Más aventuras recorriendo el sur del parque, con fauna impresionante y un par de encuentros muy cercanos con peligrosos rinocerontes
Las principales magnitudes del Kruger National Park dejan sin palabras. Cuenta con una superficie de casi 20mil km2 (el tamaño de países como Gales o Israel); y una longitud de 350km de norte a sur. Y por si fuera poco, en 2002 se unió a sus vecinos Limpopo National Park (Mozambique) y Gonarezhou National Park (Zimbabwe), sumando un área protegida de 35mil km2 conocida como Great Limpopo Transfrontier Park. Los censos más recientes hablan de miles y miles de elefantes, rinocerontes, cebras, búfalos… Así que las emociones fuertes están garantizadas.
La mejor época para visitar el Parque Kruger es la temporada seca (de mayo a octubre). Y si puedes elegir, lo ideal es hacia el final de la misma (septiembre-octubre), cuando hay menos vegetación, y los animales tienen que acudir a beber a los escasos lugares donde aún queda agua (es más fácil verlos). Mi visita al parque tuvo lugar a mediados de octubre, y fue un auténtico festival.
El sur es la zona del Kruger Park donde hay mayores concentraciones de animales, y por tanto es más fácil ver fauna salvaje. En especial algunas especies, como el Rinoceronte o el León. A cambio, será habitual compartir la escena con varios vehículos, ya que también es la zona más visitada, creando situaciones menos auténticas.
CUARTO DÍA EXPLORANDO EL KRUGER PARK
Mi recorrido por el sur del parque comenzó despertándome en el Olifants Rest Camp. Durante la noche cayó una fuerte tormenta, pero por suerte el día amaneció sin problemas, tan solo algo nublado. Me desperté a las 5h, y a las 5.30h ya estaba en mi coche cruzando la puerta del campamento.
Para empezar, seguí una pista de tierra paralela al río Olifants, donde vi unas Jirafas comiendo a las que pude sacar fotos desde muy cerca. Desde el puente que cruzaba el río (frontera oficial entre el norte y el sur del parque) contemplé una buena panorámica, y vi una magnífica Garza Goliat pescando junto a la orilla.
Tras un tramo de carretera, tomé de nuevo una pista secundaria que se dirigía hacia el sur, paralela a la principal. Y no paré de encontrarme animales: algún Ñu suelto (que en inglés se llaman Wildebeest) o en grupo, a escasa distancia; un grupo de hembras de Kudu junto a la pista; un Águila Marcial sobre un árbol; un nido con una pareja de Buitres; una graciosa Tortuga Leopardo cruzando la pista a ritmo tranquilo… En un tramo de río continuó la racha, con buenas imágenes de Hipopótamos; otra Garza Goliat; Cigüeñas (la espectacular Saddle-Billed, pero también alguna de Pico Amarillo).
Durante la ruta, decidí detenerme en un mirador llamado Ratelpan, donde había una caseta de madera elevada, para observar la fauna sin ser visto. En principio solo había una solitaria Garza Goliat. Pero al poco apareció en la distancia un Rinoceronte que se revolcaba en el barro. Una pareja que había llegado después salió disparada hacia su coche para acercarse más a él, pensando que se trataba de un rarísimo Rinoceronte Negro. Yo les seguí y pude sacar buenas fotos. Aunque más tarde un guarda del parque me confirmó que era un Rinoceronte Blanco (el color negro era por el barro).
Poco después hice un alto para desayunar en el área de picnic de Timbavati. De nuevo un bol de leche con Cola Cao y cereales. Y continué hacia el sur por la pista, con continuos avistamientos de fauna: un grupo de Elefantes muy cercano; un enorme Kudu; un Ñu; una pareja de Facóqueros; un Águila…
Al final llegué a las inmediaciones del Satara Rest Camp, donde regresé a la carretera principal, y seguí mi ruta hacia el sur. Pero el regreso al asfalto no restó emociones al recorrido. Al contrario. Para empezar, un grupo de 9 Leones macho sesteando bajo un árbol. A veces, alguno levantaba la cabeza para observar los alrededores. Y uno estuvo unos minutos rascándose la espalda contra la tierra. Una escena espectacular. Aunque compartida con decenas de coches que competían por una buena posición, y rompían bastante la magia. También vi cruzando la carretera una pareja de Avestruces acompañada de un grupo de unos 15 polluelos, que les seguían a corta distancia. Y un Rinoceronte Blanco tumbado entre los arbustos.
A todo esto, el tiempo volaba, y aun me faltaba bastante para llegar al campamento elegido para pasar la noche. Y encima me di cuenta que no había calculado bien la gasolina que me quedaba, y tuve que regresar hasta el Satara Rest Camp para llenar el depósito (300R). Lo cual añadió 40km extra a mi ya de por sí apretada ruta.
NUEVOS ENCUENTROS SORPRENDENTES
Continuando hacia el sur por la carretera principal, paré unos segundos para ver un enorme ejemplar de Baobab. Y poco después llegué hasta una charca de forma circular conocida como Mazithi, donde me detuve a contemplar la escena. En lo alto de un árbol había una pareja de Águilas Pescadoras construyendo su nido, haciendo viajes para llevar barro y pequeñas ramas. Y en una esquina de la charca, había un Hamerkop, que acababa de cazar una rana, y la volteaba con su pico. Hasta que las Águilas lo vieron, y se lanzaron sobre él para quitarle su presa. A continuación se vivió una persecución frenética, con el Hamerkop al vuelo, y las Águilas detrás, que al final le obligaron a soltar la rana. Fue espectacular. Naturaleza en estado puro.
Además, en la charca había una pareja de magníficas Cigüeñas Saddle-Billed pescando tranquilamente; un grupo de hembras de Kudu bebiendo; una hembra de Waterbuck; un grupo de ruidosos Ibis… No paré de sacar fotos.
A eso de las 15h, por fin pude parar a comer en el área de picnic de Tshokwane. Cayó un trozo de pizza de la noche anterior, y una ensalada. Rodeado de Babuinos correteando entre las mesas en busca de comida; pájaros exóticos esperando algunas migajas; dos Impalas que pasaron a escasa distancia…
AFTERNOON DRIVE
Tras media horita de descanso, seguí mi ruta hacia el sur, con nuevos avistamientos de fauna. Primero, una pareja de imponentes Southern Ground Hornbill, de plumaje negro, con ojos y papada de color rojo intenso. Caminaban sin inmutarse en busca de comida, y pude sacar buenas fotos. En un solo día había visto 3 de las aves que integran el exclusivo grupo conocido como Big Six: Águila Marcial, Cigüeña Saddle-Billed, Southern Ground Hornbill, Lappet Faced Vulture, Pel’s Fishing Owl y Kori Bustard. Y así quedaría la cosa, porque no pude ninguna de las otras.
Otro gran momento se produjo cuando vi desde un puente un grupo de espectaculares Antílopes Sable, que se habían acercado a beber al río. Había un macho espectacular, de pelaje negro azabache y enormes cuernos. Y varias hembras y jóvenes de color marrón. Porque me avisó un lugareño, sino igual paso de largo sin fijarme. Y es que, a pesar de la abundancia de vehículos, reinaba una atmósfera de buen rollo importante. Toda la gente me saludaba con una sonrisa de oreja a oreja, y me informaban de cualquier animal interesante sin necesidad de preguntar. Por regla general, eran sudafricanos de raza blanca y edad avanzada, que viajaban en flamantes 4×4.
De nuevo en ruta, pasé por un lugar conocido como las Kruger Tablets, donde hay unas enormes rocas de granito con unas placas dedicadas a Paul Kruger. Me encontré con un grupo de Elefantes bebiendo en un río (fue hilarante ver a una cría persiguiendo a un antílope por invadir su territorio). Un enorme Facóquero, comiendo junto a la carretera sin inmutarse. Y un Duiker. Al final, crucé el puente que sorteaba el río Sabie, y llegué al campamento.
ALOJAMIENTO: SKUKUZA REST CAMP – 800R/Noche
*Puntos a favor: bungalow espacioso; lavabo privado con ducha en buen estado; aire acondicionado; cocina privada, perfectamente equipada;
*Puntos en contra: cama individual; cocina ubicada en el exterior, asediada por todo tipo de insectos; precio; vecinos algo ruidosos.
Este campamento es el más grande del Kruger Park. Aquí se encuentran las oficinas centrales, y ofrece todo tipo de servicios (incluido un campo de golf, biblioteca, auditorio…). En el pasado se llamaba Sabie Bridge, pero en 1936 se decidió cambiarlo a Skukuza, en homenaje a James Stevenson-Hamilton, primer guarda del parque (era el mote con el que le conocían los Tsonga que habitaban la zona).
Una vez instalado, me pude sentar junto a la entrada a relajarme un rato, acompañado de una copa de vino tinto. Habían sido más de 11 horas al volante, con tan solo un pequeño descanso. Pero había merecido la pena. Para cenar, me preparé un plato de spaguetti con salsa de champiñones.
QUINTO DÍA EXPLORANDO EL KRUGER PARK
La siguiente jornada amaneció con un tiempo agradable, tras otra tormenta nocturna con un par de truenos que hicieron temblar el campamento. Y a las 5.30h ya estaba en marcha, en busca de nuevas aventuras. En un principio, había planeado realizar una ruta circular. Pero durante el día fui improvisando, y creo que acerté de lleno.
Para empezar, tomé la carretera principal hacia el este, siguiendo el curso del río Sabie. Y al poco escuché unos terribles rugidos procedentes de los arbustos. Tras unos segundos esperando, continué, y más adelante me encontré con un imponente León macho tumbado a escasos metros de la carretera. Era enorme, con una melena frondosa. Como era de esperar, había un montón de vehículos detenidos. Hasta que el animal se aburrió, y se perdió entre los matorrales, donde le esperaban otros dos machos que aparecieron de la nada. Gran momento.
Más tarde, paré a desayunar en el área de picnic conocida como Nkuhlu, a orillas del río. El lugar estaba lleno de Babuinos y Verbet Monkeys. Muy bien para las fotos, pues no eran nada tímidos. Pero tuve que engullir a toda prisa mi bol de leche con Cola Cao y cereales, porque amenazaban con saltar sobre mí en cualquier momento.
A continuación, gran encuentro con una especie de águila llamada Bateleur. Estaba subida en lo alto de un árbol, con su plumaje negro, cara y garras rojas, y curvado pico naranja. Un ave espectacular. Al final, cuando estaba a punto de llegar al Lower Sabie Rest Camp, me detuve en una charca llamada Sunset. Y disfruté de bastantes avistamientos de fauna. Un nutrido grupo de Hipopótamos en el agua. Garzas Reales (alguna subida a lomos de los Hipos). Un Martín Pescador posado en una roca. Una Jacana. Un Varano caminando tranquilamente frente al coche. Cocodrilos tomando el sol en la orilla. Me quedé un buen rato sacando fotos sin parar, en busca de nuevos detalles.
Después tomé una carretera asfaltada hacia el norte, cruzando el río Sabie. Desde el puente vi sobre las rocas bastantes tortugas de agua dulce (en inglés Terrapin). Y por la carretera, un Rinoceronte Blanco tumbado; algún Ñu; Facóqueros al trote; un Águila plantada en medio de la carretera (un guía me dijo que era un joven Bateleur, sin colores vivos como los adultos); una manada de amenazantes Búfalos, que cortaba la carretera y fue difícil sortear; una Jirafa; un par de Cebras de Burchell… Al final, me desvié por una pista de tierra, donde me encontré con una imagen preciosa: una hembra de Rinoceronte Blanco con un cuerno larguísimo, acompañada de su cría, a la que durante unos segundos estuvo dando de mamar.
UN MIRADOR PARA EL RECUERDO
La pista acabó en el Mlondozi Dam, una zona donde pude aparcar el coche y estirar las piernas. Aunque no me imaginaba las fenomenales vistas que estaba a punto de disfrutar. Allí había un mirador desde el que se veía un brazo de río al que acudía a beber todo tipo de fauna. Parecía la escena de la presentación de Simba en El Rey León… Familias de elefantes; manadas de cebras y ñus; una pareja de rinocerontes blancos; grupos de hipopótamos; garzas blancas volando… Mi cámara de fotos echaba humo. Me quedé un buen rato sentado con ojos como platos, rodeado de otros turistas. Sin palabras.
Para regresar al Lower Sabie Rest Camp, opté por una pista de tierra. Aunque en esa zona la hierba estaba bastante alta, y con mi coche era difícil encontrar fauna. Así que no pude ver mucha cosa. A continuación, volví a mi campamento por la misma carretera principal de la mañana. No pude evitar detenerme de nuevo en la charca llamada Sunset, y con razón, porque guardaba nuevas sorpresas. Los hipopótamos ahora estaban fuera del agua, con bastantes crías. Y en primer plano, pescando, una Espátula (en inglés Spoonbill) y una Cigüeña de Pico Amarillo.
El resto de la carretera hasta el campamento no tuvo mucho que destacar. Paré a comer en el área de picnic de Nkuhlu (plato de spaghetti con atún, acompañado de una Mirinda). Y vi un Rinoceronte Blanco tumbado junto al lecho del río Sabie.
GAME WALK
En el Skukuza Rest Camp tuve el tiempo justo para aparcar el coche, y dirigirme a la recepción para realizar una actividad que había reservado el día anterior. Se trataba de dar un paseo a pie por una zona del Kruger Park, acompañado de dos guardas armados. Precio: 265R por persona, por un paseo de 2 horas de duración, de 16h a 18h (por la mañana es de 5h a 7h). Por suerte, el grupo era reducido, pues a parte de mi solo se apuntaron dos chavales holandeses. Así que subimos a la parte trasera de un 4×4 descubierto, y partimos puntuales, alejándonos bastante del campamento.
Durante el trayecto, uno de los guardas fue charlando con nosotros. Y nos avisó que sería muy difícil ver fauna de cerca, pues al notar nuestro olor, los animales saldrían huyendo. Pero a mi ya me estaba bien. Se trataba de empaparme de la atmósfera del parque: sus olores, sonidos, paisaje… En el punto elegido por los guardas, bajamos del 4×4 y nos pusimos a caminar. Los guardas nos enseñaron curiosidades, como árboles con propiedades medicinales, madrigueras, agujeros hechos por algunos animales para buscar agua… Se estaba genial, con las últimas luces del atardecer. En la distancia, un grupo de hembras de Impala corría dando saltos.
Hasta que un guarda notó movimiento frente a nosotros. Avanzamos un poco más, y resultó ser una hembra de Rinoceronte Blanco con su cría. Y cuando todo apuntaba a que daríamos media vuelta… ¡nos pusimos a seguirlas! Fue realmente emocionante. Pero hubo un momento en que la hembra notó nuestra presencia, se paró en seco, y se giró. Se vivieron instantes de tensión: la hembra se agitaba nerviosa, y al final se quedó mirándonos fijamente, como si estuviera a punto de arrancar hacia nosotros.
Los guardas tenían sus rifles a punto, y nos dijeron que si éramos atacados, no saliéramos corriendo. ¿Cómo? Si llego a ver al Rinoceronte dirigiéndose hacia mí, salgo por patas y me falta parque… Por suerte, la hembra y su cría se fueron corriendo en dirección contraria, desapareciendo entre los arbustos. Menuda descarga de adrenalina. Los holandeses y yo nos mirábamos con cara de asombro tras lo que acababa de ocurrir. ¡Y yo que esperaba un paseo tranquilo!
Eso sí, me parece muy cuestionable poner en peligro la vida del Rinoceronte, e incluso la nuestra, por un momento de subidón. Desconozco si esto es algo habitual en el parque, pero la experiencia fue tremenda. De regreso al campamento, viajé en el 4×4 con una sensación de relax total, mientras se ponía el sol en el horizonte. Un final de jornada apoteósico.
Algo todavía mejor que un Game Walk es un Wilderness Trail. Se trata de excursiones para grupos reducidos, en las que se duerme 3 noches en un campamento muy básico, con tiendas o cabañas (Wilderness Camp); y se dedican 2 días completos a realizar caminatas por los alrededores. Toda una experiencia, que me hubiera encantado vivir. Pero hay que tener tiempo disponible, reservar con bastante antelación, y tener un presupuesto holgado.
Ya en mi bungalow, cené una ensalada. Y me preparé para una noche de relax, tras una jornada muy bien aprovechada.
MORNING DRIVE
Al día siguiente me tocó levantarme nada menos que a las 4h, pues había reservado otra actividad. Se trataba de realizar una excursión en 4×4 por el parque, acompañado de un guía. Precio: 180R por persona, por un recorrido de 3 horas de duración, de 5h a 8h. Pensaba que durante esta actividad tendría más oportunidades de ver fauna, por varios motivos:
1. Cruzaríamos la puerta del campamento media hora antes de la hora oficial, todavía de noche, con posibilidad de encontrar animales nocturnos.
2. Viajaría en un vehículo más elevado que mi coche.
3. El guía descubriría mucha más fauna que mis ojos inexpertos.
Una vez en la recepción del campamento comprobé que esta actividad era mucho más popular que el Game Walk. Había un gentío tremendo, y nos tuvieron que repartir en dos o tres grupos. Y tras ocupar mi asiento en uno de los vehículos comprendí que esa actividad iba a ser una pérdida de tiempo:
1. El vehículo era un autobús enorme, donde viajábamos unas 40 personas. Y avanzaba ruidosamente por la carretera, espantando cualquier animal mínimamente salvaje.
2. El guía también tenía que hacer de conductor, por lo que no se podía concentrar en avistar fauna.
3. Buena parte de mis compañeros de viaje todavía no habían visitado el Kruger Park. Así que cuando veíamos cualquier animal común, se quedaban alucinados, y exigían que el autobús se detuviera un rato para sacar fotos. En claro contraste conmigo, que ya llevaba 5 días visitando el parque, y había visto de todo.
Pero bueno, me resigné, y aproveché para relajarme y contemplar el paisaje. Y aun gracias que conseguí un asiento junto a la ventanilla. Vimos una hembra de Kudu; Jirafas; Cebras; un Rinoceronte Blanco durmiendo; un Elefante; un grupo de Babuinos… Lo único realmente destacable fue un Klipspringer subido en una roca (un pequeño antílope de cuernos afilados). Y regresamos al campamento.
También existe la opción de realizar un Sunset Drive (de 16.30h a 19.30h); o un Night Drive (de 20h a 22h). Pero si el vehículo no es un 4×4 algo más silencioso, no le veo la gracia.
SEXTO DÍA EXPLORANDO EL KRUGER PARK
Tras desayunar mi bol de leche con Cola Cao y cereales, subí al coche, y me despedí del campamento. Para empezar, tomé la carretera principal hacia el oeste, y fui parando en diferentes puntos de interés: las Skukuza Wetlands (un corto paseo por unas pasarelas de madera que recorrían una zona de marismas); una charca llamada Nyamundwa, que estaba desierta; y las Albasini Ruins (los restos de la casa de un comerciante portugués del siglo XIX), ya cerca de la salida del parque.
Durante el trayecto, me encontré con una escena que por sí sola ya dio por buena la jornada. En un río bastante escaso de agua había 2 elefantes bebiendo y tirándose barro por encima con la trompa. Y mientras, a pocos metros, un grupo de 4 leones (un macho y tres hembras) esperaba su turno. El macho se frotaba la espalda contra la tierra. Y nada más irse los elefantes, una de las hembras se acercó a beber, permitiéndome sacar fotos muy cercanas. Espectacular.
A continuación, bajé hacia el sur por una pista de tierra. Paré en una charca llamada Nestel, pero también estaba vacía. Y seguí por la carretera principal hacia el este, sorprendido ante la escasez de fauna. Así que decidí parar a comer.
COMIDA: PRETORIUSKOP REST CAMP RESTAURANT
Me senté en una mesa de su terraza exterior, y pedí un sandwich de bacon y pollo, acompañado de patatas fritas y una Coke. Precio: 60R. Se estaba genial, rodeado de una atmósfera tranquila. Y evité la parte central del día.
ÚLTIMOS MOMENTOS EN EL PARQUE
Tras llenar el estómago, continué hacia el este por la carretera asfaltada. Y pasé una última hora y media bastante entretenida. Primero me detuve en la charca Shitlhave, que estaba vacía. Pero mientras ojeaba mi cuaderno de mapas, apareció frente a mí un enorme Elefante que regresaba de la charca (no le vi porque estaba tapado por la pendiente). Y me obligó a arrancar el coche y salir pitando, pues seguía caminando hacia mí sin intención alguna de parar. Alucinante. Más tarde llegué a la charca llamada Transport, donde había un nutrido grupo de Waterbucks, con hembras tumbadas en la orilla, y varios machos simulando combates, con sus cuernos entrelazados.
Como ya se hacía tarde, di media vuelta y me dirigí hacia el oeste por la misma carretera. De camino, me desvié por una pista de tierra de 4km. Y viví un momento que me permitió despedirme del Kruger Park a lo grande. Allí me encontré con un Rinoceronte Blanco durmiendo a escasos metros de la pista. Y mientras sacaba fotos, apareció otro de la nada. El que dormía se incorporó, cruzó la pista muy cerca de mi coche, y se encaró con el recién llegado. Hubo momentos de tensión mientras ambos se olisqueaban. Y cuando todo presagiaba una gran pelea, el que dormía regresó a su sitio, y no pasó nada. Impresionante. Y encima solo compartí la escena con un par de vehículos.
Con estas imágenes en la retina, regresé a la carretera, y conduje el tramo final hasta la salida del parque, cruzando la Numbi Gate. Y desde allí, media hora más de coche hasta la población de Hazyview, donde pasé la noche en una guesthouse.
CONCLUSIÓN
El sur del Kruger Park es toda una experiencia, donde son habituales los encuentros con fauna espectacular. Aunque los 3 días que pasé en la zona se hicieron algo cortos, y al final me fui sin ver dos animales que tenía muchas ganas de ver por primera vez: el Leopardo y el Perro Salvaje Africano. Para quien tenga tiempo, recomiendo una visita de al menos 5 días.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales