En el interior de una de las ciudades más sagradas del Islam, rodeado de miles de peregrinos llegados de todos los rincones del mundo
Medina (antiguamente conocida como Yathrib) es una de las 3 ciudades santas del Islam junto a la Meca y Jerusalén, y su historia está íntimamente ligada a la de Mahoma. Aquí llegó el profeta en el año 622 huyendo de sus enemigos en la Meca, tras realizar un recorrido conocido como la Hijra (Hégira en español). Un momento de gran importancia que se utilizó como inicio del calendario islámico (igual que el nacimiento de Jesús en el calendario cristiano). Tras su muerte 10 años más tarde, Medina fue la primera capital del pujante Imperio Musulmán. En el año 656 el nuevo califa decidió trasladar la corte a Kufa (Irak), aunque la ciudad continuó creciendo como centro religioso de primer orden. Actualmente Medina es la capital de la provincia del mismo nombre y cada año acoge a millones de peregrinos.
Oficialmente el acceso al centro de Medina está prohibido a los no musulmanes. Yo en principio no tenía pensado visitar la ciudad, y de hecho pasé de largo sin detenerme durante mi trayecto hacia el cráter de Al Wahbah. Pero después leí los relatos de viajeras como @lostwithpurpose y @thewanderingquinn, que visitaron Medina sin ningún problema, y me acabé animando. La principal atracción de Medina es Masjid Nabawi (la Mezquita del Profeta), donde se encuentra la tumba de Mahoma. Pero tiene otras como Quba Mosque o Dar Al Madinah Museum. Además, Medina está rodeada de campos de lava y se pueden realizar excursiones a espectaculares volcanes, entre los que destaca Jebel Bayda.
VIAJE: JEDDAH – MEDINA
Este trayecto comenzó con una desagradable sorpresa. Tras desalojar la habitación de mi hotel en Jeddah, caminé hasta la calle donde tenía aparcado el coche y me lo encontré con un golpe que había dañado una de las ruedas traseras. Por lo visto un vehículo chocó y se dio a la fuga, pero un lugareño tuvo tiempo de tomar la matrícula y me dejó una nota en el parabrisas (en árabe). Como no tenía ni idea de qué hacer pedí ayuda en la recepción del hotel, y un encargado llamó a la Policía.
A continuación dediqué varias horas a realizar gestiones: poner una denuncia en la Comisaría de Policía (que por suerte estaba a escasos metros); obtener un justificante sellado para la reparación; visitar dos agencias de Budget (con la rueda desinflada) para informar del accidente… Al final en la segunda agencia se limitaron a cambiarme la rueda (utilizando la de repuesto) y me puse en marcha a las 14h pasadas con la sensación de haber perdido el tiempo. Porque ni me iba a quedar en Jeddah para hacer un seguimiento de la denuncia; ni el seguro del coche cubría los daños, por mucho justificante que tuviera.
Nota: al final tuve que comprar una llanta en un desguace (100R); y pagar 15R en una gasolinera para que le pusieran mi neumático, que no había sufrido daños. El lateral del coche también estaba rozado, pero cuando lo devolví en la agencia de Budget no me dijeron nada. Con lo cual el incidente no me salió tan caro.
En fin, por delante tenía 410km hasta la ciudad de Medina. Según Google Maps eran 4 horas sin parar, con lo cual una vez más llegaría a mi destino de noche. Abandonar Jeddah no fue sencillo, avanzando poco a poco por una avenida con un tráfico horrible. Cuando vi una gasolinera me detuve a llenar el depósito (46R); y compré galletas y un zumo para solventar la comida (3R). Una vez salí de Jeddah continué a buen ritmo por una autopista de 3 carriles por sentido. La velocidad permitida era de 140km/h, pero no me fiaba mucho de la rueda de repuesto y no pasé de 120km/h. Al principio el paisaje fue bastante monótono, aunque después atravesé un inmenso campo de lava, con piedras de color negro, conos volcánicos y algún grupo de camellos.
Tal y como había previsto alcancé Medina tras la puesta de sol, pero no pensaba que me iba a costar tanto acceder al centro. Aquello era un auténtico laberinto de carreteras, y encima el GPS se volvía loco, con lo cual me salté los desvíos correctos varias veces y estuve un buen rato dando vueltas lleno de impotencia. La situación era realmente delicada, porque en teoría los no musulmanes tienen prohibida la entrada al centro de Medina, y allí estaba yo completamente perdido, pasando junto a coches de Policía que controlaban el tráfico.
Eso sin contar el riesgo de chocar con algún bordillo elevado (como me ocurrió en Al Bahah); o con otro vehículo (ante mis dudas no paraban de pitar y adelantarme a toda velocidad); o con un peatón (mi llegada coincidió con la llamada a la oración y las calles se llenaron de gente que invadía la calzada). En un par de ocasiones, tras equivocarme por enésima vez, acabé gritando desesperado. Incluso recorrí el interior del gigantesco parking que hay bajo la Mezquita del Profeta. Pero por suerte al final me pude orientar.
En la calle del hotel que había elegido para pasar la noche el aparcamiento era de pago (había parquímetros y un empleado examinando los parabrisas de los coches). Yo dejé el mío allí unos minutos y regresé tras hacer el check in. Menos mal que no me encontré ninguna multa, porque hubiera sido la guinda a un día realmente nefasto.
ALOJAMIENTO: MAWADAA AL TAQWA HOTEL – 128R/Noche
*Puntos a favor: habitación ubicada en un séptimo piso con vistas geniales; lavabo privado con ducha de agua caliente; limpieza extrema; ubicación espectacular, a escasos metros de la Mezquita del Profeta; tranquilidad total por la noche; encargado de la recepción muy amable; parking gratuito; nevera.
*Puntos en contra: camas individuales muy estrechas y cortas (me sobresalían los pies y tampoco soy tan alto); mobiliario destartalado; sin wifi.
En Medina hay una amplia oferta de alojamiento a precios económicos, aunque yo decidí darme un homenaje y a través de Booking hice una reserva en el hotel donde pasó la noche @thewanderingquinn (una conocida de Instagram), para estar lo más cerca posible de la Mezquita del Profeta. Al reservar pedí una habitación con buenas vistas y quedé muy satisfecho. Eso sí, los cristales podían haber estado un poco más limpios para las fotos.
Una vez instalado esperé un rato a que acabara la oración de las 20h y salí al exterior en busca de algo para cenar. No me compliqué la vida y compré en un local cercano un par de shawarmas para llevar y dos latas de Mirinda. Los shawarmas eran de tamaño normalito y todo me costó 22R, un ejemplo de que los precios en el centro de Medina son carísimos.
Las calles eran un hervidero de gente con facciones y ropajes exóticos, pero estaba agotado y regresé pronto a mi habitación. Al día siguiente ya tendría oportunidad de explorar la ciudad con calma. La anécdota se produjo cuando coincidí en el ascensor con un saudí y me empezó a hablar en árabe. Me quería morir, porque no saber árabe equivale a que no eres musulmán. Aunque al final no me quedó más remedio que contestar en inglés, con la boca muy pequeña y una sonrisa temblorosa. Por suerte era un buen hombre y no le importó (había estado de vacaciones en Barcelona y hablaba un inglés bastante correcto).
LA MEZQUITA DEL PROFETA
Al día siguiente me desperté a buena hora tras una noche tranquila. A continuación desayuné galletas y un yogurt; preparé mi mochila pequeña; y salí a la calle para conocer Medina. Cómo no, mi primer objetivo fue Masjid Nabawi, la Mezquita del Profeta. Originariamente se trataba de un pequeño templo de adobe y troncos de palmera que Mahoma construyó junto a su casa. Pero con el paso del tiempo experimentó diferentes ampliaciones hasta convertirse en la tercera mezquita más grande del mundo (tras Mashad y la Meca), un edificio gigantesco con capacidad para un millón de fieles.
Masjid Nabawi se encuentra rodeada por una enorme plaza llamada Haram, a la que se accede mediante diferentes puertas. La entrada a los no musulmanes está prohibida, pero no vi ningún tipo de vigilancia y decidí colarme. Tanta facilidad me sorprendió muchísimo. Para visitar los recintos de los festivales de Hail y Al Ula me cachearon a conciencia y registraron todas mis pertenencias. Y en cambio en la Mezquita del Profeta pude entrar sin problema con una mochila a la espalda. O el día anterior cruzar el parking subterráneo con un coche que no había pasado ningún tipo de control.
En el Haram me encontré con una atmósfera única. Centenares de personas caminaban en todas direcciones, formando un auténtico mosaico de razas y culturas. Había hombres afeitados y otros con tupidas barbas (algunas teñidas de naranja); con turbantes y gorros de mil formas diferentes; morenos o de piel clara y rasgos orientales; mujeres envueltas en abaya y niqab, y otras con el rostro descubierto, luciendo pantalones anchos y telas de vivos colores; algunas llevaban la boca tapada con mascarillas, o tenían pendientes en la nariz, o iban descalzas… Una locura. Las oportunidades fotográficas eran infinitas.
Desde el año 2010 el Haram cuenta con 250 paraguas retráctiles de grandes dimensiones, que se despliegan durante las diferentes oraciones para proteger a los fieles del sol o la lluvia. Además también hay varias farolas que iluminan la plaza cuando cae la noche.
La mezquita de Masjid Nabawi tiene forma rectangular y destacan dos elementos arquitectónicos. Por un lado sus minaretes (nada menos que 10), con una altura de 104 metros, añadidos en diferentes épocas. Por otro el Green Dome, una cúpula de color verde bajo la cual descansan los restos de Mahoma y dos de sus compañeros, que se convirtieron en los primeros califas del Imperio Musulmán. Entrar en el templo ya me pareció excesivo y me limité a hacer fotos desde el exterior. Más tarde me explicaron que las tumbas están rodeadas por un muro que impide verlas. Y según la tradición hay una cuarta tumba vacía que ocupará Jesús cuando regrese a la Tierra.
Tras un buen rato caminando por el Haram en busca de escenas curiosas abandoné el recinto por la misma puerta, con la sensación de haber vivido una experiencia inolvidable. En los alrededores de Masjid Nabawi hay dos pequeñas mezquitas: Masjid Ghamamah y Masjid Abu Bakr Siddeeq. Y una plaza donde revolotean grupos de palomas, con bancos para sentarse a descansar.
Antes de seguir la ruta entré en un local de comidas y compré 2 shawarmas pequeños y una Mirinda (13R). Me hubiera gustado algo más consistente, pero no encontré ningún restaurante cerca.
RECORRIENDO MEDINA
Ya con el estómago lleno continué paseando por la ciudad. A pesar de su rica historia, Medina cuenta con muy pocos edificios antiguos. En parte por las sucesivas ampliaciones de Masjid Nabawi, que han devorado la vieja Medina. Aunque también por el empeño de la dinastía saudí (y sus seguidores wahabíes) de destruir todas las tumbas susceptibles de ser veneradas por la población. De hecho la propia Tumba de Mahoma se libró por un pelo. Así que el centro de Medina está formado por amplias avenidas, enormes hoteles para hospedar a los peregrinos, y tiendas de souvenirs.
A escasa distancia de Masjid Nabawi hay dos mercados que merece la pena visitar:
*Old Souq: se trata de un conjunto de puestos cubiertos con toldos donde hay una gran variedad de productos a la venta, como bisutería (relojes, anillos, pulseras…); telas; perfumes; gorros; bolsos; vestidos… La mayoría de clientes son peregrinos en busca de algún objeto para conmemorar su estancia en Medina, o para regalar a sus familiares.
*Mercado Central de Dátiles: durante mi viaje por Arabia Saudí mucha gente me dijo que los mejores dátiles del país son los de Medina. Y en este mercado hay docenas de tiendas que venden diferentes variedades. Yo duré solo unos minutos, porque los vendedores eran pesadísimos y no paraban de intentar arrastrarme a sus comercios; y porque no tenía intención de comprar.
Más tarde decidí caminar hasta la Mezquita de Quba. Fue el primer templo construido por Mahoma nada más llegar a Medina. Y cada sábado acudía a rezar, recorriendo a pie o en camello los 6km que separaban su casa de la población de Quba. En la actualidad se puede rememorar ese paseo siguiendo Quba Road. Durante mi visita la primera parte de la calle era peatonal, con montones de comercios; y la segunda estaba en obras.
De camino un hombre me regaló un botellín de agua. Y pasé junto a Quba Fort, un imponente castillo de adobe que en el pasado pertenecía a los Banu Qaynuqa, una tribu judía que se enfrentó a los seguidores de Mahoma y acabó siendo expulsada de Medina. La verja que lo rodea estaba abierta y me acerqué a contemplar el fuerte, aunque se encuentra rodeado de edificios modernos y no pude acceder al interior.
La Mezquita de Quba es un edificio espectacular, de color blanco inmaculado, coronado por 4 minaretes enormes y 3 cúpulas. Eso sí, fue construido en el año 1984 y del templo original no queda absolutamente nada. Al igual que en Masjid Nabawi, no entré en la mezquita y me quedé deambulando por su plaza, transitada por grupos de peregrinos. Muchos se dedicaban a dar de comer a las palomas y hacer fotos cuando levantaban el vuelo. En los alrededores hay un pequeño mercado con puestos de souvenirs. Un chaval se acercó a hablar conmigo y me regaló un Miswak (planta que los lugareños utilizan a modo de cepillo de dientes).
A continuación mi idea era coger un taxi para regresar al centro de Medina. Pero no pasaba ninguno y encima un desvío encarecía bastante el trayecto. Así que al final caminé bajo un sol de justicia.
DESCUBIERTO POR UN AGENTE
De regreso en los alrededores de mi hotel escuché la llamada a la oración y decidí acercarme otra vez a Masjid Nabawi para disfrutar del ambiente. Allí me encontré con una auténtica muchedumbre que desfilaba hacia las diferentes puertas de entrada y me uní a ella. La escena era increíble. Como la mezquita ya estaba llena, el resto de fieles rezaban en los alrededores del templo sobre enormes alfombras. Y de fondo se escuchaban las plegarias del imán. Cuando acabó la oración miles de personas invadieron el Haram. La mayoría caminaba hacia las puertas, aunque otras se sentaban en el suelo a charlar; o grababan vídeos con sus móviles. Todo un espectáculo.
Y cuando ya me marchaba sucedió lo imprevisto… Un hombre me comentó algo y se acercó con su móvil. Yo pensaba que quería que le hiciera una foto, pero no. Estaba utilizando Google Translator y me enseñó la pantalla con un mensaje en el que me pedía el Pasaporte. Yo puse cara de no entender nada y entonces me dijo “I’m Police”, y me enseñó su identificación. Era un agente secreto infiltrado. Vaya tela…
Aunque la verdad es que tenía lógica porque me la había jugado demasiado. Las viajeras @lostwithpurpose y @thewanderingquinn me hicieron perder el miedo y me confié. Pero una cosa es una chica envuelta en un abaya, que puede dar bastante el pego; y otra un tío en camiseta, tejanos y zapatillas deportivas con la cabeza al descubierto. Bueno, y paseando con una cámara enorme cuando el resto de gente utilizaba sus móviles. Lo raro fue que no me dijeran nada la primera vez que entré.
Yo estaba muy nervioso, pero la verdad es que el agente relajó bastante la situación. No paraba de decir “no problem, no problem”, y me comentó que solo quería ver el Pasaporte para comprobar mi nacionalidad. Aunque al mismo tiempo le hizo una foto y me preguntó si era musulmán. El caso es que se despidió de mí con mucha educación y pude continuar mi camino.
Este suceso marcó el resto de mi viaje por Arabia Saudí. Durante días no paré de repasar mentalmente el encuentro con el agente, intentando deducir si tendría algún tipo de consecuencia. Y busqué en internet información sobre las sanciones por ser descubierto en Medina, pero todo eran conjeturas (falta leve, multa económica, deportación…). Así que no me quedó otra que esperar y ver qué pasaba.
Unos días más tarde la crisis del coronavirus me obligó a volar de regreso a España desde el Aeropuerto de Riyadh. Reconozco que cuando me acerqué al Control de Pasaportes estaba muerto de miedo, porque esperaba que el agente viera algún tipo de alerta por el incidente de Medina. Pero para mi sorpresa pude continuar sin problema. No se si el policía que me descubrió tenía razón y solo quería realizar una comprobación; o si las circunstancias especiales de ese día jugaron a mi favor (era el único vuelo y el aeropuerto estaba vacío).
CENA: AL BAIK
En Google Maps descubrí que a unos 20 minutos a pie de Masjid Nabawi había un restaurante de esta popular franquicia, así que caminé hacia él mientras oscurecía, con ganas de olvidar la desagradable situación vivida. Al llegar me tocó esperar media hora sentado junto a la entrada, porque acababa de cerrar sus puertas para la oración. Pero al menos cuando abrió de nuevo pude entrar de los primeros y conseguí mi pedido muy rápido, sin tener que aguantar una de sus habituales colas.
Al igual que en Jeddah, opté por 4 trozos de pollo picante, acompañado de patatas fritas, salsa de ajo, un bollo de pan y dos latas de Pepsi. Precio: 18R. Lo pedí para llevar y cené tranquilamente en mi habitación.
Cuando escuché la llamada para la siguiente oración me asomé a la ventana para contemplar la escena. La panorámica de Masjid Nabawi era muy buena, aunque tapada en parte por un moderno edificio que alberga la sede administrativa del templo. Y una marea de fieles desfilaba hacia la puerta más cercana, con la voz del imán de fondo. Otro de esos momentos para el recuerdo con el que puse punto y final a un día intenso.
UN PECULIAR MUSEO
La jornada comenzó después de otra noche de sueño impecable (al haber tantos peregrinos me esperaba un hotel muy ruidoso). Una vez en pie desayuné galletas y un yogurt; preparé mis mochilas; desalojé la habitación; y recuperé mi coche del parking (por suerte sin nuevos golpes). Antes de abandonar Medina quería visitar Dar Al Madinah Museum, el principal museo de la ciudad. Está ubicado a 8km del centro y llegar no fue sencillo, porque en los alrededores de Masjid Nabawi hay tanto lío de obras y calles cortadas que la realidad no tiene nada que ver con las indicaciones de Google Maps.
Una vez en Dar Al Madinah Museum me esperaba varias salas con objetos antiguos y explicaciones en inglés, al igual que en Hail, Tabuk o Abha. Pero hay 3 diferencias notables entre este museo y el resto:
*Hay que pagar entrada: 25R.
*Se trata de un museo de historia, no arqueológico. Y el grueso de la exposición consiste en una serie de maquetas donde se escenifican diferentes pasajes de la vida de Mahoma, y de la historia de la Meca y Medina. Entre ellas, sin orden aparente, hay vestidos tradicionales, joyas, libros antiguos, muebles y utensilios varios, distribuidos en una sala diáfana de grandes dimensiones.
*Como los textos de las maquetas están en árabe, la entrada incluye una visita guiada. El guía que hablaba inglés (Ahmed) estaba ocupado con otro grupo, así que esperé en un anexo tomando café árabe y dátiles. Al cabo de un rato Ahmed me pudo atender y comenzamos un recorrido maratoniano. Casi hora y media repasando infinidad de momentos clave de los orígenes del Islam: las hazañas de Mahoma, la evolución de las ciudades santas y sus edificios históricos, batallas importantes… No sé si esta es la duración habitual o es que Ahmed me vio cara de interés, pero a mí al final me explotaba la cabeza con tanta información.
Cuando acabamos Ahmed me invitó a una bebida elaborada con agua de rosas y granadas (estaba riquísima). Después di un paseo para hacer alguna foto; y me marché. Mi plan inicial era visitar también el Monte Uhud, al norte de Medina, donde tuvo lugar un combate entre los seguidores de Mahoma y sus enemigos de la Meca; y hay un pequeño cementerio muy venerado. Pero ya se me hacía tarde y decidí continuar la ruta. En las afueras de la ciudad hice un alto en una gasolinera para llenar el depósito (41R) y comprar galletas y zumos.
RUMBO A HARRAT KHAYBAR
Mi siguiente destino era toda una aventura. Al poco de llegar a Arabia Saudí encontré en la página web saudiarabiatourismguide.com un artículo sobre una zona volcánica situada en la provincia de Medina, y las fotos del lugar me impresionaron. El autor comentaba que era imprescindible viajar en 4×4 y utilizar los servicios de un guía local. Pero yo me dirigí hacia allí solo y en un Toyota Yaris. Para empezar conduje 150km en dirección norte hasta la población de Thamad, atravesando las montañas. De entrada la carretera era muy estrecha y de vez en cuando me cruzaba con camiones que apenas me dejaban espacio. Pero después se convirtió en una autopista de 3 carriles por sentido y avancé a buen ritmo.
Una vez en Thamad me desvié a la derecha. Yo me esperaba una pista sin asfaltar y para mi sorpresa me encontré con una carretera en perfecto estado que se adentró en el inmenso campo de lava de Harrat Khaybar. De camino vi varios grupos de camellos, e incluso un pastor a lomos de uno que me dejó hacerle fotos. Al cabo de 80km llegué a la altura del volcán Jebel Qidr. Apenas faltaba una hora para que oscureciera, así que me aparté todo lo que pude de la carretera y me preparé para pasar la noche allí. El terreno era muy duro y no podía clavar las piquetas de mi tienda de campaña, con lo cual opté por dormir en el coche.
Antes estuve explorando los alrededores y comprobé que caminar sobre lava no es nada sencillo, ya que forma placas de roca muy inestables que temblaban o se resquebrajaban bajo mi peso, con el riesgo de torcerme un tobillo (eso como mínimo). La vegetación era escasa, con pequeños arbustos espinosos y alguna flor. Y había bastantes pájaros revoloteando.
De regreso en el coche cené un plátano, galletas y zumo. La puesta de sol no fue nada del otro mundo porque el cielo estaba muy nublado. Y después me envolvió la oscuridad. Estaba en una de las zonas más remotas de Arabia Saudí y el silencio era sepulcral. Así que no tardé mucho en meterme en mi saco de dormir, ignorando todos los potenciales peligros a los que estaba expuesto.
ENTRE VOLCANES BLANCOS
Al día siguiente me desperté a las 6.30h tras una noche bastante correcta. Estuve incómodo, con las piernas flexionadas por la falta de espacio, pero al menos no hizo frío. El tiempo seguía bastante nublado y desde la ventana vi pasar un par de camellos a escasos metros. Después desayuné galletas y zumo, y me preparé para una dura jornada.
Para empezar decidí conducir un rato más. La noche anterior descubrí en la app para móvil maps.me una pista sin asfaltar que iba directa hasta la parte de Harrat Khaybar que quería visitar. Sabía que mi vehículo no aguantaría todo el trayecto, pero cada kilómetro de caminata que me ahorrara era importante. Con lo cual retomé la carretera y al cabo de unos minutos me desvié de nuevo a la derecha, avanzando sobre la grava. Hubo un par de puntos que rascaron los bajos del coche, pero apuré al máximo. Hasta que llegué a un cauce seco al este del volcán Jebel Qidr imposible de cruzar sin un 4×4, y me puse a andar, dejando allí el coche con todas mis cosas en el maletero. A veces pongo demasiado a prueba mi buena suerte…
A continuación tenía que elegir entre dos rutas:
*Seguir por la pista sin asfaltar. Esta ruta tiene 3 ventajas: es más fácil caminar; no hay pérdida posible; y con suerte puede que pase un vehículo y te recoja, ahorrándote el esfuerzo. Aunque también un gran inconveniente: la pista da un amplio rodeo que alarga la distancia a recorrer hasta los 17km (solo de ida).
*Atajar atravesando el campo de lava. En esta opción es muy complicado caminar; tienes que orientarte constantemente con el GPS; y no hay posibilidad de hacer autoestop. Pero a cambio se evita el rodeo de la pista y la distancia queda en 12km.
Yo me decanté por la segunda opción y me interné en el campo de lava. Al principio avancé a buen ritmo, pero después tuve que sortear tramos realmente peligrosos, con placas de lava crujiendo bajo mis pies, rocas que se movían, y profundos agujeros. Si me hubiera pasado algo allí no me encuentran en semanas. Mi única compañía eran los pájaros y alguna pequeña lagartija. Pero bueno, tras dos horas y media conecté de nuevo con la pista, y una hora más tarde ya había alcanzado mi objetivo.
Estaba en una zona de Harrat Khaybar donde hay dos volcanes realmente curiosos. El motivo es que son de color claro, al estar cubiertos de una ceniza rica en sílice. Por un lado está Jebel Abyad, el volcán más alto de Arabia Saudí, con casi 2.100m; y por otro Jebel Bayda. Antes de continuar subí hasta un peñasco que ofrecía una panorámica espectacular. Lo más sorprendente es el contraste entre la lava negra procedente de Jebel Qidr y la ceniza de los volcanes blancos, que crea un paisaje surrealista. Incluso es posible bajar hasta la linea que separa ambos colores. En el mirador había aparcados dos camiones con motos y bicis de montaña, pero no vi a nadie.
Mi idea inicial era alcanzar la cima de Jebel Abyad, pero las condiciones no eran las más adecuadas. El volcán tiene forma piramidal y la ruta no es ningún paseo. Además ya llevaba varias horas caminando; era la parte central del día, con un sol abrasador; y no tenía nada para comer y recuperar energías. Así que opté por subir a Jebel Bayda, de acceso más sencillo. Yo caminé rodeando su falda, pasando junto a un grupo de camellos, hasta que encontré una vía de ascenso; y me puse a subir.
Tardé unos 45 minutos, avanzando por un terreno cubierto de piedras, entre montones de escarabajos, y llegué al borde de su enorme cráter. Con más tiempo hubiera bajado al fondo, donde hay dos pequeños montículos de tierra oscura. Por cierto, me sorprendió ver que en el borde del cráter había marcas de 4×4 (los saudíes siempre aplicando la ley del mínimo esfuerzo).
Desde Jebel Bayda las vistas son geniales y con un dron se pueden obtener imágenes únicas. Una pena que durante mi visita hacía mucho viento y el aire estaba lleno de polvo en suspensión, creando una bruma que provocaba fotos borrosas. Como ya preveía el descenso me costó muchísimo, ya que el terreno era resbaladizo (a pesar de contar con mis bastones de montaña). Pero bueno, poco a poco llegué a la base, muy contento tras conseguir visitar por libre una zona que sobre el papel era todo un reto.
UN REGRESO CON SUERTE
El camino de vuelta al coche se presentaba duro. Mis piernas ya notaban el esfuerzo realizado, y me tuve que poner la chaqueta porque el sol estaba quemándome los brazos y el cuello. Tras casi una hora avanzando por la pista sin asfaltar tenía que tomar una decisión: ¿continuaba por ella o volvía a cruzar el campo de lava?
En esas estaba cuando escuché un sonido que me pareció irreal: era un 4×4 que circulaba por la pista en la misma dirección que yo. Dentro viajaban dos saudíes que no dudaron en dejarme subir con ellos en la cabina. Y además de llevarme hasta mi coche (desviándose de su camino) me dieron un botellín de agua y galletas. Menuda suerte. Cuando entré en el vehículo y vi que llevaban dos escopetas me quedé de piedra, pero más tarde me explicaron que es muy habitual en las zonas rurales, por si se cruzan con algún animal interesante. No hablaban nada de inglés, pero nos comunicamos como pudimos.
Ya en mi coche conduje hasta la carretera, y desde allí me dirigí hacia Hail para poner punto y final a mi road trip por Arabia Saudí. Según los carteles solo me faltaban 250km, pero de repente ocurrió algo inesperado: el asfalto desapareció, y en su lugar me encontré ante un auténtico camino de cabras, lleno de pedruscos y baches. Un lugareño me confirmó que era imposible continuar con mi vehículo y tuve que dar media vuelta. Resultado: conducir durante más de 550km por una ruta alternativa. ¿Era tan difícil haber puesto algún tipo de señal informando de esta situación? En fin…
CONCLUSION
Si no eres musulmán la pregunta que te estarás haciendo es: ¿entonces puedo visitar Medina o no? Y la respuesta es complicada. Oficialmente no está permitido. Es verdad que no hay ningún tipo de cartel que refleje esta prohibición, ni en los accesos a la ciudad ni en las puertas de la Mezquita del Profeta (a diferencia de lo que sucede en la Meca). Y que los hoteles de Medina aceptan reservas de turistas no musulmanes. Pero la zona está vigilada por agentes de Policía, algunos de incógnito (doy fe de ello). Y durante mi recorrido por la ciudad no me crucé con ningún turista de aspecto occidental.
Con lo cual se trata de una decisión muy personal que no puedo respaldar, ya que entraña riesgos evidentes (podrías ser deportado del país o tener que pagar una multa económica). A cambio, el ambiente que se respira en el Haram de la Mezquita del Profeta es único. Toda una experiencia. Si te animas, te recomiendo alojarte en el Mawadaa Al Taqwa Hotel, con una ubicación inmejorable, vistas geniales y precios moderados.
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Comentarios
4 ComentariosMontse
Nov 19, 2022Encantada de leerte. Muchas gracias!
Ganas De Mundo
Nov 28, 2022Gracias a ti por el comentario. Un abrazo!
Rosenod
Oct 5, 2022Excelente narracion
Ganas De Mundo
Oct 5, 2022Muchas gracias!