Explorando el lejano este de Bielorrusia, a escasos kilómetros de la frontera de Rusia, en medio de una intensa ola de frío polar
Mogilev (también conocida como Mahiliou) es la tercera ciudad más grande del país. Está situada a tan solo 75km de la frontera con Rusia y en la Edad Media fue un importante puerto comercial, gracias a su ubicación a orillas del río Dnieper. Durante la Primera Guerra Mundial aquí estaba el cuartel general del Ejército Imperial Ruso, y el zar Nicolas II pasó largas temporadas, hasta su detención tras la Revolución de 1917. En tiempos de la Unión Soviética Mogilev se convirtió en uno de los principales centros industriales de Bielorrusia, con la construcción de varias fundiciones y fábricas de vehículos pesados, un estatus que hoy día todavía mantiene.
A diferencia de Brest o Grodno, Mogilev no cuenta con atracciones turísticas destacadas y apenas recibe visitantes. Pero a mí eso fue precisamente lo que me atrajo, y pasé una jornada muy entretenida descubriendo arte soviético y monumentos curiosos.
VIAJE: MIR – MOGILEV
Este desplazamiento implicaba recorrer 285km hacia el este del país y me ocupó buena parte de la jornada. Constó de 2 etapas:
1. Marshrutka hasta Minsk: el día anterior me pasé por la Terminal de Autobuses de Mir para informarme de los horarios, pero el cartel era un auténtico jeroglífico y encima no parecía que hubiera muchas opciones disponibles. Por suerte Olga (la dueña de la Usadba Guest House) me echó una mano y realizó una reserva a mi nombre a través de la página web de la compañía de transporte privada Atlas. De esta forma pude elegir entre un montón de salidas, sin pérdidas de tiempo.
Eso sí, me tocó vivir momentos de tensión. Porque Olga no me concretó el punto de recogida (la marshrutka venía desde Novogrudok); y cuando desalojé mi habitación ella estaba trabajando y no nos pudimos comunicar a través del móvil. Yo sabía que era una iglesia, pero en la plaza principal de Mir hay dos. Al final pregunté a una señora y me indicó la correcta. Y por si había alguna duda apareció Olga y se quedó conmigo hasta que llegó la furgoneta. Un encanto de mujer.
La marshrutka estaba casi llena y me senté junto a un tipo que no paraba de moverse, echo un manojo de nervios. El trayecto solo duró hora y cuarto, recorriendo carreteras llenas de nieve, y finalizó en la Estación de Tren de Minsk. Precio: 8R.
2. Tren a Mogilev: después de los problemas que tuve para abandonar Brest, esta vez compré el billete con varios días de antelación a través de la página web de Belarusian Railway. Como todavía me quedaba una hora de espera me acerqué a un McDonalds situado justo enfrente de la Estación y cayó un menú con hamburguesa de pollo, patatas fritas, Fanta grande y un Sunday de fresa (14,6R). Me dejó como nuevo. A continuación me dirigí al andén indicado y al cabo de unos minutos apareció el tren.
El trayecto duró menos de 3 horas y transcurrió sin incidentes. Yo viajé en Primera Clase, ocupando un comodísimo asiento de la fila individual. Al principio me entretuve contemplando el paisaje, con aldeas tradicionales cubiertas de nieve y extensos bosques. Y cuando se hizo de noche me dediqué a leer y escuchar música.
Una vez en la Estación de Tren de Mogilev hacía mucho frío y mi hotel estaba a 3km, pero decidí estirar las piernas y llegué caminando en media hora. La única pega fue la nieve, que a veces me hacía resbalar peligrosamente.
ALOJAMIENTO: MOGILEV HOTEL – 57R/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; lavabo privado con ducha de agua caliente; balcón con vistas; ubicación muy céntrica; nevera; desayuno incluido en el precio.
*Puntos en contra: paredes muy finas (se escucha todo lo que hacen tus vecinos); wifi errático.
El Mogilev Hotel es un gigantesco monolito de cemento de estilo soviético construido durante los años 70, y constituye una de las atracciones de la ciudad. Yo realicé una reserva a través de Booking y me asignaron una habitación muy correcta, ubicada en el 6º piso.
Tras instalarme la idea era cenar en el café del hotel, pero estaba cerrado. Con lo cual la alternativa fue entrar en un supermercado cercano y comprar un bollo de queso, una bolsa de patatas fritas y una cerveza (7R). Mi alimentación este día no pudo ser peor…
DESCUBRIENDO MOGILEV
Al día siguiente me desperté a buena hora y bajé al café del hotel para disfrutar del desayuno incluido en el precio. Aunque allí me vi envuelto en una situación confusa, provocada en gran medida porque nadie hablaba inglés. Una camarera me dijo que me sirviera lo que quisiera de un buffet. A mí me extrañó bastante porque los desayunos en Bielorrusia no suelen ser tan espléndidos, pero obedecí y puse varios productos en una bandeja. Y mis temores se confirmaron cuando a continuación una mujer me dijo que tenía que pagar.
Al final fui a la recepción y se aclaró el malentendido: durante el check-in la encargada se había olvidado de darme los tickets del desayuno. Una vez con ellos entregué uno a la señora del café y pude elegir entre 4 menús disponibles para los huéspedes. Yo opté por uno con Syrniki (pastelillos de queso), además de jamón York, queso, tostadas, un yogurt y un café con leche. Justo lo que necesitaba. A mi alrededor había un montón de chavales en chándal rojo que pertenecían a algún club deportivo.
Tras llenar el estómago regresé a mi habitación, preparé la mochila pequeña y salí a la calle con ganas de explorar Mogilev. La noche anterior ubiqué en el mapa los principales lugares de interés de la ciudad, y los fui visitando en un recorrido de norte a sur que comenzó en mi hotel y acabó en el río Dnieper. Esto fue lo más destacado:
1. Catedral de los Tres Santos: construida en 1914, se trata del templo ortodoxo más importante de Mogilev. El exterior es imponente, de estilo Ruso, con muros de color blanco y 7 torres rematadas por cúpulas con forma de bulbo. Durante mi visita se estaba celebrando una misa y en la catedral había montones de fieles que no paraban de santiguarse y hacer reverencias. Yo me quedé de pie al fondo de la nave observando y me marché al cabo de unos minutos.
2. Teatro de Marionetas: está ubicado justo al lado de la catedral. El edificio es bastante moderno, rodeado de columnas, aunque me gustaron los coloridos carteles de las diferentes funciones.
3. Government House: un edificio de estilo constructivista cubierto de ventanas, con un escudo donde aparece el símbolo de la hoz y el martillo. Alberga la sede del gobierno regional y es una réplica casi exacta del edificio que hay en Minsk, ya que antes de la Segunda Guerra Mundial se valoró la posibilidad de trasladar a Mogilev la capital de Bielorrusia. Frente a la sede hay una estatua de Lenin.
4. Biblioteca Lenina: descubrí este lugar investigando en Internet y fue todo un hallazgo. Para poder entrar tuve que pedir permiso a la encargada de la recepción, que accedió mirándome con cara de desconfianza. En la biblioteca destaca una espectacular vidriera con escenas de temática soviética, donde aparece un hombre sosteniendo un libro en la parte central rodeado de diferentes personajes, con un átomo de fondo irradiando energía. Me encantó.
5. Calle Leninskaya: se trata de la principal avenida peatonal de Mogilev. Tiene numerosos cafés, tiendas y edificios reconstruidos manteniendo su aspecto original del siglo XIX, con columnas, relieves y estatuas. Durante mi visita la calle estaba cubierta por una gruesa capa de nieve, pero aun así había un montón de lugareños paseando.
6. Star Square: el nombre se debe a la escultura que ocupa el centro. Representa a un astrólogo sentado en una silla, con un gorro cónico y un telescopio. El hombre está rodeado por 12 sillas con los signos del zodiaco. Una composición realmente original. Además en la plaza hay varios edificios interesantes, como el Cine Rodina, de estilo soviético; o uno rematado por una aguja con la estrella de Stalin.
Este día Bielorrusia se vio afectada por una ola de frío polar y caminé todo el rato a -16ºC. No me puedo quejar, porque el cielo estaba bastante despejado y de vez en cuando aparecía el sol tímidamente. Aunque al cabo de unas horas por la calle la sensación era horrible: me dolía la cara y tenía las manos congeladas. Tanto que no las sentía y me arriesgaba a que se me cayera la cámara de fotos al suelo. Así que decidí refugiarme un rato en FamCoffee y entrar en calor con un café con leche (3,5R). El lugar era muy acogedor y disfruté de un comedor tranquilo con música agradable. De buena gana me hubiera quedado allí el resto del día, pero todavía tenía cosas que ver en Mogilev.
MAS LUGARES DE INTERES
De nuevo en el exterior continué caminando hacia el sur y visité las siguientes atracciones:
7. Catedral de San Stanislaw: data del año 1752 y tiene una fachada majestuosa, con cuatro enormes columnas. Pero lo mejor se encuentra en el interior, ya que tanto las paredes como el techo están cubiertos de coloridos frescos representando escenas de la Biblia. Una pena que esté prohibido hacer fotos. La anécdota se produjo cuando de repente llegaron dos monjas y un par de abuelas; se escuchó una campana; apareció un cura; y las mujeres se pusieron a cantar. La escena solo duró un par de minutos y me pilló por sorpresa.
8. Teatro de Arte Dramático: un edificio de ladrillo rojo inaugurado en 1888. Fue el primer teatro construido en Bielorrusia y acogió a los mejores artistas de la época. Junto a la entrada hay una escultura de una mujer con su perro (una copia del original que se encuentra en Minsk).
9. Plaza Sovetskaya: sus dimensiones son enormes y está rodeada de edificios históricos. En el centro destaca un Memorial en homenaje a los caídos en 1941 durante la defensa de la ciudad de las tropas invasoras Nazis. El monumento consiste en una estatua sobre un pedestal donde aparece una mujer con los brazos levantados; y una serie de relieves.
10. Ayuntamiento: está en la Plaza Sovetskaya. El edificio original era del siglo XVII, pero los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial le provocaron importantes daños y fue demolido poco después. Tras la independencia de Bielorrusia el gobierno decidió reconstruirlo y las obras finalizaron en el año 2008.
El Ayuntamiento tiene una torre del reloj que se puede visitar. Tras pagar la entrada (5R) subí las escaleras junto a un empleado y me enseñó dos pisos: uno donde contemplé de cerca el mecanismo del reloj, con sus diferentes engranajes; y otra con un muñeco que sale a tocar la trompeta 3 veces al día. En este nivel hay una plataforma de observación que ofrece una panorámica genial de los alrededores. Al principio el hombre no quería dejarme salir, pero insistí y accedió. Pronto entendí el motivo: había mucha nieve y la barandilla de protección me llegaba por debajo de la cintura. Aunque me moví con cuidado y conseguí buenas fotos.
En la torre también hay un pequeño Museo de Historia de la ciudad, pero no lo visité.
11. Gorky Park: situado en la colina donde en 1267 se levantaba un castillo de madera alrededor del cual creció Mogilev. En la actualidad su lugar está ocupado por una moderna iglesia ortodoxa; y hay varios miradores con gran potencial, aunque los árboles tapan las vistas.
12. Puente Pushkin: desde Gorky Park bajé por unas escaleras muy resbaladizas hasta este puente que cruza el río Dnieper. Está adornado con las estatuas de dos leones y permite contemplar unas vistas memorables, con el río perdiéndose en el horizonte y los árboles reflejados en sus aguas. Además mi llegada coincidió con la puesta de sol, que tiñó el cielo de color naranja. Mi cámara de fotos echaba humo, a pesar del frío que hacía en ese punto tan expuesto.
La verdad es que Mogilev fue toda una sorpresa y me alegré de haber decidido visitar esta ciudad. Además de los lugares ya comentados pude ver infinidad de comercios con rótulos curiosos; edificios de estilo soviético; y varios murales que cubrían fachadas enteras (me encantó uno donde aparecen una mujer y un pájaro). Todo me llamaba la atención. Y de la misma forma la gente me miraba con curiosidad al verme con la cámara.
Tras la puesta de sol empezaron a caer finos copos de nieve, así que di por finalizado mi recorrido por Mogilev y busqué un restaurante para reponer fuerzas.
COMIDA/CENA: MODERN CAFE
Un local de la calle Leninskaya del que tenía buenas referencias. Es estilo buffet, pero cuando llegué había muy pocos platos disponibles (desconozco si es algo habitual). Yo pedí una sopa de patatas y verduras; 3 crepes pequeños (uno de carne y dos de jamón York y queso); y una jarra de cerveza. Ocupé una mesa junto a un ventanal con vistas a la calle, y la comida me gustó, aunque hubiera preferido algo más elaborado. Precio: 11,8R.
Al salir del café ya era de noche y el frío iba en aumento, así que regresé a mi hotel a paso ligero. Menos mal que ya acababa mi recorrido por Bielorrusia, porque las previsiones de cara a los próximos días hablaban de temperaturas alrededor de los –27ºC. Una locura.
CONCLUSION
Cuando decidí visitar el este de Bielorrusia faltaban solo unos días para que finalizara mi estancia máxima autorizada en el país, así que me tocó elegir. Vitebsk y Gomel son dos ciudades populares, pero por lo que pude investigar su arquitectura es muy parecida a la de Grodno o Brest, con iglesias y edificios históricos. Así que me decanté por una tercera opción más interesante: Mogilev, una ciudad industrial de aspecto soviético que apenas recibe turistas, donde descubrí monumentos curiosos y me convertí en el centro de todas las miradas.
Unos 40km al norte de Mogilev se encuentra Aleksandriya, una pequeña población famosa por ser el lugar de nacimiento del presidente Lukashenko. Me hubiera encantado viajar hasta allí y curiosear un rato, pero ya no me quedaba tiempo y tuve que regresar a Minsk.
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