Explorando una zona de remotas montañas, entre ríos caudalosos, cimas nevadas y praderas cubiertas de una increíble variedad de flores
Kaçkar National Park fue inaugurado en 1994 y está formado por una serie de profundos valles y afiladas cordilleras no muy lejos de la costa del Mar Negro. En su interior se pueden visitar diferentes lagos de origen glaciar; praderas de montaña (conocidas como yaylas) llenas de coloridas flores; o subir a la cima del Monte Kaçkar, con 3.937m de altura. Tanto en excursiones de un día como en rutas de varias jornadas. El parque cuenta con una superficie de 530km2 y se accede desde dos poblaciones: Yusufeli (este) y Ayder (oeste). Yo me centré en la parte oriental, utilizando como base las aldeas de Barhal y Olgunlar.
El mejor momento del año para visitar los Montes Kaçkar es durante los meses de julio y agosto, cuando la nieve desaparece de los senderos y es más fácil recorrerlos. Aunque septiembre y octubre también constituyen una buena opción. Yo visité el parque a mediados de junio y cada tarde caía una tormenta, pero pude realizar diferentes excursiones.
VIAJE: KARS – BARHAL
Desplazarme hasta el inicio de mi ruta por los Montes Kaçkar no fue sencillo, pero con paciencia fui cubriendo kilómetros y la verdad es que no me puedo quejar.
Estas fueron las etapas:
1. Autobús hasta el desvío a Yusufeli: tras desalojar mi habitación del Karabag Hotel en Kars, caminé hasta la Terminal de Autobús antigua. El día anterior ya me había informado de los horarios, así que no hubo sorpresas: compré mi billete en las oficinas de la compañía Yesil Artvin Ekspres (70L); guardé mi mochila grande en el maletero inferior; y ocupé un asiento junto a la ventana. Eso sí, cometí un error tonto, porque en vez de decir el lugar exacto donde iba, indiqué la ciudad más cercana (Artvin), que está a 65km; y me podía haber ahorrado al menos 10L en el billete.
Solo hay un autobús al día hacia Yusufeli, con salida a las 9.30h. El trayecto duró 4 horas y transcurrió sin incidentes, atravesando un paisaje espectacular. Primero ondulantes estepas cubiertas de flores, con alguna población aislada, rebaños de cabras, vacas, un águila posada en el suelo, una cigüeña buscando comida… Más tarde el valle se estrechó y seguimos el curso del río Oltu, avanzando entre paredes de roca. Y al final pasamos junto a un enorme pantano con las montañas reflejadas en sus aguas donde había un montón de obras en marcha: carreteras, túneles, y hasta un puente que una vez acabado será el segundo más alto del mundo.
El conductor hizo dos breves paradas para tomar té, pero después pisaba el acelerador, sin importarle las constantes curvas de la carretera. Como gran novedad, en el autobús viajaban otros turistas occidentales: delante una pareja de franceses; y más alejado un chico irlandés con el que charlé un rato durante la segunda parada. No tenía pinta de aventurero y me explicó que había cruzado buena parte de Asia, incluido el norte de Irak (quien me iba a decir que meses más tarde yo también visitaría esa zona).
2. Autoestop a Yusufeli: el autobús me dejó en un cruce llamado Su Kavusumu, desde el que hay 10km hasta Yusufeli, y me tocó buscarme la vida porque no hay transporte público. Por suerte al cabo de un minuto pasó una furgoneta con dos trabajadores y me llevaron al centro del pueblo. Hasta hace unos años Yusufeli era un lugar muy turístico, donde la gente acudía a hacer rafting. Pero la construcción de la presa provocó que el tramo de río que se podía navegar se acortara considerablemente (quedan apenas 5km), así que el negocio ha caído en picado. A parte de esto, el pueblo está considerado como la puerta oriental de acceso a los Montes Kaçkar, pero no tiene ningún interés, con lo cual decidí marcharme lo antes posible.
3. Autoestop hasta Barhal: como era domingo, en Yusufeli tampoco había dolmus hacia mi destino final del día, así que caminé hasta las afueras del pueblo e intenté parar otro vehículo. La verdad es que costó algo más porque no pasaba casi ninguno, pero al final paró una pick up conducida por un operario que iba a trabajar en un tramo de obras. El chaval se portó genial y hasta se pasó de largo para ayudarme a recorrer unos kilómetros extra. Todo un detalle. Aunque aun me faltaban 19km hasta Barhal, y tuve que hacer de nuevo autoestop.
Tras una breve espera apareció una autocaravana en la que viajaban Stephan y Manue, una pareja de Montpellier que curiosamente inició su gran viaje el 1 de Abril (igual que yo y los franceses que conocí durante el Camino Licio). Se mostraron encantados de que subiera a su vehículo y se dirigían a Barhal, con lo cual ya tenía resuelto el transporte. Es verdad que hubo momentos de incertidumbre cuando la furgoneta pasó por encima de una afilada piedra y pinchó un neumático delantero. Pero Stephan lo cambió sin problema y continuamos el trayecto hasta Barhal.
En el pueblo nos sentamos a tomar algo en la terraza de una cafetería (Manue y yo un par de tés, Stephan dos Cokes). Todo costó 9L y en agradecimiento pagué yo, entrando con disimulo en el local. A continuación volvimos a la autocaravana y recorrimos 1km hasta el lugar elegido para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: KARAHAN PANSIYON – 125L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; limpieza impecable; baño privado con ducha perfecta; vistas espectaculares del valle; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; propietarios (Ahmet y su padre) muy amables; abundante cena y desayuno incluidos en el precio.
*Puntos en contra: camas individuales muy incómodas; el hijo es bastante despistado y provocó alguna molesta situación (pedí una toalla un par de veces y no me la trajo; no le dijo a su padre a qué hora quería desayunar el primer día…); servicio de transporte carísimo.
En Barhal solo tenía un par de opciones para alojarme, y esta era la recomendada por mi guía de viajes y por Sarah (la chica galesa de Akdamar y Kars), que había dormido aquí hacía tan solo un par de días. Así que me acerqué junto a la pareja francesa. Ellos aparcaron su autocaravana junto a una antigua iglesia, donde pasaron la noche; y yo me instalé en una habitación. Al poco nos sentamos en una mesa de la terraza cubierta y tomamos té de cortesía acompañado de caramelos. Stephan y Manue resultaron ser una pareja muy agradable con un gran currículum viajero (él incluso había sido guía de montaña en Nepal y la India). Me cayeron genial.
Después me fui a descansar un rato a mi habitación (me hubiera quedado fuera pero había montones de mosquitos). Y a eso de las 20h me reuní de nuevo con la pareja para cenar juntos. El menú consistió en una pequeña sopa y truchas (me comí un par), acompañadas de ensalada, arroz, patatas fritas y judías verdes en salsa. Para beber Stephan y Manu trajeron unas cervezas Efes. Mientras cenábamos comenzó a llover con bastante intensidad y de vez en cuando los relámpagos iluminaban el cielo. A continuación tomamos otro té; y ya a solas continué bebiendo té y charlando con Ahmet hasta las 23h.
UN VIAJE FRUSTRADO
Al día siguiente me desperté a buena hora tras dormir como un tronco. Y a las 7.30h ya estaba sentado en la terraza de la pensión listo para desayunar, tal y como acordé con Ahmet la noche anterior. Aunque por lo visto no le había dicho nada a su padre y el hombre no me atendía. Y mi cara fue un poema cuando por fin le vi aparecer con una bandeja de comida a eso de las 8h, pero pasó de largo y se sentó a desayunar él. Qué paciencia… Al final conseguí hacerle entender el problema (su inglés era nulo) y me fui a preparar las mochilas para hacer tiempo.
Menos mal que el desayuno fue abundante (ya en compañía de Stephan y Manue) y compensó los malentendidos. El menú consistió en tomate, pepino, quesos, olivas, huevo duro, pan con mermelada y miel, y té.
Me supo fatal hacer esperar a los franceses, porque se dirigían a Yaylalar, un pueblo ubicado en el corazón de los Montes Kaçkar, y me había acoplado a ellos. Y encima sabía que les gustaba ponerse en marcha temprano. En fin… Cuando acabé de desayunar desalojé mi habitación, me despedí de los dueños, y subí a la autocaravana.
La carretera era bastante estrecha y avanzamos rodeados de vegetación. Al principio estaba asfaltada pero más tarde se convirtió en una pista pedregosa, hasta que llegó un punto donde las ruedas del vehículo patinaban y no pudimos continuar. La autocaravana era demasiado pesada y no tenía tracción 4×4. Así que regresamos a la pensión, tomamos un par de tés, y la pareja siguió hasta Yusufeli mientras que yo decidí recuperar mi habitación (las caras de los dueños eran de sorpresa). Vaya fiasco…
Aunque aun faltaba lo mejor. Más tarde estuve preguntando en Barhal por el transporte público hacia Yaylalar, y cuando un lugareño me indicó la carretera que recorría el dolmus me di cuenta del error. Los franceses se habían equivocado de camino y se adentraron en otro mucho peor (el que va hacia Naznara). Al momento les envié un correo e hicieron un amago de volver, pero estaba lloviendo con fuerza y lo dejaron correr.
EXPLORANDO BARHAL
Esta pequeña población se encuentra situada en la confluencia de dos valles, rodeada de enormes montañas cubiertas de espesos bosques. Su nombre moderno es Altiparmak, en referencia a una cordillera cercana. Y cuenta con un par de tiendas y varios locales de comidas donde los vecinos matan el tiempo jugando al okey o al backgammon. Como no tenía nada que hacer caminé hasta el centro y estuve dando un paseo y haciendo fotos. Aunque pronto acabé sentado en una terraza charlando con un grupo de lugareños.
En Barhal hay un par de atracciones turísticas de interés:
1. Barhal Kilise: se trata de una iglesia Georgiana construida durante el siglo X situada a escasos metros de la Karahan Pansiyon. Durante mi visita se estaban realizando trabajos de restauración que habían dejado el exterior demasiado impecable e impedían el acceso a la nave.
2. Chapels Walk: mi guía de viajes comentaba la posibilidad de cruzar el río justo frente a la pensión y subir hasta las ruinas de dos iglesias ubicadas en lo alto del valle para contemplar buenas panorámicas de los alrededores. Pero no llegué muy lejos: no había un sendero marcado y la única opción era encarar una dura pendiente muy resbaladiza que luego tendría que bajar. Así que di media vuelta y evité complicarme la vida.
TARDE DE RELAX
Mientras regresaba a la pensión comenzó a llover y pasé el resto del día descansando en mi habitación. Para comer piqué unas galletas que había comprado en el centro del pueblo (5L). La mala noticia fue que de repente apareció un grupo de 15 israelíes que estropeó la atmósfera de tranquilidad y ralentizó muchísimo el wifi. Aunque por lo menos era gente mayor (los jóvenes habrían montado una fiesta hasta las tantas de la madrugada).
A la hora de cenar todas las mesas de la terraza estaban ocupadas y me tuve que sentar con el conductor del grupo, un tipo con un buen nivel de inglés pero ningunas ganas de hablar conmigo. Así que tras varios intentos de entablar conversación me centré en la cena, que fue espectacular: sopa, Kebap con patatas, un pimiento relleno de arroz y verduras, y ensalada. Para beber agua; y de postre unos trozos de sandía. Al final charlé un rato con el guía del grupo, un israelí de Jerusalén que había viajado por todo el mundo y estaba especializado en las Montes Kaçkar. Pero su tono arrogante no me acabó de convencer y me marché a la habitación.
EXCURSIÓN AL LAGO KARAGÖL
Al día siguiente me desperté con el ruido de los israelíes arriba y abajo. Es más, durante la noche me tuve que cambiar de cama porque en la habitación de al lado alguien estaba roncando como un búfalo. Pero bueno, por lo menos tenía el desayuno preparado en una de las mesas de la terraza. De nuevo abundante y con una tortilla francesa de buenas dimensiones en lugar del huevo duro.
Tras el desayuno vi cómo el grupo de israelíes se marchaba en dos furgonetas y me sentí un poco tonto. La noche anterior el guía me ofreció unirme a ellos en su viaje a Olgunlar y me pareció una buena opción. Pero al final se me olvidó concretar la hora, y como me levanté más tarde que ellos imagino que el hombre pensó que no estaba interesado. De todas formas continuar a mi aire me permitió planear una excursión por los alrededores que pintaba muy bien.
Mi objetivo era llegar hasta el Lago Karagöl, situado a 2.800m de altura, al final del valle que forma el río Barhal. La distancia a recorrer desde la Karahan Pansiyon es de 12km: los primeros 7km por una pista hasta la aldea de Naznara; y el resto siguiendo un estrecho sendero que sube por la montaña. Ahmet se ofreció a llevarme hasta Naznara en su pick up y acepté encantado. Así me ahorraba un tramo de escaso interés; y me aseguraba regresar a tiempo para coger el dolmus hacia mi siguiente destino. En ese momento no sabía si el ofrecimiento era gratuito y más tarde me llevé una sorpresa…
La verdad es que Ahmet se portó genial: me dio indicaciones muy útiles para orientarme y localizar el lago; cortó una rama con la que me hizo un bastón; y me pidió mi número de teléfono para estar en contacto en caso de problemas. Una vez en Naznara nos despedimos y continué caminando en solitario por una pista de tierra. El día estaba bastante nublado y amenazaba lluvia en cualquier momento.
Estas fueron las etapas de la ruta:
1. La pista continuó durante un buen rato subiendo sin un desnivel excesivo, con espectaculares panorámicas del valle y las afiladas cimas de Altiparmak (“Seis Dedos” en turco), que dan nombre a la población. De camino pasé junto a alguna aldea solitaria (por suerte no había perros); y crucé espesos bosques de coníferas.
2. Cascada: a partir de aquí la ruta se empinó y tuve que parar varias veces para recuperar el aliento porque me costaba respirar. Además, fiel a mi estilo, no llevaba nada de comida, y metí en la mochila una botella pequeña de agua casi de casualidad. Por suerte la orientación fue sencilla: en todo momento tenía que mantenerme a la izquierda del río Barhal; sabía el punto exacto de las montañas donde estaba el lago; y de vez en cuando aparecían senderos bien marcados que me ahorraban situaciones de duda. Ahmet me había advertido que encontraría mucha nieve, pero en toda la ruta solo tuve que esquivar una enorme placa.
3. Lago Karagöl: se hizo esperar, pero cuando apareció la imagen me dejó sin palabras. El lugar impresiona, con las aguas oscuras del lago (Karagöl significa «Lago Negro» en turco); las montañas de los alrededores cubiertas de nieve; y el río Barhal, que comienza su recorrido precipitándose al vacío. Además no había nadie y estuve media hora haciendo fotos tranquilamente.
4. Regreso a Barhal: tenía dos opciones, volver por el mismo camino; o por la parte alta del valle, pasando por la aldea de Saribulut. Al final elegí la primera, porque escuché los truenos de una tormenta que se acercaba; y el sendero hacia Saribulut estaba cortado por placas de nieve. Por suerte bajé a buen ritmo la parte más complicada y cuando empezó a llover ya estaba en la pista.
Yo pensé que al llegar a la pista ya estaba todo hecho, pero aun me faltaba recorrer 9km, y casi la mitad bajo una lluvia intensa, entre charcos y terreno embarrado. Durante el último tramo volvió a lucir el sol y pude hacer fotos de bosques y prados llenos de flores; aunque a un ritmo cada vez más rápido, porque ya eran más de las 15h y el dolmus pasaba por Barhal a partir de las 16h. Mis pies echaban humo.
Al final llegué a la Karahan Pansiyon a las 15.30h tras 6 horas de ruta desde que me despedí de Ahmet en Naznara. Por cierto, el chaval me explicó que acompañó a unos turistas al Lago Karagöl hacía unas semanas y vieron un oso de lejos. En mi caso la cosa se redujo a unos pájaros, mariposas y una rana.
VIAJE: BARHAL – OLGUNLAR
Sin tiempo para descansar recuperé mis mochilas y me despedí. Ahmet me volvió a ofrecer su pick up, esta vez para evitar que caminara cargado hasta el centro de Barhal, y acepté sin dudarlo. Una vez allí nos sentamos en el comedor de un local y tomamos té mientras esperábamos a que llegara el único dolmus del día. Todo parecía estar controlado. Incluso Ahmed había llamado por teléfono para saber a qué hora iba a pasar el dolmus por Barhal. Pero casi me quedo sin transporte, porque el vehículo apareció a toda velocidad, y si no es por un grito de Ahmed (que estaba despistado con su móvil) pasa de largo. Vaya tela…
Antes de subir al dolmus pagué a Ahmet la última noche de alojamiento y me llevé una desagradable sorpresa. Yo entiendo que algo me tenía que cobrar por el transporte hasta Naznara, pero 75L por 7km… Me pareció un atraco. Y eso que según Ahmet eran 100L. Esto me pasa (una vez más) por no preguntar las cosas.
El trayecto hasta Olgunlar duró una hora para recorrer 25km. Yo viajé sentado en la fila trasera, rodeado de maletas, cajas de comida y un grupo de abueletes (una señora me dio un albaricoque). El dolmus subió por una estrecha carretera siguiendo la orilla derecha del río Hevek y cruzando aldeas minúsculas. Precio: 25L. En Yaylalar hicimos una parada más larga porque bajaron varios pasajeros con sus mercancías. Y a eso de las 17.30h llegué a Olgunlar y caminé hasta el lugar que había elegido para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: OLGUNLAR PANSIYON – 90L/Noche
*Puntos a favor: buena limpieza; tranquilidad total por la noche; cena incluida (no desayuno).
*Puntos en contra: camas individuales muy incómodas; lavabo compartido; mobiliario destartalado; sin wifi; precio.
Mi primera opción era la Kaçkar Pansiyon, pero allí me encontré de nuevo al grupo de israelíes, que no había dejado ni una habitación libre. Así que las únicas alternativas para esa noche eran la Olgunlar Pansiyon o regresar a Yaylalar, a 3km de allí. El aspecto exterior de la pensión ya era deprimente. Allí me recibió un abuelete de 80 años y me enseñó una de las habitaciones, realmente básica. El precio era correcto (50L), pero el hombre me quería cobrar 100L más por la cena y el desayuno. Menudo timo… Al final me bajó el precio a 120L, pero seguía siendo desproporcionado; y tras muchas dudas acepté pagar 40L por la cena a regañadientes, porque en el pueblo no había locales de comidas y me moría de hambre.
Una vez instalado me pegué una ducha (el abuelete tardó un siglo en encender el calentador de gas, y la bombona estaba dentro); y bajé al comedor a cenar. El menú consistió en sopa, estofado de carne, arroz y agua de grifo. Aquello no costaba 40L ni de coña. Pero bueno, por suerte me hice amigo de 5 chavales que estaban cenando en la mesa de al lado (trabajaban en una obra cercana) y me invitaron a dos trozos de carne, melón (riquísimo) y un albaricoque. Eso sí, reconozco que se estaba genial en el comedor, junto a una estufa de leña.
Tras un rato con los chavales (no hablaban ni palabra de inglés) me fui a la habitación porque estaba agotado, y me quedé dormido al momento mientras en el exterior caía un auténtico diluvio.
PRIMER DIA RECORRIENDO LOS MONTES KAÇKAR
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable. Para desayunar piqué unas galletas de chocolate y un bizcocho que había comprado el día anterior en la tienda del abuelete (5L). Después preparé las mochilas; y me despedí del hombre, que era encantador pero manejaba unos precios totalmente inaceptables. A continuación dejé mi mochila grande en la recepción de la Kaçkar Pansiyon (la habitación todavía no estaba lista) y empecé a caminar.
El plan del día era avanzar hacia el suroeste siguiendo el valle del río Büyük y realizando parte de la ruta conocida como Kaçkar Summit Trek, que dura dos jornadas. Mi idea inicial era llegar hasta el Lago Deniz, pero la ruta implicaba un total de 24km ida y vuelta. Así que rebajé mis pretensiones y me puse como objetivo alcanzar el campamento de Dilberdüzü, a 2.800m de altura, desde el que suelen arrancar los ascensos al monte Kaçkar. Siguiendo las indicaciones de los lugareños no me costó encontrar el inicio del sendero; y comencé la ruta, con cielo azul y un sol radiante.
Esto fue lo más destacado:
1. La ruta en sí fue bastante sencilla: el sendero estaba muy bien marcado; y la subida fue constante, pero sin duras pendientes. Así que avancé a un ritmo tranquilo, disfrutando del paisaje.
2. Al ser época de lluvias y deshielo la zona estaba llena de agua y tuve que cruzar numerosos arroyos que cortaban el paso, saltando de piedra en piedra; o humedales que cubrían el sendero. Al final acabé con los pies empapados. Eso sí, el valle ofrecía un aspecto impresionante, con cascadas cayendo por sus laderas; enormes bloques de nieve; y el río Büyük bajando con fuerza.
3. Durante la ruta pasé por la aldea de Hastaf Yayla, formada por un puñado de viviendas de piedra medio en ruinas. Allí conocí a un lugareño que cuidaba su rebaño de vacas. Estaban por todas partes y alguna me miraba con cara sospechosa, así que me obligaron a dar un rodeo para evitarlas. De regreso intercambié unas palabras con el hombre.
4. Para acceder a Hastaf Yayla tuve que cruzar un río por un puente hecho con dos troncos resbaladizos. Como la distancia no era grande avancé despacio y no tuve problema. Pero más adelante había otro río mucho más caudaloso con un puente que no me atreví a cruzar. Tenía una longitud de unos 6 metros; los dos troncos (igual de resbaladizos) no se encontraban al mismo nivel; y uno de ellos estaba lleno de clavos que sobresalían. El riesgo de tropezar o perder el equilibrio y caer al río era importante. Y como ya faltaba poco para llegar a Dilberdüzü y el cielo se estaba comenzando a nublar, decidí dar media vuelta.
5. Durante los meses de primavera los Montes Kaçkar están cubiertos de flores y atravesé coloridos prados que me obligaban a detenerme constantemente para hacer fotos.
6. En cuanto a fauna, vi muchas mariposas. Se concentraban en zonas embarradas para alimentarse de los minerales, y cuando pasaba al lado levantaban el vuelo. También descubrí un par de sapos.
Al final regresé a la Kaçkar Pansiyon a las 14.30h, tras 5 horas de ruta y caminar 12km. Al igual que el día anterior no me crucé con nadie, a parte del lugareño de Hastaf Yayla y una familia de picnic, ya en las afueras de Olgunlar.
ALOJAMIENTO: KAÇKAR PANSIYON – 130L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; limpieza impecable; baño privado con ducha perfecta; buena ubicación, junto al río Büyük; tranquilidad total por la noche; propietarios (un padre y sus hijos) muy amables; abundante cena y desayuno incluidos en el precio.
*Puntos en contra: no se me ocurre ninguno.
Una vez instalado dediqué el resto de la tarde a leer. Que el abuelete de la Olgunlar Pansiyon me pidiera de entrada 20L más por sus tristes habitaciones me parece una auténtica tomadura de pelo.
A las 19.30h bajé al comedor para cenar. Estaba hambriento y por suerte el menú no decepcionó: sopa;dos truchas recién pescadas en el río, acompañadas de patatas fritas y ensalada; melón; y té. Para beber compré una Fanta de litro (5L). En la mesa de al lado cenó un ornitólogo turco que estaba en la zona en busca de nuevos ejemplares y estuvimos charlando un rato (era simpático y su inglés bastante correcto). Tras la cena regresé a mi habitación y me preparé para una noche de descanso más que necesaria.
SEGUNDO DIA RECORRIENDO LOS MONTES KAÇKAR
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 7.30h. Había dormido genial, con el sonido del río a escasos metros de mi ventana. A continuación me vestí y bajé al comedor a desayunar. El menú consistió en un plato con tomate, pepino, quesos, olivas, huevo duro y unos trozos de Halva (una especie de turrón); pan con mermelada y miel; y un par de tazas de té. Justo lo que necesitaba. Después preparé mi mochila pequeña, y a las 8.30h ya estaba en marcha.
El objetivo del día era alcanzar el Naletleme Pass, a 3.200m de altura. Para ello tenía que caminar hacia el noroeste por el valle del río Düpedüzu, realizando parte de la ruta conocida como Trans-Kaçkar Trek. En un principio había pensado hacer el recorrido completo, que finaliza en la población de Yukari Kavron (vaya nombre) y dura una larga jornada. Pero a última hora cambié de opinión por varios motivos: al ser época de lluvias cada día caía una tormenta, y seguro que me pillaría de camino; no tenía claro qué opciones de alojamiento había en Yukari Kavron; y después me tocaría repetir la misma ruta para volver a Olgunlar a recoger la mochila grande.
El ornitólogo que conocí la noche anterior me había avisado que era difícil encontrar el inicio del sendero. Pero siguiendo las indicaciones del dueño de la Kaçkar Pansiyon y (por primera vez) la app maps.me no tuve ningún problema. En el exterior me encontré un cielo con bastantes nubes, aunque de momento no llovía. Esto fue lo más destacado:
1. El principio de la ruta fue muy agradable, siguiendo la orilla derecha del río Düpedüzü. El sendero desaparecía de vez en cuando, pero poco después lo volvía a encontrar.
2. Al igual que el día anterior, había agua por todas partes: arroyos, zonas de marismas, cascadas… A los 10 minutos ya tenía los pies empapados, aunque por suerte no tuve que cruzar puentes de madera.
3. La ruta pasó por la aldea de Dibe Yayla, con sus casas de piedra y recintos para el ganado. El lugar estaba desierto.
4. A la altura del campamento de Düpedüzü el sendero comenzó a subir con fuerza. A mi alrededor había montañas cubiertas de nieve, algunas con cumbres muy afiladas, formando unos dientes similares a Altiparmak. En una ocasión tuve que cruzar una enorme placa de nieve que bloqueaba el paso. Y encaré el tramo final hacia el Naletleme Pass, que ya tenía muy cerca.
5. Por segundo día consecutivo tuve que dar media vuelta cuando ya estaba a punto de llegar a mi objetivo. Esta vez el cielo comenzó a llenarse de nubes oscuras y se escucharon truenos en la distancia. Lo último que quería era encontrarme con una tormenta eléctrica a esa altura. De hecho, ya me la estaba jugando haciéndome fotos con el trípode de la GoPro, que era una especie de pararrayos portátil. Así que guardé la cámara en la mochila, me puse el chubasquero, y corrí hacia el fondo del valle, mientras los relámpagos iluminaban el horizonte.
Mi idea era alcanzar Dibe Yayla, donde seguro que podría refugiarme de los rayos en alguna vivienda (la lluvia me daba igual). Al final aparecí en la aldea justo cuando empezaban a caer las primeras gotas, y al momento encontré una casa abierta con un abuelete. Yo le pedí permiso para entrar y me senté un rato en un banco de madera hasta que la tormenta amainó. El hombre no hablaba inglés y no había cobertura para utilizar Google Translator, así que la conversación fue breve.
6. La excursión fue un auténtico festival de flores, y descubrí algunas que todavía no había visto. Mi cámara de fotos echaba humo con tanto colorido. Parecía que estaba caminando por un jardín botánico, pero esas espectaculares praderas eran obra de la naturaleza.
7. En cuanto a fauna, vi algún pájaro revoloteando, pero los dueños del valle eran los insectos: mariposas, un escarabajo de color morado (como el que vi matando un caracol en Ihlara), orugas naranjas, una araña en su tela, y una zona de arbustos (que tuve que atravesar) llenos de horribles grillos.
Regresé a la Kaçkar Pansiyon a las 15.30h, tras 7 horas de ruta y caminar unos 13km. Pero porque me lo tomé con muchísima calma en el tramo final, con las casas de Olgunlar ya visibles, disfrutando de mis últimos momentos en estas montañas. En la pensión me estaba esperando una tarde de relax y una cena abundante para recuperar energías. Así acababa mi recorrido por este parque nacional.
CONCLUSIÓN
El Parque Nacional Kaçkar permite conocer una versión de Turquía muy diferente, con impresionantes montañas, valles cubiertos de flores, y poblaciones tradicionales donde la vida transcurre a cámara lenta. Te recomiendo una estancia mínima de 3 días, para realizar al menos un par de excursiones por los diferentes valles. Yo me alojé en la parte oriental del parque, y tanto Barhal como Olgunlar cuentan con excelentes opciones de alojamiento. Desconozco la situación de las poblaciones al oeste.
Las guías de viaje son partidarias de contratar los servicios de un guía, pero a no ser que tengas pensado subir a la cima del Monte Kaçkar, es bastante sencillo recorrer por tu cuenta las principales rutas del parque. A pesar de los relatos de los lugareños, en Kaçkar es muy difícil observar mamíferos, pero el paisaje compensa con creces.
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