Una espectacular bahía con antiguas poblaciones de origen veneciano, miradores con vistas épicas y playas de aguas turquesa
Kotor es una población situada en la bahía del mismo nombre con una dilatada historia. En el año 1185 fue conquistada por Stefan Nemanja y anexionada al Reino de Serbia, aunque Kotor logró mantener una gran autonomía y se convirtió en uno de los principales puertos comerciales del Mar Adriático. Tras la desintegración de Serbia vivió unas décadas de incertidumbre, hasta que en 1420 el avance de las tropas Otomanas obligó a sus gobernantes a aceptar el control de la República de Venecia, y durante casi 400 años el recinto amurallado de Kotor (entonces llamada Cattaro) se llenó de lujosos palacios e iglesias. Hoy día es uno de los principales destinos turísticos de Montenegro y su Casco Antiguo está incluido en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Además de Kotor en la bahía hay otros lugares que merece la pena visitar, como Perast y la cercana isla de Nuestra Señora de las Rocas; Risan y sus mosaicos romanos; o los pueblos de Dobrota y Muo. Todo presidido por un paisaje espectacular que no deja de sorprender, entre imponentes montañas y calas de aguas turquesa.
ALOJAMIENTO: ART GUESTHOUSE – 15€/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; buena limpieza; tranquilidad total por la noche (era el único huésped); wifi rápido; aire acondicionado; nevera compartida; lavadora disponible sin coste adicional (me vino genial); precio.
Aunque lo mejor de este alojamiento son sus propietarios (Zoran y Militza), que me recibieron con todo tipo de atenciones: me dieron una botella de agua fría para refrescarme; una toalla para secarme el sudor; y Militza me ofreció lavarme la camiseta. Además me ubicaron en una habitación mejor que la que había reservado por el mismo precio. Así da gusto llegar a un sitio…
*Puntos en contra: baño compartido; ubicación alejada del centro, al final de una dura subida y con tramos de carretera sin arcén; escasa intimidad (la familia vive en la misma planta y utiliza las zonas comunes); ventana minúscula sin vistas.
En Kotor tuve que usar la misma táctica que en Dubrovnik: los alojamientos cerca del Casco Antiguo eran demasiado caros, y los hostels no me acababan de convencer. Así que opté por reservar a través de Booking una habitación básica alejada de la zona turística y pasé 3 noches muy agradables. Tanto que a mi regreso del Parque Lovcen me volví a alojar un par de noches más.
Art Guesthouse está a 2km de la Terminal de Autobús de Kotor y llegué a pie. Aunque como todavía era pronto para el check-in de camino me senté en una terraza a tomar un café. Allí me atendió un camarero de rostro apático que puso a prueba mi paciencia. En el menú había café con leche pequeño y grande, y yo pedí el segundo, pero el tipo me corrigió diciendo que era mediano. Aun así lo pedí, y ¿qué me trajo? Pues el pequeño, que me bebí en dos sorbos (suerte que venía acompañado de un vaso de agua fría). Precio: 1,3€.
La última parte del recorrido hasta el alojamiento me costó más de la cuenta, y entre el calor que hacía y el desnivel del terreno aparecí en la puerta empapado en sudor. Una vez instalado en la habitación me estiré en la cama a leer y descansar un rato. Y a eso de las 17h salí a la calle en busca de un sitio para llenar el estómago.
CENA: BBQ TANJGA
Un local que recibe muy buenas críticas de los viajeros (excepto un par que alegaban haberse intoxicado con la comida) así que decidí comprobar su fama. El menú está especializado en carne a la plancha y yo pedí un Mijesano Meso, que consiste en un plato combinado con dos trozos de carne de pollo y ternera, patatas fritas, ensalada y varias salsas. Hay 4 tamaños y aunque elegí el más pequeño la porción es más que suficiente para una persona. El pedido se realiza en la barra, donde una señora me dio un número y me envió a un patio trasero con varias mesas. Y para beber me serví yo mismo una lata de cerveza Niksicko de una nevera. Todo muy informal.
El problema fue que se olvidaron de mí, y cuando me acerqué a preguntar a la barra tras media hora esperando la señora se dio cuenta del error. Hasta aquí lo puedo entender, pero no me gustó que en vez de disculparse me enviara de vuelta a la mesa diciéndome que “ahora va la comida, tranquilo”. Y gente que había llegado mucho más tarde empezó a comer antes que yo. Eso sí, el plato estaba rico y el precio asequible para lo que se estila en Kotor (10,9€). Además la señora me redondeó a 10€, quizás para compensar; y cuando volví al cabo de unos días todo salió a la perfección. Con lo cual a pesar del incidente recomiendo BBQ Tanjga.
Tras la cena hice una compra de comida en un supermercado Idea situado justo enfrente y regresé a mi habitación. Con tanta espera ya era de noche y la carretera sin arcén me pareció especialmente peligrosa, con un tráfico constante de vehículos. A continuación me dediqué a planificar los próximos días en Montenegro, rodeado de una atmósfera relajada.
EXPLORANDO EL CASCO ANTIGUO
La jornada comenzó a buena hora tras una noche de sueño impecable. Mi idea era tomarme el día de descanso, porque estaba agotado tras mi maratoniano recorrido por Croacia y la previsión del tiempo no era muy buena. Pero cuando me asomé a la calle y vi que lucía el sol cambié de planes rápidamente. Así que desayuné un plátano, un croissant de chocolate y un yogur; preparé mi mochila pequeña; y me dirigí al centro de Kotor para empezar a conocer el pueblo.
Sin duda la principal atracción de Kotor es su Casco Antiguo, construido durante la Edad Media, cuando la zona formaba parte de la República de Venecia. Es uno de los mejor conservados del Adriático, a pesar de los destrozos causados por varios terremotos, en especial el de 1979, que afectó a la mayoría de edificios. Y constituye una especie de Dubrovnik en miniatura, aunque con su estilo arquitectónico propio y un paisaje espectacular. Esto fue lo más destacado:
1. Muralla: cuenta con 4,5km de longitud y rodea por completo el Casco Antiguo. Llama la atención que en el sector norte los muros continúan subiendo por la ladera de la montaña hasta una altura de 260m, con diferentes torres defensivas y recintos fortificados. La imagen es impresionante, y aun más cuando el conjunto se ilumina por la noche. Hay 3 entradas y la principal es conocida como Puerta del Mar, decorada con el relieve de un león alado (símbolo de Venecia), una estrella comunista y una frase de Tito (presidente de la antigua Yugoslavia) conmemorando la victoria sobre los Nazis.
Es posible subir a caminar por el tramo de la muralla situado junto al río Skurda completamente gratis. Desde aquí hay unas vistas excelentes, con los campanarios de varias iglesias, viviendas antiguas y el puerto.
Junto a la Puerta del Mar cada mañana tiene lugar un mercado de alimentos con diferentes puestos que venden todo tipo de productos locales. Durante mi breve paseo vi frutas (higos, granadas, frambuesas…), verduras, aceite, jamón curado (llamado prsut), queso, olivas, vino… Además los turistas suelen pasar de largo y se está tranquilo.
2. Fuerte de San Giovanni: está ubicado en el punto más alto de la muralla y aunque para alcanzarlo hay que subir más de 1300 escaleras es una visita imprescindible. Se puede acceder desde dos puntos diferentes situados al norte del Casco Antiguo, pero poco después los caminos se unen. La entrada cuesta 8€, un precio que no me pareció caro comparado con el de las murallas de Dubrovnik. Durante el ascenso las vistas son épicas, con el Casco Antiguo formando un triángulo perfecto; la Bahía de Kotor (también conocida como Boka) extendiéndose hasta el horizonte; y las montañas. Yo me detuve en numerosas ocasiones para hacer fotos y esto ayudó a hacer el ascenso más llevadero.
A medio camino se pasa junto a la Iglesia de Nª Señora de los Remedios, con un bonito campanario. Fue construida en el siglo XV sobre una antigua Basílica cristiana y se puede acceder al interior, donde hay un altar de mármol con varias estatuas. En la puerta un par de señoras vendían souvenirs y un gato dormía a pierna suelta.
Llegué al Fuerte de San Giovanni con el corazón a mil por hora, y eso que era finales de septiembre y no hacía un calor excesivo. En verano tiene que ser durísimo. Por el camino vi un lugareño vendiendo refrescos, pero mejor traer agua suficiente para evitar problemas. El Fuerte se encuentra en un estado lamentable, con muros cubiertos de grafitis, una pasarela metálica a punto de hundirse, puertas oxidadas y arbustos apoderándose del recinto. Además no me gustó nada ver montones de basura en cada rincón, porque con el precio de la entrada el gobierno local recauda miles de euros al año, y se supone que al menos una parte debería destinarse a la limpieza del lugar. Por suerte la magnífica panorámica de la Bahía de Kotor lo compensa todo (mejor luz para la fotografía por la mañana).
El regreso al Casco Antiguo fue mucho más sencillo, aunque las escaleras son estrechas y me tuve que apartar varias veces para dejar paso a la gente que subía. Más de la prevista teniendo en cuenta que eran las 12h y el sol apretaba. Y no me puedo quejar, porque en temporada alta Kotor recibe varios cruceros al día y la zona se llena de grupos de turistas (en ese momento solo había un barco de tamaño mediano atracado en el puerto).
Por cierto, si viajas con presupuesto muy reducido y te quieres ahorrar el importe del billete, el truco consiste en subir por un camino alternativo conocido como Ladder of Kotor, que arranca junto al río Skurda. En un punto hay un desvío a la derecha que conduce hasta un agujero por donde es posible entrar al Fuerte de San Giovanni. Si el precio hubiera sido mucho más caro lo habría hecho, pero por 8€ no me compliqué la vida.
Una vez en el Casco Antiguo me senté a tomar un café con leche en la minúscula terraza del Letrika Bar, situado en un rincón lleno de encanto (1,3€). Por las noches es uno de los locales con más ambiente de Kotor.
3. Plaza de Armas: situada justo al otro lado de la Puerta del Mar, está presidida por la Torre del Reloj, construida a principios del siglo XVII (tenía solo una cara pero los franceses le añadieron otra más tarde). Entre los edificios que la rodean hay lujosos palacios y la enorme residencia del gobernador de Kotor. Aquí se suelen concentrar los grupos de turistas y cuesta conseguir buenas fotos, pero con paciencia todo es posible.
4. Catedral de San Trifón: es la iglesia católica más importante de Kotor, de estilo Románico y dedicada al patrón de la ciudad. Data del siglo XII, aunque sufrió importantes daños durante el terremoto de 1667. En los trabajos de reconstrucción posteriores se añadieron los dos campanarios, pero el dinero se agotó y uno de ellos quedó inacabado.
La entrada a la Catedral cuesta 3€ y merece mucho la pena. En la sala de oración destacan el ciborio (un baldaquino decorado con esculturas y relieves); y los restos de varios frescos bizantinos todavía visibles en los arcos de las columnas y el ábside. Además el billete da acceso al Tesoro de la Catedral, donde hay varias salas llenas de arte religioso (iconos, libros antiguos, joyas…). Y a una galería exterior con vistas a la Plaza de San Trifón, rodeada de palacios interesantes como el de la familia Drago o la residencia de los Obispos de Kotor.
5. Plaza de San Lucas: en un lateral está la Iglesia de San Lucas, del siglo XII. Fue uno de los pocos edificios del Casco Antiguo que no se vio excesivamente afectado por el terremoto de 1979. Dentro la atmósfera es muy auténtica, con dos altares para feligreses católicos y ortodoxos; y el suelo cubierto de lápidas.
A unos metros se encuentra la Iglesia de San Nicolás, construida en el año 1909 sobre las ruinas de un monasterio Dominico. Es el principal templo ortodoxo de la ciudad. Tiene dos imponentes campanarios, y en el interior me gustaron su elegante iconostasio y 4 enormes cuadros donde aparecen los 4 evangelistas donados por el gobierno de Rusia (la entrada es gratuita). En la Plaza de San Lucas también destaca el Palacio Lombardo.
Tras visitar estos lugares imprescindibles lo mejor es perderse por las callejuelas empedradas del Casco Antiguo de Kotor, descubriendo detalles interesantes en cada rincón: viviendas con hileras de ropa tendida al sol; escudos de armas de las familias más importantes de la época; acogedores cafés; tiendas de artesanía… Hay magníficos Palacios, como el Pima (el más elaborado) o el Grgurina (que ahora alberga el Museo Marítimo). Iglesias medievales, como las de Santa María (con sus puertas de bronce cubiertas de relieves); Santa Clara (con un interior de estilo Barroco); o San Miguel (contiene una colección de lápidas). Y docenas de gatos que pasean tranquilamente o duermen en los sitios más inverosímiles. La gente los trata a cuerpo de rey y se han convertido en todo un símbolo de Kotor. Incluso ha surgido todo un merchandising a su alrededor (camisetas, tazas, figuras…) y cuentan con su propio Museo.
COMIDA: PIZZERIA PRONTO
Después de horas caminando sin parar necesitaba reponer fuerzas y esta pizzería es justo lo que necesitaba. Se encuentra en el corazón del Casco Antiguo y tiene un pequeño comedor que al ser las 17h estaba casi vacío. En el menú solo hay pizzas y yo pedí una Al Pacino, con prsut, rúcula, tomates Cherry y queso parmesano. Para acompañar cayeron 2 cervezas Niksicko pequeñas. La pizza me gustó y el precio me pareció razonable (15,3€). También venden porciones para llevar.
EN BUSCA DE EDIFICIOS MODERNISTAS
Una vez visitado el Casco Antiguo caminé por el centro de Kotor y encontré un par de lugares de interés:
6. Edificio Jugopetrol: situado junto a la orilla del río Skurda, tiene forma de cubo y destaca en cualquier panorámica de la ciudad. Se trata de la antigua sede de Jugopetrol, la principal compañía petrolera de Montenegro, fundada en Kotor. Actualmente el edificio está desocupado y encontré un anuncio en Internet donde se vendía por 5 millones de euros. Es de estilo modernista, con unos parasoles de cemento muy curiosos para proteger las ventanas.
7. Fábrica Riviera: se dedicaba a la producción de jabones y detergentes, pero quedó muy tocada tras el terremoto de 1979 y dejó de funcionar. Hoy día la fábrica está abandonada. La fachada principal tiene coloridos grafitis y restos de mosaicos que representan peces. Me hubiera gustado visitar el interior, pero no encontré una vía clara de acceso, y el edificio se caía a trozos, con agujeros en el suelo y montones de escombros y basura.
Hasta el año 2018 se levantaba junto a la bahía el enorme Hotel Fjord, uno de los más lujosos de Kotor. Fue inaugurado en 1986 y era de estilo modernista. Las Guerras de los Balcanes provocaron una caída del número de turistas y el hotel cerró sus puertas en el 2005. Durante mucho tiempo fue posible explorar sus salas y habitaciones abandonadas, pero al final los propietarios decidieron demoler el edificio y en la actualidad no queda ni rastro. Una auténtica pena.
A continuación ya empezaba a oscurecer, así que regresé a mi habitación con ganas de un merecido descanso. Y al haber comido bien solventé la cena con galletas y un yogurt.
UN PASEO HASTA DOBROTA
Al día siguiente me desperté algo más tarde de lo previsto y me tuve que poner en marcha a toda prisa para aprovechar el tiempo. Una vez en pie me vestí, desayuné, y a las 10h ya estaba en la calle, donde una vez más lucía un sol radiante.
La Bahía de Kotor ofrece paisajes de postal y mi idea era recorrer un tramo a pie pasando por diferentes poblaciones relativamente cercanas. Para empezar caminé hacia el norte por la orilla oriental, siguiendo una estrecha carretera local que discurre pegada al mar. Y durante 5km disfruté de una atmósfera mágica, alejado de los grupos de turistas que invaden el Casco Antiguo de Kotor. Vi tranquilas calas de aguas turquesa; barcas balanceándose al ritmo de las olas; antiguos palacios llenos de encanto (la mayoría reconvertidos en hoteles y apartamentos turísticos); un par de iglesias en ruinas a las que no pude acceder (estaban rodeadas de vallas metálicas); lugareños paseando o tomando el sol… Además el contraste entre los pueblos minúsculos y las gigantescas montañas de paredes verticales es impactante. Me detuve a hacer fotos en infinidad de ocasiones.
Al final llegué a Dobrota, que destaca por la Iglesia de San Eustaquio. La había descubierto al pasar con el autobús de Dubrovnik y me llamó la atención. Fue construida a finales del siglo XVIII y su elemento más destacado es un afilado campanario rematado por la escultura de un ángel visible desde muy lejos. Me costó encontrar la entrada pero al final pude visitar el interior. Tiene varios altares con esculturas, un ábside con frescos modernos y el techo decorado con paneles que representan diferentes escenas de la vida de San Eustaquio. Tras unos minutos explorando el recinto completamente solo decidí continuar la ruta.
Desde Dobrota tenía que regresar al centro de Kotor por el mismo camino y no me apetecía mucho. Por suerte hay una línea de autobús llamada Blue Line con salidas cada hora que recorre la bahía entre Skaljari y Kostanjica. Yo había consultado los horarios en esta página web y comprobé que en unos minutos pasaba uno, así que esperé en una parada junto a la carretera principal y el vehículo apareció a la hora prevista. A continuación pagué el billete al conductor (1€) y me planté en Kotor.
COMIDA: KONOBA SCALA SANTA
Este restaurante situado en la Plaza Od Salate, en pleno Casco Antiguo, es uno de los más populares de Kotor y me acerqué a comer antes de la siguiente visita del día. El timing fue perfecto porque al poco de ocupar una mesa de la terraza empezó a caer una fuerte tormenta acompañada de sonoros truenos. Por suerte el toldo del local resistió.
Tras examinar el menú, con una gran variedad de platos, pedí la Sopa del Día (de Tomate con trocitos de Mozzarella); un Risotto Negro (Crni Rizoto, típico de Montenegro); una cerveza Niksicko; y un café con leche. La verdad es que me gustó todo: camarero atento, platos que aparecieron rápido, comida rica, porciones abundantes (el Risotto era enorme), ambiente agradable y precios correctos teniendo en cuenta la ubicación (todo me costó 16,3€). Muy recomendable.
RUMBO A MUO
Después de comer no quedaba ni rastro de la tormenta y pude continuar caminando por la Bahía de Kotor, esta vez siguiendo la orilla occidental. Aquí el tráfico era más intenso y me tuve que apartar varias veces porque no cabían dos vehículos, pero el entorno compensó con creces las molestias. Al principio contemplé una buena panorámica del Casco Antiguo de Kotor, con sus murallas; enormes paredes de roca; y el profundo Cañón del río Skurda, por el que unos días más tarde bajé tras mi excursión al Parque Lovcen.
Las vistas podrían haber sido mejores, pero había un buque de dimensiones descomunales atracado en el puerto y tapaba una parte. A ver, aunque yo nunca contrataría un crucero respeto a la gente que opta por esta forma de viajar. Pero un modelo de turismo en el que barcos enormes distorsionan el paisaje durante un montón de horas y descargan en cuestión de minutos centenares de personas en poblaciones pequeñas no me parece lógico ni sostenible. Y aun suerte que solo había uno. En fin…
El resto del paseo fue similar al de la mañana, descubriendo palacios históricos y calas que invitaban a un bañito, si no fuera porque el agua estaba helada. Al cabo de 3km llegué a Muo. Allí compré en una tienda una bolsa de Doritos y una cerveza Jelen (2,2€), y me senté en un banco frente a la Bahía de Kotor. La escena era idílica, iluminada con los últimos rayos de sol. Y la compartí con otros lugareños que pasaban el rato charlando. Fue un momento inolvidable.
A continuación regresé caminando al centro de Kotor, donde estuve un rato descubriendo nuevos rincones del Casco Antiguo; y volví a mi habitación. Para cenar cayeron 2 Burek, una cerveza Niksicko y un Kit-Kat. Y me fui a dormir con una sonrisa de oreja a oreja tras un día redondo.
VIAJE: KOTOR – RISAN
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 7.30h. Un rato antes me habían despertado los ruidos de algún miembro de la familia propietaria, pero volví a quedarme dormido y descansé lo necesario. Como no tenía nada para desayunar me vestí; metí mis cámaras de fotos en la mochila; y caminé hasta el centro de Kotor con el estómago vacío.
El plan del día era visitar dos poblaciones de la Bahía de Kotor más alejadas, con lo cual necesitaba transporte público. De nuevo utilicé los servicios de Blue Line y todo salió a la perfección: caminé hasta una parada situada frente al Centro Comercial Kamelija; esperé un momento; y el autobús apareció a la hora prevista. Dentro pagué el billete al conductor (1,7€), ocupé un asiento junto a la ventana (rodeado de lugareños) y nos pusimos en marcha rumbo a Risan. El trayecto duró 40 minutos y estuve entretenido contemplando el paisaje, con bonitas panorámicas de la Bahía de Kotor.
Una vez en Risan entré en una tienda y compré unas galletas de chocolate y un yogur. Y me senté en un banco a desayunar. Solo eran las 10h y el sol ya pegaba con fuerza creando un ambiente completamente veraniego.
LOS MOSAICOS DE RISAN
Risan es un pequeño pueblo situado 17km al norte de Kotor cuyo origen se remonta al siglo IV AC. En esta época la zona pertenecía al Reino de Iliria y en Risan (entonces conocida como Rhizon) había un recinto fortificado con enormes muros de piedra. Incluso se especula con la posibilidad de que aquí se encontrara el palacio donde vivía el legendario Rey Agron, responsable de la edad de oro de los Ilirios, que en el siglo III AC se convirtieron en una de las potencias del Mar Adriático. Pero su flota de barcos piratas entró en conflicto con el Imperio Romano, y tras varias campañas militares (las Guerras Ilirias) el Reino fue conquistado en el año 168 AC.
Bajo los Romanos Rhizon mantuvo cierta importancia y en el siglo II tenía 10mil habitantes, con enormes villas lujosamente decoradas. En cambio durante la Edad Media cayó en el olvido, hasta que en el año 1688 se incorporó a la República de Venecia, tras más de 200 años en poder del Imperio Otomano, y pasó a ser un destacado centro comercial bajo el nombre de Risano.
Hoy día Risan es una población moderna de escaso interés turístico, sobretodo si se la compara con las vecinas Perast o Kotor. Pero cuenta con una atracción que merece la pena visitar. En los años 30 se descubrieron las ruinas de una posada romana (hospitium) ubicada a escasa distancia del puerto, donde los comerciantes podían comer y pasar la noche. Y varias de sus salas están decoradas con elaborados mosaicos. Uno de ellos incluye la imagen de Hypnos (dios del sueño) y por eso el lugar se bautizó como Villa Hypnos.
Los mosaicos están protegidos por un Museo y la entrada cuesta 6€. Allí una encargada me dio una breve explicación en inglés y me dejó examinar los mosaicos a mi aire, totalmente solo. Además del que contiene a Hypnos vi otros de gran calidad con motivos florales y geométricos. La fotografía está permitida, y en un lateral del recinto hay una serie de paneles informativos que resumen la historia de Risan. Muy recomendable (si te gusta este tipo de arte).
Junto al museo hay un parque donde destaca la Iglesia de los Santos Pedro y Pablo, construida a finales del siglo XVIII, con un afilado campanario (una pena que estuviera cerrada); y un memorial en homenaje a los fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial con relieves y una estrella comunista.
Antes de continuar la ruta me senté en la terraza de un bar y me tomé un café con leche, como siempre acompañado de un vaso de agua helada que me sentó genial (1,2€).
VISITA A PERAST
El siguiente objetivo era explorar Perast, un pueblo situado tan solo 4km al este de Risan. Y como iba bien de tiempo decidí caminar en vez de utilizar la Blue Line. Fue todo un acierto porque disfruté de un paseo realmente agradable. En las afueras de Risan vi varias antiguas mansiones en ruinas. Y después seguí la costa por una acera, contemplando bonitas vistas de la Bahía de Kotor; un par de criaderos de mejillones y ostras (con boyas de color rojo flotando); montones de granados con frutas; calas de aguas turquesa; y gigantescas montañas de fondo.
Durante mucho tiempo Perast fue una sencilla aldea pesquera, hasta que en el año 1420 se unió a la República de Venecia y sus calles se llenaron de ostentosos palacios e iglesias. A diferencia de Risan o Kotor, en Perast no se construyó una muralla pero sí varias torres defensivas y un fuerte que le permitieron resistir el asedio de los ejércitos Otomanos. Su declive (y el del resto de las poblaciones de la Bahía de Kotor) comenzó en 1797, cuando Napoleón derrotó a la República de Venecia y la región empezó a cambiar de manos cada poco tiempo. En la actualidad Perast es lugar de parada habitual de los grupos de turistas que viajan entre Dubrovnik y Kotor, y tiene numerosos atractivos. Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Perast Beach: la mejor de todas las que vi en la Bahía de Kotor, con el agua de un color azul espectacular y completamente vacía. Un lugar paradisíaco.
2. Iglesia de San Nicolás: data del siglo XVII, aunque más tarde se decidió convertirla en una catedral, y como el dinero se acabó la iglesia ha quedado formada por dos estructuras de diferentes estilos. Me hubiera gustado visitar el interior, donde además de la sala de oración hay un Tesoro (1€) que contiene numerosos objetos antiguos de gran calidad. Pero a lo largo del día pasé varias veces por la puerta y siempre la vi cerrada.
3. Campanario: con sus 55m de altura constituye la imagen más icónica de Perast. Es posible subir hasta una plataforma de observación (1€), situada al mismo nivel que las enormes campanas, y aquí tuve más suerte, porque al segundo intento estaba abierto. La encargada se quedó el dinero sin darme ningún billete y me dijo con aire lacónico “vuelve en 20 minutos y no toques las campanas”.
Las escaleras de acceso están en muy mal estado y no son aptas para gente con claustrofobia: estrechas, con puntos donde hay que caminar agachado, y pegadas al hueco con una caída de varios metros. Llegué arriba sin respiración, pero las vistas compensan de sobras el esfuerzo, con los tejados de Perast; los campanarios de otras iglesias; dos pequeñas islas que visité después; y la Bahía de Kotor con el Estrecho de Verige en la distancia, que solo tiene 350m. Estuve casi todo el tiempo solo, hasta que llegó una familia de turistas y me marché.
Tanto la Iglesia de San Nicolás como el Campanario están en la Plaza Mayor de Perast, donde hay varias esculturas de personajes importantes del lugar.
4. Iglesia Nª Señora del Rosario: se encuentra en la parte alta de Perast y normalmente está cerrada, aunque su interior es bastante austero. El motivo de subir hasta aquí es contemplar otra de las imágenes clásicas del pueblo, con el campanario de la Iglesia de San Nicolás en primer plano y la Bahía de Kotor de fondo (mejor luz para la fotografía por la mañana).
Unos metros más arriba están las ruinas del Fuerte de la Santa Cruz, principal elemento defensivo de Perast durante siglos. Las vistas también son excelentes.
5. Perast Museum: ubicado en el Palacio Bujovic, el Museo se centra en el pasado marítimo de la zona. A mí la temática no me interesaba mucho pero quería visitarlo por dos motivos: el edificio en sí; y la panorámica desde el balcón del primer piso, decorado con las esculturas de dos leones. La entrada al Museo cuesta 4€, aunque no llegué a pagarlos porque durante mi estancia cerraba a las 16h y se me hizo tarde. Bueno, técnicamente faltaban 20 minutos, pero la encargada de la taquilla ya no me dejó entrar. En fin…
6. Paseo Marítimo: recorrerlo permite descubrir antiguos palacios, algunos en ruinas y otros reconvertidos en hoteles. También diferentes iglesias, como la de San Marcos, coronada por 3 estatuas; muelles con docenas de embarcaciones; y varios cafés y restaurantes con sus terrazas al borde del mar. Lástima que no sea peatonal, porque la carretera es estrecha y el tráfico de vehículos resulta muy molesto.
LA ISLA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS ROCAS
Frente a la costa de Perast hay dos islas muy populares:
*Isla de San Jorge: acoge un monasterio Benedictino rodeado de cipreses y las lápidas de un antiguo cementerio, por lo que también es conocida como la “Isla de los Muertos”. No está permitido visitarla.
*Isla de Nuestra Señora de las Rocas: se trata de una isla artificial creada en el año 1484 alrededor de una roca donde supuestamente se descubrió un icono de la Virgen. Cuenta con una iglesia y aquí sí es posible la visita.
En el Puerto de Perast hay embarcaciones turísticas con salidas frecuentes para acceder a la isla. El trayecto de ida y vuelta cuesta 5€ y me gustó porque no incluye visitas guiadas ni límite de tiempo: te dejan en la Isla de Nuestra Señora de las Rocas y regresas cuando has acabado de explorarla. Al llegar al Puerto vi que una barca estaba a punto de zarpar, así que pedí al encargado que me esperara un minuto, compré el billete y nos pusimos en marcha. Junto a mí solo viajaba una pareja y me pude mover con libertad, consiguiendo buenas fotos de Perast y las dos islas. El trayecto dura 10 minutos.
La Iglesia de Nuestra Señora de las Rocas fue construida en el año 1630 y me encantó. En el exterior destacan el campanario de 16m, una cúpula de color azul, varios relieves, y una especie de mesa de piedra sostenida por dos estatuas. Dentro me gustó su altar decorado con estatuas. Además las paredes y el techo están cubiertos de pinturas que representan todo tipo de escenas religiosas. Y hay centenares de pequeñas láminas de plata donadas por las familias de los marineros para que la Virgen los protegiera mientras faenaban. Visitar el Tesoro cuesta 3€.
Desde la isla las vistas de Perast y de San Jorge son espectaculares, y estuve un buen rato paseando a mi aire haciendo fotos. Tuve mucha suerte porque al llegar apenas había gente y disfruté de un ambiente genial. En cambio al rato aparecieron varios grupos de turistas y el lugar parecía una romería. Además pensé que el regreso a Perast sería igual de relajado que el viaje de ida, pero mi barca se llenó de ruidosos americanos y los 10 minutos se me hicieron eternos.
REGRESO A KOTOR
Para acabar la jornada me hubiera gustado comer en Perast, pero solo encontré restaurantes caros con mesas de manteles blancos y camareros uniformados. Así que me senté en la terraza del Armonia Restaurant y me conformé con una jarra de cerveza Niksicko (2,9€). Tenía el estómago vacío pero las vistas de la bahía eran magníficas.
A continuación caminé hasta la parada de autobús mientras el sol se ocultaba tras las montañas. El vehículo apareció puntual, compré el billete (1€) y volví al centro de Kotor muy satisfecho por cómo había transcurrido la jornada.
CONCLUSION
Kotor es un lugar imprescindible en cualquier recorrido por Montenegro y me encantó pasear por sus calles rodeado de edificios históricos y terrazas con encanto. Aunque una vez aquí no hay que olvidarse de explorar la Bahía de Kotor, con paisajes de postal y antiguas poblaciones menos frecuentadas por los grupos de turistas. En total te recomiendo dedicarle a Kotor y la Bahía un mínimo de 3 jornadas completas.
Las agencias de viajes de Kotor ofrecen unos tours en barco muy populares en los que se visitan Blue Cave (una cueva donde la luz del sol tiñe el agua de color azul, baño incluido); unos túneles utilizados en tiempos de la antigua Yugoslavia para ocultar embarcaciones y submarinos; y la prisión de Mamula, situada en una isla. El tour dura 3 horas y cuesta 30€, pero no me apeteció unirme a un montón de gente y preferí caminar por la zona a mi aire.
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