Un profundo cañón con vertiginosos senderos a gran altura, paseos en barca o kayak por el río, y varios monasterios medievales
Matka Canyon es una atracción natural situada a tan solo 15km de Skopje, donde el río Treska (un afluente del Vardar) ha creado a lo largo de los siglos un impresionante cañón de altísimas paredes cubiertas de bosques. No es de extrañar que tras la invasión de los Otomanos diversas comunidades de monjes ortodoxos eligieran la zona para refugiarse, construyendo elegantes monasterios. En el año 1937 se inauguró una central hidroeléctrica con la enorme Presa de Matka que puso fin a las frecuentes crecidas del río. Actualmente Matka Canyon es uno de los destinos preferidos de los habitantes de Skopje, así que conviene evitar visitarlo en fin de semana, cuando se llena de familias y ruidosos vehículos.
En Matka hay varios senderos de dificultad variable que ofrecen vistas épicas; es posible navegar el río Treska en barco o kayak; descubrir iglesias medievales; y visitar la Cueva de Vrelo. Casi todo el mundo realiza excursiones de un día desde Skopje, pero merece la pena pasar una noche en el Canyon Matka Hotel y disfrutar con calma del paisaje.
VIAJE: SKOPJE – MATKA
Este desplazamiento comenzó tras desalojar mi habitación del Villa Nina Hotel y despedirme del dueño. Como tenía previsto regresar al día siguiente, dejé la mochila grande en la recepción con la mayoría de mis cosas y salí lo más ligero posible. Mi plan era viajar a Matka en autobús, y lo tenía fácil porque había una parada justo a dos calles. Pero los conductores de las lineas urbanas no aceptan pagos en efectivo, así que me tocó caminar 2km hasta la Terminal y comprar el billete en una pequeña taquilla (50D).
En la Terminal Urbana (situada junto a la Interurbana) hay varios andenes con los números de los diferentes autobuses. Yo tardé unos minutos en encontrar el mío (el nº60) y me puse a esperar. El día anterior había consultado los horarios en Internet y pensaba que solo tenía media hora por delante, pero por lo visto la información estaba desactualizada y al final el autobús tardó hora y media. Fue desesperante. Al menos no había mucha gente y viajé cómodamente en un asiento junto a la ventana.
El trayecto duró algo menos de una hora y el autobús se detuvo en el parking de Matka Canyon. A continuación decidí entrar en un bar, donde compré una botella de agua grande y me tomé un café con leche (180D). Y me dirigí al Canyon Matka Hotel, pasando junto a la Presa de Matka, varios puestos de bebidas y frutos secos, y grupos de chavales en bañador.
ALOJAMIENTO: CANYON MATKA HOTEL – 1968D/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; baño privado con ducha perfecta; limpieza extrema; ubicación inmejorable, junto al río Treska; tranquilidad total por la noche; personal muy amable; restaurante propio (aunque muy caro); botella de vino de cortesía; abundante desayuno incluido; precio.
*Puntos en contra: vistas a un jardín descuidado (solo dan al río las habitaciones más caras); wifi errático.
Teniendo en cuenta que se trata del único hotel de Matka Canyon yo pensaba que los precios serían prohibitivos. Pero encontré una buena oferta en Booking y opté por hacer una reserva para poder explorar el lugar en los momentos de menos gente y mejores condiciones para la fotografía. En general acabé satisfecho con la estancia, aunque el Canyon Matka Hotel me pareció un quiero y no puedo, con instalaciones bastante rústicas mientras que en el Restaurante venden agua Evian (a 6€ la botella grande).
Al llegar pronto mi habitación todavía no estaba lista, así que me senté a esperar media hora. Y tras el check in me estiré un rato en la cama a leer y descansar.
UNA CAMINATA POR EL CAÑON
A las 14.30h salí al exterior para hacer una ruta a pie por la zona. El plan era visitar diferentes lugares de interés situados en la parte occidental del Cañón de Matka, conectados por una red de senderos que aparecían en maps.me. Esto fue lo más destacado:
1. Monasterio Sveti Andrej: data del siglo XIV y está pegado al edificio del Hotel, aunque durante mi visita se encontraba cerrado y nadie me supo explicar el motivo. Una pena porque los muros interiores están decorados con frescos.
2. Iglesia Sveta Nedela: a continuación me dirigí a la parte posterior del Hotel y comencé la ruta. Los inicios no fueron sencillos, con el sendero oculto entre la maleza y el GPS que no ubicaba mi posición en el mapa. Por suerte encontré unas marcas de pintura de color rojo y blanco y pude avanzar en la dirección correcta. Este tramo fue una auténtica locura, ganando altura continuamente, encarando duras pendientes que me obligaban a parar de forma regular para recuperar la respiración. Al poco estaba empapado en sudor y encima se me olvidó meter agua en la mochila. Además tuve que sortear algún paso muy aéreo donde un resbalón me enviaba al fondo del barranco. No me esperaba en absoluto la dificultad de la ruta; y no encontré gente para hacer la situación más llevadera.
Finalmente, después de varios puntos en los que me tocó trepar por las rocas sin echar la vista atrás, alcancé un mirador con una pérgola de madera. Y unos minutos más tarde llegué a las ruinas de Sveta Nedela, con arcos de ladrillo y un par de altares con iconos y restos de velas. Al menos la panorámica era espectacular. Ante mí se desplegaba el Cañón de Matka cubierto de frondosos bosques, con pináculos de roca y pequeñas poblaciones en la distancia. Mereció la pena el sufrimiento…
3. Monasterio Sveti Spas: tras el esfuerzo realizado mi situación era complicada. Estaba deshidratado, la cabeza me daba vueltas, y a mi alrededor se abrían profundos barrancos que prometían emociones fuertes. Mi gran temor era no poder continuar y tener que regresar al fondo del cañón por el mismo camino, porque había pasado por zonas realmente delicadas. Aunque la suerte me sonrió y la mayor parte de la etapa consistió en un suave descenso recorriendo un sendero que atraviesa el bosque. Esto me devolvió la vida y pude recuperar energías.
Mi idea era visitar Sveti Spas, pero me encontré la verja de acceso cerrada y me tuve que conformar con observar el templo desde fuera. Al menos pude contemplar una imagen genial de las cumbres que había coronado, con Sveta Nedela y el mirador de la pérgola suspendidos en las alturas. Me parecía increíble que apenas un rato antes yo estuviera allí arriba.
4. Golden Cross: este tramo continuó con la misma tónica del anterior, perdiendo desnivel de forma paulatina, sin momentos complicados. Tan solo tuve que estar atento a las marcas de pintura y el GPS, porque había un par de cruces de caminos que confundían. Durante el paseo vi dos tortugas de tierra que me recordaron mis caminatas por Turquía; montones de mariposas; pájaros que no paraban de cantar; y una vegetación exuberante. También me detuve unos minutos en un mirador con vistas alucinantes: a la izquierda Golden Cross (una cruz dorada sobre un peñasco) con la llanura y diferentes poblaciones de fondo; y a la derecha las paredes del Cañón de Matka con alguna embarcación navegando las aguas del río.
Una muestra de la poca gente que recorre estos caminos es que no paré de atravesar telarañas. Por suerte sus propietarias eran pequeñas y me las quitaba sin problema del cuello o el pelo, a excepción de una de grandes dimensiones plantada en medio del sendero que pude esquivar (menos mal que la vi un segundo antes).
5. Monasterio Sveta Bogorodica: desde Golden Cross seguí bajando a buen ritmo porque el sol ya empezaba a ocultarse tras las montañas. Me hizo gracia encontrar más tortugas de tierra; e incluso vi de forma fugaz un zorro que saltaba a escasa distancia (desapareció a toda prisa). A veces el sendero se estrechaba atravesando oscuros tramos de bosque, pero la señalización era impecable y apenas viví momentos de duda. Al final el camino se convirtió en una pista y por fin llegué al fondo del Cañón de Matka, a la altura del Monasterio Sveta Bogorodica.
Este lugar (también conocido como Monasterio de Matka) todavía está activo y alberga una comunidad de monjas. Fue construido a finales del siglo XV y en el interior de la pequeña iglesia hay bonitas pinturas murales. La puerta estaba abierta y pude acceder sin problema, disfrutando de un gran ambiente en total soledad. Los frescos inferiores son espectaculares pero el resto están borrosos y apenas se ven. Cuando estaba a punto de marcharme empezó a sonar una campana y apareció una monja que me saludó, se sentó junto a la puerta y comenzó a repetir una y otra vez la misma plegaria.
En fin, con esta visita acabó mi ruta por el cañón. En total fueron 5km y tardé 4 horas para completarlos. Parece excesivo para tan poca distancia pero hay que tener en cuenta el desnivel acumulado, cercano a los mil metros.
CENA: MANASTIRSKA PESTERA
Tras la ruta estaba agotado y sabía que el restaurante del Hotel es carísimo, así que al pasar junto a la terraza del Manastirska Pestera examiné la carta y decidí sentarme a cenar. Después de superar tantas dificultades el menú me supo a gloria: Ensalada Shopska, Selsko Meso (carne de cerdo con verduras y champiñones), y dos cervezas Skopsko. Precio: 740D.
Una vez con el estómago lleno caminé hasta el Hotel mientras se hacía de noche; compré dos botellines de agua en el restaurante (¡a 60D cada uno!); y pedí mi botella de vino de cortesía con una copa. La ducha me dejó como nuevo y dediqué el resto de la noche a beber y descansar.
LA CUEVA DE VRELO
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable y bajé al restaurante del Hotel. Allí ocupé una mesa del comedor a apenas un metro del río y disfruté de un desayuno genial: una enorme tortilla francesa con jamón York y queso; pan con mermelada; un café con leche; y dos jarras de zumo de naranja y agua fría. Delicioso. Y encima rodeado de un marco idílico, con vistas de las montañas, grupos de patos y barcas recorriendo el río. Me encantó. La única pega fue que el restaurante no abre hasta las 9h y me trajeron el desayuno media hora más tarde. Con lo cual si quieres hacer alguna excursión pierdes buena parte de la mañana.
Cuando acabé preparé la mochila, desalojé la habitación, y me dirigí a una agencia cercana que organiza recorridos en barca por el río Treska incluyendo una visita a la Cueva de Vrelo (400D). Al estar sólo tuve que esperar a que apareciera un grupo de turistas para acoplarme a ellos. Y tras un cuarto de hora acabé en la embarcación de una familia que viajaba con un guía (yo diría que eran rusos o ucranianos). El caso es que no hablamos nada y el barquero se limitó a conducir, así que yo me centré en contemplar el paisaje y hacer fotos. El trayecto fue espectacular, navegando entre inmensos acantilados cubiertos de bosques.
Una vez en la Cueva de Vrelo paramos junto a la orilla y el barquero nos dejó realizar la visita por libre (no hay que pagar entrada). La importancia de Vrelo es que los expertos afirman que podría ser la cueva submarina más profunda del mundo, con más de 300m, aunque todavía se está investigando. Dicho esto la parte visible de la cueva es interesante, con numerosas estalactitas y estalagmitas (incluida una enorme con forma de piña), y un lago al final. Pero no es ni mucho menos de las mejores que he visitado en mis viajes por el mundo.
Tras la visita regresamos a la zona del Hotel a un ritmo tranquilo, cruzándonos con otras barcas. En total la excursión duró una hora y la recomiendo. Una alternativa consiste en alquilar un kayak en la misma agencia (300D por hora) y hacer el recorrido por tu cuenta. Lo estuve valorando, pero al final no me acabó de convencer.
OTRA RUTA POR EL CAÑON
A continuación decidí repetir la excursión hasta la Cueva de Vrelo, pero esta vez caminando por un sendero que sigue la orilla opuesta del río durante 3,5km. De entrada parece una tontería, pero me permitió disfrutar del Cañón de Matka desde una perspectiva diferente. Aunque yo pensaba que sería un sencillo paseo y de nuevo me llevé una sorpresa. Primero, porque hay varios tramos donde el sendero avanza pegado al acantilado, con puntos muy aéreos. En teoría hay una protección metálica, pero en algunos sitios está destrozada y en otros directamente ha desaparecido. Si tienes miedo a las alturas no te hará gracia.
Además encontré un par de lugares donde los desprendimientos bloqueaban el camino y había que pasar sobre las piedras a una altura considerable. Y por si fuera poco tuve que atravesar zonas invadidas por la vegetación, con ramas y todo tipo de plantas espinosas. Acabé con los brazos y piernas llenos de rasguños. Vaya tela con los senderos de Matka…
Por suerte a parte de estos obstáculos el resto de la ruta discurrió por el bosque. De camino vi lagartijas y montones de mariposas; hice fotos del cañón aprovechando el paso de barcas y kayaks; escuché el sonido de docenas de chicharras; y solo me crucé con 3 personas. Aunque no me gustó pasar junto a mesas de picnic rodeadas de basura. Es verdad que en el Cañón de Matka no hay papeleras, pero la gente podría ser un poco más civilizada. Por cierto, una vez frente a la Cueva de Vrelo no hay forma de cruzar el río para visitarla, así que la única opción es apuntarse a la excursión en barco o llegar en kayak. El regreso al Hotel fue por el mismo camino y a un ritmo más intenso. En total tardé 2,5h.
A parte de las 2 rutas que hice hay una tercera que conduce al Monasterio de Sveti Nicolaj. Primero hay que cruzar el río (las barcas cobran 30D); y después subir por unas durísimas rampas. Las vistas prometen, pero yo con lo vivido el día anterior ya había tenido suficiente, así que ni me lo planteé.
REGRESO A SKOPJE
Desde el Hotel continué caminando hasta el restaurante Manastirska Pestera y me senté en su terraza a comer una Ensalada Shopska acompañada de dos cervezas Skopsko que me devolvieron la vida. Precio: 370D.
La parada de autobús está justo enfrente y unos minutos antes de la hora prevista me acerqué a esperar. Allí intercambié unas palabras con un abuelete, hasta que de repente dos chavales salieron corriendo. El motivo: habían visto el autobús a lo lejos a punto de marcharse. Y es que a veces los conductores deciden no adentrarse en el cañón porque hay demasiado tráfico. Yo también corrí y conseguí entrar en el autobús segundos antes de que se cerraran las puertas. En cambio el abuelete no tuvo la misma suerte. Ya había comprado el billete de vuelta en la Terminal de Skopje, así que ocupé un asiento junto a la ventana y me pude relajar.
Antes de llegar a la ciudad fui controlando mi ubicación en el mapa y me bajé cerca del Villa Nina Hotel, donde me esperaba una habitación que me hizo menos gracia que la inicial, con camas individuales y una nevera que no funcionaba.
CONCLUSION
Matka Canyon ofrece algunos de los paisajes más espectaculares de Macedonia y se encuentra a escasa distancia de Skopje, así que me parece uno de los lugares imprescindibles en cualquier circuito por el país. Para disfrutar de una experiencia memorable aquí van varios consejos: evita los fines de semana; reserva una noche en el Canyon Matka Hotel; utiliza para comer, cenar y comprar bebidas los restaurantes situados junto a la entrada (mucho más económicos); y sobretodo ten cuidado con las rutas de montaña que se enfilan a la parte superior del cañón porque no son aptas para todo el mundo (a descartar por completo si tienes miedo a las alturas).
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