Explorando el remoto norte del parque nacional más famoso de Sudáfrica, entre fauna salvaje y paisajes de película
El Kruger National Park es la meca de cualquier amante de la naturaleza. Creado en 1926, es el parque más antiguo de Sudáfrica y uno de los más espectaculares del continente. Fue bautizado con ese nombre en honor a Paul Kruger, presidente de la antigua República de Transvaal, en cuyo territorio se ubica el parque. Aunque seguro que a muchos el nombre les recordará más al conocido protagonista de la saga de películas de terror «Pesadilla en Elm Street»…
Muy pocos parques nacionales de esta magnitud ofrecen tantas facilidades para realizar una visita por libre. Solo tendrás que reservar el alojamiento desde casa a través de la página web del parque, en función de la ruta que quieras hacer; alquilar un coche normal y corriente (no es necesario un 4×4); y comprar un cuaderno de mapas en la entrada. El resto, desde que sale el sol hasta que se pone, lo decides tú.
En el norte cuesta más ver animales. Pero a cambio, la sensación de aventura es total, y podrás recorrer pistas remotas sin cruzarte con otro vehículo. Además, el paisaje es precioso. Y es una buena zona para ver aves y grandes antílopes, como el Kudu o el Nyala. La frontera oficial entre el norte y el sur del parque es el río Olifants.
VIAJE JOHANNESBURG – MHINGAVILLE
Tras aterrizar en el aeropuerto de Johannesburg, lo primero fue encontrar la agencia de alquiler de coches. Como necesitaba un vehículo en buen estado, y no quería sorpresas, para este tramo final de mi ruta por Sudáfrica había realizado una reserva desde casa, optando por una compañía solvente: Avis. Así que allí me estaba esperando un flamante Hyundai, de tamaño similar a un VW Polo (Clase B). Precio: 311R al día, incluido un seguro de accidentes con la máxima cobertura y una franquicia de 1.800km (a partir de aquí, por cada kilómetro adicional me cobrarían 2R extra). El caso es que de entrada pagué 2.800R por 9 días. Un precio bastante correcto.
Una vez solventado el papeleo, subí al coche, y me puse en marcha, convertido ya en todo un experto en la conducción a la inglesa. Menos mal, porque tenía ante mi un largo recorrido. Nada menos que un tramo inicial de 430km hasta la población de Louis Trichardt, siguiendo la N1 hacia el norte. La carretera estaba en perfecto estado, con dos carriles por sentido y terreno llano. Así que no bajé de 110km/h. A cambio, tuve que hacer frente a varios peajes que me costaron casi 100R.
Durante el trayecto, paré en un área de servicio de Polokwane a comer un sandwich de jamón y queso, y estirar las piernas. Y en Louis Trichardt abandoné la N1 en busca de un centro comercial para comprar víveres de cara a los próximos días. Al final, tras algunas dudas, encontré un Super Spar, y llené un carro de productos para desayunos y cenas (leche, cereales, galletas, pasta, salsas, arroz, yogures…), que me costó 270R.
Desde allí, emprendí el segundo tramo del recorrido, de 125km hasta un minúsculo asentamiento llamado Mhingaville, siguiendo una carretera secundaria hacia el este. Eran las 17h y empezaba a atardecer, pero me mantuve firme, y conduje sin descanso. En el exterior, el paisaje ya se parecía mucho más a lo que uno se espera de África: semi árido, con arbustos y matorrales; tierra rojiza; 32º de temperatura; poblados destartalados que comenzaban donde acababa el anterior; bullicio y desorden; gente de color por todas partes… Nada que ver con la provincia de Western Cape.
Tuve que parar en una gasolinera a llenar el depósito, pues en el interior del parque es mucho más caro. La anécdota se produjo cuando me tuvieron que poner gasolina 93, porque no tenían 95. Me cobraron 403R por 3/4 de depósito.
A las 18h cayó la noche, y me vi forzado a buscar un lugar donde dormir. Pero al mismo tiempo también tenía que estar atento al volante, pues los obstáculos eran numerosos: oscuridad total; lugareños casi invisibles caminando por el arcén; animales cruzando la carretera (un perro, vacas…); vehículos hacia mí cegándome con sus luces largas… ¡Así no había quién se pudiera fijar en los carteles! Reconozco que al final, a medida que conducía hacia el este y me alejaba de los núcleos urbanos, me empecé a poner nervioso. Pero por suerte, en un alarde de orientación, pude seguir unas indicaciones y encontrar un hotel perdido en medio de un bosquecillo, en las afueras de Mhingaville.
ALOJAMIENTO: COPACOPA LODGE – 450R /Noche
*Puntos a favor: chalet espacioso; cama doble; ducha privada en perfecto estado; aire acondicionado; TV por cable; nevera; ubicación perfecta, alejado de la civilización, en una atmósfera de paz absoluta; aparcamiento vigilado, junto al chalet.
*Puntos en contra: abundancia de mosquitos (sin mosquiteras); mobiliario algo destartalado; hotel sin restaurante propio.
Una vez instalado en mi chalet, me invadió una sensación de satisfacción total. Había conseguido plantarme en un solo día desde Port Elizabeth hasta un hotel a escasos kilómetros de la entrada al Kruger Park. Y ya tenía vehículo, comida y combustible. Ahora solo quedaba disfrutar.
EL KRUGER NATIONAL PARK
Al día siguiente me levanté a las 5h y el sol ya hacía un rato que había salido. Estaba agotado, pero aun así preparé las cosas y me puse en marcha a toda pastilla, sin tan siquiera desayunar. El objetivo era estar a las 6h en la puerta de entrada ubicada más al norte del Kruger National Park, conocida como Punda Maria Gate. Y lo conseguí sin problemas, pues la noche anterior había conducido tanto hacia el este que al final estaba a tan solo 17km de la puerta.
Una vez en las oficinas de la entrada, hubo momentos de indecisión, pues se estropeó la impresora que emitía los billetes de acceso al parque, y creó una pequeña cola. Pero todo quedó en un susto, y pude comprar lo siguiente:
1. Entrada: 180R al día. El primer día se paga en la puerta de acceso al parque, y los siguientes en la recepción del campamento donde te alojas. Yo pensé que se habían equivocado, y el segundo día, al pagar el alojamiento, me encontré con la dura realidad…
2. Cuaderno de mapas de las carreteras y pistas del parque, con multitud de consejos útiles para sacarle un mayor partido a la visita. Imprescindible. Precio: 35R.
3. Cuaderno con imágenes de las diferentes especies de animales que habitan el parque, muy útil para reconocerlas, sobre todo si viajas sin un guía. Precio: 40R.
Además, confirmé una serie de normas que es esencial tener presente en todo momento durante la visita al Kruger Park. En concreto:
1. Las puertas de acceso a los campamentos abren a las 5.30h y cierran a las 18h (durante el mes de octubre, el resto de meses los horarios varían). Por supuesto, si apareces más tarde de las 18h no te abandonan a tu suerte. Pero te enfrentas a una multa considerable.
2. En los campamentos puedes ocupar tu habitación a partir de las 14h, pero en cambio estás obligado a abandonarla antes de las 10h.
3. Dentro del Kruger Park hay carreteras principales, asfaltadas, por las que la velocidad máxima permitida es de 50km/h. Y pistas de tierra secundarias, donde no se pueden superar los 40km/h.
4. Está totalmente prohibido bajarse del vehículo, excepto en las áreas específicamente designadas (miradores, zonas de picnic…) y los campamentos.
5. Recomendable realizar los safaris de 5.30h a 11.30h, y de 15.30h a 17.30h, dedicando la parte central del día a descansar en el campamento, o a desplazamientos largos.
PRIMER DÍA EXPLORANDO EL KRUGER PARK
Tras cruzar la Punda Maria Gate, conduje por una carretera principal dejando atrás el campamento, pues aun era muy pronto para ocupar la habitación. Y al cabo de media hora comenzaron a aparecer los primeros animales. Primero, algún Nyala (una especie de antílope de gran tamaño, con un pelaje espectacular); después un Yellow-Billed Hornbill… Y llegó uno de los platos fuertes del día: una leona tumbada junto a sus 3 cachorros (ya algo creciditos). Al principio no pude sacar buenas fotos, porque la hierba me tapaba la escena (uno de los inconvenientes de alquilar un coche normal en lugar de un 4×4, más elevado). Pero al poco cruzaron la carretera y obtuve buenas imágenes sin obstáculos. ¡Qué gran momento! ¡Y solo otro vehículo junto al mío!
A partir de aquí, los avistamientos se fueron sucediendo de forma regular: más Nyalas (realmente fotogénicos); un Elefante bebiendo; un grupo de Búfalos cruzando la carretera; una Avutarda (Bustard en inglés); algún Buitre planeando en el cielo… En pocas horas ya había visto 3 de los animales que integran el selecto grupo conocido como Big Five: elefante, búfalo, león, rinoceronte y leopardo.
Como ya había cubierto bastantes kilómetros, y me moría de hambre, paré en un área de picnic llamada Pafuri, y piqué unas galletas, acompañadas de una Fanta de Uva (9R), fresquita pero extremadamente dulce.
Tras el breve descanso, continué hacia el Este, hasta llegar al final de la ruta: Crooks Corner. Un lugar ubicado en la confluencia de los ríos Limpopo y Luvuvhu, donde se cruzan las fronteras de Sudáfrica, Zimbabwe y Mozambique. En el pasado era un refugio de cazadores furtivos y malhechores, que sacaban partido de esta confluencia de países (de ahí el nombre, crook en inglés significa delincuente, maleante). Aunque ahora es un lugar tranquilo y muy atmosférico. Los ríos no tenían mucho caudal, pero aún así pude bajarme del coche y divisé un par de Cocodrilos tomando el sol en la orilla opuesta; y muy a lo lejos una Cigüeña Saddle-billed.
Para regresar a la carretera principal, decidí recorrer una pista de tierra que discurría paralela al río Luvuvhu, con varios miradores para contemplar la zona en busca de fauna. Y fue todo un acierto, porque disfruté de algunas escenas dignas de un documental del National Geographic. Un grupo de Elefantes cruzando el río. Un Cocodrilo atrapando con sus fauces un enorme pez gato, y sumergiéndose con él en el agua. Un Águila Pescadora que volaba bajo, y de repente metió sus garras en el agua y apareció con otro pez gato, que se comió junto a su pareja sobre una rama. Un grupo de ruidosos Hipopótamos bañándose en medio del río, gruñendo y peleándose de vez en cuando. Sencillamente increíble. Me tiré un montón de rato, sacando fotos y disfrutando del ambiente, en una soledad casi total.
A todo esto, ya eran las 13h pasadas, así que me dirigí directamente al campamento, conduciendo a buen ritmo por la carretera principal, esta vez hacia el sur.
ALOJAMIENTO: PUNDA MARIA REST CAMP – 615R/Noche
*Puntos a favor: bungalow espacioso; lavabo privado con ducha en buen estado; aire acondicionado; nevera; ubicación perfecta, cerca de la recepción/restaurante; tranquilidad absoluta, complementada con el sonido de las ranas.
*Puntos en contra: cama individual; mobiliario algo destartalado; cocina compartida, sin utensilios.
La verdad es que este campamento me gustó bastante. Es uno de los más antiguos del Kruger Park, con muchos edificios construidos durante los años 30, y eso se nota, pero en el buen sentido. Con una atmósfera cargada de personalidad. Una vez instalado, me compré en el restaurante un sandwich de pollo con mayonesa, acompañado de patatas fritas (45R). Lo pedí para llevar, y me lo comí sentado en la entrada de mi bungalow, con un zumo de naranja (estaba deshidratado).
AFTERNOON DRIVE
Tras un breve descanso, a las 16h ya estaba de nuevo subido en mi coche. Como tenía apenas 2 horas de tiempo, decidí recorrer el Mahonie Loop: una ruta circular de 25km alrededor del campamento, por una pista de tierra. Después del festival de fauna de la mañana, la tarde me tenía preparadas muchas menos sorpresas. Aun así, tuve un encuentro cercano con un grupo de Búfalos cruzando la carretera (acompañados de los graciosos pájaros de pico rojo y amarillo que se alimentan de sus parásitos, conocidos como Yellow-Billed Oxpecker). Vi un Duiker (pequeño antílope de cuernos afilados); unos Facóqueros (especie de jabalí salvaje, llamada Warthog en inglés); y una enorme Jirafa, que apareció de entre los arbustos, junto a la pista.
Pero por si acaso, ya le añadí yo emoción extra a la tarde. Me fui entreteniendo, y al final comprobé con horror que faltaba poco para que cerrara la puerta del campamento. Viví momentos de tensión, y seguro que rebasé la velocidad permitida, pero al final conseguí cruzar la puerta a las 17.50h. Ya en mi bungalow, pude prepararme un buen plato de macarrones con tomate y atún, gracias a que una amable abuelita me prestó su olla (con pinta de haber sido utilizada durante décadas).
SEGUNDO DÍA EXPLORANDO EL KRUGER PARK
Al día siguiente, la mañana comenzó con un patrón que se repetiría durante el resto de mi estancia en el parque: alarma a las 5h; y en marcha a las 5.30h, dejando el desayuno para más adelante, aprovechando las mejores horas para ver fauna. Aunque el tiempo era muy distinto al del día anterior, con un cielo nublado y un frío considerable.
Durante la primera parte de la ruta, circulé hacia el sur por carreteras asfaltadas (no había otra opción), excepto el breve Dzundzwini Loop. Quizás entre esto y la climatología adversa, los avistamientos de fauna fueron menos habituales. Pero hubo momentos destacados. Un African Hawk-Eagle en medio del bosque, alimentándose de una presa. Una Hiena tumbada entre los arbustos, con un aspecto lamentable (una oreja arrancada, la cara llena de cicatrices…). Elefantes, comiendo o cruzando la carretera. Un Nyala a muy corta distancia. Y un grupo de Cebras de Burchell.
El lugar elegido para desayunar fue el área de picnic de Babalala. Un bol de leche con Cola Cao y cereales, como si estuviera en casa. Pero engullido a toda prisa, porque hacía un frío que pelaba.
A continuación, tomé una pista de tierra conocida como Mphongolo Loop, que seguía el curso del río del mismo nombre. Y avancé hacia el sur durante 31km, en paralelo a la carretera principal. Buena elección, porque hubo encuentros interesantes. Un espectacular Kudu (un antílope enorme, de vistoso pelaje y cuernos en espiral). Un par de Duikers. Ardillas correteando. Un grupo de Búfalos. Y un imponente Águila Marcial en lo alto de un árbol, observando el paisaje. Muy buena mañana. Al final incluso el sol apareció con fuerza, y llegué al campamento elegido para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: SHINGWEDZI REST CAMP – 675R/Noche
*Puntos a favor: bungalow enorme; lavabo privado con ducha en buen estado; cama doble; aire acondicionado; cocina privada, perfectamente equipada; tranquilidad absoluta… Sin duda, el mejor bungalow de todos los que ocupé durante mi visita al Kruger Park.
*Puntos en contra: no se me ocurre ninguno.
Ya instalado en mi habitación, repuse fuerzas con un plato de macarrones con tomate y atún que sobraron de la cena, acompañado de zumo de naranja. Y me estiré en la cama a descansar.
AFTERNOON DRIVE
A las 15.30h subí de nuevo a mi coche, y abandoné el campamento en busca de nuevas aventuras. Esta vez opté por recorrer una pista de tierra que seguía el curso del río Shingwedzi. Durante el trayecto pude ver imágenes algo lejanas de Cocodrilos tomando el sol, Patos, un grupo de Waterbucks bebiendo, algún hipopótamo… Pero también hubo encuentros cercanos. Un grupo de graciosas Mangostas (en inglés Banded Mongoose), que cruzaron la pista chillando. Una hembra de Nyala (sin pelaje ni cuernos, parecen dos especies distintas). Dos Marabús de enorme papada que aparecieron volando, y estuvieron unos minutos peleándose, desplegando las alas. Y una hembra de Babuino con su cría a la espalda.
El paisaje era precioso, con las últimas luces del atardecer cubriéndolo todo de tonos dorados. Cuando llegué a la Presa de Kanniedood, di media vuelta y regresé a la zona del campamento, para evitar sorpresas. Y como aun me sobraban unos minutos, los invertí en una pista circular de 6km que rodeaba el campamento, sin nada que destacar.
En mi bungalow, me senté en la entrada a disfrutar del ambiente, acompañado de una copita de vino tinto. Se estaba genial. A mi alrededor comenzaba a caer la noche, sonido de pájaros, lugareños preparando fuegos… Los sudafricanos son grandes amantes de las barbacoas (Braai en afrikaans), y todos los alojamientos en plena naturaleza están equipados (comunales o privadas).
Para cenar, me preparé una ensalada con lechuga, tomate, maíz, atún y nueces. Y de postre, un yogurt de fresa. Menos consistente que las cenas de mis vecinos, pero bueno… Antes de entrar en el bungalow para descansar, di un paseo por los alrededores, bajo un cielo estrellado. Observando la endeble alambrada del campamento, que me separaba de un mundo totalmente salvaje, repleto de fauna espectacular.
TERCER DÍA EXPLORANDO EL KRUGER PARK
Al día siguiente me desperté bastante cansado. Pero a las 5.30h ya estaba cruzando en mi coche la puerta del campamento, con un tiempo fresco y nublado. Para empezar, tras un tramo asfaltado, continué hacia el sur por una pista de tierra que discurría a lo largo del río Nkayini, paralela a la carretera principal. La cosa estuvo justita de fauna, principalmente aves: un colorido Lilac-Breasted Roller; un Loro; un Águila Pescadora; alguna ardilla… Paré para desayunar en una zona conocida como Red Rocks, que ofrecía una bella panorámica del río, y estaba rodeada de formaciones rocosas de color rojizo. Aquí cayó un bol de leche con Cola Cao y cereales, y en marcha.
Tras llenar el estómago, tuve que afrontar un largo tramo de carretera asfaltada hacia el sur. Aunque a la que podía, me desviaba para acercarme a algún mirador. Aquí destacó un encuentro con una enorme manada de Búfalos cruzando la carretera, que provocó una importante retención de vehículos (su carácter es bastante irascible, y es peligroso acercarse a ellos). También pude ver un grupo de Cebras de Burchell; una Jirafa; un Buitre posado en la rama de un árbol… Y me hice una foto sobre una roca que que indicaba que estaba justo sobre el Trópico de Capricornio.
Dejé atrás el Mopani Rest Camp, y más adelante abandoné la carretera principal, y tomé una pista de tierra que seguía el curso del río Tsendze durante 17km. Pude contemplar alguna bonita vista, una zona llena de nenúfares, un cocodrilo, un grupo de coloridos patos… Y regresé al asfalto.
Siguiendo hacia el sur, llegué hasta el puente que sortea el enorme río Letaba, y salí del coche a estirar las piernas. Desde allí disfruté de una gran panorámica del río (algo seco), donde también había un Waterbuck bebiendo, y un Martín Pescador revoloteando. De regreso en el coche, hice un pequeño tramo de pista que seguía la orilla del río, y había bastante fauna: varios Hipopótamos fuera del agua (algunos estirados durmiendo, realmente curioso); una Cigüeña; Tortugas tomando el sol… Aunque viví momentos de tensión cuando de una curva apareció caminando hacia mí un numeroso grupo de Elefantes (incluidas varias crías), que no tenían intención de apartarse. Así que me obligaron a dar marcha atrás a toda prisa, y esperé a que desaparecieran entre los arbustos. Menuda situación…
PEQUEÑO INCIDENTE CON EL COCHE
Para comer decidí entrar en el Letaba Rest Camp, y ocupar una mesa en su espaciosa zona de picnic, a la sombra, rodeado de naturaleza y pájaros de colores. Me comí un plato de arroz con salsa de tomate y atún, acompañado de zumo de manzana, y pasé una hora relajada.
Eso sí, cuando estaba a punto de marcharme, apareció un trabajador del campamento, y me dijo que mi coche tenía pinchada una rueda trasera. ¡Menuda faena! Muchos se reirán, pero para mí era una situación completamente inédita: era la primera vez en mi vida que tenía que cambiar una rueda. El caso es que me puse manos a la obra, y tras media hora de nervios y calor sofocante, lo conseguí. Acabé empapado en sudor y con las manos grasientas, pero lleno de satisfacción. Aunque me enfrentaba a dos problemas:
1. Ya no me quedaba rueda de repuesto, y un nuevo pinchazo podría tener consecuencias fatales.
2. La compañía de alquiler podría intentar cobrarme más. Al final del viaje, cuando devolví el coche, expliqué que al poco de salir de Johannesburg noté que una rueda perdía aire y la cambié por si las moscas. Y por suerte la historia coló.
AFTERNOON DRIVE
Para llegar al campamento donde tenía previsto pasar la noche, continué por una pista de tierra a lo largo del río Letaba. Y al poco de comenzar me encontré con una escena fantástica: una charca donde había tres Hienas, una embarazada estirada a la sombra, y otra dando vueltas sin parar. Me quedé un buen rato alucinado, y saqué fotos geniales. Más tarde, también vi un grupo de hembras de Waterbuck cruzando la pista; una familia de Elefantes; una Jirafa; y un Águila Pescadora sobre un árbol. No estuvo mal.
ALOJAMIENTO: OLIFANTS REST CAMP – 675R/Noche
*Puntos a favor: lavabo privado con ducha en buen estado; aire acondicionado; nevera.
*Puntos en contra: bungalow minúsculo (hasta el punto que la nevera no cabía y estaba junto a la entrada); mobiliario destartalado; cama individual; cocina compartida, sin utensilios; en el techo, de forma cónica, vivía una familia de murciélagos, y de vez en cuando caía alguna bolita de excrementos, o uno de ellos realizaba un vuelo de reconocimiento. El peor bungalow de todos los que ocupé durante mi visita al Kruger Park.
Nada más instalarme en mi bungalow, salí disparado hasta un mirador desde el que había unas vistas increíbles del enorme río Olifants. Y me senté a contemplar una fantástica puesta de sol. La escena era de postal, con el sol perfectamente recortado en el cielo, un grupo de elefantes bebiendo en la distancia, unos hipopótamos gruñendo, bosque hasta el infinito… Digno colofón a un gran día.
CENA: OLIFANTS RESTAURANT
Como no podía cocinar nada, opté por acudir al restaurante del campamento. Me senté en una mesa, y pedí una Pizza Kruger, de carne, salsa barbacoa y con extra de queso. Para acompañar, dos Cokes con hielo (estaba sediento). Precio: 55R. Sentó genial, y regresé a mi bungalow para un más que merecido descanso.
CONCLUSIÓN
Los 3 días que pasé recorriendo el norte del Kruger Park fueron apasionantes. Conduciendo por pistas solitarias en busca de fauna, sin saber qué me esperaba al final de cada curva. Totalmente recomendable si dispones de al menos una semana para visitar el parque. De lo contrario, recomiendo que te centres en la zona sur, donde hay mayores concentraciones de animales.
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Comentarios
2 ComentariosPedro Abel Adalia
May 13, 2020Hola Andreu,
Soy Pedro Abel Adalia, fotógrafo de vida salvaje y viajes. Eres todo un Willy Fog amigo. Estoy devorando todo tu blog, es apasionante ver los viajes que haces y las experiencias que has vivido. Estoy pensando en hacer un viaje a Kruger cuando todo esto acabe, seguramente sea con otros amigos fotógrafos. Te quería preguntar cuál crees que es la mejor manera de hacer este safari teniendo en cuenta que priorizo las luces, los avistamientos y la cercanía con los animales, crees que un guía con coche privado me vendría bien? ya he leído que el «safari público» que hiciste no salió muy allá. Muchas gracias de antemano y espero que tú y los tuyos estéis bien.
Un abrazo
Pedro
Ganas De Mundo
May 15, 2020Hola Pedro!
Muchas gracias por el comentario! Un placer poderte ayudar. Yo también estoy esperando en casa a que todo esto acabe para poder viajar de nuevo. Ojalá pronto!
Mi recorrido por el Kruger sin guía en un coche normal estuvo genial, por la sensación de libertad total, y porque en el Kruger es muy fácil ver fauna. Pero le encontré dos pegas:
-El vehículo era demasiado bajo, y en muchas zonas la hierba me impedía hacer buenas fotos. Si el dinero no es un problema, yo alquilaría un 4×4.
-Al no ir con guía me perdí algunos avistamientos de animales más huidizos, como leopardos o perros salvajes. Un buen guía conoce los mejores lugares para verlos, o está en contacto telefónico con otros guías y sabe qué está ocurriendo en el parque.
Por tanto opino que lo ideal para la fotografía es visitar el Kruger con guía y 4×4. Los safaris públicos están pensados para grupos de turistas que quieren dar una vuelta rápida por el parque, y no los veo una opción recomendable.
Si te puedo ayudar en algo más no dudes en preguntarme. Espero que puedas realizar pronto este viaje. Te va a encantar.
Un abrazo,
Andreu