Un santuario cubierto de coloridos azulejos y una zona de imponentes montañas con elaborados relieves de diferentes épocas históricas
Tras mi recorrido por el norte de Irak regresé a Irán para seguir explorando el país camino de la región del Golfo Pérsico. Kermanshah es una ciudad fundada en el año 390 por el rey Sasánida Bahram IV, que ubicó aquí su residencia de verano. El nombre de la ciudad hace referencia a que, antes de subir al trono, Bahram IV era gobernador de la provincia de Kerman. La mayoría de los habitantes de Kermanshah son de etnia kurda, aunque a diferencia de otras poblaciones del norte (como Sanandaj o Howraman), siguen la rama Chiita del Islam.
Por desgracia Kermanshah sufrió intensos bombardeos durante la guerra entre Irán e Irak, y en la actualidad es una urbe moderna que muchos turistas evitan. Pero cuenta con un espectacular Hosseinieh; y en los alrededores se pueden visitar los magníficos relieves de Bisotun y Taq-e Bustan.
VIAJE: MARIVAN – KERMANSHAH
El día comenzó en casa de Rahman, un simpático Kurdo que conocí la tarde anterior en la frontera de Irán. Era 25 de Diciembre y un fallo informático había sembrado el caos, con una auténtica muchedumbre agolpada junto a la puerta de entrada. Y Rahman se hizo cargo de mí, me guió entre la gente y consiguió que sellaran mi visado junto a su pasaporte. Por si fuera poco me invitó a pasar la noche en su casa junto a su mujer y sus dos hijos. Yo me resistí tímidamente, pero Rahman no aceptó un no por respuesta y acabé siguiéndole. Para llegar tuvimos que coger 3 taxis, y como era de esperar tampoco me dejó pagar.
Una vez en la casa tomamos té; me duché; y cenamos arroz con pollo, yogurt, pan lavash y granadas (en un bol, ya peladas). La familia me cayó genial y estuvimos charlando animadamente. Yo les enseñaba fotos de mis viajes y ellos me explicaban curiosidades. Y acabé durmiendo en el suelo de una habitación, sobre un fino colchón, tapado con una manta. Un día de Navidad realmente atípico.
Por la mañana me levanté tras haber dormido 8 horas casi del tirón. A continuación preparé mis mochilas y me senté a desayunar en el comedor con Rahman (al igual que en la cena, la mujer y su hija se mantuvieron al margen, aunque la segunda a veces me comentaba cosas). El menú consistió en pan con queso, yogur, nueces y té. Y después Rahman me llevó en su coche hasta la Terminal Sur de Marivan, de donde parte el transporte público hacia Kermanshah; y me indicó el minibús que necesitaba. Una muestra más de hospitalidad kurda. Sencillamente increíble…
Como ya sabía que Rahman no iba a aceptar dinero, le di un papel con mis datos personales, agradeciéndole su amabilidad e invitándole a mi casa; y nos despedimos a la kurda, con tres besos en las mejillas. Le hubiera regalado una postal, pero con tanta invitación ya se me habían acabado…
Para llegar a Kermanshah necesité dos etapas:
1. Minibús hasta Kamyaran: al cabo de un cuarto de hora el vehículo arrancó con apenas un puñado de pasajeros. Yo pensaba que seguiríamos la ruta principal, que se desvía hacia el este pasando por Sanandaj y después continúa hacia el sur. Pero en su lugar el conductor utilizó una carretera secundaria que va directa a Kamyaran, cruzando las montañas. El día amaneció con un cielo cubierto de nubes grises y lluvia intensa. Y cuando comenzamos a ganar altura el paisaje se tiñó de blanco. La nieve tapaba parte del asfalto; las curvas y pendientes se sucedían; y los cristales del destartalado minibús se empañaban constantemente. Cualquier conductor se hubiera puesto de los nervios, pero el mío iba tan tranquilo comiendo pipas.
El trayecto duró algo más de 3 horas para recorrer 130km. Yo viajé en un asiento de la fila individual, entretenido con las vistas. Durante un tramo avanzamos en paralelo al Valle de Howraman, que estaba al otro lado de una enorme cordillera; y pasamos junto a aldeas desiertas y profundos barrancos. Por algún motivo pensaba que el minibús iba directo a Kermanshah; pero al llegar a Kamyaran todo el mundo se bajó y me tocó cambiar de vehículo. Precio: 12milT.
2. Taxi compartido (Savari) a Kermanshah: en Kamyaran había un montón de nieve y el frío era tremendo. Un clima muy distinto al que encontré cuando pasé por esta población rumbo a Paveh. Yo me compré una bolsa de ganchitos y un zumo (5milT); y me refugié en el asiento delantero del taxi. Tras unos minutos aparecieron 3 pasajeros más y nos pusimos en marcha. Precio: 10milT.
El Savari recorrió a toda pastilla una carretera de dos carriles sin apenas desnivel; y tardamos 45 minutos en cubrir 55km. Al principio avanzamos rodeados de cumbres nevadas. Aunque poco a poco el paisaje se hizo más urbano y la nieve desapareció. En teoría el taxista finalizaba el recorrido en la Terminal Kaviyani, 7km al norte de Kermanshah, pero cuando nos quedamos a solas me propuso llevarme al centro por 10milT más y acepté sin dudarlo.
ALOJAMIENTO: HOTEL AZADI – 125milT/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado (aunque estilo turco) con ducha perfecta; ubicación muy céntrica, al lado de la Plaza Azadi; tranquilidad total por la noche; nevera; desayuno incluido.
*Puntos en contra: cama individual; mobiliario destartalado; sin wifi.
No tenía ninguna referencia de este hotel y aparecí por casualidad. Al llegar el encargado de la recepción me pedía 150milT y me pareció excesivo, pero no había muchas alternativas en Kermanshah. La más sencilla era el Meraj Hotel, situado justo enfrente, aunque su fachada prometía emociones fuertes y preferí evitarlo. Por suerte el hombre accedió a hacerme un descuento y me pude instalar en la habitación.
CONOCIENDO KERMANSHAH
Cuando me marché de Irán rumbo al Kurdistán iraquí el país acababa de vivir jornadas complicadas, con violentas manifestaciones en las calles, docenas de muertos, y 8 días en los que el gobierno cortó el acceso a internet. Por suerte la situación ya se había estabilizado en la mayor parte de Irán… ¡excepto en Kermanshah! Aquí las protestas continuaban; la plaza Azadi estaba tomada por agentes anti disturbios armados hasta los dientes (incluida una tanqueta blindada); y el wifi de la zona no funcionaba (incluido el de mi hotel). Vaya tela…
A pesar de todo aun quedaban horas de luz, así que decidí salir a visitar los principales lugares de interés de Kermanshah. Esto fue lo más destacado:
1. Bazar: para empezar recorrí los pasadizos del antiguo mercado cubierto, descubriendo rincones muy fotogénicos. Me gustaron los puestos de especias y frutos secos, llenos de productos exóticos; o los que venden ropa tradicional kurda, con vestidos, chalecos y gorros de vivos colores, adornados con lentejuelas. También las joyerías, donde predominan los diseños dorados. De vez en cuando encontraba viejas puertas de madera, patios interiores y ondulados techos de ladrillo. Un paseo entretenido, rodeado de mujeres en chador negro.
El dulce típico de Kermanshah es el Naan Berenji, unas pastas redondas de color amarillo elaboradas con harina de arroz, huevo y azúcar. En los alrededores del Bazar hay un montón de panaderías que producen Naan Berenji sin parar y me compré media caja para probarlos. Solo me costó 10milT y tuve para 3 días. No están mal, parecidos a los polvorones. Como era de esperar charlé unos minutos con los chavales de la panadería y nos hicimos las fotos habituales. Y cuando me marchaba unas chicas me saludaron en inglés con ganas de conversación. Estaba claro que Kermanshah no es una ciudad muy turística…
2. Takieh Mo’aven ol-Molk: se trata de un Hosseinieh, o santuario dedicado al Imán Hossein, protagonista de los actos conmemorativos de la Ashura. Fue construido en 1903, durante la Dinastía Qajar; y el patio que da a la calle ya es un aviso de lo que aguarda en el interior, con fachadas cubiertas de azulejos decorados con flores y todo tipo de imágenes (guerreros a caballo, un león, ángeles…).
Tras pagar la entrada (30milT) accedí al resto del recinto, que tiene dos patios más (uno de ellos con columnas); y una sala principal con vidrieras de colores, una bonita cúpula y un auténtico festival de azulejos. Aquí hay sangrientas escenas de la Batalla de Kerbala, donde Hossein y sus seguidores fueron masacrados. Y en los patios los temas son muy diversos: un panel con infinidad de animales extraños que recuerda a un cuadro de El Bosco; imágenes de ciudades; personajes de la época; más escenas de guerra… Incluso hay expuesto un molde con la (supuesta) huella de Ali, el padre de Hossein.
El santuario me encantó, y por sí solo ya justificó mi visita a Kermanshah. Hay quien dice que Takieh Mo’aven ol-Molk es el mejor Hosseinieh de Irán, y después de lo visto no lo pongo en duda (con permiso del que hay en Yazd). Eso sí, me chocó la nula afluencia de fieles. Durante mi recorrido tan solo vi dos parejas de amigas y eran turistas como yo. Además no es necesario descalzarse, las mujeres pueden entrar sin chador y la fotografía está permitida. Es más un museo que un lugar de culto, aunque un museo que merece mucho la pena…
3. Masjed-e Jameh: la principal mezquita de Kermanshah. Desde el exterior pintaba muy bien, con dos minaretes cubiertos de azulejos color turquesa. Pero todas las veces que pasé por la entrada (tanto ese día como el siguiente) me encontré la puerta cerrada y me quedé sin poder acceder al interior, ni siquiera al patio. Por cierto, junto a la mezquita hay un edificio con varias pinturas murales. No cometas el mismo error que yo porque se trata de un cuartel militar, y si intentas hacer una foto aparecerán un par de soldados que te echarán de allí de forma enérgica (eso en el mejor de los casos).
A parte de estos tres lugares Kermanshah no ofrece mucho más, así que mientras oscurecía caminé por la avenida principal de la ciudad en busca de algún local para cenar.
CENA: TAVAKOL RESTAURANT
Al pasar junto al letrero de este restaurante decidí probar suerte. El comedor está en un sótano con divanes y decoración tradicional. Allí me sorprendió encontrarme chavales fumando shisha en vez de gente comiendo (suerte que el humo no me molesta); y que el dueño (Ali) hablara un inglés más que correcto. Yo ocupé una pequeña mesa y me dejé aconsejar por el hombre, que me trajo una ensalada verde con yogur; Kashk-e Bademjan (puré de berenjena con trozos de carne) acompañado de arroz y pan lavash; una botella de agua; y té con un extracto de azafrán y diversas flores. Todo estuvo riquísimo y me dejó como nuevo. Precio: 50milT.
Nada más entrar en el Tavakol Restaurant me convertí en el centro de atención. Era como si la gente hubiera visto aparecer una estrella de rock. Dos chicas me llamaron para hacerse un selfie conmigo y estuve un rato tomando té en su diván. Una de ellas era rubia, de piel pálida y ojos azules, ya que la raza Aria es originaria de la antigua Persia. Unos chavales bromeaban conmigo sobre fútbol. Y Ali no paraba de presentarme a todos los clientes del local, con los que intercambiaba algunas palabras. Acabamos haciéndonos fotos juntos, Ali me invitó a una cerveza (por supuesto, sin alcohol), y pude utilizar el wifi del local. Me lo pasé genial y me acabé marchando a las 21h pasadas. De regreso en mi habitación me preparé para una noche de descanso más que merecida.
LOS RELIEVES DE BISOTUN
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable. No se escuchaba ni una mosca (a pesar de estar a escasos metros de la plaza Azadi) y el radiador creaba una temperatura perfecta. Pero tenía por delante una jornada de visitas, así que me vestí, preparé la mochila pequeña y bajé a desayunar al comedor del hotel. Como no esperaba gran cosa, el menú me sorprendió: pan lavash con mermelada, mantequilla, queso y dos tazas de té. Justo lo que necesitaba.
A continuación me dirigí al primer lugar de interés del día: los relieves de Bisotun. Para llegar en transporte público caminé hasta la plaza Azadi y me subí a un taxi compartido que iba hacia el norte. Te recomiendo elegir uno amarillo y con pasajeros, porque en cualquier otra situación el taxista te ofrecerá un servicio privado, mucho más caro. El taxi me dejó a 7km del centro, donde comienza la carretera que va hacia el este de Kermanshah (2milT). Allí había esperando un Savari a Bisotun con un pasajero, y al cabo de un cuarto de hora el vehículo estaba completo y nos pusimos en marcha. Bisotun se encuentra a 30km y cubrimos el trayecto a buen ritmo, llegando a la puerta del recinto en menos de media hora (5milT).
Mi excursión a Bisotun se enfrentaba a dos peligros potenciales:
*Era viernes (día festivo en el mundo islámico) y en Kermanshah muchos lugares estaban cerrados. Yo pregunté en el hotel, pero el encargado no sabía nada sobre Bisotun. De todas formas me la jugué y por suerte encontré el recinto abierto, así que compré el billete y accedí sin problema (50milT).
*El cielo estaba cubierto de nubes grises y al no tener Internet no había podido consultar la previsión meteorológica. Y la lluvia hubiera arruinado mi visita a Bisotun. Menos mal que apenas cayeron unas gotas y hasta apareció el sol unos minutos (tiempo suficiente para obtener buenas fotos). Eso sí, hacía un frío importante, con un viento helado que mi abrigo lograba contener a duras penas.
Bisotun tiene una ubicación espectacular. Se encuentra al pie de un macizo montañoso compuesto por gigantescas paredes de roca de color naranja erosionadas por el paso del tiempo y los elementos. Las vistas desde el taxi poco antes de llegar son impresionantes. En la antigüedad pasaba por aquí la carretera que unía las ciudades de Babilonia y Ecbatana (capital del Imperio Medo, la actual Hamedan); y varios gobernantes de diferentes imperios aprovecharon para esculpir una serie de relieves mostrando al mundo el alcance de su poder. Esto fue lo más destacado de mi visita:
1. Relieve de Balash: una enorme piedra con 3 figuras humanas entre las que destaca el Rey Balash, monarca del Imperio Parto. Está alejada del camino principal, al final de una empinada cuesta, pero merece la pena el esfuerzo.
2. Estatua de Hércules: de dimensiones moderadas, data del siglo II AC y representa al héroe mitológico recostado con una copa en la mano.
3. Relieve de Mithradates II: fue uno de los reyes más importantes del Imperio Parto y aquí aparecía junto a 4 de sus gobernantes. Hasta que en el siglo XVII el Sheikh Khan Zangane ordenó plantar en el centro un texto en árabe. Actualmente lo que queda del relieve está muy desgastado y la figura más visible es un pequeño ángel volando.
4. Relieve de Darío: sin duda la estrella del recinto, aunque con matices. Data del siglo VI AC y escenifica la victoria del mítico monarca Aqueménida sobre Gaumata y los 9 rebeldes, que aparecen encadenados frente a él. El relieve es una auténtica obra de arte, suspendido en la montaña a 100m de altura. Pero para los expertos son mucho más importantes las inscripciones que lo rodean, donde se narran las hazañas de Darío en 3 idiomas: Persa, Elamita y Babilonio. Gracias a ellas (y otras como las de Ganjnameh) se consiguió descifrar la escritura cuneiforme.
Aunque ya he comentado en alguna ocasión que los iraníes son un desastre en la presentación de sus recintos arqueológicos (Persepolis, Alamut…), y este lugar es otro buen ejemplo. En el año 2003 se decidió construir una plataforma frente al relieve para realizar una serie de estudios y trabajos de conservación; y se montó una horrible estructura fabricada con tubos metálicos y tablones de madera que ahora no permite ver el relieve de cerca (ni siquiera desde la base de la montaña). La única opción es alejarse y utilizar prismáticos, o una cámara con un buen objetivo (de esta forma pude hacer alguna foto decente).
5. Farhan Tarash: se trata de una enorme pared de roca cuya superficie se alisó con la idea de construir algún tipo de obra (un palacio Sasánida, otro relieve…), pero nunca se llevó a cabo.
Además en Bisotun hay otros lugares de interés, como Hunter’s Cave (una cueva donde en los años 40 se descubrieron huesos de hombres de Neandertal); las ruinas del Palacio de Khosrow II (de época Sasánida); el Sherbet Khane (un bonito edificio para comer o sentarse a tomar té); o un Caravanserai moderno donde se ubica el Laleh Bistoon Hotel (con habitaciones a precios astronómicos). En total estuve 3 horas recorriendo el recinto. A pesar de ser festivo me crucé con muy poca gente (alguna familia o grupo de amigos), aunque imagino que el frío no invitaba a caminar por las montañas.
MAS RELIEVES EN TAQ-E BUSTAN
Tras la visita me planté junto a la carretera para coger otro taxi compartido de regreso a Kermanshah. Al momento un coche me hizo luces y pensé que era un Savari, pero resultó ser un chaval que me llevó gratis hasta la puerta del segundo lugar de interés del día: Taq-e Bustan. Incluso antes de despedirnos me pidió papel y bolígrafo, y me escribió un texto en farsi donde (según me dijeron más tarde) se excusaba por no poder quedarse conmigo y ayudarme de alguna otra forma. Me quedo sin adjetivos para describir la amabilidad kurda…
Taq-e Bustan está 10km al norte de la plaza Azadi y es la respuesta de los monarcas del Imperio Sasánida a los relieves de Bisotun. Para acceder al recinto tuve que pagar 50milT y caminé hasta la base de una impresionante montaña donde hay una serie de relieves excavados en la roca situados a escasos metros de distancia entre sí:
1. Relieve de Ardasir II: data del siglo IV y celebra la coronación de este rey Sasánida, que aparece junto a los dioses Ahura Mazda y Mithra. Una auténtica maravilla.
2. Cueva Pequeña: contiene los relieves de los reyes Shapur II y Shapur III (su hijo).
3. Cueva Grande: fue construida en el siglo VI y en su interior se pueden ver unos elaborados relieves que celebran la coronación de Khosrow II, representado junto a Ahura Mazda y la diosa Anahita; y a caballo, luciendo una imponente armadura. En los laterales hay dos relieves con escenas de caza, y un tercero añadido durante la época Qajar (siglo XIX), que por lo menos no estropeó los anteriores. El exterior de la cueva simula la entrada de un castillo, con almenas y la diosa Nike sobrevolando la escena. Me encantó.
Junto a los relieves hay un estanque donde nadan graciosos patos y gansos. Fue incorporado al recinto por los reyes de la Dinastía Qajar y crea bonitas imágenes , con la montaña y los relieves reflejados en sus aguas. Durante mi visita el día continuó nublado, pero el sol apareció en varias ocasiones. Aquí sí me encontré con bastantes familias iraníes paseando, que aproveché para incluir en mis fotografías. Aunque al cabo de un rato apareció un grupo de 50 chinos (¡?) que invadieron el lugar y estropearon por completo el ambiente.
REGRESO AL HOTEL
A las 15.30h decidí volver al centro. Primero cogí un taxi compartido cerca de la puerta de Taq-e Bustan, con el que cubrí 3km (1milT); y después otro que me llevó hasta la plaza Azadi (1,5milT). A esas alturas estaba que me moría de hambre, pero al ser viernes muchos restaurantes estaban cerrados (incluido el Tavakol Restaurant).
Así que llené el estómago como pude, creando un menú explosivo (al cabo de unas horas lo pagué caro):
*En un local cerca de la plaza me compré dos kebabs de hígado (pedí “chicken” y el encargado entendió “jigar”) y uno de pollo, acompañados de pan (15milT). Muy ricos.
*Para rematar visité un local de zumos frente a mi hotel y me tomé un batido de plátano (una jarra enorme) con un Bakhlava (10milT).
Acto seguido me encerré en mi habitación, y ya no volví a salir en el resto de la tarde/noche. Estaba hasta las narices de pasar frío y la jornada había sido muy completa.
CONCLUSION
Reconozco que no esperaba gran cosa de Kermanshah y decidí hacer un alto en esta ciudad básicamente porque estaba de camino en mi recorrido hacia el sur de Irán, pero al final acabé encantado. Si eres amante del arte, aquí encontrarás relieves con muchos siglos de antigüedad, y un Hosseinieh que es un auténtico espectáculo. Y si no, las oportunidades de contactar con la población local son ilimitadas, ya que Kermanshah es un lugar muy poco turístico y tu presencia levantará expectación allá donde vayas. Te recomiendo dedicarle 2 días: uno al centro de la ciudad y otro a los relieves. Y si te entra hambre, no te pierdas el Tavakol Restaurant y una charla con su encantador propietario.
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