a Google Maps y fue un gran acierto. Yo ocupé una mesa del comedor y pedí Ensalada Shopska, Sudzukice (unas salchichas típicas de Bosnia, servidas con mostaza) y 2 cervezas Mostarsko pequeñas. Me gustó todo: la comida; los eficientes camareros; el precio (14,5M); y la atmósfera tradicional, rodeado de lugareños. Bueno, menos las dos mujeres que aparecieron y se pusieron a fumar a mi lado cuando estaba acabando de comer.
EL CERCO DE MOSTAR
Con el estómago lleno caminé hasta otra zona de la ciudad. En abril de 1992, tras la declaración de independencia de Bosnia, los Serbios empezaron a bombardear Mostar para hacerse con el control de la ciudad, solo unos días después del comienzo del Cerco de Sarajevo. Pero los Croatas se organizaron rápidamente formando el Croatian Defence Council (HVO), y con el apoyo del Ejército Croata y numerosos ciudadanos Bosnios consiguieron expulsar a los Serbios en apenas 2 meses. ¿Un final feliz? Pues no. Las tensiones entre Croatas y Bosnios no tardaron en aparecer y en junio de 1993 estalló una nueva guerra que se alargó casi un año, hasta la firma del Tratado de Washington, cuando ambos grupos volvieron a aliarse contra los Serbios.
Durante el conflicto perdieron la vida alrededor de 2mil personas, muchas de ellas civiles, fruto de los bombardeos indiscriminados y las balas de los francotiradores. Y Mostar quedó reducida a escombros, principalmente su sector oriental, habitado por los Bosnios, donde más de la mitad de los edificios acabaron destruidos o con graves daños, incluidas mezquitas, iglesias y el famoso Stari Most.
En la actualidad Mostar es una ciudad dividida. En el Tratado de Washington se acordó separar físicamente a las comunidades Croatas y Bosnias de forma provisional, pero los políticos mantuvieron sus agendas nacionalistas y han perpetuado en el tiempo esta situación. Así que en Mostar todo está duplicado: la Terminal de Autobús, el servicio de recogida de basuras, los Bomberos, el sistema educativo, la compañía eléctrica… Un sinsentido. Aunque al menos ahora la gente canaliza sus pasiones a través del fútbol. Los Bosnios apoyan al Velez y el casco antiguo está lleno de murales con diferentes símbolos: la estrella roja, 1922 (el año de su fundación) y 1981 (el año de su primer título, la Copa de Yugoslavia). Mientras que los Croatas son del Zrinjski, donde llegó a jugar una temporada Luka Modric. Los partidos entre ambos equipos son todo un acontecimiento.
Mi plan era pasar la tarde visitando lugares relacionados con el Cerco de Mostar. Esto fue lo más destacado:
1. Bulevar: esta amplia avenida era el frente de combate que separaba las zonas controladas por Croatas y Bosnios. Por este motivo quedó arrasada y hoy día todavía es posible ver numerosos edificios que solo conservan el esqueleto, con tejados hundidos, fachadas cubiertas de agujeros de bala y el interior lleno de arbustos y escombros. Su imagen pone los pelos de punta. Así que mi cara fue de sorpresa cuando una turista me pidió que le hiciera una foto junto a uno de los edificios. Obviamente me negué en redondo.
2. Plaza de España: es la principal plaza de Mostar y fue rebautizada en 1995 como homenaje a los 23 españoles fallecidos durante la Guerra de Bosnia. A finales de 1992 España envió a Bosnia un grupo de 714 soldados para formar parte de la UNPROFOR, un cuerpo internacional gestionado por la ONU (más tarde la OTAN y finalmente la UE) cuya misión era realizar tareas de ayuda humanitaria y apoyo logístico.
El contingente español se ubicó en la región de Mostar, donde lo peor de la Guerra ya había pasado porque los Serbios fueron expulsados. Pero no contaban con que en 1993 comenzaría el salvaje enfrentamiento entre Croatas y Bosnios musulmanes. A partir de aquí los relatos son contradictorios. Hay quien se refiere a los españoles como unos héroes que lo dieron todo por ayudar a la población local. Y otros que critican su actitud contemplativa (igual que el resto de soldados de la ONU) mientras a su alrededor se creaban campos de concentración y centenares de civiles eran asesinados de las formas más horribles.
De hecho la mayoría de bajas españolas ocurrieron en accidentes con sus vehículos, no en combate. En cualquier caso la misión finalizó oficialmente en el año 2015 y un total de 46mil soldados pasaron por Bosnia, con lo que la relación entre ambos países es muy estrecha.
En la Plaza de España hay una estela con los nombres de los fallecidos y las banderas de España y Bosnia. Y en un extremo está el espectacular Gymnasium, un colegio de estilo mozárabe construido en tiempos del Imperio Austro-Húngaro (recuerda muchísimo al Ayuntamiento de Sarajevo). Durante mi visita coincidí en un par de ocasiones con un guía de habla hispana acompañado de turistas españoles, incluido un grupo con dos curas rezando frente a la estela.
3. Sniper Tower: este rascacielos albergaba la sede del Ljubljanska Bank y en su día fue el edificio más alto de Mostar. Se encuentra en la zona Croata, a escasos metros del Bulevar, con lo que durante la guerra se convirtió en un atalaya perfecto desde el que francotiradores disparaban a los Bosnios musulmanes (de ahí el nombre), sin diferenciar entre militares y población civil. El aspecto de Sniper Tower es inquietante, con una fachada triangular cubierta de agujeros de bala y coloridos grafitis.
La entrada está prohibida y el edificio se encuentra rodeado por un muro. Pero yo no me quería marchar sin explorarlo, así que rodeé el perímetro hasta que en un rincón encontré unos escombros apilados que me ayudaron a saltar. Una vez dentro estuve un buen rato totalmente solo investigando cada rincón, entre grafitis siniestros y pilas de basura. Incluso subí varios pisos por unas frágiles escaleras de cemento muy expuestas, contemplando unas vistas únicas de Mostar. A parte de las escaleras hay otros lugares peligrosos, como el hueco de los ascensores o agujeros en el suelo. Además en algunos puntos te puede ver la gente desde la calle, por tanto hay que caminar con mucho cuidado. Dicho esto, fue un auténtico momentazo.
4. Centro Comercial Razvitak: se encuentra en la avenida Marsala Tita, donde al igual que en el Bulevar hay numerosos edificios en ruinas. Este centro comercial de estilo modernista fue inaugurado en 1970 y destaca por su fachada, decorada con relieves similares a los que se ven en los Stecak (estelas funerarias medievales muy extendidas en Bosnia). Me encantó, aunque se está cayendo a pedazos y su futuro es más que incierto.
LA MEZQUITA KOSKI MEHMED-PASHA
Para acabar la jornada visité esta mezquita ubicada junto al río Neretva y construida en el año 1619, aunque ampliamente restaurada en el 2001 tras sufrir graves daños durante el Cerco de Mostar. La entrada cuesta 6M y permite acceder a la sala de oración, decorada con flores y motivos geométricos; y al parque del que hablé anteriormente con buenas vistas de Stari Most.
Pagando 6M más también es posible subir a su minarete de 34m de altura, que constituye una experiencia única. Primero, las escaleras suben en espiral sin apenas espacio para una persona y combinando tramos oscuros. Y segundo, el balcón de observación es muy estrecho y el borde me llegaba por debajo de la cadera. Un paso en falso o un descuido y la caída es mortal (menos mal que estaba solo). Vamos, que si tienes claustrofobia y/o vértigo no vas a disfrutar. A cambio la panorámica del Casco Antiguo y Stari Most es espectacular, aunque yo no me entretuve mucho.
Tras contemplar Stari Most iluminado regresé a mi estudio atravesando calles desiertas rodeado de una atmósfera genial. Allí solventé la cena con galletas y un yogur, y me preparé para una noche de descanso más que merecida.
SEGUNDO DIA RECORRIENDO MOSTAR
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 8h y me puse en marcha sin perder tiempo porque tenía una agenda cargada de visitas. A continuación desayuné; metí mis cámaras de fotos en la mochila; y me dirigí al Casco Antiguo de Mostar.
Esto fue lo más destacado de mi ruta:
1. Bazar Otomano: situado al este de Stari Most, su origen se remonta al siglo XVI y en su época de máximo esplendor estaba compuesto por más de 500 tiendas. Hoy día sus calles empedradas acogen comercios que venden todo tipo de artesanía: objetos de cobre, joyas, alfombras, acuarelas, figuras de cerámica, lámparas, ropa tradicional, cojines… Aunque también souvenirs de dudoso gusto, como juguetes de plástico, abanicos o llaveros. Además es una de las zonas de Mostar donde se concentran más turistas, así que me limité a dar un paseo y hacer algunas fotos (bajo la mirada inquisidora de los propietarios de las tiendas), y continué con mi recorrido.
2. Crooked Bridge: se trata de un puente Otomano mucho menos famoso que Stari Most. En el año 1999 se desmoronó a causa de unas inundaciones, aunque también influyó el efecto de las bombas caídas durante el Cerco de Mostar. En cualquier caso fue reconstruido en el 2002 respetando su aspecto original.
3. Arte Callejero: a parte de Sniper Tower, otro lugar perfecto para contemplar un buen número de grafitis es la cercana calle Alekse Santica. Algunos son enormes y ocupan fachadas enteras, y no tienen mucha antigüedad. De hecho durante mi visita vi a dos chicas subidas en un elevador pintando uno. Además en esta calle también hay bastantes edificios en ruinas. Uno de ellos me impactó especialmente, porque está cubierto de agujeros de bala y parece a punto de venirse abajo, pero en la planta superior todavía vive gente y había un chaval asomado a la ventana. De locos…
4. Partisan Memorial Cemetery: fue construido en 1965 para homenajear a los 810 Partisanos de la ciudad fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial y lo inauguró el propio Josip Broz Tito. Pero tras el Cerco de Mostar el cementerio quedó en un estado lamentable y nadie se preocupó de restaurarlo, porque tras el drama vivido a la población todo esto de los Partisanos le parecía algo muy lejano (y vinculado a la antigua Yugoslavia). En el año 2005 el gobierno local llevó a cabo algunos trabajos de mantenimiento, pero el lugar vuelve a estar igual, con basura y trozos desprendidos en medio de la maleza.
El cementerio se encuentra en la parte Croata de Mostar, totalmente alejado de la zona turística, y apenas lo visita gente. Y eso que su diseño es imponente. Desde la puerta de entrada se accede a una ondulada escalera que se bifurca en dos y asciende hasta la base de la colina. Allí hay 5 terrazas con centenares de piedras esparcidas por el suelo con forma de pieza de puzzle que tienen grabados los nombres de los fallecidos. Además en la parte superior hay un muro con un reloj de sol de aspecto futurista y una curiosa fuente. No podía parar de hacer fotos, descubriendo infinidad de detalles y ángulos interesantes. Entonces ocurrió lo más inesperado…
Cuando llegué al Partisan Memorial Cemetery había un abuelete deambulando al que no di más importancia. Pero al levantar la cámara me lo encontré de frente subido en la terraza más elevada… ¡masturbándose! Yo me quedé de piedra, pero al poco reaccioné y cogí una piedra para tirársela, ante lo cual el tipo se escondió entre los muros. Vaya tela… Y eso no fue todo. Al cabo de unos minutos apareció un chaval con gafas de sol que se sentó sobre una piedra y no paraba de mirarme. Así que hice las últimas fotos y me largué de allí a toda prisa. Mi teoría es que este cementerio se ha convertido en la zona de cruising de Mostar. Con lo cual recomiendo la visita, pero sabiendo lo que hay.
COMIDA: GRILL CENTAR
De regreso en el Casco Antiguo volví a comer al mismo local del día anterior. Esta vez me senté en una mesa de la terraza y pedí Cevapi con Kaymak y 2 cervezas Mostarsko pequeñas. La carne estaba muy rica y de nuevo acabé encantado. Si las cervezas hubieran estado más frías ya hubiera sido increíble. Precio: 12,5M.
ASCENSO AL MONTE HUM
A continuación decidí lanzarme a una excursión que no tuve claro hasta el último minuto. Se trataba de subir a la cima del Monte Hum, ubicado al sur de Mostar, a 428m de altura. La distancia desde el centro es de 6km porque se accede por la cara oeste, así que en total son 12km ida y vuelta.
Para empezar recorrí varias calles y subí por las escaleras interminables del cementerio de Groblje Soinovac. Después me tocó caminar por una carretera sin arcén con un tráfico constante de vehículos que pasaban a mi lado a toda velocidad (fue un agobio). Y por último acabé en una carretera local que serpentea hasta la cima. Reconozco que en este tramo final me invadió una ligera sensación de intranquilidad. Estaba solo en medio de la montaña, en las afueras de una ciudad con un presente todavía muy convulso, y mi piel morena no jugaba a mi favor (el Monte Hum se encuentra en la parte Croata). Lo mínimo que me podía pasar es que me atracaran.
Pero bueno, al final alcancé la cima, donde en el año 2000 los Croatas construyeron una gigantesca cruz de piedra blanca de 33m de altura conocida como Millennium Cross. De hecho a lo largo de la carretera local hay 15 relieves que representan las etapas del Calvario de Jesús. Esto provocó la indignación de los Bosnios musulmanes que cada día tienen que ver la cruz dominando el Casco Antiguo de Mostar, y no ha hecho más que incrementar las tensiones entre ambas comunidades. En la cima me encontré a un chaval que estaba utilizando su dron pero se fue al momento. Y contemplé una gran panorámica de la parte Croata de Mostar, con bloques de pisos, zonas verdes y varias iglesias.
Una pena que no se veía bien la parte Bosnia. Pero entonces descubrí un sendero pedregoso que se dirige hacia el este y acaba en un antiguo búnker, al filo de la montaña. Desde aquí las vistas del Casco Antiguo son épicas, con todos los principales monumentos, incluido Stari Most, el río Neretva y las cumbres de los alrededores. Me encantó. Además los restos del búnker impresionan. Y es que durante el Cerco de Mostar los Croatas utilizaron el Monte Hum para bombardear el Casco Antiguo. Me hubiera quedado más tiempo disfrutando de las vistas, pero de nuevo me preocupó la idea de estar allí solo, y tras hacer varias fotos decidí bajar al centro siguiendo la misma ruta (al menos ahora cuesta abajo).
Nota: en el Monte Hum todavía quedan zonas donde se sospecha que hay minas (yo pasé cerca de una indicada con un cartel rojo donde aparece una calavera). Así que ni se te ocurra abandonar la carretera para atajar a través de la montaña.
EN UNA IGLESIA CATOLICA
Mi última visita del día, también en la parte Croata, fue la Iglesia de San Pedro y San Pablo, situada junto al Bulevar. Forma parte de un Monasterio Franciscano y el templo original era de 1866, pero fue arrasado por los Serbios durante los primeros compases de la Guerra de Bosnia. Tras el conflicto, en el año 2000, los Croatas lo reconstruyeron incorporando un nuevo campanario (conocido como Campanile) de una altura desproporcionada. Nada menos que 107m, el más alto de los Balcanes, levantándose por encima de cualquier edificio de Mostar y causando de nuevo el enfado de los Bosnios.
Yo primero entré en la Iglesia, que tiene una sala de oración decorada con originales mosaicos y frescos que representan diferentes escenas de la Biblia. También es posible subir a un Mirador ubicado en el Campanile. La entrada cuesta 6M y el sistema me pareció realmente curioso: fui a un bar anexo; el camarero me dio la llave para abrir la puerta; y subí en ascensor hasta la última planta. Allí me encontré con unas vistas impresionantes de Mostar y el Monte Hum. Además la limpieza de los cristales permite obtener buenas fotos.
Tras devolverle la llave al camarero volví a mi estudio, donde me dediqué a descansar el resto de la jornada. Y a la hora de cenar me apañé con fuet, pan tostado, una cerveza Sarajevsko y un yogurt.
EXCURSION A BLAGAJ
Al día siguiente me desperté mucho más tarde de lo previsto porque por la noche no paraba de rascarme las piernas (estaban llenas de picaduras de mosquito) y me costó bastante dormir. Pero bueno, aun así me tomé las cosas con calma. Una vez en pie desayuné, preparé la mochila pequeña, me despedí de la chica belga y su madre, y caminé hasta la Terminal de Autobús.
Mi plan era viajar hasta Blagaj, una población ubicada 12km al sureste de Mostar, atravesada por el río Buna. Hay autobuses urbanos con salidas regulares (los números 10,11 y 12). Yo esperé en una parada situada frente a la Terminal y al momento apareció uno. Aunque a continuación cruzamos toda la ciudad, con lo cual es posible subir en otros puntos de Mostar (como el Gymnasium de la Plaza de España). El billete me costó 2,1M y al cabo de media hora ya estaba en el centro de Blagaj.
Después seguí a pie algo más de 1km por una carretera local con tiendas de souvenirs y fruta (principalmente higos y uvas). De vez en cuando me tenía que apartar para que pasaran coches que intentaban acercarse lo máximo posible a su destino final (en los Balcanes caminar parece que está mal visto). Y empecé a visitar lugares de interés:
1. Vrelo Bune: se trata de una cueva junto a la base de una espectacular pared de roca donde nace el río Buna, un afluente del Neretva. El lugar es una maravilla, con aguas turquesa, pequeñas cascadas y árboles frondosos. Hay una barca que permite acceder al interior de la cueva con ayuda de una cuerda (un motor haría un ruido ensordecedor). Y a escasos metros está el Restaurante Vrelo, con una enorme terraza para sentarse a comer o tomar algo.
2. Tekke: los tekkes son monasterios vinculados al Sufismo, la rama mística del Islam, y dentro hay escuelas, salas de oración y dormitorios. El Tekke de Blagaj fue construido en el año 1520 alrededor de la tumba de Sari Saltuk, un destacado Derviche Otomano. Aunque los continuos desprendimientos de rocas y décadas de abandono durante la época comunista provocaron graves daños. El aspecto actual del Tekke de Blagaj es fruto de las obras realizadas en el año 2013, donde algunos edificios (como el hospedaje) se reconstruyeron por completo. Su imagen reflejada en las aguas del río Buna es una de las más icónicas de Bosnia y la contemplé rodeado de grupos de turistas.
La entrada al complejo cuesta 10M. Para acceder al edificio principal una encargada me hizo descalzarme y cubrir las piernas con un pareo (aunque técnicamente mis pantalones cortos ya me tapaban las rodillas y no era necesario). Dentro visité una sala de reuniones con un elaborado techo de madera; una habitación con chimenea; y un hammam con una cúpula decorada con estrellas de colores. El lugar es muy atmosférico, con libros antiguos por todas partes y gente rezando en los rincones.
En la planta baja del edificio hay un pequeño museo arqueológico de escaso interés donde se exponen trozos de cerámica y metal. Pero la chica encargada era realmente simpática y charlamos un rato (estaba estudiando español). Dentro del Tekke hay un bar con una terraza junto al río Buna, y me senté un rato a tomar un café con leche (3M) y disfrutar de las vistas.
3. Fuerte: corona la montaña junto a la que se ubica el Tekke de Blagaj, pero para subir hay que dar un rodeo de 2km. Primero caminé por una carretera local sin mucho desnivel, entre granados y viejas tumbas islámicas. Y después me tocó encarar una pista pedregosa que me llevó en zigzag hasta la entrada.
El Fuerte de Blagaj fue construido durante la Edad Media, aunque se han encontrado restos de murallas que datan de la época de los Ilirios y Romanos. Su época de máximo esplendor tuvo lugar en el siglo XV, cuando se convirtió en una de las residencias de los Kosaca, una poderosa familia de la nobleza Bosnia que gobernó la región de Hum. En el año 1448 Stjepan Vukcic Kosaca cambió su título de Duque a Herzog de Hum, y por este motivo la región se empezó a llamar Herzegovina. Además el Fuerte de Blagaj también es conocido con el nombre de Stjepan Grad. Tras su muerte en 1463 los Otomanos se hicieron con el control de Herzegovina y realizaron diversas modificaciones en el Fuerte, donde hubo un puesto militar hasta bien entrado el siglo XIX.
La entrada al Fuerte de Blagaj es gratuita y me sorprendió su buen estado de conservación, con imponentes muros y torres defensivas. Es posible subir a alguna y contemplar unas vistas geniales de las llanuras. En la principal había 3 lugareños sin camiseta escuchando música techno a todo volumen. Yo no tenía agua ni comida y ya iba un poco justo de tiempo, así que regresé al centro de Blagaj. Allí compré en una tienda dos plátanos y un litro de zumo de naranja, y me senté a comer junto a un cementerio. Me quedé como nuevo.
EN UN HANGAR ABANDONADO
Tras llenar el estómago me dirigí al último destino del día: la antigua Base Aerea de Buna. Se trata de un hangar secreto ubicado en el interior de una colina donde en tiempos de la antigua Yugoslavia se ocultaban varios aviones de combate preparados para entrar en acción en cualquier momento (por eso la Base se encuentra al lado del Aeropuerto de Mostar). Aunque tras la caída del comunismo el hangar fue abandonado y hoy día se puede entrar sin problema.
El lugar está a 6km de Blagaj, en las afueras de Gnojnice, y al principio pensé hacer autoestop. Pero como el terreno es llano y el cielo se había cubierto de nubes decidí llegar a pie. No tardé mucho pero el trayecto fue bastante incómodo, siguiendo la carretera principal sin arcén, con docenas de vehículos pasando cerca a toda velocidad (incluidos numerosos camiones). De camino crucé campos de cultivo con viñedos y árboles frutales; y en el último tramo pasé junto al Aeropuerto de Mostar.
En un punto de la carretera me desvié a la derecha y al poco me encontré frente a la enorme entrada del hangar. Es gigantesca y da paso a un túnel de 300m que atraviesa la colina y emerge al otro lado. Cerca de la entrada todavía hay luz, pero después la oscuridad es total y no tenía ni idea de qué podría encontrarme dentro (perros salvajes, vagabundos, delincuentes…). Estaba completamente solo y reconozco que me costó decidirme, pero al final encendí mi linterna frontal y me interné en lo desconocido.
Es difícil explicar con palabras el cúmulo de sensaciones que me invadían mientras avanzaba lentamente. El eco de mis pasos era inquietante; y de vez en cuando aparecían palomas volando que me pegaban unos sustos tremendos. El túnel es inmenso, con capacidad para 20 aviones, y en la parte central están las diferentes instalaciones que utilizaba el personal del complejo (oficinas, dormitorio, cocina…). Entonces de repente escuché voces en la distancia y me quedé petrificado. Hasta que me pareció distinguir palabras en inglés y seguí caminando. Era un guía local con 3 turistas y les estaba explicando anécdotas del lugar. Al pasar a su lado nos saludamos y continué explorando el hangar.
Tras un buen rato disfrutando de este recinto único regresé a la carretera principal e intenté hacer autoestop para volver a Mostar (no tenía ganas de caminar 6km más). Pasaron docenas de coches y no paró ninguno, mientras el sol se ocultaba tras las montañas. Así que al final tuve que aceptar los servicios de un taxista y me dejó junto a Lucki Bridge por 6,1M.
CONCLUSION
Mostar es una ciudad que impresiona. La mayoría de turistas realizan una excursión de un día desde Sarajevo o Dubrovnik y se limitan a visitar Stari Most y el Casco Antiguo. Pero en los alrededores hay avenidas con montones de edificios en ruinas más de 25 años después del final de la guerra. Y si te gusta el Urbex puedes subir a la terraza de la siniestra Sniper Tower; descubrir búnkers abandonados en la cima del Monte Hum; o adentrarte en un antiguo hangar de la época comunista. Te recomiendo un mínimo de 3 jornadas completas para explorar con calma cada rincón y evitar la parte central del día, cuando el calor aprieta y los grupos organizados invaden las calles.
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