Paseando entre edificios antiguos con elaborados balcones de madera tallada, tiendas de artesanía y montones de gatos callejeros
Situada a orillas del Mar Rojo, Jeddah es la segunda ciudad de Arabia Saudí y su puerto comercial más importante. Al encontrarse a tan solo 65km de la Meca, en el siglo VII se convirtió en la principal vía de acceso para los peregrinos musulmanes que viajaban por mar. Por este motivo Jeddah está considerada la ciudad más abierta y cosmopolita del reino, donde la aplicación de las leyes islámicas no es tan estricta. Como dicen sus habitantes “Jeddah Ghair” (Jeddah es diferente). La principal atracción turística es su casco antiguo, Al Balad, con docenas de viviendas antiguas que lucen espectaculares balcones de madera tallada llamados Mashrabiya.
En Jeddah me reencontré con María, una chica filipina a la que conocí brevemente en Göreme hacía 9 meses y que trabajaba en la ciudad. Desde entonces mantuvimos el contacto y me resolvió un montón de dudas sobre el país. Además, gracias a ella pude descubrir el ambiente nocturno de Jeddah.
VIAJE: JAZAN – JEDDAH
Durante mi road trip por Arabia Saudí había realizado trayectos largos en coche, pero este se llevó la palma. Nada menos que 715km en dirección norte, siguiendo la costa del Mar Rojo, para lo que Google Maps estimaba un mínimo de 8 horas sin parar. Quizás por esto me costó tanto ponerme en marcha. Mi idea era comenzar temprano y llegar a Jeddah de día, pero al final me lié y acabé desalojando la habitación de mi hotel de Jazan cerca de las 11h, con un tiempo nublado y ventoso. Cuando pasé junto a una gasolinera decidí llenar el depósito (40R) y así evitar sorpresas.
Al principio me costó avanzar, porque enlacé varias poblaciones con semáforos y bandas de frenado que me cortaban el ritmo. Pero después pude poner el coche a 120km/h durante bastante tiempo y compensé el retraso. Tras casi 4 horas de conducción decidí parar en un restaurante y me senté a comer. Una vez más pedí Kabsa acompañado de Mirinda y una botella de agua fría (19R). La carne estaba demasiado cruda y el comedor lleno de pegajosas moscas, así que no me fui de allí muy satisfecho.
De nuevo en marcha el paisaje fue cambiando continuamente, y atravesé llanuras salpicadas de acacias con algún grupo de camellos; campos de lava cubiertos de rocas de color negro; y desiertos de arena dorada. A pesar de tener muy cerca el Mar Rojo, tan solo pude ver la costa en un par de ocasiones. Y tuve que parar otra vez en una gasolinera (44R), donde se me abalanzó un grupo de mujeres y niñas que pedían limosna.
Sin duda uno de los momentos más tensos del viaje se produjo en los alrededores de Al Lith, cuando faltaban unos 200km para llegar a Jeddah. Aquí comenzó a soplar un viento huracanado que zarandeaba violentamente mi coche. Y como la carretera cruzaba una zona de dunas, el aire se llenó de polvo que limitaba muchísimo la visibilidad (en una zona donde había señales que advertían del peligro de camellos cruzando la calzada). Aunque al mismo tiempo no podía reducir mucho la velocidad, porque faltaba poco para que anocheciera y solo me faltaba añadir oscuridad a ese escenario dantesco.
Por suerte aguanté el tipo y al cabo de unos 40 minutos (que se hicieron eternos) el viento aflojó. Mientras, contemplé de reojo una puesta de sol espectacular, con unas nubes muy fotogénicas. De buena gana hubiera parado un rato a contemplar la escena. Había un montón de torres eléctricas que quedaban genial con el fondo teñido de color naranja.
La segunda prueba de fuego tuvo lugar cuando aparecí en Jeddah. Ya era noche cerrada y me encontré un tráfico endiablado. Era una auténtica locura, con vehículos adelantándome por ambos lados, cruzándose en mi camino, pitando… Y yo intentando seguir la ruta correcta en Google Maps, que una vez más me salvó la vida. Menos mal que no me equivoqué en ninguno de los desvíos y encontré el lugar elegido para pasar la noche. Como no había espacio en la puerta del hotel tuve que aparcar junto a una gasolinera, a 3 minutos a pie. Qué alivio cuando bajé del coche, con el pie derecho agarrotado de pisar el acelerador. Hacía 9 horas que había salido de Jazan y estaba exhausto…
ALOJAMIENTO: OYO 395 AL HAFOF HOTEL – 78R/Noche
*Puntos a favor: habitación muy espaciosa; lavabo privado con ducha de agua caliente; limpieza extrema; mobiliario de época; equipación perfecta (toallas, papel higiénico, gel de ducha…); ubicación céntrica; tranquilidad total por la noche; nevera; aire acondicionado; wifi rápido; precio.
*Puntos en contra: camas individuales; se permite fumar en el hotel y mi habitación olía bastante a tabaco.
Antes de llegar a Jeddah aproveché la parada en el restaurante y realicé una reserva a través de Booking. Como en otras ciudades de Arabia Saudí, las cadenas Al Eairy y OYO ofrecen las opciones de alojamiento más económicas. Yo elegí un hotel de OYO, porque a cambio de un par de euros extra su calidad es muy superior a los de Al Eairy. Y no me equivoqué: el Al Hafof fue sin duda el mejor hotel de todo mi recorrido por el país. Y de nuevo me beneficié de las ofertas especiales de Booking, porque en la puerta de mi habitación un cartelito indicaba que el precio normal para una persona era de 230R.
Una vez instalado salí a comprar comida en una tienda. Y solventé la cena con galletas, un plátano y zumo. De regreso en el hotel conocí a un japonés (Naito) que acababa de llegar a Jeddah, y nos sentamos a hablar un buen rato en los sofás del vestíbulo. Había visitado 160 países y aun así alucinaba con mis fotos y aventuras por Arabia Saudí. Me cayó muy bien, pero a la 1h de la mañana me tuve que despedir porque estaba bastante cansado.
DESAYUNO: ABU ZAID
Al día siguiente me desperté como nuevo tras dormir como un tronco. Y es que a pesar de estar junto a una carretera llena de tráfico apenas se escuchaba ruido. A continuación me vestí y salí a la calle con ganas de un buen desayuno. Para ello seguí los consejos de María (con la que contacté por teléfono) y caminé hasta un local de Abu Zaid, situado a 10 minutos de mi hotel. Se trata de una cadena de restaurantes de comida rápida que ofrece platos típicos de Oriente Medio a muy buen precio.
Yo pedí un menú llamado Tero 4, que me permitió probar 3 especialidades:
*Mutabbaq: un crêpe relleno de carne y verduras, ligeramente picante.
*Fuul: puré de judías. El plato que menos gracia me hizo.
*Masoub: pudding de origen yemení elaborado con pan, plátano, miel y nata. Está riquísimo, pero es una auténtica bomba. Solo con la porción de Masoub ya hubiera desayunado.
El menú viene en una caja de cartón tipo pizza, con un botellín de agua y pan. Todo por tan solo 13R. Yo lo pedí para llevar y comí tranquilamente en mi habitación. Muy recomendable.
EL BARRIO DE AL BALAD
Una vez con el estómago lleno, preparé mi mochila pequeña para visitar el casco histórico de la ciudad, conocido como Old Jeddah o Al Balad, e incluido en el listado del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Al Balad se encontraba a apenas 5km de mi hotel, y como no tenía ningunas ganas de conducir por el centro decidí utilizar los servicios de Uber. Funcionó a la perfección: el taxi apareció al cabo de unos minutos y me dejó en la entrada de Al Balad por 14R. El conductor no me dirigió la palabra, aunque quiero pensar que era por su escaso nivel de inglés.
Comencé mi recorrido en Bab Makkah. En el pasado Jeddah estaba rodeada por una imponente muralla construida por los otomanos durante el siglo XVI. Sus restos fueron demolidos en el año 1947 y tan solo ha sobrevivido alguna de sus puertas de acceso, de las cuales la más importante es Bab Makkah, ya que marcaba el punto de partida del camino que los peregrinos iniciaban rumbo a la ciudad sagrada. Se trata de una enorme puerta de 3 arcos flanqueada por dos torres, aunque bastante restaurada y rodeada de edificios modernos.
Desde Bab Makkah me sumergí en las calles de Al Balad y estuve paseando durante horas entre viviendas antiguas. Son edificios de hasta 30m de altura, construidos con bloques de coral, que tienen balcones de madera muy elaborados llamados Mashrabiya o Roshan, pintados de diferentes colores (marrón, verde, azul, naranja…). Además de su finalidad estética, estos balcones cumplían una doble función: permitían ver qué ocurría en la calle manteniendo la privacidad del propietario; y dejaban pasar el aire para refrescar el interior de las casas. Las oportunidades fotográficas son infinitas, ya que cada edificio es único.
Con el boom del petróleo los propietarios saudíes abandonaron estas viejas viviendas y se marcharon a vivir a casas más lujosas fuera de Al Balad. Muchas quedaron abandonadas y se fueron deteriorando lentamente. En otras se instalaron familias de inmigrantes sin recursos, que tampoco contribuyeron mucho a su mantenimiento. Por si fuera poco en el año 1982 un violento incendio arrasó parte del barrio. En mi recorrido pude ver edificios perfectamente restaurados y otros en ruinas. Aunque parece que el gobierno se ha puesto las pilas y durante mi visita una parte de Al Balad estaba en obras, con el objetivo de conservar el lugar para la posteridad.
El casco antiguo cuenta con avenidas muy concurridas donde abundan las tiendas de artesanía y souvenirs; y otras prácticamente desiertas, en las que parece que se haya detenido el tiempo. La verdad es que me esperaba encontrar bastantes turistas, pero apenas vi 3 o 4. Muchos de los vecinos que me crucé eran de color, originarios de Sudán o Yemen. Pero los auténticos reyes de Al Balad son los gatos. Están por todas partes, ya que la gente les trata genial y reciben comida a diario. Uno muy gracioso me estuvo siguiendo un buen rato y cuando me detenía para hacer alguna foto se tumbaba a mi lado y se frotaba contra mis zapatillas. Además los balcones están llenos de palomas, que revolotean sin parar entre las diferentes viviendas.
En Al Balad hay dos mezquitas históricas: Hanafi Mosque, con su minarete blanco de la época otomana; y Al Shafee Mosque. En teoría se puede entrar si no hay gente rezando, pero muchos fieles no lo ven bien y decidí evitarme problemas. Cuando pasé junto a Al Shafee se escuchó la llamada a la oración y pude hacer buenas fotos con los habitantes de Al Balad camino de la mezquita (algunos a la carrera, porque ya llevaba un buen rato empezada). También merece la pena visitar Naseef House, un edificio con un museo y una terraza que ofrece vistas geniales de Al Balad. Yo me encontré la puerta cerrada y nadie me supo decir si tenía previsto abrir más tarde, así que me quedé sin entrar.
Otra de las atracciones de Al Balad es Souq al Alawi, un antiguo mercado con puestos que venden todo tipo de productos: frutas y verduras exóticas, especias, Miswak (cepillos de dientes naturales), aceites y perfumes, sandalias de cuero, tejidos… Me encantó la atmósfera de este lugar, con pasadizos oscuros transitados por gentes de diferentes etnias. Y eso que no lo visité a la mejor hora (los mercados en Arabia Saudí están más animados por la tarde).
Mi recorrido por Al Balad acabo en Bab Jadid, una de las puertas de acceso de la antigua muralla de Jeddah. Me hubiera quedado el resto del día deambulando sin rumbo fijo por este magnífico barrio, pero tenía más cosas que hacer.
COMIDA: AL BAIK
Tras la visita me dirigí a un local de Al Baik, la cadena de fast food más famosa de toda Arabia Saudí. Tanto que durante el Hail Season una de las principales atracciones del festival era un food truck de esta empresa. Y según me explicaron hay gente que recorre cientos de kilómetros en coche solo para poder comer aquí, ya que Al Baik es originaria de Jeddah y no está presente en todo el país.
En Al Baik primero se realiza el pedido en unas cajas, donde te dan un ticket numerado para recogerlo. Y después te unes a un montón de gente que se agolpa junto al mostrador sin respetar el orden lógico. Yo pedí 4 trozos de pollo picante, que vienen acompañados de patatas fritas, un bollo de pan y salsa de ajo. Y para beber 2 latas de Pepsi. Todo por tan solo 19R. Comí sentado en una terraza exterior, donde el suelo estaba lleno de restos de comida y te quedabas pegado. La verdad es que el pollo de Al Baik está delicioso. La carne muy tierna y no excesivamente picante; y los 4 trozos fueron más que suficientes (acabé a reventar). Otra de las visitas imprescindibles en Jeddah.
Después de comer volví a utilizar la app de Uber y regresé al hotel con un abuelete egipcio encantador. Durante el trayecto me regaló caramelos, una mandarina, agua… Y no paraba de sonreír, a pesar de no hablar ni palabra de inglés. El viaje costaba 13R, y redondeé a 15R. El hombre no quería la propina, pero insistí y me bajé del taxi sin darle opción.
REENCUENTRO CON MARIA
Ya en mi habitación, contacté con María y quedamos en vernos a las 21h en el edificio donde trabajaba: King Road Tower. Estaba a 15km de mi hotel así que me tocó coger el coche y enfrentarme de nuevo al caótico tráfico saudí. Como no tenía nada que hacer llegué un par de horas antes y estuve escribiendo en una mesa del La Vida Lounge, un café muy fashion con buen wifi ubicado en la planta baja. Tomé un té (7R), aunque me sentí realmente tentado de probar el Spanish Latte, muy popular en Arabia Saudí (¡?). Según el simpático camarero (que me trató como a un miembro de la familia real) la diferencia con un Latte normal es que el español es más dulce. En fin, primera noticia…
A la hora prevista apareció María. Tenía la cabeza al descubierto y nos saludamos con un cariñoso abrazo (una clara muestra de que “Jeddah es diferente”). Desde allí caminamos hasta el coche y buscamos un lugar para cenar. La idea inicial fue repetir en Al Baik, pero el local elegido no tenía zona para Familias, solo para Solteros, y por tanto no podía entrar con María (una problemática de la que no había sido consciente hasta el momento). Con lo cual nos dirigimos a pie hasta un restaurante de la cadena Al Romansiah. Ambos pedimos pollo con arroz, acompañado de agua (20R). Y nos sentaron en una mesa privada, separados del resto por unas cortinas.
Estuvimos horas charlando de mil temas diferentes: viajes, la vida en Jeddah, planes de futuro… Hasta que un camarero nos vino a avisar de que ya cerraban el restaurante. Si el día que conocí a esta chica en Göreme (cuando Arabia Saudí todavía estaba cerrado al turismo) alguien me dice que 9 meses más tarde iba a estar con ella en Jeddah no me lo creo. Un giro realmente inesperado. Por cierto, cuando ya había acabado de cenar apareció un hombre y me pidió el plato con las sobras (y no tenía pinta de trabajar allí). María tampoco entendía nada, pero todo apuntaba a que era un mendigo.
UN PASEO POR LA CORNICHE
Tras la cena volvimos al coche y conduje hasta la Corniche, el Paseo Marítimo de Jeddah, que recorre la costa del Mar Rojo a lo largo de 30km. Fue inaugurado en el año 2017 y está equipado con todo tipo de instalaciones: cafés, restaurantes, parques, playas… No es de extrañar que se haya convertido en el principal punto de reunión de los habitantes de la ciudad. Para llegar seguí las indicaciones de María, pero costó más de la cuenta, atravesando calles oscuras y sorteando peligrosas bandas de frenado y carreteras cortadas. Con tanto lío en una ocasión acabé conduciendo en contra dirección y me vio un coche de Policía. Menos mal que los agentes entendieron que era un turista despistado y me dejaron continuar sin más consecuencias…
Una vez aparcado el coche fuimos a ver King Fahd Fountain. Es una fuente inaugurada en 1985 con un potente chorro de agua que alcanza una altura superior a los 250m, lo que la convierte en la más alta del mundo. La imagen es espectacular, iluminada por docenas de focos. Y tuve mucha suerte, porque al poco de llegar, a eso de las 2h de la mañana, dejó de funcionar. En la distancia destacaba King Road Tower, cuya fachada está cubierta por la pantalla LED publicitaria más grande del mundo.
A continuación nos dedicamos a pasear y charlar por la Corniche hasta las 5h pasadas. Gracias a que estaba en Jeddah, porque en gran parte de Arabia Saudí sería impensable caminar por la calle con una chica que no es tu mujer. Me gustó mucho un muelle de diseño con bancos cubiertos para sentarse frente a las aguas del Mar Rojo. Y me sorprendió la cantidad de gente que había a esas horas.
Al final llevé a María a su casa y allí me sorprendió con un regalo: me había traído de su reciente viaje a Filipinas una camiseta de un festival local, marca Fiesta (me partía de risa). Además también me dio varios dulces de su país. La verdad es que me dejó de piedra, porque a mí ni se me había pasado por la cabeza comprarle algo. Qué encanto de chica… Pero bueno, nos despedimos y regresé a mi hotel. Ya eran las 6h de la mañana y estaba a punto de amanecer.
OTRA VEZ EN LA CORNICHE
Como era de esperar, al día siguiente me desperté bastante tarde y estuve buena parte de la mañana vagueando. A la hora de comer hablé con María y quedamos en American Corner, un restaurante situado cerca de su casa al que llegué en mi coche. De nuevo utilizamos la zona para Familias, aunque María tuvo que asomarse a la puerta porque no me hubieran dejado acceder solo. Esta vez las mesas no tenían cortinas y me convertí en el centro de muchas miradas curiosas.
El menú de American Corner incluye diferentes especialidades americanas. Yo pedí una hamburguesa con queso que estaba sencillamente deliciosa, acompañada de patatas fritas y un enorme vaso de Mirinda que pude volver a llenar sin coste adicional. A la hora de pagar decidí invitar a María para compensar de alguna forma el regalo que me hizo la noche anterior. Todo me costó 70R.
Después subimos al coche y regresamos a la Corniche, aunque unos kilómetros más al norte, para visitar una nueva atracción turística: Al Rahma Mosque. También se la conoce como Mezquita Flotante, al estar construida sobre unos pilares que desde la distancia provocan la sensación de que el templo flote en el Mar Rojo. Fue inaugurada en 1985 y está pintada de blanco, con una cúpula verde y un elegante minarete. Primero visitamos el patio, rodeado de una serie de arcos de herradura muy fotogénicos. Y después nos alejamos para contemplar una panorámica de la mezquita. El mejor momento para visitar el lugar es durante el atardecer, pero ese día el cielo estaba algo nublado y la puesta de sol no fue tan espectacular.
Al ser viernes (día festivo en el mundo islámico) la Corniche se encontraba llena de familias de picnic, pero al estilo saudí, con todas las comodidades: alfombras, cojines, mullidos asientos… Incluso lujosos juegos de té de color dorado. Yo estuve haciendo algunas fotos de la gente, aprovechando que estaba con María y levantaba menos sospechas. Cuando cayó la noche la imagen de Al Rahma Mosque era preciosa, iluminada con luces de colores.
Más tarde volvimos al coche y conduje hasta el tramo de la Corniche que habíamos recorrido la noche anterior. Me encontré un tráfico horrible y fue muy complicado aparcar, aunque por suerte vi a una pareja que se marchaba y esperé para ocupar su plaza. Al poco aparecieron tres amigos de María y pasamos varias horas juntos charlando y paseando. Se trataba de Tareq, Gaber (ambos egipcios) y Anwar (de origen yemení). Allí entramos en un Starbucks y yo solventé la cena con un Moka Frappucino grande (21R). Tareq pidió Sahlab, una espesa bebida típica de Oriente Medio elaborada con leche, almidón, arroz, azúcar y canela. Me lo dejó probar y con esos ingredientes no es de extrañar que me recordara al arroz con leche, aunque el Sahlab se sirve caliente.
Los amigos de María me cayeron muy bien y me permitieron conocer muchos aspectos de la cultura saudí. Por ejemplo, es curioso que desde Europa se vea a las mujeres saudíes oprimidas y sin libertades, mientras que en su país mucha gente afirma que viven rodeadas de lujos y hacen con sus maridos lo que quieren. Imagino que habrá de todo… También me sorprendió enterarme que hasta hacía muy poco estaba prohibida la música y el cine en todo el reino. En fin… A las 3h pasadas tocó despedirse, así que llevé a María a su casa y regresé a mi hotel.
CONCLUSION
Jeddah constituye un auténtico soplo de aire fresco. Es la única ciudad del país (a parte de Riyadh) donde pude ver a mujeres saudíes con el rostro descubierto. Y donde hombres y mujeres pueden hablar y relacionarse por la calle sin tener que ser familiares. A parte de esta atmósfera relajada, Jeddah cuenta con un casco antiguo espectacular; y Al Baik, la cadena de restauración más famosa del Arabia Saudí. Así que es una ciudad de visita obligada. Podrías ver las principales atracciones turísticas en una jornada muy intensa, pero es mejor dedicarle al menos dos días para ir sin prisas. En cuanto al alojamiento, te recomiendo el Hotel Al Hafof, que fue el mejor de mi recorrido por el país (relación calidad precio).
Mi intención era hacer buceo en Jeddah, ya que no había podido en Yanbu. Aunque de nuevo todo fueron dificultades: salidas en barco solo los fines de semana; no me garantizaban que podría visitar el lugar más interesante (Abu Madafi, con el pecio Staphonos); tarifas muy caras (alrededor de 500R por dos inmersiones + alquiler del equipo); y algunos de los Centros de Buceo estaban a decenas de kilómetros del centro. Así que al final me quedé sin bucear en Arabia Saudí.
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Comentarios
4 ComentariosJulio Oliva Freuding
May 26, 2023Me ha encantado el tono ameno de tu post, además de lo didáctico que resulta. Preveo viajar con mi mujer y otra pareja a Arabia Saudí el próximo mes de Julio (sí, lo sé, un calor de la hostia) para un crucero de buceo de 7 días desde Yanbu. Pero a mi mujer y a mí nos quedarán aún 7 días más en el país, y querría aprovecharlos bien y sumergirme lo más y mejor posible en la cultura local. También nos gustaría visitar parajes naturales de interés (Djebel Radwa o la cordillera montañosa que hace de frontera con Yemen, pero los precios, la organización, el clima tórrido y las distancias nos lo pondrán difícil) En fin, que tendré muy en cuenta tus consejos y tus vivencias. Un saludo y muchas gracias por compartir esta experiencia.
Ganas De Mundo
May 27, 2023Hola Julio! Muchas gracias a ti por el comentario. Ese crucero de buceo suena genial. Después os aconsejo alquilar un coche y recorrer la costa hasta la frontera con Yemen, hay paisajes tan espectaculares que se os va a olvidar que hace calor. Un abrazo y disfrutad de Arabia!
LanchoRoyale
Sep 20, 2022Muchas gracias por tu pedazo de post sobre Jeddah. Voy a pasar una pequeña temporada en Arabia Saudí (Riyadh) y quiero pasar un día entero en la ciudad y he cogido bastantes ideas para ir a visitar, dónde comer, etc.
Aunque recomiendas un par de días al menos, solo puedo ir un día, así que viajaré en avión por la mañana temprano y volveré por la noche.
Lo dicho muchas gracias
Ganas De Mundo
Sep 25, 2022Hola, muchas gracias a ti por el comentario! Jeddah te va a encantar, es uno de mis lugares favoritos de Arabia Saudí. En un día también podrás visitar lo más importante (casco antiguo, mezquita junto a la playa, etc…). Y comer pollo asado! Disfruta de esa temporada en el país. Un abrazo!