Resumen del segundo semestre de Mi Gran Viaje, en el que exploré países al margen de los circuitos turísticos como Irán, Irak, Kuwait o Arabia Saudí
Pues tras un montón de aventuras inolvidables ya estoy en el Mes 12 de Mi Gran Viaje. En un principio mi idea era cruzar Asia avanzando hacia el este. Pero en el segundo semestre de Mi Gran Viaje incorporé dos cambios importantes. Primero decidí desviarme de la ruta y visitar el norte de Irak, animado por las facilidades para obtener un visado y los increíbles relatos de otros viajeros. Y después el Invierno me obligó a buscar refugio en la región del Golfo Pérsico, donde alquilé un coche y recorrí Arabia Saudí, un país que hacía pocos meses que había comenzado a conceder visados turísticos y que nunca me hubiera imaginado que podría explorar de forma independiente. Aunque esta es una de las ventajas de un viaje largo: modificar los planes sobre la marcha para adaptarse a los imprevistos.
Estos 6 meses han sido realmente duros. Y es que visitar por libre países alejados de los circuitos habituales conlleva una serie de dificultades. En Irán viví dos situaciones muy delicadas: una revuelta interna contra el gobierno, y una escalada de tensión con Estados Unidos que estuvo a punto de acabar en un conflicto armado. Muchas zonas no contaban con una mínima infraestructura, y me tocó hacer bastante autoestop o alojarme con familias locales, improvisando sobre la marcha. Apenas encontré otros turistas con los que hacer piña y compartir anécdotas. Y encima este tramo de Mi Gran Viaje incluyó fechas señaladas, como Navidad, Noche Vieja, o mi cumpleaños, alejado de mi familia y amigos. Eso sí, a cambio disfruté de experiencias al límite, con una sensación de aventura total. El paso del tiempo me permitirá valorar con perspectiva todo lo conseguido.
Por si había tenido pocas emociones fuertes, la recta final del segundo semestre me tenía reservados momentos kafkianos. La pandemia mundial del coronavirus me obligó a quedarme 2 semanas prácticamente recluido en un hotel de Riyadh, mientras el gobierno saudí cerraba todas las fronteras y cada vez había menos comercios donde comprar comida. Hasta que al final decidí regresar a Barcelona en un vuelo de repatriación para ciudadanos de la Unión Europea, justo cuando faltaban 4 días para celebrar mi primer aniversario en ruta.
ITINERARIO
Comencé el segundo semestre de Mi Gran Viaje el 1 de octubre de 2019 en Yerevan. Desde allí viajé hacia el sur de Armenia y crucé a Irán, donde recorrí el valle del Río Aras y bajé hasta Teherán, visitando diferentes atracciones como Ardabil, Masuleh o el Valle de Alamut. Tras explorar la capital me dirigí a Tabriz, parando a conocer espectaculares recintos arqueológicos en los alrededores de Hamedan y Zanjan. Y volví a poner rumbo al sur, para descubrir las encantadoras poblaciones del Kurdistán iraní y el Valle de Howraman, hasta llegar a Marivan.
Desde Marivan crucé a Irak y recorrí el norte del país (el Kurdistán iraquí), haciendo un alto en Suleimaniya y Erbil, y realizando una ruta circular que me permitió visitar los principales lugares de interés de la zona, como Akre, Rawandiz o Amadiya. De nuevo en Marivan, bajé hasta Khorramshahr parando en más recintos arqueológicos, como Bisotun o Shush; y cogí un barco que me llevó hasta Kuwait. Tras 5 días en el país volé a Hail (Arabia Saudí), donde alquilé un coche y realicé una ruta circular en la que conocí las míticas ruinas de Madain Saleh, recorrí la costa del Mar Rojo, visité antiguas poblaciones cerca de la frontera con Yemen, y paseé por las ciudades de Jeddah y Medinah, para acabar viajando a Riyadh en autobús.
Mi idea inicial era continuar desplazándome por tierra o mar, igual que había hecho durante los 6 primeros meses de Mi Gran Viaje. Pero en Kuwait descubrí que solo se podía viajar a Arabia Saudí en avión, así que no tuve más remedio que acceder.
A continuación incluyo una relación del tiempo invertido en cada país, y de los lugares más destacados que he tenido la oportunidad de conocer en los últimos 6 meses, agrupados en Patrimonio de la Humanidad y Reservas Naturales.
Países
4. Armenia – 12 días (tramo final)
5. Irán – 44 días + 14 días = 58 días
6. Irak – 30 días
7. Kuwait – 5 días
8. Arabia Saudí – 74 días
Nota: los últimos 4 días del semestre los pasé en España.
Patrimonio de la Humanidad
17. Saint Stepanos: un monasterio armenio situado en Irán junto al río Aras, que recorre un delicado territorio fronterizo entre afiladas montañas.
18. Mausoleo de Sheikh Safi-od-Din: visitando un lujoso monumento donde está enterrado el fundador de la orden de los Safaviyya, origen de la poderosa Dinastía Safávida, en la ciudad de Ardabil.
19. Golestan: recorriendo un enorme palacio lleno de salas cubiertas de coloridos mosaicos y espejos, desde el que los monarcas de la Dinastía Qajar gobernaron el Imperio Persa.
20. Soltaniyeh: un edificio de la época del Imperio Mongol, construido de ladrillo y coronado por una cúpula de color turquesa, para albergar el Mausoleo de Oljeitu.
21. Takht-e Soleiman: explorando las ruinas de un antiguo centro ceremonial zoroastriano, esparcidas en una meseta solitaria rodeada de campos de cultivo.
22. Tabriz: paseando por el mercado cubierto más grande del mundo, entre un auténtico laberinto de callejuelas estrechas y comercios con todo tipo de productos a la venta.
23. Erbil: una ciudadela de viviendas fortificadas en el corazón de una de las ciudades más antiguas de la Tierra, ya habitada en tiempos de los sumerios.
24. Bisotun: un macizo montañoso con diversos relieves esculpidos en la roca entre los que destaca el de Darío, levantado en honor al mítico monarca del Imperio Aqueménida.
25. Susa: visitando las ruinas de la antigua capital del Imperio Elamita, donde más tarde Darío ordenó construir un imponente palacio con enormes columnas y relieves.
26. Choqa Zanbil: excursión con una familia iraní a un gigantesco zigurat de ladrillo levantado por los elamitas hace más de 3mil años, en un estado de conservación sorprendente.
27. Shustar: descubriendo un elaborado sistema de presas y canales construido en tiempos del Imperio Sasánida para abastecer de agua la ciudad y los campos de cultivo cercanos.
28. Jubbah: un árido paisaje lleno de petroglifos con miles de años de antigüedad, junto a una población habitada por la gente más hospitalaria de toda Arabia Saudí.
29. Madain Saleh: la segunda capital del Reino Nabateo, situada en medio del desierto saudí, con una necrópolis compuesta por impresionantes tumbas excavadas en la roca.
30. Old Jeddah: caminando por el casco antiguo de la ciudad, entre antiguas mezquitas y edificios de viviendas de coral con elaborados balcones de madera tallada.
Parques y Reservas Naturales Protegidas
11. Goris: una zona de valles cubiertos de chimeneas de roca de formas surrealistas, situada a escasa distancia del cañón donde se encuentra el famoso Monasterio de Tatev.
12. Lago Urmia: explorando un lago que en el pasado fue el más grande de Oriente Medio, y que tras años de malas prácticas ha perdido un 90% de su superficie, con aguas de color rojo y curiosas formaciones de sal.
13. Monte Tochal: una montaña de casi 4mil metros de altura ubicada en los Montes Alborz, a la que se accede desde el norte de Teherán en un moderno Telecabina.
14. Bisotun.
15. Asir: recorriendo en coche una región montañosa donde se encuentra Jabal Soudah, la cima más alta de Arabia Saudí, entre grupos de babuinos y bosques de enebro, en las afueras de Abha.
16. Islas Farasan: un conjunto de islas de coral situadas en el Mar Rojo, con playas paradisíacas, antiguas mansiones de comerciantes de perlas, y un inesperado safari en busca de gacelas.
Nota: durante estos 6 meses visité muchas otras maravillas de la naturaleza, como los cañones de Rawandiz o Wadi Disah, el Cráter de Al Wahbah o los Montes Fayfa. Pero de forma incomprensible no están protegidas, así que no las incluyo en el listado.
EXPERIENCIAS
Mi segundo semestre de viaje ha sido una verdadera montaña rusa de emociones. A veces me he sentido como un auténtico Indiana Jones, explorando en solitario ruinas milenarias o paisajes extraterrestres. Aunque también me ha tocado vivir momentos de tensión, en parte fruto de la delicada situación geopolítica de Oriente Medio.
Top 6 – Grandes momentos:
*Petroglifos en las montañas de Sisian (Armenia): para ello organicé una excursión en 4×4 hasta el Lago Ughtasar con el encargado de mi alojamiento. De camino pasamos junto a varios conos volcánicos de colores, y descubrimos enormes rocas llenas de misteriosos grabados.
*Atardecer en los Montes Aladaglar (Irán): un momento único caminar solo por estas montañas cubiertas de franjas de colores, iluminadas con los últimos rayos de sol, trepando en busca de miradores desde donde contemplar las vistas. Y después orientarme para volver a la carretera y hacer autoestop hasta Tabriz.
*Visita al Cañón de Khazineh (Irán): tras horas estudiando el mapa de la zona al final conseguí ubicar el lugar; llegué utilizando 3 taxis; y caminé hasta encontrar el mejor mirador para disfrutar del espectacular Horseshoe Bend iraní. La guinda: una familia de pastores de la etnia Luro me invitó a comer en el interior de su sencilla tienda.
*Descenso por el Monte Zawa en busca de los Relieves de Maltai (Irak): un taxi me dejó en la cima y tuve que bajar por la empinada ladera hasta que di con estos impresionantes paneles tallados en la roca que datan del Imperio Asirio.
*Visita a la necrópolis de Madain Saleh (Arabia Saudí): la información era confusa y hasta el último momento no supe que podría ver las tumbas excavadas en la roca de la segunda capital del Reino Nabateo. Así que la sensación de felicidad fue indescriptible.
*Road Trip por la costa del Mar Rojo (Arabia Saudí): varios días recorriendo 1.800km entre las poblaciones de Haql (junto a la frontera de Jordania) y Jazan (cerca de Yemen), pasando junto a playas vírgenes, barcos naufragados, aldeas de pescadores y escarpadas montañas. Durmiendo en mi coche o acampando en la arena.
Top 6 – Situaciones desagradables:
*Caminata por las montañas entre Andej y Gazor Khan (Irán): haciendo frente en solitario a un montón de adversidades. Presencia de osos, fuertes desniveles, espesa niebla y un sendero que desaparecía a cada paso, obligándome a bajar por un vertiginoso barranco en busca de una ruta mejor.
*Revuelta interna contra el gobierno (Irán): cientos de miles de iraníes se echaron a las calles para protestar por una inesperada subida del precio del combustible, quemando mobiliario urbano. El gobierno respondió con contundencia, bloqueando el acceso a Internet durante una semana y asesinando a decenas de manifestantes. Y yo en medio…
*Interrogado en un cuartel del Asayish (Irak): para poder pasar la noche en el único hotel de Koya el dueño me pidió una autorización de la policía. Yo pensaba que se trataría de un mero trámite, pero acabé en el despacho de un agente del servicio de inteligencia del Kurdistán Iraquí, que me miraba con rostro serio y se quedó mi Pasaporte.
*Estados Unidos está a punto de bombardear el país (Irán): el asesinato de un general iraní por parte del gobierno de Trump, contestado con el lanzamiento de misiles a una base americana, llevó a ambos países al borde de un conflicto bélico. Y yo en Khorramshahr, intentando salir de Irán en un barco cuya salida se retrasó 24 horas.
*Conduciendo entre auténticos kamikazes (Arabia Saudí): los saudíes se transforman al volante, y el mes y medio que me moví por el país en coche de alquiler tuvo momentos de pesadilla. Sufrí un accidente, pero pudieron haber sido muchos más. Eso sin contar los camellos cruzando la carretera, bandas de frenado imposibles, escasez de gasolineras…
*La crisis del Coronavirus me deja atrapado en Riyadh (Arabia Saudí): de repente el gobierno decidió cerrar todas las fronteras y me tuve que quedar 2 semanas prácticamente confinado en mi hotel mientras la situación empeoraba (toque de queda, comercios cerrados…).
ALOJAMIENTO
Durante el segundo semestre de Mi Gran Viaje me he alojado principalmente en Hoteles, gracias a la fuerte devaluación del rial iraní, y a que en el resto de países pude encontrar edificios céntricos con habitaciones a precios razonables. Aunque siempre adaptándome a las peculiaridades de cada lugar. En Irán no funcionan las páginas web de reservas más conocidas, como Booking o Airbnb, y negocié directamente en cada establecimiento. En Iraq fuera de las 3 principales ciudades había muy pocos hoteles y tuve que buscar su ubicación en blogs y foros de viajeros. Y en Arabia Saudí abundan los apartamentos orientados a familias, aunque por suerte encontré la cadena OYO, con una relación calidad-precio genial.
La gran novedad de estos meses ha sido que en varias ocasiones he pasado la noche en casas particulares. A veces por encontrarme en una zona muy remota donde no había más alternativas (a parte de la acampada libre). Y otras por conocer a alguien durante la ruta que me invitó. El alojamiento siempre incluyó cena y desayuno; dormí sobre un edredón en el suelo (normalmente en una habitación separada); y ni se me ocurrió ofrecer dinero porque no me lo hubieran aceptado. A cambio di mis datos de contacto e invité a la gente a mi casa, aunque siendo realista las posibilidades de que eso suceda son escasas.
De momento sigo evitando los Hostels, por los motivos que ya comenté en mi anterior resumen. Aunque en los países que he visitado en el segundo semestre este tipo de alojamiento es completamente residual.
En 6 meses me he alojado en un montón de lugares diferentes. Estos han sido los más destacados (para bien y para mal):
Top 6 – Mejores Alojamientos:
*Zorats Karer B&B (Sisian, Armenia) – una casa enorme situada en las afueras del pueblo, con vistas a las montañas y una tranquilidad total. El dueño es un respetado ginecólogo interesado en promocionar los atractivos turísticos de la zona, y la última noche me invitó a cenar en el patio junto a su familia y amigos.
*Arian Hostel (Teherán, Irán) – una antigua mansión de la época Qajar restaurada con un gusto exquisito. Un auténtico oasis en pleno centro de la capital, gestionado por un personal muy simpático y con todas las comodidades.
*Shadi Hotel (Howraman-e Takht, Irán) – un moderno hotel con habitaciones perfectamente equipadas, vistas de las montañas del Kurdistán, y personal realmente acogedor.
*Janet Bludan Hotel (Erbil, Irak) – habitaciones amplias con cama doble y wifi impecable en pleno centro de la ciudad a buen precio (incluido un abundante desayuno). El encargado de la recepción de origen Sirio era encantador. Tanto me gustó el alojamiento que me acabé quedando 5 noches. Mejor de Irak.
*Tabib Traditional Hotel (Shushtar, Irán) – una antigua mansión de la época Qajar con lujosas habitaciones donde no faltaba ni un detalle, por un precio de risa que además incluía un espectacular desayuno. Me sentía como en un palacio de las Mil y Una Noches, atendido por chicas sonrientes. Mejor de Irán, y de todo el viaje hasta la fecha.
*Al Hafof Hotel (Jeddah, Arabia Saudí) – un hotel con habitaciones espaciosas decoradas con mobiliario de época, precios asequibles, y lujos occidentales como papel higiénico o toallas. Mejor de Arabia Saudí.
Top 6 – Peores Alojamientos:
*Meghri Inn (Meghri, Armenia) – este hotel parecía una casa abandonada junto a la carretera, sin ningún tipo de letrero. La puerta de la habitación no cerraba, el lavabo apestaba, y encima el encargado me quería cobrar un precio abusivo. Peor de Armenia.
*Kollywood Hotel (Kaleybar, Irán) – el dueño era muy simpático, pero eso no oculta las carencias del lugar, con mobiliario desvencijado, ruido de vehículos hasta altas horas de la noche, y un wifi desesperante.
*Hotel Kaj (Sanandaj, Irán) – una sórdida habitación en un hotel gestionado por unos encargados impresentables, que me recibieron con rostro serio, me cobraron un precio excesivo, y encima querían que pagara por guardarme la mochila grande unos días. Peor de Irán con mucha diferencia.
*Golden Hotel (Koya, Irak) – un hotel destartalado con habitaciones sucias donde el dueño ni siquiera se molestaba en hacer las camas entre huéspedes (en la mía había montones de pelos). Peor de Irak.
*Asia Hotel (Duba, Arabia Saudí) – los elevados precios de esta población junto al Mar Rojo me hicieron acabar en un hotel de carretera, con habitaciones llenas de pequeñas cucarachas y mosquitos, y todo tipo de ruidos (como un par de empleados hablando a gritos de madrugada). Peor de Arabia Saudí.
*Al Eairy Apartments Al Bahah 4 (Al Bahah, Arabia Saudí) – este hotel fue bastante desastroso, con encargados secos, lavabo con fugas de agua y ducha fría, wifi horrible y una llamada a la oración que (inexplicablemente) sonaba a todo volumen en el interior del hotel a las 5h de la mañana.
COMIDA
El segundo tramo de Mi Gran Viaje comenzó con dos países donde se come muy bien: Armenia; y sobre todo Irán, cuya oferta gastronómica es asombrosa. Pero a continuación el pollo con arroz y los shawarmas se convirtieron en mi dieta habitual. En parte porque en los locales económicos que suelo frecuentar, orientados a lugareños, no había muchas más opciones. Aunque también porque así no me complico la vida.
Top 6 – Platos Favoritos
*Khoravats (Armenia): trozos de carne (cerdo y ternera), verduras y rodajas de patata que se ensartan en pinchos de metal y se cocinan al fuego estilo kebab. Se suele acompañar de Aragh (vodka casero).
*Fesenjun (Irán): un estofado de pollo con una salsa muy espesa elaborada con zumo de granada, berenjena y frutos secos. Un plato sencillamente delicioso, acompañado de Polo (arroz con azafrán y frutos rojos). Lo comí siempre que pude, aunque no es muy habitual en los menús.
*Zeitun Parvardeh (Irán): olivas verdes con una pasta de nueces y hierbas aromáticas. Se trata de un entrante que complementa a la perfección cualquier plato principal.
*Mirza Ghasemi (Irán): un puré de berenjena con tomate, ajo y especias. Es un entrante típico de la provincia de Gilan, famosa por su gastronomía. Si te gusta la berenjena no te lo puedes perder.
*Mandi (Arabia Saudí): arroz con carne (pollo, cordero, cabra o camello) y una mezcla de verduras, pasas y especias. Se diferencia del Kabsa (el plato más popular de Arabia Saudí) en el sistema de cocción (un agujero bajo tierra llamado Tandoor); y en que está reservado para ocasiones especiales.
*Muqalqal (Arabia Saudí): trocitos de carne (pollo, ternera o hígado), con salsa de tomate, cebolla y especias. Es una especialidad típica de Yemen que se encuentra en las regiones cercanas a la frontera, y se sirve con enormes porciones de pan caliente.
DINERO
En este tramo de Mi Gran Viaje continúo bastante por debajo del presupuesto diario que me he marcado. Y eso que cuando decidí desviarme de la ruta prevista y visitar la región del Golfo Pérsico la cosa no pintaba muy bien, porque está compuesta por una serie de reinos y emiratos con un elevado nivel de vida.
Las claves: la fuerte depreciación del rial iraní, que ha convertido a Irán en uno de los países más baratos del mundo; solo estuve 5 días en Kuwait (el emirato más prohibitivo de la zona); no he realizado actividades caras (tan solo alquilar un coche en Arabia Saudí, y comprar los billetes de avión para viajar a Riyadh y Hail); en ocasiones he sido invitado a comer y dormir en casas particulares; y me he tomado días de descanso en los que he gastado poco, además de las 2 semanas que estuve en Riyadh sin apenas salir del hotel por culpa del Coronavirus.
Este ha sido mi gasto medio diario por países:
1. Armenia – 23,8€/día
2. Irán – 18,8€/día
3. Iraq – 27,5€/día
4. Kuwait – 64,4€/día
5. Arabia Saudí – 50,2€/día
Del dinero gastado, el 50% ha ido a parar a Alojamiento y el 25% a Comida, con alguna pequeña variación en función del país (la más llamativa en Arabia Saudí, donde el 50% del presupuesto se fue en Transporte, al alquilar un coche durante mes y medio). Principalmente he utilizado mis tarjetas sin comisiones BNext y Ferratum, aunque con algún problema. En Irán no están operativas las redes de Visa y Mastercard, y hay que llevar encima todo el dinero en efectivo. Y en Irak mi tarjeta Ferratum no funcionó, y la BNext solo me permitía sacar cantidades pequeñas. Así que tuve que pagar alguna comisión al rebasar las 3 retiradas mensuales exentas; y me vi obligado a utilizar por primera vez la tarjeta de mi entidad financiera, haciendo frente a sus abusivas condiciones.
SALUD
Comencé el segundo semestre de Mi Gran Viaje en una forma física espectacular, con tan solo 81,4kg de peso, tras mis aventuras por los Montes Geghama de Armenia. Pero después, a parte de un recorrido por el Valle de Alamut, no tuve opción de embarcarme en otras rutas de varias jornadas, y todo se limitó a excursiones puntuales para visitar algún castillo o ruinas antiguas. Además, en Arabia Saudí alquilé un coche durante mes y medio, caminando menos de lo habitual. Y después acabé recluido en un hotel de Riyadh sin apenas moverme, alimentándome a base de shawarmas, batidos de plátano y dulces. Así que cuando regresé a España mi peso había subido a 85,7kg.
En este tramo ha habido algún pequeño percance, aunque nada importante, teniendo en cuenta los países que he visitado (Irán, Irak…) y la forma de conducir de los saudíes. Esto ha sido lo más destacado:
*Las zapatillas de montaña me han seguido dando problemas. Ya comenté en mi anterior post que me debería haber comprado un número más, porque los dedos están demasiado cerca de la puntera y en los descensos acabo con las uñas destrozadas (el último ejemplo fue mi excursión al volcán Jebel Bayda). Así que tomé la decisión de sustituirlas por otras, aprovechando mi regreso a España.
*Durante mi recorrido por Wadi Dissah, al cerrar la puerta del 4×4 de Faisal, me pillé el dedo pulgar de la mano derecha. Fue realmente doloroso. Parecía que no me iban a quedar secuelas, pero al cabo de unos días me apareció en la uña un hematoma negro con forma de triángulo que duró varios meses (hasta que la uña creció).
*Mientras fotografiaba una puesta de sol en el Golfo de Aqaba empecé a sentir molestias en el ojo izquierdo. Más tarde comprobé que me había aparecido un punto oscuro en la córnea, y durante días me costó tolerar la luz directa, tanto del sol como de los vehículos que me cruzaba de noche al conducir por Arabia Saudí. Por suerte al final el punto desapareció y todo quedó en un susto.
*Sin duda el incidente estrella de estos meses se produjo durante mi ruta por el Valle de Alamut. Mientras desayunaba en el Navizar Hotel, al morder un trozo de pan lavash, se me rompió una muela que ya me habían reconstruido en España antes de comenzar Mi Gran Viaje y estaba bastante debilitada. Como no me dolía (solo me impedía comer por ese lado) pasé bastantes días dando largas al problema. Hasta que al llegar a Tabriz (la ciudad más importante del norte de Irán) decidí acudir al dentista.
Mi estancia en Tabriz coincidió con la revuelta interna contra el gobierno y el acceso a Internet estaba bloqueado, así que no pude buscar un dentista con buenas referencias, tal y como hice en Yerevan. En su defecto pregunté en la recepción del Morvarid Hotel; el encargado me acompañó hasta una clínica dental situada a 5 minutos a pie; me senté en la sala de espera; y al poco me recibió su sonriente propietaria, la Doctora Solmaz Ahrabiyan (una profesional bastante respetada). Reconozco que estaba muerto de miedo, porque sabía que la muela no tenía salvación y me la tendría que sacar. Y encima en un país desconocido. La verdad es que fue una experiencia surrealista…
Una vez en la sala de intervenciones comprobé que era para dos pacientes, sin ningún tipo de separación. A mi lado había un niño que no paraba de llorar, y varias personas campando a sus anchas. Una de ellas (Ahmed, el padre del niño) se ofreció a hacer de traductor, porque la Doctora apenas hablaba inglés. La anestesia me hizo un daño terrible, porque la mujer me clavó la aguja hasta el fondo. Y mientras Ahmed no paraba de hacerme preguntas, bromeaba con mi situación, y hasta me ofreció sus servicios de guía turístico (¡?). De buena gana le hubiera dado un puñetazo en la cara…
Menos mal que la extracción de la muela fue limpia, sin que notara nada. Después me pusieron unos puntos de sutura, y me cobraron 60Usd. Una auténtica fortuna en Irán, y eso que por lo visto me hicieron un descuento, porque los extranjeros pagan el doble. Como guinda al show la Doctora insistió en hacerse un selfie conmigo, donde aparezco con cara de circunstancias, un algodón en la boca y alguna mancha de sangre en la cara. En fin…
Ahmed insistió en llevarme en coche al hotel y me encerré en mi habitación, donde viví horas complicadas. Allí estaba completamente solo, aplicándome hielo en la mejilla para evitar que se hinchara; sin poderme comunicar con nadie (Internet bloqueado); sintiendo dolor a medida que desaparecían los efectos de la anestesia; y viendo la TV pública, donde solo hablaban de lo malos que eran Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí, mientras en el exterior se escuchaban los gritos de una nueva manifestación contra el gobierno. Uno de esos momentos en los que te planteas qué narices estás haciendo con tu vida… Al final me tomé un Ibuprofeno y me quedé dormido.
Según las condiciones de mi seguro de viaje True Traveller están cubiertos los gastos dentales relacionados con el dolor, así que solicité el reembolso de los 60Usd. Ha sido la primera vez que utilizo los servicios de mi aseguradora, y la verdad es que acabé muy satisfecho. Rellené un cuestionario a través de la página web de la compañía; adjunté la factura (bueno, una cuartilla escrita a mano por la Doctora en un inglés rudimentario); y en un par de semanas ya tenía el dinero ingresado en mi cuenta sin ninguna pega. Impecable.
Aunque aquí no acabó la cosa: 10 días después de sacarme la muela tenía que volver al dentista para que me quitaran los puntos de sutura. Y yo había seguido con Mi Gran Viaje como si nada y me encontraba en Suleimaniya (Irak). Tras investigar en Internet no encontré ninguna clínica dental recomendada, así que puse Dentista en Google Maps y salí a la calle. El primer lugar era una especie de hospital que estaba invadido por una auténtica marea humana (no duré ni un segundo). Pero en el segundo tuve más suerte: una pequeña consulta donde una simpática chica me quitó los puntos, comprobó que la herida estaba cicatrizando bien, y solo me cobró 5.000D (apenas 4€). Qué peso me quité de encima cuando salí de allí…
EQUIPO
La verdad es que en este apartado no ha habido muchos cambios respecto al primer semestre de viaje. Mis mochilas pesan igual; sigo utilizando las mismas estrategias para reducir al máximo los momentos en los que tengo que cargar todo mi equipaje; no he añadido nuevos elementos a mi equipo (el Powerbank que compré me vino genial durante mi road trip por Arabia Saudí); y tampoco me he podido quitar de encima el ratón Magic Mouse.
Durante este tiempo mi equipo ha sufrido algún que otro daño:
*Mis dos calzoncillos de ciudad acabaron llenos de agujeros y los tuve que sustituir en Irán. No fue una tarea fácil: en los mercadillos callejeros no encontraba un modelo mínimamente aceptable; y en los bazares de Teherán y Tabriz solo los vendían al por mayor (mínimo paquetes de 10 unidades). Al final di con un puesto en Tabriz que vendía imitaciones de Adidas y me compré un par.
*También se agujerearon mis dos pares de calcetines de ciudad, y los calcetines bajos (demasiado finos para el uso intensivo que les dí).
*Los tejanos se me rompieron por la zona de la entrepierna, y el agujero cada vez era más grande. Además, como había perdido tanto peso se me caían todo el rato (a pesar del cinturón) y caminar con ellos era realmente incómodo. Pero aguanté con ellos hasta el final del semestre.
GENTE
Al pasar estos meses visitando países completamente alejados de los circuitos turísticos apenas he conocido a otros viajeros extranjeros (nada que ver con el comienzo de Mi Gran Viaje). Eso sí, a cambio me he relacionado mucho con los lugareños, que me han transportado en sus vehículos cuando me he visto obligado a hacer autoestop; y en varias ocasiones me han acogido en sus casas, tratándome como un familiar más. A continuación indico la gente que me ha marcado, aunque hay otros, como Rahman y su familia (Marivan); Juliano (Kuwait); Turki y sus amigos (Hail); o la familia Mahallawi (playa de Ras Al Shaaban, cerca de Umluj).
Top 6 – Gente maja en ruta
*Masumeh: una vecina de Andej, una remota aldea en el Valle de Alamut (Irán). Al llegar pregunté por un lugar para comer, y ella me llevó a su casa, donde me invitó a un plato de Ash (una sopa estilo cocido) y pan con queso. Mi idea era acampar en los alrededores, pero insistió en que me quedara allí, y acabé cenando con su familia, durmiendo en una habitación de su vivienda, y desayunando al día siguiente. Su marido, Mohsen, era algo más borde, pero me acabó acompañando un tramo de mi ruta por las montañas, me hizo un bastón y me dio un curso acelerado sobre cómo actuar si me encontraba un oso.
*Aram y Mahsa: una pareja kurda encantadora que conocí en un taxi compartido camino de Paveh, un pueblo del Kurdistán Iraní. Ellos se bajaban antes, en Shamshir, y tras unos minutos hablando me invitaron a conocer el pueblo con ellos. Al final, además de realizar una excursión a pie, me alojé en su casa, comí y cené con su familia, y visitamos en coche Paveh para contemplar las vistas desde sus miradores.
*José: un abogado de Valencia, viajero empedernido (había visitado 170 países), al que conocí paseando por las calles de Erbil (Irak). Iba acompañado de Timothy, un politólogo de Nueva Zelanda, y pasamos el día juntos visitando algunas atracciones de la ciudad. Me cayó muy bien y sentó genial poder hablar con alguien de mi país tras un montón de meses.
*Abu Sukkar: un habitante de Jubbah (Arabia Saudí). Lo conocí a través de unos chavales que encontré de camino, y el hombre rápidamente se hizo cargo de mí. Me enseñó los principales lugares de interés del pueblo; me llevó a una docena de casas (incluido un velatorio) donde los vecinos me invitaron a café, té, dátiles y Kabsa; y me alojó en una habitación de su enorme vivienda.
*Faisal: un vecino de Al Dissah (Arabia Saudí). Mientras buscaba un lugar para acampar, un lugareño me dijo que le siguiera y me llevó hasta un campamento turístico. Cuando apareció Faisal (propietario y guía turístico) le comenté que no podía pagar sus servicios, pero me contestó que yo era su invitado. Así que pasé dos noches alojado con él, comidas incluidas, y me enseñó en su 4×4 el fantástico Wadi Dissah. Completamente gratis.
*María: cuando visité Jeddah volví a ver a esta simpática Filipina que había conocido en la Capadocia, ya que vive y trabaja aquí. Quedamos un par de días para charlar y pasear por la Corniche; y siempre estaba disponible para resolver alguna duda o aportar información.
LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Cuando en diciembre del 2019 apareció en la ciudad china de Wuhan una misteriosa enfermedad provocada por un coronavirus (el covid-19), nada hacía pensar que se acabaría extendiendo por todo el mundo dando pie a una pandemia global de dimensiones asombrosas. Poco a poco comenzaron a surgir brotes en otros países, donde se contabilizaron miles de muertos: Irán, Italia, España, Francia, Gran Bretaña… Y las escenas de pánico se sucedieron, con gente haciendo acopio de víveres en los supermercados y numerosos ataques racistas.
A mí la crisis me pilló en Arabia Saudí. El 2 de marzo se registró el primer caso de contagio, y el gobierno comenzó a tomar medidas preventivas. Yo reconozco que no me preocupé y continué mi viaje con normalidad. Pero en los días posteriores la situación se agravó: el 8 de marzo (coincidiendo con mi llegada a Riyadh) se cerraron todas las fronteras; y el 15 de marzo se suspendieron los vuelos internacionales y se cerraron todos los comercios, a excepción de los supermercados, farmacias y locales de comida para llevar. Ahora estaba oficialmente atrapado en Arabia Saudí, y tenía que tomar una importante decisión.
Una opción era esperar en Riyadh a que pasara la pandemia, por varios motivos:
*Me encontraba en la capital del país, con hospitales modernos por si las cosas se complicaban.
*En España la situación era dramática, con toda la población confinada en sus casas; hospitales colapsados; y una curva de mortalidad que no paraba de crecer (tras Italia era el principal foco de infección en Europa).
*Estaba alojado en un hotel bastante correcto, céntrico, y con buen wifi para trabajar en mi blog o ver películas y series de TV.
*Cuando las fronteras volvieran a abrir podría continuar Mi Gran Viaje con más facilidad (muchos países habían vetado la entrada a cualquier persona procedente de España, por su elevado número de contagios).
La otra opción era intentar regresar a España y pasar allí la pandemia, y también estaba justificada:
*La situación no tenía pinta de normalizarse en muchas semanas, teniendo en cuenta que en China ya llevaban 3 meses sin conseguir erradicar el virus.
*En tiempos difíciles me parece más seguro estar en mi país, cerca de mi familia y amigos, que en un lugar extraño donde es más que probable que primero miren por el interés de sus ciudadanos.
*El gobierno saudí podía decidir aplicar más restricciones. Y de hecho en los siguientes días se suspendió todo el transporte público nacional; se aisló la ciudad de Riyadh (nadie podía entrar o salir); y se estableció un toque de queda en las calles entre las 19h y las 6h (ampliado poco después a las 15h).
*En mi hotel cada vez había menos huéspedes, y en cualquier momento tanto los propietarios como el gobierno podían optar por cerrarlo, dejándome en la calle. Suena excesivo, pero ya estaba sucediendo en otros países, como Filipinas, la India o Nepal, con miles de turistas occidentales abandonados a su suerte.
*En España el coronavirus había avanzado más, y quizás cuando allí se normalizara la situación en Arabia Saudí comenzaría a empeorar (de hecho es lo que acabó sucediendo), sin poder salir del país.
La verdad es que estuve mucho tiempo dándole vueltas al tema, y al final decidí intentar volver a casa. Para ello el 17 de marzo envié un correo electrónico a la Embajada de España en Riyadh y me contestaron de forma escueta, pidiéndome una serie de datos. Aunque el periódico La Vanguardia ya había publicado que la Embajada de Polonia estaba organizando un vuelo de repatriación para sus ciudadanos, y el gobierno español estaba negociando incluir en él a 43 españoles atrapados en Arabia Saudí.
La espera fue realmente tensa. Solo salía a la calle 15 minutos al día, para comprar en un local cercano un shawarma y un batido de plátano; o algo de comida en un supermercado. Y cuando escuchaba pasos que se acercaban a mi habitación pensaba que había llegado el momento de abandonar el hotel. Hasta que el 26 de marzo me llamaron de la Embajada de España y me dijeron que el vuelo de repatriación salía al día siguiente. Y poco después me llamó una operadora de la aerolínea LOT y compré el billete a Varsovia.
Durante la crisis del coronavirus leí muchas quejas de otros viajeros por el trato recibido por parte de las Embajadas de España en el mundo. No contestaban el teléfono; no ofrecían ningún tipo de ayuda; cobraban precios abusivos por los vuelos de repatriación… En mi caso también opino que el trato fue muy mejorable: la chica que me llamó desde la Embajada hablaba como un robot, sin ningún tipo de empatía, cuando en estas situaciones una palabra de ánimo o apoyo significa un mundo; y con la excusa de que el vuelo lo organizaba la Embajada de Polonia no me resolvió ninguna duda. La operadora de LOT fue muchísimo más simpática, interesándose por mi estado.
El 27 de marzo estaba hecho un manojo de nervios, porque tenía ante mí un montón de obstáculos:
*Mi tarjeta SIM de la compañía STC estaba sin saldo, y la necesitaba para mantenerme en contacto con la Embajada. Pero todas las tiendas estaban cerradas. Por suerte antes de abandonar el hotel me pude bajar la app de STC y realicé una recarga online.
*Al estar suspendido todo el transporte público nacional, no había taxis para llegar al aeropuerto; y el encargado de la recepción del hotel me dijo que no conocía a nadie dispuesto a llevarme. Menos mal que me dio por consultar en la app de Uber. Allí comprobé que había un único vehículo moviéndose por Riyadh. Solicité el servicio, y al cabo de un cuarto de hora apareció. Se trataba de un enorme 4×4 conducido por un abuelete saudí, y me cobró el precio indicado por la app (si hubiera querido en esas circunstancias me podría haber cobrado el doble). La verdad es que esperaba que la Embajada hubiera organizado un autobús para llevarnos hasta allí.
*La ciudad de Riyadh estaba aislada del resto del país, con controles de Policía que impedían entrar o salir. Y no tenía claro si el Aeropuerto se encontraba dentro o fuera del perímetro de la ciudad. A ver cómo le hacía entender al agente de turno que tenía que coger un vuelo, cuando el espacio aéreo de Arabia Saudí llevaba semanas cerrado… Afortunadamente el Aeropuerto está dentro (o eso creo, porque no había ningún control).
*Mientras me dirigía al Aeropuerto todavía no había recibido los datos de la Embajada para comprar el billete de avión de Varsovia a Madrid. Yo por si acaso ya había mirado opciones de alojamiento y transporte en Polonia. Pero por suerte mientras esperaba me llegó un correo de la Embajada (gracias a que tenía el móvil operativo) y pude adquirir el billete online.
*Un agente secreto me había descubierto en la mezquita Masjid Nabawi de Medina y le había hecho una foto a mi Pasaporte. Así que cuando en el interior del Aeropuerto me dirigí al control de Pasaportes me temía lo peor. Aunque me dejaron pasar sin problema, no sé si porque se trataba de una falta leve, o porque la situación era lo suficientemente anómala como para complicarla aun más.
Tras superar todos los obstáculos, ya estaba listo para comenzar el viaje de regreso a España. Estas fueron las etapas:
1. Avión Riyadh – Varsovia: el vuelo era a las 19.30h, pero como en Riyadh el toque de queda en las calles comenzaba a las 15h yo llegué al Aeropuerto a eso de las 14h. Allí conocí a unos polacos muy agradables: un padre con su hermano y su hija, que habían recorrido Arabia Saudí por libre. Estuvimos charlando y compartiendo anécdotas, y el tiempo me pasó volando. Al final despegamos con más de 2 horas de retraso, pero el caso es que despegamos. Compañía: LOT. Precio: 334€.
El vuelo fue una experiencia surrealista. Yo llevaba mascarilla y guantes de plástico; las azafatas iban completamente cubiertas con un mono de seguridad, mascarilla y guantes; y viajé en una fila de 3 asientos con el central libre para dejar distancia de seguridad entre los pasajeros. El servicio de comidas se redujo a un par de bollos de pan con embutido y un vaso de agua. Cuando llegamos a Varsovia unos soldados me tomaron la temperatura antes de salir del avión; y tuve que rellenar unos formularios con mis datos de contacto por si durante los próximos días daba positivo de coronavirus.
2. Avión Varsovia – Madrid: con el retraso llegamos a Varsovia de madrugada, y unos empleados nos condujeron rápidamente al siguiente avión, que nos estaba esperando. La experiencia fue similar al primer vuelo, aunque la aeronave iba mucho más vacía. Reconozco que cuando una azafata nos comunicó que estábamos a punto de aterrizar en Madrid me emocioné. Ya estaba más cerca de casa. Eso sí, me sorprendió muchísimo que en el Aeropuerto no hubiera ningún tipo de control: ni temperatura, ni preguntas… Con la que estaba cayendo… Compañía: Iberia. Precio: 107€.
3. Metro Aeropuerto Barajas – Estación de Atocha: el Metro iba desierto. Y para llegar a la Estación de Tren caminé unos minutos por las calles de Madrid, que ofrecían una imagen espeluznante. Era sábado por la mañana y hacía un tiempo genial, pero las avenidas estaban completamente vacías. Parecía un escenario apocalíptico. Y es que Madrid se había convertido en el epicentro de la pandemia en España, con centenares de muertos cada día. Precio: 7,5€.
4. Tren AVE Madrid – Barcelona: tras comprar el billete en una taquilla me senté a esperar una hora (mi tarjeta SIM de STC todavía funcionaba), y después subí al tren, que arrancó a la hora prevista. Viajé en un asiento sin nadie a mi alrededor, para dejar distancia de seguridad entre pasajeros. Precio: 109€.
Una vez en Barcelona todavía tuve que coger un tren de cercanías y un autobús local para llegar a casa. Aunque eso fue lo de menos tras la odisea vivida. Habían pasado más de 30 horas desde que desalojé mi hotel en Riyadh. Un nuevo reto superado, y un extraño colofón para un semestre épico.
PROXIMAMENTE
Después de 3 meses esperando en Barcelona parece que la pandemia está más o menos controlada en Europa y el 1 de julio reabrieron las fronteras internas de los países miembros de la UE. Yo he comprado un billete de avión a Sofía (Bulgaria), y desde allí mi idea es hacer una ruta por algunos países del Este (Rumanía, Ucrania, Bielorrusia…). Aunque el panorama es realmente incierto y todo dependerá de multitud de factores, como posibles rebrotes del coronavirus.