Explorando una de las últimas extensiones de selva tropical que se conservan en Ghana y balanceándome en su vertiginoso canopy walk
Kakum National Park fue creado en 1992 y se llama así por el río Kakum, que nace en el interior de la reserva. Tiene una superficie de 375 km2 compuesta por espesas selvas tropicales, aunque la parte abierta al público es muy reducida y gira en torno a un popular canopy walk que permite contemplar el paisaje desde las alturas (siempre y cuando no sufras de vértigo). Kakum está habitado por una fauna variada que incluye varias especies de antílope y monos, elefantes y leopardos. La entrada del parque se encuentra a escasa distancia de Abrafo, una población situada 30km al norte de Cape Coast. La mayoría de turistas realizan una excursión de un día pero lo ideal es alojarte en el interior de Kakum, para aprovechar las horas de menor afluencia de visitantes y disfrutar de la atmósfera.
La mejor época para explorar Kakum es durante la temporada seca, de octubre a marzo, cuando los senderos están despejados, hay menos mosquitos, y aumentan las probabilidades de ver fauna. Yo visité el parque en marzo, alojándome en una peculiar tree house, y una tormenta nocturna me hizo vivir momentos de tensión.
VIAJE CAPE COAST – KAKUM NATIONAL PARK
Llegar hasta Kakum en transporte público fue realmente sencillo. Para empezar caminé desde mi hotel hasta la calle principal de Cape Coast. Allí paré un taxi compartido y me subí junto al resto de pasajeros. El taxista me preguntó donde iba y como le pillaba de paso continuó su trayecto. Mi destino era Siwdo Station, ubicada al oeste del pueblo, y llegué en un momento por tan solo 1,5C. En la Terminal esperé unos minutos y apareció un trotro que se dirigía a Praso y pasaba por la entrada del parque (5C). Se encontraba en un estado lamentable y el viaje no pintaba muy cómodo. Pero al menos tuve suerte, porque tras 45 minutos dando vueltas por Cape Coast el vehículo no se llenó y aun así nos pusimos en marcha con la mitad de asientos vacíos.
El viaje duró menos de 1 hora, primero por una carretera asfaltada; y más tarde por una pista de tierra, entre nubes de polvo. De camino atravesamos pueblos intrascendentes, con un paisaje cada vez más boscoso. Durante el trayecto estuvimos a punto de atropellar a un perro y una cabra, sin que el conductor hiciera ninguna maniobra para intentar esquivarlos o reducir la velocidad. Pero bueno, el caso es que llegué a la entrada de Kakum sin problemas.
Las guías de viaje desaconsejan visitar Kakum durante el fin de semana porque se llena de grupos de estudiantes, así que hice caso y llegué al parque un lunes. Pero me encontré con una sorpresa: era el Día de la Independencia, fiesta nacional en Ghana. Y encima una fecha redonda, nada menos que el 60º aniversario. El 6 de marzo de 1957, tras unas elecciones que ganó el partido nacionalista, los Ingleses cedieron a la presión popular y la colonia de Gold Coast se convirtió oficialmente en la República de Ghana. La primera colonia africana en conseguir la independencia tras la Segunda Guerra Mundial.
En la entrada de Kakum me esperaba un panorama desolador: decenas de autobuses y trotros descargando grupos de chavales; gritos y risas por todas partes; y un par de altavoces con música disco a todo volumen. Me quedé sin palabras. No me esperaba encontrar una discoteca al aire libre en una reserva teóricamente creada para la protección de la fauna local. En fin, yo pagué el billete de acceso al parque (2C) y caminé por una pista hasta el Centro de Visitantes.
ALOJAMIENTO: TREEHOUSE – 70C/Noche
*Puntos a favor: habitación básica con un colchón en el suelo; ubicación perfecta, rodeado de selva pero al mismo tiempo cerca de las instalaciones del parque; tranquilidad total por la noche (fui el único huésped); restaurante propio a tarifas razonables; personal muy amable.
*Puntos en contra: lavabos y duchas situados en la zona de acampada, a unos 100 metros; mosquitera llena de agujeros (abundan los mosquitos y otros insectos nocturnos).
Cuando llegué a Kakum no tenía ni idea de dónde iba a dormir. Había leído en alguna parte que existía una zona de acampada cerca del Centro de Visitantes, así que iba equipado con tienda de campaña y saco de dormir, pero desconocía el estado de las instalaciones. Por suerte los encargados del Centro me aclararon rápidamente las opciones disponibles; y una chica me acompañó para enseñármelas y ayudarme a decidir.
Por un lado estaba la zona de acampada, con diferentes plataformas cubiertas esparcidas por la selva. Y por otro una casa de madera (treehouse) construida alrededor del tronco de un árbol, a unos 15 metros de altura. Como el precio era casi idéntico al final elegí la treehouse. Nunca había dormido en este tipo de alojamiento; y así me ahorraba montar y desmontar la tienda para una sola noche. Una vez instalado salí a dar una vuelta por los alrededores.
UN PASEO POR EL PARQUE
De nuevo en el Centro de Visitantes, me asignaron un guía oficial para visitar Kakum (George). El chaval me confirmó lo que ya sospechaba: si quería ver fauna hacer una excursión ese día era inútil, porque la música y los gritos de los chavales habían provocado que los animales huyeran al interior de la reserva. Así que decidí tomarme la jornada de descanso y explorar el lugar por mi cuenta. En teoría George tenía que acompañarme si me internaba en la selva; y hasta debía dormir conmigo en la treehouse por si me pasaba algo. Pero no me costó convencerle de que ya era mayorcito y no hacía falta.
Primero visité el Centro de Interpretación de Kakum: una sala con dibujos, paneles explicativos que relatan la historia de la reserva, y figuras de las diferentes especies que la habitan. Pero casi todas las maquetas y figuras estaban rotas tras sufrir el paso de oleadas de estudiantes que no paraban de tocarlo todo y hacerse selfies. A continuación decidí regresar a la treehouse para descansar un rato. Y lo que en teoría iba a ser un sencillo paseo acabó convirtiéndose en toda una aventura. Es verdad que elegí un camino diferente, pero se trataba de una pista amplia y con carteles que indicaban en todo momento la distancia que faltaba para llegar a la treehouse. No había pérdida posible y me perdí…
La parte positiva es que la ruta estuvo llena de emociones. Pasé al lado de árboles espectaculares, entre ellos una Ceiba gigantesca; me encontré con un grupo de monos saltando de rama en rama (más tarde me enteré de que eran Mona Monkeys); recorrí en solitario senderos estrechos que cruzaban tramos de selva espesa rodeado de vegetación exuberante; y el corazón se me puso a mil en un par de ocasiones al ver que los arbustos cobraban vida (al final eran ardillas o pájaros).
En cambio el calor era asfixiante y acabé empapado en sudor. Además me crucé con algunos guías que al verme solo ponían caras de asombro/enfado y me sometían a un breve cuestionario para asegurarse de que todo iba bien (por supuesto no les decía que estaba perdido). Y a excepción de los tramos de selva más alejados vi un sinfín de grupos de estudiantes arrasando todo a su paso.
Pero bueno, al final encontré la treehouse y subí las escaleras con ganas de descansar un rato. Solo para descubrir que aún no se habían acabado las sorpresas: mi llave no entraba en la cerradura. Aquí hubo momentos de desconcierto y llegué a pensar que me habían dado la llave equivocada, pero tras analizar la situación descubrí lo que pasaba: en Kakum hay dos treehouses y aquella era la otra, ubicada en una zona de bosque primario, mucho más alejada de las instalaciones. Así que regresé como pude a la entrada del parque; y me senté en una mesa del restaurante a recuperarme de tanta tensión.
COMIDA: RAINFOREST RESTAURANT
Se trata de la única opción disponible para comer en el interior de Kakum. El local tiene una terraza muy agradable, camareros eficientes, y precios moderados teniendo en cuenta que no hay competencia. Eso sí, cierra a las 16h, con lo cual es imprescindible encargar la cena con antelación. Tras examinar el menú pedí Red Red Chicken, pero el de Elmina me gustó mucho más. Aquí el pollo era un muslo aislado, no tenía salsa de tomate y cebolla, y las judías estaban muy picantes. Para acompañar cayeron dos Fantas. Me costó acabarme el plato porque la ración era abundante y el calor me suele cerrar el estómago. Precio: 27C.
A mi alrededor había grupos de estudiantes esperando su turno para entrar en el parque; y algún Lagarto Agama correteando entre las mesas en busca de comida. Estas graciosas criaturas son una imagen habitual en cualquier país del África Subsahariana. Su tamaño es considerable (pueden llegar a los 30cm de longitud) y los machos dominantes tienen la cabeza y la cola de vivos colores. Además no paran de balancear la cabeza arriba y abajo mientras investigan la zona. Después de comer estuve un rato charlando con George para planear la siguiente jornada. Y regresé a la treehouse (esta vez sin incidentes) donde pasé el resto del día relajado, escribiendo y contemplando los alrededores.
UNA NOCHE LLENA DE SORPRESAS
A las 18.15h se hizo de noche, así que me metí en mi habitación y me estiré en el colchón a leer. Pero al cabo de un rato un extraño sonido me llamó la atención. Era como si algo estuviera arañando un trozo de tela y procedía del salón, donde había dejado mis mochilas. Pero cuando apuntaba con mi linterna en aquella dirección el ruido cesaba y no podía ver el motivo. Y poco después se volvía a escuchar el mismo sonido.
Hasta que una de las veces me moví rápido y pillé al culpable con las manos en la masa. Se trataba de un simpático ratón de color blanco que estaba subido en mi mochila pequeña, royendo la tela a toda velocidad para acceder a un paquete de frutos secos que había comprado esa tarde y guardaba en el bolsillo pequeño por si me entraba hambre de noche. Solución: tiré los frutos secos por la ventana; y colgué la mochila de una cuerda por si el olor todavía atraía a mi inesperado compañero de treehouse. A mí me hizo gracia pero habrá a quien le horrorice la situación.
Y los sobresaltos no acabaron aquí. Más tarde empecé a escuchar truenos. Yo en principio no le di importancia porque George me había asegurado que no iba a llover (según él todavía no era la época). Pero los truenos se fueron acercando y cayó una violenta tormenta, acompañada de un viento huracanado, rayos y relámpagos. Y yo allí solo en medio de la selva, en una caseta de madera de construcción reciente a muchos metros de altura. Reconozco que pasé algún momento de bajón y hubiera agradecido la presencia de George. Pero por suerte la tormenta perdió intensidad y pude dormir sin más incidentes.
EXPLORANDO LAS SELVAS DE KAKUM
Al día siguiente mi alarma me despertó a las 4.30h y poco después apareció George. El objetivo era dar un paseo de 1 hora por la selva. Como me alojaba en el parque el precio estaba incluido en el de la treehouse; de lo contrario hay que pagar 50C (otro incentivo más para quedarse a dormir en Kakum). Durante la excursión recorrimos los mismos senderos que había descubierto por mi cuenta la tarde anterior de forma involuntaria.
La caminata por Kakum fue realmente atmosférica. Todavía era de noche y avanzábamos en silencio, sin linternas, para no ahuyentar a los animales. De fondo se escuchaban pájaros, insectos, y el sonido de nuestros pasos avanzando entre la vegetación. Como me temía la fauna no se dejó ver (imagino que todavía traumatizada por la fiesta del día anterior). Todo se limitó a ramas moviéndose y sombras, que George atribuyó a grupos de monos; un chillido alejándose (según George un antílope); un sapo; y algún milpiés.
Menos mal que encontramos una criatura que por sí sola justificó la excursión. En un punto George señaló con su linterna la base de un árbol y continuó caminando sin darle importancia. Y cuando vi lo que había me quedé sin palabras: se trataba de un Caracol Gigante Africano. No me lo podía creer. Era tan grande que parecía de mentira. George me explicó que son muy comunes en África Occidental y la gente se los come a la brasa. De hecho años más tarde vi montones en los mercados de Liberia y Costa de Marfil. Pero en ese momento para mí fue como ver a un extraterrestre. En otro lugar de Kakum vimos dos caracoles copulando.
La excursión finalizó al pie de la atracción más famosa de Kakum: el Canopy Walk. Inaugurado en 1995, se trata de una serie de puentes colgantes de cuerda y madera distribuidos a 40 metros de altura, sobre el dosel de selva tropical. El problema del Canopy Walk es que el recorrido estándar únicamente dura media hora; y además suele haber un montón de visitantes haciendo cola, por lo que la experiencia queda muy deslucida. Pero yo el día anterior reservé un Bird Watching Walk, que tiene lugar en la zona del Canopy Walk. De esta forma añadí una hora más a mi excursión; y me aseguré que tendría el lugar para mí solo, porque esta actividad se realiza a primera hora del día, de 6,30 a 7,30h, cuando aún no ha abierto el parque. Precio total: 90C.
Caminar por los puentes colgantes fue una gozada. La madera crujía bajo mis pies y las cuerdas se balanceaban constantemente, por lo que parecía que en cualquier momento me iba a precipitar al vacío (no es el lugar más recomendable para personas con vértigo). A cambio el paisaje es espectacular, rodeado de un manto de selva que se extiende en todas direcciones; árboles enormes envueltos en la bruma; y el sonido de montones de pájaros e insectos que se despertaban con los primeros rayos de sol. No paré de hacer fotos aprovechando las plataformas de observación que hay en cada árbol (mucho más estables y seguras que los puentes).
La actitud de George fue decepcionante. Se limitó a caminar delante de mí en silencio; y en el Canopy Walk se sentó a esperarme en una de las plataformas. Ni me ayudó a buscar fauna; ni supo contestar a las preguntas que le hice sobre especies de aves o la situación del parque. Y eso que dejé bien claro cuando reservé la excursión que necesitaba un guía experto. Con este panorama me tuve que espabilar por mi cuenta, aunque tampoco había mucha fauna visible: pequeños pájaros de colores; alguna ardilla; y un ruidoso Hornbill revoloteando en un árbol cercano. Pero bueno, esperaba que George aportara mucho más. Por suerte las vistas y la atmósfera compensaron con creces.
Tras el Canopy Walk regresamos a la treehouse, cogí mi mochila grande, y caminamos hasta el Rainforest Restaurant, donde disfruté de un desayuno delicioso: tortilla francesa con tomate y cebolla; salchicha; pan tostado con mermelada; zumo de piña natural; y una taza grande de café con leche. Todo por 22C. Una vez con el estómago lleno me despedí de George (le dí 10C de propina pero no se los merecía); y me planté en la carretera principal, donde me subí a un trotro que se dirigía hacia Cape Coast.
CONCLUSION
Kakum es un parque muy recomendable si buscas naturaleza y paisajes, sin muchas expectativas de ver fauna. Un día completo será suficiente para conocer la reducida parte visitable de la reserva. Te recomiendo evitar los fines de semana y fiestas nacionales; pasar una noche en el parque alojado en la treehouse; y realizar el Bird Watching aunque no estés muy interesado en el mundo de las aves. De esta forma podrás disfrutar del lugar como se merece, sin cientos de alumnos a tu alrededor. Hay algún campamento más remoto, como el de Antikwaa (con posibilidades para ver algún elefante); o Aboabo (recomendable para ver pájaros). Pero es necesario contar con un 4×4 y sale mucho más caro.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales