Regreso al Camino Licio para recorrer 5 nuevas etapas, con aldeas remotas, amables lugareños y algún alojamiento inesperado
El Camino Licio cruza la zona que habitaban los Licios, una antigua civilización bastante desconocida. Sus orígenes se remontan al siglo XV AC y con el paso del tiempo se convirtieron en una de las potencias de Asia Menor, construyendo ciudades por toda la Península de Tekke. Apoyaron a los Hititas contra los Egipcios en la batalla de Kadesh; y a los Troyanos en su legendario enfrentamiento contra los Griegos. Su capital estaba ubicada en Xanthos, aunque había otras ciudades importantes como Patara, Pinara, Tlos o Myra, que acabarían constituyendo la Liga Licia, una de las primeras formas de democracia. En el siglo V AC fueron conquistadas por el Imperio Persa, al igual que el resto de sus vecinos. Pero consiguieron mantener un elevado grado de independencia, incluso durante la época del Imperio Romano.
Una serie de devastadores terremotos entre los siglos II y III destruyeron buena parte de las ciudades Licias, y la creación del Imperio Bizantino acabó de diluir su cultura. Su gran legado son los diferentes monumentos funerarios que se pueden ver a lo largo del Camino Licio, como las necrópolis de tumbas talladas en la roca o los enormes sarcófagos de piedra.
PREPARATIVOS
1. Alojamiento: en el Camino Licio tienes 2 opciones:
*Pensiones/Bungalows: en cada final de etapa suele haber varias. Aunque en temporada baja es probable que algunas estén cerradas; y en temporada alta que no queden habitaciones disponibles.
*Acampada libre: ideal si viajas con presupuesto ajustado, o como alternativa si no quedan habitaciones. Eso sí, elige sitios protegidos, porque no es extraño que por la noche soplen vientos huracanados o se desaten fuertes tormentas.
Yo dormí casi siempre en una pensión o bungalow, gracias a que era temporada baja. Además conseguí precios bastante correctos. Mi idea era acampar más, pero el primer día descubrí que no podía montar bien la tienda (un problema con las piquetas) y se me quitaron las ganas.
2. Comida: si te alojas en pensiones el precio suele incluir cena y desayuno. Además, el Camino Licio cruza núcleos urbanos de forma regular donde hay tiendas que venden productos básicos. En cuanto a la bebida, durante la ruta hay varias fuentes de agua potable; y puedes comprar botellas en las tiendas o pensiones.
Yo viajé en todo momento con una cantimplora de 1 litro y una bolsa con snacks para picar (galletas, frutos secos…), y no tuve ningún problema. Aunque reconozco que soy bastante todo terreno y puedo pasar muchas horas sin beber o ingerir alimentos.
3. Equipo: te recomiendo el siguiente material:
–Calzado resistente: los caminos están llenos de piedras.
–Pantalón largo: hay muchas etapas que discurren por estrechos senderos rodeados de plantas espinosas, y por mucho calor que haga necesitarás llevar tus piernas protegidas.
–Chubasquero: puede llover en cualquier época del año.
–Bastones: para bajar por pendientes pronunciadas o terreno resbaladizo.
–Gorra y Gafas de sol: sobretodo en verano.
–Cantimplora: para llenarla en las fuentes.
ETAPA 8: GELEMIS – AKBEL – 17km
Después de pasar 4 días en Kas me vi con fuerzas suficientes para continuar el Camino Licio. Aunque tras el aburrimiento de la Etapa 5, donde la mayor parte del tiempo caminé entre invernaderos, revisé el recorrido de las siguientes. Y comprobé que la Etapa 6 (Kinik – Akbel) y la Etapa 7 (Akbel – Gelemis) cruzan el interior de la península, sin pasar por lugares de especial interés. Así que decidí saltármelas, y en la Terminal de Kas subí a un dolmus que me llevó hasta el centro de Gelemis por 9L.
Para enlazar con el Camino Licio me dirigí hacia el Hotel Patara Ince y no tardé en descubrir las marcas de pintura roja y blanca. Al cabo de 1km llegué al sendero principal, donde hay un cruce con dos opciones para continuar hacia Kalkan:
*Interior, pasando por Delikkemer: 10km
*Bordeando la costa, pasando por la Playa de Yaliburun: 12km
Yo elegí la segunda alternativa, más panorámica. Al poco empecé a ganar altura y contemplé unas vistas geniales de dos lugares de interés: el extremo oriental de la Playa de Patara, con dunas de arena blanca y aguas azules; y las ruinas de Patara, una de las ciudades más importantes del Reino Licio, con un puerto enorme, dos teatros y un castillo sobre una colina. El recinto se puede visitar desde Gelemis pero preferí continuar.
Tras llegar al punto más elevado el sendero bajó sin parar hasta el fondo del valle. Y después avancé por una zona donde había que estar muy atento porque las marcas de pintura desaparecían continuamente. De camino vi montones de flores (margaritas, amapolas…); una tortuga de tierra; lagartijas que salían disparadas al detectar mi presencia; y alguna bonita imagen de la costa. Para salir del valle continué por una pista que pasa junto a la Playa de Yaliburun, de dimensiones moderadas, con un terreno pedregoso y aguas cristalinas. Me entraron ganas de bajar a descansar un rato, pero comencé la etapa a las 11h y no iba sobrado de tiempo.
La pista volvió a subir y me ofreció una panorámica impresionante de la Bahía de Firnaz, rodeada de colinas cubiertas de arbustos, con aguas color turquesa y una playa de arena blanca. Además había anclados un par de veleros que quedaban genial en las fotos. Más tarde llegué a un cruce de caminos y continué hacia Akbel. Al poco descubrí el enorme Acueducto de Patara, construido en tiempos del Imperio Romano para abastecer de agua la ciudad. La ruta recorre la parte superior de la estructura y fue un gran momento. Aunque cada vez tenía más problemas:
1. Comencé la etapa con solo medio litro de agua pensando que encontraría restaurantes y fuentes, igual que en jornadas anteriores, pero no fue así. De hecho solo me crucé con una persona en todo el día. Además el sol pegaba con fuerza y tras horas de caminata sin apenas descansar me moría de sed.
2. La estancia en Kas curó mis pies, pero a cambio tenía el cuerpo quemado por el sol (la mochila se me clavaba en los hombros); y la muñeca derecha me dolía mucho (casi no podía aguantar la cámara de fotos).
3. En muchos tramos el sendero se estrecha y me tocó avanzar entre plantas espinosas que me arañaban los brazos y me hacían tropezar, y enormes saltamontes. Parecía que no había pasado nadie por allí en bastante tiempo.
4. Esta parte del Camino Licio no tiene mucha gracia porque avanza en paralelo a la carretera principal y se escucha continuamente el ruido de los vehículos. Además el valle está cubierto de invernaderos.
En un punto el sendero cruza la carretera y los 2km finales discurren por una pista sin asfaltar que conduce a Akbel. Yo estaba agotado y caminaba casi por inercia. Aunque me espabilé rápido porque en la entrada del pueblo me esperaba un grupo de perros enormes que al verme se lanzaron hacia mí ladrando. Y no sirvió de nada que les dedicara palabras cariñosas. Por suerte unas señoras me ayudaron y una les echó agua con una manguera mientras otra les tiraba piedras. Vaya tela con los perros en Turquía…
Una vez en el centro de Akbel me abalancé hacia la primera tienda que vi. Allí me compré una botella de Fanta de 1 litro (4L), me senté junto a la puerta y me la bebía entera. Llevaba 7 horas de etapa sin apenas líquidos y estaba deshidratado. Después pregunté a un par de lugareños si conocían alguna pensión para pasar la noche, pero me comentaron que en Akbel no había alojamiento y mis opciones pasaban por viajar en dolmus hasta Kalkan. Menos mal que no me di por vencido y descubrí un cartel que anunciaba el Hotel Hidden Garden. El dueño de la tienda me dijo que se encontraba en las afueras del pueblo y su amigo llamó por teléfono y me confirmó que estaba abierto. ¿Y no me podían haber enviado aquí los lugareños?
ALOJAMIENTO: HIDDEN GARDEN – 100L/Noche
*Puntos a favor: bungalow enorme; cama doble muy cómoda; baño privado con ducha perfecta; buena limpieza; aire acondicionado; nevera.
*Puntos en contra: ubicación alejada del centro de Akbel; bastante ruido (los bungalows están a escasos metros de la carretera principal, con un tráfico intenso); sin wifi (de hecho casi no había cobertura normal); precio, teniendo en cuenta que no incluía desayuno y era temporada baja; bar cerrado (no pude comprar ni una botella de agua).
Para llegar al hotel bajé por una carretera con una pendiente pronunciada. Cuando vi la entrada pensé que estaba cerrado, pero al poco apareció la encargada. Al principio me pedía nada menos que 150L por el bungalow; más tarde bajó a 125L tras hablar con su jefe; y la única forma de ajustar el precio fue renunciando al desayuno. No tenía otra opción, a parte de la acampada libre (algo que no me apetecía lo más mínimo por el estado de mi tienda).
Una vez instalado decidí regresar al centro de Akbel para llenar el estómago y comprar agua. Pero no tenía fuerzas para subir la carretera, así que me planté en la entrada del hotel y paré a un motorista, que me llevó gratis.
CENA: BANANIN YERI
Mi llegada a Akbel coincidió con el primer día del Ramadán y había algún restaurante cerrado, pero tras dar una vuelta encontré este sencillo restaurante. Allí elegí un plato del mostrador: estofado de Köfte con patatas y arroz blanco, acompañado de pan y una pequeña ensalada; y me senté en una mesa del comedor, que estaba desierto. Para beber tenían botellas de agua grandes en una nevera, pero me di cuenta que estaban rellenadas con agua de grifo y salí a comprar una botella (2L). La comida estuvo rica y me costó solo 15L, con un té final de cortesía cuando ya me marchaba (todo un detalle del dueño).
Tras la cena compré más agua y galletas en una tienda (5,5L); estuve charlando un rato con el simpático propietario (se quejaba de la religión islámica y ponía de ejemplo lo bien que nos iba a los europeos sin ella); y regresé al bungalow con el sol ya ocultándose tras las montañas.
ETAPA 9: AKBEL – SARIBELEN – 17km
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable a pesar del ruido procedente de la carretera (el cansancio es el mejor somnífero). Una vez en pie desayuné unas galletas; preparé la mochila; y a las 10h me puse en marcha. Primero me tocó subir hasta el centro de Akbel; y allí enlacé con el Camino Licio.
El primer tramo sigue la carretera general hacia el este durante 4km. Fue un auténtico tostón, con un sol que ya pegaba con fuerza; una molesta rozadura en el muslo; y vehículos pasando a escasa distancia. Solo me pude consolar con las vistas de la Bahía de Kalkan. Bueno, y con dos Twisters que me compré en una tienda. Aunque reconozco que estuve muy tentado de parar un dolmus y poner punto final al Camino Licio.
A continuación me desvié a la izquierda por un sendero que se adentró en las montañas. Fue un ascenso durísimo pero mucho más agradable que la carretera. De nuevo estaba en plena naturaleza, con un montón de flores; una tortuga de tierra en medio del camino; y varios pozos tradicionales. Aunque también había unas abejas negras en el suelo que al pasar se ponían a volar a mi alrededor. Una vez alcanzado el punto más alto me senté a descansar en uno de los pozos y me comí unos cacahuetes completamente solo. A diferencia del día anterior, esta vez llevaba la cantimplora llena de agua fría y no tuve problemas.
De nuevo en ruta el camino avanzó sin apenas desnivel y al cabo de un rato aparecí en la población de Bezirgan. En las afueras hay varias filas de antiguos graneros de madera elevados sobre piedras. Y después recorrí la avenida principal, entre campos de cultivo y granjas. Parecía un pueblo fantasma, sin nadie a la vista, aunque al menos tampoco había perros agresivos. Al final llegué al centro, donde se encuentran los servicios básicos de Bezirgan: la mezquita; el centro de salud; y la tienda. Además de varios abueletes sentado al sol que me miraban con ojos llenos de curiosidad.
Como iba bien de tiempo aproveché la tienda para comer. Así que compré una barra de pan, una tarrina de queso para untar y una Fanta (todo 9,5L); y me senté en un banco de madera junto a la mezquita. Pronto aparecieron 3 gatos con los que compartí unos trozos de mi improvisado bocadillo.
A eso de las 15h decidí ponerme en marcha. Primero salí de Bezirgan, pasando junto a casas de piedra cubiertas de hojas de parra; y después comencé a ganar altura para acceder al siguiente valle. En ese momento el cielo se cubrió de nubes grises y empezó a soplar un viento frío. Yo pensaba que empezaría a llover en cualquier momento, pero por suerte el tiempo aguantó y no me puso las cosas aun más difíciles.
El descenso hasta el fondo del valle fue toda una odisea, porque las marcas de pintura desaparecían como por arte de magia. En varias ocasiones tuve que desandar el camino hasta la última marca; y en otras me salvaron los montones de piedras que la gente había colocado. Además, en muchos puntos el sendero se estrechaba y avancé entre plantas espinosas. Al llegar a la carretera principal tardé un rato en encontrar la continuación de la ruta. Y después bajé por varias pendientes resbaladizas que me obligaron a arrastrarme. Fue desesperante…
Una vez en el valle las cosas no mejoraron. Tras llegar al cartel amarillo que señala la ruta a Saribelen, caminé unos metros y las marcas de pintura volvieron a esfumarse. Aquí me tiré otro rato dando vueltas como un tonto sin saber qué hacer. Y reconozco que de nuevo valoré la opción de regresar a la carretera y subirme a un dolmus. Pero esto ya era cuestión de orgullo. El Camino Licio no iba a poder conmigo. Al final crucé un arroyo siguiendo mi intuición, aparecí en medio de un campo de trigo, y caminé en linea recta hacia Saribelen, hasta que al cabo de unos minutos retomé el sendero correcto.
Durante este tramo caminé solo, sin cruzarme con gente a quien poder preguntar. El paisaje no tuvo mucha historia, envuelto en sombras por el cielo nublado. Además durante buena parte del día caminé a escasa distancia de la carretera y el ruido de los vehículos deslucía bastante la atmósfera. Al final llegué a Saribelen a las 18h pasadas y todavía me faltaba encontrar un lugar para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: SARIBELEN VILLA – 90L/Noche
*Puntos a favor: chalet gigantesco, con un salón en la planta baja (con sofá, TV y cocina americana) y el dormitorio en el primer piso (¡con jacuzzi!); cama redonda enorme y muy cómoda; baño privado con ducha perfecta; mobiliario moderno; tranquilidad total por la noche; piscina privada; precio.
*Puntos en contra: sin wifi.
En la entrada de Saribelen una señora me preguntó dónde iba, y al decirle que buscaba alojamiento me propuso quedarme en una de las “habitaciones” que alquilaba. La verdad es que estuve a punto de continuar porque me pedía 100L sin comidas, pero estaba muy cansado y decidí ver la “habitación”. Cuando crucé la puerta no me lo podía creer: un chalet espectacular a precio de risa. Acepté sin dudarlo, aunque regateé un poco para no perder la costumbre. La mujer no hablaba ni una palabra de inglés pero entre Google Translator y la calculadora nos pudimos comunicar.
Una vez instalado me dirigí a la tienda del pueblo, pero la señora me dijo que estaba muy lejos y me hizo sentarme en una mesa de madera frente a su casa. Y en cuestión de segundos estaba cenando sopa, Dolma (carne picada y arroz envuelto en hojas de parra), tomates y pan. Todo por 20L. Para beber la mujer me dio una botella de 2,5l de agua de una fuente, y de esta forma pude regresar a mi chalet a descansar, ahorrándome la caminata hasta la tienda. Este momento tan auténtico compensó con creces las dificultades del día.
El resto de la tarde me dediqué a escribir en el sofá del salón. Mientras, en el exterior soplaba un viento huracanado. Menos mal que no acampé en los alrededores como había valorado…
ETAPA 10: SARIBELEN – GÖKCEÖREN – 13km
Al día siguiente me desperté con mi alarma sonando a las 8h y cuando abrí los ojos todavía me costaba creer dónde estaba. Una vez en pie me vestí, y antes de las 9h apareció la señora para decirme que el desayuno estaba listo en la mesa exterior. Igual que la cena, no fue nada del otro mundo: dos tipos de queso, tomates, un huevo duro, miel (un trozo de panal en un plato), pan (bastante seco) y té (una bolsa que no tenía pinta de ser la primera vez que se utilizaba). Aquello no valía las 20L que pagué, pero no tenía alternativa. De regreso en el chalet preparé la mochila, me despedí de la mujer, y me puse en marcha.
Para empezar caminé hasta el centro de Saribelen, y tras unos minutos de dudas encontré un cartel amarillo del Camino Licio con las indicaciones hacia mi siguiente destino. Desde allí avancé por un sendero en constante ascenso hasta llegar al siguiente valle. La mañana había amanecido con un sol radiante y una suave brisa que refrescaba el ambiente. En el punto más alto contemplé un bonito paisaje, con colinas cubiertas de arbustos y enormes rocas. Tras alcanzar el fondo del valle escuché los amenazantes ladridos de dos perros, pero por suerte estaban con una lugareña y su rebaño de ovejas, y la mujer los mantuvo a raya.
A continuación volví a subir por una pista sin asfaltar. De camino vi un par de tortugas de tierra (una me miraba desconfiada y otra comía flores); varios lagartos huidizos; y una panorámica genial de la costa, con el agua de un color azul intenso. El descenso no fue tan agradable, siguiendo un estrecho sendero con plantas espinosas y nubes de mosquitos gigantes que me asediaban. En un punto me crucé con una chica que viajaba sola en dirección contraria (primera persona desde que retomé el Camino Licio en Gelemis). Era rusa, aunque de aspecto asiático, y me pareció muy maja. Me aportó información útil sobre la ruta (gracias a ella descubrí maps.me); me hizo una foto; y hasta me empezó a seguir en Instagram… Pero bueno, tras una breve charla tocó despedirse.
Más adelante pasé junto a una granja en medio de la nada, y una abuela me invitó a sentarme a descansar y comer algo. Como la ruta del día era toda una incógnita no desaproveché la oportunidad de llenar el estómago. La mujer apareció con un plato de judías verdes en salsa, queso, olivas y pan. Para beber un par de tés; y de postre pan con dos tipos de crema, una de las cuales sabía a turrón. Además llené mi cantimplora de agua.
Después descubrí que se trataba de la casa de Hüseyin y su mujer. El abuelete apareció al cabo de un rato, vestido con ropa harapienta, y me enseñó fotos de otros turistas que habían pasado por allí y guías de viaje del Camino Licio. No había cobertura así que la comunicación fue complicada sin Google Translator, pero la pareja me encantó. Incluso me regalaron plantas aromáticas y unas hojas de lechuga para el camino (¿?); y nos hicimos unas fotos. A la hora de pagar la señora me dio a entender que era la voluntad. Yo pagué 25L (un precio más que generoso) y nos despedimos. Más tarde vi a Hüseyin en medio de un enorme prado caminando rodeado de vacas. Una imagen para el recuerdo…
El resto de la ruta hasta Gökceören fue una maravilla. El sendero discurrió por una zona sin desnivel, entre plantas exóticas, coloridas flores y montones de pájaros. También me crucé con un pastor de cabras y su perro no me ladró ni una vez. Además la señalización fue impecable, con marcas de pintura y montones de piedras que evitaban cualquier confusión; y avancé alejado de la carretera principal. Menos mal que no abandoné el Camino Licio antes de tiempo porque me hubiera perdido esta gran jornada.
Al cabo de 2 horas llegué al centro de Gökceören. Mientras caminaba una señora me ofreció una bebida fría y de nuevo acepté, así que me senté en el comedor de la casa y cayeron dos Fantas heladas (10L) y un bollo de chocolate cortesía de la casa. La mujer me dijo que era la única pensión del pueblo, y me ofreció alojamiento y comida a buen precio. Pero aun eran las 17h y podía adelantar unos kilómetros de la siguiente etapa, así que preferí continuar. Hasta que al cabo de unos metros cambié de opinión, por varios motivos:
1. Si seguía caminando me tocaría acampar (no había pensiones).
2. No tenía comida.
3. Mis pies ya echaban humo, y mi muñeca derecha cada vez me dolía más (me costaba un mundo desenfundar la cámara de fotos).
4. Si dormía en Gökceören me quedaba una última jornada de Camino Licio hasta Kas muy coherente.
Además tenía todo el tiempo del mundo y no pasaba nada por tomarme las cosas con calma, tras varios días sin parar. Con lo cual di media vuelta y ocupé una habitación de la pensión. En Gökceören también hay antiguos graneros de madera similares a los de Bezirgan.
ALOJAMIENTO: YESIL PANSIYON – 100L/Noche
*Puntos a favor: baño privado con ducha perfecta; dueños muy amables; wifi aceptable; ubicación céntrica; tranquilidad total por la noche; cena y desayuno incluidos en el precio.
*Puntos en contra: camas individuales.
Una vez instalado me duché y estuve un rato descansando hasta la hora de cenar. A las 20h el propietario (que también se llamaba Hüseyin) me dijo que la cena estaba lista y subí al comedor. El menú consistió en varios platos con pequeñas raciones: sopa, garbanzos, berenjena en salsa, arroz, Dolma… Y para rematar, un par de tés. En la mesa conocí a una pareja francesa que quería recorrer la Ruta de la Seda y había comenzado su viaje justo el mismo día que yo. Me parecieron muy interesantes y estuvimos charlando un buen rato. También había un chaval de Moscú, pero no participó mucho y desapareció sin despedirse.
ETAPA 11: GÖKCEÖREN – ÇUKURBAG – 24km
Al día siguiente la jornada comenzó temprano. De buena gana me hubiera quedado más tiempo en la cama, pero la noche anterior encargué el desayuno para las 8h, así que me vestí y subí al comedor. Allí me esperaba un plato con los productos habituales: pepino, tomate, quesos, olivas, huevo duro, pan con mermelada, y té. La ración era escasa y no tardé en dejar el plato limpio. Después preparé la mochila, me bebí una Fanta para hidratarme (5L), y a las 9.30h me puse en marcha.
Los primeros 8km de ruta consistieron en una pista con un suave descenso que tardé 2 horas en recorrer. El cielo estaba cubierto de nubes que tapaban el sol y la temperatura era muy agradable. Aunque más tarde la pista se transformó en un empinado sendero que durante muchos kilómetros cruzó las montañas entre un mar de arbustos. Aquí me encontré con numerosos inconvenientes:
*Plantas espinosas: se me clavaban en el cuerpo y me arañaban los brazos haciéndome sangrar. A veces alguna hoja llena de pinchos se colaba entre mi espalda y la mochila, y tenía que quitármela como podía porque hacía un daño horrible.
*Nubes de mosquitos gigantes: al pasar levantaban el vuelo y se me posaban en el cuerpo o se lanzaban a mi cara.
*La mochila se me enganchaba en las ramas y arbustos.
*El sendero estaba lleno de piedras que me hacían resbalar; o les daba una patada sin querer castigando mis maltrechos dedos.
De camino adelanté a un numeroso grupo de turistas. Viajaban muy ligeros, así que probablemente estaban realizando alguna excursión corta desde Kas. También paré media hora y me comí lo único que tenía en la mochila: una barrita de chocolate que compré antes de la Etapa 1 (me supo a gloria). Menos mal que el día anterior decidí pasar la noche en Gökceören, porque no encontré ninguna opción para conseguir comida y lo hubiera pasado fatal.
Al final llegué a la cima de una montaña donde se encuentran las ruinas de Phellos, un antiguo fuerte o santuario Licio (la cosa todavía no está clara). El lugar es realmente atmosférico, con tumbas y columnas semi enterradas cubiertas de vegetación; y un sarcófago de piedra sobre un pedestal. La zona no es muy extensa, pero la visita es gratuita, ofrece unas vistas magníficas de los alrededores, y estuve completamente solo.
Desde Phellos bajé hasta la población de Çukurbag. Fueron solo 2km pero pusieron a prueba mi paciencia. A esas alturas me dolían los pies y continué por un sendero con pinchos, mosquitos, piedras… Reconozco que en un par de ocasiones acabé gritando palabras irreproducibles, pero es que no podía con mi alma. Al menos vi lagartos, alguna tortuga de tierra y pájaros que desaparecían al momento. Y no me vine abajo hasta llegar a Çukurbag y finalizar la etapa.
ETAPA 12: ÇUKURBAG – KAS – 7km
En Çukurbag llené mi cantimplora en una fuente, y como todavía eran las 16h decidí quitarme de encima la siguiente etapa. Estaba muy cansado pero la idea de dormir en Kas me dio energías renovadas. En las afueras del pueblo el Camino Licio atraviesa una llanura con rebaños de cabras y ovejas.
De camino me entretuve fotografiando casas tradicionales; saludé a varios lugareños; y conocí a Tim, un escritor estadounidense que se había trasladado a Çukurbag para trabajar en su último libro y estaba paseando con sus dos perros. Pero al poco de despedirnos descubrí que uno de sus perros me seguía, y no me lo pude quitar de encima hasta un par de calles antes de llegar a la pensión, ya en pleno centro de Kas. Fue un coñazo porque en estas situaciones lo paso fatal (tuve que cruzar un par de carreteras peligrosas). Unos lugareños me aseguraron que el perro conocía el camino de vuelta y regresaría a casa sin problema, pero no se…
Tras cruzar la llanura llegué a un mirador desde el que pude disfrutar de una panorámica épica de Kas, con la Península de Çukurbag, que se adentra en el mar más de 6km; y Meis, una isla que curiosamente pertenece a Grecia y se puede visitar en ferry. Desde allí arranca un sendero que desciende en zigzag hasta Kas. Yo tenía los pies destrozados, pero avancé sin prisas y llegué a Kas a las 19.30h, cuando ya se empezaba a poner el sol, con 31km a mis espaldas.
Así acababa mi recorrido por el Camino Licio. En Kas me esperaba una confortable cama en la Ates Pansiyon; una cena deliciosa cocinada por la mujer del dueño; y una cerveza Tuborg helada.
CONCLUSION
Mi segundo bloque de etapas del Camino Licio estuvo lleno de sentimientos encontrados. Por un lado me permitió vivir experiencias únicas: disfruté de paisajes espectaculares; comí en casa de una pareja de abueletes en medio de la nada; me alojé en un chalet de lujo con jacuzzi en la habitación; y exploré las ruinas de la antigua Phellos. Pero también me destrocé los pies por caminos de piedras; me arañé los brazos con todo tipo de plantas espinosas; y me desesperé al ver que las señales del camino desaparecían por enésima vez sin nadie a quien poder preguntar.
Sin duda la valoración global es positiva, pero el Camino Licio no es para todo el mundo. Si visitas Turquía 2 o 3 semanas te recomiendo centrarte en otros lugares de interés que considero imprescindibles. Y si aun así quieres dedicar unos días a esta ruta, te aconsejo que recorras las Etapas 1-3 (teniendo en cuenta que no he recorrido todo el Camino Licio y puede que a partir de Kas haya tramos mejores que desconozco).
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