Un hotel de ensueño ubicado en una antigua mansión y una visita a un pueblo perdido en las montañas con casas de adobe de color rojo
Kashan es el primer lugar de interés destacado que hay al sur de Teheran. Se trata de una ciudad con miles de años de antigüedad. En sus afueras se encuentran los restos de un zigurat construido hace 5.000 años. Y los primeros asentamientos de la zona se remontan a unos 8mil años. Además, según algunos relatos, desde aquí partieron los Tres Reyes Magos hacia Belén para adorar al niño Jesús. Más tarde Kashan se convirtió en un importante centro comercial y hoy día se pueden visitar numerosos monumentos, como lujosas viviendas de adinerados mercaderes, el Bazar o un Hammam.
En Kashan tienes la posibilidad de alojarte en una serie de antiguas mansiones reconvertidas en hoteles llenos de encanto que convertirán tu estancia en una experiencia inolvidable. Y representa una buena base desde la que explorar otras atracciones turísticas situadas a no mucha distancia, como la población de Abyaneh o los jardines persas de Bagh-e Fin.
VIAJE TEHERÁN – KASHAN
Para llegar a Kashan opté por la solución más sencilla. El alojamiento que reservé desde casa me ofreció enviarme un coche al aeropuerto de Teheran para realizar el trayecto. Y tras comprobar que el precio era más que razonabley me ahorraría un montón de tiempo, decidí aceptar. La alternativa era coger un taxi hasta Teheran; desde allí un autobús a Kashan (con la consiguiente espera); y por último otro taxi hasta mi hotel. Con un coste similar al del vehículo que me vino a recoger.
Una vez realizados los trámites para obtener mi visado y recuperada mi mochila grande, me encontré con el taxista en la terminal de llegadas del aeropuerto. Un tipo amable y sonriente pero con un inglés nulo, así que la comunicación fue casi imposible. A continuación caminamos hasta el inmenso parking del aeropuerto, esperé unos minutos, y apareció con un coche destartalado. El hombre insistió en que me sentara junto a él y no tuve más remedio que aceptar, a pesar de que apestaba a sudor de varios días.
El trayecto fue realmente plácido. Tardamos dos horas y media en recorrer 232km hacia el sur del país, atravesando un paisaje muy árido, con afiladas montañas recortadas en el horizonte y alguna instalación minera. Como estaba agotado y la conversación era inexistente, también aproveché para dar alguna cabezada.
A mitad de camino pasamos por las afueras de Qom, que tras Mashad es la segunda ciudad más sagrada de Irán. Se trata de un importante centro religioso donde destaca el imponente santuario de Hezrat-e Masumeh, dedicado a Fátima, hermana del Imán Reza. Hay quien decide hacer un alto para explorar el lugar. Pero yo me conformé con ver el conjunto desde la distancia, y continuar mi camino. Ya tendría oportunidad de visitar edificios religiosos durante los próximos días. La anécdota se produjo cuando hicimos un breve alto en un comercio local, y el taxista apareció con una bandejita donde había un vaso de chay (té) y unas pastas típicas de Qom llamadas Sohan, hechas con una mezcla de caramelo, pistacho y jengibre. Todo un detalle. Las pastas estaban excesivamente dulces, pero por lo menos llené el estómago, porque estaba hambriento.
Una vez en Kashan, el taxista me dejó junto a la entrada del hotel y le pagué el precio acordado: 195milT + 5milT de propina por su amabilidad.
ALOJAMIENTO: EHSAN HISTORICAL GUEST HOUSE – 150milT/Noche
*Puntos a favor: habitación situada en la terraza de una mansión histórica, alejada del resto; ubicación céntrica, a escasos minutos a pie de las principales atracciones de la ciudad; tranquilidad total por la noche; limpieza extrema; ventilador; nevera; personal muy amable; abundante desayuno incluido.
*Puntos en contra: habitación de dimensiones reducidas; camas individuales, con colchones incomodísimos; baño compartido.
La verdad es que alojarme en esta casa tradicional fue todo un acierto. El lugar es mágico, con un patio interior donde hay un estanque con una fuente, rodeado de granados y bancos para leer o descansar. Por las noches me sentaba junto a mi habitación, frente a un paisaje de torres y cúpulas iluminadas, con la llamada a la oración de fondo, y parecía que había viajado en el tiempo. Muy recomendable.
Nada más instalarme cogí la cámara de fotos y salí a conocer la ciudad.
EXPLORANDO LA CIUDAD DE KASHAN
En 1778 un terrible terremoto arrasó Kashan causando miles de víctimas. Así que, a pesar de su rico pasado, casi todos los edificios antiguos corresponden a la reconstrucción que tuvo lugar durante el siglo XIX, coincidiendo con la llegada al poder de la Dinastía Qajar. Actualmente la economía de Kashan se centra en la fabricación de alfombras, la producción de agua de rosas (hay tiendas por todas partes vendiendo frascos de mil tamaños diferentes) y el cultivo de granadas.
Reconozco que la primera impresión de Kashan no fue muy positiva. Y es que sus principales avenidas, llenas de tráfico y edificios modernos, no ayudan mucho. Pero cuando comencé a caminar por sus calles secundarias el panorama cambió por completo. Esto fue lo más destacado:
1. Bazar cubierto: un laberinto de pasadizos estrechos y construcciones antiguas donde es imposible dar dos pasos sin encontrar rincones interesantes. Me encantó el imponente Caravanserai Amin al-Dowleh, con un amplio patio interior dominado por un techo muy alto decorado con motivos geométricos. La Masjed-e Soltani, una mezquita con una cúpula de color turquesa y un interior lleno de brillantes espejos. Y algunas puertas curiosas, con dos aldabas para llamar: una redonda y gruesa para las mujeres; y otra alargada y fina para los hombres. Así los dueños de la casa podían saber quién llamaba, y acudía a abrir la puerta un hombre o una mujer, en función de la situación.
2. Masjed-e Agha Borzog: se trata de una mezquita cercana a mi alojamiento. La entrada es gratuita y estuve un rato paseando por el patio, contemplando sus muros de ladrillo de color ocre; la cúpula con forma de bulbo, los dos minaretes cubiertos de azulejos con motivos geométricos; sus Badgirs (torres de ventilación); la cercana tumba de un místico local, conocida como Khajeh Taj ad-Din… Se respiraba una paz total, con familias paseando o sentadas charlando.
Mientras recorría el recinto una chica francesa en silla de ruedas me pidió ayuda para salir del recinto. Yo acepté sin dudarlo, pero no me imaginaba el mal rato que iba a pasar. Pesaba mucho, el camino era cuesta arriba, y el suelo adoquinado obstaculizaba las ruedas, así que me tuve que emplear a fondo. Tiene un mérito increíble viajar por el mundo de esta forma…
Tras visitar la mezquita decidí caminar hacia el sur de Kashan y comprobé que la ciudad tiene mucho que ofrecer si se le dedica tiempo. Me encantó pasear por sus calles tranquilas, descubriendo puertas antiguas, torres, mezquitas ocultas, viviendas de adobe en ruinas, letreros curiosos… A veces atravesaba oscuros pasadizos; y me cruzaba con amables lugareños que saludaban o hacían algún comentario, con miradas llenas de curiosidad. Así, envuelto en las últimas luces del atardecer, regresé a mi hotel con ganas de un más que merecido descanso. Para cenar, compré una botella de agua grande y unas galletas (4milT).
VISITANDO LUJOSAS MANSIONES
Al día siguiente me desperté a buena hora y bajé al comedor del hotel, donde me esperaba el desayuno. Consistió en un buffet libre donde me serví una ensalada de pepino y tomate; un huevo duro; un par de galletas; y pan Lavash con mermelada (delicioso cuando está recién hecho, pero éste parecía de goma y no me gustó). Lo mejor: unas bandejas con enormes trozos de sandía que iban apareciendo y volaban en cuestión de segundos. En cuanto a bebidas, tan solo había café (estaba asqueroso). Ni rastro de zumos o té.
Una vez con el estómago lleno caminé hasta la calle Alavi, situada al suroeste de mi alojamiento. El motivo: en sus alrededores hay varias mansiones antiguas construidas durante el siglo XIX por ricos mercaderes que no escatimaron en gastos. En todas se paga entrada y están en un perfecto estado de conservación. Yo visité las siguientes:
1. Khan-e Tabatabei: diseñada por uno de los arquitectos más famosos de la época para la influyente familia Tabatabei. Se trata de una casa gigantesca, con una superficie de 5mil m2). La visita no era guiada, así que estuve un buen rato paseando por libre, descubriendo un montón de lujosas estancias distribuidas alrededor de cuatro patios con estanques y fuentes. Tiene paredes decoradas; vidrieras de colores; techos de estuco; tejados ondulados… Me encantó, aunque hubiera agradecido algunos paneles con explicaciones en inglés. Precio: 15milT.
2. Khan-e Abbasian: otra mansión enorme que también visité a mi aire. Su estilo es similar a Khan-e Tabatabei, con paredes cubiertas de relieves, patios, vidrieras… Aunque no tan espectacular. La atmósfera era bastante relajada, sin apenas turistas (a excepción de alguna familia local). Precio: 15milT.
3. Khan-e Boroujerdj: en esta casa solo se puede visitar la zona conocida como Biruni, destinada a los invitados. Así que hay menos que ver, pero el Iwan (sala de recepciones) justifica por sí solo el precio de la entrada (15milT). Es precioso, con un techo impresionante, relieves de seres mitológicos, coloridos frescos con escenas de caza… Aunque lo más destacado de esta mansión es el curioso Badgir en forma de cúpula que corona el edificio, una de las imágenes más típicas de Kashan. La pena fue que no estaba permitido subir al tejado, y al haber mas gente de visita no me atreví a pedir que hicieran una excepción conmigo. Pero más tarde encontré una alternativa.
En alguna guía de viaje se recomienda la visita de una cuarta mansión: Khan-e Ameriha. Pero actualmente se ha convertido en el hotel más caro de Kashan y no me llamó la atención.
EL HAMMAM SULTAN MIR AHMAD
Tras una siesta en el hotel para evitar las horas más calurosas del día, regresé a las inmediaciones de la calle Alavi para una última visita: el Hammam Sultan Amir Ahmad. Se trata de unos antiguos baños (actualmente inactivos) donde los habitantes de Kashan se reunían para charlar y relajarse. Precio: 15milT. El interior no está mal, con una enorme sala octogonal cubierta de azulejos de colores, arcos y relieves. Pero mi principal objetivo era subir al tejado y contemplar las vistas. Y no decepcionaron.
El tejado tiene un suelo ondulante, con cúpulas de diferentes tamaños y cristales para dejar pasar la luz al interior de los baños. Desde allí pude disfrutar de una magnífica panorámica del Badgir de Khan-e Boroujerdj, flanqueado por otras dos torres de ventilación tradicionales. Una imagen memorable. También me gustó el Mausoleo del Sultán Amir Ahmad, con un tejado cónico de color azul turquesa, dos minaretes, y las montañas de fondo. Cuando llegué al Hammam no había nadie, y el simpático vigilante me animó a subirme a la cúpula más grande para hacer mejores fotos. La superficie era lisa y muy resbaladiza, pero al segundo intento lo conseguí. Eso sí, al cabo de un rato el tejado se llenó de turistas (que encima no paraban de pedirme fotos) y salí de allí pitando.
A continuación me lancé de nuevo a deambular sin rumbo por las calles de Kashan. Pero esta vez la jugada me salió mal y tras un buen rato perdido por una zona moderna y sin gracia, acabé en el punto de partida con los pies ardiendo. El calor era horrible y estaba deshidratado, así que tuve que parar en una tienda a tomarme un zumo de naranja (3mil T). Y regresé a mi hotel cuando ya empezaba a oscurecer.
Por cierto, tres apuntes de Kashan:
*En las calles había un montón de turistas chinos (parte de ellos alojados en mi hotel). Mi visita tuvo lugar en octubre, un mes que coincide con sus vacaciones, y por lo visto en esas fechas están por todas partes.
*Me sorprendió la ausencia total de perros, a diferencia de otros países de Oriente Medio que había visitado hasta la fecha.
*Cruzar la carretera es un deporte de riesgo. No importa que utilices pasos de peatones. Los vehículos no reducen la velocidad y hay que lanzarse confiando en que no te van a atropellar.
EXCURSIÓN A ABYANEH
Al día siguiente bajé al comedor del hotel muy temprano, justo a la hora en que comenzaba el desayuno. Pero el lugar ya estaba lleno de chinos que caían como pirañas sobre las bandejas de sandía. En fin, con paciencia logré servirme un menú similar al del día anterior y acabé satisfecho. A continuación me preparé para una jornada visitando los alrededores de Kashan.
En primer lugar decidí viajar hasta la población de Abyaneh, situada a 70km de distancia. Como no era posible llegar en transporte público, contraté los servicios de un taxi a través del amable recepcionista de mi hotel. Quedamos a las 8.30h, y el conductor apareció con puntualidad inglesa. Un hombre regordete con un inglés más que correcto y un vehículo en buen estado. Aunque durante los primeros minutos del trayecto se hizo realmente pesado: tenía amigos en varios hoteles de Irán y me podía gestionar reservas; sugirió más excursiones para ese día; ofrecía su casa como alojamiento; vendía alfombras… Pero esquivé sus ofertas, y me dejó tranquilo el resto del día.
El viaje a Abyaneh duró alrededor de una hora siguiendo una carretera en continuo ascenso, porque Kashan se encuentra a 935m de altura y Abyaneh a 2.235m (el conductor me dijo que los inviernos aquí son terribles). De camino cruzamos un paisaje árido de matojos amarillos y afiladas montañas. Cuando estábamos a punto de llegar al pueblo pasamos por una garita, pagué el billete de acceso (10milT), y continuamos hasta un aparcamiento donde el taxista se quedó esperándome. En principio me dio dos horas para la visita, pero lo vi demasiado justo y le saqué media hora extra.
Abyaneh es un lugar precioso. Se trata de una antigua aldea rodeada de montañas cuyas casas están construidas con ladrillos de adobe de color rojo. En la actualidad solo la habitan unas decenas de abueletes, que hablan persa medieval y conservan tradiciones únicas. Las mujeres utilizan telas de color blanco con estampados de flores; y los hombres pantalones muy anchos de color negro. No fue fácil, pero conseguí hacerles un par de fotos sin llamar la atención. Porque las calles estaban desiertas, y solo me crucé de vez en cuando con algún turista.
Al comprar el billete me dieron un pequeño mapa muy útil para orientarme por el pueblo. La ruta principal, que atraviesa el centro está marcada en rojo; y hay dos rutas paralelas de color azul. Es fácil perderse pero no me importó, porque a cada paso encontraba imágenes fotogénicas: viviendas de muros agrietados, balcones de madera, portales, arcos, antiguas mezquitas, lugareños charlando… Mi cámara de fotos echaba humo. Durante el recorrido entré en una tienda que vendía helados, y me compré uno por tan solo 2milT. Estaba delicioso.
Tras explorar el pueblo de cerca busqué algún mirador para contemplar una panorámica de Abyaneh. Para ello crucé el valle y subí por la ladera opuesta hasta las ruinas de un antiguo fuerte. El camino no era evidente; y cuando pregunté a algún vecino comprobé que nadie hablaba inglés y sus indicaciones eran poco fiables. Por suerte encontré a un abuelete que me guió hasta el inicio del sendero y alcancé el lugar sin problema.
La recompensa fue enorme, ya que pude disfrutar de unas vistas impresionantes de Abyaneh, con una luz perfecta para la fotografía. Ante mí se extendían las casas del pueblo, que caen por la ladera formando diferentes niveles, con sus muros de color rojo en claro contraste con el verde de los árboles y el azul del cielo. Y como telón de fondo una cadena de enormes montañas entre las que destaca el Monte Karkas, con 3.900m de altura. Mientras caminaba pasé junto a viviendas en ruinas donde se refugian los pastores; y pequeñas cuevas utilizadas para guardar el ganado por la noche.
Al final me tocó volver al taxi a la carrera, arañando más tiempo del acordado, pero el taxista no se molestó. De hecho me había conseguido un folleto con fotos y explicaciones de la historia de Abyaneh; y un puñado de nueces (la zona está llena de nogales).
PASEO POR UN JARDÍN PERSA
Camino de mi alojamiento pedí al taxista que me llevara a otro lugar de interés. Se trataba de Bagh-e Fin, ubicado en la población de Fin, a unos 9km de Kashan. Para muchos es el mejor ejemplo de jardín persa histórico de Irán. Fue construido durante el siglo XVI, en tiempos del Imperio Safávida, y está incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco junto a otros 8 jardines.
El recinto se encuentra rodeado de una imponente muralla con cuatro torres defensivas que no permiten ver interior. El taxista me dio 45 minutos para la visita (esta vez tiempo más que suficiente) y se quedó fuera esperando. A continuación pagué la entrada (20milT), y en cuestión de segundos pasé de una zona árida a un auténtico oasis. Los jardines persas están divididos en cuatro zonas, que simbolizan los cuatro elementos del Zoroastrismo (la antigua religión oficial del Imperio Persa): cielo, tierra, agua y plantas. Y Bagh-e Fin no era una excepción.
Durante mi visita recorrí una avenida flanqueada por cipreses centenarios de gran altura; caminé junto a canales y fuentes de agua que refrescaban el ambiente, con baldosas de color azul turquesa; y me crucé con familias iraníes pasando la tarde que se quedaban mirándome con caras de asombro. En cuanto a las construcciones más destacadas, me gustó el Shotor Gelou (un pabellón principal ubicado en el centro del jardín); otro pabellón más pequeño, decorado con frescos de vivos colores que representan escenas de caza y personajes de la época (una pena que lo estaban restaurando); y un hammam con salas cubiertas de azulejos.
De vuelta en el taxi, el conductor me llevó a mi hotel y le pagué el precio acordado: 120milT (poco más de 25€).
Una tercera atracción muy popular en los alrededores de Kashan es el desierto de Maranjab. Aquí se pueden ver dunas de arena, un lago salado, un antiguo caravanserai, pasar la noche bajo un cielo plagado de estrellas… Pero como yo tenía pensado realizar todas estas actividades más adelante, cuando visitara Varzaneh, y decidí continuar la ruta.
CENA: ABBASI TRADITIONAL RESTAURANT
Para celebrar mi última noche en Kashan decidí pegarme un homenaje. Y nada mejor que acudir a este restaurante tradicional, que ocupa una parte de Khan-e Abbasian. La verdad es que me imaginaba el lugar lleno de turistas, pero como llegué temprano me encontré con una atmósfera muy tranquila. El comedor es enorme, con techos muy altos, una fuente de sonido relajante en el centro, y objetos antiguos colgando de sus paredes. Yo ocupé un diván, donde me senté descalzo, con las piernas cruzadas. Y me preparé para disfrutar de una buena cena. Según indican las normas de hospitalidad iraní, el camarero tenía que traerme una pequeña bandera de mi país para hacerme sentir como en casa. Aunque cuando se enteró que era de Barcelona optó por la bandera del Barça. En fin…
Tras examinar el menú pedí un plato de carne de camello con puré de berenjenas y arroz blanco. Para acompañar, pan Lavash, un plato con hojas de menta y una botella de agua fría de 1,5l. Las raciones eran generosas pero no dejé nada en el plato porque todo estaba delicioso. De postre cayó un helado Kashani tradicional. Me sirvieron un buen trozo de 3 sabores (azafrán, chocolate y vainilla) con finas capas de coco crujiente, y acabé como nuevo. Precio: 30milT. Por suerte me fui en el momento justo, cuando los chinos comenzaban a apoderarse del lugar.
CONCLUSIÓN
Muchos turistas evitan Kashan y viajan directamente de Teheran a Isfahan. Pero en mi opinión merece la pena hacer un alto en esta interesante ciudad. Te aconsejo una visita de al menos un par de días para conocer sus principales atracciones, incluyendo una excursión a Abyaneh. En mi caso, como me encontré Kashan en plena Ashura, le dediqué un día más, porque muchos lugares estaban cerrados y quise presenciar las diferentes ceremonias. Para acabar, si tu presupuesto te lo permite, no te pierdas la experiencia de alojarte (al menos una noche) en una de las mansiones tradicionales reconvertidas en hoteles. Yo acabé muy contento tras mi estancia en Ehsan y la recomiendo sin duda.
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Comentarios
2 ComentariosCarolina
Abr 14, 2022Hola
Una consulta. Si no visito Abyaneh podría ver Kashan en 1 dia?
Estoy organizando mi viaje a Irán y no quisiera ni pasarme ni quedarme corta en los días.
Muchas gracias de ante mano
Carolina
Ganas De Mundo
Abr 18, 2022Hola Carolina,
Sí, se puede ver lo más destacado de Kashan en un día sin problema. Yo me quedé más tiempo porque visité otros lugares de los alrededores, como Abyaneh, y porque era la festividad de Ashura y quería ver las ceremonias.
Espero que disfrutes mucho tu viaje a Irán.
Un abrazo