En la orilla norte de un enorme lago, visitando una antigua ciudad industrial, playas de aguas cristalinas, un erosionado cañón y rocas cubiertas de petroglifos
Con sus más de 6mil km2, Issyk Kul es el segundo lago alpino más grande del mundo, tan solo por detrás del Lago Titicaca. Está situado en el este de Kirguistán, a una altura de 1.600m, y su nombre significa “lago caliente” porque nunca se congela en invierno, gracias a su profundidad y a los manantiales de aguas termales que lo alimentan. La zona ya estaba habitada en el siglo VIII AC por los Escitas, un reino de tribus nómadas que se enfrentó a las grandes potencias de la época, como los Imperios Aqueménida y Asirio, y llenó las estepas de túmulos funerarios (Kurgan), petroglifos y estelas Balbal. Más tarde fue un lugar de paso de la Ruta de la Seda, aunque a finales del siglo XIV el nivel del lago subió 8m y los diferentes asentamientos que florecieron junto a sus orillas acabaron bajo el agua.
Viniendo de Bishkek, la puerta de entrada al Lago Issyk Kul es la ciudad de Balykchy, con un buen número de edificios soviéticos y relativamente cerca de Konorchek Canyon. En la orilla norte se encuentran los principales destinos de sol y playa del país, entre los que destaca Cholpon Ata, con playas de postal e interesantes petroglifos.
VIAJE: TOKMOK – BALYKCHY
Este desplazamiento comenzó en el Shamsinskaya Hotel, tras desalojar mi habitación y despedirme de la sonriente encargada. A continuación caminé 2km hasta la Terminal de Tokmok y descubrí que la única forma de alcanzar la orilla norte del lago Issyk Kul era utilizando un Taxi Compartido, porque la marshrutka que va a Karakol recorre la orilla sur. El taxista me intentó cobrar algo más, pero estuve hábil y acerté con el precio correcto (200S). Eso sí, era el único pasajero y el vehículo tenía capacidad para 6, con lo cual me tocó esperar hora y media hasta que se llenó. Mientras, el taxista y un amigo me sugirieron en varias ocasiones que pagara el resto de plazas para salir antes, pero no tenía prisa y me negué en redondo (otra cosa hubiera sido compartirlo con el resto de pasajeros).
Por lo menos pude viajar en el asiento delantero, mucho más cómodo. Una vez en marcha avanzamos a buen ritmo hacia el este, siguiendo el Valle de Chuy por una carretera en perfecto estado. Al principio nos movimos en paralelo a los montes Chu-Ili, que forman la frontera natural con Kazajistán, cruzando varios pueblos bastante feos, con viviendas a medio construir y muros de cemento. Eso sí, me gustaron los monumentos de estilo soviético que suelen señalizar la entrada. Como curiosidad, en este tramo había un montón de Policías de Tráfico con radares controlando la velocidad.
Después nos adentramos en la Garganta de Boom, con un espectacular paisaje de montañas erosionadas y estrechos desfiladeros. Y al cabo de hora y media el taxi me dejó en la Terminal de Balykchy, desde donde me dirigí al lugar elegido para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: ALIYA HOTEL – 1500S/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado con ducha perfecta; limpieza impecable; buena ubicación, a escasa distancia del lago Issyk Kul; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; familia propietaria muy amable; precio.
*Puntos en contra: camas individuales con colchones muy incómodos.
Los alojamientos de Balykchy no aparecen en Booking, así que me planté en la ciudad sin reserva. Por suerte en Google Maps varios huéspedes habían dejado sus opiniones y en base a ellas acabé en el Aliya Hotel. La verdad es que me costó encontrar la puerta de acceso y llegué a pensar que estaba cerrado, pero al final conseguí entrar. El hotel ocupa un elegante edificio rodeado de jardines y acabé muy satisfecho. Las habitaciones más económicas (pequeñas y con baño compartido) cuestan 1000S. Por la mía me pedían 2000S, pero al ser temporada baja conseguí un importante descuento. Tras instalarme salí a conocer la ciudad.
EXPLORANDO BALYKCHY
Balykchy significa “pescador” en kirguiso y fue fundada por los rusos en los años 50 con el nombre de Rybachye. En tiempos de la Unión Soviética contaba con un importante tejido industrial, gracias a la pesca y la fabricación de embarcaciones. Pero tras la independencia de Kirguistán las empresas cerraron y sus trabajadores se vieron obligados a emigrar a Rusia o Kazajistán, dejando atrás un paisaje desolador. Hoy día la mayoría de turistas pasan de largo por Balykchy rumbo a sitios más populares como Cholpon Ata o Karakol, pero yo decidí dedicarle unas horas y me encantó. Esto fue lo más destacado:
1. Arte Soviético: en el centro de Balykchy hay un buen número de edificios y monumentos que constituyen un triste recuerdo de su época dorada. Me gustó el viejo Teatro, con un rótulo antiguo, carteles y una estatua de Lenin (está abandonado). También un bloque de pisos de estilo soviético con una enorme pintura mural en un lateral donde aparece el rostro de un chico kirguiso con su águila; una autoescuela coronada por un panel metálico con el rostro de Lenin; y un pedestal con un tanque soviético.
Mientras buscaba lugares de interés recorrí calles polvorientas pasando junto a un montón de viviendas en ruinas con detalles interesantes. Y eso que en los últimos años el gobierno local ha destruido gran cantidad de edificios abandonados en un intento de mejorar el aspecto de la ciudad (todavía le queda trabajo por delante).
2. Puerto: aquí se concentraba buena parte de la actividad industrial de Balykchy y parece congelado en el tiempo. Junto a la entrada hay un local con un mural de temática marinera y un busto de Lenin; una estrella de cemento; y una serie de paneles con información sobre el Puerto, un mapa del Lago Issyk Kul y el dibujo de un capitán de barco. El Puerto está cerrado pero yo encontré la forma de acceder al interior: seguir la vía de tren que atraviesa el recinto de punta a punta. Fue una gran experiencia caminar entre naves olvidadas con sus ventanas rotas; un enorme edificio coronado por una estrella roja con la hoz y el martillo; grúas antiguas; y todo tipo de maquinaria inservible. Aunque estaba algo nervioso, esperando que en cualquier momento apareciera un vigilante de seguridad o (peor aún) un perro.
Por cierto, esa vía férrea es una muestra de la importancia de Balykchy en el pasado, ya que conectaba la ciudad con Bishkek. De hecho actualmente todavía es posible viajar en tren (Balykchy es la última parada de la linea), aunque hay muy pocas salidas diarias y el trayecto se hace eterno.
3. Playas: hay dos que merecen la pena. La primera está justo detrás del Aliya Hotel y es un bonito lugar para darse un baño en las aguas del lago Issyk Kul o sentarse a descansar. Durante mi visita había un grupo de niñas jugando a pesar de que hacía algo de frío. La segunda se encuentra al este del Puerto y también se puede llegar a pie. Tiene un aspecto más salvaje, con árboles y zonas de juncos. Y en su extremo oriental arranca un sendero que cruza un campo y acaba a escasos metros de una grúa oxidada.
Cuando acabé de hacer fotos de la grúa me giré y vi a dos policías uniformados que se dirigían hacia a mí. Hubo momentos de tensión, porque pensé que la fotografía estaba prohibida en esa zona, pero por suerte no había de qué preocuparse. Estuvimos un rato charlando (uno de ellos hablaba muy bien inglés) y me acompañaron de regreso al centro de Balykchy.
A continuación entré en un pequeño local de la avenida principal y me senté a comer un plato de Plov acompañado de té con limón. No fue ni mucho menos un manjar, pero llené el estómago y solo me costó 260S. Después hice una compra de comida en un supermercado y volví a mi habitación a paso ligero, porque mientras estaba en la segunda playa el cielo comenzó a cubrirse de nubes grises y soplaba un fuerte viento que amenazaba tormenta.
EN KONORCHEK CANYON
Al día siguiente me desperté con el sonido de la lluvia cayendo en el exterior y me tomé las cosas con calma. En esas condiciones no tenía sentido continuar con mis planes. Así que desayuné una manzana, galletas y zumo; y me quedé en la cama leyendo y recopilando información de cara a las próximas jornadas. A eso de las 13h, cuando ya pensaba que el día estaba perdido, dejó de llover y me puse en marcha a toda prisa. A continuación me vestí; preparé la mochila pequeña con mis cámaras de fotos y el chubasquero; y salí a la calle.
Primero hice un alto en un local cerca de la avenida principal de Balykchy y pedí un plato de Laghman y dos tazas de té con limón. El menú estaba en kirguiso, pero gracias a Google Translator me pude aclarar. Precio: 240S. Ahora ya estaba listo para dirigirme al siguiente lugar de interés de mi recorrido.
La Garganta de Boom ofrece la posibilidad de realizar infinidad de excursiones, aunque la más popular es la que recorre Konorchek Canyon. Mi idea inicial era detenerme allí durante el viaje en Taxi Compartido entre Tokmok y Balykchy, pero la zona está desierta y no había ningún sitio fiable para dejar mi mochila grande, así que me vi obligado a continuar hasta Balykchy y regresar con menos peso. Tras la comida negocié con el primer taxista que vi y acordamos 1000S por el viaje de ida y vuelta (86km en total) más 2 horas de espera. De nuevo me aproveché de los precios tan económicos del transporte en Kirguistán y desestimé otras opciones como el Taxi Compartido o hacer autoestop.
El trayecto fue realmente agradable. El taxista iba acompañado de su mujer y aunque apenas hablaban inglés nos entendimos bastante bien, intercambiando un montón de información. Al final llegamos a la minúscula población de Krasnyy Most; cruzamos un puente sobre el río Chu; y paramos junto a una vía de tren con una barrera que impedía el paso de vehículos. Aquí arrancaba la pista de tierra hacia Konorchek Canyon.
Y entonces saltó la sorpresa. El taxista me dijo que tenía cosas que hacer en Balykchy, y si quería que volviera a buscarme tenía que pagarle 1750S; o darle ahora 700S y regresar por mi cuenta haciendo autoestop. Mi cara era de indignación total y me mantuve firme, rechazando cualquier alternativa a nuestro acuerdo inicial. Hasta que el hombre aceptó a regañadientes, llevándose 500S como pago a cuenta y alargando el tiempo de espera a 3 horas. Reconozco que cuando nos despedimos no tenía nada claro que nos volviéramos a ver. Vaya tela con los taxistas…
Al poco de empezar a andar apareció un 4×4 con 3 chavales rusos que me ofrecieron unirme a ellos y acepté sin dudarlo. Eran de Vladivostok y estaban de vacaciones recorriendo el país. Apenas me ahorraron unos metros de caminata, porque la pista se convirtió rápidamente en un camino impracticable. Pero me cayeron genial y la ruta se hizo mucho más amena. De hecho yo pensaba que estaría solo en estas montañas y para mi sorpresa nos cruzamos con otros turistas rusos, incluido un grupo de 4 todoterrenos que se preparaban para pasar la noche allí.
De entrada avanzamos por un estrecho desfiladero flanqueado por altísimas paredes de roca. En varias ocasiones tuvimos que trepar algún obstáculo, pero nada del otro mundo (por lo que había leído me esperaba algo mucho peor). Después el cañón se fue abriendo y al cabo de 3km llegamos a un punto panorámico con unas vistas espectaculares, rodeados de montañas de color rojizo y pináculos de arenisca.
Mi plan era dar media vuelta aquí porque pensaba que no se podía seguir (por eso había negociado solo 2 horas de espera con el taxista). Pero al ver que el sendero continuaba y que tenía una hora más recorrí otros 3km en compañía de los rusos. De camino disfrutamos de nuevas panorámicas; vimos un par de chacales corriendo en la distancia; y un águila volando sobre nuestras cabezas. Una pena que con el día tan nublado la luz era pésima para la fotografía, pero al menos no llovió.
A la hora de volver comprobé con horror que faltaban 45 minutos para la hora pactada con el taxista y tenía que desandar los 6km. Así que me despedí de los rusos y salí a toda pastilla. En algunos tramos tuve que correr, y al final llegué al punto de partida con un cuarto de hora de retraso. Por suerte el taxista estaba allí y me dejó recuperar el aliento mientras se fumaba un cigarro. Estaba acompañado de otra mujer y me decía que era su segunda esposa. Al principio pensé que era broma, pero más tarde me explicaron que es una práctica cada vez más extendida en Kirguistán.
El hombre me dejó en el centro de Balykchy y a la hora de pagar le di 700S (en total 1200S), por la hora de espera adicional más una pequeña propina. En resumen, una gran excursión por tan solo 12€. Tras hacer una compra en un supermercado regresé a mi hotel en medio de un viento huracanado, caminando por calles oscuras (ya eran las 20h pasadas). Con lo mal que pintaba el día al final fue todo un éxito.
VIAJE: BELYKCHY – CHOLPON ATA
La jornada comenzó tras una noche bastante movida, en la que me desperté varias veces con todo tipo de sueños raros. Pero por delante tenía una agenda muy apretada así que no me pude entretener en la cama. Una vez en pie desayuné galletas y zumo; preparé las mochilas; desalojé la habitación; y me despedí de la propietaria del Aliya Hotel. A continuación caminé hasta la Terminal de Belykchy bajo un sol de justicia, a pesar de que la previsión meteorológica indicaba lluvias.
En la Terminal ignoré a los taxistas y encontré sin problema la marshrutka nº300 que cubre la ruta hacia Karakol siguiendo la orilla norte del Lago Issyk Kul, y pasando por Cholpon Ata. El vehículo todavía no estaba completo, con lo cual guardé mi mochila grande en el maletero trasero; ocupé un asiento de la fila individual; y me fui a tomar un café a un local cercano (30S), donde intercambié unas palabras con la simpática dueña. Cuando volví a la marshrutka pagué el billete al conductor (100S, aunque yo diría que se quedó el cambio), y para mi sorpresa nos pusimos en marcha con varios asientos libres.
El trayecto duró una hora y mi compañía fue más que mejorable: delante un niño vomitaba en una bolsa de plástico; y detrás un tipo que apestaba a alcohol dormía completamente estirado. Por lo menos pude contemplar un bonito paisaje, con las aguas azules del lago Issyk Kul a la derecha y las cumbres nevadas de los Montes Ala-Too a la izquierda. También me llamaron la atención un par de cementerios antiguos con tumbas y mausoleos. Yo fui controlando mi ubicación en el mapa y cuando estaba cerca de mi alojamiento pedí al conductor que parara y caminé unos minutos hasta la puerta.
ALOJAMIENTO: SVETLANA GUESTHOUSE – 1170S/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; baño privado con ducha perfecta; limpieza extrema; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; precio; desayuno incluido.
*Puntos en contra: trato de los propietarios demasiado frío.
La oferta hotelera en Cholpon Ata es infinita, pero en temporada baja la mayoría de alojamientos están cerrados, con lo cual preferí evitar sorpresas y reservé uno a través de Booking. Al llegar me recibió un niño que me condujo a la habitación y se encargó de cobrarme. Yo pensaba que más tarde conocería al resto de la familia, pero pasaron olímpicamente de mí y nadie se acercó a saludar. Y la barrera del idioma no me sirve como excusa. La verdad es que me extrañó, teniendo en cuenta la amabilidad de los kirguisos y que muchos viajeros destacaban este aspecto en sus valoraciones de la guesthouse. En fin… Una vez instalado salí a visitar el pueblo.
UN PASEO POR CHOLPON ATA
Cholpon Ata es junto a la vecina localidad de Bosteri el principal centro de veraneo de Kirguistán, recibiendo cada año una legión de turistas de Rusia y Kazajistán que llegan al lago Issyk Kul en busca de sol, playa y diversión. Además aquí se celebraron las primeras ediciones de los World Nomad Games, hasta que en el año 2020 se trasladaron a Turquía (pospuestos dos veces hasta 2022 por la crisis del coronavirus).
El pueblo en sí no tiene muchos lugares de interés turístico:
1. Museo de Historia: consta de varias salas donde se exponen diferentes hallazgos arqueológicos de la zona, joyas y ropa tradicional kirguisa. Me hubiera gustado visitarlo, pero mi llegada a Cholpon Ata coincidió en domingo (en temporada baja es justo el día que cierra al público) y tampoco me pareció tan imprescindible como para alargar mi estancia en el pueblo una jornada más.
2. Parque Lenin: se encuentra cerca de mi guesthouse y ofrece un aspecto descuidado, lleno de matorrales y con una estatua plateada del líder bolchevique.
3. Fuente Cholpon: su nombre significa Venus y la fuente tiene una estatua de la diosa romana, sin agua y rodeada de basura. A escasos metros se puede ver el Cine Lenin, de estilo soviético aunque sin ningún tipo de decoración exterior.
4. Memorial de la Gran Guerra Patriótica: preside el Parque Central y se trata de un monumento con forma de pirámide y una estrella roja comunista.
EN BUSCA DE PLAYAS
Mi guesthouse está justo al inicio de una península que cuenta con algunas de las mejores playas de la zona, así que decidí explorarla a pie sin saber muy bien qué me iba a encontrar. Al final fue una excursión memorable durante la que recorrí un montón de kilómetros descubriendo bonitos paisajes. Esto fue lo más destacado:
1. Puerto Deportivo: cerca hay una playa idílica, con frondosos árboles pegados a la orilla, vistas geniales de la ensenada y embarcaciones pasando. Solo había una familia tomando el sol y me dediqué a pasear y hacer fotos.
Desde la playa divisé un enorme edificio ubicado en el extremo de la bahía. Parecía abandonado y me dejé seducir por la idea de que fuera un antiguo hotel soviético, así que bordeé el Puerto Deportivo y me acerqué. Pero en la puerta comprobé que se trataba de Altyn Balalyk, un hospital para niños con discapacidades que se empezó a construir hace muchos años, aunque las obras estaban paralizadas por una serie de procesos judiciales en curso (algo similar a lo que ocurría con el Museo Nacional de Historia de Bishkek).
2. Península: el interior está lleno de hoteles, bungalows y apartamentos turísticos, pero al ser temporada baja aun no tenían ocupantes y la zona ofrecía una imagen desangelada, con cafés y restaurantes cerrados, carreteras polvorientas y algún que otro perro solitario. Yo a la que pude caminé hacia el extremo sur de la península y continué la ruta.
3. Costa Oriental: desde la punta bordeé la costa hacia el este pasando por diferentes playas con franjas de arena de varias tonalidades y aguas turquesa. Mi cámara de fotos echaba humo. Algunas pertenecen a alojamientos privados y tenían vallas, pero como no había nadie las evité sin problema (desconozco si en verano sería posible realizar este recorrido). Por el camino solo me crucé con un par de familias que tomaban el sol; vi varios pájaros (cuervos, patos, gaviotas…); y aproveché para descalzarme y poner los pies en remojo, comprobando que el agua de Issyk Kul estaba helada.
4. Playa Keysar: desde aquí contemplé una bahía con los Montes Ala-Too de fondo. Las cumbres estaban envueltas en nubes grises y se empezaron a escuchar truenos amenazantes, con lo cual abandoné la costa y caminé hasta la avenida principal de Cholpon Ata.
COMIDA: AK-JOL
Este café se encuentra al lado de la Terminal de Autobuses. Tiene un comedor enorme, con un menú variado (en kirguiso) y camareros atentos. Al ser Ramadán y una hora un poco rara solo había otra mesa con lugareños (de hecho el personal estaba comiendo). Yo pedí una Ensalada de tomate y cebolla; Plov; y té con limón. La comida llegó al momento, estaba rica y a precios más que correctos (300S).
Al salir del local el cielo volvía a estar despejado, así que me dirigí al último lugar de interés del día.
CAMINANDO ENTRE PETROGLIFOS
Al norte de la avenida principal de Cholpon Ata se extiende un campo cubierto de pedruscos de origen glaciar donde los antiguos habitantes de la zona grabaron petroglifos representando animales y escenas de caza. Algunos pertenecen a la Edad de Bronce, pero la mayoría son obra de los Saka, un conjunto de tribus nómadas que ocuparon esta parte del lago Issyk Kul entre los siglos VIII AC y I DC. En la actualidad los mejores ejemplares forman parte de un Museo de Petroglifos al aire libre rodeado por una verja. Yo al principio había pensado viajar hasta la entrada en taxi, pero en la Terminal no había ninguno y comprobé que se trataba de 2,5km de distancia, así que opté por caminar.
*Horario: 8h – 20h
*Precio: 80S
*Fotografía: ok
Nada más cruzar la entrada me encontré frente a la obra más importante. Se trata de una enorme roca cubierta de petroglifos con ciervos, leopardos de las nieves, perros, arqueros… Es sencillamente espectacular (mejor luz para la fotografía por la tarde). Desde allí recorrí el recinto en busca de más petroglifos. Por suerte la mayoría están señalizados con banderines de color azul, porque hay centenares de piedras y me hubiera costado encontrarlos todos. Algunos también cuentan con carteles que incluyen breves explicaciones en inglés. Los expertos aseguran que en los últimos años la falta de cuidado por parte de los visitantes ha provocado que muchos petroglifos estén más borrosos y cueste apreciarlos (viendo lo que ocurría en Burana no me extraña).
A parte de los petroglifos la ubicación del Museo es única. Al estar en un lugar elevado ofrece una buena panorámica del lago Issyk Kul y los Montes Ala-Too, que aparecían despejados de nubes. Yo estuve alrededor de hora y media explorando la zona, haciendo fotos desde todos los ángulos posibles, y solo me crucé con una pareja de turistas rusos. Cuando entré en el Museo no había nadie vigilando y pensé que me ahorraría el importe del billete, pero poco antes de marcharme apareció el encargado y me hizo pasar por caja. De todas formas cuesta menos de 1€.
Tras la visita regresé a la guesthouse. Esta vez fue más sencillo porque el camino era cuesta abajo. Además el sol había perdido fuerza y ya se ocultaba en el horizonte. A mi alrededor había viviendas y granjas; grupos de niños jugando; y montones de pájaros revoloteando. Todo bañado con las últimas luces del día. Un final perfecto para mi ruta por el norte del lago Issyk Kul.
CONCLUSION
La mayoría de turistas occidentales viajan directos entre Bishkek y Karakol, haciendo una breve parada para visitar la Torre de Burana. Pero la orilla norte del lago Issyk Kul ofrece una gran variedad de paisajes (playas, cañones, montañas…) y permite conocer una parte de Kirguistán muy auténtica, alejada de los circuitos habituales, siempre y cuando no sea verano. En este caso lo mejor será que evites la población de Cholpon Ata y te alojes en Tamchy, con playas tranquilas y un ambiente más relajado, realizando una breve excursión al Museo de Petroglifos. En total necesitarás un mínimo de 2 días completos para recorrer el norte de Issyk Kul, aunque si te gusta el Urbex quizás acabes alargando tu estancia.
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