Excursiones de alta montaña superando los 3.200m de altura, y un valle remoto con espectaculares fenómenos geológicos
Kazbegi es otra región de Georgia situada en las montañas del Cáucaso, mucho más accesible que Svaneti (apenas 3 horas en marshrutka desde Tbilisi). Ofrece paisajes espectaculares, con afiladas cumbres, inmensos glaciares y prados cubiertos de coloridas flores. Aunque sus poblaciones son modernas y no tienen interés turístico. En 1976 se creó el Kazbegi National Park, pero la señalización brilla por su ausencia, al igual que las medidas de conservación más elementales.
Para explorar la zona elegí como base Stepantsminda, un pueblo atravesado por el río Tergi al que muchos todavía llaman Kazbegi, rodeado de enormes montañas (entre ellas el Kazbek). Desde aquí recorrí los valles de Truso y Sno; y subí al glaciar Gergeti, pasando por la icónica iglesia Tsminda Sameba.
VIAJE: TBILISI – STEPANTSMINDA
Este trayecto comenzó con una triste despedida de Home 25, la guesthouse de Tbilisi que se había convertido en mi segundo hogar. A continuación viajé en metro hasta la estación de Didube, donde se encuentra la principal terminal de marshrutkas de la ciudad. Nada más salir del túnel se me lanzaron varios taxistas buscando dinero fácil a costa del turista despistado. Me ofrecían transporte a Stepantsminda en vehículos compartidos a 20-25L, cuando a partir de las 8h hay marshrutkas con salidas regulares por tan solo 10L.
Por suerte me quité de encima a los pesados, y tras seguir las indicaciones equivocadas de un par de lugareños logré encontrar el andén correcto. Allí había una marshrutka casi llena de pasajeros. La parte negativa fue que no conseguí un asiento en la fila individual. Pero a cambio nos pusimos en marcha en cuestión de minutos.
El viaje duró 3 horas para recorrer 150km de distancia en dirección norte. Esta carretera se conoce como Georgian Military Highway, y fue diseñada en el siglo XIX por los rusos para cruzar las montañas del Cáucaso. Actualmente continúa siendo el único punto de acceso con Rusia, y el tráfico de camiones de mercancías es intenso. La carretera cuenta con varios lugares de interés:
*Fuerte de Anauri: construido en el siglo XIII por los duques de Aragvi, que gobernaron la zona durante mucho tiempo. Tiene murallas y torres perfectamente restauradas, y en su interior hay dos iglesias cubiertas de frescos. Además, está junto al bonito Pantano de Zhinvali, de aguas color turquesa.
*Gudauri: en esta población se puede visitar un curioso monumento del año 1983 que conmemoraba los 100 años de convivencia entre Rusia y Georgia. Está al borde del valle, con unas vistas geniales de las montañas, y sus paredes están decoradas con pinturas que representan escenas de la historia de ambos países. Con todo lo que sucedió después, es un milagro que siga en pie…
*Paso de Jvari (2.379m): a partir de Gudauri la carretera comienza un imparable ascenso lleno de curvas cerradas, ofreciendo panorámicas únicas del valle, con enormes montañas coronadas por cruces y antiguas torres defensivas. El motor de la marshrutka parecía que iba a explotar, pero consiguió superar el paso con éxito. Al otro lado hay una zona con travertinos de color marrón, similares a los que más tarde vería en el Valle de Truso.
La verdad es que estuve valorando la posibilidad de alquilar un taxi para el trayecto ida, y así poder parar a visitar estos lugares. Pero no me iba a salir barato (mínimo 120L) y el día amaneció muy nublado, así que lo dejé correr. Otra opción más económica hubiera sido apuntarme a una excursión desde Tbilisi, quedándome en Kazbegi.
Durante el viaje fui escuchando música con mi iPod, aunque la gente no me dejó relajarme. A mi derecha tenía un francés que se tiró las 3 horas dando la brasa, hablando a gritos con otra francesa que conoció en la marshrutka (solo alguien de su país podría aguantar ese tostón). Y a la izquierda mi compañero de asiento no paraba de clavarme la pierna cuando se quedaba dormido. Menos mal que fue un trayecto relativamente corto. De camino pude ver bastantes agencias que ofrecen circuitos de rafting; cajas de madera con panales y puestos de miel; y, ya en las montañas, numerosos miradores y cafés para sentarse a tomar algo.
Una vez en Stepantsminda recuperé mi mochila grande y caminé hacia el lugar donde había previsto pasar las siguientes noches.
ALOJAMIENTO: NINO KHETAGURI GUEST HOUSE – 45L/Noche
*Puntos a favor: habitación enorme; cama doble muy cómoda; lavabo privado; limpieza impecable; ubicación céntrica; tranquilidad total por la noche; vistas geniales de la iglesia Tsminda Sameba en lo alto de las montañas; wifi rápido; cocina compartida con nevera y utensilios para cocinar; precio (con un abundante desayuno incluido)
*Puntos en contra: dueña de rostro serio y pocas palabras; ducha con agua caliente errática.
Elegí este lugar porque Miguel se había alojado aquí durante su estancia en Kazbegi y quedó muy satisfecho. Así que mientras tomábamos unas cervezas en Tbilisi reservé 4 noches a través de Booking (el precio es el mismo que negociando directamente con la dueña). La verdad es que fue todo un acierto.
El resto del día me dediqué a descansar en la habitación, con tan solo dos escapadas a la calle principal de Stepantsminda para llenar el estómago. La comida fue en Café Sno. Pedí Khinkali y me pusieron los peores que probé en toda Georgia (con mucha diferencia): minúsculos, la masa estaba pasada… Un desastre. Para beber una Coke. Precio: 12,1L. La cena fue en Café Nia, a escasos metros. Esta vez opté por un Adjarian Khachapuri y la cosa mejoró, aunque tampoco para tirar cohetes. Lo acompañé con una cerveza Kazbegi no muy fría. Precio: 15,4L. No fue casualidad que mi estómago se resintiera al día siguiente.
Estas escapadas me permitieron comprobar el clima impredecible de Kazbegi. A la hora de comer lucía un sol agradable; y cuando salí a cenar había una espesa niebla que lo cubría todo. Las siguientes jornadas iban a ser una lotería.
LA IGLESIA DE TSMINDA SAMEBA
Al día siguiente me levanté a buena hora para aprovechar el tiempo, y a las 8h ya estaba en la cocina de la guesthouse listo para desayunar. La habitación cuesta 30L por noche sin desayuno y la dueña no lo ofrece activamente (imagino que le debe dar pereza prepararlo). Pero yo había leído en Booking muy buenas opiniones y tenía por delante un montón de horas de caminata, así que lo encargué con antelación.
El desayuno ya estaba listo y ocupaba buena parte de la mesa. Había de todo: dos huevos fritos; ensalada de tomate y pepino; queso; salami; revuelto de berenjena y verduras; judías verdes; pan con mermelada y mantequilla; y delicioso té a la menta. Por solo 15L acabé a reventar. A continuación preparé mi mochila pequeña (agua, una barrita de chocolate, chubasquero, bastones…), y me puse en marcha.
Para empezar quería conocer la atracción turística por excelencia de Kazbegi: la iglesia Tsminda Sameba (o Holy Trinity Church). Fue construida en el siglo XIV en lo alto de una colina a 2.200m de altura, y se puede ver desde cualquier punto de Stepantsminda. Es un lugar sagrado para los georgianos, y en tiempos de conflicto aquí se guardaban las reliquias de Mtskheta. Hay diferentes formas de llegar. La mayor parte de turistas visitan la iglesia en vehículo, pero yo quería alcanzarla a pie. Así que encontré una ruta propuesta en esta página web, y me la descargué en la app para móvil maps.me.
El camino duró hora y media. Primero tuve que cruzar la población de Gergeti. Y en las afueras encontré un sendero muy bien señalizado, con escalones de madera para no resbalar con el barro; marcas de pintura roja y blanca; y carteles regulares que indicaban la distancia que faltaba. Imposible perderte. El sendero atravesó un bosque muy atmosférico, sin parar de subir, y llegué a las inmediaciones de la iglesia. Por cierto, no vi a nadie en toda la ruta.
Tsminda Sameba me gustó mucho. El conjunto se compone de una iglesia y un campanario. El exterior de los edificios está lleno de relieves: cruces, figuras humanas… e incluso dos animales que parecen dinosaurios. Dentro de la iglesia hay iconos antiguos y velas (prohibida la fotografía). Las vistas de Stepantsminda son perfectas. Una pena que el día estaba muy nublado, si no habría disfrutado de una imagen clásica de Kazbegi: la iglesia con el monte Kazbek de fondo. Además había bastantes turistas. Me enfadó mucho ver cómo los vehículos ignoraban la zona aparcamiento y paraban junto a la iglesia, por no caminar apenas 200m. Vaya tela…
HACIA EL GLACIAR GERGETI
Para mucha gente la subida a Tsminda Sameba ya justifica la jornada. Pero yo tenía planes más ambiciosos: llegar hasta la base del monte Kazbek, cubierta por el Glaciar Gergeti. Una dura excursión de montaña que me iba a poner a prueba. El sendero comienza al lado del aparcamiento de la iglesia, y sin muchos rodeos inicia un fuerte ascenso por la ladera de una colina.
Esto fue lo más destacado de la ruta:
1. Tras un buen rato subiendo llegué a un prado con unas vistas geniales. Ante mí tenía una cordillera de afiladas montañas entre hileras de nubes. Y en el fondo del valle se apreciaba la silueta de Tsminda Sameba. Allí paré unos minutos, me comí un Snickers, y continué la ruta.
2. Paso de Arsha: lo alcancé tras otra subida agotadora, ya a 2.900m de altura. Avancé poco a poco, con paradas constantes, sudando a mares, hasta vaciar mi cantimplora de agua. Eso sí, a mi alrededor la gente no iba mucho mejor que yo. Me sorprendió ver a numerosos montañeros cargando con unas mochilas gigantescas. Imagino que iban a acampar unos días, pero aun así me pareció excesivo. En el paso hay una construcción de piedra coronada por una cruz, y una gran panorámica del valle.
3. Zona de acampada: a partir del Paso de Arsha caminé un rato en horizontal. Me crucé con varios grupos de caballos que transportaban el equipaje de algunos “montañeros”. Son un incordio porque llenan el camino de excrementos y erosionan el terreno. Pero bueno, también entiendo que los lugareños tienen que ganarse la vida como pueden. Más tarde atravesé el río Sabertse, pasando sobre una tambaleante escalera metálica. El río bajaba con un caudal tremendo y me salpicaba las piernas. Al final llegué a un refugio con una zona de acampada anexa donde ya había varias tiendas montadas. Y por suerte encontré una fuente para llenar mi cantimplora.
Allí comprobé que aun me quedaba bastante camino por delante. Además, me encontraba muy cansado, y el monte Kazbek estaba completamente cubierto de nubes. Reconozco que valoré la posibilidad de dar media vuelta. Pero decidí continuar.
4. Glaciar Gergeti: me costó un mundo acabar el recorrido, cruzando arroyos, caminando sobre rocas inestables… Hacía frío y me tuve que poner el abrigo. Pero el paisaje lo compensó todo: el enorme glaciar, una cascada precipitándose al vacío, montañas imponentes… Aquí ya había mucha menos gente, y caminé casi siempre en solitario. Cuando llegué al glaciar, a 3.265m de altura, me senté en un lugar resguardado del viento, y piqué unas galletas. A mis pies el río rugía, creando una gran atmósfera.
5. Monte Kazbek: por desgracia continuaba tapado. Pero de repente se produjo el milagro: las nubes comenzaron a apartarse y el Kazbek apareció en todo su esplendor, con su majestuosa cima de 5.054m cubierta de nieve, rodeada de pináculos de roca de color rojizo. No me lo podía creer. Mi cámara de fotos echaba humo. Tuve una suerte increíble, porque al cabo de unos minutos la niebla regresó y ya no volví a ver el Kazbek en todo el día.
A continuación me tocaba deshacer toda la distancia recorrida para regresar a Stepantsminda. Más de 10km de bajadas pronunciadas. Pero tras contemplar el monte Kazbek no se me borraba la sonrisa de la cara, y me encontraba con energías renovadas. Además, el terreno era muy firme y no resbalaba lo más mínimo. Así que pude avanzar a toda pastilla (en algunos tramos casi al trote), adelantando a un montón de gente. De camino lució el sol y crucé prados llenos de flores, con vistas de las montañas y pájaros revoloteando.
La alegría fue enorme cuando por fin alcancé el centro de Stepantsminda. Habían sido un total de 9 horas (contando las paradas en Tsminda Sameba y en el Glaciar Gergeti) para recorrer 21km, con un desnivel positivo de 1.600m. Reto superado.
CENA: RESTAURANTE KHEVI
Tras el esfuerzo ya eran las 18h y estaba que me moría de hambre. Así que me la volví a jugar y entré en este local del centro que no conocía. Por suerte encontré en el menú algo seguro: el Plov. Se trata de un plato típico de Asia Central, elaborado con arroz, pollo y verduras. Me lo trajeron en un cuenco y la verdad es que me pareció bastante insípido, pero llené el estómago. Además, lo acompañé con una cerveza Zedazeni realmente helada que me devolvió la vida. Precio: 16L.
Ahora ya podía regresar a mi guesthouse para un más que merecido descanso. Tenía los pies destrozados, pero la cabeza llena de imágenes únicas. Una gran experiencia.
RECORRIENDO EL VALLE DE TRUSO
La jornada comenzó con un nuevo desayuno servido en la cocina de la guesthouse. La dueña incorporó un par de variantes, como Badridzhani Nigvsit (berenjena con pasta de nueces). Y me comí casi todo, porque el día se preveía intenso. A continuación preparé la mochila pequeña (esta vez sin bastones) y salí a la calle.
Mi objetivo del día era explorar el Valle de Truso. Comienza en la población de Kobi, situada 20km al sur de Stepantsminda, en la Georgian Military Highway, y para llegar necesitaba conseguir transporte. Menos mal que encontré justo lo que necesitaba: la agencia Mountain Freaks. Cada día organizan dos furgonetas al Valle de Truso, una a las 9.15h y otra a las 11.15h, con regreso a las 16h y 18h. Solo hay 7 plazas en cada una, así que en temporada alta te recomiendo reservar con antelación. Yo visité el día anterior las oficinas de la agencia, situadas en el centro del pueblo, y conseguí la última plaza disponible. Precio: 30L. Lo mejor (para mí) es que el servicio solo incluye el transporte, nada de grupos organizados con guía.
A las 9.10h estaba listo en la puerta de la agencia y todo funcionó de manera impecable. Una chica me indicó la furgoneta, ocupé un asiento muy cómodo, y nos pusimos en marcha. No me enteré hasta el final de la jornada, pero junto a mí viajaba una chica de Valencia y una alemana que vivía en Barcelona. El trayecto duró algo más de media hora, y el conductor nos dejó en la aldea de Kvemo Okrokana, 4km dentro del valle. Desde aquí pude caminar a mi aire durante 6 horas, siguiendo el cauce del río Tergi (el mismo que cruza Stepantsminda). Esto fue lo más destacado de la ruta:
1. Cañón de Kasari: al principio seguí la orilla derecha del río, pasando junto a afiladas formaciones rocosas, cascadas, y un santuario dedicado a San Jorge. Después crucé por un puente a la orilla izquierda, y al cabo de unos minutos salí del cañón y el valle se abrió, con unas vistas geniales.
2. Travertinos: en un punto del valle abandoné el sendero para explorar una zona de manantiales. Sus aguas tienen un alto contenido de calcita y crean un fenómeno similar al que se produce en Pamukkale, cubriendo el terreno de un mineral rugoso de color blanco y marrón. Aunque aquí no hay piscinas, porque la zona es prácticamente llana. Me pareció un lugar fascinante, y me tiré un buen rato curioseando y haciendo fotos. La gente no se salía del camino, así que estuve totalmente solo, con la única compañía de las vacas.
3. Ketrisi: una aldea abandonada con viviendas de piedra en ruinas.
4. Manantial: en las afueras de Ketrisi las aguas de un manantial cargadas de minerales desembocan en el río, creando un paisaje surrealista, de colores rojos y amarillos, con dibujos imposibles. Toda una maravilla de la naturaleza.
5. Monasterio de Abano: con una bonita iglesia muy restaurada, dos cruces de piedra, y una torre medieval similar a las de Svaneti, pero sin la plataforma superior. La panorámica del conjunto desde la distancia, con las montañas de fondo, es memorable.
6. Fuerte de Zakagori: ubicado en lo alto de una colina, con varias torres defensivas medio en ruinas y unas vistas espectaculares de los alrededores. Pude subir y explorar el lugar con total libertad, casi en solitario. Las laderas están llenas de coloridas flores, y en ese punto el río se ensancha formando varios brazos de agua donde bebía alguna vaca. Durante toda la mañana hizo un tiempo soleado, aunque con bastante nubes que de vez en cuando oscurecían el paisaje.
LA REPÚBLICA DE OSETIA DEL SUR
Abkhazia no fue el único problema que se encontró Georgia tras conseguir independizarse de Rusia. En las montañas del Cáucaso los habitantes de la región de Osetia del Sur también reclamaban un estado propio. Y las protestas desembocaron en un conflicto armado entre los años 1991-1992, tras el cual Osetia del Sur consiguió un importante grado de autonomía. En 2008 el gobierno de Georgia inició acciones para recuperar su unidad territorial, y los osetios respondieron con violencia, bombardeando algunas poblaciones vecinas. Hasta que Georgia envió tropas a la capital de Osetia del Sur.
Pero desde 1992 Osetia del Sur había establecido importantes vínculos con Rusia. Y esa fue la excusa que necesitaba Vladimir Putin para lanzar un ataque total sobre Georgia. En solo un par de días el ejército ruso se plantó en las puertas de Tbilisi. Aunque a última hora la mediación de Nicolas Sarkozy consiguió frenar el desastre. Eso sí, Osetia del Sur se convirtió en una nueva república independiente, y quedó desvinculada de Georgia.
Si explico esta historia es porque el Valle de Truso discurre a escasos kilómetros de la frontera de Osetia del Sur. Y en Zakagori hay un puesto militar georgiano que impide a los turistas continuar caminando por el valle. A diferencia de Abkhazia, las autoridades de Osetia del Sur no expiden visados a turistas independientes, y la única forma de conocer esta república es mediante un tour organizado (a precios elevados). Yo me tuve que conformar con ver desde Zakagori el escarpado macizo montañoso tras el cual se encuentra la república.
UN REGRESO A TODA PRISA
Tras visitar el fuerte no me pude entretener mucho porque ya habían pasado 3,5 horas. Así que bebí un poco de agua e inicié el camino de vuelta a Stepantsminda. Un rato después del Monasterio de Abano tomé un sendero alternativo que discurría por la orilla opuesta del río Tergi, y me permitió ver nuevos lugares de interés:
7. Géiser: un charco de color rojizo con burbujas. No por la temperatura del agua, sino por acumulaciones de dióxido de carbono que se filtran a través del subsuelo.
8. Lago Abano: de aguas turquesa, es una versión ampliada del Géiser, con numerosas columnas de burbujas. Además, el entorno es precioso, lleno de flores y con un arroyo de color rojo que nace del lago. Nunca había visto nada igual.
Mi estancia en el lago fue breve, porque tenía solo una hora para llegar a Kvemo Okrokana, o la furgoneta se marchara sin mí. Y me puse a caminar a paso ligero. Mientras avanzaba por la pista comprobé que es mejor visitar el Valle de Truso a primera hora. Por la tarde el cielo se cubrió de nubes que taparon el sol; y me crucé con un montón de vehículos, que intentaban llegar lo más lejos posible sin tener que caminar. Así que recomiendo la excursión de las 9.15h.
Al final conseguí alcanzar el punto de encuentro cuando faltaban 10 minutos para las 16h. Con los pies echando humo y nada sólido en mi estómago desde el desayuno. De vuelta a Stepantsminda me comí un Twix, muy satisfecho por cómo había transcurrido el día. En total habían sido 22km de ruta, con un desnivel positivo de 500m. Durante todo el camino me fui cruzando con otros montañeros, aunque sin llegar a agobiar, con saludos amigables y buen rollo.
En la guesthouse me esperaba una ducha caliente. Para cenar cayó un Khachapuri que me guardé del desayuno, y un yogurt líquido que compré en una tienda del centro. Y caí en la cama muerto, recuperando fuerzas para afrontar mi última excursión en Kazbegi.
EN EL VALLE DE SNO
Al día siguiente me desperté con las piernas llenas de agujetas, pero tocaba ponerse en marcha. Me vestí, preparé la mochila pequeña, y a las 8h disfruté de otro abundante desayuno en la cocina de la guesthouse. Había más comida que nunca, con 3 huevos fritos, pimientos rellenos, diferentes platos de verduras… No pude con todo. En el exterior el día había amanecido radiante, con unas vistas espectaculares de la iglesia Tsminda Sameba y el monte Kazbek, sin una sola nube.
Para despedirme de Kazbegi tocaba recorrer el Valle de Sno. Las excursiones comienzan en la población de Juta, situada a 17km de Stepantsminda, y no hay transporte público. Pero de nuevo acudió al rescate la agencia Mountain Freaks, que cada día organiza dos salidas con los mismos horarios y precios que para el Valle de Truso. Esta vez tuve que reservar con dos días de antelación, porque el siguiente ya estaba completo (era Julio). Pero la organización fue una vez más impecable, y a las 9.15h subí a mi furgoneta rumbo a Juta.
El trayecto duró media hora, y el conductor nos dejó junto a un puente en las afueras del pueblo, a 2.200m de altura. Por delante tenía una recorrido complicado, así que me puse a caminar a paso ligero, dejando atrás a mis compañeros de furgoneta. Al igual que hice cuando subí al Glaciar Gergeti, me había descargado la ruta en maps.me, y me ayudó muchísimo.
Esto fue lo más destacado de la jornada:
1. Alojamientos: tras una fuerte subida inicial llegué a una zona de praderas donde hay un par de lugares para pasar la noche. Un camping con varios caballos pastando en los alrededores; y un refugio de madera con una terraza exterior donde pude ver mesas de picnic y varias hamacas. Aquí había bastante gente haciendo fotos en plan relax, con poca pinta de subir montañas. Yo continué a buen ritmo, siguiendo la orilla izquierda del río Chaukhi, entre coloridas flores. Y en un punto pasé a la derecha, cruzando una enorme placa de nieve.
2. Lago artificial: después de unos momentos de duda en los que el sendero desaparecía, alcancé un fotogénico lago con una cabaña de madera. Desde aquí se pueden contemplar unas magníficas vistas del monte Chaukhi, aunque por la mañana está a contraluz. Esta montaña de 3.800m de altura tiene siete cimas verticales y es muy popular entre los escaladores.
3. A continuación subí sin parar, atravesando prados llenos de flores y varios arroyos. En uno de ellos había un precario puente de madera, pero en otro me tocó descalzarme y meterme en el agua, ayudado por los bastones. Estaba congelada, y parecía que me clavaban agujas en los pies. También pasé por una zona de acampada donde había unas cuantas tiendas. Ya eran las 12h, y de una salían dos chavales desperezándose con cara de dormidos. En fin, son diferentes formas de disfrutar la montaña…
4. Cuando llegué al final del Valle de Sno me tuve que enfrentar a una durísima pendiente. El sendero no daba tregua y paré en numerosas ocasiones, respirando con dificultad. Pero poco a poco fui avanzando y dejé atrás lo peor. Eso sí, la ruta todavía no había acabado y me tocó caminar un rato más en constante ascenso, bordeando la parte superior del valle. Menos mal que de camino vi un manantial y pude rellenar mi cantimplora de agua, porque iba bajo mínimos.
5. Paso Chaukhi: el obstáculo final fue cruzar una placa de nieve muy inclinada. Había un pequeño sendero marcado, pero era muy fácil resbalar y acabar en el fondo del valle. Suerte que llevaba mis bastones. La tensión fue tremenda e iba con el corazón a mil. Más tarde vi unos montañeros que se desviaban del camino y cruzaban la placa por su parte inferior. Yo les imité al regresar y fue mucho más sencillo.
Cuando por fin coroné el Paso Chaukhi, a 3.430m de altura, la sensación fue indescriptible. Esto ya era alta montaña, con un terreno formado por piedra desmenuzada. A mi alrededor había más placas de nieve, las enormes cumbres del monte Chaukhi envueltas en nubes, y profundos valles. Y al otro lado del paso se podían ver los lagos de Abudelauri, con sus aguas de diferentes colores. Una excursión muy popular de una jornada consiste en bajar a los lagos y seguir hasta la población de Roshka, ya en la región de Khevsureti.
Como me encontraba muy cansado, me senté 20 minutos a comer un Snickers y beber agua. Estuve todo el tiempo prácticamente solo. Y a pesar del sol, hacía mucho frío, así que tuve que ponerme el abrigo.
DE NUEVO A LA CARRERA
Gracias a que caminé casi sin parar había conseguido alcanzar el Paso Chaukhi en tan solo 3 horas. Así que tenía otras 3 para volver a Juta. Tiempo más que suficiente, ya que ahora el recorrido era en su mayor parte cuesta abajo. Pero tengo el don de complicarme la vida y otra vez acabé pasando apuros.
Reconozco que hubo algún tramo complicado, como el descenso por la empinada pendiente hasta el fondo del valle. Aunque el principal motivo fue que me detuve demasiadas veces a hacer fotos o contemplar el paisaje. Ahí perdí un tiempo valioso. Y menos mal que utilicé otro camino y no tuve que volver a vadear el arroyo. Pero es que era imposible resistirse a fotografiar esas imágenes de postal, con montañas forradas de vegetación, praderas de flores, y el monte Chaukhi perfectamente iluminado.
La gran sorpresa fue encontrarme en el valle con auténticas oleadas de gente. Aquello parecía una romería. Chavales con música a todo volumen, lugareños cargando neveras con comida… Muchos se quedaban en la zona del lago artificial. Así que al igual que comenté en el Valle de Truso, mejor realizar la excursión por la mañana.
En la recta final tuve que acelerar el paso y avancé a la carrera, mirando el reloj a cada momento. Los pies me dolían, pero no había tiempo para quejas. Y cuando parecía que estaba hecho y había llegado a Juta, aun me quedaba bajar por un resbaladizo sendero. Al final aparecí en la furgoneta a las 15.59h, con todo el mundo ya sentado y el conductor a punto de arrancar. Pero una vez más lo había conseguido. Menuda odisea… La gente se partía de risa, aunque ninguno de ellos había subido hasta el Paso de Chaukhi… En total fueron 20km de ruta, con un desnivel positivo de 1.200m.
De esta forma regresé al centro de Stepantsminda, y acabó mi visita a la región de Kazbegi. Podía haber hecho alguna otra excursión, como la que recorre Dariali Gorge, en la frontera con Rusia. Pero ya había tenido suficiente dosis de montaña.
CONCLUSIÓN
La región de Kazbegi es otro destino muy popular de las montañas del Cáucaso. Cuenta con lugares de una belleza asombrosa, como el Valle de Truso o la cima del Monte Kazbek. Te recomiendo una estancia mínima de 3 días para recorrer los diferentes valles, alojándote en la población de Stepantsminda. Si estás en buena forma física, no puedes perderte el ascenso al Glaciar Gergeti o al Paso de Chaukhi. En cambio, si optas por retos más moderados, puedes subir hasta la iglesia de Tsminda Sameba o caminar por el Valle de Truso.
Una pregunta habitual entre los viajeros que andan justos de tiempo es qué región del Cáucaso visitar: Svaneti o Kazbegi. A mí me encantaron las dos, pero si tuviera que elegir una me quedaría con Svaneti, y en concreto con el Mestia – Ushguli Trek. Hay otras zonas que no visité, como Tusheti o Khevsureti, así que no puedo opinar sobre ellas.
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Comentarios
2 ComentariosRICARD
Ago 16, 2020Magnífica descripción de esta bonita zona de Georgia. Realmente es un país lleno de sorpresas y muy agradable de visitar……….yo ya he estado unas 15 veces.
Saludos
Ganas De Mundo
Ago 21, 2020Muchas gracias por el comentario! Georgia es un país que me encantó. Una de las grandes sorpresas de mi viaje. Seguro que repetiré algún día. Un abrazo!