Tres días caminando por los alrededores de una vieja población minera, con montañas bajo una gruesa capa de nieve, un lago solitario y una cascada de difícil acceso
Jyrgalan (también llamada Shakta o Dzhergalan) es una pequeña aldea ubicada 60km al este de Karakol, en un remoto valle pegado a la frontera con Kazajistán, a 2.300m de altura. Fue creada en 1932 para albergar a los trabajadores de una cercana mina de carbón. Pero tras la caída de la Unión Soviética la actividad de la mina se redujo drásticamente y muchos de sus habitantes emigraron en busca de oportunidades laborales. Jyrgalan parecía condenada al olvido, hasta que en el año 2016 varias familias se agruparon y crearon Destination Jyrgalan, una organización para promocionar el turismo de la zona. Meses más tarde, con la ayuda de USAID, abrieron las primeras guesthouses para alojar viajeros y se establecieron diferentes rutas de montaña que conducen a las principales atracciones del valle.
En la actualidad Jyrgalan se ha convertido en un destino turístico cada vez más popular gracias a los relatos de numerosos blogueros (en muchos casos invitados por USAID). Yo me dediqué a realizar excursiones de un día, visitando lugares como el lago Turnaluu Kol; la cascada Kok Bel; o la roca de Tulpak Tash.
VIAJE: KARAKOL – JYRGALAN
Este desplazamiento comenzó a mediodía tras desalojar mi habitación del Madanur Hotel y despedirme de su sonriente propietaria. Desde allí caminé hasta la Terminal que hay junto al Bazar Ak-Tilek y preguntando encontré la marshrutka nº331 que tiene 3 salidas diarias a Jyrgalan. Yo elegí la de las 13.30h porque la anterior era a las 8.30h y no me apetecía madrugar tanto. A continuación ocupé un asiento de la fila individual; y mientras esperaba me compré un plátano y un zumo de naranja en una tienda.
A la hora prevista el conductor pasó a cobrar los billetes. No me gustó que a parte del importe habitual (90S) me pidiera 60S más por la mochila grande. Pero bueno, era una cantidad ridícula y preferí no darle importancia. Más tarde me enteré que el precio por el equipaje es de unos 20S, y eso fue lo que pagué cuando volví a Karakol.
La marshrutka arrancó con apenas 5 pasajeros y recogió a alguno más de camino, pero siempre fue casi vacía. El trayecto duró hora y media. Al principio avanzamos por una carretera en buen estado pasando por diferentes poblaciones, con los Montes Tian Shan a la derecha y los Montes Ala-Too a la izquierda un poco más lejos. Durante los últimos días había hecho mal tiempo y las cumbres estaban cargadas de nieve, con un cielo gris que presagiaba más precipitaciones.
Después seguimos por una pista de tierra, cruzando una zona de bosques y prados. Y una vez en Jyrgalan la marshrutka me dejó a escasos metros del lugar donde había previsto pasar la noche.
ALOJAMIENTO: ALAKOL-JYRGALAN GUESTHOUSE – 1330S/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado con ducha perfecta; limpieza extrema; mobiliario moderno; vistas espectaculares de las montañas; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; té y galletas de cortesía disponibles a cualquier hora; propietaria (Gulmira) muy amable; servicio de comidas (aunque caro); abundante desayuno incluido.
*Puntos en contra: camas individuales con colchones muy estrechos; precio.
En la página web de Destination Jyrgalan es posible consultar las diferentes guesthouses que hay, con una breve descripción y sus precios. Durante mi visita la única disponible en Booking era la Alakol-Jyrgalan, que alberga la sede de la organización. Podría haber buscado alojamiento directamente en el pueblo, pero Alakol-Jyrgalan tenía muy buenas críticas así que no me compliqué la vida y realicé una reserva. Además, al ser temporada baja corría el riesgo de que muchas guesthouses estuvieran cerradas, o los dueños ausentes.
Alakol-Jyrgalan es la opción más cara del lugar, aunque a cambio ofrece las mejores instalaciones. En la marshrutka una señora me ofreció alojarme en su guesthouse y una habitación individual costaba 750S. Esto ya depende del presupuesto de cada uno…
Tras encontrar la guesthouse accedí al patio, donde me recibieron 3 perros que por suerte eran muy amigables. Como no veía a nadie llamé por teléfono al número de contacto de Booking y al momento apareció Gulmira, que me condujo a la habitación y me preparó en el comedor un té de bienvenida, acompañado de pastas y mermelada casera. Todo un detalle. Después cogí mi cámara de fotos, me puse el abrigo y salí a explorar el pueblo.
UN PASEO POR JYRGALAN
Jyrgalan es un lugar encantador. En la entrada hay un viejo cartel y varios edificios abandonados de la época soviética. Y su avenida principal sin asfaltar está flanqueada por viviendas de madera, algunas en muy mal estado y otras pintadas de vivos colores. Durante mi recorrido me crucé con vacas que campaban a sus anchas; pastores a caballo; niños jugando (dos me pidieron dinero); abueletes que saludaban educadamente; y varios perros (algunos me ladraban sin parar, pero por suerte estaban atados). También me llamó la atención el cementerio, situado sobre una colina, con las montañas de fondo.
Tan solo un par de días antes Jyrgalan estaba cubierto por un metro de nieve (una conocida de Instagram me envió fotos). Afortunadamente apenas quedaba, pero en su lugar las calles del pueblo se habían convertido en un auténtico barrizal, y tenía que moverme poco a poco para no resbalar o hundirme.
En busca de las mejores vistas crucé el río Jyrgalan por un puente y seguí una pista de tierra hasta un mirador que permite contemplar una panorámica genial del pueblo, con sus casas tradicionales, espesos bosques y cumbres nevadas (mejor luz para la fotografía por la tarde). De vez en cuando las nubes proyectaban molestas sombras, pero fue un gran momento, completamente solo. Eso sí, a la que el sol se ocultó tras las montañas empezó a hacer bastante frío y regresé a la guesthouse. No me esperaba este clima a mediados de mayo…
A la hora acordada bajé al comedor de la guesthouse y Gulmira me trajo la cena. El menú consistió en sopa, ensalada, manti de carne, y un té con galletas para rematar. Acabé llenísimo, aunque el precio me pareció excesivo (600S). El comedor estaba desierto, pero al acabar Gulmira se sentó conmigo y charlamos un rato. Una mujer muy interesante, que había vivido en Minsk y cursado estudios de turismo en China, con un inglés excelente.
Después volví a mi habitación. A través de la ventana vi que el cielo estaba bastante despejado, con una luna brillante y docenas de estrellas. La verdad es que no tardé en acostarme porque tenía que estar descansado de cara a los próximos días.
PRIMER DIA EXPLORANDO JYRGALAN
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable, y sin perder tiempo me vestí y bajé al comedor. Poco después Gulmira me sirvió el desayuno: un bol de gachas de avena, queso, pan con mermelada, 3 rollitos de verduras, y té. Más que suficiente. A continuación preparé la mochila pequeña y a las 9.15h me puse en marcha, con muchas ganas de adentrarme en las montañas de Jyrgalan. Además en el exterior hacía un tiempo genial, con cielo azul y un sol radiante. Estas fueron las etapas de la ruta:
1. Lago Turnaluu Kol: al principio crucé el pueblo hasta las afueras, pasé junto a la estatua de un minero, y caminé unos minutos por la pista de tierra que conduce a Karakol. En un punto me desvié a la derecha y comencé a ganar altura por una ladera cubierta de vegetación. Aquí me encontré con dos problemas que fueron la tónica general de la jornada:
*La nieve caída durante los últimos días ya no estaba (en las cotas bajas), pero había dejado el terreno en unas condiciones horribles: el sendero se encontraba embarrado y me hacía resbalar todo el rato (una vez me caí al suelo); y había zonas pantanosas que era imposible evitar. Así que me costó mucho avanzar, y a las primeras de cambio ya tenía los pies mojados y las zapatillas cubiertas de barro.
*La señalización de la ruta es inexistente, a excepción de alguna flecha roja pintada sobre las rocas. Así que necesitarás maps.me (o cualquier otra app de mapas con GPS). Yo la tenía y me tuve que detener en infinidad de ocasiones a consultar el móvil.
A pesar de las dificultades conseguí alcanzar el Lago Turnaluu Kol, situado a 2.670m de altura. La imagen es impresionante, con las montañas reflejadas en sus aguas y una soledad absoluta. Al llegar vi un pato de bonito plumaje que pronto se marchó volando a la otra punta del lago; y escuché el sonido de una cigüeña en medio del bosque. En verano el lugar está habitado por grupos de grullas, aunque no debe ser sencillo verlas porque en los relatos de los blogs que leí no se mencionaba ningún encuentro ni había fotos.
2. Chaar Jon Panorama: después de unos minutos contemplando el lago continué la ruta bordeando la orilla izquierda y seguí subiendo. Pero los dos problemas anteriores se agudizaron aun más: el sendero desapareció para siempre; y a esta altura el terreno estaba cubierto por una gruesa capa de nieve. Por si fuera poco la pendiente era cada vez más pronunciada y un paso en falso me enviaba al fondo del valle. Así que caminé como pude, ayudándome con las manos; desviándome por zonas donde había arbustos y era mas difícil resbalar; sorteando arroyos donde la nieve me impedía calcular las distancias… Fue toda una odisea.
Gracias a maps.me comprobé que la ruta me llevaba hasta un mirador situado en una cima rodeada de barrancos espeluznantes. La verdad es que pensé que no llegaría, y en más de una ocasión estuve tentado de dar media vuelta. Pero al final me armé de valor y cubrí los últimos metros sin levantar la vista del suelo.
El mirador está a 2.830m de altura y ofrece una panorámica memorable del Valle de Jyrgalan, con los imponentes Montes Tian Shan cubiertos de nieve; bosques de coníferas extendiéndose hacia el infinito; y en la distancia los Montes Ala-Too formando una barrera infranqueable. Al menos el esfuerzo tuvo recompensa y mi cámara de fotos echaba humo. Sin duda uno de los paisajes más espectaculares que jamás he visto.
3. Jyrgalan: desde el mirador la ruta regresa al pueblo siguiendo un sendero distinto, pero cuando vi que se enfilaba por una peligrosa cresta cubierta de nieve, pasando cerca de la cima del Monte Chaar Jon, decidí buscar una alternativa. Podía volver por el mismo camino, pero no iba a ser sencillo. También hay un vertiginoso sendero que lleva directo al lago Turnaluu Kol, aunque en esas condiciones no era viable. Así que al final opté por bajar en linea recta hacia Jyrgalan aprovechando que ese lado de la montaña estaba seco, sin nieve ni barro. Eso sí, el desnivel era importante y tuve que pegar el culo al suelo y ayudarme con las manos.
Poco a poco alcancé una llanura pantanosa y desde allí fui improvisando hasta alcanzar el fondo del valle y la pista de tierra. En un par de ocasiones tuve que corregir mi dirección porque me dirigía hacia un barranco; y no paré de hundirme en el agua o el barro (al final ya no me importaba). Pero a cambio contemplé unas vistas épicas de las montañas nevadas que me recordaron a Nepal; crucé prados cubiertos por un manto de coloridas flores; y vi dos patos que pasaron volando sobre mí y se detuvieron en una charca cercana.
Cuando llegué a Jyrgalan estaba agotado, pero con una sensación de felicidad increíble por todo lo vivido. No estuvo mal para ser el primer día. La distancia oficial de la ruta es de 13km, con una duración estimada de 8 horas. Yo con tanto rodeo desconozco cuántos kilómetros recorrí, pero tardé 9 horas.
Sin tiempo para recuperarme bajé al comedor de la guesthouse y al poco ya tenía la cena sobre la mesa: sopa, ensalada, muslitos de pollo con patatas, y un té con galletas. Mientras comía Gulmira me presentó a su marido, Emil, un experto montañero que incluso ha bautizado con su nombre una cima de la zona. Les gustaron mucho mis fotos de la excursión y me pidieron alguna para subir a la página web de Destination Jyrgalan. Por supuesto acepté encantado.
Tras la cena regresé a mi habitación; puse a secar mis calcetines y zapatillas junto al radiador; y me estiré en la cama a recuperar fuerzas.
SEGUNDO DIA EXPLORANDO JYRGALAN
La jornada comenzó de forma idéntica a la anterior, con mi alarma sonando a las 7.30h y un abundante desayuno en el comedor de la guesthouse. Esta vez tocó arroz con leche, huevos fritos con salchichas, queso, pan con mermelada y té. Una vez con el estómago lleno preparé mi mochila pequeña y salí a continuar descubriendo las montañas de Jyrgalan. Por suerte de nuevo lucía el sol y no tuve que preocuparme del tiempo. Estas fueron las etapas de la ruta:
1. Tulpar Tash Rock: para empezar me dirigí a las afueras del pueblo, crucé el río por un puente, y me adentré en el Valle de Jyrgalan. Hay dos rutas: una que avanza pegada al río y otra que discurre a más altura. Yo seguí la primera, pero al cabo de un rato descubrí que Tulpar Tash Rock está junto a la segunda y me tocó enlazar con ella subiendo por una fuerte pendiente y desandando parte del camino.
Este enorme pedrusco de granito de 8m de altura está situado en medio de un prado. Cuenta la leyenda que el caballo de Manas (protagonista del poema épico más famoso de la literatura kirguisa) se subió a la roca y saltó desde ella sobre sus enemigos. Hay quien dice que todavía se pueden ver sus huellas, aunque requiere un ejercicio de imaginación importante. Yo me hice unas fotos y continué hacia el siguiente lugar de interés.
2. Eki Chat Yurt Camp: la ruta me llevó por una pista que en verano es posible recorrer en vehículo, y que durante mi visita estaba bloqueada por una avalancha de nieve que me dejó el espacio justo para pasar, además de numerosos torrentes de agua y pedregales. Fue un paseo realmente agradable, ganando altura poco a poco y disfrutando de un magnífico paisaje, entre bosques de pinos y cumbres nevadas.
Al final llegué a Eki Chat, una pradera junto al río Jyrgalan donde entre junio y septiembre se monta un campamento de yurtas. En algunas se alojan pastores que cuidan de sus vacas y caballos; y otras son para uso turístico (las gestiona Destination Jyrgalan). Como yo llegué en mayo Eki Chat estaba desierto, aunque la excursión mereció la pena porque el lugar se encuentra a 2.650m de altura, en un punto donde confluyen varios valles, al pie de espectaculares montañas. Aquí me senté un rato a picar unas galletas, rodeado de una atmósfera genial, con el sonido del río y unas vistas memorables.
Casi todas las rutas de varios días con origen en Jyrgalan pasan por Eki Chat y continúan hacia el sur. Además, a la derecha del prado arranca una ruta que conduce a un pequeño lago tras superar un paso a más de 3mil metros de altura (inviable en mayo).
3. Jyrgalan: en teoría existe la opción de volver al pueblo por un camino distinto siguiendo Robber’s Canyon. La verdad es que ni se me pasó por la cabeza, ya que también implica alturas excesivas, pero es que encima el sendero no estaba indicado en maps.me. Más tarde Gulmira me explicó que incluso en verano casi nadie lo recorre porque el desnivel es durísimo (a pesar de que la excursión se anuncia en la página web de Destination Jyrgalan).
Yo caminé un rato por la misma pista; y después me desvié a la derecha y seguí la ruta que avanza pegada al río. Había zonas que estaban cubiertas por miles de flores y no paré de hacer fotos, con el Monte Chaar Jon recortado en la distancia. Pero a cambio tuve que cruzar tramos pantanosos que me mojaron los pies. También pasé junto a varios grupos de vacas y caballos (algunos peligrosamente cerca); y pude ver diferentes tipos de aves (cuervos, palomas, urracas, pequeños pájaros de colores…).
Una vez en Jyrgalan me encontraba mucho menos cansado que el día anterior. Eso sí, tenía dolorosas ampollas en los pies por caminar con ellos mojados. La distancia oficial de la ruta son 15km, ideal para media jornada, pero yo me lo tomé con calma y tardé 7 horas. Por cierto, no hay ningún tipo de señalización, aunque el sendero está bien marcado y no tiene pérdida.
Tras un buen rato estirado en la cama bajé a cenar al comedor de la guesthouse. Allí me esperaba otro menú delicioso, con sopa, pisto de verduras, 4 somsas rellenas de carne, y té con galletas. Gulmira me comentó que habían llegado unos turistas, pero de nuevo cené solo y al acabar regresé a mi habitación.
TERCER DIA EXPLORANDO JYRGALAN
Al día siguiente me desperté tras una noche algo movida. Ya no era el único huésped de la guesthouse y en la habitación anexa se alojaban 3 chavales de Pakistán que hacían bastante ruido, en gran parte por la mala calidad del edificio (las paredes eran de papel de fumar y el suelo de madera temblaba cuando alguien caminaba). Al final, a eso de la 1h, tuve que llamarles la atención con varios golpes en la pared. En su favor hay que decir que nada más verme por la mañana uno de ellos se acercó a disculparse.
En el comedor de la guesthouse disfruté de un magnífico desayuno, con un bol de gachas de avena, queso, tortilla de verduras, pan con mermelada, galletas de chocolate, y té. Acabé a punto de explotar. A continuación preparé mi mochila pequeña y comencé la última excursión por las montañas de Jyrgalan con un tiempo impecable. Estas fueron las etapas:
1. Mina de Carbón: primero caminé hasta las afueras del pueblo y tomé una pista de tierra hacia el este. Al poco pasé delante de la mina de carbón que motivó la creación del pueblo. Está abandonada y no resistí la tentación de acceder al interior a curiosear. Todavía hay maquinaria oxidada, varios edificios en ruinas, y un túnel de cemento con la entrada bloqueada por una montaña de arena. El recinto es realmente atmosférico, con el suelo cubierto de restos de carbón y una soledad sobrecogedora.
2. Kok Bel Waterfall: de regreso en la pista continué la ruta disfrutando de unas vistas geniales del valle, con granjas de madera; un punto donde se unen dos arroyos; y las afiladas montañas de fondo. De camino pasé junto a tres yurtas y varios grupos de vacas y caballos. Había muchas crías junto a sus madres, y algunos caballos tenían las patas delanteras atadas con una cuerda (imagino que por ser problemáticos). También vi otra mina de carbón que sí está en funcionamiento, ocupando una extensión de terreno con montículos de color negro, remolques y chatarra.
La pista fue ganando altura de forma constante y me sorprendió cruzarme con varios vehículos que levantaban molestas nubes de polvo. Entre ellos un camión cargado de vacas que abrió sus puertas y las dejó pastando en un prado.
Yo pensaba que la excursión hasta Kok Bel sería un sencillo paseo, pero los últimos 500 metros se convirtieron en una aventura, avanzando lentamente por el lecho de un río que me obligó a sortear zonas de pedruscos y cambiar de orilla en varias ocasiones, viviendo momentos de tensión. En la recta final el acceso estaba bloqueado por enormes placas de nieve y me tuve que detener en una roca desde donde contemplé una buena panorámica de la cascada, cayendo desde una altura de 20m. Una pena que al llegar tenía el sol de cara y la luz era horrible para la fotografía. Eso sí, no me pude entretener mucho porque estaba en el fondo de un estrecho cañón con sus paredes cubiertas de placas de nieve y rocas sueltas.
3. Jyrgalan: la vuelta al pueblo fue por el mismo camino y no tuvo mucha historia porque ya sabía cómo sortear los diferentes obstáculos. A mediodía el cielo se empezó a cubrir de nubes y soplaba un fuerte viento. De hecho se preveían lluvias de cara a las próximas jornadas, así que tuve mucha suerte.
La distancia oficial de la ruta son 13km, con una duración estimada de 5h. Yo tardé más o menos lo mismo a un ritmo muy tranquilo. En la guesthouse aun tuve tiempo para estirarme en la cama a descansar un rato. Después me despedí de Gulmira y me dirigí a la entrada de Jyrgalan, donde ya esperaba la última marshrutka del día (a las 16.30h) con la que regresé a Karakol.
CONCLUSION
Cuando llegué a Karakol mi idea inicial era intentar hacer el trekking del lago Ala Kol a pesar de ser muy pronto, pero había demasiada nieve en las montañas y en su lugar decidí visitar Jyrgalan. Reconozco que estaba un poco a la defensiva y no me acababa de creer del todo los exagerados comentarios positivos de numerosos blogueros (la mayoría pagados), aunque tras mi estancia en el valle coincido en que se trata de uno de los rincones más bonitos de Kirguistán. Te recomiendo 3 días para realizar las diferentes excursiones, aunque también puedes embarcarte en una ruta de varias jornadas por los alrededores (con material de acampada y comida). En cuanto al alojamiento, la Alakol-Jyrgalan Guesthouse no me desagradó, pero sus precios son caros y si volviera a Jyrgalan optaría por alguna de las pensiones más económicas del pueblo.
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