Playas de arena blanca y aguas turquesa, búnkers ocultos en las montañas, y las ruinas de una importante ciudad del Imperio Romano
Ksamil es una pequeña población ubicada sobre una lengua de tierra delimitada por la Laguna de Butrint y las aguas del Mar Jónico, a menos de 3km de la Isla de Corfú (Grecia). Forma parte de la Riviera Albanesa (también llamada Bregu), un tramo de costa que hasta el 2010 permanecía casi virgen y hoy día atrae a miles de turistas en busca de sol, playa y ambiente nocturno. Ksamil fue construida en 1966 y su arquitectura no tiene ningún interés, pero está rodeada de un paisaje espectacular. Además de Ksamil en la Riviera Albanesa destacan los centros de vacaciones de Himara y Saranda.
En el año 2000 se creó el Parque Nacional de Butrint, que incluye Ksamil. Cuenta con una superficie de 95km2 y sus principales atracciones son las ruinas de Butrint; las paradisíacas playas de Ksamil, conocidas como las «Maldivas de Albania»; y la Laguna, hogar de numerosas especies de aves.
VIAJE: GJIROKASTRA – KSAMIL
Entre estos dos pueblos solo hay 70km de distancia, pero el transporte público en Albania tiene la capacidad de convertir pequeños trayectos en rutas de varias horas. Estas fueron las etapas:
1. Furgon a Saranda: tras desalojar mi habitación de The Fir Gate me despedí de Albin y bajé desde el Casco Antiguo de Gjirokastra hasta la rotonda de la carretera principal donde paran los Furgons. Allí un lugareño me dijo que faltaba más de hora y media para el siguiente vehículo a Saranda, con lo cual entré en un bar y esperé tomándome un café con leche y unos M&M’s (220L). Pero al rato apareció un conductor avisando que había un Furgon a punto de salir, así que pagué a toda prisa, guardé la mochila grande en el maletero trasero, ocupé un asiento de la fila individual y nos pusimos en marcha (500L, aunque más tarde me enteré que el precio real son 400L).
El viaje duró hora y cuarto y avanzamos a buen ritmo sin apenas interrupciones. Primero seguimos el Valle de Drino en dirección a Grecia; y en un punto nos desviamos a la derecha cruzando las montañas hasta alcanzar la costa del Mar Jónico. El paisaje me gustó mucho, con campos de cultivo, curiosas formaciones de roca y espesa vegetación. El Furgon finalizó su recorrido en el centro de Saranda.
2. Autobús hasta Ksamil: a continuación caminé hasta una parada del autobús urbano que recorre la ruta entre Saranda y Butrint. Según el horario oficial colgado en la parada hay salidas cada hora y comprobé que solo faltaban unos minutos para la siguiente. Pero por lo visto en invierno la frecuencia es cada 2 horas y me tocó aguantar una larga espera. Afortunadamente conocí a Dmitriy, un chaval Ucraniano de Dnipro que llevaba varias semanas viajando y estuvimos charlando todo el rato.
Cuando por fin pasó el autobús pagué el billete al encargado (100L), me despedí de Dmitriy en las afueras de Saranda (tenía un apartamento alquilado allí) y al cabo de media hora me bajé en el centro de Ksamil. Ya era de noche pero me orienté a la perfección y llegué al sitio donde había previsto alojarme, caminando por calles oscuras.
ALOJAMIENTO: ZACE STUDIOS – 15€/Noche
*Puntos a favor: apartamento equipado con cocina y nevera; cama doble muy cómoda; ducha perfecta; buena limpieza; mobiliario moderno; ubicación genial, a 5 minutos a pie de las mejores playas de Ksamil; tranquilidad total por la noche (excepto un día); wifi rápido; familia propietaria encantadora; precio.
*Puntos en contra: sin calefacción (por la noche hacía algo de frío); apartamento lleno de mosquitos enormes (¡a finales de noviembre!).
En verano es complicado encontrar habitaciones libres en los alojamientos más populares de Ksamil, pero al ser temporada baja pude elegir entre una amplia oferta. Yo reservé 3 noches en Zce Studios a través de Booking y salvo un incidente puntual fue una estancia muy agradable, así que recomiendo el lugar.
Al cruzar la puerta me recibió un matrimonio de abueletes y en cuestión de minutos estaba sentado con ellos en una mesa del patio tomando café turco y chupitos de rakia casero. No hablaban ni palabra de inglés, pero entre gestos y Google Translator nos entendimos. Después salí a cenar algo, porque esos chupitos con el estómago vacío me estaban empezando a afectar.
CENA: MY PIZZA
El centro de Ksamil está atiborrado de cafés y restaurantes, aunque durante mi visita la mayoría se encontraban cerrados y la zona ofrecía un aspecto triste y desangelado. Parecía una ciudad fantasma. Me hubiera encantado probar platos típicos como hice en Gjirokastra, pero al final me tuve que conformar con cenar en una pizzería (y gracias). Yo me senté en la terraza y pedí una Ensalada (de tomate, pepino, lechuga y queso) y una Pizza de Jamón York y Champiñones. Como la pizzería estaba desierta los platos llegaron al momento y no tardé en devorarlos. Tanta hambre tenía que hasta se me olvidó pedir bebida. Precio: 800L.
De regreso a mi apartamento hice una compra de comida en un supermercado y me preparé para una noche de descanso más que necesaria porque me esperaban dos jornadas intensas. O esa era mi intención…
LAS PLAYAS DE KSAMIL
Al día siguiente me desperté tras una noche muy movida. A las 2h de la mañana empezaron a escucharse risas y golpes en el apartamento de al lado, porque al parecer sus ocupantes regresaron de fiesta y decidieron alargarla. Yo pensé que solo sería un rato pero a las 3h pasadas aquello no tenía pinta de acabar. Al final me quedé dormido por puro agotamiento, y cuando sonó mi alarma me moría de sueño. Lo primero que hice fue enviar un mensaje a Angela, la hija de los dueños (que sí habla inglés) explicándole lo ocurrido. La mujer me pidió mil veces perdón y me ofreció cambiarme de apartamento, pero como mis vecinos se marchaban ese mismo día decidí quedarme.
En fin, una vez en pie desayuné un plátano, un croissant de chocolate y un yogurt; preparé mi mochila pequeña; y salí a la calle, donde hacía un tiempo perfecto, con sol y cielo despejado. Para empezar visité el principal lugar de interés de Ksamil: sus playas. Yo caminé hasta Castle Beach y desde allí fui bordeando la costa hacia el norte, finalizando mi ruta en Sunset Beach.
La zona de Ksamil es conocida popularmente como las “Maldivas de Albania” y no me parece una exageración. Durante mi paseo descubrí pequeñas playas de arena blanca; aguas turquesa; fotogénicas embarcaciones amarradas junto a la orilla; y a escasa distancia las Islas de Ksamil, 4 islotes deshabitados cubiertos de bosques. Mi cámara de echaba humo. En verano las playas se llenan de turistas, con docenas de tumbonas y sombrillas que casi no dejan ver la arena. Además muchas son privadas y pertenecen a hoteles y restaurantes. Pero en mi caso al ser temporada baja pude acceder sin problema y no me crucé con nadie. Fue genial contemplar este paisaje caribeño con el único sonido de las olas.
De todas las playas que visité mi favorita es Ksamil Beach, situada en el punto más cercano a las Islas de Ksamil. El color del agua es irreal; y tiene un muelle que se adentra en el mar y permite obtener fotos épicas. Más adelante pasé por un restaurante con muy buenas vistas. Estaba cerrado pero el dueño andaba por allí y me dejó entrar. Un tipo muy simpático con el que hablé un rato antes de marcharme. Hacia el final de mi recorrido el cielo se cubrió de nubes grises que de vez en cuando tapaban el sol, pero a esas alturas ya no me importó.
EXPLORANDO LA COSTA
La mayoría de gente se hubiera quedado en Ksamil Beach a pasar el resto de la jornada, pero yo soy un culo inquieto y preferí continuar caminando por la costa. Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Búnker: desde Sunset Beach tomé un sendero que avanza en paralelo a la carretera principal y crucé un bosque de olivos, entre montones de tierra removida, pedruscos y bastante basura. Después el camino se estrechó y empecé a ganar altura rodeado de una espesa vegetación, con ruidosos pájaros que a veces me pegaban unos sustos tremendos. De camino vi en la distancia la bonita Harta Bay Beach. Y al final llegué a la entrada de un oscuro túnel de cemento que se interna en la montaña.
Se trata de uno de los muchos búnkers construidos durante la época comunista para proteger a los militares y políticos de la región de un hipotético ataque que solo Enver Hoxha parecía tener claro. Yo ya había visitado los búnkers de Tirana y Gjirokastra, pero este tiene algo diferente: en los muros cercanos a la entrada hay una serie de paneles con dibujos donde aparecen misiles, un tanque, minas, fórmulas matemáticas, gráficas… Más tarde busqué información sobre el lugar en Internet pero no encontré absolutamente nada. Yo diría que los paneles estaban destinados al personal militar del búnker y me recordaron a la sala de formación de Chernobyl 2 (Ucrania).
No me atreví a adentrarme demasiado en el túnel porque me olvidé la linterna en mi alojamiento, pero con todo lo que vi me marché contentísimo. Aunque al cabo de unos metros me esperaba otra sorpresa: un búnker idéntico al primero con más dibujos. Y un tercero, y un cuarto. No me lo podía creer. Todos están conectados, formando una única estructura. Eso sí, me dio pena ver la utilidad actual del complejo: establo de vacas. El suelo estaba lleno de excrementos y en el último túnel no pude entrar porque se encuentra vallado. Dentro había un montón de balas de paja y los dibujos apenas se distinguen.
2. Manastir: una minúscula aldea situada cerca del búnker que permite contemplar una panorámica genial, con la estrecha lengua de tierra donde se asienta Ksamil, flanqueada por la Laguna de Butrint y el Mar Jónico. Manastir está formada por sencillas viviendas de aspecto moderno y no me entretuve mucho. En sus calles me crucé con dos vecinos que saludaron amablemente; y un rebaño de ovejas que me miraban desconfiadas.
3. Monasterio de San Jorge: corona Dema Hill y llegar me costó más de la cuenta, porque el sendero se ramificaba y en un par de ocasiones la ruta más directa desapareció entre los arbustos, obligándome a retroceder. El Monasterio contiene una iglesia del siglo XIV, aunque todo el edificio fue reconstruido hace unos años. En el exterior me gustaron los balcones de madera y la puerta, con un relieve de San Jorge matando al dragón. Una pena que estaba cerrada y no pude entrar a curiosear.
4. Manastir Beach: a continuación bajé de la colina siguiendo una pista y alcancé la costa, donde se encuentra esta playa, considerada una de las mejores de la zona (aunque es de piedras). En un extremo el acantilado está formado por estratos de roca; y me hizo gracia un búnker con una margarita pintada en la cubierta superior. A parte de mí había una pareja charlando y un par de lugareños pescando. También 3 perros que empezaron a ladrar al verme (incluido un enorme pastor alemán), pero les di unos trozos de pan tostado y me dejaron en paz. Yo me comí el resto sentado mientras decidía qué hacer.
Mi idea era continuar recorriendo senderos hasta Heaven Beach. Pero quedaban menos de 2 horas de luz y el cielo estaba lleno de nubes amenazantes, así que opté por regresar a Ksamil. Para ello subí a la carretera principal; esperé en una parada de autobús cercana; y a la hora que había calculado apareció el vehículo que cubre la ruta entre Saranda y Butrint. Tras pagar al encargado (100L) fui controlando mi ubicación en el mapa y me bajé en la entrada de Ksamil.
En verano hubiera disfrutado de un bonito atardecer en Sunset Beach (de ahí su nombre), con el sol hundiéndose en el mar; y a continuación habría cenado en alguno de sus restaurantes. Pero como no era el caso el sol se ocultó sin gracia tras las montañas de la Isla de Corfú; y todos los locales estaban cerrados. Así que no tardé en marcharme.
CENA: MY PIZZA
Esta vez peiné las calles del pueblo en busca de un restaurante, pero no encontré ninguno y acabé en la misma pizzería del día anterior. Allí ocupé una mesa de la solitaria terraza y pedí una Ensalada, Pizza Caprichosa y una cerveza Tirana. Una alimentación más que cuestionable, pero no tenía muchas alternativas. Precio: 1100L.
Ya en mi apartamento dediqué el resto de la tarde a leer y descansar. Al principio entre gritos, por un grupo de chavales que jugaban a fútbol en un campo cercano, pero más tarde reinó la calma y me pude relajar.
EN EL CANAL DE VIVARI
La jornada comenzó tras una noche de sueño impecable. Me hubiera quedado un par de horas más en la cama, pero en el exterior lucía el sol y tenía que aprovechar. A continuación desayuné, metí mis cámaras de fotos en la mochila pequeña, y me puse en marcha. El plan del día era caminar hacia el sur de Ksamil y visitar las ruinas de Butrint, parando a conocer otros lugares de interés en los alrededores.
De entrada avancé por una carretera sin apenas tráfico, y al cabo de 3km llegué a una zona de aparcamiento donde hay un mirador con buenas vistas del Canal de Vivari, que conecta la Laguna de Butrint con el Mar Jónico. Aquí me desvié a la derecha y seguí una pista que bordea el canal, entre olivos y espesa vegetación. El agua estaba salpicada de matorrales de color rojizo, y había varios lugareños dentro buscando algo (no sé si pescaban o recogían moluscos). También vi un Gavilán y dos Garzas Reales volando.
La pista acaba en la desembocadura del canal, donde hay dos atracciones:
1. Un conjunto de búnkers de la época comunista decorados con coloridos grafitis.
2. El Castillo de Ali Pasha, del siglo XIX, situado a 200m de la orilla, sobre una isla a la que solo se puede acceder en barca o nadando.
Yo me senté unos minutos a disfrutar del paisaje completamente solo. En el canal había grupos de peces que de vez en cuando agitaban el agua; y en la distancia vi dos barcas de pescadores faenando. Un sitio muy recomendable. A continuación regresé a la carretera y seguí caminando 1,5km hasta la entrada del recinto arqueológico de Butrint.
LAS RUINAS DE BUTRINT
*Horario: 8h – 16h (en verano hasta las 20h)
*Precio: 1000L
*Fotografía: ok (excepto en el Museo)
Los orígenes de Butrint se remontan a la Antigua Grecia, cuando en el siglo VI AC un grupo de colonos procedente de la Isla de Corfú creó en la península un asentamiento llamado Buthrotum. Con el tiempo se convirtió en una importante ciudad de los Caonios, una de las tres grandes tribus que habitaban la región montañosa de Epiro. La principal atracción de Buthrotum era el Asklepion, un centro médico construido en honor de Asklepio, el dios griego de la medicina (Esculapio para los Romanos). A su alrededor se levantaron murallas, santuarios, hospedajes para alojar a los pacientes, y hasta un teatro.
En el siglo II AC los Romanos conquistaron Epiro y arrasaron la zona, pero el carácter sagrado de Buthrotum le salvó de la destrucción. Durante la época Romana la ciudad fue elegida como lugar de retiro para soldados veteranos y continuó creciendo, incorporando nuevos edificios como un acueducto, el foro, lujosas villas y unos baños. En el siglo VI, ya con los Bizantinos, Butrint albergó la sede de un obispado y se construyeron varios monumentos religiosos.
Charles de Anjou se hizo con el control de Corfú y Butrint en el año 1267, incorporando los territorios a su imperio, que también incluía los Reinos de Sicilia y Nápoles. Aunque en 1386 sus descendientes vendieron el pack a la República de Venecia, cuyo verdadero interés era Corfú. Y Butrint quedó reducido a un simple puesto defensivo de los Venecianos, sufriendo importantes daños a causa de los constantes ataques del Imperio Otomano. Hoy día las ruinas están incluidas en el Patrimonio de la Humanidad y constituyen el principal yacimiento arqueológico de Albania.
Una vez en la taquilla del recinto me sorprendieron dos cosas: el precio de la visita (muy alto teniendo en cuenta el nivel de vida de Albania); y que el encargado no me dio ningún billete (sospechoso). En fin, una vez dentro esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Torre Veneciana: formaba parte del fuerte que los Venecianos construyeron en Butrint y se conserva en muy buen estado. La puerta de entrada se encuentra a 3m de altura y se accede mediante una escalera de piedra, pero está cerrada al público.
2. Museo: las primeras excavaciones en Butrint fueron realizadas por un equipo de arqueólogos italianos, y en 1950 se inauguró un Museo para exponer los diferentes objetos encontrados. Ocupa una parte del Castillo Veneciano, construido en el siglo XIV sobre una colina situada en un extremo de la Acrópolis, aunque muy reformado durante los años 30 para alojar a los arqueólogos. Más tarde se amplió el Museo en dos ocasiones (la última en el año 2005), incluyendo nuevos hallazgos.
Te recomiendo comenzar la visita a Butrint por el Museo, ya que cuenta con numerosos paneles en inglés que explican muy bien las diferentes etapas de la historia de la ciudad. Además alberga varias estatuas de gran calidad, aunque el busto más famoso del lugar (la “Diosa de Butrint”) está expuesto en el Museo de Historia de Tirana. La fotografía está prohibida pero no había nadie vigilando así que hice unas cuantas.
3. Muralla: desde el Museo me dirigí al norte de la península y continué bordeando la costa hacia el este. De camino pasé junto a algunos tramos espectaculares de la antigua muralla que rodeaba el recinto, con gigantescos bloques de piedra que encajan a la perfección; Lion Gate, una puerta decorada con un relieve donde aparece un león devorando la cabeza de un toro; y Scaean Gate, de dimensiones asombrosas, construida en el siglo IV AC. Además pude contemplar unas vistas geniales de la Laguna de Butrint, con barcas de pescadores y las montañas de fondo.
4. Basílica: data de la época Bizantina y tuvo que ser un templo imponente, con el suelo cubierto de mosaicos y capiteles procedentes de otros monumentos. Hace tiempo que el techo se hundió, pero sus enormes muros y arcos todavía aguantan.
5. Baptisterio: un edificio de forma circular lleno de columnas con una fuente en el centro donde se bautizaba a los Cristianos en tiempos del Imperio Bizantino. Su gran atractivo son los mosaicos que decoran el suelo, donde aparecen todo tipo de animales, plantas y flores. Pero el nivel de la Laguna de Butrint sube en determinadas épocas del año e inunda la zona. Y para proteger los mosaicos algún listo decidió… ¡enterrarlos bajo una capa de arena! Así que desde el 2017 no se pueden ver, salvo en muy contadas ocasiones. ¿Y no hubiera sido mejor protegerlos con alguna estructura transparente? ¿O trasladarlos al Museo? No entendí nada.
6. Foro: era el epicentro de la antigua Buthrotum y está compuesto por los cimientos de diferentes templos, fuentes y pórticos. Durante mi visita el Foro se encontraba cubierto de agua, creando bonitos reflejos.
7. Teatro: fue descubierto por los arqueólogos italianos bajo varios metros de tierra y tenía capacidad para alrededor de 2.500 espectadores. Está muy bien conservado y es posible conseguir fotos panorámicas desde un mirador situado en la parte superior.
A parte de estos lugares de interés concretos lo que más me gustó de Butrint fue la atmósfera. Sus diferentes senderos se adentran en espesos bosques donde apenas llega la luz y me lo pasé genial descubriendo detalles interesantes en cada rincón, entre trozos de columnas, capiteles, tumbas medievales, inscripciones antiguas, restos de villas romanas y altares. A esta sensación contribuyó de forma decisiva que al ser temporada baja apenas había turistas, porque en verano Butrint se llena de gente, incluidos grupos organizados procedentes de Corfú, y no hubiera sido lo mismo.
UN CASTILLO VENECIANO
Tras visitar Butrint decidí cruzar el Canal de Vivari y explorar la orilla opuesta. Para ello hay un transbordador de cable que no para de dar viajes cargado de vehículos y pasajeros. El precio de un trayecto es de 75L, aunque los coches pagan 700L.
La principal atracción de esta zona es el Castillo Triangular, construido por los Venecianos en el año 1572. Tan pronto como acabaron las obras se trasladó aquí el puesto defensivo de Butrint y la antigua ciudad quedó abandonada a su suerte. El Castillo ofrece un aspecto impecable. Además la puerta estaba abierta y visité el interior de forma gratuita. En el patio hay una estructura cilíndrica que podría ser un hammam añadido por los Otomanos. Y subí a las murallas para contemplar una panorámica espectacular de la Laguna de Butrint, con las montañas reflejadas en sus aguas y los últimos rayos de sol.
Podría haber alargado el paseo hasta la puesta de sol, pero faltaba poco para el autobús de las 15.30h y si lo perdía tendría que esperar 2 horas. Así que crucé el Canal, caminé a paso ligero hacia la parada y regresé cómodamente al centro de Ksamil (100L), poniendo punto y final a mis aventuras en este bonito rincón de Albania. Al día siguiente regresé a Gjirokastra en medio de un día lluvioso, siguiendo el mismo sistema que a la ida: autobús a Saranda (100L) y Furgon hasta Gjirokastra (400L).
CONCLUSION
La población de Ksamil ofrece una combinación ideal: playas de postal con arena dorada y aguas turquesa; y las ruinas de Butrint a escasos kilómetros. Aunque es un lugar de contrastes, con hordas de turistas en verano y una atmósfera triste en invierno, donde es muy complicado encontrar restaurantes abiertos. De todas formas yo me quedo con el segundo escenario. Dos días serán suficientes para visitar la zona, aunque añadiendo una jornada extra podrás explorar los alrededores de Sarande, además del Blue Eye (una laguna a medio camino entre Gjirokastra y Sarande).
Desde Sarande hay varios ferries diarios que viajan a la Isla de Corfú y me sentí muy tentado, pero cuando comprobé los elevados precios del alojamiento (me recordaron a Dubrovnik) lo dejé correr. Tampoco ayudó mucho la previsión de fuertes lluvias de cara a los próximos días.
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