Paseando por una ciudad entre edificios históricos, un animado bazar otomano y restaurantes que sirven deliciosas especialidades locales
Rodeada por los Montes Morava, a 850m de altura, Korça es la ciudad más grande del este de Albania. Fue fundada en el siglo XV por Iljaz Bey Mirahori, un comandante del ejército Otomano que jugó un papel destacado en la conquista de Constantinopla en 1453. Como recompensa el sultán Mehmet el Conquistador le nombró gobernador del distrito de Korça, donde Mirahori había nacido. Korça ganó importancia a finales del siglo XVIII, cuando las tropas de Ali Pasha arrasaron la vecina Moscopole y acogió a parte de sus comerciantes. La ciudad pertenece a la región de Epiro del Norte, reclamada históricamente por los Griegos. Y entre 1914 y 1920 formó parte de dos Repúblicas Autónomas (Epiro del Norte y Korça), aunque los ánimos se han calmado desde entonces.
Actualmente Korça es conocida por producir una de las marcas de cerveza más populares de Albania. Y entre sus lugares de interés turístico destacan el Museo de Arte Medieval, el antiguo Bazar Otomano y la Catedral Ortodoxa. Además constituye una base ideal para explorar varias aldeas tradicionales, como Voskopoje (la antigua Moscopole) o Dardhe.
VIAJE: GJIROKASTRA – KORÇA
Este desplazamiento fue con diferencia el más largo de mi recorrido por Albania. Entre Gjirokastra y Korça solo hay 100km en linea recta, pero las montañas obligan a dar un amplio rodeo que duplica la distancia a cubrir. Si a esto le añadimos un día lluvioso; y una estrecha carretera por donde a duras penas pasaban dos vehículos, con tramos sin asfaltar, en obras o llenos de agujeros, no es de extrañar que el viaje se alargara hasta las 6 horas. Aunque este no fue el único inconveniente:
*Solo hay un Furgon entre Saranda y Korça, que para en Gjirokastra a las 7h y no opera siempre. En mi caso me vi obligado a quedarme una jornada extra en Gjirokastra porque al día siguiente no había servicio.
*Cuando desalojé mi habitación de Karafil Guesthouse llovía a cántaros. Así que me tocó realizar el vertiginoso descenso entre el Casco Antiguo de Gjirokastra y la carretera principal mojándome, a oscuras, y midiendo cada paso para no resbalar en las peligrosas calles empedradas.
*Me informé del horario del Furgon en una compañía de transporte de la carretera principal, donde un abuelete me comentó que estaría trabajando ese día. Y cuando llegué me señaló un vehículo aparcado en la acera de enfrente. Pero tras guardar la mochila grande en el maletero y ocupar un asiento, el conductor me dijo que ese Furgon no iba a Korça y tuve que esperar un rato protegido bajo un portal. Una vez en el vehículo correcto continuaron las sorpresas: era necesario comprar el billete en las oficinas de una compañía distinta situada a unos metros (1300L). ¿Y no me podía haber enviado allí el abuelete desde un principio? Porque entre la gente que venía de Saranda y la que subió en Gjirokastra casi me quedo sin sitio. Vaya tela…
*Conseguí un asiento de la fila individual con bastante espacio para las piernas, pero justo detrás de los dos conductores, y uno de ellos no paró de fumar en todo el trayecto con las ventanas cerradas. Al final casi no podía respirar.
Debido a la lluvia los cristales del Furgon se empañaban y no disfruté mucho del paisaje. Primero nos dirigimos a la población de Tepelena; después continuamos siguiendo el Valle de Vjosa; hicimos una parada de media hora en el restaurante de un hotel donde me tomé un café con leche (100L); y avanzamos en paralelo a la frontera de Grecia, entre montañas nevadas y coloridos bosques, hasta llegar a la Terminal de Korça.
La ciudad me recibió envuelta en negros nubarrones y llovía bastante, así que cayó otro café con leche en el bar de la Terminal (150L), y cuando aflojó un poco caminé un cuarto de hora hasta el sitio elegido para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: KORÇA CENTRAL FLAT – 31,5€/Noche
*Puntos a favor: apartamento espacioso equipado con cocina y nevera; cama doble muy cómoda; ducha perfecta; buena limpieza; mobiliario moderno; ubicación genial, en pleno centro de Korça; wifi rápido; calefacción.
*Puntos en contra: ruido de tráfico y gente de fiesta por la noche; check in laborioso; propietaria muy seca (durante mi estancia le hice un par de preguntas sobre Korça y a la segunda ni me contestó); precio.
Como es habitual hice una reserva a través de Booking con solo 2 días de antelación, confiando en que al ser temporada baja no tendría problema. Pero mi visita coincidió en fin de semana, y encima el domingo era el Día de la Independencia de Albania (fiesta nacional). Por este motivo únicamente había 10 alojamientos disponibles en toda la ciudad y aunque elegí uno de los más baratos acabé pagando un precio exagerado.
Además, tras un madrugón y un duro viaje en Furgon, lo último que necesitaba era jugar a la yincana, y esto fue lo que me propuso Korça Central Flat. Media hora antes de llegar tuve que enviar un mensaje a la dueña avisando, pero no pude dirigirme al apartamento porque Booking no indicaba la dirección completa. A continuación la mujer me envió a un punto donde debía esperar; y tras unos minutos apareció su padre y me condujo al apartamento. En general no me desagradó, pero por este precio seguro que hay mejores opciones.
Nada más dejar las mochilas en el suelo salí a la calle para visitar al menos un lugar de interés de Korça y no dar por perdido el día.
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE MEDIEVAL
*Horario: 9h – 16h (domingo de 10h a 15h) (lunes cerrado)
*Precio: 700L
*Fotografía: no
Este museo es una de las principales atracciones de Korça. Consiste en una colección de iconos medievales, tallas de madera y esculturas procedentes de todos los rincones de Albania, e incluye obras del famoso pintor Onufri. El museo fue inaugurado en el año 1980, pero desde el 2016 ocupa un moderno edificio con un diseño espectacular.
El arte medieval me encanta y tenía muchas ganas de explorar el museo, pero durante mi estancia en Korça se encontraba cerrado. La verdad es que nadie me supo explicar el motivo: un lugareño me dijo que era el fin de semana del Día de la Independencia; y otro que se estaban realizando obras de mantenimiento. El caso es que la decepción fue tremenda. Oficialmente la fotografía está prohibida, igual que en casi todos los museos de Albania, pero en la práctica los empleados no ponen ninguna pega. Por las fotos que vi en internet la colección tiene muy buena pinta, y aunque no la visitara en persona no puedo dejar de incluir el Museo Nacional de Arte Medieval en un post dedicado a Korça.
A continuación regresé a mi apartamento, donde estuve unas horas leyendo estirado en el sofá. Y cuando el hambre empezó a apretar busqué un lugar para llenar el estómago.
CENA: TAVERNA VASILI
Un restaurante con buenas críticas situado a unas calles, así que decidí acercarme. Como todavía era temprano, en el espacioso comedor solo había una familia cenando, pero casi todas las mesas estaban reservadas por grupos y ocupé la única disponible. La especialidad del menú son las carnes a la brasa y apenas incluye platos tradicionales. Yo pedí Fasule (judiones con salsa de tomate); Goulash; y una cerveza Korça. El Goulash era muy distinto a todos los que había probado hasta la fecha (solo trozos de ternera con nueces, sin patatas ni salsa) y no me convenció.
Acabé a reventar, pero no me podía marchar del restaurante sin probar Pacavure Korça, el postre típico de la ciudad. Es una auténtica delicia, elaborado con masa de hojaldre bañada en zumo de naranja, huevo y canela (como un baklava, pero más ligero). Además me atendió un camarero muy simpático; y a mi lado un músico tocaba el çifteli (la guitarra tradicional albanesa). Precio: 1400L.
De nuevo en el apartamento me dediqué a preparar mis últimas jornadas en Albania. Y me metí en la cama con ganas de un descanso más que merecido.
EXPLORANDO KORÇA
Al día siguiente me desperté tras una noche algo movida. Pasadas las 2h todavía se escuchaban en la calle grupos caminando entre gritos y risas, además de ruidosos vehículos, así que tuve que utilizar mis tapones para los oídos. En el exterior lucía el sol, pero según la previsión del tiempo la lluvia me iba a acompañar durante buena parte de la jornada, así que me puse en pie para aprovechar esos momentos de tregua. Después desayuné un plátano, un croissant de chocolate y un yogur; preparé la mochila pequeña; y salí a recorrer Korça. Esto fue lo más destacado:
1. Boulevard Republika: se trata de la avenida donde estaba situado mi apartamento. Cuenta con elegantes mansiones, muchas de las cuales albergan bares y restaurantes de diseño; un Memorial dedicado a los Partisanos fallecidos durante la Segunda Guerra mundial; y el Cine Majestik, uno de los primeros de Albania, construido en 1927. El Boulevard Republika acaba en el Parque Rinia, un lugar ideal para dar un paseo, pero preferiblemente con buen tiempo.
2. Catedral de la Resurrección de Cristo: es el templo Ortodoxo más grande de Albania y data de 1995. Sustituyó a la Catedral de Saint George, de principios de siglo, que fue destruida por el régimen comunista en 1968 para ubicar en su lugar una Biblioteca pública. El exterior es imponente, y cerca de la entrada un par de abueletes intentaban vender velas a todo el que pasaba. Dentro las paredes, techos y columnas están cubiertas de pinturas murales. Una pena que el acceso a la nave estaba limitado y no pude ver de cerca el elaborado iconostasio de madera.
A escasos metros se encuentra Sky Tower, con una cafetería y un restaurante en el piso superior. Hasta hace poco ofrecían unas vistas geniales de la Catedral, pero durante mi visita se estaba construyendo un edificio justo delante que tapaba una parte. De todas formas me gustó subir en el ascensor de cristal y curiosear unos minutos (sin sentarme a tomar nada).
3. Boulevard Saint George: es la principal calle peatonal de Korça, flanqueada por dos hileras de frondosos árboles y numerosas terrazas llenas de gente a cualquier hora del día. Comienza frente a la Catedral, donde hay una estatua de 1932 dedicada al Soldado Desconocido con una bandera de Albania, y discurre hacia el noroeste. De camino destacan la Romanian House, un llamativo edificio de color amarillo construido en 1908 que alberga el Museo de Fotografía Gjon Mili; y la Primera Escuela de Albanés, con una bonita entrada, convertida en el Museo de Educación (no visité ninguno).
Mientras paseaba comenzó a llover y entré en un bar a tomarme un café con leche (150L). La camarera no pudo ser más apática, pero al menos esperé hasta que la lluvia amainó y continúe con mi itinerario por Korça.
4. Red Tower: con sus 33m de altura, esta torre construida en el año 2014 permite disfrutar de la mejor panorámica de Korça, con unas vistas de 360º. Se encuentra al final del Boulevard Saint George, cuesta 50L y para alcanzar la parte superior hay un ascensor. Reconozco que de entrada Korça me había parecido una ciudad poco atractiva, pero desde las alturas cambia por completo, convertida en un mar de viviendas antiguas con las montañas en la distancia. Además la suerte me sonrió y al salir del ascensor apareció el sol, con una luz perfecta para la fotografía. Me tiré un buen rato examinando cada detalle, mientras llegaban grupos de lugareños que se marchaban al cabo de unos minutos.
Cerca de Red Tower (también conocida como Panoramic Tower) está el Teatro de Korça, reconstruido por completo en el 2017, con su fachada cubierta de rostros de cerámica; y la sede del BKT Bank, que ocupa un original edificio.
5. Bazar Otomano: su origen se remonta al siglo XV, y poco a poco creció hasta contar con centenares de tiendas. Pero en 1879 quedó arrasado por un incendio; y en el 2015 fue reformado en su totalidad tras años de decadencia. Hoy día luce impecable (quizás demasiado para mi gusto), con edificios de coloridas fachadas; tiendas de artesanía y souvenirs; una plaza central rodeada de bares y cafés (incluidos Kooperativa y Komiteti, ambientados en la época comunista); y la posada Hani Pazarit, con un patio realmente fotogénico, convertida en hotel de lujo. Cuando llegué todavía hacía buen tiempo y había lugareños por todas partes, creando una atmósfera muy animada.
6. Mezquita Mirahori: data de 1496 y es el monumento más antiguo de Korça, dedicado al fundador de la ciudad. En el año 1960 un violento terremoto destruyó el Minarete y la Torre del Reloj anexa; y durante el régimen comunista la mezquita fue utilizada como almacén. Aunque en el 2014 el edificio se restauró por completo, incluyendo los elementos que faltaban. El interior está decorado con frescos, pero durante mi visita la puerta se encontraba cerrada y me quedé sin verlos.
Además de estas atracciones turísticas concretas durante mi recorrido por Korça vi edificios de aspecto futurista a escasos metros de otros que se caían a trozos; ancianos pidiendo limosna; y montones de tipos de aspecto sospechoso apostados en cualquier esquina, vigilando lo que sucedía a su alrededor, como si vendieran algo ilegal (me recordó mucho a Chisinau).
COMIDA: VILA COFIEL
Este restaurante se encuentra cerca del Museo Nacional de Arte Medieval y lo recomienda mucha gente. Al igual que me ocurrió en Taverna Vasili, en el comedor solo había un grupo que se acababa de sentar, pero el resto de mesas estaban reservadas. Por suerte pude ocupar una que quedó suelta y disfruté de un menú excelente. Yo pedí Red Sisters (pimientos rellenos de queso, con miel y sésamo); Risotto de Pollo y Verduras; y una copa de vino tinto. Y el restaurante me invitó a 2 chupitos de Rakia, uno muy fuerte para abrir boca y otro afrutado para rematar, además de una cesta con abundante pan pita.
En cuestión de minutos el comedor se llenó de gente y me temí lo peor, pero aun así mis platos aparecieron con rapidez. La comida estaba muy rica (los pimientos se deshacían en la boca); el camarero me trató genial a pesar de no parar de trabajar; y me encantó el ambiente festivo que me rodeaba. Precio: 1200L. Si volviera a Korça repetiría en Vila Cofiel, y solo volvería a Taverna Vasili para comer un Pacavure acompañado de una copa de vino o Rakia.
UN PASEO POR EL CASCO ANTIGUO
Después de comer dediqué el resto de la tarde a deambular sin rumbo por las calles del Casco Antiguo de Korça situadas al este de la Catedral. Hay un montón de mansiones con elaboradas verjas, balcones de madera y fachadas con relieves. En algunas todavía viven familias y otras están abandonadas, con la puerta bloqueada para que no entre gente, ventanas rotas y muros desconchados. Mientras exploraba me crucé con ancianas caminando a cámara lenta; perros que me miraban con la esperanza de conseguir algo de comida (una vez más no llevaba nada en la mochila); y grupos de niños jugando.
Las calles del Casco Antiguo no son peatonales, aunque el tráfico de vehículos es moderado y pude hacer todas las fotos que quise sin agobios. Me pareció un lugar muy auténtico y me hubiera pasado horas caminando, pero empezó a oscurecer y tuve que dar por finalizada mi visita a Korça.
Para cenar quería probar el Lakror, una especie de empanada típica de Korça. Primero entré en una panadería y no tenían, pero el chaval encargado me envió a Mik Mak, un local situado en el Boulevard Republika que elabora el mejor Lakror de la ciudad. Una vez allí me encontré con dos problemas: solo vendían porciones enteras; y debido a la gran demanda tenía que encargarla y pasar a recogerla al cabo de 2 horas. Como me había propuesto cenar Lakror acepté y a la hora prevista tenía mi porción esperándome dentro de una caja de pizza. Los empleados eran muy majos y me dejaron pedir media de espinacas y queso + media de tomate y cebolla. La caja pesaba más de 1kg y solo me costó 800L (menos de 7€).
El caso es que la comida en Vila Cofiel me llenó tanto que fueron pasando las horas y no tenía ganas de cenar. Al final, pasadas las 23h, me comí 3 trozos de Lakror y reconozco que estaba buenísimo, pero no lo disfruté como me hubiera gustado. Eso sí, al día siguiente desayuné, comí y cené Lakror (no estaba dispuesto a tirarlo a la basura) y me encantó.
Desde Korça viajé a Tirana en Autobús. El billete me costó 600L y tardamos 3,5 horas, pasando por Pogradec (una ciudad a orillas del lago Ohrid), hasta llegar a la Terminal Sur de la capital. De esta forma acabó mi ruta por Albania.
CONCLUSION
Mi presencia en Korça se debió a que no pude cruzar la frontera de Grecia desde Gjirokastra (una vez más la crisis del coronavirus modificó mis planes). Y aunque no es una de las atracciones imprescindibles de Albania, constituye una ciudad perfecta para pasar una jornada entretenido, visitando edificios históricos y probando platos típicos (te recomiendo Vila Cofiel y sus pimientos rellenos). Además desde Korça es posible explorar los alrededores, con poblaciones tradicionales como Dardhe, Voskopoje, Boboshtica, Vithkuq… E incluso los cercanos lagos Prespa y Ohrid (yo accedí a ellos desde Montenegro).
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